Jordi Pujol y familia

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papa Pujol

Mensajepor cronica » Dom 03 Ago, 2014 2:08 am

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EL CONTRABANDISTA “HONRADO”
FLORENCI, EL PECADO ORIGINAL DE LA FAMILIA

Y sus cuentas pendientes. Recorría el país con maletines cargados de billetes, le apodaban el ‘Pujolcito de la Bolsa’... La verdad del contrabandista de divisas que comenzó a fraguar la fortuna familiar. Suya sería la herencia evadida a Suiza que reconoce su hijo, Jordi Pujol. Habría dejado más de 10 millones de euros

MARTÍN MUCHA


La dignidad del apellido Pujol se manchó cuando Jordi tenía 28 años, nueve meses y un día. Florenci, su padre, humillado, había decidido delegar en su primogénito el poder. Él ya no podría liderar nada. Salir en el Boletín Oficial del Estado, investigado por el juzgado de Delitos Monetarios, era la mayor deshonra, aunque se codeara en esa lista con los Botín, Samarach, Almirall, Ybarra… Era el fin de unos negocios que lo habían hecho ya muy rico. Jordi asumió con honor ser el heredero. Él debía recuperar la dignidad de la familia. Su padre le había educado para eso. Le había, contra sus propios ideales, enviado a un colegio alemán donde gritaba a todo pulmón Heil Hitler! y ¡Arriba España! Y eso que fueron los germanos las razones de la primera gran tragedia de los Pujol. Nada de eso era importante. Todo lo que fuese necesario para que el querido Jordi recibiera lo mejor, lo haría. La familia primero. Aunque hubiera que traicionar a los amigos, a la propia memoria y a su saga. Jordi ocultó las vergüenzas paternas hasta su reciente anuncio. Lleva 34 años de defraudador, ocultando los millones de su padre en Suiza. Y Pujol volvió a la semilla, a tiznar su nombre.

Cuando su apellido apareció en aquel BOE de 1959, Florenci Pujol i Brugat (Darnius, Cataluña, 8 de diciembre de 1906 - 30 de septiembre de 1980) recordaría qué fácil era ser lapidado cuando la fortuna te da la espalda. Ya le había pasado a su propio padre, al bisabuelo de la saga, Ramiro Pujol i Rosa. Cuando los alemanes invadieron Francia, en 1914, Ramiro se vio arruinado. Su exitoso negocio de tapones de corcho que vendía a productores de champagne desapareció en 1916. Su fábrica quedaba en Darnius, en el Alto Ampurdán, en la provincia de Gerona. La arrogancia de esos Pujol les haría escapar a escondidas para que los habitantes del pueblo, a quienes siempre habían tratado de lacayos, no les vieran.

Cogió su escopeta de caza para disimular. Cinco horas de caminata desde el pueblo a la estación de Figueres, donde iría con destino Premià de Mar, Barcelona. Él partiría primero, después su mujer Conxita junto a los cinco hijos de la pareja: Teresa, Narcís, Florenci, su gemelo Francisco y Concepció. Pero los vecinos les descubrieron. «Hubo gente que se reunió en la plaza para ver cómo los Pujol, arruinados, se iban del pueblo», relató Jordi Pujol en sus Memorias. Florenci tenía 10 años. Vio a su padre pasar de ser un burgués a tejedor. Se tatuó el recuerdo. No sería pobre más.

Tras graduarse en la escuela de los Hermanos de Premià, pasó a emplearse en la Banca Marsans, ligada a la Bolsa. Recorría a diario los 20 km en tren que le separaban de la sede donde le tocaba trabajar. Era el chico de los recados. Como Jordan Belfort, el protagonista de El lobo de Wall Street, se dio cuenta de que el dinero se ganaba negociando con acciones. Como Belfort, era seductor. Sin apellidos de alcurnia para entrar en la Borsa de Barcelona cuyos orígenes datan del siglo XIII. Poca cosa era Florenci aún. Lo supo y con astucia —hasta en esto es un clon de Beltford— decidió que lo suyo sería el bolsín, una bolsa paralela. Ubicado en la calle de Avinyó 23, en la misma vía se contaban no menos de tres burdeles. En éstos los brokers de segunda despilfarraban en lujuria sus pelotazos.


EL PRIMOGÉNITO, El ‘HEREU’

Con picardía y buenas maneras, Florenci, que se inició con 19 años, en 1925, fue ganando dinero poco a poco. Se mudó a Barcelona pero iba constantemente al pueblo. Allí en Premià, en misa de mediodía, conoció a María Soley i Mas. Ella era menor de edad, él le sacaba cinco años. Se casaron cuando ella cumplió 18, en 1929. Vivían de alquiler en un piso de la Caixa de Pensions. Un año después, el 9 de junio de 1930, nacería Jordi, el primogénito.

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PADRE E HIJO. En el centro de la foto, Florenci y su primogénito, rodeados de sus respectivas esposas y algunos de los primeros hijos de los siete hijos que Marta Ferrusola dio al ex president. Papá Pujol falleció al poco de que su hijo Jordi alcanzara, en 1980, la presidencia de la Generalitat[/left]
Ya Florenci iba en ascenso. Ganó contactos que pasarían del bolsín a la Borsa. Descubrió las debilidades del sistema. Cómo ganar. Tardaría en convertirse en Don Florenci. Los que se querían burlar de él le llamaban el Pujolet de la Borsa, entiéndase el Pujolcito de la Bolsa, aludiendo a su baja estatura. Un pulgarcito con buena memoria y dotado con sapiencia para las operaciones comerciales. Uno que pasó de un piso sencillo a residir en la calle Còrsega, a cinco manzanas de Paseo de Gracia. En 1935, el calculador Florenci matriculó a su Jordi en el kindergarten de la Deutsche Schule. Su hijo decía que no lo entendió nunca. «Mi padre era antinazi»...

Y llegaron los bombardeos de la Guerra Civil a Barcelona.

En 1937, volvieron a Premià de Dalt. Conocedor de los movimientos para subsistir, se hizo de UGT y votante de Esquerra Republicana. Con Dios y con el diablo, Florenci, con 32 años, fue convocado a vestir uniforme militar. Con su buena agenda y su labia logró que le pusieran de chófer, lejos de las trincheras. El pequeño Jordi estaba en el campo cuando su padre estaba en su batalla por vivir. Siempre ha recordado esos años y usó políticamente las acusaciones de tener raíces de payés y botiguer. Botiguer es un negociante acomodado que se preocupa sólo por sus business. Florenci aspiraba a lo más grande y —casi— lo consiguiría.

A pesar de que peleó por el bando perdedor, conoció la mentalidad militar y así ganó cuando otros perdieron. Su saber encontrar oportunidades en un país quebrado le hizo ver el camino recto. Que su hijo estuviera matriculado en la escuela de los alemanes le libró de sospecha. El Pujolet de la Borsa conoció allí a la élite militar, quienes también llevaban a sus hijos allí. Él, supuestamente antinazi, anglófilo, el que peleó por los republicanos, no tuvo reparos en, como reconociera Jordi, que su pequeño «a partir de 1939, todas las mañanas, de manera reglamentaria», tuviera que gritar «Heil Hitler! y ¡Arriba España!».

Mientras, su hermano gemelo, Francisco, un noble marino mercante, estaba en el exilio, en Francia, por la sospecha de haber transportado armas para los rojos. Y, mientras, su primogénito cada mañana rendía honores al Führer y a Franco. Y a Alemania, el país que había arruinado a su familia. No importaba, era un hombre práctico. Eso memorizaría Jordi, que no tuvo reparos en negociar con izquierdas y derechas. Lo único válido era obtener beneficio práctico. El sentido de la moral que aprendió de papá.

Con 40 años, ya Florenci era un hombre acomodado, camino de ser un magnate. No había dejado sus negociados en la Borsa, pero su filón era otro. Unió sus conocimientos con empresarios catalanes y con militares franquistas ávidos de dinero... Se alió con un judío —sí, un judío—, el tratante de diamantes Moisés David Tennenbaum.

Se convirtió en un «contrabandista honrado», como le definió Manuel Ortínez, que fue representante de Unión de Bancos Suizos (UBS). Así describe el buen hacer del padre de Jordi: «Tuve que hacer… la inevitable especulación de moneda, contrabando de divisas... Florenci Pujol y David Tennenbaum, entre otros, me proporcionaban las divisas. Yo necesitaba cubrir las diferencias entre el valor de exportación y de importación. Si tú exportabas un producto que te daba un millón de dólares, y vendías al doble de precio... necesitabas comprar el millón que te faltaba…».

«La operación era delicada, existía la Brigada de Delitos Monetarios, tenían los teléfonos intervenidos y la vigilancia era concreta… Bueno, en este paisaje Tennenbaum y Pujol eran importantes. Ellos me proporcionaban las divisas y yo necesitaba muchas. Florenci Pujol era un hombre muy simpático, con una mirada irónica y maliciosa, de pillo inteligente»… Lo describe así en su autobiografía, Una vida entre burgesos, publicada en 1993, que enfadó al ya president Jordi, que intentaba borrar la estela de papá. La mancha sobre el apellido Pujol.

¿Cómo cometían el fraude al Estado? «En Tánger las pesetas se convertían fácilmente en dólares. Al fin y al cabo sólo había que pasar los 9 km de mar del estrecho de Gibraltar y tener amigos combinados en las aduanas de los dos lados. Yo entregaba las pesetas en Barcelona, en billetes de 100, que hacían un bulto considerable, y las pesetas convertidas en dólares aparecían en EEUU o Suiza... Operación delicadísima que no podías hacer con cualquiera. Entre otras cosas porque cuando uno entregaba el paquete de billetes, no tenía la absoluta seguridad de que llegaran a su destino. No había comprobante... Con Florenci Pujol nunca tuve otro trato que éste». Lapidario, Ortínez omite decir que el método eran bolsas de dinero introducidas en maleteros de doble fondo, en escondites de pequeños barcos… Como el nieto de Florenci, Jordi Pujol Ferrusola, haría después para llevar el dinero a Andorra y otros paraísos fiscales. La sangre. Cosas de la familia.

Florenci negoció millones de dólares de la época. Miles de millones de pesetas. Y fue adquiriendo bienes con mesura. Como Jordi estudiaba para ser médico, compró primero acciones de un laboratorio farmacéutico. Después fue el propietario. En 1952, el primogénito Jordi se graduó por la Universidad de Barcelona. De allí en adelante todo pasa a gran velocidad. Dos años después conoce a Marta Ferrusola. Se casan en 1954, en el monasterio de Monserrat. Para su luna de miel recorrieron Europa en el Peugeot 203 de Florenci [claro, muy lejos de la colección de Ferraris, Lamborghinis, Porsches… que ostentarían sus nietos]. Pasan por Italia, Austria, Suiza... Siempre Suiza. El regalo de bodas de Florenci fue nada menos que un piso de 120 m2 en Ronda del General Mitre en Barcelona. Para todo daba ser un «honrado contrabandista». Tras muchos abortos, nació Jordi junior. En 1958, cuando todo se descubrió. La primera mancha sobre el apellido Pujol. Culpa de un banquero, una pvta y una unidad de investigación criminal.

Atraparon a Georges Laurent Rivara, que llevaba en una libreta mil nombres, los más poderosos de España. Lo capturaron el 30 de noviembre de 1958 en Barcelona tras reunirse, entre otros ilustres catalanes, con Florenci. Le había delatado una prostituta. Era el enviado de la Societé de Banque Suisse, SBS [después fusionada con el UBS]. La Policía lo venía siguiendo. La Dirección General de Seguridad difundió un comunicado celebratorio. «Los servicios de investigación han descubierto recientemente hechos y situaciones que revelan la existencia en el extranjero de depósitos de valores y divisas no declarados».

Fue un escándalo internacional. El 15 de diciembre de 1958, el corresponsal de The Times escribió: «Las listas encontradas... incluirían muchos pesos pesados». Cuatro días después, se celebró un Consejo de Ministros presidido por el Generalísimo. Suiza presionaba para evitar que se desvelara la identidad de los clientes de su hasta entonces inexpugnable sistema financiero.

En Madrid, Barcelona y Bilbao se repartieron panfletos: «capitalistas traidores», «ladrones»... El rumor generalizado era que se habían llevado del país no menos de «400 millones de dólares». Escalofriante cuando, a diciembre de 1958, las reservas exteriores de España eran sólo 45 millones. Por orden del propio Franco se publicó la lista de los «capitalistas traidores».

BOE, 9 de marzo de 1959: Florencio Pujol Brugat aparece en la página 3898. En la siguiente, su socio y amigo Tennenbaum [aparece Tannembau]. Se supo así que eran pieza fundamental en la trama de evasión de capitales. A Florenci le pusieron una multa ridícula de unas 10.000 pesetas. Pero su castigo real fue su exclusión social. Fue el momento de asumir que iba a tener un hereu para sus negocios. «Mi hijo quiere comprar un banco», iba diciendo al que le oyese. Cumplió ese deseo. No había más tiempo, podían perderlo todo. Tan sólo nueve días después de ser humillado vía BOE comprarían la Banca Dorca, preludio de Banca Catalana. En la junta de accionistas aparecen sólo personas de confianza del patriarca, incluidas su mujer y Jordi. Ni él ni su socio podían aparecer. Hubieran manchado su proyecto.

A finales de 1959, tras un mes en prisión y 11 meses de arresto en un hotel de lujo gracias a convertirse en chivato, Georges Rivara volvió a Suiza. Lo echaron y estuvo a punto de ser juzgado por traición. Terminó suicidándose. O eso parecía.

Florenci pasó a segunda fila. Seguía con su trama de acciones, dejo lo de las divisas. Le indicó a su hijo que debía ser banquero. Que olvidase la política. Pero el rebelde Jordi no le haría caso. En 1960 ya estaba detenido por defender el nacionalismo catalán. Una conversación recordada por Manuel Ortínez describe lo que sucedía entre ambos. Uno ya apenas recordaba a papá y el otro se iba a las sombras:

«Hasta el punto de que cuando conocí a su hijo Jordi, no lo relacioné con el padre. No va a ser hasta un tiempo después que caí en el parentesco y se lo comenté a Florenci.

—¡Caramba, qué hijo que tienes, es un chico fenomenal!

—Fenomenal y terco».

Y presumido. Banca Catalana se le fue de las manos. Aunque supo huir a tiempo, para centrarse en lo que consideraba su destino, ser president, perdió mucho dinero. «Fui banquero, el más importante —perdonen la petulancia— de los banqueros catalanes, y en algún momento el más innovador». Mientras el ego de Jordi ascendía, en silencio, Florenci seguía acumulando fortuna y la iba depositando en Suiza.


EL LEGADO EN SUIZA

Tras la confesión de Jordi Pujol i Soley, viernes 25 de julio, se sabe que Florenci tenía, al menos, el equivalente a cuatro millones de euros, 664 millones de pesetas en depósitos. Mas, en realidad serían superiores a 10 millones de euros, 1.600 millones de pesetas, según filtran a Crónica fuentes conocedoras de la investigación en Suiza. Herve Falciani, protagonista de la lista que lleva su apellido, me lo explica de otro modo: «Por cada millón que un defraudador reconoce, en realidad hay tres millones, es una ley universal. Pura estadística». Así de claro es el experto italo-monegasco, colaborador de la Justicia española.

Pero no es el origen de la fortuna del clan. Aunque el hijo quiera lapidar al padre para librarse de todo —y utilice su herencia de coartada para explicar la fortuna familiar repartida entre Suiza y demás paraísos fiscales—, no es verdad. Los fondos que investiga la UDEF oscilan entre los 137 millones de euros y los 600 millones por negocios realizados entre Latinoamérica —Panamá, México y Argentina—, España, Andorra, Guernsey... Todo se intuye financiado con el famoso 3% de comisiones. Van llegando las respuestas a distintas cartas rogatorias solicitadas a Suiza. Hay al menos un Pujol en la lista Falciani, clon actual de aquella libreta de Rivara, la que llenó de nombres el BOE de 1959. Falciani es el eje al ayudar al juez Rus y a Anticorrupción.

Como el abuelo, Oleguer Pujol, el más listo de los nietos de Florenci, está investigado por «blanqueo de capitales». Por entre 3.000 y 6.000 millones. Y su fuente de inspiración, la de todos los nietos, es el abuelo. Lo reconoce un allegado al otrora molt honorable, en el libro Jordi Pujol, en el nombre de Cataluña: «Los hijos de Pujol se están cobrando la inversión que hizo su padre por Cataluña porque, en el fondo, ellos no querrían ser recordados como los hijos de Jordi Pujol, el político más importante de la historia de Cataluña, sino como los nietos de Florenci Pujol, el padre del president y fundador de Banca Catalana». Por eso están desconcertados incluso los nietos. Por la forma que Jordi ha destrozado la memoria del abuelo.

En abril de 1980, Florenci vio orgulloso a su hijo ser elegido president [queda para el archivo una foto de Marta Ferrusola besándole en la celebración]. Era el justo precio para el hombre que tuvo que huir arruinado de su pueblo natal. El 30 de septiembre de ese año murió. Así lo describe Jordi en sus memorias: «Por la noche, después de cenar, se había ido temprano a la cama. Le había dicho a mi madre: ‘Mañana quiero levantarme temprano para ir a oír a Jordi’. Había quedado con Marta que ella lo pasaría a buscar. Murió de un ataque al corazón mientras dormía». Los rumores que circularon —y que lo han vuelto a hacer tras el shock por la confesión de su hijo— es que Florenci fallecería en circunstancias menos sacras, menos pasivas.... Lo cierto es que a Jordi siempre le costó hablar de su padre. Lo cita menos en sus Memorias (1930-1980) que a su tío Narcís.

Su caída no la puede justificar por los depósitos de Florenci en Suiza, así como una supuesta caída de Artur Mas tampoco se podría creer por los 2,2 millones de euros que su papá tenía en Liechtenstein [que según la UDEF «pertenecen a la familia Pujol, toda vez que Artur Mas sénior «era quien llevaba las gestiones como fiduciario en dicho país»]. Y, al confesar que había una fortuna de su padre de la que ni su propia hermana María sabría, también confirma que él, su hermano, le traicionó y robó la legítima.

Ha sacrificado la memoria de Florenci, la suya propia, por salvar a la familia. Aunque la mancha queda por siempre en su apellido. Y no por la estelada. Es por la oscuridad del dinero. No por aquella tinta del BOE de 1959. O por la noche en que el abuelo arruinado por los alemanes escapa del pueblo con la escopeta para disimular... Es por la familia, Don Florenci.





EL MUNDO. DOMINGO 3 DE AGOSTO DE 2014

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Mensajepor cronica » Dom 03 Ago, 2014 3:02 am

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Jordi Pujol, con 17 años, al lado de su madre y su hermana María, quien se habría enteradoahora de la herencia de su padre Florenci.


EL PRESIDENT MENTIROSO
“ESTOY PREPARADO PARA TODO MENOS PARA EL DESHONOR”

El viaje a la perdición del político que se creía Cataluña. Y por qué, tras 34 años de ocultación y mentiras, confiesa un fraude millonario. Un allegado le ha oído incluso decir que «quería morirse» por los negocios revelados del clan. Se ha aislado, sin teléfono móvil, en la casa de campo de su hijo Josep

JAVIER OMS


Jordi Pujol se considera, ante todo, un hombre «con un acusado sentido del honor». Por eso un antiguo colaborador y, desde hace décadas enemigo íntimo suyo, insiste sentado en una terraza de la parte alta de Barcelona: «Ha sido muy valiente al sacrificarse. Puedes apuntarlo así». Lo hace la misma semana en la que quienes rodearon durante décadas a Jordi Pujol i Soley (Barcelona, 9 de junio de 1930), se dividen entre la estupefacción y la apostasía del líder caído. El president, refugiado sin teléfono móvil en la bucólica Tor de Querol — en la Alta Cerdaña (Francia)—, sabe que en lo que ha caído es en lo que más temía. «Creo que he estado preparado para todo en esta vida menos para el deshonor».

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DE LA CÁRCEL... Jordi Pujol padre, a la derecha, sujeta la mano de su hijo Jordi Pujol Ferrusola. Es día de reyes de 1961, en la cárcel de Zaragoza. ¿Foto premonitoria?

Sólo creyendo en ese «acusado sentido del honor» del ex president —al que recurrió tras ser imputado por fraude en el caso Banca Catalana (Memorias, 1993-2011)—, puede uno hacerse una idea de lo que supuso para Pujol desprenderse, por primera vez, del título de Molt Honorable y encabezar su confesión por un fraude millonario supuestamente oculto 34 años con un simple «Comunicado del señor Pujol i Soley». Dos páginas sin rastro de su huella intelectual y que destruyeron la imagen que él mismo logró construirse hasta convertirse en el político catalán más importante del siglo XX.

Una imagen de hombre recto, ético, obstinado, fervoroso azulgrana, católico de misa, patriota, moralista hasta lo ejemplarizante, cercano hasta lo caricaturesco —recuerda nombres y pueblos con maestría legendaria—, y que, a sus 84 años y en evidente declive físico, era todavía uno de los suyos. Seguía siendo valioso como símbolo para su heredero Artur Mas o para la Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) que él mismo fundó. Hasta la semana pasada. Su crédito político se ha agotado y, como pasara con su ex amigo y saqueador confeso del Palau de la Musica Fèlix Millet, se suma con su fraude a la lista de los desterrados de la vida pública catalana. Una sociedad que acaparó en todos los ámbitos con un poder omnímodo que, al final, ha acabado reducido a una súplica, incluida en su confesión: «Que esta declaración sea reparadora del mal y de expiación hacia mí mismo».


LOS NEGOCIOS DEL PRIMOGÉNITO

«Ha sido absolutamente letal para él dar este paso», asegura el diputado en el Parlament de Catalunya por CiU Antoni Fernández Teixidó, quien en su último encuentro con el ex president hace un mes vio «al Pujol de siempre, aunque angustiado por las informaciones sobre su familia», en especial los de su primogénito, Jordi Pujol Ferrusola. Otro ex colaborador desde la fundación de CDC, sin embargo, lleva la angustia del antiguo líder a otro nivel. Pujol aseguraba que «quería morirse» por esa misma razón: los negocios revelados de la familia.

A la espera de que la tesis de la herencia paterna oculta sea contrastada —su cuñado, el historiador Francesc Cabana, asegura que, de existir, se la ocultó también a su hermana María—, queda encajar como sea su confesión —y su reconocimiento de una vida de ocultación y mentira— en una biografía mezcla de épica patriótica, arte político y que, al final, acaba bañada de lo que el ex fiscal general del Estado Eligio Hernández bautizó en la década de 1990 como «aromas de corrupción».

Esos «aromas» han alcanzado de lleno a casi todos los hombres del president, como en una cuenta atrás que ha acabado por atrapar al primus inter pares. Una lista que incluye los nombres de Lluís Prenafeta —padre del «sector negocios» de CDC, máquina infalible de generar fondos— y Macià Alavedra; pasando por quien fuera su abogado en el caso Banca Catalana Joan Piqué Vidal, condenado por extorsiones; hasta llegar a sus hijos. Y finalmente, a él.

Hasta su caída Pujol ha sabido forjarse un aura de patriota que abarca más de 60 años, los que transcurren entre una epifanía infantil en la cima del Tagamanent —donde con 11 años se conjura para «reconstruir» una Cataluña destruida tras la Guerra Civil (Construir Catalunya, 1980)— y su retirada de la primera línea tras escoger a Mas como heredero.

A la 1.30 de la madrugada del 22 de mayo de 1960, de la mano de la Brigada Político Social, la vida política de Pujol pasa del activismo a la trinchera real. Sacado del piso que comparte con su esposa, Marta Ferrusola, y su primer hijo, Jordi, su destino es recibir durante tres horas «una paliza muy fuerte y profesional (...) La palabra realmente es tortura».

Es la rutinaria respuesta del régimen a la contestación, en ese momento representada por ese médico farmacólogo metido a banquero que «convenció» un año antes a su padre, Florenci Pujol —forjado en la venta de divisas y en la Bolsa— para que adquirieran la rural Banca Dorca, embrión de lo que sería Banca Catalana. Demostrando sus múltiples caras, al tiempo que busca inversores Pujol se mueve en la clandestinidad como un catalanista irredento y un ferviente católico enfrentado al franquismo. Lo encarcelan por ello año y medio en la prisión zaragozana de Torrero, acusado de fomentar los Fets de Palau y por un panfleto contra Franco. Su encierro, sin embargo, lo eleva en el imaginario nacionalista. Su apellido empieza a repetirse en las paredes, en una simbiosis que, a partir de ese momento, explota con éxito incontestable durante toda su carrera: «Pujol-Catalunya».

Al salir de prisión, sin embargo, no encuentra entre la clandestinidad el apoyo esperado, por lo que opta por «reconstruir el país» a través de Banca Catalana, a la que logra atraer fondos de la burguesía a la que pertenece. Al tiempo se implica en el nacimiento de CDC, surgida en 1974 «de un atrio monacal» de Montserrat.

La fusión con Unió Democràtica de Catalunya (UDC) obra en 1980 un primer éxito contra pronóstico, llevando a un Pujol cercano en las calles catalanas y mordiente en Madrid hasta su primera victoria electoral en las autonómicas. Desbanca en su camino al socialista Joan Reventós, amigo de juventud y favorito por el empuje de las siglas del PSOE. A éste, sin embargo, en lugar de esperarle la Generalitat, le toca inaugurar la larga travesía por el desierto del PSC. El pujolismo llega para quedarse.

“GANAS DE HUNDIRME”

Fue su aventura bancaria la que, sin embargo, le lleva en su mayor momento de flaqueza a las puertas de la renuncia (Jordi Pujol, en nombre de Cataluña, 2005). Las informaciones que durante meses publica El País sobre presuntos desvíos de capitales desde Banca Catalana culminan en una primera crisis en 1982 —con la fuga de clientes temerosos de perder su dinero— y en 1984 con su tan temido «deshonor». La Fiscalía general del Estado le imputa a él y a otros 24 directivos de la entidad por un presunto desfalco. Han pasado 19 días desde que CiU ha logrado la mayoría absoluta y cree confirmada su teoría: «Ha habido mucha gente poderosa con ganas de hundirme».

Sólo 11 días después Pujol, tras horas «hundido» en su casa de la avenida General Mitre, vuelve a demostrar su capacidad para aprovechar el valor de los símbolos. Regresa el «Pujol-Catalunya» de las paredes del antifranquismo, reciclado por el aparato del Govern, el cual difunde que los medios de comunicación madrileños y el Estado actúan «contra Cataluña», no contra un banquero infiel. Para culminar su respuesta su mujer y Lluís Prenafeta —poderoso secretario general de Presidencia hasta 1990— organizan una gran movilización de apoyo en la plaza Sant Jaume coincidiendo con su investidura. Pujol no desaprovecha la oportunidad y, desde el balcón del Palau de la Generalitat, pronuncia unas palabras que, 30 años después y con su confesión sobre la mesa, suenan a condena del destino: «A partir de ahora, de ética y moral hablaremos nosotros».

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A LA VICTORIA. Jordi Pujol celebra, brazos en alto, en el Parlament de Cataluña, su reelección como president en 1984. Cuatro años había sido elegido por primera vez.[/left]
Dos años después se archiva la causa contra él y toma nota de la «jugada indigna del Estado». Acusa de inspirar la conspiración al entonces vicepresidente socialista Narcís Serra, al PSOE y al PSC, a quienes cree heridos por su aplastante victoria electoral. «No puedo creer que en la actuación judicial no hubiese una mano política», sostiene. «Pretendían destruir Convergència. (...) Siempre nos han tenido como objetivos» (Memorias 1980-1993).

Su abierta enemistad con el PSOE no evita, sin embargo, que rebaje las afrentas personales a insultos de despacho. Opta entonces por aprovechar la incontestable fuerza de CiU para lograr beneficios para Cataluña. Su objetivo era convertirse en la bisagra para la gobernabilidad de España con su política de peix al cove (una suerte de pájaro en mano). Tiende su salvavidas primero a Felipe González, en minoría en 1993, a quien salva de una comisión de investigación sobre los GAL. Repite con José Maria Aznar en 1996 con los conocidos como Pactos del Majestic y con quien rompe cuando el PP logra la mayoría absoluta.

Su apoyo a los populares, sin embargo, marca el principio del fin. Primero con una bofetada moral —su némesis Pasqual Maragall le gana en votos pero no en escaños en 1999— y después con el castigo definitivo. Su heredero, Artur Mas, paga las consecuencias y CiU pierde la Generalitat en 2003. El pujolismo ya no es suficiente y para airear el partido. Su mesías se aleja. Según Mas, así lleva 10 años durante los cuales «no ha tomado ninguna decisión importante».

Hasta entonces Pujol nunca cedió un centímetro de poder. Escogió a Mas cuando las fuerzas le fallaban y para evitar que Josep Antoni Duran Lleida, líder de Unió, tomara las riendas de CiU. Hasta entonces, los cadáveres políticos se amontonaban a las puertas de su despacho. Desfalleció Miquel Roca pese a su crédito como padre de la Constitución y, tras él, todos los demás. Sólo Artur Mas, protegido de Lluís Prenafeta y amigo personal del primogénito del president desde su paso por la quebrada empresa peletera Tipel, convence al líder. Incapaz, sin embargo, de dejar la política, avisa en 2003: «Yo no me retiro. Me aparto». Más de diez años después, se ha visto obligado no sólo a retirarse, si no también a esconderse en la casa de campo de su hijo Josep.


CERCO JUDICIAL

A Pujol lo lleva hasta la cornisa un artículo publicado por EL MUNDO, el 7 de julio, sobre los movimientos bancarios de su familia en Andorra. Por qué decide en esta ocasión saltar y no en anteriores —este diario lleva dos años informando sobre la fortuna de origen opaco del clan Pujol Ferrusola— es todavía una incógnita. Dos fuentes de su entorno sostienen que se «sacrifica para proteger a sus hijos más débiles y con la vida menos resuelta —Mireia, Marta, Oleguer y Pere— y a su mujer», asfixiados por un cerco judicial cada vez mayor. El diputado Fernández Teixidó insiste, no obstante, en que «sólo el tiempo nos dirá los motivos reales» de la inmolación de Pujol, «quién la ha impulsado y por qué motivos». Uno de los fundadores de CDC señala al trabajo de «las alcantarillas del Estado» contra Pujol por su sobrevenida pasión por la independencia de Cataluña.

A la espera de la respuesta su «hijo político», Artur Mas, acabó el 29 de julio de 2014 por desterrar a su mentor. Lo hizo «con pena y compasión» desde la planta noble del Palau de la Generalitat, donde los presidentes realizan sus discursos más solemnes. Allí anunció que Pujol, el hombre que prometió a su mujer que amaría más a Cataluña que a ella, renunciaba a las medallas, los premios, los privilegios y las loas por más de 60 años de trabajo. También renuncia a lo último que hubiera querido perder: el título de Molt Honorable. Jordi Pujol i Soley, presidente de Cataluña durante 23 años, hombre recto, obstinado, católico de misa, patriota, moralista hasta lo ejemplarizante se va, del todo, sin lo que más perdía temer en esta vida. Sin su «acusado sentido del honor».


EL MUNDO. DOMINGO 3 DE AGOSTO DE 2014

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Mensajepor Invitado » Mié 13 Ago, 2014 8:39 pm

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Las crisis de los ricos

La huida de Jordi Pujol "de mansión en mansión", como un Vaquilla de alto standing, se acabó cuando el exhonorable fue fotografiado en la terraza de una de ellas. De lo que huía de momento era de las cámaras y las cámaras lo cazaron. O quizá consintió el posado porque pensó que a un Pujol el robado le sienta redundante.

José Antonio Montano


La huida de Jordi Pujol “de mansión en mansión”, como un Vaquilla de alto standing, se acabó cuando el exhonorable fue fotografiado en la terraza de una de ellas. De lo que huía de momento era de las cámaras y las cámaras lo cazaron. Siguiendo la estela de su Júnior (“¡chapa la cámara, prima!”: ese tipo de frases que justifican cuarenta años de inmersión en el catalán), el Sénior podría haber dicho, faraonamente: “¡Si me queréis, irsen!”. Pero parece que ya nadie le quiere, y se dejó vencer. O quizá consintió en el posado porque pensó que a un Pujol el robado le sienta redundante.

Lo cierto es que la foto me llegó. El hombre, en su chalet pirenaico, rodeado de naturaleza, viviendo su crisis con un estatus que ya quisiéramos. Recordé algo que nunca deberíamos olvidar en medio de estas euforias: que los ricos, en sus peores momentos, siguen viviendo mejor que los demás en sus mejores. Para nosotros sería un exitazo vivir al menos como ellos en sus crisis. Los ricos también lloran, pero con sus lágrimas muchos viviríamos a cuerpo de rey.

Y me acordé también de un amigo rico que tuve. Aunque en este el fenómeno se daba más limpio, puesto que era rico por su casa y no por su cargo. Además, no tenía hijos todavía: el hijo era él. Una tarde pasamos por delante del Teatro Real de Madrid, donde ponían una ópera de Wagner.

–Hubiera estado bien ir –le dije.

–¿Cómo que hubiera estado? Aún no ha empezado.

–Pero ya no hay entradas.

–Soy abonado. Mira, yo hago lo que dice mi padre: hay que abonarse a todo, al Real, al Bernabéu, a las Ventas, y luego vas o no vas.

Con mi amigo rico la vida era más fácil, pero también más cara. Incluso para mí. Él invitaba a lo sustancial (una ópera, una cena), pero los prólogos y los epílogos eran a escote y salían por un riñón. En sus “picar algo” antes o sus “tomar una copa” después me dejaba el presupuesto de varias semanas. Por eso, un amigo rico es algo que uno se debe administrar, para no caer en la pobreza.

Además de los golpes económicos, estaban los morales: las humillaciones que propinaba sin querer, desde su mundo de yupi. Un día llegó agobiado porque (“no te lo vas a creer”) había mirado en su cuenta y (“por primera vez en mi vida”) el saldo es de menos de quince millones. Y tuve que dedicarme a consolarlo, yo que no aún sabía cómo iba a pagar mi alquiler ese mes. En otra ocasión me estuvo contando sus vacaciones en el canal de Panamá. Le dije que el sueño de una chica que me gustaba era ir allí.

–¡Pues invítala, no seas tonto! Mira, te compras los billetes y la citas en el aeropuerto. Y os vais y pasáis una semana juntos. Ella cumple su sueño y tú estás en su sueño. ¿No lo ves?

–Ya, ya, pero no es tan fácil...

–¿Cómo que no? Mira, yo mismo te paso el teléfono del catamarán.

Por aquel tiempo tuve una crisis (una crisis fetén, de las de pobre) y me retiré de la capital una temporada. Mi retiro era irme al piso de mis padres, con mis padres. Pero mi amigo transportaba su lujo al concepto “retiro”, e incluso al concepto “crisis”. Me dijo que él también lo hacía a veces. Pero lo que había al otro lado de su riqueza sencillamente no lo percibía. Una vez hicimos una excursión a una casa que tenía en el Cantábrico. Me enamoré de un despacho amplio, con cristaleras que daban al mar revuelto.

–¿Ves? Aquí es donde yo me retiro a veces, cuando estoy en crisis. Vengo, me paso un tiempo y regreso a Madrid renovado. Mira, está muy bien desconectar. Por eso no sabes cuánto te entendí cuando lo hiciste tú.

Todo esto recordé al ver la foto de Pujol, con un toque de resentimiento social. Hasta de las buenas crisis se nos apropian, los tíos. Nos dejan solo las baratas.

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Mensajepor Invitado » Vie 15 Ago, 2014 12:26 am




Marta Ferrusola tranquiliza a Jordi Pujol por la querella de Manos Limpias: "Uy tranquilo, esto se olvida"

Las cámaras de los periodistas han captado la conversación en la que la mujer del expresidente intenta darle ánimos en su refugio veraniego de Queralbs mientras Pujol le explica que el sindicato ha presentado contra él.

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Mensajepor Invitado » Dom 17 Ago, 2014 10:04 pm

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Tarradellas, en 1985: “Pujol debería dimitir por lo de Banca Catalana; es un dictador que dejará un lastre muy grande”

"Su acción de gobierno se limita a decir que nosotros somos formidables y Madrid siempre se equivoca". Esto lo recogía el diario El País en 1985, en una información firmada por José Antich, futuro director de La Vanguardia.

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ens roba

Mensajepor ens roba » Mié 27 Ago, 2014 2:12 am



Spot de las juventudes de CIU

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Mensajepor Invitado » Vie 29 Ago, 2014 5:34 am

'Caso Pujol,' ¿Y cómo empezó todo?

El exlíder de CiU pasa de "español del año" a independentista proscrito

Albert Sáez



Jordi Pujol, expresident de la Generalitat, está en el ojo del huracán. La explosión del caso Pujol se mira y remira por unos y por otros solo en relación con el independentismo catalán. Pero tiene mucho que ver también, o sobre todo, con la corrupción y la revuelta popular contra la casta de la transición. El notario López Burniol cita a menudo una frase atribuida a Azaña en la que identificaba todos los males de España con un puñado de familias cuyos negocios acampan en las laderas del Boletín Oficial del Estado. Según el republicano, llevan siglos siendo las mismas. Su penúltima operación de surfismo político aconteció durante la transición. Bancos, compañías energéticas, constructoras de obra civil, un par de editores de prensa y unos pocos más sobrevivieron a la dictadura en el campo empresarial y aún hoy –impulsados por las privatizaciones del último Felipe González y las liberalizaciones del primer Aznar- copan las juntas de accionistas y los consejos de administración de una serie de empresas convertidas en multinacionales que han sufrido la crisis con mucha menor intensidad que las pequeñas y medianas empresas gracias al control que ejercen sobre el BOE, también en democracia. Lo explica magníficamente César Molinas en su último libro.

Para entender las relaciones de estas familias con el poder franquista es muy recomendable ver la película La escopeta nacional, donde un genial Saza interpreta a un industrial –catalán, por supuesto- que pretende conseguir que un ministro publique un decreto obligando a implantar el portero electrónico en todos los edificios de viviendas en España y aspira a que los únicos homologados por el Gobierno sean los de su fábrica. El hombre se gasta una fortuna en sufragar una cacería en honor del ministro que, finalmente, le pide un porcentaje en la nueva empresa además de beneficiarse a su secretaria.

La transición fue tan modélica que la sobrevivieron casi todos los políticos franquistas –excepto los más significados- y la totalidad de los jueces, los fiscales, los policías y… los empresarios como el de La escopeta nacional. Cuando pasan cosas como las de Pujol, o como Gürtel o como Pretoria o como Filesa o como Pallerols, siempre me viene este asunto a la memoria. Jamás critico a quienes hicieron la transición. Saldarla sin tiros merece el silencio sobre todo lo demás. Pero los actos –todos- tienen consecuencias aunque respondan a nobles propósitos. Del franquismo, la transición se quedó con el jefe del Estado pero también con las élites de funcionarios y de empresarios que garantizaron la continuidad de una determinada manera de hacer las cosas a favor de unos determinados intereses.

Los mismos que iban a las cacerías pronto aprendieron el carácter lampedusiano de la transición. Para ello contaron con la ingenuidad de la nueva clase política. Atemorizados por el poso franquista de la sociedad española, el consenso de la transición partió de tres premisas fundamentales: no había que pasar cuentas con el pasado, los partidos democráticos debían ser pocos y fuertes como lo había sido la Falange y la democracia no podía costar un duro a los ciudadanos, en apariencia. La crisis ha puesto en evidencia esas tres claudicaciones que las nuevas generaciones ya no toleran, sobretodo cuando toman formas hipertróficas en asuntos como el rescate de Bankia y las autopistas radiales de Madrid, el sobrecoste del AVE, el fraude de los ERE en Andalucía, las comisiones de Bárcenas y la trama de los hijos de Pujol.


La casta y el consenso constitucional

Los trapos sucios de la transición se escondieron tras el eufemismo de los pactos de Estado, el consenso constitucional. Fernando Abril Martorell en nombre de Suárez, Alfonso Guerra en el de Felipe González y Miquel Roca en el de Pujol amañaron lo fundamental: evitar la restauración de la legalidad de la Segunda República –y por lo tanto no juzgar ni a quienes la subvirtieron ni a quienes titularizaron el botín-; garantizar un sistema nuevo de partidos sin la Falange, pero también con el PCE y Esquerra Republicana marginalizados para reforzar la operación de amnesia; y, en tercer lugar, crear un método de financiación de los partidos políticos que evitara la sensación que la democracia era más cara que la dictadura. Así es como se crearon las condiciones para lo que después aflora. Los mismos que pagaban mordidas a la dictadura pasaron a sacar a los nuevos partidos de sus apuros financieros derivados de un deficitario sistema de financiación pública. Que la UCD se acomodara a este pacto resulta del todo previsible. El partido de Suárez representaba a los funcionarios, empresarios y ciudadanos españoles que no querían demoler al franquismo sino sobrevivirlo. ¿Cuándo sucumbieron al trato partidos de tradición democrática con dirigentes encarcelados o exiliados por el franquismo? No fue cosa de un día sino un proceso lento e imperceptible.

Pujol obtuvo en 1980 una victoria inesperada en las elecciones catalanas. Comunistas y socialistas habían arrasado en las elecciones de 1977 y 1979. Los mismos que hoy se movilizan por tierra, mar y aire para frenar al independentismo vieron en Pujol el muro de contención contra un gobierno de socialistas y comunistas en la Catalunya autonómica. De manera que el exdirigente de Banca Catalana –persona de fiar para las elites madrileñas y barcelonesas susceptible de ser domesticado- recibió todo tipo de ayudas, lícitas e ilícitas. La más llamativa –vista con la perspectiva del tiempo- fue el manguerazo que recibió de la patronal catalana la Esquerra Republicana de Heribert Barrera, furibundo anticomunista al que por ello perdonaron su independentismo que meses antes le había dejado fuera de la legalidad constitucional. Esos hijos de exbancarios catalanes que ahora se rasgan las vestiduras escribiendo un día sí y otro también que el independentismo lo inventó Pujol en TV3 y en la escuela deberían preguntar en su casa quién y por qué pagó a Barrera la campaña electoral de 1980. Tras ese primer escarceo, Pujol ya formaba parte del sistema y, por lo tanto, cuando un par de años después algunos damnificados de aquella derrota le buscaron con malas artes las cosquillas por su vida anterior de banquero recibió la preceptiva protección. Esos experiodistas que ahora escriben día sí y día también que los hijos de Pujol robaban a manos llenas ante el silencio de la prensa que se atreven a llamar subvencionada deberían explicar cómo y por qué dejaron de investigar el caso cinco minutos antes de pasar a dirigir la televisión de Pujol para luego arruinar el diario de Prenafeta. En esa operación estaba ya metido el hombre que le ha hecho la declaración de la renta a Pujol mientras ha defraudado: Joan Antoni Sánchez Carreté, entre muchas otras cosas dirigente del Partido del Trabajo que amparó a ERC en sus listas en las elecciones generales de 1977. Félix Martínez ha explicado que ha sido uno de los cerebros de la confesión del expresident.

La definitiva incorporación de Pujol al sistema de trabajo de las elites postfranquistas –catalanas y españolas- llegó tras la operación Roca. Un asunto del que el expresident destronado se mantuvo aparentemente distante pero que no dejaba de ser un intento de reproducir a escala española la alianza de intereses que él había liderado en Catalunya. El preámbulo de la operación Roca fue nombrar a Pujol "español del año" en 1985 por el diario ABC (título que aún no le ha retirado) como único bastión frente a la hegemonía de los socialistas aún no plenamente domesticados. El asunto salió mal y la manera de tapar el agujero no es ajena a lo que ahora se destapa: el secretario general del Partido Reformista Democrático –hoy presidente del Real Madrid- había comprado a precio de saldo una empresa llamada Construcciones Padrós, radicada en Badalona y en la órbita de Banca Catalana, y que en pocos años pasó a ser una de las principales contratistas de la obra pública licitada por la Generalitat. Así el exsecretario general amasó suficiente fortuna para recuperar los avales personales con que se financió la campaña del PRD. Y se abrió la veda en una administración de nuevo cuño como era aquella Generalitat de Catalunya que pasó a ser una copia a escala local de aquella administración y aquellos empresarios que sobrevivieron al franquismo, fueran catalanes o españoles. Poco después, Pujol entendió que el control de la caja podía conllevar el control del partido. Cuando Miquel Roca, envalentonado, alzó el partido contra el fundador para forzar su entrada en el Gobierno español, Pujol decidió cortarle las alas y montar un sistema alternativo. Para ello se sirvió de dos alfiles: Josep Antoni Duran i Lleida a cuya sombra se montó la trama de Pallerols (ya juzgada) y Lluís Prenafeta al frente del clan Pujol, capitaneado por la esposa y el primogénito. Ahí empezó todo, no por ninguna herencia.


La ingenuidad del PSOE y la OTAN

Fue también por esas fechas cuando el PSOE perdió la ingenuidad. Las primeras campañas las financió con fondos procedentes del SPD (“Ni flick ni flock”, ¿recuerdan?) y con los fondos públicos previstos para los partidos con representación. Pero en 1986 llegó el referéndum de la OTAN. Y la ley no tenía previsto sufragar el gasto. Fue en ese momento cuando se montó la trama Filesa (ya juzgada). Las empresas “del sistema” querían ayudar a Felipe González a ganar el referéndum e idearon la manera de financiar la campaña con la facturación de estudios inexistentes, todo legal en la cuenta de resultados de las compañías e ilegal en la contabilidad de los partidos. La historia se repite una y otra vez, formalmente son los políticos los que cometen ilegalidades pero son las empresas las que se llevan los beneficios.

Faltaba un tercero en discordia para asegurarse la plena impunidad. El PP de Aznar, ausente como ERC del consenso constitucional, entró en esta dinámica cuando el nuevo líder de la derecha decidió poner al frente de las finanzas a su mentor político, Álvaro Lapuerta, imputado en el caso Bárcenas y heredero de la saga Naseiro-Sanchis, exculpados en un caso de financiación ilegal por el mismo sistema que ahora pretende librarse Pujol querellándose contra la banca andorrana: la eliminación de las pruebas por estar contaminadas en su origen. Con Lapuerta, Aznar logró que el PP dejase de ser la sectorial política de la CEOE que quitaba y ponía candidatos como explica en su primer volumen de memorias. Por eso el editor de Logroño siguió al frente de la financiación del PP hasta pasar el bastón de mando a su número 2: Luis Bárcenas. El resto ya está explicado.

Así las cosas, a principios de los años 90 del siglo pasado en España los pactos de Estado que garantizaron una transición pacífica ya tenían a todos los partidos con posibilidades de gobernar –y los únicos que han gobernado de hecho- conchabados en un sistema amparado por la jefatura del Estado, con partidos fuertes pero mal financiados y con una omertá basada en el chiste del dentista. Cuando aparecía un escándalo vinculado a la financiación de los partidos, se decían unos a otros: “¿Verdad que no nos haremos daño? En esas condiciones, España –incluida Catalunya- vivieron dos épocas doradas de inversión pública –con sus correspondientes comisiones-: los fastos de 1992 y la burbuja inmobiliaria a partir del 2000. Se hicieron autovías, edificios públicos, autopistas, carreteras, escuelas, universidades, miles de kilómetros de Alta Velocidad, aeropuertos, puertos… Todos construidos por las mismas empresas que hicieron los pantanos de Franco y alguna reciente incorporación. Y todos sobrefinanciados por la Unión Europea y por los pelotazos inmobiliarios. La mejor manera de entenderlo es revisitar la serie de televisión Crematorio.

La crisis se llevó el agua del dinero fácil y apareció el lodo de la corrupción. Noos, Gürtel, ERE, Palau, Pretoria, Mercuri, Pujol… Siempre la misma historia: manejos en el BOE (concursos, recalificaciones, concesiones, reglamentos, homologaciones) pagados a través de empresas fantasmas dirigidas por los menos escrupulosos que se llevan un porcentaje de la mordida y con el resto pagan los festejos electorales. La primera reacción para surfear esta nueva contrariedad fue generar en el mapa político alternativas a los partidos de la transición pero low cost, gracias a las redes sociales: así Unión Progreso y Democracia (fundada por una exdirigente socialista) y Ciutadans (fundado por el hijo de un expresidente de la Caixa y primo del penúltimo presidente de Catalunya Banc) se dedicaron durante la crisis a expandir la idea que la corrupción era cosa de los políticos mientras que los empresarios eran como las esposas de Urdangarín y Torres: firmaban pero no sabían nada. En su discurso entretienen al personal con los excesos en las dietas –que existen-, con los excesos en los cuadros de los exministros –que existen-, con los excesos en los coches oficiales -que existen-, con los excesos de cargos de confianza –que existen-, pero los picos de oro de la antipolítica nunca hablan de los excesos de obra pública, de gasto farmacéutico o de los seguros de vida de las concesionarias de las autopistas. Esa labor ha quedado para Podemos, y en menor medida IU y Esquerra.

Finalmente, la bomba ha estallado por el lado de Pujol. Su apoyo al desafío independentista le ha expulsado del pacto de Estado –ya no sirve como muro de contención de ERC ni asegura la unidad de mercado- y una vez proscrito todos se han acordado de los pagos que hicieron a su entorno, antes roja que rota. La memoria es selectiva. Pero todo no empezó en el 2012, sino en 1976.

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Mensajepor Invitado » Mié 03 Sep, 2014 9:23 pm

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“Vamos a por ti, Jordi”

Habituados al pedregoso politiqués que hemos de sufrir los cronistas parlamentarios, Montoro lanzó una diatriba punzante contra la colosal hipocresía de Pujol y su familia, y prometió varias veces: "Iremos hasta el final de este turbio asunto"


Alguien debió de pensar: “Ya que ha de ser un otoño caliente, que lo inaugure Montoro”. Y el plan, queridos contribuyentes, ha sido un éxito sonoro: ya está montada. El curso parlamentario ha quedado abierto en canal por la retórica a dentelladas del vampírico don Cristóbal, Eliot Ness del fraude fiscal cuando quiere. Y tratándose de Jordi Pujol, ha querido. Vaya si ha querido. Toda la desganada, calculada tibieza que Rajoy exhibió durante el verano desde que el padre patrio de la Cataluña actual confesase la gran evasión ha quedado bruscamente corregida por Montoro de un modo tajante; de un modo montórico.

Ya que en España todo hay que explicarlo con fútbol, la intervención del ministro en la Comisión de Hacienda ha sido como las ruedas de prensa ígneas de un entrenador maquiavélico antes del choque inminente, en este caso la madre de todas las Diadas: “Si creía que pidiendo perdón públicamente se hacía borrón y cuenta nueva, se equivocaba de pleno. Vamos a poner los medios suficientes para ir hasta el final de este turbio asunto: hasta sus consecuencias no solo administrativas y fiscales, sino también judiciales. Mi comportamiento en este caso será el mismo que en el caso del señor Luis Bárcenas”.

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Mensajepor Invitado » Mié 03 Sep, 2014 11:24 pm





Marta Ferrusola manda “a la mierda” a un grupo de periodistas
La mujer de Jordi Pujol pierde los nervios frente a una cámara de televisión, cuando un reportero le pregunta por la comparecencia de su marido, el próximo día 22

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Mensajepor Invitado » Vie 05 Sep, 2014 12:43 am

Bravo, ministro

David Gistau


Resultó gracioso que Montoro confiriera al Estado poderes taumatúrgicos capaces de salvar a los catalanes de las putrefacciones nacionalistas


EL LUNES, víspera de la comparecencia de Montoro, Cospedal elogió durante una entrevista en lo de Griso al presidente por haberse abstenido durante todo el verano de pronunciar un solo comentario –de sorpresa, de desagrado, de indignación– acerca de la confesión de Pujol: en un tema judicializado, hay que ser cautos, vino a decir. La poca cautela con la que Montoro agarró ayer a Pujol, lo ató a una silla y le aplicó la tortura con oreja rebanada de «Reservoir Dogs» revela más bien que estaríamos ante el clásico reparto de papeles. Rajoy se mantiene en estadista aséptico, en esas cumbres de la trascendencia que no son alcanzadas por los ruidos mundanos ni por los tristes crujidos de la condición humana, y además evita ser interpretado políticamente en un asunto fiscal. Mientras que Montoro hace una entrada arrolladora como la herramienta implacable contra el fraude de que dispone Leviatán, o sea, el Estado, ese justiciero con una lista de nombres como el jinete de la canción de Johnny Cash.

Al PP, por boca de Montoro, le vino bien un pretexto para ponerse estupendo por motivos éticos después de haber andado avergonzado, con la barbilla pegada al cuello de la camisa, durante todo el periodo de vigencia de Bárcenas. Y hasta resultó gracioso que Montoro confiriera al Estado poderes taumatúrgicos capaces de salvar a los catalanes de las putrefacciones nacionalistas, como invirtiendo el argumento independentista de que la sola separación tendría tales consecuencias mágicas que los catalanes pasarían inmediatamente incluso a morir menos de cáncer que como españoles. Pero todo lo arruinó Montoro cuando salió del ámbito de los tecnicismos fiscales y se puso a hacer política con consecuencias devastadoras que procedo a exponer.

Montoro dijo que los Pujol ya habían sido investigados hace unos doce años, mientras gobernaba otro ejecutivo del PP del que él también formaba parte. Hecha esta revelación, surge la pregunta automática. ¿Por qué se paró esa investigación? ¿Quién la paró? ¿Fue otro caso Banca Catalana, cuando Pujol se sintió lo bastante protegido como para agarrar por las solapas al entonces fiscal general e insultarlo? Esta declaración de Montoro no hace sino alimentar las conjeturas acerca de que Pujol dispuso de una patente de corso para robar expedida por el Cotarro, o sea, otra vez el Estado, que le ha sido retirada cuando se convirtió en un incordio político. Por si acaso esta idea no está aún lo bastante arraigada, Montoro decidió justificarla un poquito más cuando ayer soltó una frase memorable sobre que el Estado no va a aguantar a cínicos que, al mismo tiempo que lo desafían, roban gracias a las oportunidades que el Estado da. ¿Significa eso que sólo estamos dispuestos a soportar a los cínicos que roban dentro del Estado sin desafiarlo, como el propio Pujol durante estos últimos treinta años en que todas las investigaciones se perdían como lágrimas en la lluvia?

Ya que el propio Montoro prácticamente ha admitido la existencia de esta simbiosis que durante todo el ciclo democrático ha sustentado la corrupción estructural, cabe terminar con otra pregunta que en realidad ya hice en un artículo anterior de este verano. ¿Quiénes más hay? ¿Cuáles son los cínicos de esa endogamia a los que aún se concede la inmunidad porque no desafían al Estado? Montoro logró ayer convertir el caso Pujol en una agresión del Estado que legitima el discurso independentista y en una invitación a sospechar de todos desde la Transición, del Rey abajo. Ole ahí.

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entre pillos

Mensajepor entre pillos » Dom 07 Sep, 2014 10:54 pm

Felipe González: “Nunca he creído que Pujol sea un corrupto”

El expresidente del Gobierno cree que la confesión del expresidente catalán es "una operación de cobertura" hacia sus hijos

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Mensajepor Invitado » Dom 07 Sep, 2014 11:01 pm

INFOGRAFÍA | Movimientos de las cuentas de los Pujol en la Banca Privada d'Andorra

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Movimientos de las cuentas de los Pujol en la Banca Privada d'Andorra

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Mensajepor Invitado » Dom 07 Sep, 2014 11:05 pm

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Un pacto que permitió a Pujol robar durante más de 30 años

España ens roba. Nosotros no robamos. Este es el edificio de cartón piedra que se ha venido abajo con estrépito. Resulta que quien robaba a los españoles era el pretendido fundador de una dinastía familiar diseñada para reinar sobre la “República Independiente del 3%”, dinastía de la cual el señor Mas era y es apenas un testaferro, un hombre de paja llamado a calentar el sillón al hereu de don Jordi, otro Pujol de segundo Ferrusola.

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Mensajepor Invitado » Dom 07 Sep, 2014 11:18 pm

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En 1984 un informe para el Rey explicaba cómo salvar a Pujol.


PREGUNTAS. MIGUEL ÁNGEL MELLADO


¿Depuso Pujol sin ser visto?

NO Decía el poeta irlandés W. B. Yeats que había que pensar como un sabio y hablar como la gente común. Se supone que ya he cumplido con la mitad del consejo al utilizar el verbo deponer para referirme a la sucia acción de Pujol y su familia, aunque más común sería usar defecar, o cagar, pero no quiero cometer una cagada mayúscula en el primer titular postvacacional. Para entender este nauseabundo caso Pujol, como es llevarse el botín envuelto en una bandera, hay que hablar, además de defecación, de colaboración y de cómplices necesarios. Resulta increíble que los Pujol hayan cometido un multimillonario fraude/robo durante más de 30 años sin ser descubiertos por instancias del Estado, con sus brazos armados: Hacienda, Policía, Banco de España... Esto que digo no pasaría de ser una obviedad si no me hubiera llegado un misterioso sobre, sin remitente, con otro sobre dentro y un informe de cinco folios mecanografiados dirigido al más íntimo colaborador de Don Juan Carlos I en los 80. El informe, sin fecha, debió de ser escrito entre 1984 y 1986. Comienza así: «1.- Siendo Fiscal General del Estado el Excmo. Sr. Gil Albert, el Banco de España remitió a la Fiscalía General el expediente de Banca Catalana...». Sí, va de la Banca Catalana, la entidad fundado en 1959 por Florenci Pujol, padre de Jordi Pujol, intervenida en 1982 por el Gobierno de la Nación al estar en quiebra. Miles de pequeños ahorradores perdieron su dinero, si bien Pujol, presidente ya de la Generalitat, vendió sus acciones por millones de pesetas días antes de la intervención. El informe, inédito hasta ahora, enumera los intentos del Banco de España desde 1980, alentando una querella contra los accionistas de Banca Catalana. En mayo de 1984 el fiscal general del Estado, Burón Barba, nombrado por Felipe González, presenta la querella contra Pujol y otros ex consejeros de Banca Catalana. En dicho informe se habla, textualmente, de la actuación en la querella «de dos fiscales de conocida ideología y militancia marxista». Se refiere a los fiscales Jiménez Villarejo (ahora en Podemos, tío de Trinidad Jiménez) y Mena. La querella entró en los juzgados en mayo de 1984, días antes de la toma de posesión de Pujol como presidente de la Generalitat tras su enorme éxito electoral el mes anterior. Pasó de 43 diputados a 72. Aquél 30 de mayo, el flamante president salió al balcón de la plaza de Sant Jaume y pronunció unas proféticas palabras para los anales de la Historia. Hoy producen estupor y ayudan a entender la impunidad posterior de los Pujol. «Dejadme que os diga una cosa: el Gobierno central ha hecho una jugada indigna. A partir de ahora cuando se hable de ética, de moral y de juego limpio, podremos hablar nosotros, pero no ellos», dijo el Molt... En el informe enviado al edecán del Rey y que por lógica leyó Don Juan Carlos se pide una resolución veloz de la querella y no en Madrid. «El presidente de la Generalitat tiene menos ¡¡¡inmunidad!!! que la que tiene un simple diputado del Congreso», se escribe. La tramitación debía ser rápida para no socavar la imagen del afectado. Para cumplir las formas y evitar ¡¡¡perdedores!!!, la querella debería desembocar en una instancia judicial catalana. Así sucedió. En 1986, fue archivada por la Audiencia de Barcelona por falta de pruebas. El Gobierno de González, como antes sucedió con el de Suárez y después con el de Aznar, no quiso meter más las narices en la quiebra de Banca Catalana, probable origen de la enorme fortuna ilegal de los Pujol y, desde luego, de su posterior manera de actuar. El informe no está firmado, pero en el sobre enviado al íntimo colaborador del Rey con la palabra Urgente, y que 30 años después llega a mi despacho, incluía una tarjeta de Miquel Roca. No prueba que fuera el autor del mismo, pero la autoría es muy verosímil: Roca era el socio político de Pujol desplazado a Madrid y ha mantenido una estrecha relación con el Rey. Años después, Don Juan Carlos lo contrató para defender a la Infanta Cristina en el caso Urdangarin. ¿Llamó el Rey a González? «Felipe, escucha, ¿por qué no dejamos tranquilos a Jordi no vaya a ser que se le dispare el fervor? Miquel me hace una sugerencia. Pregunta a Narcís (Serra, ministro de Defensa, años después involucrado en la quiebra de Caixa Catalunya) qué opina». Esto son especulaciones, no el informe, real, ni las tropelías del clan Pujol. (Esta columna podría haberse titulado también: Majestad, salvemos al banquero Pujol).


¿Más colaboradores?

En la deposición de Pujol: Mas, consejero de Obras Públicas de don Jordi (1995-1997), consejero de Economía y Finanzas (1997-2001) y jefe de consejeros entre 2001-2003. Durante todos estos años Convergència cobró el 3% de ciertas obras adjudicadas por la Generalitat, más un 2% para el clan Pujol, se dice ahora. A Mas le persiguen dos fantasmas: el final del tobogán en el que ha subido a Cataluña y acabar atado en los tribunales a la suerte de la familia Pujol, como otro hijo, aunque en su caso sea sólo putativo.


¿Septiembre, tranquilo?

NO Según los sociólogos, septiembre es el mes con menos estrés. ¡No será en España! El próximo jueves, 11 de septiembre, día de la Diada, más de 400.000 personas formarán una V humana, símbolo de la victoria. Más importante para los intereses independentistas catalanes será lo que suceda el día 18, en el referéndum por la independencia en Escocia. El sí está en manos de las mujeres mayores de 60 años, las más indecisas. Un día después, el Parlamento catalán aprobará la ley de consultas y Mas convocará el referéndum para el 9-N. Rajoy, para impedirlo, podría aplicar el artículo 155 de la Constitución, con la retirada de las transferencias en Seguridad y Educación. Cada paso hacia el abismo favorece a ERC, partido que se convertirá en primera fuerza municipal en 2015 y autonómica en 2016; si Mas adelanta las elecciones a la Generalitat, antes. La Historia se repite. Como en 1931, Esquerra será el partido hegemónico. Hace 70 años, en 1934, declaró la independencia.


¿Septiembre laborioso?

Científicos de Exeter, tras estudiar al gorrión tejedor del desierto de Kalahari, concluyen que trabajar es malo para la salud. Los pájaros holgazanes tienen mejor vejez. Machacarte en el gimnasio no es la solución. Ni asegura una vida saludable ni el éxito con las mujeres. Según otro estudio, ellas prefieren a los tiernos frente a los musculitos. Si trabajar es malo y el gimnasio no conquista, ¿qué hacer en el tiempo libre? Sugerencia: visitar la exposición de Cristóbal Toral en Fuenlabrada (Madrid). El músculo creador de este artista trabajador es trifásico: comunica con sus manos, con su corazón y con su cerebro. El genio de Toral es hijo de tres padres: Velázquez, Picasso y Goya, del que es su puro retrato.


EL MUNDO / DOMINGO / 7 / SEPTIEMBRE / 2014

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Adelina

Mensajepor Adelina » Mar 09 Sep, 2014 8:34 pm



La vidente de Pujol


Adelina Fernández Medela: «Pujol é un piolloso e un aparvado, un 'papanatas'. Nin un vaso de auga me deu»


[imageleft]Imagen[/imageleft]Adelina, a carballiñesa que lle curou o tic nervioso que Jordi Pujol tiña e que logo o estivo tratando do mal de ollo -«el cría que tiña moitas envexas e era certo porque sempre lle daba que si»- encetou mal a semana. A primeira hora estaba no Xulgado do Carballiño pola denuncia que presentou pola morte dun can, «destrozáronmo uns cans grandes, e partírono en dous, pobre animal», e cando se lle pregunta polo expresidente da Generalitat alporízase: «Non vou falar máis diso, porque viñeron á miña casa e graváronme dende un coche, e estou farta de que me chamen todo o día, e que me rifen meus fillos -están en Andorra- por teléfono e me digan que estea calada. Non quero saber nada. Déixeme en paz». Máis tarde, xa de volta na casa logo de realizar as compras no Carballiño, amósase máis tranquila.


-Refírense a vostede como pitonisa, meiga, vidente... ¿Como se definiría?

-Non son nada diso. Son naturista e sanadora. Hai persoas que teñen un don natural para iso, e no meu caso herdeino da miña avoa, Carme Fernández Bernárdez.


-¿Tan mal rematou a relación con Pujol?

-Non vou falar máis de Pujol.


-Xa, pero chama a atención o que contou de que el se fixo rico a costa súa.

-Pujol é un piolloso e un aparvado, un papanatas, que nin un vaso de auga me deu. E é mentira o que se está a dicir. El cobráballe á xente que me mandaba á consulta pero eu non lle cobraba o que se di. Nunca cobrei un prezo fixo, as miñas consultas sempre foron pola vontade.


-¿Tratou a alguén máis do seu entorno?

-A Marta Ferrusola. Trouxérona dúas amigas súas, xente ben de Barcelona. Estaba preocupada porque lle caía o pelo.


-¿E logo xa foi cando tratou ao expresidente da Generalitat?

-Si. Primeiro veu polo tic que tiña no ollo, que seica estaba farto dos oculistas porque non llo daban curado. Logo seguiu vindo porque sospeitaba que lle tiñan envexa e lle querían facer mal.


-¿E era certo?

-Tiña mal de ollo. Sempre que botabas un ovo saía negro, escuro, e iso quere dicir que hai xente que che desexa o mal. E era cando lle pasaba os ovos polo corpo para curalo e púñalle unha vela.


-¿Canto o tivo como cliente?

-Por aí un ano e medio. A dous non chegou.


-Foi nese tempo no que vostede se asentou en Barcelona.

-Non. Estaba en Andorra e ía pasar consulta dúas veces á semana á Barcelona a unha casa que era de Pujol.


Adelina Fernández Medela saiu do seu pobo de Vilar, na parroquia de Veiga (O Carballiño), a gañarse a vida «sen escola». Emigrou a Fraga (Huesca) porque alá estaba un familiar do seu primeiro marido. Depois foise para Andorra. Tivo dous fillos e logo afillou a unha rapaza do seu segundo home, un alemán. Casou tres veces -comeza a cantar con sorna: «Yo tuve tres maridos / y a los tres envenené / con unas cuantas gotas / de cianuro en el café...»- e hai dez anos que voltou para Vilar. Fai cinco que vive con Basilio, un vigués que estaba tomando as augas no balneario da vila e ao que coñeceu no baile do Centro Social do Carballiño. Gañou a vida como puido -«na colleita do algodón, sulfatando ao xornal, carrexando auga para a casa dos ricos... o pouco que teño sacáronmo da pel»- e sempre exerceu curando de todo: «Levantando a paleta, facendo remedios para as mulleres que non podían ter fillos, curando a mamite das vacas, o mal de ollo, coutando a pezoña... de todo». Na parede ten colgados diplomas de cursos de naturopatía e psicoloxía. E unha foto con Manuel Fraga.


-¿Tamén tratou a Fraga?

-Cureille un herpes, prepareille unha pomada, e trateino pola dor de cabeza e tamén da vertixe. A cabeza traiao a mal traer, dáballe moitos problemas.


-¿E era bo pagador?

-A Fraga non lle cobrei porque era un galego de lei, non coma o cutre ese do Jordi Pujol.

-¿Lembra a alguén máis coñecido que tratase?

-A Javier de la Rosa. Un señor e un cabaleiro, igual que a súa muller. E funo ver ao cárcere. E estiven comendo na súa casa. A ese arruinouno Pujol. Puxo cartos para uns proxectos e logo o pequeno ripoullos todos.




La pitonisa de Pujol: "Ese non acaba no caldeiro"
V Televisión ha visitado la "curandeira" de Jordi Pujol. Es gallega, vive en una Parroquia de O Carballiño y Manuel Fraga también solicitó sus servicios... para curar un herpes.




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