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Mensajepor Invitado » Lun 04 Mar, 2019 2:56 am

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Mensajepor Invitado » Vie 29 Mar, 2019 3:09 am

Pablo Casado dice que Melilla es la única ciudad española en África. Olvida Ceuta y el archipiélago canario...esta misma semana decía que Talavera de la Reina era un pueblo extremeño... Yo no quiero que enseñe el título de derecho. Quiero que enseñe el graduado escolar


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Mensajepor Invitado » Jue 02 May, 2019 3:05 am

Mutantes

DAVID GISTAU




LOS LÍDERES carismáticos reúnen a veces a sus seguidores como en un retiro espiritual para comunicarles que han de someterse a una mutación. ¡A una epifanía! Así ocurrió en Suresnes, cuando Felipe González pidió a los socialistas que dejaran fuera el marxismo como si se tratara del revólver antes de entrar en el saloon. Así ocurrió en el congreso de Cs donde se decidió que quienes se habían levantado socialdemócratas se acostarían liberales fetén. No sé si en esos casos la familia nota algo raro en quien regresa a casa y de repente se pone a decir cosas como que donde mejor está la paga semanal es en el bolsillo de los niños.

Ahora es Pablo Casado quien calibra la doctrina como si fuera un cuadro que no acierta a colgar recto: «¡Más a la derecha! ¡Más a la izquierda!». Acuciado por el inapelable fracaso electoral, Casado intenta improvisar de pronto un partido nuevo, distinto del que prometió crear en las primarias porque era el que emanaba naturalmente de su enérgica voluntad de recuperar todos los banderines de enganche cedidos por el PP durante esos tiempos marsupiales en que imitó el dinamismo de los koalas, entendiéndose Moncloa como la rama a la que permanecer abrazado. El primer síntoma del cambio de guión es que los mismos hermanos extraviados de Vox a los que iba a acoger, asando primero un carnero, en su flamante ejecutiva ahora son unos ultraderechistas terribles para los cuales valen todos los adjetivos puestos en circulación por el ¡No pasarán! de Sánchez. En realidad, me da pena pensar que no volveremos a oír a Casado decir cosas como Frente Popular o felón, era un poco como ver una película de Vicente Parra. Si sustituye eso por cháchara convencional centrista, sólo nos va a quedar Abascal como esperanza de que vuelva a legalizarse el duelo por honor y de que la palabra pardiez y la expresión ¡Sus y a ellos! sean otra vez de uso cotidiano.

Muten pues si ese es su gusto. Pero no sé qué van a hacer ahora con candidaturas regionales como la de Madrid ocupadas por gente sin raigambre política pero adecuada por la munición retórica para librar la guerra cultural voxiana contra progres y perroflautas. A ver si ahora Ayuso y el de la alcaldía, que no me acuerdo cómo se llama, van a tener que ir por ahí pidiendo perdón por haber sido derecha-derecha como Tyson a Holyfield en ese anuncio en el que llama a su puerta para devolverle la oreja.

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Mensajepor Invitado » Dom 26 May, 2019 2:46 am

Españoles que fantasean con encontrar su tren a París

DAVID GISTAU




EL PASADO viernes, Pablo Casado acudió a la radio a que lo entrevistara Herrera Carlos. Fuera de micrófono, se le hizo notar que parecía abatido y él alegó un cansancio comprensible después de varias campañas electorales sucesivas y muy viajadas. Sin embargo, algo más había en su estado de ánimo pues recordó, como identificándose con ella, la anécdota de Estanislao Figueras, el presidente de la I República, que ante su consejo reunido dijo: «Estoy hasta los cojones de todos nosotros», y que después se subió a un tren liberador rumbo a París.

Las pulsaciones bajas de un hombre habitualmente tan motivado, cuyas primarias trataron de traer un arreón vertiginoso, inspirado por el concepto de reconquista, congenian con la melancolía y la resignación de todo un bloque social español que fue llamado a votar en las generales en circunstancias excepcionales, casi de emergencia patriótica, y ahora ha sucumbido al humor funesto de los derrotados que sólo esperan a que les sean aplicadas las consecuencias del Vae victis.

Podríamos recuperar al Baudelaire citado por Umbral para hablar de un «spleen» que determina en la actualidad la tristeza que recubre como una neblina eso que se dio en llamar «las derechas». Mientras Pablo Iglesias comienza ya a esgrimir verbalmente su ministerio como si se dispusiera a desenfundarlo; mientras las primeras maniobras parlamentarias justifican los augurios más pesimistas acerca de las trazas de la nueva Transición –que aniquila a una derecha civil que ni para pisar la calle tranquila ha de encontrar sosiego–, existe un arquetipo burgués incipiente que recuerda al maravilloso personaje del conde Rostov en Un caballero en Moscú (Amor Towles) que, confinado en una buhardilla del hotel Metropol bajo amenaza de muerte si osa pisar la calle, observa cómo todo cuanto constituyó su mundo es agredido, avillanado, y va disolviéndose en nostalgia.

Porque esa tristeza no es exclusiva del PP, que acaso hoy se disponga a sufrir la pérdida definitivamente simbólica de la comunidad/capital, reproducción a escala de su visión nacional, a la que el nacionalismo y el zapaterismo se referían como la «ciudadela de la extrema derecha» porque jamás se dejaba salvar de sí misma.

Las mesnadas de Vox languidecen también, incluso más, después de que las arengas, los morriones, las convocatorias de los Happy Few y los alardes como de alistarse en un banderín spengleriano sirvieran tan sólo para obtener un puñado de escaños insuficientes en medio de los cuales encima resultó estar un socialista pertinaz, José Zaragoza, al que no hubo modo de desalojar. En esta nueva campaña, también las llamadas de Vox a cabalgar por la patria resonaron fatigadas, como si en realidad ya no se las creyera nadie una vez que las elecciones generales más emocionales de los últimos tiempos decretaron el nacimiento de una inercia izquierdista con vocación constituyente que se siente legitimada por las urnas para hacer cualquier cosa. Hasta para dejar a Franco sin desenterrar, ya derrotado alegóricamente, ya clavada la estaca por otros medios.

La única excepción a esa tristeza de «las derechas» la constituye Rivera, que va avanzando en su proyecto particular de apropiación del hábitat del PP, que de momento le resulta suficiente. Rivera, de hecho, es el único que ha comprendido, antes incluso del desenlace electoral de este domingo, que el único personaje posible para sobrellevar lo que viene es el que ocupa la posición defensiva en El Álamo y se arroga el paladinazgo último de un régimen por cuyas alfombras parlamentarias corretean ya sus peores enemigos. La única alternativa es envidiarle a Estanislao Figueras el tren que lo llevó a París.

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    EL LÍDER CAUTIVO Y DESARMADO
    La tristeza es el sentimiento predominante del electorado de derechas que fue a votar a las generales como si el destino de la patria estuviera en juego y ahora se apresta a rendir sus últimas posiciones. Hasta Pablo Casado, líder emergente, de pronto entiende al presidente de la I República que dijo estar «hasta los cojones de todos nosotros» .

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Mensajepor Invitado » Lun 27 May, 2019 3:11 am

Nos vamos a reir


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Mensajepor Invitado » Lun 17 Jun, 2019 3:09 am



:shock:

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Mensajepor Invitado » Mar 18 Jun, 2019 2:19 am


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Mensajepor Invitado » Sab 22 Jun, 2019 6:53 pm

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Mensajepor Invitado » Dom 23 Jun, 2019 6:01 pm


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Mensajepor Invitado » Dom 07 Jul, 2019 3:13 am

Galileo

DAVID GISTAU




HUBO un avistamiento, en la calle Galileo, del alcalde y la vicealcaldesa. Abucheados en la acera de los números pares, ovacionados en la de los impares: la España hemipléjica que ha de helarte el corazón siempre encuentra formas nuevas de mostrarse. Hacen una pareja curiosa, Almeida & Villacís. Salen juntos a resolver con su propia mano los problemas de los madrileños y, como los acompaña un tropel de cámaras, parecen los presentadores de un "reality" de intervención. Como los que hace Chicote con la comida. O como los que consisten en cumplirle un sueño a alguien. A Villacís se la ve cómoda y expansiva ante las cámaras, apetente de protagonismo, mientras que Almeida carece de planta y es mohíno y gruñón. Es decir, como pareja televisiva pueden funcionar pues en esos casos son graciosos los contrapuntos. Los veo juntos en la teletienda el día que la política profesional no les dé para más. Votarlos no, pero un "tupper" sí les compro.

A la calle Galileo, sin embargo, fueron a resolver una tarea ingrata. En las fotografías de las jardineras suspendidas en el aire, parecían forenses o magistrados asistiendo al levantamiento de un cadáver. Se habría dicho que, una vez "despeatonalizada" la calle, en el suelo quedaría el perfil de Carmena trazado con tiza, como en las escenas del crimen. Almeida & Villacís tienen un problema si a lo que se quieren dedicar es a presentar un programa, con la ciudad de Madrid como plató, de cumplimiento de sueños: no les han encargado sueños, no tienen una visión. Por eso, toda su acción consiste en desmantelar las pocas cosas que dejó hechas la antecesora. Para ello, se hacen acompañar de cámaras como si estuvieran acometiendo una gran hazaña emancipadora de vecinos cautivos, una liberación como la de París en el 44. Pero tampoco da para eso. Lo que está logrando el "agit-prop" podemita es retratarlos como a una pareja vengativa que persigue por la ciudad las improntas carmenitas para condenarlas a "damnatio memoriae" y, más allá de eso, no tiene nada propio que ofrecer. A Almeida, después de asegurar que nada le importaba más en la vida que donar a los madrileños el regalo de un cielo limpio en el que respirar a pleno pulmón, le preguntaron hasta seis veces con qué medidas concretas pensaba lograrlo. No respondió. No tenía ni idea. No extraña que intente usar los anillos olímpicos como péndulo para hipnotizar a los madrileños.

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    Almeida y Villacís durante la reversión de la calle Galileo.

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Mensajepor Invitado » Dom 28 Jul, 2019 3:14 am

Comuníquese que, con fecha de hoy, el PP ya no es fascista

DAVID GISTAU




SI LA política española fuera una trama de ficción, cualquier lector debería hacer un esfuerzo para no extraviarse en los giros argumentales. Estamos a punto de asistir a uno monumental. El gatillazo parlamentario del pasado jueves no sólo representó el estrepitoso fracaso de una negociación entre los que Rajoy llamaba «amateurs de la política». También señaló el agotamiento de una propuesta argumental con la que Pedro Sánchez ganó las elecciones e hizo vibrar un tiempo a su electorado con la posibilidad de combatir en la Ciudad Universitaria sin riesgo de muerte y alterar, de forma ucrónica, el resultado de la Guerra Civil. Hasta corresponsales sajones llegaron a Madrid, a los que interesó averiguar si el hotel Florida seguía abierto, para cubrir desde allí la inminente captura de Franco.

Después de lo de la plaza de Colón, es decir, del advenimiento africanista de los «trifachitos», Sánchez comprendió que era el momento de convocar elecciones, convirtiéndolas nada menos que en un «¡No pasarán!» actualizado, donde Podemos –«socio prioritario»– era un compañero de trinchera en la ardua lucha contra el fascismo, que esta vez no iba a verse abocada a derrota y burlas como las del cuplé de Celia Gámez: «Ya hemos pasao».

Esta trama debería haber fluido hasta el glorioso final del Gobierno de coalición, emancipados por fin todos los españoles de un cautiverio del fascismo que, aunque ellos lo ignoraran, no terminó con la Transición, tan sólo mutó su apariencia. Creo que, a estas horas del domingo, no les hago spoiler si les digo que lo del Gobierno-Tabla Redonda salvífica de las izquierdas no terminó de cuajar. Lo cual provocó el siguiente giro argumental.

Inmediatamente después de vaciar el parlamento el pasado jueves, y sobre todo durante la rueda de prensa de Carmen Calvo el viernes, fue posible apreciar que lo siguiente consistirá en desplazar hasta Pablo Casado la «tensión» acerca de una abstención patriótica que a Rivera le hicieron hasta los restos socialdemócratas de su propio partido.

Para ello, ya ha comenzado a decirse que lo desea el Ibex, como si ésta fuera la única autoridad religiosa que aún queda en pie. La parte buena es que los militantes y votantes del PP pueden relajarse porque, durante este veraneo, como hay que atraerlos, van a dejar de ser oficialmente unos fascistas tremendos. Los editorialistas orgánicos podrán desahogarse con Vox, pero a los del PP ni tocármelos, pues a partir de ahora, rescatados de la terna maléfica de Colón, procederán a ser hermanos constitucionalistas, cuyo instinto patriótico no les deja otra opción que hacer presidente a Sánchez.

En esta nueva era de coqueteo con el PP que ahora empezará, el PSOE estará dispuesto a hacer tantos esfuerzos conciliatorios que es posible que el ministro Marlaska autorice a algún gay votante popular a serlo y que la vicepresidenta Calvo admita que una vez conoció a una mujer de derechas que no era esclava voluntaria del heteropatriarcado nacionalcatólico.

La «presión» a Casado, sin embargo, se basará en dos premisas como mínimo discutibles. Primera: que la salvación de España requiere a la fuerza que Sánchez sea presidente. Eso puede pensarlo Sánchez pero, ¿por qué el PP, alternativa con sus propios criterios de gobierno? Segunda: Rivera fue presionado con el argumento de que debía evitar la formación de un Gobierno influido por independentistas y otros enemigos del 78. Pues bien, ese peligro dejó de existir el pasado jueves, se malogró a sí mismo. ¿De quién hay que salvar España ahora, si el PP ya no es fascista, si a Podemos lo ha incapacitado su amateurismo, si los indepes quedaron fuera del juego a la espera de una sentencia que los enajenará aún más? Presión, qué presión.

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    NO PASARÁN, ¿PERO QUIÉNES?
    El fracaso de la investidura representa también el cierre en falso de una emocionante narrativa: aquella por la que Sánchez convocó a la izquierda, durante las elecciones, para luchar contra el fascismo, resucitado mediante conjuro en la ‘misa negra’ de Colón. El «¡No pasarán!» fue reorientado para frenar la ambición ejecutiva de Pablo Iglesias .

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Julio Parra

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Mensajepor Julio Parra » Lun 29 Jul, 2019 12:17 pm

Lo de la "resurrección del fascismo" y lo de la "foto de colón" es ya de carcajada, cuando en este país el COMUNISMO PURO Y DURO ha estado a punto de entrar en el Gobierno de la nación.

En Colón estuvieron los representantes de la clase MEDIA española, de los que trabajan y se ganan su pan sin que tengan que ayudarles, porque ellos estudiaron cuando eran jóvenes, y trabajaron después, mientras que los "progresistas" iban de botellón en botellón.

Así es que menos ranas, tío ranero, que no cuelan. Inventaros de una vez algo INTELIGENTE para atacar a los que trabajan.

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Mensajepor Invitado » Dom 04 Ago, 2019 12:01 am

ya .... En Colón estuvieron los representantes de la clase MEDIA española, de los que trabajan y se ganan su pan sin que tengan que ayudarles, porque ellos estudiaron cuando eran jóvenes, y trabajaron después, mientras que los "progresistas" iban de botellón en botellón..
estudiaron y sacaban masteres como casado y compañía ....te pareces a la cara de vinagre del pp (la pija argentina), que dice con respecto de los homenajes de bildu a los etarras que salen de prisión ... que en ningún país del mundo se puede formar un gobierno con la abstención de una formación política de ex etarras.
poz pazguata ... vos sos una ignorante (o una sinvergüenza mentirosa)... porque solo cruzando el río (donde ibas a la playa) hay un país ... que con con su formación política, no solo llegó a diputado .... sino a presidente de la república)
no me creo que alguien en argentina no conozca al pepe .... por lo tanto te digo lo que eres, una mentirosa, una mierda pinchada en un palo.
pena de país
en el país de los ciegos el tuerto es el rey

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Mensajepor Invitado » Jue 08 Ago, 2019 3:10 am

Guerra

DAVID GISTAU




UNA GRAN parte de la derecha ha asimilado un concepto indisociable del momento actual, el de la guerra cultural. Ello ha permitido a Vox encontrar un nicho –y azuzar por añadidura a un PP remiso con Rajoy a guerrear nada– con llamadas más o menos emocionantes a la resistencia y el maquis, a vivir entre fuegos de vivac, según decía Umbral, como en una Sierra Maestra inversa. Por ello, algunas arengas de Vox, literalmente con un morrión puesto, parecen apelar a la melancolía que sufren ciertos españoles por haber sentido que vivían en un tiempo en el que nadie les trazaría ya con una espada una línea sobre la arena de una playa.

Siempre hay que temer lo que es capaz de hacer un adulto estimulado con emociones ideológicas nuevas. En el menos dañino de los supuestos, sólo hará el ridículo. Pero esta guerra cultural es global y terminó de consagrarse cuando Hillary dio un sentido de pertenencia involuntario a los «Despreciables», que asumieron el término como blasón igual que hicieron con el 1% los moteros de Sonny Barger en los sesenta –mira, ésta hubiera sido una buena historia para el suplemento de verano–. La guerra tiene la utilidad de discutir una hegemonía moral socialdemócrata que lleva rigiendo en Europa todo el ciclo del 45 –en España vino adherida al mito fundacional de la Transición y su hombre nuevo, que, inconcluso, sigue siendo moldeado a golpe de prédica– y de emancipar en parte a personas asfixiadas por el puritanismo y el maccarthysmo de la corrección, que ya hace tiempo que venía pidiendo ser desafiada. En la socialdemocracia ya se aprecia una reacción a esta guerra que pasa por cultivar de modo obsesivo mitos de la Guerra Civil de los que se pretende una continuación de primera línea. En Carmen Calvo, por ejemplo, esta pasión es tal que ya sólo le falta llegar a una rueda de prensa vestida con un mono y con cananas cruzadas.

La guerra cultural de la derecha tiene sin embargo un peligro que ya se ha visto en la anécdota municipal de los prejuicios de la concejal de Aravaca Loreto Sordo contra los cantautores Pastor, padre e hijo. Influidos por la narrativa bélica y por cierto ambiente vengativo, los experimentos de gobierno derechistas detectan por instinto a rojos que han de ser perseguidos. Sustituyendo así un sectarismo por otro en la espantosa lógica pendular del odio político a la española.

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Mensajepor Invitado » Jue 08 Ago, 2019 3:14 am

El Ayuntamiento de Madrid anuncia que vetará a grupos musicales afines a Podemos

El Ayuntamiento de Madrid quiere que las fiestas de la capital «vuelvan a estar libres de odio y a la altura de todos los madrileños» y por eso el Grupo Municipal del PP ha anunciado a través de Twitter que no se contratará a «grupos afines a Podemos ni a condenados por humillar a víctimas del terrorismo». Una decisión que, en opinión del concejal de Más Madrid Nacho Murgui, no deja de ser «censura» y «persecución ideológica».




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