RELIGIONES y SECTAS

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Mensajepor Pirañita » Sab 27 Ene, 2007 11:32 pm

A medida que se desplegaba su mensaje me quedaba cada vez más claro que sus convicciones no se basan en una fe ciega o en el dogma religioso, sino más bien en un sano razonamiento y en la experiencia directa. Su comprensión de la mente y del comportamiento humanos se fundamentan en toda una vida de estudio. Sus puntos de vista se hallan enraizados en una tradición de dos mil quinientos años, pero también en el sentido común y en una profunda comprensión de los problemas modernos. Su valoración de los temas contemporáneos es resultado de la singular posición que ocupa, que le ha permitido recorrer el mundo muchas veces, exponerse a muchas culturas y perso¬nas diferentes, pertenecientes a todos los ámbitos de la vida, intercam¬biar ideas con destacados científicos y dirigentes religiosos y políticos. Lo que surge en último término es un enfoque impregnado de sabidu¬ría para afrontar los problemas humanos, un enfoque que es a la vez optimista y realista.
En este libro he intentado presentar al Dalai Lama a un público fundamentalmente occidental. He incluido amplios resúmenes de sus enseñanzas públicas y de nuestras conversaciones privadas. En con¬sonancia con mi propósito de otorgar más espacio y relieve a nuestras vidas cotidianas, en ocasiones he preferido omitir partes de los análisis del Dalai Lama relacionados con aspectos más filosóficos del budismo tibetano. Al final de este volumen el lector interesado en una exploración más profunda del budismo tibetano encontrará una reseña bibliográfica de la obra del Dalai Lama.

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Mensajepor Pirañita » Sab 27 Ene, 2007 11:32 pm

Primera parte

El propósito de la vida

1 El derecho a la felicidad

«CREO QUE EL PROPÓSITO fundamental de nuestra vida es bus¬car la felicidad. Tanto si se tienen creencias religiosas como si no, si se cree en talo cual religión, todos buscamos algo mejor en la vida. Así pues, creo que el movimiento primordial de nuestra vida nos encamina en pos de la felicidad.»
Con estas palabras, pronunciadas ante numeroso público en Ari¬zona, el Dalai Lama abordó el núcleo de su mensaje. Pero la afirma¬ción de que el propósito de la vida es la felicidad me planteó una cuestión. Más tarde, cuando nos hallábamos a solas, le pregunté:
-¿Es usted feliz?
-Sí -me contestó y, tras una pausa, añadió-: .Sí..., definitiva¬mente. Había sinceridad en su voz, de eso no cabía duda, una sinceridad que se reflejaba en su expresión y en sus ojos. -Pero ¿es la felicidad un objetivo razonable para la mayoría de nosotros? -pregunté-. ¿Es realmente posible alcanzarla? -Sí. Estoy convencido de que se puede alcanzar la felicidad me¬diante el entrenamiento de la mente. Desde un nivel humano básico, he considerado la felicidad como un objetivo alcanzable, pero como psiquiatra me he sentido obligado por observaciones como la de Freud: «Uno se siente inclinado a pensar que la pretensión de que el hombre sea "feliz" no está incluida en el plan de la “Creación”. Este tipo de formación había lleva¬do a muchos psiquiatras a la tremenda conclusión de que lo máximo que cabía esperar era la transformación de la desdicha histérica en la infelicidad común ». Desde ese punto de vista la afirmación de que existía un camino claramente definido que conducía a la felicidad parecía bastante radical. Al
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Mensajepor Pirañita » Sab 27 Ene, 2007 11:33 pm

contemplar retrospectivamente mis años de formación psiquiátrica, apenas recordaba haber escuchado mencionar la palabra «felicidad», ni siquiera como objetivo terapéutico. Naturalmente, se habla mucho de aliviar los síntomas de depresión o ansiedad del paciente, de resolver los conflictos internos o los pro¬blemas de relación, pero nunca con el objetivo expreso de alcanzar la felicidad. .
El concepto de felicidad siempre ha parecido estar mal definido en Occidente, siempre ha sido elusivo e inasible. «Feliz», en inglés, deri¬va de la palabra Islandesa happ, que significa suerte o azar. Al parecer, este punto de vista sobre la naturaleza misteriosa de la felicidad está muy extendido., En los momentos de alegría que trae la vida, la felici¬dad parece llovida del cielo. Para mi mente occidental, no se trataba de algo que se pueda desarrollar y mantener dedicándose simple¬mente a «formar la mente».
Al plantear esta objeción, el Dalai Lama se apresuró a explicar: -Al decir «entrenamiento de la mente» en este contexto no me estoy refiriendo a la «mente» simplemente como una capacidad cog¬nitiva o Intelecto. Utilizo el término más bien en el sentido de la pala¬bra tibetana Sem, que tiene un significado mucho más amplio más cercano al de «psique» o «espíritu», y que Incluye intelecto y sentimiento, corazón y cerebro. Al imponer una cierta disciplina interna podemos experimentar una transformación de nuestra actitud de toda nuestra perspectiva y nuestro enfoque de la vida.
»Hablar de esta disciplina interna supone señalar muchos factores y quizá también tengamos que referirnos a muchos métodos. Pero, en términos generales, uno empieza por identificar aquellos factores que conducen a la felicidad y los que conducen al sufrimiento. Una vez hecho eso, es necesario eliminar gradualmente los factores que lle¬van al sufrimiento mediante el cultivo de los que llevan a la felicidad. Ése es el camino.

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Mensajepor Pirañita » Sab 27 Ene, 2007 11:34 pm

El Dalai Lama afirma haber alcanzado un cierto grado de felicidad personal. Durante la semana que pasó en Arizona observé que la felicidad personal se manifiesta en él como una sencilla voluntad de abrirse a los demás, de crear un clima de afinidad y buena voluntad, incluso en los encuentros de breve duración.
Una mañana, después de pronunciar una conferencia, el Dalai Lama caminaba por un patio exterior, de regreso a su habitación del hotel, acompañado por su séquito habitual. Al ver a una de las cama¬reras ante los ascensores, se detuvo y le preguntó:
-¿De dónde es usted?
Por un momento, la mujer pareció desconcertada ante ese extran¬jero cubierto por una túnica marrón, y extrañada ante la deferencia que le demostraba su séquito.
-De México -contestó tímidamente con una sonrisa.
Él habló brevemente con ella y luego continuó su camino, dejan¬do a la mujer con una expresión de entusiasmo y satisfacción en el rostro. A la mañana siguiente, a la misma hora, estaba en el mismo lugar, acompañada por otra camarera. Las dos saludaron cálidamen¬te al Dalai Lama cuando entró en el ascensor. La interacción fue bre¬ve, pero las dos mujeres parecieron sonrojarse de felicidad. En los días que siguieron, en el mismo lugar y a la misma hora, se veía allí a miembros del personal, hasta que, al final de la semana, había doce¬nas de camareras, con sus almidonados uniformes grises y blancos, formando una fila que se extendía a lo largo del camino que condu¬cía a los ascensores.

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Mensajepor Pirañita » Sab 27 Ene, 2007 11:35 pm

Nuestros días están contados. En este momento, muchos miles de seres nacen en el mundo, algunos destinados a vivir sólo unos pocos días o semanas, para luego sucumbir a la enfermedad o cualquier otra desgracia. Otros están destinados a vivir hasta un siglo, incluso más, y a experimentar todo lo que la vida nos puede ofrecer: triunfo, desesperación, alegría, odio y amor. Pero tanto si vivimos un día como un siglo, sigue en vigor la pregunta cardinal: ¿cuál es el propósito de nuestra vida?
«El propósito de nuestra existencia es buscar la felicidad.» Esta afirmación parece dictada por el sentido común, y muchos pensado¬res occidentales han estado de acuerdo con ella, desde Aristóteles hasta William James. Pero ¿acaso una vida basada en la búsqueda de la felicidad personal no es, por naturaleza, egoísta e incluso poco juiciosa? No necesariamente. De hecho, muchas investigaciones han de¬mostrado que son las personas desdichadas las que tienden a estar más centradas en sí mismas; son a menudo retraídas, melancólicas e inclu¬so propensas a la enemistad. Las personas felices, por el contrario, son generalmente más sociables, flexibles y creativas, más capaces de to¬lerar las frustraciones cotidianas y, lo que es más importante, son más cariñosas y compasivas que las personas desdichadas.
Los investigadores han realizado algunos experimentos interesan¬tes que demuestran que las personas felices poseen una voluntad de acercamiento y ayuda con respecto a los demás. Han podido, por ejem¬plo, inducir un estado de ánimo alegre en un individuo organizando una situación por la que éste encontraba dinero en una cabina telefó¬nica.
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Mensajepor Pirañita » Sab 27 Ene, 2007 11:35 pm

Uno de los experimentadores, totalmente desconocido para el sujeto, pasaba aliado de él y simulaba un pequeño accidente dejando caer los periódicos que llevaba. Los investigadores deseaban saber si el sujeto se detendría para ayudar al extraño. En otra situación, se ele¬vaba el estado de ánimo de los sujetos mediante la audición de una comedia musical y luego se les acercaba alguien para pedirles dinero. Los investigadores descubrieron que las personas que se sentían feli¬ces eran más amables, en contraste con un «grupo de control» de individuos a los que se les presentaba la misma oportunidad de ayudar pero cuyo estado de ánimo no había sido estimulado.
Aunque esta clase de experimentos contradicen la noción de que la búsqueda y el alcance de la felicidad personal conducen al egoísmo y al ensimismamiento, todos podemos llevar a cabo un experimento de esta índole con resultados similares. Supongamos, por ejemplo, que nos encontramos en un atasco de tráfico. Después de veinte minutos de espera, los vehículos empiezan a moverse con lentitud. Vemos en¬tonces a otro coche que nos hace señales para que le permitamos en¬trar en nuestro carril y situarse delante de nosotros. Si nos sentimos de buen humor, lo más probable es que frenemos y le cedamos el paso. Pero si nos sentimos irritados, nuestra respuesta consiste en acelerar y ocupar rápidamente el hueco. « Yo llevo tanta prisa como los demás.» Empezamos, pues, con la premisa básica de que el propósito de nuestra vida consiste en buscar la felicidad. Es una visión de ella como un objetivo real, hacia cuya consecución podemos dar pasos positi¬vos. Al empezar a identificar los factores que conducen a una vida más feliz, aprenderemos que la búsqueda de la felicidad produce be¬neficios, no sólo para el individuo, sino también para la familia de éste y para el conjunto de la sociedad.

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Mensajepor Pirañita » Sab 27 Ene, 2007 11:36 pm

2 Las fuentes de la felicidad
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HACE DOS AÑOS, una amiga mía tuvo un inesperado golpe de suerte. Dieciocho meses antes de tenerlo había dejado su traba¬jo como enfermera para asociarse con dos amigos en una pequeña empresa de servicios sanitarios. El nuevo negocio tuvo un éxito ful¬gurante y, al cabo de dieciocho meses, fue adquirido por una gran empresa, que les pagó una enorme suma. Tras unos inicios modes¬tos, mi amiga entró en posesión de un patrimonio que le permitió retirarse a la edad de treinta y dos años. La vi no hace mucho y le pre¬gunté cómo disfrutaba de su jubilación anticipada.
-Bueno -me contestó-, es magnífico poder viajar y hacer to¬das las cosas que siempre he deseado. Sin embargo -añadió-, aun¬que parezca extraño, después del entusiasmo por haber ganado tanto dinero, todo volvió más o menos a la normalidad. Claro que ahora tengo una casa nueva y muchas más cosas, pero en conjunto no creo que sea mucho más feliz que antes.
Aproximadamente por la misma época en que mi amiga obtenía sus inesperados beneficios, otro amigo mío de la
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Mensajepor Pirañita » Dom 28 Ene, 2007 6:21 am

Aproximadamente por la misma época en que mi amiga obtenía sus inesperados beneficios, otro amigo mío de la misma edad descu¬brió que era seropositivo. Hablamos acerca de cómo afrontaba su nueva situación.
-Naturalmente, al principio estaba desolado -me dijo-. Y tar¬dé casi un año en aceptar el hecho de que tenía el virus del sida. Pero las cosas han cambiado este último año. Tengo la impresión de que cada día recibo mucho más que antes y me siento mas feliz que nunca. Parece como si hubiera aprendido a apreciar las cosas cotidianas y me siento agradecido por el hecho de que, hasta el momento, no haya desarrollado ningún síntoma grave y pueda disfrutar realmente de las cosas que tengo. Y aunque, desde luego, preferiría no ser seropositivo, tengo que admitir que eso ha transformado mi vida en algunos aspec¬tos... y favorablemente.
-¿De qué forma? -le pregunté.

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Mensajepor Pirañita » Dom 28 Ene, 2007 6:22 am

-Bueno, siempre he mostrado tendencia a ser un consumado materialista. Durante el pasado año, sin embargo, el hecho de haberme reconciliado con mi destino me dio acceso a un mundo completamen¬te nuevo. Por primera vez en mi vida he empezado a explorar la espi¬ritualidad a leer muchos libros sobre el tema y hablar con la gente..., a descubrir muchas cosas que antes ni siquiera imaginaba que existieran. Eso hace que me sienta muy animado simplemente al levan¬tarme por la mañana, ansiando ver qué traerá el nuevo día.
Estas dos personas ilustran una cuestión esencial: que la felicidad está determinada más por el estado mental que por los acontecimien¬tos externos. El éxito puede dar como resultado una sensación tempo¬ral de regocijo, o la tragedia puede arrojamos a un período de depresión, pero nuestro estado de ánimo tiende a recuperar tarde o temprano un cierto tono normal. Los psicólogos llaman «adaptación» a este pro¬ceso, y todos podemos observar cómo actúa en nuestra vida cotidia¬na: un aumento de sueldo, un coche nuevo o el reconocimiento por parte de nuestros semejantes pueden levantar nuestro ánimo durante un tiempo, pero no tardamos en regresar a nuestro nivel habitual. Del mismo modo, la discusión con un amigo, el tener que dejar el coche en el taller o algún contratiempo nos deja abatidos, pero nos volve¬mos a animar en cuestión de días.

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Mensajepor Pirañita » Dom 28 Ene, 2007 6:22 am

Esta tendencia no se limita a ser una respuesta a hechos triviales, sino que se muestra en condiciones más extremas de triunfo o de desastre. Las investigaciones realizadas con los ganadores de la lotería estatal de Illinois o la lotería británica descubrieron que el entusiasmo inicial terminaba por desaparecer y los individuos regresaban a su ¬estado de animo habitual. Otros estudios han demostrado que incluso quienes se han visto afectados por acontecimientos catastróficos, como el cáncer, la ceguera o la parálisis, suelen recuperar o aproxi¬marse mucho a su nivel anímico normal después de un período de adaptación.
Así pues, si siempre regresamos a nuestro nivel habitual, con independencia de las condiciones externas que nos afectan, ¿qué es lo que determina ese nivel habitual? Y, lo que es más importante '¿se puede modificar este y establecer un nivel superior? Recientemente, algunos Investigadores han argumentado que el nivel de bienestar de cada individuo está determinado genéticamente, al menos hasta cierto pun¬to: estudios como el que ha descubierto que los gemelos univitelinos o idénticos (que comparten la misma dotación genética) tienden a mostrar niveles anímicos muy similares, al margen de que fueran edu¬cados juntos o separados, han inducido a los investigadores a postu¬lar la existencia de una tendencia determinada biológicamente, pre¬sente ya en el cerebro en el momento de nacer.

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Mensajepor Pirañita » Dom 28 Ene, 2007 6:23 am

Esta tendencia no se limita a ser una respuesta a hechos triviales, sino que se muestra en condiciones más extremas de triunfo o de desastre. Las investigaciones realizadas con los ganadores de la lotería estatal de Illinois o la lotería británica descubrieron que el entusiasmo inicial terminaba por desaparecer y los individuos regresaban a su ¬estado de animo habitual. Otros estudios han demostrado que incluso quienes se han visto afectados por acontecimientos catastróficos, como el cáncer, la ceguera o la parálisis, suelen recuperar o aproxi¬marse mucho a su nivel anímico normal después de un período de adaptación.
Así pues, si siempre regresamos a nuestro nivel habitual, con independencia de las condiciones externas que nos afectan, ¿qué es lo que determina ese nivel habitual? Y, lo que es más importante '¿se puede modificar este y establecer un nivel superior? Recientemente, algunos Investigadores han argumentado que el nivel de bienestar de cada individuo está determinado genéticamente, al menos hasta cierto pun¬to: estudios como el que ha descubierto que los gemelos univitelinos o idénticos (que comparten la misma dotación genética) tienden a mostrar niveles anímicos muy similares, al margen de que fueran edu¬cados juntos o separados, han inducido a los investigadores a postu¬lar la existencia de una tendencia determinada biológicamente, pre¬sente ya en el cerebro en el momento de nacer.

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Mensajepor Pirañita » Dom 28 Ene, 2007 6:24 am

Pero aunque la dotación genética tuviera un papel en la felicidad cuya importancia aún no se ha establecido, la mayoría de los psicó¬logos están de acuerdo en que, al margen de ella, podemos trabajar con el «factor mental» e intensificar las sensaciones que tenemos de felicidad. Ello se debe a que nuestra felicidad cotidiana está determi¬nada en buena medida por nuestra perspectiva. De hecho, que nos sintamos felices o desdichados en un momento determinado frecuentemente tiene que ver sobre todo con la forma de percibir nues¬tra situación, con lo satisfechos que nos sintamos con lo que tene¬mos actualmente.

LA MENTE QUE COMPARA.

¿Qué define nuestra percepción y nivel de satisfacción? Esas sen¬saciones están fuertemente influidas por nuestra tendencia a compa¬rar. Al comparar nuestra situación actual con nuestro pasado y des¬cubrir que estamos mejor, nos sentimos felices. Eso sucede cuando nuestros ingresos saltan, por ejemplo, de 20.000 a 30.000 dólares anuales; pero no es la cantidad absoluta lo que nos hace felices, como descubrimos en cuanto nos acostumbramos a los nuevos ingresos y ci¬framos nuestra felicidad en la consecución de 40.000 dólares anuales. Miramos también a nuestro alrededor y nos comparamos con los de¬más. Por mucho que ganemos, tendemos a sentimos insatisfechos si el vecino está ganando más. Los atletas profesionales se quejan de ga¬nar sólo uno, dos o tres millones de dólares cuando se citan los ingre¬sos superiores de un compañero de equipo. Esta tendencia parece apoyar la definición de H.
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Mensajepor Pirañita » Dom 28 Ene, 2007 6:24 am

L. Mencken de un hombre rico: alguien que gana cien dólares más que el marido de su cuñada.
Vemos, pues, que nuestros sentimientos de satisfacción dependen a menudo de tales comparaciones. Naturalmente, también las estable¬cemos respecto a otras cosas. La comparación constante con quienes son más listos, más atractivos y obtienen más triunfos que nosotros tiende a alimentar la envidia, la frustración y la infelicidad. Pero también podemos utilizar esta actitud de una forma positiva; es posible in¬tensificar nuestra sensación de satisfacción vital paragonándonos con aquellos que son menos afortunados y apreciando lo que poseemos. Los investigadores han llevado a cabo una serie de experimentos que demuestran que el nivel de satisfacción vital se eleva al cambiar simplemente la perspectiva y considerar situaciones peores. Durante un estudio se mostró a mujeres de la Universidad de Wisconsin, en Milwaukee, imágenes de las condiciones de vida extremadamente du¬ras reinantes en dicha ciudad a principios de siglo, o se les pidió que imaginaran y escribieran sobre hipotéticas tragedias personales, como resultar quemadas o desfiguradas. Después de esto, se pidió a las mujeres que calificaran la calidad de sus vidas. El ejercicio tuvo como re¬sultado un incremento de satisfacción en su juicio. En otro experi¬mento, llevado a cabo en la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo, se pidió a los sujetos que completaran la frase «Me siento contento de no ser un...». Tras haber repetido cinco veces este ejercicio, los sujetos experimentaron un claro aumento
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Mensajepor Pirañita » Dom 28 Ene, 2007 6:25 am

de su sensación de satisfacción vital. Los investigadores pidieron a otro grupo que com¬pletara la frase «Desearía ser...». Esta vez, el experimento dejó a los sujetos más insatisfechos con sus vidas.
Estos experimentos, que muestran que podemos aumentar o dis¬minuir nuestra sensación de satisfacción cambiando nuestra perspectiva, indican con claridad el papel de la actitud mental.
El Dalai Lama explica:
.-Aunque es posible alcanzar la felicidad, ésta no es algo simple. Existen muchos niveles. En el budismo, por ejemplo, se hace referen¬cia a los cuatro factores de la realización o felicidad: riqueza, satis¬facción mundana, espiritualidad e iluminación. Juntos, abarcan la totalidad de las expectativas de felicidad de un individuo. »Dejemos de lado por un momento las más altas aspiraciones reli¬giosas o espirituales, como la perfección y la iluminación, y abordemos la alegría y la felicidad tal como las entendemos desde una perspectiva mundana. Dentro de este contexto, hay ciertos elementos clave que contribuyen a la alegría y la felicidad. La buena salud, por ejemplo, se considera un elemento necesario de una vida feliz. Otra fuente de fe¬licidad son nuestras posesiones materiales o el grado de riqueza que acumulamos. Y también tener amistades o compañeros. Todos recono¬cemos que, para disfrutar de una vida plena, necesitamos de un círculo de amigos con los que podamos relacionamos emocionalmente y en los que podamos confiar

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Mensajepor Pirañita » Dom 28 Ene, 2007 7:08 am

»Todos estos factores son, de hecho, fuentes de felicidad. Pero para que un individuo pueda utilizarlos plenamente con el propósito de dis¬frutar de una vida feliz y realizada, la clave se encuentra en el estado de ánimo. Es lo esencial.
»Si utilizamos de forma positiva nuestras circunstancias favora¬bles, como la riqueza o la buena salud, éstas. pueden transformarse en factores que contribuyan a alcanzar .una vida mas feliz. Y, natural¬mente, disfrutamos de nuestras posesiones materiales, éxito, etcétera. Pero sin la actitud mental correcta, sin atención a ese factor, esas co¬sas tienen muy poco impacto sobre nuestros sentimientos a largo pla¬zo. Si, por ejemplo, se abrigan sentimientos de odio o de intensa cóle¬ra se quebranta la salud, destruyendo así una de las circunstancias favorables.




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