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Mensajepor Invitado » Mié 25 May, 2016 1:14 am



Game of Thrones: Season 6 Behind The Scenes Part 2 | Episodes 3 & 4

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Mensajepor Invitado » Sab 04 Jun, 2016 5:41 pm

El hombre al que casi mata don Quijote
Terry Gilliam anunció en Cannesque en octubre va a volver a intentar rodar su versión de la novela del ingenioso hidalgo

Miguel-Anxo Murado. 21 de mayo de 2016.


Hace unas semanas escribíamos aquí del Quijote a cuento del cuarto centenario de la muerte de Cervantes. Hay que volver a ello, porque el director anglo-norteamericano Terry Gilliam acaba de hacer un anuncio sorprendente en Cannes. Asegura que en octubre va a volver a intentar rodar su versión de la novela del ingenioso hidalgo de la Mancha.

Para quien no esté al tanto, esto promete ser una batalla épica contra la mala suerte, porque a El hombre que mató a don Quijote, que es como se llamaba aquella película fallida del año 2000, se la considera en la profesión como una de las producciones más gafadas de la historia. En ese sentido es una película mítica, una obra de culto que paradójicamente no existe.

Digamos que lo que podía ir mal en aquel proyecto, fue mal. El primer día el equipo se puso a rodar en el impresionante desierto navarro de las Bardenas Reales. Los cazas de las Fuerzas Aéreas, que tienen allí un polígono de tiro, pasaban regularmente sobre las cabezas de don Quijote y Sancho, provocando al mismo tiempo un anacronismo y un grave problema de audio. Luego una inundación repentina se cargó buena parte del equipo técnico. Pero además el agua cambió el color de la tierra, con lo que hubo que desechar todo lo que se había filmado hasta entonces. El veterano actor francés Jean Rochefort, que interpretaba el papel protagonista, empezó a sentir molestias al montar a caballo y un médico le diagnosticó una doble hernia de disco. Hay que decir que Rochefort, un actor muy profesional, se había pasado siete meses estudiando español para el papel. Al menos le debió servir para decir aquello de «ferido no, pero molido y quebrantado» (Cap. VII Part. I).

Todavía se rodaron algunas escenas en las que no hacía falta don Quijote, pero se siguieron acumulando las catástrofes. Finalmente, Terry Gilliam acabó tirando la toalla. El productor tuvo que pagar 15 millones de dólares en daños y perjuicios a los inversores, y las aseguradoras se incautaron de los derechos del guión. Así terminó esta película sobre un hombre ficticio al que ocurren desventuras: en una sucesión de desventuras que le ocurren a un hombre real.

Los «cómo se hizo» (making-off) de las películas son casi siempre piezas autocelebratorias, ejercicios publicitarios. El de El hombre que mató a don Quijote pertenece en cambio al género del lamento. Los motivos para quejarse, de hecho, eran tantos que se convirtió en un documental titulado Perdidos en la Mancha. Este sí se completó y se estrenó en el 2002. Cuando lo vi hace años en un cine de Madrid pensé que era lo más honrado que se ha dicho sobre el duro oficio del cine, la obra de arte en la que más cosas pueden salir mal. Pero la cinta también me pareció una de las versiones más conmovedoras del Quijote. Por supuesto, no cuenta el argumento de la novela de Cervantes. Lo que cuenta es la imposibilidad de contarla, pero el resultado es el mismo. Terry Gilliam, el director, se convertía aquí en el actor protagonista, en el verdadero Caballero de la Triste Figura. Metafóricamente, era él el hidalgo al que dan una paliza los yangüeses, el caballero al que derriba el bachiller Sansón Carrasco disfrazado, el bienintencionado libertador al que maltratan los galeotes. De eso trata el Quijote, al fin y al cabo: de los golpes que da la vida a nuestros sueños.

Cruzo los dedos, pero me alegro de que Gilliam se haya decidido a intentarlo una vez más. También, después de haber fracasado en su primera salida, Alonso Quijano insistió en echarse de nuevo a los caminos hasta dos veces más.

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Mensajepor Invitado » Sab 04 Jun, 2016 6:56 pm

Amy y Lucía

Quique Peinado 29/05/2016 08:10



La señora Lucía era mi vecina de enfrente de toda la vida. Era una señora vieja y desagradable, que gritaba sin mucho sentido, que siempre estaba enfadada. Yo no entendía por qué mi madre le tenía tanto cariño y se preocupaba tanto por ella, pero era así. Cuando me fui haciendo mayor empecé a escuchar cosas: que su marido era alcohólico (un día, tras una borrachera, tiró la tele por la ventana), que su hijo era buen chico pero un pieza, que su hija se casó y se fue y que no venía mucho por allí.

Tendría yo 10 años o así cuando me cambiaron de habitación; pasé a dormir solo en la que daba pared con pared a la de la señora Lucía. Una noche, ya viuda desde hacía mucho tiempo, escuché cómo lloraba. No lloraba triste: lloraba doliente. Como esos llantos desgarrados que escuchas en los entierros. Como un perro apaleado, pensaba yo. No lloró una noche: lo hacía casi todas. Yo, que era un niño, me tapaba los oídos, hacía como que hablaba con ella («Venga, señora Lucía, no llore usted más»), intentaba acostarme tarde para que ella ya se hubiera dormido. Evidentemente, no le dije nunca nada. Un día le pregunté a mi madre por qué lloraba tanto: «Porque tiene mucho encima», me dijo. No entendí bien esa afirmación hasta que fui más mayor, pero sí dejé de mirar a esa mujer malencarada con recelo. Se murió la señora Lucía, con pena de pocos y ninguna gloria, y sé que mi madre lo sintió. Yo también.

La había olvidado hasta que vi Amy, la chica detrás del nombre, el documental de Amy Winehouse. Con una vida a siglos luz de la de la señora Lucía, se murió a los 27 años reventada de drogas, alcohol, bulimia y pena. Mucha pena. En vida me parecía una tipa caprichosa y chunga. Pero en ese documental ves cómo su padre y su novio la trataron como ganado y que justo antes de morirse llamó a sus amigas de toda la vida, a las que la querían cuando no era una máquina de ganar dinero y destrozarse, para pedirles perdón por haberse apartado de ellas y tratar de arreglarlo todo. No le dio tiempo. Se murió.

Yo, que hice chistes de Amy Winehouse (en el documental sale Jay Leno haciendo uno especialmente cruel), vi ese documental y me imaginaba a esa chica, detrás de la fama y el exceso, detrás de sus malas caras y sus desplantes, llorando en la cama, todas las noches, como la señora Lucía. Como un perro. Y posiblemente no tenía ni un niño asustado al otro lado del tabique para desearle que le fuera mejor.

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Assia
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Re: DE CINE

Mensajepor Assia » Sab 11 Jun, 2016 1:24 am

No se si algunos/as de mis colegas habran leido esta idiotez. Para mi, es la primera vez que la he leido en www.abc.es. GENTE&ESTILO, que el actor malagueno Antonio Banderas ha celebrado sus 2 anos de divorcio junto a su ex-esposa ,Melaine Griffith, la que parece haberse arrepentido de haber pedido el divorcio a Banderas. Crei que Antonio Banderas tenia pareja sentimental firme y que juntos habian comprado 1 casa en Londres.
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Penny Dreadful | Season 3

Mensajepor Invitado » Sab 25 Jun, 2016 7:48 pm



Penny Dreadful | Behind The Scenes: One Second a Day | Season 3

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Amores cinéfagos

Mensajepor Invitado » Mar 19 Jul, 2016 1:11 am

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Lo importante para mí es que sé quién soy. (Cary Grant).


Randolph y Cary, esplendor en la playa

Jordi Bernal


Cary Grant se pasó la vida interpretando a Cary Grant. Durante más de treinta años construyó en pantalla un personaje que se convirtió en icono clásico de la elegancia sin artificio, la seducción involuntaria y un toque de ligera ironía. Tras la muerte del intérprete, la actriz Polly Bergen resumió muy bien el secreto a voces de la magnitud estelar de Grant: «Hemos perdido al hombre que enseñó a Hollywood y al mundo el verdadero significado de la palabra “clase”. Era la única estrella a la que incluso el resto de las estrellas admiraba». Así es: paradigma de clase, enamorador de damas y cámaras, y gentleman admirado por los demás astros hollywodienses. Cierto también que el actor acuñó la mítica sentencia existencialista: «Todo el mundo quiere ser Cary Grant. Incluso yo quisiera ser Cary Grant».

Cary Grant nació como Archibald Alexander Leach. En Bristol. No tuvo una infancia fácil y la pobreza lo empujó al mundo de la farándula. Teatro de vodevil y acrobacias. Espectáculos sin plaza fija con una troupe bohemia y nómada. En los años veinte del siglo pasado, la compañía de teatreros viaja a Estados Unidos y representa en Broadway. El joven Leach destaca: es atractivo, ocurrente y un tanto bufón sobre las tablas. Tiene gancho y magnetismo. Diez años después firma contrato en Hollywood con el nombre de Cary Grant. A partir de ese momento y sin pausa, Grant será uno de los actores más célebres y prolíficos de su generación. Se mide con los estandartes femeninos de la época en rauda esgrima verbal: marylin Dietrich, Mae West, Carol Lombard o Katharine Hepburn. Algunas de ellas, como Dietrich y Lombard, intentaron llevar la lucha de sexos fuera del plató y entre sábanas. Pero se toparon con una sorprendente reticencia por parte del actor. Fue de esta manera como, y tal vez propiciada por el despecho, empezó la rumorología sobre los gustos sexuales de Grant. Su supuesta homosexualidad fue una sospecha que le acompañó a lo largo de los años. Incluso él mismo reconoció que algunas de sus esposas utilizaron el rumor para atizarle. Así lo recoge la exnovia del actor Maureen Donaldson en sus memorias An Affair to Remember: My Life with Cary Grant: «Mi primera mujer me acusó de ser homosexual. Todas mis esposas, menos Betsy, me han acusado de ser homosexual. Virginia fue la primera».

Virginia es Virginia Cherrill, la vendedora de flores ciega de Luces de la ciudad de Chaplin. Grant adoraba e idolatraba a su compatriota, motivo por el cual muy probablemente se interesara por la actriz de una de sus obras maestras.


El Damón y el Pitias de Tinseltown

    Cary es el alegre, el impetuoso. Randy es serio, prudente. Cary es temperamental, en el sentido de que es muy apasionado. Randy es tranquilo y callado. ¿Necesito añadir que todas las solteras deseables (y algunas de las no deseables) de Hollywood se mueren por tener una cita con esos atractivos muchachos? (Ben Maddox, Solteros más codiciados de Hollywood).

Cuando Virginia y Cary empezaron a salir siempre les acompañaba aquel colega sonriente, delgado y rubio que había hecho algunas películas en Hollywood. Randolph Scott se había introducido en el cine de la mano del productor, empresario y aviador Howard Hughes. Scott y Grant se conocieron en el rodaje de la película Hot Saturday de William A. Seiter. Según aventura el periodista Marc Eliot en Cary Grant. La biografía «la atracción física entre ambos fue inmediata e intensa». Sería por ello que Grant le pediría a Scott que se viniera a vivir con él en su casa recientemente adquirida de West Live Oak Drive, en Griffith Park, justo debajo de las gigantescas letras que componían Hollywoodland. Escribe Eliot:

    A Cary le gustaba tener a Randy en casa, más cuando descubrió hasta qué punto les gustaban las mismas cosas: beber, fumar y la ropa cara. Además, compartían un sentido del humor socarrón que hacía que Scott captara y se riera a carcajadas de todos los chistes que Grant soltaba.

Y ya puestos, el escritor se entusiasma y suelta su particular «Little Boy»:

    También hacían buena pareja desde el punto de vista sexual. Las necesidades y deseos físicos de Grant, como los de Scott, no eran especialmente tórridos. El sexo era casi algo accesorio, un elemento más de la camaradería íntima, como de compañeros de internado británico, que los unía.

Pese a la verosimilitud (un tanto estereotipada) del relato, la alcoba, en este caso, queda fuera del alcance de los hechos. Poco nos importa, ya que el sexo no es óbice para describir una amistad que bien merece estar a la altura de los clásicos. Tanto es así que por aquellos años los dos amigos empezaron a ser conocidos como el Damon y el Pitias de Tinseltown. Poca broma. De hecho, ni pizca de gracia le hizo a los gerifaltes de los estudios que, departamento de prensa mediante, emprendieron una campaña de relaciones públicas para presentar a los dos inseparables actores como un par de mujeriegos de farra fija en su particular «mansión de solteros». Sin embargo, no ayudó a mejorar la situación el hecho de que algunas fotografías de los dos hombres en casa y con delantal llegaran a los periódicos. Seguían los comentarios sicalípticos, las coñas hipócritas y el puritanismo torticero de la prensa rosa.

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Cary Grant y Randoph Scott en su casa de Malibú, 1935.

Y en el momento más oportuno apareció la actriz Virginia Cherrill, que enseguida quedó prendada de Grant. Parece ser que la atracción fue mutua y la química sexual, considerable. Pese a ello, Teresa McWilliams, que durante años fue amiga de Cherrill, explica que pronto hizo mella en la relación el gran defecto, junto a la tacañería antipática y los vertiginosos altibajos emocionales, de Grant. La celopatía:

    Desde el principio eran inseparables, aunque Scott estuviera siempre en medio. Inseparables y, casi desde el principio, sin dejar de pelearse. El problema fundamental eran los increíbles celos de Grant. Virginia tenía una risa encantadora y era coqueta por naturaleza, y él estaba completamente loco por ella, pero eran esas mismas cualidades las que también le volvían loco si cualquier hombre prestaba la más mínima atención a Virginia. Y algunos de los que lo hacían eran realmente formidables.

Más allá de los celos, la pareja formada por Cherrill y Grant se afianzaba. En sociedad, casi siempre se convertía en triángulo puesto que la mayoría de las veces les acompañaba el desparejado Scott. Los estudios presionaban para que el actor aguantavelas se echara novia. En lugar de eso, no se le ocurrió otra cosa que regalarle a Grant una casa junto a la playa de Malibú, en la cual poder refugiarse los dos hombres en viril francachela y disfrutar de chapuzones solazosos al sol. La estrategia de Scott surtió efecto: la casa de la playa se convertiría en lugar de descanso de los camaradas. O, atendiendo a la hipótesis del citado Eliot, en su placentero nido de amor:

    Scott se la compró a Norma Talmadge, una estrella de cine mudo cuya carrera había acabado por su incapacidad de dar el salto al sonoro. La decoró con todos los lujos imaginables: gimnasio privado, piscina interior climatizada y una cocina suntuosamente equipada. Luego le entregó las llaves a Grant para demostrarle que él podía proporcionarle toda clase de comodidades que su novia actriz no podía. Aunque Scott le regaló la casa a Grant, hizo la escritura a nombre de los dos y su única condición fue que, si uno de los dos se casaba, el otro tenía derecho a comprar la mitad de la finca.

La boda de Grant con Cherrill hizo tambalear un tanto la amistad con Scott. Pero solo unos meses. Concretamente los once que duró el matrimonio. El proceso de divorcio se produjo entre mezquindades crematísticas por parte de él y acusaciones públicas de alcoholismo, maltrato psicológico y amenazas por parte de ella. Al final Grant, tocado y medio hundido, decidió llegar a un acuerdo. Y volvió a los brazos de su fiel amigo instalándose juntos en la «mansión de solteros» de West Live Oak Drive.


Por un puñado de bonos filipinos

    Pregunta a Randolph Scott: ¿Les presionaron a usted o a Cary Grant para que se casaran en los años treinta… cuando usted y Cary ya llevaba juntos un tiempo? Randolph Scott: Cuando personas conocidas como las mencionadas progresan con los años, hay presión, más si se trata de una estrella nacida en otro país. (Entrevista de Boze Hadleigh).

La carrera cinematográfica de Grant, a diferencia de la de Scott, se mantenía a un ritmo frenético. Como a muchos de sus colegas, el estrés de la producción de films en cadena combinado con las juergas nocturnas a pie de estudio le provocó la caída en un incipiente alcoholismo que además afectó a sus tendencias depresivas. Es conocido y admitido por el propio actor que durante años se sometió a psicoterapia asistida con LSD. Pura alucinación. En cualquier caso, su vida profesional iba viento en popa y encadenaba éxitos con la misma celeridad que empalmaba cigarrillos y vaciaba botellas de whisky y champagne. El dinero entraba a espuertas pero el fisco no perdonaba. Tacaño como era y, al igual que muchos ricos con infancia pobre, miedoso a la ruina económica, decidió pedir consejo a Scott, que se caracterizaba por su infalible olfato para las finanzas. Fue este quien le recomendó invertir una millonada en unos bonos filipinos que, a la postre, resultaron ser fraudulentos.

Grant fue investigado y tuvo que prestar declaración ante la justicia de Washington. La polémica no llegó a más pero significó una estocada a la relación entre los dos amigos, ya que Grant culpó a Scott del desaguisado y, de alguna forma, consideró que le había tocado su sagrada cartera. Aun así, semanas después, decidieron limar asperezas cenando juntos en el Brown Derby. Cuenta el omnisciente y simpático Eliot: «Fue una velada larga, difícil y emotiva, durante la cual se abrazaron, lloraron, rieron y acordaron que había llegado el momento de pasar página. Después fueron a la playa, cada uno en un coche, pasearon juntos y descalzos sobre la arena húmeda, recordaron los buenos tiempos y juraron que siempre serían amigos».

Lo que parece probado es que la amistad no duró para siempre. Al igual que ocurre con algunas parejas que se separan prometiéndose lealtad hasta el final de los días, los intereses materiales impusieron su lógica de navajazos. Así fue como después de broncas y disputas, Grant acabó quedándose con la casa de la playa. Y con ella el certificado de defunción de su relación con Scott. Puede que por remordimientos, por añoranza desesperada o por mezcla de ambos sentimientos, la estrella refulgente Grant presionó para que contrataran al cowboy errante de serie B Scott en la producción Mi mujer favorita, secuela de La pícara puritana de Leo McCarey. De esta manera, durante el rodaje pudieron disfrutar de los últimos días juntos de esplendor en la playa.

Después de afianzar su fuste interpretativo con clásicos como La fiera de mi niña, Luna nueva y Solo los ángeles tienen alas de Howard Hawks, Gunga Din de George Stevens o Historias de Filadelfia de George Cukor, Grant dio un giro adecuado a su carrera bajo la batuta de Alfred Hitchcock. Actor y director logaron una alianza creativa infalible en la que los personajes que interpretaba Grant no solo eran la proyección de los deseos del cineasta sino que también alumbraban la parte más oscura de la personalidad del actor. Tipos ambiguos, misteriosos, torturados, esquivos, laberínticos y que fingen o quisieran ser otro. El Johnnie Aysgarth de Sospecha, el Devlin de Encadenados, el Roger O. Thornhill de Con la muerte en los talones

O el propio Cary Grant: el hombre que más cerca estuvo de llegar a ser Cary Grant.

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Mensajepor Invitado » Lun 19 Sep, 2016 2:14 pm



Premios Emmy
‘Juego de tronos’ se corona en los Emmys 2016 como la serie de la década

El drama fantástico se convierte en la serie más premiada de la historia


Hay una razón por la que, en el primer minuto de la ceremonia de los Emmy, Jimmy Kimmel dijo en el escenario: “Si en vuestro show no hay un dragón ni un Bronco blanco, os podéis ir a casa ya”. En otras categorías estaba más reñido, pero Juego de tronos y The People v. OJ Simpson son los dos fenómenos del año y así lo reconoció la Academia de Televisión. Los 68º premios Emmy, celebrados este domingo en Los Ángeles, aportaron caras nuevas entre los ganadores, algo difícil en televisión, y confirmaron el reinado del drama fantástico de HBO.

Poco se puede discutir ya sobre la categoría de Juego de tronos como la serie de la década. Es el programa que ha extendido el dominio de HBO en los grandes dramas de televisión que empezó en el siglo pasado con Los Soprano. Está por derecho propio en esa vitrina que la familia de mafiosos comparte con The Wire, Breaking Bad o Mad Men. Los 38 premios Emmy acumulados en seis temporadas la convierten en la serie más premiada de la historia por encima de Frasier. Su virtuosismo técnico le ha dado 106 nominaciones hasta ahora. Solo dos veces, el año pasado y este, ha ganado el premio como mejor serie dramática, el premio grande que se da al producto completo. El récord en la categoría más grande de los Emmy, con cuatro premios, lo comparten series como Canción triste de Hill Street, La ley de Los Ángeles, El ala Oeste de la Casa Blanca y Mad Men.

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Re: DE CINE

Mensajepor Assia » Mié 21 Sep, 2016 12:43 am

Angelina Jolie y Brat Pitt se divorcian. Segun la prensa australiana, Angelina no puede soportar mas los vicios de su marido: droga, alcohol e infidilidad.Por su parte,Brat Pitt solo quiere la felicidad de los hijos. Angelina Jolie quiere la custodia de todos sus hijos. Aunque los papeles del divorcio aun estan sin firmar, Angelinsa ya ha puesto la demanda del divorcio. (canal 9 Australia)
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Mensajepor Enterado » Mié 21 Sep, 2016 5:05 am

Dicen que Jennifer Aniston fue atendida en el hospital por una crisis, sí, una crisis de risa.

Karma.

Siempre tuviste razón, Jennifer.

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Mensajepor Invitado » Mié 21 Sep, 2016 1:21 pm



Angelina Jolie y Brad Pitt se divorcian

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El divorcio de Angelina y Brad Pitt

Mensajepor Invitado » Jue 22 Sep, 2016 1:18 am


Crónica Rosa: El divorcio de Angelina y Brad Pitt

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Re: DE CINE

Mensajepor Assia » Jue 22 Sep, 2016 1:30 am

Parece ser que Angelina contrato a 1 detective privado para aportar en su demanda de divorcio la infedilidad del marido. No obstante, Brad Pitt, reclama compartir la custodia de los hijos pese a que en esa demanda,Angelina culpa al marido de abusos de droga y alcohol. Por el presente, parece ser que han separados del Museo de Cera en Londres a la pareja,colocando la figura de cera de Brad Pitt alejada de la figura de cera de Angelina.De lo que al parecer no se le acusa a Brad Pitt es que pese al abuso de droga y alcohol,(si es cierto) no ha habido malos tratos.
Solo deseo lo mejor para sus hijos.
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Aliados - Trailer de una traicion

Mensajepor Invitado » Jue 22 Sep, 2016 1:40 am


Aliados, la nueva pelicula de Robert Zemeckis, protagonizada por Brad Pitt y Marion Cotillard

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Kirk Douglas cumple 100 años

Mensajepor Invitado » Vie 09 Dic, 2016 1:32 pm


Kirk Douglas cumple 100 años
El actor atribuye su longevidad a su maravilloso matrimonio de seis décadas. Este 9 de octubre cumplió 100 años rodeado de su dinastía de Oscar.



Kirk Douglas
Inquieto, temperamental, íntegro y contestatario. Pura energía. Así es Kirk Douglas, la última leyenda viva del Hollywood clásico junto con la también centenaria Olivia de Havilland. El viernes 9 de diciembre el actor cumple 100 años, un siglo de vida. En estas diez décadas sus ojos han sido testigos de dos guerras mundiales; de la Gran Depresión; de la crisis del petróleo en la década de los 70; del derrumbe de las entidades financieras en 2008; de la edificación y caída del muro de Berlín; de la llegada del hombre a la luna; del ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York; de la caza de brujas del senador McCarthy y de un sinfín de acontecimientos más. Cuando nació en diciembre de 1916, Woodrow Wilson era el inquilino de la Casa Blanca. A lo largo de su vida ha visto pasar por esa residencia a dieciséis presidentes, más el que llega ahora, Donald Trump, que lo hará el próximo mes de enero.

Kirk Douglas no ha sido un testigo pasivo de la época que le ha tocado vivir, sino que ha contribuido a cambiarla. En 1959, como productor de 'Espartaco', incluyó en los títulos de crédito el nombre de Dalton Trumbo, el guionista proscrito hasta entonces por su filiación comunista, un hecho que supuso el principio del fin de las llamadas 'listas negras de Hollywood'.

TCM homenajea a esta grandísima estrella emitiendo el día de su cumpleaños tres de sus películas más conocidas: 'Duelo de titanes', el wéstern que protagonizó junto a Burt Lancaster y que recrea el famoso duelo en O.K. Corral; '20.000 leguas de viaje submarino', la adaptación de la célebre novela de Julio Verne, y la ya mencionada 'Espartaco', el largometraje dirigido por Stanley Kubrick.

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Kirk Douglas cumple 100 años

Mensajepor Invitado » Dom 11 Dic, 2016 2:46 am

La fiesta de cumpleaños de Kirk Douglas
El legendario actor, acompañado por familiares y amigos, celebra su centenario en Beverly Hills


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    El actor Kirk Douglas, besado por su hijo Michael Dougas y por la esposa de este, Catherine Zeta-Jones, en la fiesta por sus cien años en el hotel Beverly Hills, de California, ayer viernes.


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    Douglas, la última gran estrella de la época dorada de Hollywood, ha llegado al siglo de vida con una gran fiesta rodeado de sus familiares. En la imagen, el actor que dio vida al héroe de la resistencia contra Roma, Espartaco, con Catherine Zeta-Jones, su nuera, que enciende las velas de la tarta de cumpleaños.


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    Kirk Douglas, a su llegada a su fiesta de cumpleaños mientras Catherine Zeta-Jones y la hija de esta, Carys, le aplauden.


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    Kirk Douglas, sentado, escucha a su hijo Michael, también actor, que se dirige a los invitados en el hotel Beverly Hills. A la derecha de la gran estrella del cine su esposa, Anne.


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    Entre los invitados a la gran fiesta del centenario de Kirk Douglas, el director Steven Spielberg, que dirige unas palabras al actor mientras Michael Douglas mira a su padre.


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    Kirk Douglas, el hijo de emigrantes rusos que llegó a gran estrella de Hollywood, agradece los aplausos de los invitados a su cumpleaños. A pesar de su enorme magnetismo en pantalla, Hollywood solo se lo reconoció con un Oscar honorífico.


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    Kirk Douglas, con su nieta Kelsey. Douglas ha tenido cuatro hijos, el mayor es Michael, actor.


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    El protagonista de la fiesta se dirige a los invitados a su celebración de sus 100 años.


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    Foto de Kirk Douglas con su familia, junto a su esposa, Anne Douglas y, detrás, su hijo Michael, la esposa de este Catherine Zeta-Jones, y los hijos de ambos Carys Zeta Jones y Dylan.




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