Isabel Pantoja se ha quedado sin excusas y sin salidasJorge Javier Vázquez Intenté compartirla el miércoles pasado en ‘Sálvame Naranja’, pero no di en el clavo. Tenía la reflexión muy estructurada en mi mente, pero a la hora de expresarme se me fue el santo al cielo. Era sobre la Pantoja, claro. Me pasé el fin de semana viendo vídeos de sus actuaciones y lo vi claro: ella era ella pero al mismo tiempo había dejado de serlo hace tiempo. Intentaré explicarme. Isabel Pantoja es Isabel Pantoja pero no el personaje que ella cree, sino otro que poco tiene que ver con la realidad que se ha forjado en su mente. Pantoja es muy grande. Eso es indiscutible. Pero aún siendo muy grande no es todo lo grande que ella cree ser y ahí es donde radica su particularidad. Isabel Pantoja cree que conserva la vigencia de los 90, pero la fascinación que ejerce entre el público tiene más que ver con una biografía apasionante que por la manera que pasea su bata de cola por los escenarios.
La enseñanza de Encarna SánchezEs una buena artista que ha sabido manejar los silencios como nadie. Dicen que esa fue una de las principales enseñanzas de Encarna Sánchez: calladita a lo Greta Garbo no solo estás más mona sino que vas a tener al público siempre pendiente de tus pasos. Pantoja ha seguido el consejo a rajatabla y solo lo ha roto cuando se le han hinchado las narices y ha entrado por teléfono en televisión hecha un basilisco o una dolorosa en estado de trance.
"Pantoja es siempre Pantoja, subida a un pedestal"No la conocemos en plan ‘estar por casa’. Pantoja es siempre Pantoja, subida a un pedestal en el que reina como emperatriz de la copla o exhibiendo en una peana un dolor tan ancestral como telúrico. Uno de sus grandes errores es no haber tomado distancia. Salir de esa Cantora que le atrapa y ver desde lejos que ese universo tan asfixiante que se ha creado con los años necesita orearse. Abrir puertas y ventanas para que entre el aire y renueve el ambiente oscuro que campa por la finca. Tirar de ironía para no quedarse anclada en una fotocopia raída de sí misma.
Las significativas palabras de su hijaChabelita describió a su madre como una mujer triste y solitaria cuya única distracción es saludar a los gatos que se encuentra en el campo. Menudo panorama.
¿Y ahora, qué? ¿Qué puede hacer Pantoja en estos momentos?La pregunta es: ¿y ahora, qué? ¿Qué puede hacer Pantoja en estos momentos? Entre poco y nada, creo. Si la relación con su hijo me recuerda a la película ‘Tacones lejanos’, de Almodóvar, últimamente no se me va de la cabeza la última imagen de ‘Las amistades peligrosas’. Esa Glenn Close desmaquillándose frente al espejo después de ser abucheada en el teatro al descubrirse sus triquiñuelas. Pantoja se ha quedado sin excusas y, lo que es peor: no tiene a nadie a su lado que sea capaz de diseñar una salida mínimamente decente a todo este embrollo en el que anda metida.
La dedicación insana que exigeIsabel Pantoja vive rodeada de fans palmeros, que es una de las peores cosas que le pueden suceder a una artista. Porque el fan palmero aplaude cualquier cosa que haga su diva. Justifica sus errores y le impide avanzar porque el fan palmero quiere ver continuamente la misma versión de la artista a la que adora. Así, Isabel Pantoja vive esclavizada a la imagen que jalean sus fans palmeros y no se da cuenta de que mientras el mundo avanza a una velocidad vertiginosa ella vive anclada a una realidad en la que los ‘olés’ son cada vez menos ruidosos porque esos fans palmeros van desapareciendo agobiados por la dedicación que exige la cantante. Por no hablar de la gente que trabaja para ella, que ha acabado hasta el mismísimo moño. Pepi Valladares reconoce que estaba tan abducida que no le molestaba que Isabel la llamara a las 3 de la madrugada para que le preparara un cola cao calentito o un pescadito blanco con su cebollita. Una locura, vamos.