LAS 50 PROPIEDADES DE CARMEN POLO, UN PARTIDAZO PARA FRANCO Algunas de ellas las compró una vez casada. Pero antes de la boda ella era mucho mejor partido que su marido: casas en Oviedo, La Piniella...
CARMEN POLO
LAS 50 PROPIEDADES DE CARMEN POLO, UN PARTIDAZO PARA FRANCO SU IMPORTANTE PATRIMONIO ASTURIANO, DOTE EN SU MATRIMONIO
Al contrario de lo que se piensa, Franco dio un ‘braguetazo’ en su boda con Carmen Polo, una chica bien de Asturias que a la muerte de su madre, cuando tenía 13 años, heredó edificios en Oviedo y la residencia de verano La Piniella, que hoy venden los Franco.
HONORIO FEITO
EL PASADO MIÉRCOLES, Christie’s puso a la venta tres lotes de joyas de la familia Martínez Bordiú-Franco que Carmen Polo dejó en herencia a su hija, la marquesa de Villaverde, y ésta a sus descendientes. La puja final no consiguió la venta del total de las joyas subastadas, y de los 400.000 euros en que estaban valoradas, se recaudaron 168.000. La noticia, sin embargo, ha trascendido a la opinión pública y ha agitado de nuevo las acusaciones sobre la legitimidad del patrimonio de los nietos de Carmen Polo Martínez-Valdés.
Casi medio centenar de propiedades en Asturias conforman el patrimonio que Carmen Polo legó a sus herederos. Entre estas posesiones destaca la casa conocida como La Piniella, un edificio de mediados del siglo XVIII, de 360 metros cuadrados, arropado por un espacio verde, con una extensión total de 90 hectáreas, que la convierten en una finca actualmente valorada en 2,9 millones de euros. Fue casa de recreo de los Polo Martínez–Valdés, y en la que el matrimonio Franco Polo se hospedaba durante sus estancias en Asturias. Carmen Polo heredó también de sus padres la parte correspondiente a los edificios de Oviedo, dos de ellos situados en la calle Uría. El primero es la casa de los abuelos, de unos 250 metros cuadrados, donde vivió Carmen Franco de niña, y el segundo fue una casa edificada por su padre, Felipe Polo, en el número 40 de la misma calle Uría. En esta casa vivió ya de adolescente. Además, la familia poseía otro inmueble en la calle Argüelles esquina con la de Mendizábal, de varias plantas.
Carmen Polo con su hija,
Carmen Franco y Don Juan Carlos junto a Franco en el desfile de la Semana Naval de la Marina en Santander, en 1968.
En Madrid destaca la casa situada en el número 8 de la calle Hermanos Bécquer. Un edificio de varias plantas que figura también en su testamento como de carácter privativo. La casa fue adquirida a través de una sociedad formada por Carmen Polo y Pura Huétor, marquesa de Huétor de Santillán. Según cuenta Francis Franco, su abuela compró un piso a medias con Pura Huétor por 40.000 pesetas, compra que marca el inicio de la adquisición del edificio. En este piso vivieron sus padres, los marqueses de Villaverde, poco después de su boda. Con el tiempo, Carmen Polo fue comprando el resto de las viviendas y los locales comerciales. La casa ocupa una extensión de 5.814 metros cuadrados, valorado en 55 millones de euros.
Carmen se enamoró de Franco en la primavera de 1917. El noviazgo no fue bien visto por la familia de ella ya que él era un militar africanista. Tuvieron que retrasar su boda por las gestas militares de él. Se casaron el 23 de octubre de 1923 en un enlace al que acudió la alta sociedad ovetense. FOTOGRAFÍAS CEDIDAS DEL LIBRO ‘FRANCO, UNA BIOGRAFÍA EN IMÁGENES’ (SND EDITORES)
A estos bienes habría que añadir los recibidos de su marido, por testamento, en régimen de gananciales, como publicó en exclusiva EL MUNDO. Destacan el Pazo de Meirás, valorado hoy en 8 millones de euros; la casa natal de Franco en El Ferrol, así como el tercio de libre disposición de los bienes de su esposo, equivalentes a la mitad de su participación en gananciales, que representan la suma de 14,2 millones de pesetas, más el tercio de libre disposición: 4,7 millones de pesetas equivalente la suma de ambos conceptos en 1,7 millones de euros.
Sus defensores consideran que, dado que Franco vivió conforme a la austeridad propia de los militares, ella ha sido el centro de las críticas por su afición a la joyería y a las antigüedades, a la que se acusa de haber abusado de su posición para adquirir alhajas que nunca llegó a pagar. En Oviedo, los paisanos de Carmen Polo tienen muy claro que, lejos de dar el braguetazo por casarse con un prometedor oficial del Ejército, fue precisamente él quien con su matrimonio consiguió dos objetivos: notoriedad social al entroncar con la alta sociedad ovetense y disfrutar del importante patrimonio económico de su esposa.
La pareja en una cena en el casino de Zaragoza en 1928.
Abajo, en una visita a Sevilla junto a Carmen Martínez-Bordiú vestida de gitana.
Con Dalí mostrándoles los retratos familiares.
La han descrito como recatada, discreta y muy religiosa; altiva y distante como corresponde a una dama de la alta sociedad con enlaces aristocráticos, educada en los mejores colegios de Oviedo. Carmen Polo heredó la clase de sus antepasados, haciendo gala de por vida de una personalidad que le valió el sobrenombre de LaSeñora. Pero también ha sido el centro de campañas difamatorias. Paul Preston, en su libro Franco, caudillo de España ha llegado a decir que era “codiciosa, nada generosa y tenía gustos muy extravagantes”. Sin embargo, esta opinión contrasta con la de Mayte Spínola, pintora y mecenas de las artes, quien consideró que “a doña Carmen le gustaban las joyas, es verdad, pero como a cualquier mujer; las alhajas son parte de la indumentaria femenina. Además, ella tenía que arreglarse de acuerdo con su rango de mujer del jefe del Estado para cumplir con su labor de representación”.
PAGABA
Los defensores de Carmen Polo califican de acusaciones sin fundamento las que consideran que se llevaba joyas y artículos de antigüedades y no los pagaba, un comportamiento que no se corresponde con la personalidad de la mujer del Caudillo, aclaran. Carlos Álvarez, propietario de una joyería emblemática de Oviedo, asegura: “Por razones de edad, yo no conocí a doña Carmen. Pero mi padre sí. Venía, siempre que estaba en Asturias, a nuestra casa porque le gustaban las joyas antiguas. Mi padre solía separar algunas, cuando entraban piezas de su gusto, para mostrárselas. A doña Carmen la acompañaban varias señoras, y tras elegir aquellas que más le gustaban, se retiraba mientras que una de sus acompañantes procedía a realizar el pago. Nunca oí a mi padre decir que le dejó a deber nada”. También representantes de la joyería Pérez Fernández o Aldao, de Madrid o de Loureiro, en Vigo, se han expresado desmintiendo que Carmen Polo no pagara sus caprichos, aunque en el sector son poco partidarios a realizar declaraciones.
Acerca de la acusación del escritor Preston, de que Carmen Franco no era nada generosa. Hace unos años, circuló por Oviedo un libelo sobre la mala fama de los Polo, “pero nadie dice, por ejemplo, que la lámpara del teatro Campoamor la donó ella”, afirma Carlos Álvarez. Personas consultadas por LOC aseguran que nadie, en Oviedo, quería mal a Carmen Polo.
El origen de la fortuna heredada por Carmen está, pues, en las posesiones familiares en Oviedo y en Llanera. Tanto su madre, Ramona, como la madre de ésta, Celestina, fallecieron a una edad temprana. El testamento de Celestina es determinante en cuanto a los bienes que deja en herencia a sus dos hijas, y en el deseo de gratificar al personal doméstico que la atendió en vida. Como es sabido, tras el fallecimiento de Ramona, los cuatro hijos de ésta quedaron bajo la tutela de la tía Isabel Polo Flórez, en lo que se refiere a la educación.
De los hermanos de Carmen que heredaron con ella, parte de ese patrimonio volvió a la mujer de Franco. Isabel no tuvo descendencia; Felipe, tampoco; Ramona, la más pequeña, llamada familiarmente Zita, estuvo casada con Ramón Serrano Súñer, padre de sus seis hijos.
LA OTRA CRÓNICA EL MUNDO SÁBADO 30 DE NOVIEMBRE DE 2019