África, la gran olvidada

Un lugar con buen talante y pluralidad democrática donde se debate lo más relevante de la política y la actualidad nacional e internacional.

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Ken Saro-Wiwa

Mensajepor Ken Saro-Wiwa » Mar 10 Nov, 2009 10:49 pm

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Aniversario negro de la petrolera Shell

Hoy se cumplen 14 años de la ejecución de Ken Saro-Wiwa y ocho ecologistas en Nigeria. Meses antes de estos asesinatos gubernamentales el gerente general de la Shell en Nigeria explicaba así el apoyo de su empresa a la dictadura militar: "Para una empresa comercial que se propone realizar inversiones, es necesario un ambiente de estabilidad Las dictaduras ofrecen eso".

El escritor Ken Saro-Wiwa fue ejecutado junto con otros ocho miembros de la etnia ogonis, por oponerse a la devastación de la multinacional petrolera SHELL, que tras años de sucias actividades estaban aniquilado sus aldeas y reduciendo sus tierras a un vasto yermo. Estas protestas fueron contestadas por la dictadura que gobernaba entonces Nigeria de forma brutal, amparados en el silencio, prohibiendo el acceso a periodistas de cualquier medio de comunicación. Se calcula que hubo más de 2.000 asesinatos y miles de exiliados.


SHELL no quiso llegar a los tribunales e indemnizó el año pasado al pueblo Ogoni con 11 millones de Euros.

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Africa

Eric Lafforgue Photography Africa

Mensajepor Africa » Sab 19 Dic, 2009 3:04 am

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Eric Lafforgue Photography

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Invitado

Mensajepor Invitado » Lun 21 Dic, 2009 7:54 pm

La ONU califica de "crímenes contra la humanidad" la violencia registrada en Guinea Conakry en septiembre
Al menos 157 personas murieron a manos de las fuerzas de seguridad, que reprimieron a punta de disparos una manifestación opositora

EFE - Nueva York - 21/12/2009

Los actos de violencia ocurridos en Guinea Conakry el pasado 28 de septiembre y los días posteriores constituyen "crímenes contra la humanidad", según ha considerado la Comisión Internacional de la ONU encargada de investigar ese suceso en un informe publicado hoy. Al menos 157 personas murieron a manos de las fuerzas de seguridad de Guinea durante la represión anterior a un acto de la oposición.

"Esos crímenes se inscriben en el marco de un ataque generalizado y sistemático lanzado por la guardia presidencial, los gendarmes encargados de la lucha antidroga y de los bandidos y milicianos en contra de la población civil", se asegura en el documento de 59 páginas que contiene el resultado de la investigación realizada entre el 25 de noviembre y el 4 de diciembre. La comisión, además, concluye que "hay razones suficientes para presumir responsabilidad penal de algunas personas nombradas en este informe, bien directamente o en tanto jefes militares o superiores jerárquicos".

El jefe de la junta militar guineana, Musa Dadis Camara, negó toda responsabilidad en esa matanza. En la actualidad, según diversos informes de prensa, Camara -que quiere presentarse a las próximas elecciones presidenciales de su país- está en Marruecos, convaleciente de una herida de bala que le infirió su ayudante militar y jefe de la guardia presidencial, Toumba Diakite.

Según la oposición, soldados gubernamentales dispararon sin previo aviso sobre la concentración pacífica que se manifestaba en contra del régimen militar, en el poder desde el 23 de diciembre del año pasado. Además, miembros de las fuerzas de seguridad y militares violaron a mujeres, y entre los heridos figuraban los ex primer ministros y líderes de la oposición Cellou Dalein Diallo y Sidya Touré, que estuvieron varias horas detenidos y cuyas viviendas fueron saqueadas posteriormente.

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albinos

albinos africa uganda piden proteccion

Mensajepor albinos » Vie 26 Feb, 2010 11:22 pm

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"SOMOS HUMANOS COMO EL RESTO"
Los albinos piden protección ante el parlamento de Uganda

Son ciudadanos ugandeses y albinos. Se han manifestado frente al Parlamento de la capital para pedir protección y que se les asigne un escaño especial en la Cámara para defenderse.

En Uganda ser Albino es sinónimo de discapacitado y por ello, viven ocultos por sus familias al ser considerados una lacra. Más de cien albinos han sido asesinados en África para conseguir sus restos, que se utilizan luego en rituales de brujería y en pócimas.

Con pancartas en las que proclamaban "Somos humanos como el resto de la sociedad", los miembros de la Asociación de Albinos entregaron una petición a la vicepresidenta de la Cámara y pidieron un escaño especial igual que lo tienen en Tanzania.

El albinismo es un desorden congénito que se caracteriza por la ausencia total o parcial de pigmentos en la piel, pelo y ojos debido a la falta de una enzima que actúa en la producción de melanina.

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ratonera

Mensajepor ratonera » Vie 26 Mar, 2010 1:29 am

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Subsaharianas en la ratonera del sexo

"Tuve un bebé al que nunca quise parir por culpa de la violación", asegura Alice, una emigrante congolesa atrapada en Marruecos desde hace cinco años. "Mi clítoris no se parece al de otras mujeres. Antes era como dios me había creado, pero ahora no porque te tiran, lo fuerzan, te hacen cosas".

Cada vez son más, cada vez son más jóvenes y cada vez abusan más de ellas. Asusta escuchar los testimonios de las 63 niñas y mujeres, como Alice, atendidas en Marruecos por Médicos Sin Fronteras (MSF) y cuya dramática experiencia se refleja en el informe "Violencia sexual y migración. La realidad oculta de las mujeres subsaharianas atrapadas en Marruecos camino de Europa", hecho público este jueves.

La violencia sexual está a la orden del día en la experiencia migratoria de estas mujeres. Muchas la sufren antes, durante y después de un viaje que puede alargarse más de una década por diferentes países del continente. No es éste un fenómeno nuevo ni es la primera vez que una organización humanitaria trata de llamar la atención, pero "es necesario buscar una respuesta" porque "hay una tendencia a que aumente", explica a ABC.es Jorge Martín, coordinador general de MSF en Marruecos.

"Se trata de un fenómeno de enormes dimensiones que necesita un abordaje valiente e inmediato desde el ámbito institucional, nacional e internacional, para dar una adecuada atención a las víctimas", dice el informe.

El 67 por ciento de las víctimas atendidas procede de la República Democrática del Congo (37 por ciento) y de Nigeria (30). El resto se reparte entre una decena de países más. Sus edades oscilan entre los 2 y los 40 años y el 21,5 por ciento son menores de edad.

Violaciones «rutinarias» a menores

De estas 63, el 29 por ciento reconoció haber sido violada antes de salir de su país y el 45 por ciento durante el trayecto migratorio. El 59 por ciento de las que entraron a Marruecos por el paso entre Maghnía (Argelia) y Uxda dicen haber sido víctimas de abusos sexuales, aunque MSF teme que son muchas más por las dificultades que ha encontrado para realizar el trabajo. Un tercio los sufrieron en el territorio marroquí sin contar Uxda. En algunos casos las violaciones se llevan a cabo de manera rutinaria y señalan como "especialmente preocupantes" los casos de las menores.

"Una recién llegada a Maghnía es de quien quiera. No puede negarse, no puede irse, todo se paga con sexo. Aunque vaya con su bebé o con su hijo, toda mujer debe pasar por lo mismo", afirmó un subsahariano que pasó por la zona.

"Tienes que seguir a un hombre. Tienes que tener un novio. Y si no lo haces todos los días te estarán pegando", explica Precius, nigeriana de 31 años. "Sobre todo en Maghnía violan a las mujeres. Cuando llegas dices que no quieres estar con ningún hombre y te violan. Y no será uno el que te viole, serán más", añade esta mujer que trató de abortar tras una de esas violaciones.

El 23% de las violadas se quedan embarazadas

MSF sólo ha dado con una mujer que denunció a su violador, que alegó consentimiento y quedó en libertad. El 23 por ciento de las violadas, según el informe, se quedaron embarazadas. Los violadores suelen ser miembros de la mafia migratoria, otros compañeros de viaje o delincuentes y otros habitantes de Marruecos que se cruzan con ellas en el camino.

La cada vez más frecuente deslocalización de la seguridad en la frontera sur europea hacia el norte de África bloquea cada vez a más candidatos a cruzar el Mediterráneo en países como Marruecos. Por eso, MSF halla responsables de las consecuencias en las dos orillas, tanto en el Gobierno marroquí como en la Unión Europea.

En el reino alauí no hay estadísticas oficiales de cuántos africanos viven sin papeles, pero todas las organizaciones que trabajan con ellos coinciden en que son menos que hace un lustro pero viven en peores condiciones y pasan más años en esta última esta africana de un viaje que muy pocos terminan con éxito. MSF calcula que en el reino alauí hay actualmente 4.500 emigrantes subsaharianos sin papeles. Muchos de los que estaban en tránsito se encuentran ahora bloqueados.

En la ciudad marroquí de Uxda, que centra el tráfico de las idas y venidas de emigrantes entre Marruecos y Argelia, las subsaharianas representaban hace dos años el 2 ó el 3 por ciento. Hoy, según MSF, son el 22 por ciento.

¿Qué hay detrás de este aumento? "Siguen en pie mitos como que si están embarazadas no las expulsarán o les acabarán dando papeles", reconoce Jorge Martín.

Pero la presión que ejercen las mafias y el miedo de las emigrantes a ser detenidas y deportadas en un país donde no son reconocidos sus derechos impide conocer gran parte de la verdad sobre los abusos que sufren. "Las mujeres tienen prohibido denunciar en las comisarías acompañadas por las ONG. Deben entrar solas y lo normal es que no vuelvan a verlas hasta después de que hayan sido llevadas a Uxda (en la frontera con Argelia)", señala a ABC Concha Badillo, responsable de asuntos humanitarios de MSF en Marruecos. Cuando algunas "finalmente pueden hablar hemos perdido un tiempo precioso para que sean atendidas".

El informe es "una invitación para que los actores que tienen que implicarse se impliquen", comenta el coordinador de MSF en Marruecos. La realidad es que los problemas de los emigrantes, sean cuales sean, siguen vinculados al Ministerio del Interior marroquí. Ni Sanidad, ni Justicia, ni Asuntos Sociales suelen encargarse de ellos, como reconoce la ONG.

El informe se refiere sin embargo a "diversas medidas" gubernamentales junto a asociaciones locales para luchar contra este tipo de violencia, aunque "siguen sin existir recursos" para ello. "Con un poquito de voluntad política se puede hacer algo de Justicia con estas mujeres", concluye Concha Badillo.

ABC.es

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40 cents

Mensajepor 40 cents » Mar 04 May, 2010 4:22 pm



The Lazarus Effect Campaign: 40 cents = 2 lifesaving pills

Pe y Bardem, españoles contra el sida
Penélope Cruz y Javier Bardem vuelven a estar unidos en el plano personal y profesional. La pareja de oscarizados actores protagonizan, junto a Hugh Jackman, Bono, Benicio del Toro, Orlando Bloom o Julianne Moore, entre otros, la campaña 'The Lazarus Effect Campaign', que pretende erradicar el VIH en África. Penélope y Javier animan a la población a destinar el dinero de un pintalabios o unos chicles para la compra de pastillas antiretrovirales. Un día de tratamiento cuesta tan sólo 40 céntimos.

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Invitado

Mensajepor Invitado » Dom 09 May, 2010 3:08 pm

Los nuevos amos de África

FRANCESC RELEA 09/05/2010

El desembarco de China ha empezado a cambiar la cara del continente. Desde Argelia a Mozambique. De Sudán a Zambia. De Mauritania a Congo. La huella del gigante asiático es cada día más visible. Objetivo: las materias primas locales que permiten a la potencia económica oriental continuar con su imparable crecimiento. Este es un viaje al encuentro de dos mundos muy diferentes. Así transcurre la ?arga marcha?hacia África.

En medio de la nada, a 14 kilómetros de Maputo, un millar de operarios trabaja en la construcción del nuevo estadio nacional de la capital de Mozambique, que en 2011 albergará los Juegos Pan Africanos. Una cúpula de inconfundible estilo oriental corona la entrada del coliseo en obras, que recibe al visitante con varias frases en caligrafía china y en portugués. "Este proyecto será hecho con la mayor perfección para dar gloria a China", dice una de ellas. Las mismas señas de identidad adornan la construcción de la terminal nueva del aeropuerto internacional, que ejecuta también una empresa china, con un crédito blando del banco de exportaciones e importaciones de China (EXIM Bank). "Estar unido, ser pragmático, pedir excelencia?Calidad, rapidez, eficiencia". Son consignas que el nuevo amigo de África disemina por todos los rincones del continente.

Desde Argelia a Mozambique, de Sudán a Zambia, o de Mauritania a Congo, la huella de China es cada día más visible. La ecuación es simple: el gigante necesita materias primas para mantener un ritmo de crecimiento imparable (entre 7% y 9% de promedio en la última década). Petróleo, madera, cobre, hierro, níquel, aluminio, carbón?oro, diamantes y otras piedras preciosas, viajan desde África a Extremo Oriente para alimentar una maquinaria insaciable. A cambio, miles de obreros chinos trabajan a destajo en la construcción de carreteras, puentes, presas, centrales eléctricas, estadios, edificios públicos. La cara de muchos países africanos ha empezado a cambiar desde el aterrizaje masivo de la cooperación china. El presidente Hu Jintao prometió en el cuarto Foro de Cooperación China-África, celebrado en Egipto en noviembre pasado, un préstamo de 10.000 millones de dólares para poner en pie un sistema financiero robusto en el continente africano.

China ha desplazado a Estados Unidos como mercado principal de diversos minerales y, en consecuencia, tiene mucho que decir en la configuración de los precios internacionales. Todo ha ocurrido muy rápido. La necesidad de materias primas determina en gran medida la política exterior de una potencia. Ha sucedido con Reino Unido y Estados Unidos desde el siglo XIX, y lo mismo ocurre con China.

Un marcador electrónico indica que faltan 154 días para la conclusión del estadio nacional de Maputo. Los trabajos avanzan a buen ritmo para cumplir el plazo de entrega. Setecientos mozambiqueños están en el eslabón más bajo de la cadena -pocos pasan de peones-, mientras que unos 300 chinos acaparan los puestos directivos y técnicos. "Ellos son los jefes, nosotros, los esclavos", dice Eduardo Abrar, director de recursos humanos en un despacho destartalado. El idioma impide una comunicación fluida entre dos mundos tan distintos. Dos intérpretes del chino al inglés y del portugués al inglés poco pueden hacer para que todos se entiendan en este enjambre humano.

Los obreros chinos viven en pabellones dentro del recinto del estadio. A la entrada de muchas viviendas hay ropa colgada, monos de trabajo de color gris y rosa, y cascos. Aquí trabajan, comen y duermen los siete días de la semana. Sólo un grupo sale para comprar en el mercado alimentos frescos. Los demás productos llegan de China.

Es sábado por la mañana y una delegación oficial, encabezada por el ministro de Juventud y Deporte, visita el avance de las obras. La tensión sube varios grados cuando los representantes del Gobierno se quejan de la mala calidad del asfalto en la zona del aparcamiento, y de las maderas utilizadas en el interior del estadio. Caras largas de Deng Lai, director general de las obras, ante los lamentos del ministro.

Maputo vive un boom inmobiliario sin precedentes. Los edificios en construcción o en rehabilitación suman más de 140 en una ciudad de 1,4 millones de habitantes. En la mayoría de las obras están los chinos, que han instaurado una nueva filosofía de trabajo, con subcontratación de empleados y jornadas de trabajo interminables.

"La ley protege claramente a la mano de obra local. Sólo puede trabajar el extranjero especializado que no compite con un mozambiqueño", explica Fernando Lima, presidente del grupo de comunicación Mediacorp. La realidad es bien distinta: "En la construcción civil los chinos ocupan hasta puestos de trabajo no especializado. Ningún medio informativo mozambiqueño ha publicado una línea del tema. Ni nosotros", revela Lima.

Casi tres cuartas partes del territorio de Mozambique está cubierto de bosque y selva, que producen una amplia variedad de maderas de todas las calidades. China ha entrado en este sector con su voracidad habitual, con la complicidad de quienes otorgan las licencias, y se ha convertido en el primer comprador de madera en África oriental. Carlos Serra Jr., reputado ambientalista, fue uno de los fundadores de la organización Justiça Ambiental y trabaja actualmente en la formación de jueces en Derecho del Medio Ambiente. "Aquí hubo una época que parecía el Far West, depredación de bosques y selvas sin control". Todo es posible cuando falla la fiscalización y el rigor a la hora de conceder licencias de explotación forestal. "Es un misterio y resulta que aceptamos a cualquier pirata", lamenta Serra Jr. En la sede de Justiça Ambiental, la directora, Anabela Lemos, muestra fotos recientes de troncos cortados y abandonados en la provincia de Gaza para explicar las consecuencias de la crisis y de la caída del precio de la madera.

La ayuda a Mozambique, país al que España destina 40 millones de dólares al año, ha sido objeto de interminables debates entre los países donantes en los últimos seis meses. Una serie de naciones, encabezadas por el grupo nórdico, proponían un recorte drástico de la ayuda por considerar que Mozambique es un pozo sin fondo. Finalmente seguirá la ayuda, pero el debate está abierto. China ha actuado por su cuenta en toda la crisis. Eduardo López Busquets, embajador de España en Maputo, asegura que en las múltiples reuniones multilaterales sobre cooperación, el representante chino siempre ha brillado por su ausencia. Toda una señal.

Los intercambios comerciales de China con África se han multiplicado por siete desde el cambio de siglo. En 2008 alcanzaron 107.000 millones de dólares en valores absolutos, una cifra que queda lejos todavía del comercio de China con la Unión Europea (425.000 millones de dólares), y con Estados Unidos (334.000 millones). En el terreno político, el gigante asiático ha logrado un éxito más rotundo con el respaldo de la mayoría de naciones africanas al principio de "una China", que implica el desconocimiento de la independencia de Taiwan.

Sólo cuatro de los 54 países del continente reconocen actualmente a Taiwan en lugar de la República Popular China. Uno de ellos, el reino de Suazilandia, antiguo protectorado británico, es el único que jamás ha tenido relaciones diplomáticas con Pekín. A cambio de este reconocimiento, el apoyo de la República de China (Taiwan) a Suazilandia es visible en grandes carteles con la bandera azul, roja y blanca que anuncian aquí y allá un proyecto agrícola, una planta de tratamiento de aguas, un tendido eléctrico, un centro de salud o la construcción de una autopista.

Este pequeño país de un millón de habitantes, enclavado entre Mozambique y Sudáfrica, vive esencialmente del turismo, la agricultura de subsistencia, una industria minúscula y las remesas de los trabajadores suazis en la vecina Sudáfrica, de la que depende económicamente. Y de la ayuda de Taiwan. "Suazilandia es nuestro hermano. Estamos muy contentos con la cooperación entre ambos países". En su amplio despacho, el embajador Peter M. Y. Tsai, 57 años, se deshace en elogios al rey Mswati III, único monarca absoluto del continente, de 42 años, polígamo con 14 mujeres y 23 hijos.

El diseño de la embajada en Mbabane, capital de Suazilandia, recuerda una gran pagoda de tejado verde. Peter Tsai, estuvo destinado en Malawi hasta que este país rompió con Taiwan y reconoció a la República Popular China en enero de 2008.

A las seis de la mañana, la carretera desde Lusaka a la provincia minera de Copperbelt, en el norte de Zambia, está repleta de camiones. Aquí están las minas de cobre y cobalto, las mayores fuentes de riqueza y artífices del crecimiento económico del país, que en los últimos años ha superado el 5%. La producción de cobre (líder de África y séptimo del mundo) ha estado sometida a los vaivenes de los precios en los mercados internacionales. El año pasado alcanzó las 667.000 toneladas.

China es el mayor cliente de Zambia y primer consumidor mundial de cobre, que emplea en la construcción, electrónica, informática, automóvil y otros bienes de consumo, que exporta a gran escala. Tras el colapso de los precios de los años noventa, que desembocó en la privatización del cobre zambiano, el consorcio China Nonferrous Metal Mining (CNMC) compró en 1998 la mina de Chambishi, que estuvo cerrada durante varios años, y años más tarde, las minas de Luanshya y una fundición.

Bajo un intenso aguacero, la primera parada en la provincia de Copperbelt es en Kitwe, segunda ciudad del país e importante polo minero e industrial. En la sede de la Unión de Mineros de Zambia, el sindicato más poderoso que cuenta con 20.000 afiliados, espera el secretario general, Oswell Munyenyembe. "Llevo más de treinta años trabajando en las minas. He tenido jefes de muchas nacionalidades, y puedo decir que los chinos son los peores", comenta. Chambishi es una localidad de 14.000 habitantes junto a la frontera con la República Democrática de Congo, poco agraciada. Mil mineros chinos viven a la entrada del pueblo, aislados del mundo. Los locales, en cambio, viven en el Zambia Compound, el peor barrio, sin luz ni agua corriente.

En el recuerdo de todos está el desastre de 2005 en una fábrica de explosivos de la CNMC, que saltó por los aires y mató a los 54 mineros que había en su interior. Todos eran zambianos. El accidente levantó las iras de la población y una manifestación de protesta fue reprimida a tiros por la policía, que causó cinco muertos. "La gente acusaba a los chinos de no haber evacuado el lugar", cuenta Lilian Pungwa, funcionaria del Ayuntamiento de Chambishi. En cinco años no ha habido ni un detenido ni un procesado por el caso de la explosión.

Cuando la CNMC compró la mina, adquirió también varias casas en la calle principal del pueblo para los directivos. Todas menos una, de Kenel Tembo, que se negó a vender. "Nunca hicieron una oferta aceptable", explica. Como representante de la Comisión Justicia y Paz de Chambishi, Tembo recibe numerosas denuncias sobre las condiciones laborales en la mina. "Al principio hubo muchos accidentes que no fueron reportados a las autoridades. Recuerdo casos de mineros que perdieron los dedos, nunca fueron indemnizados".

A las cuatro de la tarde termina el turno de la mañana. Los mineros zambianos llegan a una plaza del pueblo en autobuses de las distintas compañías. La queja es unánime contra los salarios bajos, malas condiciones de trabajo y el maltrato de los jefes chinos. "¿Qué puede hacer con un salario de 500.000 kwachas al mes (107 dólares) un trabajador que tiene una familia que mantener?", pregunta Katu, de 27 años, tres de ellos en la mina. Evans, de 32 años, trabaja como operador de una máquina. Lleva dos años en la mina y gana 700.000 kwachas mensuales (150 dólares). "No me gusta mi trabajo", es su escueta respuesta. Kay Kabwela, 26 años, dos de ellos en la mina, es el único que no habla más del trabajo. Claro que como contable su salario es superior al de la mayoría, 1,8 millones de kwachas (385 dólares). "No es lo mismo trabajar y ver el sol, que hacerlo a 1.006 metros bajo tierra, colocando explosivos para extraer el mineral".

En la entrada de la mina de Chambishi pido ver al director general, Xu Ruiyong. Un guardia de seguridad responde: "Tiene que enviar una solicitud por fax. En 15 días recibirá la respuesta". Gracias, buenas tardes.

La llegada de los chinos a Zambia se remonta a los años setenta, cuando construyeron el Tazara, ferrocarril Tanzania-Zambia, la primera gran obra de infraestructura de África. Durante seis años, 25.000 chinos enviados por Mao Zedong instalaron 1.860 kilómetros de vía, perforaron montañas y cruzaron ríos. El tren recorre el trayecto desde la ciudad zambiana de Kapiri Mposhi hasta el puerto de Dar-es-Salaam, capital de Tanzania. Esta obra mastodóntica permitió una salida hacia el océano Índico para el cobre zambiano.

Tras la inauguración del Tazara, los chinos se marcharon y no regresaron a Zambia hasta los años ochenta, en una nueva oleada de expatriados. Como la doctora Kenan Gao, de 61 años, que llegó a Lusaka en 1988 para trabajar en el hospital militar, primero, y abrir un consultorio de dentista más tarde. "Los zambianos ven hoy a los chinos con otros ojos. En la época comunista, China construyó el ferrocarril, carreteras, sin pedir nada a cambio. Ahora vienen con los bolsillos llenos para seguir llenándolos. Su actitud es otra: negocio, negocio, negocio".

La presencia china en Lusaka es visible en restaurantes, tiendas de productos baratos, motocicletas Jialing y numerosos edificios en construcción bajo licencia china. Según la embajada en Lusaka, hay registradas unas 300 empresas chinas en minería, construcción y agricultura, con una inversión total de 1.500 millones de dólares.

Jack Ni llegó a Zambia a finales de 2005 como director general de la empresa china Wah Kong Construction Limited. La sede de la compañía en Lusaka está en una extensa propiedad que alberga las oficinas y las viviendas de los empleados. Curiosidades de la transición china, el señor Ni, empresario agresivo como el que más, es miembro del Partido Comunista. "Pero soy un hombre de negocios. China vive una situación especial", puntualiza.

Un ejemplo de la importancia que los dirigentes de ambos países otorgan a la relación bilateral es la visita que realizó el presidente de Zambia, Rupiah Banda, a China en febrero pasado. Después de 10 días en el país, regresó a Lusaka con un préstamo millonario y cinco contratos firmados.

El enemigo público número uno de los chinos en Zambia es el líder de la oposición, Michael Sata, 72 años, del Frente Patriótico, apodado Rey Cobra, que prometió reconocer a Taiwan y romper con Pekín si ganaba las elecciones de 2006. Perdió por escaso margen. "Los chinos no aportan ningún valor añadido, ocupan empleos que deberían ser para los zambianos", dice en el salón de su casa. Sata, que fue ministro durante 10 años, acusa al Gobierno de dar un trato privilegiado a los ciudadanos chinos y de permitir que dilapiden los recursos del país.

El modelo chino de intercambio de minerales por infraestructuras ha sufrido un revés, quién sabe si momentáneo, en la República Democrática de Congo, vecino del Norte de Zambia. El Gobierno del presidente Joseph Kabila ha dado marcha atrás al principio de acuerdo que había firmado con un consorcio de compañías estatales chinas, de construcción de carreteras, vías férreas y hospitales a cambio de la licencia de explotación de una mina de cobre y cobalto. La operación, valorada inicialmente en 9.000 millones de dólares, fracasó tras intensas presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y países donantes occidentales.

Siguiendo camino hacia el Norte, Sudán es el aliado más incómodo de China y, probablemente, el que tiene peor imagen. Omar al-Bashir, el presidente reelegido en los comicios del pasado 11 de abril que fueron boicoteados por la oposición, tiene una orden internacional de captura del Tribunal de La Haya por crímenes de lesa humanidad. La guerra entre el Norte y el Sur, y posteriormente el conflicto de Darfur han causado millones de muertos y de desplazados. Las denuncias de violaciones de derechos humanos contra el régimen de Bashir son una constante, y el país sigue sometido desde 1997 a sanciones económicas de Estados Unidos.

El petróleo es un elemento esencial en la política de Sudán, primera fuente de ingresos y motor del crecimiento económico. China aprovechó la retirada de muchas empresas occidentales y llegó a Sudán con inversiones millonarias. Según el Gobierno de Jartum, ha desembolsado más de 6.000 millones de dólares en 50 proyectos, que incluyen oleoductos, refinerías, la mayor presa de África (Merowe, en el Nilo), plantas eléctricas, carreteras y todo tipo de obras públicas. Con las nuevas infraestructuras, Sudán ha aumentado la producción de petróleo, por encima de los 500.000 barriles diarios. A cambio, el 43% del crudo que se extrae de los pozos sudaneses navega rumbo a China en los petroleros que zarpan de las terminales de Port Sudán y Port Bashir, en el mar Rojo.

Con Sudán, la cooperación no es sólo económica. China ha suministrado aviones de combate, helicópteros de transporte de tropas y otro material militar al régimen de Bashir, y desde su puesto en el Consejo de Seguridad ha maniobrado para evitar sanciones de la ONU a Sudán.

En la polvorienta Jartum las cosas se ven con otros ojos. "China vino sin imponer condiciones. Los occidentales se meten en todo, en nuestras tradiciones y nuestras constumbres", dice el doctor Abdelrahman Ibrahim Elkhalifa, que intervino en el proceso de paz que puso fin a la guerra Norte-Sur.

Diversos interlocutores me remiten a la Embajada de la República Popular China para obtener datos más precisos de la ayuda, inversiones y proyectos. Una larga espera en una sala con un cuadro de Mao Zedong rodeado de niños, y numerosos folletos de empresas chinas con inversiones en África, termina con la llegada de un joven diplomático. "No tenemos la información que busca. Puede preguntar en la Cámara de Comercio China. Gracias por su visita".

Qian Zengde es el presidente de la Cámara, director general de una empresa constructora y accionista principal del hotel Plaza de Jartum. Recita cifras con muchos ceros para explicar la presencia de China como primer inversor en Sudán. Quince mil millones de dólares desembolsados hasta la fecha, 15.000 chinos trabajando y unas 120 empresas instaladas en el país.

En Al Dbagair, unos 40 kilómetros al norte de Jartum, Qian Zengde compró 100 hectáreas de tierra desértica que ha convertido en un vergel, gracias a la canalización del Nilo desde 10 kilómetros de distancia. "Hemos plantado de todo, hasta árboles de Australia", explica, mientras 20 empleados sudaneses y dos ingenieros chinos trabajan en la construcción de una piscifactoría. Lleva gastados dos millones de dólares y piensa invertir hasta cinco. Es un ejemplo del poderío de los nuevos ricos chinos.

El viaje llega a su fin y el debate sobre las implicaciones de la presencia china en África sigue abierto. Entre las opiniones recogidas y fuentes consultadas, las siguientes reflexiones resumen con lucidez la situación del continente: "Los africanos, las élites, los líderes, están más educados y mejor preparados que en el pasado para hacer frente a un eventual neocolonialismo chino" (Abdelrahman Ibrahim Elkhalifa, consultor político sudanés). "En los últimos 50 años, los países ricos transfirieron un billón de dólares en ayuda a África. ¿Ha mejorado esta asistencia la vida de los africanos? No". (Dambisa Moyo, economista zambiana, autora de Dead aid). P

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yo caníbal

Mensajepor yo caníbal » Mar 18 May, 2010 3:55 pm

Byabey, en el centro donde intentan rehabilitar a niños soldado. No muestra
ningún arrepentimiento por lo que hizo. Las cosas eran como eran. «Cumplí
órdenes.» `Reeducarlos´ es una tarea titánica.


YO, CANÍBAL
«Nos ordenaron comernos a nuestros enemigos y lo hice»

Sólo era un niño de 11 años cuando lo secuestraron y se lo llevaron a la selva para convertirlo en soldado. Allí le obligaron a cometer las mayores atrocidades que se pueda uno imaginar. Ésta es la historia de Byabey Kambale, de 16 años, una víctima más de la terrible guerra del Congo, el conflicto más sanguinario del planeta.


A veces ocurre que cruzas una frontera y, más que en un país, te adentras en una noche de tiempos primitivos. Una de esas noches es la República Democrática del Congo, un matadero del tamaño de Europa.


Pasas una frontera; luego, una verja de hierro; finalmente, la fronda de un aguacate; te sientas frente a un adolescente esmirriado en un antro oscuro y, al escucharle, te das cuenta de que la mente humana es capaz de cualquier cosa. «Aquí estamos en la Prehistoria», me había avisado el director del Centro de Recuperación para Niños Soldado, Murhabazi Namegabe. `Aquí´ es Bukavu, al sur del lago Kivu, en la frontera con Ruanda. «Los niños, todos, aprendieron a matar, mutilar, violar. Cuando llegan, son salvajes. Provienen de grupos diversos en guerra entre ellos. Al principio se enfrentan incluso aquí. Tenemos que aplicarnos con ahínco para hacerlos humanos.»


Sentada delante de Byabey Kambale, comprendo lo que quería decir el director. Byabey tiene 16 años y una expresión plácida. Tenía 11 años cuando lo capturaron y se lo llevaron a la selva, donde fue iniciado en la guerra. «Unas veces nos castigaban; otras nos pegaban», dice. Su instrucción incluía permanecer tumbado en el agua durante una hora o de rodillas medio día. Le ordenaban que cocinara y, si no estaba bueno, lo encerraban en una celda al sol. Le decían que era parte del adiestramiento, que servía para defender a su país y para no sentir piedad del enemigo. Las reglas estaban claras. Ellos eran congoleños y los enemigos, los ruandeses. «El general nos ordenó que nos comiéramos a los enemigos», afirma con expresión totalmente neutra.

–¿Y tú qué hacías?

–Me los comía.

–¿Te los comías?

–Estaban buenos. La carne era sabrosa, más que otras que he probado, mejor que la de ternera o la de cordero. Me comí a más de diez ruandeses.

–¿Diez ruandeses?

–Diez, seguro. Algunos se comían hasta la cabeza. Yo la probé una vez, estaba buena. Lo único que estaba prohibido comer era el corazón.

–¿Y por qué?

–Lo primero que había que hacerle al enemigo era arrancarle el corazón para hacer medicinas. Lo cortábamos en trocitos, lo condimentábamos con plantas y hacíamos una pomada que nos untábamos por el cuerpo antes del combate. Era nuestro secreto.

–¿Qué quieres decir?

–La pomada nos volvía invencibles. La usamos muchísimo. Con la pomada nos volvíamos inmunes a los proyectiles. Los enemigos huían. Tenían miedo.

Byabey dice estas cosas relajado, con los brazos cruzados,[/b] las piernas ligeramente abiertas, como un episodio más en su corta vida. Nació cerca del Parque Nacional Kahuzi-Biega, un lugar de desmesurada belleza y desmesurado sufrimiento, el año en que, con la llegada de los ruandeses, todo comenzó.


En 1994 se produjo el genocidio de Ruanda, los hutus masacraron a 800.000 tutsis. El dictador congoleño Mobutu apoyó a los hutus, así que cuando, poco después, los tutsis tomaron el poder en Kigali, la capital ruandesa, Mobutu abrió la puerta a los autores del genocidio, que huían: dos millones de personas a quienes, al cabo de dos años, alcanzó la tremenda venganza de los tutsis. Las tropas del presidente ruandés Kagame penetraron en el Congo, expulsaron a Mobutu, instalaron en el poder a Laurent Kabila y se dedicaron a la aniquilación de sus exterminadores.


Desde entonces han pasado muchas cosas (a Kabila padre le sucedió Kabila hijo y también hubo, en 2006, elecciones), pero un par de cosas no se han visto alteradas: los tutsis de Ruanda siguen en el Congo para matar a los hutus (y, de paso, depredar las minas de coltán, diamantes y oro) y una miríada de grupos congoleños sigue dando caza a los tutsis que cazan a los hutus, o a los hutus que cazan a los tutsis, depende del viento que sople en la capital, Kinshasa.


El resultado de esta vertiginosa y a menudo incomprensible veleta es la más silenciosa hecatombe desde la Segunda Guerra Mundial: 5,4 millones de muertos. Mientras escribo, ya sea por malnutrición, por actos violentos o por otras causas ligadas al conflicto, mueren 62 congoleños cada hora, uno cada minuto, 1.500 al día, 45.000 al mes. «Y quien no muere, se va volviendo loco día a día», me dice una activista local, Dominique Bikaba.


El resto del mundo no parece darse por enterado. Y los que se enteran, se dan por vencidos. La ONU tiene en el Congo la más imponente y onerosa de sus misiones (Monuc): 20.000 cascos azules y un coste de 1.400 millones de dólares al año, en teoría para respaldar al Ejército del Congo. Pero parte del problema, explica el mayor pakistaní de la ONU Mohammed Wasif Bukhari es que los nativos no se fían de las fuerzas armadas congoleñas... y con razón. «El Gobierno es pobre, los militares no cobran y se convierten en bandidos. No hay ley que valga cuando se tiene hambre.» Tabena Isima, una dulce señora local, lo confirma: «En teoría, las tropas están aquí para luchar contra los ruandeses y proteger a la gente. Sin embargo, roban en los campos y atacan a las mujeres. La única diferencia es que antes las dos minas, la de coltán y la de oro, eran explotadas por los rebeldes y ahora por los soldados. No ha cambiado nada».

Un día de lluvia ecuatorial avanzamos dificultosamente con el jeep por caminos de barro en dirección al sur, derechos al hospital Panzi. A los lados se mueve al ralentí una humanidad empapada bajo cestas cargadas de madera. A los niños sobre todo, de tan delgados, se les pueden contar las costillas.


A la derecha aparece una verja y, más allá, un conjunto de casas blanco. «Bienvenida a la capital mundial de las violaciones», me recibe Magambo Budunwa, el director médico del Panzi, el refugio de las mujeres violadas.


Desde hace años, me explican, reciben diez pacientes al día «por lo menos». Desde 1999, el centro ha atendido a 41.000 mujeres, detalla el director, mientras que el total nacional supera las 500.000. «El 85 por ciento de los estupros lo cometen rebeldes ruandeses», dice.
Pienso: «Ésos que Byabey se comía asados».


«Violan hasta diez hombres a la misma mujer; unas veces la vejan con el fusil; otras, con botellas rotas.» El día de mi visita, en el Panzi hay 134 mujeres destrozadas, con edades entre los 10 y los 70 años, gran parte de ellas con una fístula en la pared que divide la vagina de las vías urinarias y el tubo digestivo. Muchas sufren incontinencia, de orina y de heces, y la sufrirán toda su vida. «Parecen empujados por el deseo de destruir a nuestro pueblo», concluye.


Los ruandeses están por todas partes. Marcel Nondo, jefe de los servicios de inteligencia de la provincia al sur del Kivu, me dice: «La realidad, en dos palabras, es ésta: el enemigo número uno son los rebeldes ruandeses del FDLR (Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda). Luego está la resistencia popular, formada por grupos armados que combaten tanto a los ruandeses de la jungla como a nuestro Ejército, que persigue a los ruandeses en la jungla. ¿Está claro?». Más o menos.


Me hago una idea mejor sobre qué es el Ejército congoleño la mañana en que visito Camp Saio, al este de Bukavu. Es un conjunto de decrépitos chalés dispuestos en forma de herradura sobre un cerro fangoso. Un oficial me ha garantizado, por una módica cifra, el permiso para visitar la prisión militar. Me interesaba hablar con dos presos del FDLR, los hutus, los genocidas, los responsables de las infamias más abominables. El oficial me ha dicho que había dos a la espera de ser repatriados a Ruanda, pero tuve la sospecha de que los retenía allí con la esperanza de que su presencia le reportara los 100 dólares del soborno. Así pues, entro en un espacio pútrido de un metro de ancho y unos seis de largo, poblado por 30 personajes de pesadilla. Salvo los dos que me interesan, los demás están encarcelados por motivos disciplinarios: robo, violación, homicidio.

Me digo que encerrar juntos a soldados y rebeldes que en la selva se masacraban quizá no sea la más brillante de las ideas, pero el responsable de la cárcel, un tal teniente Barwani Musa, despeja mis dudas. El problema es otro: «No tenemos con qué alimentarlos».


Me acuerdo de Byabey, que se comía a sus enemigos, y por primera vez comprendo la horrenda utilidad del canibalismo. Más que de horribles criminales, los dos guerrilleros tienen cara de chiquillos muertos de hambre. No comen desde hace cinco días. Sí, vivieron en el parque nacional. No, no han hecho nada malo. «¿Podría darnos algo de comida?»





Otro testimonio:



Emmanuel Jal: The music of a war child

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Sahel

Mensajepor Sahel » Dom 30 May, 2010 9:33 pm




Crisis alimentaria en el Sahel
Cientos de familias sobreviven en Chad gracias a la comida de las hormigas

El Sahel sufre una crisis alimentaria como la población local no ha visto en una década. La mala cosecha del año pasado, la subida generalizada del precio de los alimentos y un nuevo ciclo de sequía han provocado una inseguridad alimentaria que alcanza a dos millones de personas en Chad y a casi diez en todos los países al sur del desierto del Sáhara. La escasez es tal, que cientos de familias sobreviven 'robando' a las hormigas su sustento.

Se trata de las 'termitières', madres de familia numerosa que rebuscan en los hormigueros de la zona cada día durante horas. Tratan de encontrar el escondite de la hormiga reina, donde las obreras han ido depositando los granos de cereal recogidos de los campos durante los meses anteriores. Lo separan de la tierra sirviéndose del viento y de un plato de esparto, y lo muelen hasta conseguir una suerte de harina que después mezclarán en el fuego con un poco de agua caliente, haciendo una pasta que llene el estómago.

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Fatuma

El drama de ser mujer en Somalia

Mensajepor Fatuma » Lun 06 Dic, 2010 4:38 am

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El drama de ser mujer en Somalia

Cuando los padres de Fatuma Aden Hassan le anunciaron con 12 años que estaba lista para el matrimonio poco podía hacer. Esta joven somalí se casó cuando todavía tenía cara de niña. A los pocos meses, se quedó embarazada, pero su bebé murió en el parto. Los huesos de la joven Fatuma no pudieron resistir un alumbramiento que se complicó y que nadie en su aldea de Baidoa, en el interior del país, supo atender. El embarazo mal atendido no solo le dejó con su hijo fallecido. Al drama de perder a su primogénito, Fatuma tuvo que sumar la desgracia de padecer fístula obstétrica, una secuela de los matrimonios precoces y la ausencia de personal sanitario profesionalizado que condena a las mujeres somalíes a perversos efectos físicos y psicológicos.

Fatuma se niega a ser fotografiada, aunque cuenta su historia abiertamente y en el fondo confiese que se considera afortunada. Pese a haber perdido su bebé y a ser abandonada por un marido que le triplicaba la edad, esta joven de ahora 16 años es una de las mujeres somalíes que ha conseguido reponerse de su problema de fístula vesico-vaginal. Ahora se recupera en el hospital Puerta de la Esperanza de Mogadiscio, donde cirujanos de la misión de la Unión Africana en Somalia (Amisom) le han reconstruido la piel que se quebró entre la vejiga y la vagina a consecuencia de un parto que su cuerpo de niña no estaba preparado a albergar.

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Tapologo

Mensajepor Tapologo » Dom 27 Feb, 2011 5:13 am



Tapologo
En la provincia Noroeste de Sudáfrica se encuentra Freedom Park, un asentamiento ilegal de chabolas, donde viven 25.000 personas. * En el poblado de Freedom Park, en Sudáfrica, más del 50% de las mujeres están infectadas de SIDA * TAPOLOGO ES UN PROGRAMA DE LUCHA CONTRA LA PANDEMIA, QUE QUIERE TRANSFORMAR LA MISERIA Y LA DEGRADACIÓN EN DIGNIDAD Y ESPERANZA * Tapologo consigue antirretrovirales para más de mil trescientas personas, a través de instituciones extranjeras Más del cincuenta por ciento de las mujeres están infectadas con el virus del SIDA. La mayoría llegaron allí, en busca de trabajo, a la sombra de las minas, donde se emplean cientos de hombres de distintos lugares de África. La única salida de estas mujeres es conseguir un 'novio' que las mantenga, sin embargo, ellos tienen varias relaciones, aparte de sus mujeres, que dejaron en los países de origen y se niegan a utilizar preservativo. Un enorme porcentaje de mujeres de estos poblados de miseria son infectadas de SIDA y por consiguiente, abandonadas. Muchas han muerto solas, con la única compañía de sus bebés llorando a su lado. Desde hace ocho años, el obispo católico Kevin Dowling, junto a un médico y una enfermera inglesa pusieron en marcha Tapologo, un programa sostenible de salud y educación. Enfermeras jubiladas, asistentes sociales y algunas de las propias enfermas gestionan esta red, que informa y ayuda a las mujeres infectadas, para que comiencen los tratamientos con antirretrovirales, no dependan de los hombres, encuentren pequeños trabajos y tomen las riendas de sus propias vidas. 'Tapologo' presenta la historia del trabajo solidario de unas personas, que transforman la miseria y la degradación humana en dignidad y esperanza. Gentes, comprometidas con los más desfavorecidos, que no han dudado en enfrentarse a la doctrina de la Iglesia Católica, en materia de prohibición del uso del preservativo, y que tantos y tan devastadores efectos ha provocado en la empobrecida población africana. El documental ha obtenido el premio del Público en el Tri-Continental Festival, a la mejor película de Sudáfrica y el galardón al mejor Documental Nacional en el Festival Miradasdoc, de Guía de Isora (Tenerife).

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Puxa Puxa

La condena de los ritos de iniciación sexual en Mozambique

Mensajepor Puxa Puxa » Jue 02 Jun, 2011 1:21 pm

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La condena de los ritos de iniciación sexual en Mozambique

"Las encierran en una apartada casa y las hacen de todo. Estamos luchando para terminar con esa práctica horrible". La frase es de Marie-Consolée Mukangendo, especialista en Comunicación para el Desarrollo de Unicef en Mozambique. De lo que habla Marie es de los ritos de iniciación sexual, una práctica extendida en las zonas rurales del país y que consiste en preparar a niñas para convertirlas en "mujeres". Si lo prefieren, dicho más claro, en enseñar a niñas a satisfacer sexualmente a sus futuros maridos. Las edades de las obligadas alumnas van desde los 9 a los 13 años.

"Es un tema tabú, del que es muy difícil obtener información y del que hay pocos estudios", reconocen en el Gobierno mozambiqueño a este periódico. "Los ritos de iniciación sexual son aún un secreto que perpetua el rol de que la mujer es inferior al hombre", afirma un informe elaborado por la ONU. En la práctica, una niña nacida especialmente en las provincias de Zambézia y Nampula sabe que acabará aprendiendo el temido Puxa Puxa. ¿Qué es? Su futuro valor, su precio.

Las 'madrinas' del horror

El rito consiste en apartar a una niña de la escuela y de su familia cuando tiene la primera menstruación, incluso antes, encerrarla en una casa y enseñarla sexo durante dos o tres semanas (el tiempo no está definido) para que luego no sean rechazadas por el marido. Las prácticas las dan las llamadas 'madrinas', que siguen un legado cultural que ellas también recibieron siendo niñas. "Se las prepara para extender sus labios vaginales, que deben ser grandes para dar más placer; a usar el sexo masculino e incluso una práctica llamada Othuma que consiste en dilatación vaginal", señala un crudo informe de Unicef realizado por la asociación Kula a través de diversas entrevistas en las áreas rurales. "Algunas prácticas como la dilatación vaginal comienzan desde los 8 años".

Para remarcar más este carácter de inferioridad de la mujer se la enseña también a limpiar al marido tras el acto sexual (las sábanas no deben nunca ensuciarse) y, desde luego, a estar siempre dispuesta a los caprichos del varón para que no haya rechazo. Limpiar la casa, preparar el desayuno y ser agradable con la familia del futuro marido son otras de las tareas que aprender por las pequeñas.

Angela Collet es una de las pocas investigadoras que ha realizado un informe sobre los ritos. "De lo que se trata es de mejorar el disfrute del hombre, que sienta que tiene una mujer real. A las niñas, entre otras cosas, se las enseña a elaborar un medicamento que introducirse en la vagina que aumenta el placer sexual del varón. Lo que se consigue es generarla lesiones", dice. "En este tipo de sociedades el contagio de enfermedades sexuales como el Sida crece rápidamente", explica.

El papel de las escuelas

Los informes señalan que tras el paso por los ritos viene siempre el abandono de la escuela, "algo que los padres ven con buenos ojos ya que desconfían de las enseñanzas liberales de los colegios", concluye el informe Pathfinder. "Las niñas ya no tiene confianza con los profesores ni los adultos, vienen cambiadas y apenas se relacionan con sus compañeras más pequeñas ni hablan con los mayores", explican algunos profesores entrevistados. (Un colectivo que por otro lado está especialmente señalado en las graves estadísticas que hay de abuso sexual de menores en el país. "Hay muchos casos de niñas y niños violados en la escuela por parte de los maestros", denuncia Unicef). No obstante ese no es el principal problema para el abandono escolar: "La mayoría de las niñas se casa tras la preparación sexual", dice otro estudio realizado con el apoyo de una ONG danesa.

El matrimonio es una transacción hecha por el padre que vende a su hija a cambio de bienes materiales, algo muy extendido en África. Resumiendo, la mujer tiene un precio y lo que hacen los ritos es justificarlo. Lo curioso es que ninguno de los entrevistados en los informes cree que eso tenga relación con la prostitución, que en algunas zonas es rechazada. "Son tradiciones que se mantienen hasta la edad adulta. Una viuda debe tener nada más morir su marido relaciones sexuales con su cuñado para ser purificada", recuerda Collet. Todo un tejido social que degrada a las mujeres desde que son niñas y que multiplica los contagios de enfermedades como el Sida. Las estadísticas de Unicef sobre violencia sexual y abuso de niños en Mozambique hablan por sí solas. Hay que tener en cuenta que aquí entran las zonas urbanas más pobladas como Maputo, lejos de estas áreas rurales, donde la sociedad está más avanzada:

    -El 54% de las mujeres han sufrido abusos psíquicos o físicos en su vida
    -El 52% de las niñas se casan antes de los 18 años
    -El 17% de las niñas se casan antes de los 15 años
    -El 41% de las niñas están embarazadas entre los 15 y los 19 años
    -El 11% de las niñas entre 12 y 14 años están casadas o tienen una relación estable (se calcula que en torno a 700.000 menores)
    -El 70% de las escolares conocen casos de profesores que han tenido sexo con alumnas a cambio de aprobados.
Toda esta cruda realidad ha hecho que el Gobierno mozambiqueño, especialmente el Ministerio de Asuntos Sociales, y asociaciones como Unicef trabajen para cambiar roles perpetuados durante siglos. "Hacemos campañas de información, visitamos las aldeas e intentamos cambiar la condena de esas niñas. Llevará tiempo". Algo que se entiende cuando se pasea, por ejemplo, por una playa de Vilankulos y se acerca una niña muy pequeña con un bebé en brazos. ¿Es tu hermano?, le preguntamos. "No, es mi hijo", responde. El bebé más pequeño sujeta algunas conchas, mientras cuesta entender que la que le sujeta al recién nacido es su madre, casi un bebé también.

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Invitado

Mensajepor Invitado » Mié 27 Jul, 2011 4:50 pm

La vida de unas 12 millones de personas corre peligro en el Cuerno de África como consecuencia de una hambruna que está castigando, de manera especial, a Somalia.

Cerca de medio millón de niños se encuentran en peligro de muerte inminente por la misma razón. Con esos datos escalofriantes sobre la mesa, la FAO, organización de la ONU para la agricultura y la alimentación, celebró ayer una cumbre en Roma, a la que asistieron representantes de los 191 Estados miembros.

La cita tenía por objetivo movilizar a la comunidad internacional, sobre todo a los países más ricos, para canalizar ayudas hacia la castigada región. En comparación con los cientos de miles de millones de euros que Europa y EEUU destinan a rescatar sus sectores financieros o los billones de euros que se juegan a diario en el casino financiero internacional, lo que la ONU pide es una minucia: 1.600 millones dólares a medio plazo para resolver problemas más estructurales, y 300 millones en dos meses para evitar una profundización de la catástrofe humanitaria.

El director general de la FAO, por su parte, urgió 80 millones de euros en donaciones para la asistencia agrícola inmediata. Los objetivos no se cumplieron. Francia, país que, en su calidad de presidente del G-20, solicitó la convocatoria de la cumbre, sólo había aportado 10 millones.

Salvar a Somalia y a los otros países del Cuerno de África es una obligación moral de las sociedades más prósperas. Lo que no les debe hacer olvidar el problema de fondo: el creciente desequilibrio mundial entre ricos y pobres, consecuencia de tres décadas de neoliberalismo salvaje. Todo está relacionado. Pero, en este momento, toca Somalia.

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Invitado

los dineros para la visita del santo padre

Mensajepor Invitado » Vie 29 Jul, 2011 8:09 pm

"En España no cabe un tonto más: ¡Regalamos 25 millones para África!"

La secretaria de Educación de Nuevas Generaciones del Partido Popular de Asturias critica la ayuda de España a Somalia


La hambruna que azota a Somalia, que previsiblemente se prolongará más de seis meses provocando la muerte de miles de personas, ha sido comentada en Twitter por un miembro de las nuevas generaciones del Partido Popular.


Para Salomé P. Villaverde, secretaria de Educación de Nuevas Generaciones del PP de Asturias, las necesidades de los 3,7 millones de somalíes, casi la mitad de la población del país, no se puede comparar con las necesidades que acucian a los españoles, que, para colmo, dedican 25 millones de euros para mitigar el hambre en el país africano.

"En España no cabe un tonto más: Regalamos 25 millones de euros para África! A nosotros no nos regalan nada para paliar nuestras necesidades!", ha escrito la conservadora este viernes en su cuenta de Twitter.

Estas palabras han provocado la indignación en las redes sociales. En Twitter, varios usuarios han optado por la ironía como forma de combatir el enfado. "Me imagino que su mayor preocupación es que el Moët Chandon tenga la temperatura correcta", escribía un tuitero, mientras otros se sorprendían de que Salomé P. Villaverde esté estudiando una carrera universitaria. Otro añadía: "Es cierto que África no nos regala nada, ya les saqueamos nosotros sin permiso. PD. Tú si que sobras".

Para acallar la polémica, a las 16.00 horas la secretaria de Educación de Nuevas Generaciones del PP de Asturias ha decidido restringir el acceso a su cuenta. No en vano, los tuiteros que comparten su opinión no dejarán de apoyarla. "Muchos ánimos, no decaigas por las críticas. Comparto tus opiniones e ideales y por ello no se debe de tachar a una persona.", escribía uno de ellos.

El pasado miércoles, la ONU lanzó el primer puente aéreo para llevar alimentos terapéuticos a la población de la capital somalí, Mogadiscio.

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turbo

Haut Plateaux: El "infierno femenino"

Mensajepor turbo » Dom 06 Nov, 2011 9:58 pm



Soldado congoleño de las milicias Mai Mai, grupo de autoprotección surgido para defender a la población de Haut Plateaux de ejércitos extranjeros, pero tan temido por ellos como el resto.

MI VIAJE A LAS MONTAÑAS DE LAS MUJERES VIOLADAS

Esta región del Congo es el peor lugar del mundo para nacer mujer. El periodista de «Crónica» se juega la vida para llegar a las Altas Mesetas, allí donde la violación es costumbre

ALBERTO ROJAS / Enviado especial a Haut Plateaux (Congo)



Caddy, vestida con un colorista traje africano y subida a las manoletinas amarillas de plástico que monopolizan el calzado local, acaba de dar a luz a un niño. Fruto de una violación de cuatro soldados hace nueve meses, su nacimiento condensa todo el dramatismo de lo que sucede en Haut Plateaux, cuyas peores víctimas son las embarazadas de los violadores, aquellas que engendran hijos del enemigo. «Estoy contenta con mi bebé porque mi madre me apoya. En cambio mi novio, que al principio estuvo a mi lado, se ha ido con otra. Y mi padre sigue muy furioso», dice con un hilo de voz apenas audible. «Él cree que yo me ofrecí al hombre que me violó y se siente avergonzado», comenta esta veinteañera en un lugar en el que ellas tienen 52 veces más probabilidades de sufrir violencia sexual que una chica residente en España.

    MUCHAS NOVIAS TIENEN QUE SATISFACER A LOS VECINOS ANTES DE SU BODA. LAS VIUDAS PASAN AL «HARÉN COMUNITARIO»

    UNA NOCHE SOLDADOS HUTUS VIOLARON CHOZA POR CHOZA A LAS MUJERES DE UNA ALDEA. Y DELANTE DE SUS FAMILIAS
No es casual que en el largo y peligroso camino que conduce hasta estas montañas del Congo sólo hayan derribado uno de los tres carteles que jalonan la ruta. Sobre la hierba, destaca su leyenda: «Un verdadero hombre no viola mujeres». El mensaje, legible en francés y swahili a pesar del óxido, forma parte de una campaña de la ONU para erradicar la violencia sexual. Pero aquí esa campaña ha fracasado en sus objetivos, como el cartel que la difunde.

Esta región fronteriza con Burundi y Ruanda, uno de los escenarios más crueles de la Gran Guerra de África (de 1998 a 2003) y del actual conflicto en toda la zona congoleña de Kivu, ha visto pasar a incontables milicias que, durante años, han dejado su impronta en forma de violación masiva como arma de guerra. Pero Haut Plateaux (altas mesetas) vivió su particular noche de los cuchillos largos hace dos años. Ninguna hembra quedó impune. Crónica, en este viaje a las montañas de las mujeres violadas, logra arrojar luz sobre lo sucedido, lo que nadie quiere recordar.

Los soldados hutus del FDLR (Fuerzas de Liberación de Ruanda), o sea, los restos de la soldadesca que protagonizó el genocidio tutsi a golpe de machete en 1994, repitieron el comportamiento que los ha hecho famosos en otras zonas del Congo desde 2010: violar choza por choza a todas las mujeres delante de su familia para humillar a la etnia rival, para hacerle hijos al enemigo. Guerra psicológica y demográfica. Y todo bajo una impunidad absoluta, porque aquí no hay más ley que la del silencio. Nadie habla ni denuncia. No hay a quién acudir. La sociedad hace tiempo que se derrumbó


La violación se ha convertido en un arma de guerra. Y son muchos los niños que nacen fruto de ello. La peor parte se la llevan las viudas: todos los hombres de la aldea se creen con derecho a acostarse con ellas.

    El último asalto
El último episodio de violación masiva en la tres aldeas malditas (un triángulo formado por Kitoga, Marungu y Kihuha en el que me adentro) sucedió el pasado 26 de febrero. En la carretera que lleva a un mercado, 50 mujeres y varios hombres fueron salvajemente asaltados de nuevo por el FDLR.

Se estima que el 65% de las mujeres de Kivu Sur han sido violadas, pero aquí ese porcentaje se queda corto. «¿A cuántas de ellas han violado en las aldeas de Haut Plateaux? ¿A todas?». Ferry Schippers, coordinador del proyecto que Médicos Sin Fronteras (MSF) España mantiene en estas montañas, se encoge de hombros: «No hay estadísticas, así que no puedo decir que a todas. Cuando nosotros llegamos hace un año y medio nos encontramos un panorama desolador. Sí sabemos que una mujer de Marungu, Kihuha o Kitoga tiene altísimas probabilidades de ser violada, más que en otras zonas del Congo. Aquí este problema es gigantesco. Un alto porcentaje de ellas ha sufrido al menos un episodio de violencia sexual a lo largo de su vida».

El todoterreno que avanza hacia Marungu, el pueblo al que acuden la mayoría de las mujeres violentadas en busca de asistencia, da tumbos por caminos arcillosos, a 3.000 metros de altitud. Sólo se escucha el crepitar de la radio. Cada cinco minutos Schippers, apodado Charlie Tango, da la posición a la base por seguridad.

«Aquí violar es algo habitual», dice Jamal Mrrouch, coordinador médico del equipo. «Cada vez que pasa por estas aldeas un nuevo grupo armado deja muchísimas mujeres asaltadas. Tantos años de violación como arma de guerra han provocado que los abusos sexuales se vean ya como una práctica normal que ejercen también familiares y vecinos a diario». La violación como costumbre.

Aunque todos los días hay muertos, no es el enfrentamiento armado el principal problema que afronta esta ONG. El de este rincón del Congo es el único proyecto de MSF España que no permite personal femenino expatriado en sus filas. No es difícil adivinar por qué.

Johanna Pearson, responsable del programa de violencia sexual del hospital Panzi, el centro de referencia en Kivu Sur para atender este tipo de casos, asegura, no obstante, que «las violaciones masivas de grupos armados han descendido en número y brutalidad en los últimos años». En cambio, añade, «ha aumentado otro tipo de asalto más familiar, que se queda en la comunidad». Y por asalto brutal señala un ejemplo: en el hospital, una mujer mira al periodista blanco con su único ojo, ya que el otro se lo arrancaron sus asaltantes con un cuchillo. «Por suerte, esto ya no es norma, es excepción».

El «infierno» femenino

Haut Plateaux (altas mesetas, 3.000 m. de altitud) es una zona montañosa de la conflictiva región de Kivu Sur, escenario de varias guerras en las dos últimas décadas. Una de las zonas más aisladas de la República Democrática del Congo. El triángulo maldito de las violaciones se centra en tres aldeas: Kitoga, Marungu y Kihuha. Hay dos ríos que bajan de las cumbres, uno con las aguas blancas; el otro se tiñe de rojo por una mina de preciada casiterita (con la que se sueldan los circuitos electrónicos). Esta zona también chapotea sobre diamantes, oro y coltán. No son el origen del conflicto, sólo la gasolina que lo aviva.



    Señores de la guerra
En la primera parte del viaje sólo se ven soldados del Ejército congoleño. Pero los últimos 40 kilómetros son tierra de nadie: hutus del FDLR, tutsis del FRF, tres milicias locales… Señores de la guerra, soldados sin distintivos, en babuchas, algunos borrachos, armados con Kalashnikov. En principio estos grupos armados parecen respetar la labor de MSF en la zona, pero la memoria mantiene fresco el último incidente que acabó con un coche tiroteado y un cooperante herido de bala hace pocos meses. Territorio comanche. La aldea de Marungu aparece en el horizonte después de siete horas de cansancio y tensión al volante. Sus chozas de adobe destacan del paisaje montañoso por su color de cal blanca. Las mujeres llevan pesados hatillos de leña sobre sus cabezas. Los hombres adultos, menos numerosos, portan un largo bastón para ayudarse a subir sus empinadas colinas.

    Clavan su BASTÓN en la entrada para señalar que están VIOLANDO a la mujer que vive allí. Las viudas pasan al «servicio» de la comunidad
«Fíjate bien en los bastones». El periodista recuerda la charla previa con los expertos de la ONG: «Los usan como señal. Cuando una mujer está sola, ellos entran en una choza, lo clavan en la puerta para avisar a otros hombres de que ya está ocupada y la violan». Aquí todos llevan su bastón. No resulta difícil ponerle cara a las cifras: 547 víctimas atendidas en lo que va de año sólo en los seis puestos de salud apoyados por MSF sobre una población aproximada de 130.000 personas (una gran parte mujeres, todas ellas potenciales objetivos de estos violadores).

A pesar de los esfuerzos de la ONG para sensibilizar a la gente de la importancia de recibir tratamiento médico adecuado y a tiempo, aún son muchas las mujeres que no llegan a presentarse nunca en las estructuras de salud. Si el marido se entera que su esposa ha sido violada, la repudia al instante. Por eso sólo el azar explica que, en el lugar más difícil para nacer mujer de todo el planeta, uno se encuentre esa misma tarde con una víctima... masculina.

Sí, también las mujeres han comenzado a violar. Utulivu es un hombre menudo que viste una chaqueta varias tallas mayor que él. Habla agachando la cabeza, como si fuera culpa suya. «El domingo, al salir de la iglesia, dos mujeres del FDLR me secuestraron de camino a casa. Eran madre e hija. Iban armadas. Aún tengo infecciones en el pene. No he podido contárselo a mi mujer».

Elizabeth tiene 16 años y nunca había estado con un hombre. Nunca hasta que se cruzó con un soldado que la violó la pasada semana. Aún tiene dolores y le cuesta ponerse de pie. «Iba cargada con leña y él se ofreció a ayudarme. En cuanto llegamos a un lugar aislado me violó. Me dijo que si no me casaba con él me mataría».

Su caso responde al modelo más habitual: mujer sola en el campo, hombre u hombres armados que la asaltan varias veces. Mujer que pasa uno o dos días desnuda y tirada como un escombro, casi sin poder moverse en busca de ayuda. El siguiente fotograma en la secuencia debería ser acudir lo antes posible a un centro de salud para recibir la profilaxis contra enfermedades como el sida, y/o evitar embarazos no deseados.

Como destaca Mrrouch, «cada día son más las violadas que llegan antes de pasadas las primeras 72 horas. Buena señal. Más allá de esos tres días sólo cabe la atención médica y psicológica». Pero esa ayuda no es poca: la mayoría de mujeres sufre heridas en la vagina, a veces muy graves, o fístulas difíciles de operar. También fuertes dolores en el bajo vientre y, demasiadas veces, parálisis en parte del cuerpo. En el hospital no sólo le administran medicamentos. En el Panzi, por ejemplo, comienzan a mover sus inmovilizados brazos, y a socializar con las demás chicas del centro, con tareas manuales como coser bolsos, monederos y vestidos que luego puedan vender.

    TODAS VÍCTIMAS. En esta zona fronteriza con Burundi y Ruanda hay aldeas donde todas la mujeres han sido atacadas sexualmente en algún momento de su vida.

    Viudas abusadas
La gran mayoría de víctimas no aparece en ninguna estadística. Son, por ejemplo, las viudas: mujeres, muchas veces aún jóvenes, que al quedarse sin marido pasan a formar parte del harén comunitario. No les sirve de nada negarse porque nadie las escuchará. Para el Gobierno congoleño la violencia sexual es sólo un problema menor. Esta indiferencia queda reflejada en la visita que Crónica realiza al hospital de Uvira, el centro de referencia de la zona. Sin pedirlo, el encargado ofrece la dirección de una mujer violada unos días antes para una entrevista. «¿Y la confidencialidad?». El doctor, dependiente del Ministerio de Salud congoleño, se encoge de hombros. Es la información más sensible del hospital, pero se encuentra sobre el escritorio del médico, a la vista de cualquiera.

    LOS EJÉRCITOS SE DISPUTAN UNA MINA DE CASITERITA QUE CONTROLAN LOS SOLDADOS DEL TEMIBLE FDLR RUANDÉS

    ES LA ÚNICA MISIÓN DE MSF QUE NO ADMITE MUJERES EXPATRIADAS PARA EVITAR QUE TAMBIÉN SEAN VIOLADAS
Por motivos obvios, y porque allí no hay personal especializado en violencia sexual ni protocolo de protección de las víctimas, ninguna ONG remite a este hospital caso alguno con complicaciones. Las envían al Panzi. Tampoco aparecen en las estadísticas de Haut Plateaux muchas novias que, antes de la noche de bodas, están obligadas a satisfacer a los vecinos. Y surge un incomprensible choque de conceptos: si un hombre armado fuerza a una mujer en el campo se considera violación, pero si la misma mujer sufre un asalto en su casa por parte de un vecino o familiar, para la comunidad no lo es. Se trataría de una simple riña que será resuelta con la entrega, por ejemplo, de una cabra por parte del violador al marido. Días después, ya de regreso, el cartel de la ONU sigue tumbado sobre la hierba, pero su mensaje resulta más revelador que a la ida: ¿acaso no hay verdaderos hombres en Haut Plateaux?


EL MUNDO / Nº 437 / CRONICA / 6/11/2011




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