El príncipe heredero de Dubái Hamdan bin Mohamed Al Maktum.
HAMDAN AL MAKTUM
EL PRÍNCIPE HEREDERO TOMA LAS RIENDAS DE DUBÁI
En plena crisis de imagen pública de su padre por el juicio en Londres que le ha enfrentado a Haya de Jordania, el joven ha optado por convertirse en discreto portavoz del emirato en su lucha contra la pandemia del coronavirus
FRANCISCO CARRIÓN
EN MEDIO DE LA CRISIS GLOBALque mantiene confinada a la mitad de la Humanidad, el liderazgo en las monarquías del golfo Pérsico ha comenzado a mutar. En Dubái, la castigada capital del ocio de Emiratos Árabes Unidos, el príncipe heredero Hamdan bin Mohamed Al Maktum (37) ha asumido la tarea de poner rostro a la batalla de la familia real contra los estragos del coronavirus. El joven –un personaje polifacético, acostumbrado a escribir poemas, exhibir sus viajes por medio mundo desde las Maldivas hasta Escocia o Tokio, y mostrar sus periplos en todoterreno por sus fincas– ha optado ahora por convertirse en discreto portavoz del emirato que desde 14 años gobierna su padre Mohamed bin Rashid Al Maktum (70).
“Esta pandemia es una amenaza muy real para todos y cada uno de nosotros, para nuestros amigos y familias. La única manera de garantizar que protegemos a nuestros seres queridos es actuar ahora, juntos y sin excepciones. Permaneced en casa”, escribió hace unos días el heredero en su cuenta de Instagram, donde tiene 9,7 millones de seguidores –la población del emirato de Dubái apenas llega a los 4 millones–. Hasta hace unas semanas, sus publicaciones resultaban más despreocupadas: compartía instantáneas de infancia, jugando entre risas con sus hermanos; o selfies con camellos y caballos, una de sus pasiones; o fotogramas de sus viajes o de encuentros como el que mantuvo a finales de diciembre con Cristiano Ronaldo.
El rigor de la coyuntura ha cambiado el tono. Los mensajes instando a cumplir el confinamiento –cada vez más estricto en sus confines– se han sucedido desde marzo, con súplicas directas a sus conciudadanos. “La distancia social no es un asunto que se pueda elegir”, recalcó en su comunicado a sus súbditos. En la ciudad de Dubái, una de las urbes más cosmopolitas del planeta, el 83% de sus habitantes es extranjero.
Con su padre alcanzado por el demoledor informe publicado a principios de marzo por la justicia británica a propósito de la batalla legal por la custodia de sus hijos que libra con la que fuera su esposa, la princesa Haya de Jordania, Hamdan se ha hecho con las riendas de la comunicación pública y las principales gestiones para contener la pandemia.
Dubái es, de los siete emiratos que componen Emiratos Árabes Unidos, el más castigado por el Covid-19. En la federación, los contagios superan ya los 2.000 y los fallecidos, la docena. El príncipe heredero ha visitado los hospitales donde se tratan a los pacientes, se ha dejado fotografiar con su personal y ha agradecido a “los héroes” que “se hallan en la primera línea del frente”. Firmó, además, el decreto que establecía un centro para el control de epidemias y enfermedades, encargado de esbozar el plan de intervención de las autoridades frente al avance del coronavirus, entre la que figura la campaña de limpieza y desinfección de la ciudad.
Con la epidemia diezmando hospitales y paralizando la actividad económica de una urbe que hace una década vivió una profunda crisis inmobiliaria y tuvo que acudir a los brazos de su vecino Abu Dabi, Hamdan se ha unido también a los esfuerzos por reclutar a los ciudadanos dispuestos a brindar ayuda. A través de sus redes sociales, anunció el lanzamiento de una campaña que, bajo el lema de “Tu ciudad te llama”, pide la colaboración de los residentes conforme a su experiencia. Los voluntarios pueden alistarse mediante una aplicación de teléfono móvil. “Nuestro propósito principal es prevenir la enfermedad y seguir los planes del Gobierno para construir una sociedad sana y segura”, desliza el joven en sus apariciones públicas.
Con sus salidas y viajes suspendidos, Hamdan también ha acudido al auxilio de Emirates, la aerolínea de su tierra y una de las principales responsables de situar a la ciudad de rascacielos y lujo en el mapa turístico. “El Gobierno de Dubái está comprometido plenamente con brindar apoyo a Emirates en estos momentos críticos e inyectará capital en la compañía”, anunció el príncipe heredero en su cuenta de Twitter, sin desvelar la cifra que aportará para permitir que la mayor compañía aérea de Oriente Próximo siga operando desde su cuartel general, el aeropuerto internacional de Dubái.
La ciudad en la que reina la familia Al Maktum se enfrenta a un mes negro. La Exposición Universal de Dubái 2020, la última gran internacional programada para este año tras el aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio, podría quedar en suspenso hasta el próximo año. El retraso se decidirá finalmente el próximo 21 de abril, señalan a LOC fuentes de la Oficina Internacional de Exposiciones.
Hamdan, casado el pasado mayo con su prima Shaija Bint Said Bin Zani Al Maktum, ha tratado de calmar los ánimos de los empleados públicos, preocupados por las consecuencias económicas de la pandemia y por enfrentarse a una nueva recesión. En una misiva en la que se presenta como “un hermano”, despacha una inyección de moral que aprovecha para intentar relanzar la imagen pública de su padre y su otrora áurea de hombre espiritual y humano: “Hemos sido bendecidos con unos líderes excepcionales que proporcionan tranquilidad, seguridad y paz. […] Como empleados públicos, nuestra responsabilidad es apoyar el liderazgo de nuestra nación durante este tiempo crítico”.
El gobernador de Riad, Faisal bin Bandar bin Abdelaziz al Saud.
ARABIA SAUDÍ
El coronavirus se propaga entre la realeza saudí
En plena crisis de imagen pública de su padre por el juicio en Londres que le ha enfrentado a Haya de Jordania, el joven ha optado por convertirse en discreto portavoz del emirato en su lucha contra la pandemia del coronavirus
FRANCISCO CARRIÓN
La realeza saudí está sintiendo, de lleno, el zarpazo del coronavirus. Unos 150 príncipes de la vasta familia real han resultado contagiados y el hospital Rey Faisal, la clínica de Riad donde acostumbran a recibir los cuidados médicos más exclusivos, ha diseñado un plan de contingencia, derivando a los pacientes menos graves y preparando medio millar de camas ante la previsión de que la pandemia siga extendiéndose entre los miembros de la Casa de Saud.
El príncipe más afectado por el virus es Faisal bin Bandar bin Abdelaziz al Saud, que desde hace seis años desempaña el cargo de gobernador de Riad -el puesto que el actual rey Salman ocupó durante más de medio siglo y a cuya sombra creció su hijo, el príncipe heredero-. El septuagenario -sobrino del actual monarca y nieto del fundador del reino ultraconservador- se halla en la unidad de cuidados intensivos del centro, según fuentes citadas por el rotativo estadounidense The New York Times.
Su caso ha sembrado la alarma en el núcleo familiar, con más de 5.000 miembros. La dirección del hospital, reservado a la élite gobernante del país y con un millar de camas, ha dado ya orden de que las habitaciones "estén listas para los VIP de todo el país". "No sabemos cuántos casos recibiremos pero la alerta es máxima", reconoce una circular interna del centro en la que se pide al personal que los pacientes crónicos sean trasladados a otras instalaciones a la mayor brevedad posible y que solo sean aceptados "los casos urgentes".
La orden también exige que el personal enfermo del hospital -uno de los más prestigiosos del país- sea tratado en otros centros para dejar espacio a la realeza saudí. Hace dos semanas sonaron las primeras alertas después de que una anestesista de la clínica diera positivo por Covid-19, forzando el cierre de las instalaciones a nuevos pacientes; la reducción de las consultas; y el aislamiento de los empleados en el departamento en el que trabaja. Una docena de sanitarios resultaron contagiados.
EL REY, MUY PROTEGIDO
La clínica Rey Faisal es el lugar habitual en el que reciben tratamiento el rey Salman y sus últimos hermanos. Dispone de una exclusiva ala dedicada a la élite gobernante. La propagación del coronavirus entre la familia ha obligado a la corte a tomar medidas excepcionales. Salman, de 84 años y una salud cada vez más quebradiza, se halla confinado en un complejo palaciego que ocupa una isla cercana a Yeda, la segunda urbe del país situada a orillas del mar Rojo.
Salman, que padece demencia y cuyo rumores de fallecimiento se dispararon a principios del mes pasado, ha recibido la visita de especialistas chinos y ha mantenido su agenda. A finales de marzo presidió una cumbre virtual de líderes del G20 para abordar la pandemia y la respuesta económica de las naciones más ricas del planeta. Desde su despacho y ante una pantalla de ordenador, el anciano leyó no sin dificultad el discurso inaugural de la reunión. Durante cerca de seis minutos, el rey balbuceó la visión del reino ante la crisis global.
Su hijo, el todopoderoso príncipe heredero Mohamed bin Salman (34), ha optado por hallar refugio junto a un séquito de ministros en una zona de difícil acceso en el norte del país, un páramo desértico donde otrora habitaron beduinos y donde su alteza ha proyectado "Neom", una ciudad futurista que promete asombrar al mundo con el alarde de tecnología que pueden financiar los petrodólares.
Los médicos que atienden a los príncipes sospechan que pudieron contagiarse en sus frecuentes viajes a Europa. El primer caso de coronavirus fue anunciado en el reino el 2 de marzo. El "paciente cero" era un ciudadano saudí de la provincia oriental de Qatif que regresaba de Irán mediante una escala en otro país del golfo Pérsico. Por miedo a las represalias, el viajero -miembro de la minoría chií del país- no informó de su procedencia.
Desde entonces, la epidemia se extendió rápidamente. Arabia Saudí cuenta actualmente con 3.287 casos y 44 fallecimientos. El virus ha obligado a decretar toques de queda de 24 horas en las principales urbes del país; suspender los vuelos y cancelar las peregrinaciones a las ciudades santas de La Meca y Medina. Las autoridades sopesan incluso la histórica suspensión del "hajj" -la peregrinación anual a La Meca que todo musulmán debe realizar al menos una vez en la vida-, que debería celebrarse en julio.
Los mayores afectados, sin embargo, son los trabajadores procedentes de Asia, África y el mundo árabe. Sus condiciones de vida, hacinados en campos, han provocado la rápida difusión del Covid-19. El rey Salman, que ha aprobado partidas millonarias para combatir el virus, anunció la semana pasada que el régimen correrá con los gastos del tratamiento a cualquier extranjero que resulte contagiado, independientemente de su estatus de residencia. El martes el ministro de Sanidad, Taufiq al Rabia, advirtió de que en las próximas semanas el número de casos podría oscilar entre "un mínimo de 10.000 a un máximo de 200.000".