Pitita Ridruejo

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Pitita Ridruejo

Mensajepor Umbral » Vie 25 Oct, 2013 12:46 am

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Pitita Ridruejo «A mucha gente no le conviene que llegue el Apocalipsis»

La «socialité» nos recibe en su palacete y dice: «En España no se tiene ningún respeto a la fe»


Pitita Ridruejo siempre recuerda que repitió el último curso del bachillerato «porque le tenía miedo a la vida». «Era la típica niña española, de colegio de monja y familia católica. Estudié en el Colegió de la Asunción, donde coincidí con la Reina Fabiola, aunque ella era mayor que yo», dice la coqueta socialité, un mito indiscutido de la «high class» vernácula. Recibe a ABC en su casa en el centro de la capital, unregio palacete con un sinfín de salones a la medida de ella y de su marido, el exembajador filipino José Manuel Stilianopoulus.

En el recibidor, una gran figura de la Virgen de la Esperanza Macarena nos anticipa que hablaremos de fe y misticismo. Pitita acaba de publicar un nuevo libro, «La Virgen María y sus apariciones» (Espasa), en el que repasa los orígenes de María y sus manifestaciones en la Tierra. Ella fue testigo de estos fenómenos y los documentó con su cámara Polaroid. Desde entonces, no le teme al futuro. «Mientras tenga a mi familia, soy feliz. Pero me preocupa el rumbo del mundo y las guerras», dice.

    –¿Por qué este libro? ¿Por qué ahora?

    –Me lo han pedido. Y dije que encantada con una condición: que fuera sobre la Virgen María. Llevo décadas estudiando sus apariciones. Antes de que viera la primera aparición, en los años 70, no sabía mucho sobre esto. Pero desde que vi lo que vi en El Escorial, mi vida ha cambiado.


    –¿Qué le dijo su marido cuando le contó sobre las «apariciones marianas»?

    –Me dijo: «No se lo digas a nadie, que van a pensar que estás loca».


    –Entonces, ¿alguna vez se sintió discriminada por ser católica?

    –Completamente. En este país la gente no tiene ningún respeto a lo que tú puedas creer. He dado muchas conferencias y hay que tener valor para hablar libremente sobre la fe. Lo que pasa es que a mucha gente no le conviene que llegue el Apocalipsis. Pero existe un Cielo y existe un Infierno, aunque a muchos no les guste.


    –¿Qué me dice de la conversión de Tamara Falcó?

    –Tamara es un sol. El otro día estuvo en casa. Era el día de mi santo. Yo me llamo Esperanza, como la Virgen de la Macarena. ¡Fíjate qué coincidencia! Me encanta Tamara porque tiene fe, que es el mayor milagro que nos puede ocurrir.


    –Y, ¿le gusta el Papa Francisco?

    –¡Qué pregunta más difícil! Para mí la Iglesia es algo tan sagrado que no me atrevo a decir nada sobre ella. Es fantástico, porque está preocupadísimo por los problemas auténticos, como la pobreza o la corrupción. Es un hombre de cambios.


    –Hablando de cambios, ¿sabía que los nuevos embajadores de Estados Unidos y Francia son gays y han venido a España con sus respectivas parejas?

    –¡Me lo habían contado y no me lo creía! Ahora en serio, no me meto en la vida de nadie. Aunque no lo veo muy claro... Pero si me invitan a una recepción, voy encantada (risas).


    –Conoce bien a Imelda Marcos. ¿Es verdad su fetichismo por los zapatos caros?

    –Creo que soy la única persona en el mundo que ama a Imelda. Es mentira que tuviera un fetichismo por los zapatos. Tenía zapatos como todo el mundo. Lo que coleccionaba eran aviones. A mí me hizo el favor más grande de mi vida: yo estaba embarazada y necesitaba volver a Madrid pero había una gran huelga en Filipinas. No podía salir del país. Acudí a ella y le pedí que me sacara. Y encontró la forma: me alistó en un avión rumbo a Singapur junto a una misión de soldados filipinos. ¡Encantadores todos los soldados! ¿Cómo no la voy a querer después de eso?


    –Fue amiga de Diana de Gales. ¿Le gusta la Duquesa de Cambridge?

    –No tiene nada que ver con Diana. La encuentro bien. El que me gusta mucho es el Príncipe Carlos. Eso de que tiene las orejas grandes es mentira, yo lo encontraba muy atractivo.


    –¿Se considera frívola o profunda?

    –Parece que vivo de fiesta, pero no es así. Me gusta la gente y soy muy fácil para pasarlo bien, pero frívola, no.

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PITITA RIDRUEJO

Mensajepor Invitado » Vie 25 Oct, 2013 12:46 am




PITITA RIDRUEJO
Vidente
La catalana y Manuel Pimentel, el padre de su hijo, están tranquilos de que se sepa la verdad. «Manuel es feliz: ya dice en el cole que tiene papá y mamá»

«CREO EN EL DESTINO»

NIEVES HERRERO



Esperanza Ridruejo ha escrito un libro, La Virgen María y sus apariciones (Espasa) pero su propia vida parece una novela. No hay personaje del siglo XX que no haya conocido. No todo el mundo puede decir que ha tomado el té con Isabel II o que ha compartido mesa y mantel con la duquesa de Alba. Tampoco es muy normal que los padres del Rey hayan sido sus padrinos de boda. Tampoco muchos pueden presumir de haber conocido a Fellini, que se enamoró de ella. Tampoco nadie puede presumir de haber sido la musa de Paco Umbral. Eso sólo lo puede decir Pitita. Nombre que Pemán le pidió que se quitara, ya que su nombre de pila evocaba a la Virgen de la Esperanza, la Macarena, y le gustaba más. Tiene un aire a María Callas, aunque nada más que el aire porque «canta muy mal». Eso sí, tiene una vena artística muy marcada que han heredado sus tres hijos –Ana, Carlos y Claudia—: pinta muy bien y ha escrito ya nueve libros, con este nuevo, y una biografía. Cree «muchísimo» en los astros. Ella es Sagitario. También cree que hay personas que tienen un don para ver el futuro. En LOC reproducimos la entrevista que tuvimos con ella mientras escribía el libro y de la que ya dimos parte en Magazine.

    Respuesta.— Recuerdo especialmente a Amparo Cuevas. Tuve la suerte de conocerla y compartir con ella las apariciones de la Virgen en El Escorial. Esto es cuestión de fe y yo tengo la suerte de tenerla. La vida es diferente con fe, más tranquila. Me da pena la gente que no la tiene por todo lo que se pierden.


    Pregunta.— ¿Le parecen ciertas todas las apariciones?

    R.— Puede haber alguna falsa. Incluso videntes también falsas pero también hay apariciones auténticas y esas son las que me interesan.
Nos enseña una foto en la que se ve a Pitita con Amparo Cuevas ya muy enferma. «Era muy especial. Me dijo que así no podía seguir el mundo. Me habló de cosas tremendas. Estamos en el final de los tiempos, el fin de una generación».

    P.— ¿Su vida cambió a raíz de frecuentar El Escorial?

    R.— Sí, el día que fui a Prado Nuevo con unas amigas y vi caer en trance a Amparo. En ese momento empecé a ver moverse el sol a toda velocidad e incluso observé como cambiaba de tonalidad. Hubo gente que lloró. Otros se desmayaron y otros rezamos. A partir de ahí, he visto muchas veces danzar el sol.


    P.— Muchos pensarán que podría ser su imaginación…

    R.— Algunos me han llegado a decir que estaba loca, pero me trae sin cuidado. Precisamente lo tengo grabado en mi Movistar porque estaba harta de que dijeran que era mi imaginación.


    P.— ¿Por qué cree que ocurren estos fenómenos?

    R.— Todo responde a una necesidad: que los hombres reaccionen.


    P.— ¿Todo le parece que tiene un sentido religioso?

    R.— Sí.


    P.— ¿Su vida fue distinta a raíz de las apariciones de El Escorial?

    R.— Todo ese mundo sobrenatural que se abre a nuestro alrededor te cambia la vida. Te vuelves más comprensiva. A mí, me cae bien todo el mundo aunque me hagan faenas continuamente. Es una pena.


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EL LIBRO

‘LA VIRGEN MARÍA Y SUS APARICIONES’. Espasa saca esta semana a la venta el primer libro de Pitita en el que relata sus experiencias como vidente. Según Ridruejo, la Virgen sigue entre nosotros porque no culminó su obra en vida.




La Filosofía siempre ha sido su fuerte. «Quise ir a la universidad pero mi padre me quitó la idea. Hubiera estudiado Filosofía y Letras pero no estaba bien visto entonces que una mujer supiera más que un hombre. Suplí mis ansias de formación con los idiomas. Mi padre me mandó a Inglaterra y a Ginebra».

Han pasado ya 55 años de su boda con el ex embajador Mike Stilianopoulos. «Me casé con un señor que no conocía de nada».

    P.— ¿Es una broma Pitita?

    R.— No. Mike tenía una novia en EEUU con la que se iba a casar pero vino antes a España a trabajar. Cuando me lo presentaron nunca pensé que sería mi marido.


    P.— ¿Fue un flechazo?

    R.— Antes de regresar a América, le invité a la finca de mis padres en Soria. Mi padre le invitó a dormir y cambió nuestras vidas.


    P.— ¿Qué ocurrió?

    R.— Paseamos, le enseñé la iglesia de San Saturio, donde se casaron mis padres y me dijo: ¿y por qué no nos casamos nosotros? Me quedé alucinada.


    P.— Pitita, fue usted una chica muy valiente…

    R.— Rompimos los dos con nuestros respectivos novios y nos casamos en seis meses. Muchas veces hemos pensado que esto de los matrimonios tiene que estar escrito, porque no es normal que me casara con un señor que no conocía de nada. Creo mucho en el destino de las personas. Mucho.


EL MUNDO / LA OTRA CRÓNICA / SÁBADO 19 OCTUBRE 2013

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Mensajepor Invitado » Vie 25 Oct, 2013 12:48 am


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Pitita ha levitado - Francisco Umbral - 18 SEP 1979

Mensajepor Invitado » Vie 25 Oct, 2013 12:51 am

Pitita ha levitado

FRANCISCO UMBRAL



Viene Pitita a casa, después de sus Marbellas estivales con Margarita de Inglaterra:-Paco, que he levitado.

-Pues qué bien. Y yo tengo faringitis.

No me explica si ha venido levitando hasta casa, por el carril sólo-bus, o si ha tomado un taxi, pero sí me explica que ha hecho ejercicios de levitación en Londres, con otras veinticuatro mujeres, y que de las veinticinco levitaron veintitrés.

-Las otras dos serían un poco cachondas, Pitita. Las cachondas no levitan, o levitan de otra forma.

Esto de levitar no lo había conseguido la mujer española desde santa Teresa. Ni siquiera las más iluminadas mujeres de Sección Femenina, tan teresianas e isabelinas, llegaron nunca a levitar, o al menos no consta.

No es que yo dude de la levitación de Pitita. Estoy seguro de ella, creo ciegamente, pero dentro de mi ceguera pienso que hay toda una clase social (que tiene en Pitita símbolo y perfil injustamente manejados) que levita todo el año de fiesta en fiesta, de Consejo en Consejo de Administración, que levita de frontera en frontera y de España a Suiza.

Una sociedad-jet que no pone los pies en el suelo de la realidad española, empedrada de pueblo. Esa levitación general de ciertos sectores de ucedé, de tantos empresarios, de todo el retropornofranquismo ahistórico (Historia es lo que no para), ese levantar los pies del suelo es lo que tiene al país económicamente en vilo, en un grito, en un susurro, en un suspíro.

Cierta vez dialogaban Aranguren y Pepe Lozano sobre mis problemas teológicos. Miguel Delibes, tan creyente, pero tan pragmático y aferrado a la lucidez terruñera, fue y me dijo:

-Mira, Paco, lo que hacen estos dos genios está muy bien, pero es ya levantar los pies del suelo.

Levita el intelectual cuando le conviene, y hace bien; levita Tierno Galván cuando el arroyo está, más que municipal, espeso y enfangado, y entonces hace surrealismo, dada; pero sus próximos, como no le entienden, creen que hace o está gagá. Pero bien saben ellos que es dadá (aunque no sepan nada del dadaísmo), o sea ironía, obstrucción a los obstruccionistas:

-Señores, esta alcaldía empieza a aburrirse.

Levita Esperanza Ridruejo porque para eso ha hecho un curso o cursillo de mucho más allá de la cristiandad, pero levita toda una clase social, toda -una España-high, toda una basca de oro, porque no quiere bajar a la realidad, prefiere pasar como sobre ascuas sobre los problemas sociales, el mapa político en relieve y el aseo de la calle.

Me lo dijo Sóren Kierkegaard en Copenhague, una tarde que le habíamos dado puerta a Regina Olsen, a favor de la niebla, para intercambiar nuestros diarios de seductores:

-La cristiandad lleva siglos jugando al cristianismo.

Los franquistas llevan tres años jugando al posfranquismo. Los socialistas llevan otros tres jugando a la socialdemocracia. Todo el mundo levita o quiere levitar, levantar los pies del suelo, perder su propio peso y liberarse de su persona y su biografía. Ya ni va uno por el café ese con leones que hay frente al Palace, pero era de ver, cuando uno iba, cómo los personajes políticos se deslizaban por los pasillos a cinco centímetros de la alfombra, sin macular para nada el césped alfonsino de los tapices.

Nadie quería -nadie quiere- tomar tierra en sí mismo. Un artículo de Carrillo y otros dos de Francisco Fernández-Santos (éstos aquí en las páginas amarillas) son los únicos ejemplos, o casi, que hemos visto en la rentrée de gente con los pies en el suelo y la cabeza al nivel de la actualidad. Todos los demás han llegado de sus vacaciones levitando, como levitando llega Pitita desde Marbella hasta mi casa.

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Pitita, hacia la noche - Francisco Umbral - 26 DIC 1979

Mensajepor Invitado » Vie 25 Oct, 2013 12:52 am

Pitita, hacia la noche

FRANCISCO UMBRAL



El criado de chaquetilla blanca me hace esperar en la rendija de la puerta como si yo fuera el cobrador del gas. Pienso que tampoco a los cobradores del gas hay que dejarlos en la rendija de la puerta. Sale Pitita, muy ataviada para ir a cenar con este cobrador de gas/cronista de su vida y milagros.Los últimos milagros de Pitita consisten en que se sienta a la mesa de un restaurante, por ejemplo, y consigue, mediante la concentración, que vayan viniendo hacia ella las personas que allí están o por allí pasan: un francés, una señora sola, un cojo, un homosexual, un niño. Claro que esto también lo consiguen, sin hacer meditación trascendental, vudú, ni mantra, otras mujeres que conozco: Emma Cohen, Carmen Platero, Bárbara Rey (que ha atraído un domador con todos sus leones), Addy Ventura, Angela Molina, Sara Mora, Raquel Evans y hasta doña Pilar Franco, siempre rodeada de entrevistadores.

Cenamos en Mayte, donde saludo a Luis Gónzalez-Seara y señora. Luis se queda como esperando que yo le comente algo de lo que pasa o de lo que le pasa, pero yo, a los amigos, sólo les digo, en sus malos momentos políticos, que están muy guapos. Con nosotros, en la mesa, Miguel de la Quadra-Salcedo y su bellísima Marisol, Julio Ayesa, una compacta suramericana que no se queda -ay-, los Valdivieso y toda una dorada basca. Marisol me pregunta el signo zodiacal y luego me pregunta algo más difícil:

-¿Y a ti, por qué no te gusta Baroja?


Sí que me gusta Baroja. Hay tres grandes boínas en la literatura: la de Baroja, la de Pla y la de Delibes. Como no quiero desarmar esta santísima trinidad literaria de las boínas, diré siempre en las cenas que me gusta Baroja. Luego, por escrito, diré la verdad. Miguel de la Quadra, lleno de bondad y verdad, va deshaciendo científicamente todas las preguntas irracionalistas de Pitita, que huye de lo claro por aclarar lo oscuro, como Artaud:


-¿Y la isla de Pascua, y el triángulo de las Bermudas, y las tribus prehistóricas de Filipinas?

-En Pascua hay una piedra volcánica muy maleable, que ha hecho posible esas estatuas. En Bermudas no veo nada raro. Los prehistóricos filipinos no viven así desde el magdaleniense, sino que son el resto de una regresión antropológica producida en una pequeña comunidad por alguna peste, accidente biológico o cosa así.

Asisto, entre salsa y salsa de la lubina dos salsas, al diálogo de la luz y la sombra, a la dialéctica de la mujer que viene del misterio y el hombre que va hacia las fuentes televisivas de la racionalidad. Y es mí propia alma la que duda -ay-, una vez más y como siempre, entre la luz y la sombra, entre la razón y el misterio, entre la cifra y la metáfora. Mi alma incierta y de provincias. Estoy más en Pitita, pero veo claro que lo irracional es coartada para convertir al obrero en una Bella Durmiente con boina, como Baroja y los otros, del bosque laboral. Y es coartada, asimismo, para jubilar a Hans Küng, contra la escarpada protesta de cincuenta teólogos españoles. ¿Y de dónde ha salido esa leva de teólogos? Los librepensadores llevan veinte años en sus cafés hablando de la falta de vocaciones religiosas. Va a haber que dejar de ir al café.

Lo cual que Pitita ha visto a Wojtyla en San Pedro, el domingo:

-Salió y dijo: «Me alegra que estéis aquí otra vez. Me voy de viaje, pero el domingo vuelvo. No me falléis el domingo, que os pongo falta.» Es muy humano, pero en lo de la píldora yo diría que se ha pasado un poco.

¿La luz, la sombra, la fe, la píldora? Sale y saluda don Alfonso de Borbón, divorciado ya de Franco y volandero en una nube de rubias/jet. Sale Luis Rosales, convaleciente y sonriente. Van muriendo con el siglo los candelabros de la mesa. Pitita hacia la noche. Yo, hacia la razón histórica. Miguel/Marco Polo, hacia la China.

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Pitita milagrosa - Francisco Umbral - 20 SEP 1980

Mensajepor Invitado » Vie 25 Oct, 2013 12:55 am

Pitita milagrosa

FRANCISCO UMBRAL



Pitita, que va ya muy adelantada para convertirse en el Señor de los Anillos, ha aprendido curanderismo y medicina milenaria en Filipinas, y está haciendo curaciones por imposición de manos, quitando reúmas, paralís, algias, bocios, cosas. Hasta a mí va a quitarme la faringitis:- A ti lo que es que te falta fe, Paco.

Este verano fue a verme al campo, me tumbó y me tuvo media hora de imposición de manos mientras Julito Ayesa, que es el vocero de la nueva milagrera, telefoneaba a Miguel de la Quadra y a todos los amigos:

- ¡Que ya le está salvando a Umbral, que ya le está salvando!

Pero yo me encontraba aquel día salvadísimo (julio, campo, paz, salud) y no sé exactamente qué demonio familiar me sacó Pitita del cuerpo, porque, en cuanto a demonios familiares, todas mis cuñadas seguían allí después de la cura. Carmen Rigalt, a la que quiero y amo, ha escrito en Diez Minutos: «Pitita sólo se mueve de Marbella y toma el superjet para venir a quitarle la faringitis a Umbral». Anoche, Pitita ha estado en casa con otros amigos y, mientras me cuenta sus curaciones (bocios, paralís, bultos, y siempre a los humildes, claro, pues ya dijo alguien que la Virgen nunca se aparece a gente solvente, sino a pastorcillos), mientras Pitita cuenta y no acaba, digo, decía, yo voy elevando mentalmente la anécdota a categoría, que es lo de uno y pienso que esta democracia transicional o transición democrática ya tiene su mujer mágica, su santa laica, su virgen y mártir del martirologio snob. Porque todo régimen político necesita de una mujer/fetiche, de un oráculo mudo, y cuenta Stendhal que Napoleón, entraba en el gabinete de los juristas y dictaba el derecho napoleónico según le hubiera ido la tarde con Josefina.


No vamos a hacer erudición grecolatina o egiptofaraónica (que le va más al esfingismo de Pitita), pero ahí está, en nuestro tiempo, Eva Perón, que va a ser la gran Paloma San Basilio en el teatro, y Antoñísima/Sara me cuenta de su amistad con la hermana de Clara Petacci, después de la guerra, y Mary Jo, la que se le hundió a Ted Kennedy, por culpa de la intransitable ortografía del puente, cambiando los destinos de aquella democracia. En España, la República dio mujeres como Victoria Kent, que hasta salía en los cuplés de Celia Gámez, y que era la santa laica o anti-Virgen de la Merced a quien rezaban todos los presos de España. Durante el Movimiento así llamado, Lula de Lara fue la santa mujer que hizo milagros de pan, peces y cartilla de racionamiento, desde Sección Femenina. Madrid tiene a Santa María de la Cabeza, que cruzaba el Jarama en la leve navegación de su propia mantilla, y esta democracia, si de verdad quiere ser nueva y olvidar usos anteriores, tiene que desprenderse de toda la utillería celestial heredada del franquismo: sangre de San Pantaleón, corazón de Santa Gema Galigani, brazo de Santa Teresa, apariciones de Garabandal, innumerables monjas de las llagas del Palmar de Troya.

La democracia remodelada, la remodelación democrática de Suárez necesita, frente a la ineficacia de la Seguridad Social y la medicina socializada, el curanderismo piadoso de Pitita Ridruejo o la Madre Teresa. Yo pido el Nobel de la Paz para Pitita. El curanderismo piadoso es una abnegada flor tercermundista que crece allí donde la justicia y los servicios del Estado no funcionan. Adonde se terminan las insuficientes camas de La Paz, comienza la imposicion de manos. Isabel II tuvo a sor Patrocinio. Perón, a Evita. Franco, a Pilar Primo de Rivera. Suárez, sin saberlo, ha encontrado en Pitita milagrosa el eterno milagro femenino que da caridad por justicia, piedad por información. Espero que, por tus pobres, Pitita, no olvides mi faringitis.

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Pitita Ridruejo - Francisco Umbral - 26 MAR 1984

Mensajepor Invitado » Vie 25 Oct, 2013 12:57 am

Pitita Ridruejo

FRANCISCO UMBRAL



Pitita o el final de las Embajadas. Cielos barroquizados de Roma, techos de cal acumulada y Miguel Ángel, días bajos de Londres, donde la he compartido, días compartidos, con toda la niebla de los lakistas cayendo sobre el césped como una mitología nórdica, confusa, desordenada por Orlando/Shakespeare, como un ruido y una furia silenciosos y mercantiles, acercándonos su rumor -¿verdad, Pitita?- desde la City, noches en los jardines de las Embajadas de España, calle Zurbano, una sola mujer en una sola calle: Pitita Ridruejo. Embajadora internacional y señorita madrileña de misa de una.

"Unos dieciséis años en las monjas, Paco, en Soria, once años de misa diaria, hice siempre el bachillerato con nota, todo con becas, por lo bien que iba, e incluso repetí el último curso por repetirlo, porque sí, porque me encontraba muy a gusto en el convento, porque me daba miedo la vida y porque tenía el jaleo de la vocación, como lo teníamos todas".Estamos en su actual casa de la calle Fomento, donde se ha fabricado un salón -varios- de antigua dama que recibe. Media tarde. Nos traen cosas variadas y la madre de Pitita viene a darme unos besos sonámbulos y se va. Le quiere a uno esta señora. Primero tomo cerveza y luego gin/tonic. Estamos en el sofá inmenso, con algo de triclinium romano, sólo hecho para gente de piernas largas, como nosotros, porque, si no, se queda un poco ridículo y amuñecado, con las piernas tiesas en el aire.

-¿Por qué no te metiste monja?

-Por la maternidad, yo necesitaba la maternidad, lo sentía en los niños de Soria, en los niños de los pobres, en todos los niños que me rodeaban, era más fuerte lo de la maternidad. Por otra parte, Paco, es muy gracioso, porque yo soy muy didáctica, me gusta explicar cosas a los niños y a los grandes.

(Mike, el marido/embajador, de apellido largo y griego, bello, como dos versos de Homero, anda por los tejados de la casa con los albañiles del frío, terminando las obras.) "Me sentía arrojada al mundo, Paco, la vida me daba miedo, pero no tuve más remedio. Siempre me había atraído lo oriental y me casé, al fin, con un oriental, Mike, filipino, que tuvo problemas, a la hora de las Embajadas, con su apellido griego, y un día nos fuimos a Roma, a buscarnos la vida, porque Mike me dijo: yo soy un marido pintado en la pared, yo quiero ser yo. En Roma ganábamos poco dinero y yo era la señora que iba a la compra, hacía los cuartos y trabajaba mucho, hasta que Mike, que estaba en contacto con Wall Street, empezó a ganar dinero y entonces nos cambiamos a una zona más cara, y entonces vino la primera dama filipina, Ymelda de Marcos, y entonces empezaron a proponerle a Mike el jaleo de las Embajadas, y entonces...". Tiempos en que andaba de filipina apócrifa, tan egipcia, y la sacaban en la Prensa del corazón y en las revistas de humor. Tiempos de Madrid en que coincidimos en Loewe/ todo, en el todo/loewe, en casa de Bardavío y en los festivales que presentaba Martín Ferrand. Pitita lo tiene en fotos. Areilza me confirma la condición egipcia que yo he diagnosticado en Pitita. "El Oriente me fascina, no sé de dónde me viene este ramalazo oriental, pero lo que me gusta es envolverme en cuatro trapos, en verano, como las indias, y andar así todo el día. Y luego la contemplación, la mística, que nos fuimos tres amigas a ver a un guru y una de ellas hasta volvió para quedarse con él para siempre, yo dormía en el suelo, con una manta, y nunca he dormido mejor, el guru hablaba en su lengua a aquellos hindúes y a nosotros nos hablaba en inglés, en un inglés muy malo, pero era un ser fascinante". Su Embajada de Zurbano, las fiestas que daba, siempre la seguridad/inseguridad de esta mujer entre el girar de las lámparas, los pícaros, los gelstastistas, las marquesas, los parapsicólogos, los intelectuales y los modistos/escaparatistas. ¿Adónde iba Pitita? "A la vuelta de la India tuve grandes inquietudes y fui a consultar con un teólogo de Comillas. Comprendí que Dios no hay más que uno, que verdad no hay más que una, y que todo son caminos hacia lo mismo. Ya que yo había sido puesta en el camino católico, apostólico y romano, eso tenía que ser". Frente a nosotros hay, en la pared, un inmenso dibujo en rojo que nos da una Pitita/Vogue, una Pitita/Europa, una Pitita internacional y mundana.

-De modo que así resolviste el conflicto Oriente/Occidente.

-Sí, he comprendido que mi camino es, quizá, aquel de las misas diarias durante once años, que nos fanatizaba, pero que se me ha quedado dentro.

Entre el guru y Cristo -ese otro guru-, se ha quedado con Cristo, pero está viva en ella la añoranza del guru. Noches de Zurbano, de Liria, de JoylEslava, fosforescencia femenina en la hora penúltima, cuando el rayo láser de las discotecas nos diagnostica a todos el tedio vital, la angustia existencial y la última copa del tango.

-¿Por qué vas tanto a Joy/ Eslava? Es otra contradicción sin resolver. ¿Eres una mística o una mundana?

-Pues no lo sé. Quiero cortar con todo, pero no puedo, no tengo fuerza de voluntad. Me gusta querer a la gente, estar con la gente. Hago una hora de meditación diaria, en la capilla, a veces pongo gregoriano, por las mañanas, y otra hora por la tarde, y luego por la noche me voy a una cena o a JoylEslava porque me gusta la gente, porque a mí es muy fácil halagarme, no pongas que soy una mística, por favor, qué burla, con esa imagen que doy en el Hola. Pero Santa Teresa me ha ensefiado que no hay que pedirle nada a Dios, que él ya sabe lo que necesitamos, lo que quereme,s, y por eso le decía: Tú ocúpate de mis asuntos, que yo me ocuparé de los tuyos, decía unas cosas tan graciosas, Paco, Paco...

-Hevisto en tu mesilla de noche muchos rosarios. ¿Rezas a la vuelta de Joy/Eslava?

-Sí, rezo, claro que rezo, rezo mucho.

El dormitorio y el antedormitorio son una ecología de fotos, retratos, dibujos, cuadros, cosas, como toda la populosidad social llegando hasta los dinteles mismos de la mayor intimidad. "Aquí hay un dibujo que me hiciste tú, Paco". Y lo tiene enmarcado. El piano es una nave musical y empavesada de grímpolas y gallardetes que son fotografías, recuerdos, cosas, de Fellini a la reina de Inglaterra, de Martín Ferrand a los Duques de Alba, todos presentando armas a la memoria minuciosa y generosa de Pitita. En su época de Roma/Fellini, el gran director la eligió, efectivamente, topándosela en la calle, para una secuencia de su filme Roma. De entonces tiene unas fotografías en que Cinecittá la ha convertido en otra cosa. Casi en una cariátide/amante romana, casi en una mujer oscura, picuda y en duda de Pavese. La premonja de Soria, asustada de la vida, el ama de casa italiana, la pre/Callas de Fellini, la embajadora en media Europa, con sede en Londres y amistad con la reina Isabel. A mí me ha sacado a la ventana de la casa/Embajada para saludar a la princesa Ana que, allá a lo lejos, saltaba a la mañana matinal y vaga con su caballo más fresco y reciente:

-Ven, que vamos a saludar a la princesa.

E íbamos.

La princesa se perdía en un galope de niebla como un personaje de Marlowe o de John Ford. Luego paseábamos por Hyde Park, entre las parejas obscenas del césped y la esbeltez frustrada de las ocas, y, luego, yo la llevaba al deslumbramiento, en la Tate, de los Turner, a la mitología personal y doméstica, angelical, de William Blake. Hasta que Pitita desfalleció en su función y se volvieron al Madrid más madrileño, para poner esta casa de Fomento, por donde cruza, inevitablemente, un clima de Embajadas, ahora que han renunciado a ser embajadores (Mike, ya digo, anda por los altos tejados, entre albañiles de niebla, terminando las obras, con una pelliza y mucho frío).

Mentido/fementido personaje de Fellini/Pasolini, lograda embajadora ante la Corte de Buckingham.

-¿Pero tú sabes guisar, Pitita?

-Nada, ni palabra. Mis hijos, en la época de Roma, me decían que les mataba de hambre.

-Te has cortado el pelo.

-Sí, y me lo he teñido. Yo ya tengo canas, muchas canas, y estaba feliz con mis canas. Me parece lo normal, a mi edad. Hasta que llegó mi madre y me dijo: "Hija, me haces vieja; van a pensar que yo me tiño". De modo que tuve que teñirme mis canas por disimular las suyas. Yo nunca había ido a la peluquería ni a la manicura ni nada. Yo me lo hago todo, y de cualquier manera. Nunca miro a ver si un zapato hace juego con un collar. Por favor, qué cansancio. (He aquí su involuntario dandismo femenino.) Pero ahora me tiño las canas con unas hierbas y, en cuanto me lavo la cabeza, me queda este negro rojizo que tengo hoy, esta cosa rara. Ya no sé qué hacer con el pelo.

Aparecía con las canas de hilo brillante ("el tiempo subió sus hilos a tu pelo", Neruda), en las mejores noches de JoylEslava, que eran "mejores" por ella y no por otra cosa, entre Marisa Borbón y Paloma Segrelles. Ahora se ha cortado el pelo y se ha dejado los desteñidos de la antigua farsa. "Que me estoy retirando de todo, Paco, que salgo de la meditación, a veces con gregoriano, ya te digo, y el mundo me parece absurdo".

-¿Tienes capellán en la capilla?

-Sí, un gran teólogo.

-Pero sigues dando grandes cenas.

-Ya ves que no. Lo de la otra noche no fue nada.

-No fue nada, pero yo rompí una silla.

-Aquí se rompe una silla en cada cena que doy, Paco.

-Has nacido para la diplomacia, sí. ¿Y la jugadora de Bolsa?

-Bueno, eso es algo que despertó en mí muy pronto. Una compañera de colegio y yo comenzamos a especular con pisos del barrio de la Concepción antes de que existiese el barrio

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de la Concepción. A la Bolsa siempre he ganado. Soy intuitiva para eso. Creo que hubiera sido una buena ejecutiva. Sé, sin mirarlo, en qué momento va a subir el oro en el mundo.

-¿Y Santa Teresa?

-Santa Teresa. Pero ya no quiero jugar a la Bolsa ni a nada. Sólo quiero paz, mucha paz. Y no tener que mirar todos los días en el periódico si baja o sube la Bolsa.

(Mike, el marido, lo decía en la primera época: "Estoy pintado en la pared. Soy un marido pintado en la pared. Quiero irme por el mundo para ser yo". Se fue -se fueron- por el mundo y le hicieron nada menos que Embajador de Filipinas en media Europa. Demostró que no estaba pintado en la pared, sino lleno de marcha. Demostró que podía deslumbrar a la Corte inglesa. Dejó la diplomacia -máxima virtud diplomática- cuando la diplomacia de Filipinas iba mal en el mundo, como va en estos momentos. Y ahora anda por los tejados, con una pelliza, confundido con los albañiles de niebla y frío, retejando y levantando paredes de panderete: Mike, que alguna vez quiso venirse conmigo a los desnudismos de Ibiza, cuando eso era peripecia, Mike, con quien he cenado en las más secretas trattorías del verano madrileño, conoce bien mi admiración por él, mi amistad -ha sido mi mejor guía en Londres-, y, como dice Pitita, mi entendimiento de que él es un hombre "introvertido y profundo".)

-Bien, el pelo destrozado. ¿Y esa hebilla del cinturón?

-Esta hebilla del cinturón se la compré en Roma a un artista romano.

-¿Oro?

-Hojalata.

-El broche del hombro.

-Como tú has dicho, me gusta llevar joyas, pero de cierto modo.

-Observo que has acortado notablemente tus faldas, Pitita.

-Es la moda. A mí lo que me gusta es la falda por media pierna, o la falda larga, claro, pero hay que seguir un poco la moda. Yo he hecho mi imagen por exclusión. No podía ir de niña mona, porque no lo soy. Tampoco me iría nada una minifalda, horror. Ni una ropa de vuelo, parecería una mesa camilla, tú lo has explicado de otra forma. Entonces, por exclusión, ya te digo, he llegado a ser como soy.

-Toda personalidad es un sistema riguroso de exclusiones. En la moda como en la literatura. Importa más lo que se rechaza que lo que se asimila. Lo que se rechaza (la manera de rechazarlo) somos nosotros.

Tenemos ante nosotros, como me parece que ya se ha dicho, ese dibujo inmenso y en rojo (cuyo autor prefiero ignorar, por adnúración), que nos da una Pitita/ Vogue.

-¿Te ves ahí, esa eres tú?

-Sí, fue mi mejor momento, el de la Embajada de Zurbano, que tanto conociste.

Pelo de nido, rostro estilizado y vestido ceñido, rojo y grácil.

-Eres una mundana, Pitita.

-¿Una mundana?

-Sí, como yo. El demonio y el mundo tiran demasiado de ti. No diré que la carne, porque parece que no. 0, en todo caso, no en el sentido que dice el catecismo. Te veo irredenta para el misticismo, por mucho que leas a Santa Teresa y al guru. Por mucha meditación oriental con gregoriano occidental que hagas en tu capilla. Del mundo es difícil que nos salvemos, Esperanza.

-Te prometo que voy a cortar amarras.

-Bueno.

Pero, de momento, se reconoce en ese dibujo/Vogue, se recuerda, y no hay que preguntarle por la síntesis vida interior/vida exterior. Ella la resuelve naturalmente, sin intelectualismos. En eso es un poco Teresa, sí. También lo dijo Proust: "Cada día creo menos en la inteligencia".

-Lo que sí te veo, Esperanza, es menos cortejada por aquella corte de gelstaltistas, parapsicólogos, magos, adivinos, gerardos, buscadores de agua y de tesoros, generadores/detectadores de ruidos y todo el lumpen del más allá, que en tiempos te cercaba.

-Bueno, la gente se equivoca, hay que admitir sus errores, yo lo comprendo todo, hay que comprender y disculpar.

En una palabra, que se ha librado, para bien, de la estela sucia y las aureolas turbias y nocturnas de un mundo como de echadoras de cartas sin cartas, que aún da más miedo. Se ha decantado. Vamos al dormitorio y el predormitorio a elegir fotos para que Verdes (perdido entre sus cerdos del Medio Sur) haga el dibujo. Los salones en ferrocarril, la Embajada laica de diplomacia que han puesto los Stilianopoulos.

En el predormitorio, la madre, con su voz fuerte y su pelo negrísimo -"me haces vieja, hija"-, electrocutada de televisión. A la madre le beso las manos y las mejillas, le pregunto por Epifanio, con quien tan buenas movidas tuvimos en Londres, de madrugada, abrigado él con un chal/toquilla de la hija: "Déjame, Pitita, que estoy tomando una copa con mi amigo Umbral". Y nos íbamos a los pomos duros. Y la nieta, entre siete y nueve años, cuya piel colegial/frutal acaricio con la ternura/ausencia de la hija que no tengo. Sólo una piel así puede consolamos de la edad.

-Lo que te voy a dar, Paco, son mis artículos de Tiempo, que eran muy buenos y pasaron inadvertidos.

Pero no me los da. En la televisión de lo más doméstico de la domesticidad, echan unas lecciones de esgrima. Luego subimos, Esperanza y yo, por una escalera interior, a ver los apartamentos del tejado, que son para sus hijos. Allí arriba está Mike, con pelliza, abrigado de obreros y de lanas, en el cielo marceño, dirigiendo las obras. No sé cómo podrá bajar. "Adiós, Mike, te traeremos mantas y provisiones, te quedas ahí para siempre". Con este hombre me entiendo mejor de lo que él y yo creemos. Pitita, al día siguiente, haría llamar a una camarera diciendo que para nada le enseñemos a Verdes las fotos que le hizo Fellini. A Verdes le encantan.

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El armario de Pitita Ridruejo

Mensajepor Invitado » Vie 25 Oct, 2013 4:10 am


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Mensajepor arenita » Vie 25 Oct, 2013 10:21 am

No sabía que habían tenido tantas idas y venidas... ¡no era el sueño! tengo que leerlo con más calma... pero a quien haya hecho la recopilación, se lo agradezco muchiíiiiiiiiiiiisimo... es genial!!! sin palabras me deja la buenísima gente que hay en este foro... os quiero de verdad

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Mensajepor Assia » Vie 25 Oct, 2013 10:38 am

menuda pendona es esta pitita,tan catolica y mas papista que el papa.
arenita, por favor, comenta en el tema taurino.
Un abrazo,
Assia

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Mensajepor arenita » Vie 25 Oct, 2013 4:14 pm

fantástico... no tenía ni idea de este dúo, qué mezclas más curiosas hace la naturaleza jajajaja

ella es indefinible tanto en estilo como en contenido, tiene una doble vida perfecta, social e interior, de friki curandera y de señorona de postín... es increíble y para rematar toda esa inverosimilitud... Umbral. Que se fijara en ella me sorprendió pero quizá ahora no, teniendo en cuenta la socarronería del autor... ¡cómo sabe sacar sus puntos débiles, sus puntos fuertes, se ríe de su mundo, de sus costumbres, de la gente que le rodea... pero siempre la preserva de todo teniéndola como camarada de fechorías... me parece que la admiraba y le servía de base para poder centrar la mirada en lo más feo de aquella sociedad de entonces, que era de risa comparada con la de ahora.

Pitita como pretexto... qué cabrón jajajajajaja

reitero mis agradecimientos, ha sido genial descubrir esto. Últimamente no se habla ya de Umbral, se van olvidando de los buenos por otro tipo de literatura, de personajes... va todo mucho más en 4G como poco y las ideas, las personas, los papeles... cada vez somos más breves. Los 140 del twitter. No hay ideas ni sentimientos que superen esa cifra, cada vez menos... a no ser que consigas una historia que lo pete tipo 50 sombras de Grey


:bravooo: :happy0021: :clap:

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La Obse

Mensajepor La Obse » Sab 26 Oct, 2013 12:35 am

Sí, arenita, Pitita es una cosa loca. No sé si organizar una charla coloquio en el foro o solicitar que instalen un cuarto volador. Para digerir las sombras de Grey hay que tener el intestino grueso de un elefante, las memorias de la embajadora consorte son lectura obligada. Los bardos compondran canciones sobre ella :lol:

Anecdotario:


La Pitita menos frívola

Esperanza Ridruejo, Pitita para el mundo, ha decidido que ya tiene edad para contar su vida. Sus recuerdos como embajadora “consorte” y los episodios casi humorísticos con la entonces primera dama de Filipinas, Imelda Marcos, el alucinante encuentro con Andy Warhol o sus visiones marianas. Unas memorias que descubren a esa Pitita que poco tiene que ver con la imagen frívola y cursi que proyecta su alias.


En su día, le dijo José María Pemán: “¿Por qué te llaman Pitita si te llamas Esperanza que es palabra tan bonita?”. Pitita cree recordar que ese apodo proviene de la infancia, de cuando veraneaba con sus hermanos y sus primos en la finca soriana Los Royales y los chiquillos jugaban a cambiarse los nombres.

In illo tempore Esperanza Ridruejo participaba intensamente en la vida social española, y su personalidad caló tan hondo que su apodo comenzó a utilizarse para designar a cierta clase de señoras –en la mayoría de los casos sin oficio, pero con mucho beneficio–, que conseguían impregnar de distinción toda fiesta en la que hacían acto de presencia. Así, si en la crónica del evento en cuestión leíamos que “acudieron un sin fin de pititas”, dábamos por supuesto que el mismo había tenido una importante dosis de estilo.

Hoy, Pitita Ridruejo –casada con el ex embajador de Filipinas Mike Stilianopoulos–, vive semirretirada del mundanal ruido, pero deberá regresar a él siquiera por unos meses para promocionar sus Memorias, un libro que acabó de escribir en 1998 y que hoy ve la luz gracias a Temas de Hoy. No serán pocos los que, al ver el libro de Pitita en las librerías, arruguen el entrecejo y piensen: “Vaya, otra que se apunta al carro de las memorias”. Puede ser, pero a su favor podemos decir que tras leer sus vivencias nos encontramos a una Pitita que no tiene tanto que ver con la frívola y cursi imagen que proyecta su alias.

Nacida en Soria (1930) en el seno de una familia acomodada –su padre es primo del poeta Dionisio Ridruejo–, la infancia y primera juventud de Esperanza no se diferencian de las de cualquier niña bien: estudia en el colegio de la Asunción de Madrid, en Belmont (Inglaterra) cursa estudios de Literatura inglesa y posteriormente se matricula en la Universidad de Ginebra. Un novio que no llega a mayores, clases de piano y solfeo, servicio social al lado de Millán Astray… Sin embargo, su plácida existencia se trastocará cuando conozca a Mike Stilianopoulos, un filipino con el que contrae matrimonio el 24 de junio de 1957.

La joven pareja se traslada a Manila, pero al cabo de un año Pitita vuelve a España porque no consigue recuperarse del todo de unas fiebres tifoideas que contrae nada más aterrizar en suelo filipino. Mike decide volver junto a su mujer y el matrimonio pasa por unos años que Pitita define como “fáciles y animados”. Compran un pequeño terreno en Marbella –entonces un pueblo de pescadores– y alternan con los Hohenlohe, los Bismarck, los Thyssen, los Rothschild e incluso con la princesa Soraya, que iba dando tumbos por el mundo tras ser repudiada por el Sha de Persia.

De aquella época, a mediados de los 60, data el primer encuentro que los Stilianopoulos tuvieron con la reina de Inglaterra; tomaron el té con ella en casa del maharajá de Jaipur, en Ascot. Años después, Isabel II le recordaría en Londres dicho encuentro a Pitita. Luego lo comentaremos.

En 1967, la troupe Pitita –marido y dos hijos, a principios de los 70 nacería el tercer vástago–, se traslada a Roma, a un piso maravilloso situado en el corso Vittorio Emanuele, por el que pagan una renta muy baja. ¿La razón? Había un fantasma dentro y, tan borde se puso el dichoso espíritu –de nombre Gabriel– que al final tuvieron que mudarse.

UNA MUJER BRAVA. En su época romana Pitita colaboró, por casualidad, con Federioco Fellini –“¡Es usted más brava que María Callas!”, le dijo el el director italiano tras realizar una prueba para la próxima película del maestro–, alternó con gurús e infantas y, de la noche a la mañana, se convirtió en pintora de relumbrón. Con el loable fin de dar vida a las desnudas paredes de los dormitorios de sus hijos, se puso a pintar un cuadro sin tener ninguna noción del asunto. Tomó como modelo una silla Luis XV y la plasmó en el lienzo a su manera. El resultado no le satisfizo lo más mínimo, pero un decorador flipó con la silla Pitita, la colgó en su estudio y se obró el milagro: la vio un marchante americano y, subyugado por la obra, exigió ver el resto de la producción de la artista de la silla.

No existía “resto de la producción”, aunque Pitita, azuzada por su amigo el decorador, se puso a pintar cuadros como una descosida y su obra llegó a ocupar un amplio espacio en Underground Interiores, el libro que posteriormente publicó el americano. Y lo que es la vida: la pintura en la que aparecía la silla fue adquirida por una empresa publicitaria que llegó a explotar el mueble en muchas de sus campañas. Lo mismo se veía a la silla del delito en un anuncio de cigarrillos de la marca inglesa Lambert and Butler que en un reportaje de decoración en la revista Vogue.

Pero el hecho más destacable de esa época –por lo que acarrearía de cambio en la trayectoria vital de su protagonista–, fue la visita de Imelda Marcos, esposa del presidente de Filipinas. Venía de Londres y se dirigía a Madrid para asistir a la boda de los duques de Cádiz. Hizo escala en la capital italiana y, en el transcurso de una cena que los Stilianopoulos ofrecieron en su honor, Imelda le comunicó a Mike que su marido deseaba nombrarlo embajador de Filipinas.

Sus experiencias como esposa del embajador forman la parte más amena del libro. Especialmente hilarantes son los episodios referidos a Imelda, una primera dama cuya principal afición era –y que no suene a chiste fácil– darle al tacón. En un viaje que los por aquel entonces Príncipes de Asturias hicieron a Filipinas, a la prima donna se le metió entre ceja y ceja que los altos cargos del Gobierno filipino participaran en un baile. Para darle mayor vistosidad al asunto, Imelda exigió que todos llevaran sus condecoraciones oficiales. El marido de Pitita no tenía ni una, sin embargo, la Marcos solucionó el problema en un santiamén. Se fue al dormitorio de su esposo y cogió unas cuantas a puñados: que si la Medalla del Trabajo, que si la de los Méritos de Guerra, que si la del Valor… Un alucinado Stilianopoulos no tuvo más remedio que colocárselas.

De la coquetería sin límites de Imelda da buena prueba otra anécdota. Antes de que Juan Pablo II visitara Filipinas, la primera dama exigió que el atuendo de las señoras fuera extremadamente sencillo y, por supuesto, sin escote. Pitita se trasladó a Manila con dos amigas y, al llegar a la capital, el modisto Pitoy Moreno se encargó de vestir a las señoras exactamente igual. Gran desilusión, claro, porque habían encargado en Madrid unos trajecitos elegantes a la par que discretos. Sin embargo, Pitoy cumplía órdenes de Imelda. Pitita & company se quejaron, pero no había nada que hacer. No se les permitía ni tan siquiera llevar un discreto collar de perlas. Las órdenes eran tajantes. Posteriormente se dieron cuenta de que todo había sido una estratagema urdida por Imelda para ser la más espectacular del cotarro. De hecho, se presentó ante el Santo Padre “con un magnífico traje de generoso escote y adornando su cuello con cascadas de perlas. Unos espléndidos pendientes largos muy costosos realzaban el conjunto”.

MUY RELIGIOSA. El segundo encuentro de Pitita Ridruejo con Isabel II tuvo lugar en Buckingham Palace. Designaron embajador en Inglaterra a su marido y el matrimonio se plantó en palacio para presentar las cartas credenciales. Pitita preguntó a la encargada de protocolo real si podía recordarle a la reina que habían tomado té en Ascot, pero la encargada no le dio opción: “A la reina de Inglaterra no se le pueden hacer preguntas. Deberá usted limitarse a las que ella le haga”.

Sin embargo, antes de acabar la audiencia, fue la mismísima Isabel II quien le recordó a Pitita “el agradable encuentro en casa del maharajá de Jaipur”. Posteriormente también tendría la posibilidad de conocer a la monarca en su versión más doméstica. Enterada la reina de que Mike Stilianopoulos dejaba su puesto como embajador, quiso despedirse de la pareja invitándola a pasar un fin de semana en Windsor. En el transcurso de una cena, el marido de Pitita fue testigo de una situación que se produce en multitud de hogares, aunque inimaginable en uno real: Isabel II daba de comer a sus perritos por debajo de la mesa para que no se enterara su esposo. Cuando la estancia de los Stilianopoulos en Windsor tocaba a su fin, un asustado funcionario comunicó que el príncipe Andrés partiría al día siguiente a las Malvinas. Pitita, asustada, exclamó: “¡Majestad!, tiene que impedirlo. ¡El príncipe Andrés es aún demasiado joven para ir a la guerra!”. Sin embargo, la contestación de la reina fue rotunda: “Agradezco mucho tus palabras, querida, pero no olvides que hay muchas madres que también han mandado a la guerra a sus hijos con la misma edad que Andrés”.

Sabido es que Pitita es una mujer extremadamente religiosa, de ahí que no falten en el libro constantes referencias a su florida vida espiritual. Del día que hizo la Primera Comunión comenta: “Tuve a Dios dentro de mí, la emoción no me dejó respirar y empecé a llorar”. Pero en un momento especialmente trágico de su vida –el aborto natural de unos gemelos–, empieza a coquetear con la espiritualidad oriental. Y cuenta una experiencia que seguro que traerá cola: su inscripción en el Curso volador. Sucedió en Londres. Pitita asistió a un centro de meditación con la esperanza de salir del pozo en el que estaba inmersa tras la pérdida de sus dos hijos. El director del centro le propuso inscribirse en el Curso volador, aunque antes tuvo que dejar constancia de que había practicado la meditación durante dos años. Tras una preparación teórica, trasladaron a las integrantes del curso –Pitita y 25 señoras más– a una granja cercana a la capital.

Sostiene Ridruejo que durante varios días se dedicaron a captar la mayor cantidad de energía posible: “Dedicábamos el tiempo a la meditación, a escuchar música india, a comer y a descansar (…)”. Y llegó el día del vuelo. Las alumnas firmaron un documento en el que se comprometían a no revelar ninguna de las enseñanzas que recibieran, las metieron en una sala “con las paredes tapizadas de goma espuma para evitar que nos dañáramos si nos golpeábamos contra ellas cuando intentáramos elevarnos”, las sentaron en posición flor de loto y, acto seguido, las profesoras desaparecieron de la sala. Cuenta Pitita que una voz lejana les empezó a hablar y… sobrevino el prodigio. Volaron. “La última vez que nos reunimos en el Flying Room (cuarto volador), nuestras profesoras nos acompañaron y organizamos entre todas un insólito espectáculo difícil de olvidar. Parecíamos extraordinarias acróbatas elevándonos en el aire y cruzando el salón impulsadas por saltos llenos de ligereza”.

Viendo que su alma no sanaba, Pitita se desplazó a Puttaphari (La India) en pos de un reputado santón llamado Sai Baba. Las palabras que el santón le dedicó fueron reveladoras: “¡Tú no perteneces aquí! ¡Vuelve a tus raíces cristianas!”. Y así lo hizo.

En la década de los 80, Pitita y su familia retornan a España. La hoy autora colabora en diversas publicaciones: entrevista a Andy Warhol para Tiempo o a Peter Caruana para ABC cuando fue nombrado ministro principal de Gibraltar. El encuentro con Warhol fue cuanto menos increíble: la recibió en la suite de un hotel madrileño con los muebles, lámparas y demás adornos tirados por el suelo. Pitita hizo como si la decoración de la habitación fuera de lo más normal. Se sentó en el suelo y Warhol la imitó. Tras la entrevista, el artista le preguntó que si acostumbraba a encontrar habitaciones como la suya. “¡Por supuesto que no! Pensé que habías tenido una pelea con alguien y traté de disimular”, respondió ella. El artista no pudo reprimir su decepción: “Yo fui quien tiró todo para ver tu cara de susto cuando entrases. ¡Y me dejaste completamente frustrado al no decirme nada!”.

A través de Amipsa –un club de parapsicología presidido por el Padre Pilón– empieza a interesarse por las apariciones de la Virgen María. Aparca su vida social y se dedica a ofrecer conferencias marianas y a publicar diversos libros sobre este asunto. Así, en la última parte de sus memorias explica los encuentros que ha mantenido con diversas personas que aseguran haber visto a la Virgen y narra sobrecogedoras experiencias personales relacionadas con el universo mariano. Precisamente fue su querencia a divulgar estas apariciones lo que la llevó a vivir una terrible experiencia en Las Palmas. Aterrizó en la isla con su íntima amiga Pat Kennedy y, cuando estaban en el hotel donde se iba a celebrar la conferencia, un señor se llevó aparte a Pitita. Encañonándola con una metralleta, le preguntó por el verdadero motivo de su visita. Creía que, si estaban los Kennedy de por medio, la isla no se iba a salvar de un golpe de Estado. Una vez deshecho el entuerto se descubrió que el pobre hombre tenía graves problemas psíquicos.

Pitita desvela en su libro que el primer ejemplar se lo hará llegar al Príncipe Felipe. Suponemos que el segundo se lo dedicará a Paco Umbral, dado que el escritor la convirtió en personaje de culto gracias a artículos tales como Pitita milagrosa, Apocalipsis Pitita Now, Pitita levita o Pitita hacia la noche. Aunque, hasta llegar a la amistad que ahora les une, tuvieron sus más y sus menos, ya que en un artículo titulado Heidi Umbral comparaba a Franco con el abuelo de la sensible campesinita y a Ridruejo con la señorita Rottemmeyer, algo que indignó sobremanera a nuestra heroína. Claro que… ¿a quién no le molesta que la comparen con una bruja?

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Mensajepor arenita » Dom 27 Oct, 2013 10:26 pm

LA OBSE: Muy bueno esto último... ¡qué mujer tan peculiar!!! supongo que todo eso de las levitaciones y del Flying room sería con ayuda de.... ¿algún canutillo que declarar??? jajajaja qué mujer...
Gracias por traer la info!!!

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Mensajepor Invitado » Sab 07 Dic, 2013 11:53 pm




Yo, al segundo día, levité

Se aparece de entre los siglos, envuelta en cielo y ordenada en la laca de sus certezas. Pitita, el diminutivo de Dios > Creció en una elegancia de fabiolas, un mundo de solfeo y hadas que echaban sal al río para que se pareciera al mar > Fue embajadora consorte, un azucarillo en la porcelana de reinas, Papas y tiranos con modales. Y, al tiempo, vivió en Umbral, Warhol o Fellini > Trae 'La Virgen y sus apariciones', milagros de tinta invisible > Divinamente.


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    1- ¿Usted recibe?

    Sí, por la tarde.


    2- ¿Qué día encontró usted la virginidad?

    No, eso no lo digo porque me da vergüenza. (Me refiero a la virginidad de la Virgen María) Ah, bueno. Hubo un día especial... Es que yo hice dos primeras comuniones, una para unos abuelos y otra para los otros. Y la del segundo día, yo con un año más y altísima y sin pegar nada con las demás niñas, estaba feliz.


    3- ¿Cómo es la Virgen a un metro de tiempo?

    ¿De tiempo?... La Virgen a un metro es una maravilla. Da escalofríos pensar lo santa que es.


    4- ¿Qué noticias tiene del apocalipsis?

    Uy, todas. Estamos en el final del tiempo. No es el fin del mundo, es el fin de esta era. Y esta era es el desastre padre. Padre y muy señor mío. (¿Está cerca el apocalipsis?) Sí. (¿Cuánto?) No, eso no lo puede saber nadie. No lo sabe ni el Hijo de Dios. Pero ya está aquí.


    5- ¿Qué pasó aquel día en que voló?

    ¡Uy, qué volé me preguntas! En Londres me apunté a un curso de levitación con 16 señoras y unos médicos indios, los maharishis. La experiencia fue tremenda. Existió, no fue invento. Fueron siete días, y lo de levitar, lo crean o no, era que el cuerpo, en posición de loto, con las piernas cruzadas y en el suelo, tras repetir unos mantras, se elevaba. Al primer día nadie se elevó. Pero a los dos días, una señora empezó a saltar y a decir: '¡My goodness!'. Su cuerpo se elevaba por la energía que estaba sucediéndole. (¿Y a usted le pasó?) Sí, claro. Si no me llega a pasar me pongo histérica, ja, ja. (¿Cuándo?) Al segundo día. Yo, al segundo día, levité. Fue interesantísimo.


    6- ¿Qué asuntos de Estado habría tratado con Imelda Marcos o Isabel II de haber sido un hombre?

    ¿Yo un hombre o ellas un hombre, ja, ja? (No, usted, porque ellas ya tenían el cargo) De la injusticia del mundo con la pobreza. Me irrita. (¿Y de qué hablaba con ellas?) No, no... Mira, con la señora Thatcher tengo una anécdota que no sabe nadie. Yo estaba embarazada y en una reunión con muchísima gente, veo que coge una silla, pesada, y atraviesa el salón con la silla en brazos. Y llega a mi lado y me dice: 'Haz el favor de sentarte que tú no estás para estos trotes'.


    7- ¿Qué tiene el Príncipe Carlos de Inglaterra entre las dos orejas?

    Me voy a encender un pitillo, porque me estás haciendo unas preguntas... Es sencillo y gracioso, un encanto. Yo, que pensé que la Reina era antipática y seca, y es encantadora. En una cena, le dijo a mi marido que no le dijera al suyo que los perros estaban debajo de la mesa. Va con los perros a todas partes.


    8- ¿Qué pensó usted cuando supo que Franco además de su autógrafo firmaba sentencias de muerte?

    Ah, no quiero hablar de Franco. Cuando oigo hablar cosas malas de él... no digo nada, porque yo no sé nada. Siempre que estaba con nosotros yo no le encontré ninguna cosa como para asustarme.


    9- ¿Qué pobre la ha invitado a su puchero de Nochebuena?

    De momento sólo me ha invitado mi marido, ja, ja. (Que no es muy pobre...) Hombre, tampoco... Yo tengo muchos amigos que no es que estén demasiado enriquecidos. La falta de medios es injusta y hay que solucionarla ya.


    10- ¿Qué ideas le sujeta la laca?

    Uy, mi laca, ¿qué le habrá pasado a mi laca? Yo tengo muchas ideas. Me gusta muchísimo escribir, y la cabeza me funciona. Hoy no llevo laca, no te preocupes.


    11- ¿Qué le ha contado la Virgen para titular su vida a cinco columnas?

    Pues que hay que amar al prójimo. (Pero para eso no hace falta que se le aparezca la Virgen) Hombre, conviene que aparezca y te lo diga. Si te lo dice la Virgen te quedas muy impresionado.


    12- Entienda que es difícil creer a alguien que dice haber levitado, que ha estado con la Virgen y que ha visto danzar al sol. ¿Me salvaré?

    ¡Claro! Con la cara que tienes de buena persona, te salvarás. (¿Aunque no me lo crea?) Lo vas a creer porque yo no miento. (Yo creo que usted lo cree, pero ¿debo yo creer que el sol danzó?) ¡Pero si esa es la verdad más grande! Otro día te pongo cinco o seis películas donde se ve danzar al sol.

    (+1) ¿Y usted a quién se aparece?

    A mis nietas.

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Mensajepor Invitado » Sab 05 Abr, 2014 10:25 pm

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CLAUDIA STILIANOPOULOS
Escultora
La discreta hija de Pitita Ridruejo cambió el glamour marbellí por la India más pobre. Ahora es una artista con obras colocadas en varios ministerios

«PRESENCIÉ UN MILAGRO»

MARÍA EUGENIA YAGÜE



No es que reniegue de la fama de su conocidísima madre, Pitita Ridruejo, de hecho se adoran y viven en el mismo edificio, pero hubo un tiempo en que Claudia Stilianopoulos (41) firmaba sus telas y esculturas con seudónimo. Y es que basta que tu abuelo haya sido banquero (Epifanio Ridruejo) y que tus padres hayan estado en la fundación de la Marbella más glamurosa, para que al cumplir los 18 te pongas una mochila al hombro y cambies Puerto Banús por un vagón de tercera en Calcuta.

Claudia es hoy una artista muy valorada que expone estos días en Madrid, Miami y Gijón sus esculturas de hierro y las pinturas que hace sobre maderas que recoge en la calle. Su galería en Madrid es un espacio abierto gratuitamente para dar a conocer a nuevos artistas. «Vienen de varias galerías a ver sus obras y de ahí han salido exposiciones por toda España, estoy encantada».

Esbelta y elegante como Pitita y con la estatura de su padre, Mike Stilianopoulos, antiguo embajador de Filipinas en Madrid y en Londres, Claudia tiene el perfil griego de su madre, aunque Pitita es de Soria. Y lleva el apellido griego de su padre, que es filipino hijo de naviero griego. Paradojas de la vida.

    Pregunta.— Su madre dice que usted se vende mal.

    Respuesta.— No me vendo, que es distinto.


    P.— Pero sus apellidos están ahí, aunque no los utilice para promocionarse. La prensa rosa está llena de gente famosísima que se forra con la fama.

    R.— He estado sin televisión seis años y nunca he comprado una revista de ésas. Mi madre me guarda alguna si sale algo mío, pero como sale poco…


    P.— ¿Sabe quiénes son Gloria Camila y José Fernando?

    R.— No, es que soy una inculta, me quedé en la ex de Jesulín.


    P.— Pues conocer a Campanario ya es cultura.

    R.— No, es esa otra, la que era rubia.


    P.— ¿No tiene marchante, mánager o publicista?

    R.— No, me cuesta mucho presentarme y darme a conocer. Más que buscar, me gustaría que me encontraran.


    P.— ¿Tampoco expone en Marbella? Por allí hay mucho ruso con pasta.

    R.— Mis padres dejaron Marbella hace años. Ahora están en Sotogrande. Casualmente este verano me han invitado a exponer allí, será mi primera vez. Cuando cumplí 18 años, dejé de ir a Marbella, cogí la mochila, me fui y no he vuelto.


    P.— Para promocionarse tan poco, hay cosas suyas en varios despachos de algún ministerio.

    R.— La contrata que reformaba esos despachos me lo propuso después de ver mi obra en el escaparate de Mueble DeClo, la tienda que tenía en Joaquín Costa, donde ahora está la galería. No me conocían de nada pero me encargaron la zona noble del Ministerio de la Seguridad Social y cuando estaba la ministra Bibiana Aído me presenté a un concurso para el mobiliario de su despacho y lo gané. También me encargaron el despacho de Miguel Sebastián.


    P.— ¿Es una artista cara ?

    R.— No creo y menos ahora que todo es más difícil. Dependiendo del tamaño, tengo cosas entre 300 y 8.000 euros.


    P.— Estuvo casada con Juan Garaizábal, también artista. ¿Por qué no funciona un matrimonio entre colegas?

    R.— Puede funcionar perfectamente. De hecho estuvimos casi 17 años juntos. El matrimonio ya fallaba cuando Juan, que es artista tardío, empezaba su obra, que por cierto admiro mucho.


    P.— ¿Estaba con Pitita en El Escorial cuando se apareció la Virgen?

    R.— No vi a la Virgen pero sí presencié un milagro, el de la danza del sol. El cielo estaba totalmente encapotado, empezó a diluviar y de pronto se abrieron las nubes, se cerraron los paraguas y empezó la danza del sol, dos soles, tres soles. Oscureció de nuevo y volvió el diluvio.


    P.— Y se quedó traumatizada para siempre.

    R.— No, yo era una niña de 10 años, a esa edad hasta lo maravilloso entra en la normalidad. Como en El mago de Oz.


    P.— Trabajó en moda, ¿no le tentó desfilar?

    R.— Me lo propusieron hace tiempo y una vez me sacaron en la portada en una revista en Italia, pero nunca la llegué a ver. Cuando trabajaba en París con el modisto Jean Louis Scherrer, se presentó a un áasting Naomi Campbell, que empezaba entonces. Y su agencia me ofreció un contrato, pero no quise. De haber seguido igual me habría ido mejor, tendría más dinero. Pero en el fondo estoy encantada con mi vida porque no me van los focos.


EL MUNDO / LA OTRA CRÓNICA / SÁBADO 5 ABRIL 2014




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