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El 28 de abril el mundo rural también recuperará su futuro
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Re: VOX
En 1 democracia los ciudadanos pueden votar por el partido politico que les de la gana. Pero que esos ''taurinillos iletrados'' no digan que van a votar a VOX porque defiende las corridas de toros. Desde hace anos, los del PP pagan grandes subvenciones a las nefastas escuelas taurinas. Si, es tirar el dinero de los espanoles subvencionados escuelas taurinas. Si algun lector no me cree que teclee en GOOGLE: paquiro enciclopedia libre. Paquiro fue 1 torero ilustrado y 1 gran torero de su epoca, pero Paquiro siempre mataba con la espada atravesada. Paquiro fue a la escuela taurina de Pedro Romero en Sevilla a ver si pidia aprender a matar bien. NO LO CONSIGUIO Y SIGUIO MATANDO CON LA ESPADA ATRAVESADA. Las grandes figuras del toreo NUNCA FUERON A ESCUELAS TAURINAS. IBAN DE NOCHES A LAS DEHESAS A TOREAR TOROS O VACAS A ESCONDIDAS DE LOS MAYORALES. LAMENTABLEMENTE, HOY NO LO PUEDEN HACER POR LAS CAMARAS DE SEGURIDAD QUE HAY EN LAS DEHESAS.
Morante, esta acabado hoy mas que nunca. A los ''taurinillos iletrados'' les han dado por lecvantasr a figura al mesias peruano: Roca Rey. Se me ha metido en la cabeza que Morante esta muy unido a Abascal porque quiere 1 enchufe en VOX para poder mantener su finca en Puebla del Rio. Desde que Morante esta apoyando a VOX, Casado busco a 1 torero mediocre como es Miguel Abellan y lo ha colocado en 1 lista de 1 de sus candidatuura.
Morante, esta acabado hoy mas que nunca. A los ''taurinillos iletrados'' les han dado por lecvantasr a figura al mesias peruano: Roca Rey. Se me ha metido en la cabeza que Morante esta muy unido a Abascal porque quiere 1 enchufe en VOX para poder mantener su finca en Puebla del Rio. Desde que Morante esta apoyando a VOX, Casado busco a 1 torero mediocre como es Miguel Abellan y lo ha colocado en 1 lista de 1 de sus candidatuura.
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Calamaro cambia el himno de los malditos: «Sexo, Vox y Rock’n’Roll»
DAVID GISTAU
LA FRASE de Andrés Calamaro acerca del «vértigo de los patriotas» es adecuada para explicar un momento español. Por lo que dice y por quien lo dice. Un músico que interpreta con salvaje vocación el personaje del rockero que arroja televisores por la ventana...
...del hotel –cuando no a sí mismo, como Charly García– y que, en una hermosa canción, Crímenes perfectos, confesaba ser miembro de la generación que «vio el Mundial’78» y creció traumatizada por la Dictadura y el drama de los desaparecidos. La que festejó el advenimiento de la Democracia como una oportunidad de salvación estropeada después por la predación de los cleptócratas.
Detecto, por cierto, el matiz cultural peronista de Calamaro cuando, al matizar su frase después de la revolera causada, se dijo encuadrado en una «columna», la del pueblo, los toreros y los intelectuales. Vértigo y columna son conceptos que, una vez adaptados a la política, muestran cierta conexión dinámica. Cuando aún era un movimiento emocionante inspirado en parte por los montoneros, Podemos usaba la idea de las columnas que marchan sobre la ciudad. Lo cual también evoca otro vértigo, el de Mussolini, seductor en su tiempo para ídolos del rock como Ezra Pound, poeta que conserva tal predicamento en el fascismo italiano contemporáneo que su movimiento, de origen okupa, nacido en el barrio romano del Esquilino, se llamó Casa Pound. No deja de tener cierta gracia que a Pound, para castigarlo por su credo mussoliniano, inexplicable en un hermoso americano expatriado de los de París, lo encerraran en el año 45 en un manicomio. Que es precisamente lo que muchos correctos escandalizados piden ahora para el Calamaro que coquetea con la simpatía por Vox y que, al hacerlo, causa un cortocircuito en los clichés biempensantes aún mas grave que el del ya mítico obrero del pladur. ¿Obreros y rockeros en la columna equivocada? Ya sólo falta que se pase un abajofirmante del Círculo de Bellas Artes.
Aunque trató de enmendar la frase, hagamos una pequeña excursión por el vértigo de Calamaro. Primero, hay que ubicarla en el tiempo: el hombre acababa de ver los debates electorales, después de los cuales era normal añorar un vértigo cualquiera que lo rescatara a uno de la insondable miseria alcanzada por la vía institucional. Hasta una abducción por extraterrestres parecía de pronto mejor plan para el domingo que la fiesta de la democracia. Pero la frase de Calamaro permitía, sobre todo, comprender cuán profunda y rápida ha sido la mutación cultural que permite hacer pasar un movimiento con una base tradicionalista, con un entorno en el que es posible ver adherido en alguna solapa un «Detente, bala» carlista, en algo guay y moderno –pura tendencia– a lo que ansía pertenecer un rockero que por nada del mundo querría sentirse parte de la corrección tediosa y de lo que se ha dado en llamar el mainstream. Y todo cuando los antiguos «jóvenes bárbaros» echan tripa con los tobillos en remojo en una piscina burguesa mientras les cortan el césped. Así de envejecidos lucen por comparación los moralmente vetustos centinelas progresistas que aún se reúnen en el Círculo para perpetuar su liturgia de la custodia democrática –aderezada esta vez con un regreso al «¡No pasarán!»–, pero que no han sabido estos meses ni conservar el sentido peyorativo de la palabra facha: el Rap del Superfacha es otra de las muchas muestras de que ese significado ha sido invertido para construir sobre él un orgullo de pertenencia. Un vértigo que nació de una triple hartura –el independentismo, la rendición ante el independentismo y el asfixiante control de la corrección que hasta con la misma España entraba en conflicto– y que de pronto surge como un espacio donde conviven rockeros, obreros, jinetes del vértigo y borgoñonas.
¿TENDRÁ QUE QUEMAR LA GUITARRA?
Empeñado en vivir en rockero, Calamaro ha hecho lo más ‘destroyer’ que se le ha ocurrido esta semana, que es expresar cierta simpatía por los «patriotas y los reaccionarios» de Vox. Los grititos de los puritanos y las acusaciones de locura recuerdan los que sufrió otro rockero que simpatizó con quien no debía, Ezra Pound, que como castigo pasó por un manicomio.