CATALUÑA ES OFICIALMENTE UNA NACIÓN

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nada cambia

¡Español! ¡Guerra al Estatuto Catalán! (1932)

Mensajepor nada cambia » Vie 09 Jul, 2010 2:58 am


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amoperezoso
P. A. (progresa adecuadamente)
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Mensajepor amoperezoso » Vie 09 Jul, 2010 11:36 pm

CONSTITUCION ESPAÑOLA


Artículo 2.

La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.

Artículo 3.

1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.

2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.


Artículo 4.

1. La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas.

2. Los Estatutos podrán reconocer banderas y enseñas propias de las Comunidades Autónomas. Estas se utilizarán junto a la bandera de España en sus edificios públicos y en sus actos oficiales.

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El Principat

El Principat de Catalunya (Espanya) - Blog

Mensajepor El Principat » Sab 10 Jul, 2010 2:06 am

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Els Mossos d´Esquadra

Como no tenían milicia, ni policía, ni uniformes, los nacionalistas y los separatistas tuvieron que inventarse una institución catalana que se convirtiera en la tropa catalana. Se rescató del olvido un cuerpo odiado por muchos catalanes, los “Mossos d´Esquadra”.

Los “Mossos d´Esquadre” se crean a partir de la victoria de las tropas borbónicas sobre las austracistas en 1714, en la guerra de sucesión, principalmente para evitar desmanes en las zonas rurales pero también se dedicaron a perseguir y ajusticiar a todos los austracistas o migueletes que caían en sus manos.

En aquella época se conocía al cuerpo como “Esquadres de Catalunya”.

Vieron la luz en la población de Valls, cercana a Tarragona, siendo su fundador Pere Anton Veciana i Villa, alcalde del pueblo, expansionándose exclusivamente por toda Cataluña, y ya a mediados del siglo XVIII, 16 eran los destacamentos del cuerpo existentes en todo el Principado y más de 125 los integrantes del mismo. La expansión del cuerpo fue aumentando a finales del XVIII y a principios del XIX.

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No hay duda del origen borbónico del cuerpo, aunque se intente negar su propia historia, de forma oficial en su página web, pero la historia es la que es, y Nuria Sales retrata en su libro “Història dels Mossos d´Esquadra” que fueron y que representó este cuerpo:

“El origen de las escuadras es tan felipista como su fundador: en la guerra de sucesión se llamaban escuadras las partidas de paisanos armados felipistas”.

Los colores de los “mossos” (azul y rojo) pertenecen a los de la corona francesa, que como relata Nuria Sales:

“A través de las épocas, quedan como constante en el uniforme de los mozos de escuadra los colores azul y rojo (colores borbónicos), el gambeto y la curiosa mezcla de alpargatas y sombrero de copa”.


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Manuel Milà i Fontanals, personaje principal de la “Renaixença”, recogió en el libro “Romancer Català” una poesía popular titulada “Expedició a Portugal” en que se habla de la vestimenta de los “Mossos” y su indiscutible vinculación española:

    “Barcelona ciutat gran, bandera n´hi ha parada
    bandera de foc i sang, que es senyal de guerra mala,
    Som soldats
    Som soldats del Rei d´Espanya
    Som soldats.
    No serà tan mala, no, com el Rei l´ha cridada
    A barcelona anirem, minyons, a sentar-ne plaça,
    uniforme portarem, per servir al rei d´Espanya:
    espardenya blava al peu, veta fins a mitja cama,
    el barret engalonat, com a mossos de l´esquadra.”


    (“Barcelona ciudad grande, bandera hay parada
    bandera de fuego y sangre, que es señal de guerra mala,
    somos soldados
    somos soldados del rey de España
    somos soldados.
    No será tan mala, no, como el rey la ha llamado
    A Barcelona iremos, muchachos, a sentar su plaza,
    Uniforme llevaremos, para servir al rey de España:
    alpargata azul en el pie, veta hasta media pierna,
    el sombrero engalanado, como mozos de la escuadra”).

Los “Mossos” existieron hasta 1868 en que el general Prim decretó la disolución de las “Esquadres de Catalunya”, basándose en que la Guardia Civil, creada por el Duque de Ahumada, militar de ascendencia catalana, hacía la misma función que los “Mossos” y que era pagada por el Estado, mientras los “Mossos” los pagaban los ayuntamientos y las diputaciones, aunque influyó mucho su carácter borbónico.

Cuando renacieron en 1875, con el advenimiento de los Borbones al trono, solo fue Barcelona y su propia Provincia donde volvieron a asentarse, ya que las otras tres provincias catalanas con sus respectivas Diputaciones, optaron por la presencia única de la Guardia Civil produciéndose por tanto un incremento en la expansión territorial de este cuerpo. El tema económico fue básico en esta determinación, al igual que en su disolución de 1868. Mientras la Guardia Civil era pagada por el Estado, los "Mossos d’Esquadra" recibían su salario de la Diputación de cada provincia, de ahí que Tarragona, Gerona y Lérida prefirieran utilizar esa partida de sus presupuestos en otras incidencias ya que la seguridad venía pagada por el Estado con la Guardia Civil. Barcelona con más recursos, siguió pagando a los "Mossos d'Esquadra”.

Con la proclamación de la II República, los “Mossos” mostraron su rechazo al nuevo régimen debido a su histórica fidelidad monárquica, excepto el capitán de las escuadras de La Garriga, el capitán Escofet, que se ganó, traicionando a sus superiores, el mando de las escuadras.

Los “Mossos d´Esquadre” son un cuerpo policial que se creó como una fuerza monárquica y española.


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http://elprincipatdecatalunya.blogspot.com/

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Rider
Pequeño saltamontes
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Mensajepor Rider » Sab 10 Jul, 2010 10:48 pm

La señorita Constitución con 32 está ya muy magreada y se conserva fatal, está pidiendoun escalpelo a gritos

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¿Qué nos pasa, doctor?

Mensajepor ¿Qué nos pasa, doctor? » Sab 10 Jul, 2010 11:17 pm

    ¿Qué nos pasa, doctor?

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Doctor, doctor!, tengo un malestar extraño que se me viene manifestando a nivel estomacal por la zona del nacionalismo. No es un dolor, aunque a veces es punzante, ni una erupción aunque a veces pica, y no es una infección con fiebre, aunque a veces me encienda. Tiene que ver con la digestión, y me pasa cuando mezclo. Hay quienes se confunden al mezclar alcoholes, a mí me pasa con los conceptos Catalunya y España. ¡Ay, doctor, estoy hecha un lío! Tan pronto me pongo a gruñir defendiendo Catalunya, como saco unas banderitas españolas y hago el molino a dos manos en el salón. Voy a enloquecer.

El fin de semana pasado fui al concierto de Black Eyed Peas, que por cierto, cuando se lo dije a mi madre me devolvió una reflexión por lo bajini: “Ahora entiendo por qué a mis padres no les gustaban los Beatles”, al rato le puse las canciones en el ordenador y estábamos las dos dando saltos en el sofá. A lo que iba, que el sábado pasado estuve en el estadio del Espanyol, en el único concierto que el grupo daba en España, y se ve que nadie se molestó en explicar a los artistas el jari que tenemos montado en este país con las nacionalidades. Comprendo que no es cuestión de explicarles la movida desde Tirant lo Blanc, pero una mínima composición de lugar no hubiera estado mal.

Sólo unos minutos antes de salir a escena, España –la roja– ganaba a Paraguay y pasábamos a semifinales, hito histórico. La gente aireaba las banderas y estaba eufórica. Black Eyed Peas salen a escena y se ponen a decir España como si fuese la única palabra que saben pronunciar. Al principio, bien: Hola, España, buenas noches, España, te quiero, España, viva España, levanta las manos al cielo y grita España... ¡Ya está bien! Busqué miradas cómplicesami alrededor, o algún tipo de alteración en los ánimos de los allí presentes mientras los raperos se enredaban la lengua con la bandera, pero nada. Me quedé gruñendo sola, y aplaudiendo a la vez. Una cosa muy incómoda.

A eso me refiero, doctor, cuando le digo que si mezclo me indigesto; y ojo, que no soy nada radical, otro gallo cantaría si lo fuese: o para un lado o para el otro. Pero creo en la integración como riqueza, yo misma soy una integrada: catalana porque esta tierra me ha dejado plantar mis raíces aquí y muy orgullosa de airear mis ramas mestizas, donde mi catalanidad no excluye mi españolidad, como tampoco excluye mi argentinidad, como tampoco mi perplejidad cuando estoy a punto de pasar un fin de semana esquizofrénico: el sábado apoyaré la marcha a favor del Estatut catalán, y el domingo comeré ganchitos gritando Es-pa-ña como una desquiciada. ¡Ay, doctor!, y si a mí me pasa esto, no quiero ni pensar cuántas cosas habrán chocado en la cabeza de Carles Puyol junto con la pelota que nos metía a España en la final del Mundial por primera vez en la historia. ¡Pobre!

LA VANGUARDIA / V I V I R / SÁBADO, 10 JULIO 2010

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Qué me pasa doctor?

Mensajepor Qué me pasa doctor? » Sab 10 Jul, 2010 11:41 pm

Debe ser contagiosa la enfermedad :shock: :lol:

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Montilla llama a la noria

Mensajepor Montilla llama a la noria » Dom 11 Jul, 2010 5:28 am


Llamada de Montilla
"No he sentido que peligrara mi integridad"

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Mensajepor Invitado » Lun 12 Jul, 2010 9:56 pm

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anónimo

Mensajepor anónimo » Sab 28 Ago, 2010 8:46 pm

Leed esto, sacado de e-pesimo.blogspot.com, sacado a su vez de El Mundo.


lunes 19 de julio de 2010
DELINCUENCIAS ZP: DESPUÉS DE LA SENTENCIA (I): El análisis



LA IDENTIDAD NACIONAL, LOS SÍMBOLOS NACIONALES Y LOS DERECHOS HISTÓRICOS

LEONOR MAYOR / Barcelona
Nación sólo hay una y es «indisoluble»
Zapatero embustero La sentencia insiste en que el Preámbulo del 'Estatut' «carece de eficacia jurídica interpretativa» / Los derechos históricos no son equiparables a los derechos forales

EL MUNDO inicia desde hoy una serie diaria de análisis a doble página de los argumentos de la mayoría del Constitucional y de los votos discrepantes acerca de los aspectos más sustanciales del Estatuto de Cataluña, y de las consecuencias que tendrá la sentencia en las leyes de desarrollo estatutario que ya se han aprobado o que están por llegar. El vértice del debate en el Parlament y en el Congreso, primero, y entre los magistrados, después, fue el término nación. De las ambiciones iniciales de la parte catalana, que consignó en el artículo 1º del texto que Cataluña es una nación, se pasó a la redacción actual, que la define como una nacionalidad constituida en comunidad autónoma. Por si cabía alguna duda, los magistrados reiteran una y otra vez en el fallo que nación, con mayúscula, sólo hay una, la española, y que ésta es indivisible. También niegan cualquier eficacia jurídica a la parte del Preámbulo que se refiere a la nación catalana.

«1. Cataluña es una nación.

2. Cataluña ejerce su autogobierno por medio de instituciones propias, constituida como comunidad autónoma de acuerdo con la Constitución y con este Estatuto».

Así arrancaba el artículo 1º del Estatut que el Parlament aprobó el 30 de septiembre de 2005 con una mayoría del 80% de los diputados. Para los parlamentarios de CiU, PSC, Esquerra e Iniciativa, no cabía ninguna duda; todos ellos creen que Cataluña es una nación. Sólo los 15 representantes del PP en la Cámara catalana se opusieron a ese precepto.

«Basta con recurrir al diccionario para darse cuenta de que Cataluña es una nación», alegaban los partidarios de esta tesis, a la vista de la clásica definición de nación: «Grupo humano unido por vínculos especiales de homogeneidad cultural, histórica, política, económica y lingüística».

Pero el hecho de que esta tesis fuera mayoritaria en Cataluña no significaba que el resto de España la fuese a aceptar. El Estatut viajó del Parlament a las Cortes y allí se modificó este polémico artículo. Ahora, la Carta Magna catalana empieza así: «Cataluña, como nacionalidad, ejerce su autogobierno constituida en comunidad autónoma de acuerdo con la Constitución y con el presente Estatuto, que es su norma institucional básica».

Sentimiento y voluntad

El recorte dolió a la parte catalana, que hubo de conformarse, pero no renunció a dejar constancia de que para la mayoría de los diputados catalanes, Cataluña es una nación. Por eso, en el Preámbulo, sin valor normativo, incluyó: «El Parlamento de Cataluña, recogiendo el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía de Cataluña, ha definido de forma ampliamente mayoritaria a Cataluña como nación. La Constitución Española, en su artículo segundo, reconoce la realidad nacional de Cataluña como nacionalidad».

Precisamente, ahí está el quid, en el artículo 2º de la Constitución, que reza: «La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas».

Este precepto es incompatible con el que pretendía el Estatut del Parlament, ya que sólo reconoce como nación a la española. Pero, una vez eliminado aquel incómodo artículo 1º del Estatut inicial, la fórmula de introducir esa declaración de principios en el Preámbulo podía salvarse al carecer de eficacia normativa. Sin embargo, el PP no lo vio claro y, temeroso de que ese pequeño párrafo se convirtiese con el tiempo en base jurídica que diera pie a pretensiones independentistas, lo recurrió.

Los magistrados han secundado sus tesis y, tras mencionar en varias ocasiones a lo largo del fallo ese artículo 2º de la Constitución, han querido dejar constancia de que «carecen de eficacia jurídica interpretativa las referencias del Preámbulo del Estatuto a 'Cataluña como nación' y a 'la realidad nacional catalana'».

Los magistrados han ido incluso más allá y han despejado cualquier duda sobre el carácter de los «símbolos nacionales de Cataluña» recogidos en el artículo 8º del texto estatutario. Se trata de la bandera, la fiesta y el himno y -de acuerdo con la interpretación anterior- «se predica únicamente su condición de símbolos de una nacionalidad constituida como comunidad autónoma en ejercicio del derecho que reconoce y garantiza el artículo 2º de la Constitución». O sea, que los símbolos nacionales lo son por representar a una nacionalidad y no por representar a una nación, de acuerdo con la doctrina del Tribunal Constitucional.

Este artículo ha sido objeto de un pequeño y curioso desarrollo legislativo. Al estatuyente se le olvidó uno de los símbolos de Cataluña: su danza, la sardana. Para corregir esta omisión, el Govern dictó hace unos meses un decreto en el que la incluyó como uno de los símbolos nacionales de Cataluña. Ahora, de acuerdo con la sentencia, deberá entenderse que la sardana es la danza de la nacionalidad de Cataluña y, en ningún caso, de la nación catalana.

Aunque no lo ha anulado, el Constitucional sí ha interpretado el artículo 5º del Estatut, donde se consignan los derechos históricos de Cataluña. Este precepto recoge «los derechos históricos del pueblo catalán, en sus instituciones seculares y en la tradición jurídica catalana [...] de los que deriva el reconocimiento de una posición singular de la Generalitat en relación con el Derecho Civil, la lengua, la cultura, la proyección de éstas en el ámbito educativo y el sistema institucional en que se organiza la Generalitat».

El PP vio un peligro en esta redacción: la posibilidad de que, amparándose en ella, Cataluña quisiese disfrutar de los mismos derechos forales que el País Vasco y Navarra gracias a lo establecido en la disposición adicional 1ª de la Constitución: «La Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales. La actualización general de dicho régimen foral se llevará a cabo, en su caso, en el marco de la Constitución y de los estatutos de autonomía».

¿Qué pasaría si Cataluña reclamase sus derechos forales de acuerdo con esta disposición? Pues, sin ir más lejos, podría sentar las bases para que exigiese el concierto económico a la hora de financiarse. Los magistrados han querido dejar claro que, en ningún caso, el artículo 5º del Estatut abre la puerta a que Cataluña tenga derechos forales.

De hecho, los magistrados reducen esos derechos históricos al ámbito del derecho privado; es decir, se limitan a reconocer la existencia de un derecho civil propio de Cataluña que procede de tiempos remotos.

«Se trata, pues, de derechos históricos en un sentido bien distinto del que corresponde a los derechos de los territorios forales a los que se refiere la disposición adicional 1ª de la Constitución. Y ello porque se refiere a derechos y tradiciones de derecho privado o, en el ámbito del derecho público, al derecho que la disposición transitoria 2ª ha querido atribuir a los territorios que en el pasado hubieran plebiscitado estatutos de autonomía en orden a facilitarles su constitución como comunidades autónomas a través de un procedimiento específico», subraya la sentencia, que también rechaza que esos derechos históricos sean fundamento jurídico del autogobierno catalán.

Por esa misma razón, porque considera que el autogobierno de Cataluña emana de la propia Constitución y no de los derechos históricos, el magistrado Ramón Rodríguez Arribas argumenta en su voto particular que el precepto debería haber sido declarado inconstitucional: «Si se aceptara que existen derechos anteriores a la Constitución y que ésta no tenía más remedio que reconocer, se estaría sugiriendo la nulidad absoluta de la propia Constitución».

Vicente Conde, Javier Delgado y Jorge Rodríguez-Zapata realizan consideraciones similares en sus respectivos votos discrepantes. Conde echa de menos «en la sentencia una respuesta en la que sin equívoco se afirme que la concepción jurídica de Cataluña como nación es directamente contraria al artículo 2º de la Constitución». A su juicio, la sentencia «cierra los ojos a la realidad», pues no basta con afirmar que los controvertidos preceptos sobre la nación que incluye el Preámbulo «carecen de eficacia jurídica», sino que el Tribunal debería haber ido más allá y declararlos inconstitucionales, pues contradicen abiertamente el artículo 2º de la Carta Magna.

Por su parte, el magistrado catalán Eugeni Gay piensa todo lo contrario: que el Preámbulo debería haberse respetado, por cuanto posee «un valor declarativo-político» y se sitúa en un «plano conceptual, de pensamiento político».

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catalanofobia?

Las juventudes de CiU llaman ladrones a los españoles

Mensajepor catalanofobia? » Vie 19 Nov, 2010 6:30 pm


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Mensajepor Invitado » Vie 19 Nov, 2010 6:52 pm

se ve que las juventudes de los partidos en esta campaña estan sembraos :lol:

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estelada

Mensajepor estelada » Mar 30 Ago, 2011 8:53 pm



DURANTE LOS JUEGOS DE NUEVA YORK
Bomberos y policías, a la gresca por una estelada

Todo ocurrió la pasada semana en la ceremonia inaugural de unos juegos deportivos de policías y bomberos celebrado en Nueva York, donde se celebra el Mundial este año. En un momento de los actos festivos, un grupo de bomberos o policías catalanes –aún no se ha podido esclarecer- comienzan a hacer un improvisado castell humano, mientras ondean una estelada, bandera independentista catalana. El resto de la delegación española que se encontraba en los juegos, hizo visible su enfado por la exhibición de la enseña, y comenzó a abuchear al grupo catalán, que continuaba haciendo el castell, y ondeando aún más ufanos, la bandera.

Sintiéndose desafiados, el resto de bomberos y policías españoles ondearon también sus banderas de España ante sus compañeros catalanes, cuyo anxaneta-quien corona el castell- colocó la estelada en la cima. Comenzaron a gritarles "Fuera, fuera", y a silbarles fuertemente, y al final devino en un cántico a coro: "Yo soy, español, español, español...", cantaban, respondiendo a las provocaciones.

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Gil & Pollez

Mensajepor Invitado » Mié 14 Sep, 2011 2:21 pm

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INDICA LOS 20 MÁS PRÓXIMOS
Crean una aplicación para móviles que detecta si hay catalanes cerca

La aplicación detecta a los 20 catalanes que están más cerca en un momento dado en cualquier lugar del mundo

Ahora que los catalanes están en boca de todos por cuestión de la inmersión lingüística o por el desacato de las autoridades al auto del TSJC, ahora los catalanes vuelven a ser protagonista

Los usuarios de teléfonos móviles pueden ya descargarse una nueva aplicación que consiste en detectar si hay catalanes cerca. Ésta ya está disponible para Iphone, Ipad y también para Android.

Esta nueva aplicación creada por la empresa barcelonesa D´Artagnan Consultoría quiere constatar que existen catalanes repartidos por todo el mundo. Esta herramienta detecta a los 20 catalanes que estén más cerca.

El nombre de esta aplicación es JaSóCAquí, nombre que pretende reflejar la frase que Josep Tarradellas dijo cuando volvió a España en 1977 desde el balcón del Palacio de la Generalidad: "Ciudadanos de Cataluña, ya estoy aquí".

http://www.lavanguardia.com/opinion/art ... -rabo.html

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Mensajepor Invitado » Dom 04 Oct, 2015 2:10 am



Jorge Ramos le pregunta a Joan Manuel Serrat si Cataluña debe independizarse

Serrat: 'El conflicto en Cataluña se mantiene porque los Gobiernos catalán y español tienen mucho que tapar'

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Mensajepor Invitado » Dom 04 Oct, 2015 3:11 am

Una canción de cuna

HERNÁN CASCIARI


En diciembre se cumplen quince años desde que vivo en un país que no es el mío. Caí en Barcelona por casualidad, porque conocí a una catalana y me quedé a vivir con ella. Pero podría haber conocido a una madrileña o a una andaluza, y entonces no escribiría esto. Porque ahora, quince años después, empiezo a entender a los catalanes y a sus asuntos. No quiero decir que me convencieron (un argentino que cambia de opinión es un uruguayo), pero sí puedo confesar que cuando llegué, en el año 2000, sus afanes de independencia me daban risa.

Así como ahora el Barça es la excusa global para que los extranjeros vislumbren el conflicto catalán, en los tiempos analógicos los argentinos teníamos únicamente a Serrat como ancla de conocimiento geopolítico. Pero como somos narcisos, preferíamos que Serrat nos hablara sobre nuestros traumas, y no sobre el suyo. La primera vez que escuché el idioma catalán fue cuando di vuelta un casete y empezó a sonar una canción que se llama Pare, que quiere decir Padre. Yo tenía doce años y apreté el botón de stop. Pensé que la cinta patinaba y que la voz de Serrat había empezado a sonar en reversa, como en esos discos de Kiss que, cuando se escuchan marchatrás, nombran a Lucifer.

Es raro lo que nos pasa a los argentinos con lo catalán: convivimos con su cultura (porque en el siglo XX llegaron un montón) pero no tenemos clara su huella. Cuando decimos patedefuá sabemos que viene del francés, cuando decimos laburo entendemos que atrás hubo italianos, pero cuando decimos capicúa no sabemos que eso significa cabeza-y-cola. Ni que el nombre Maricel fue siempre mar-y-cielo. Ni que el modo argentino de decir piyama, cambiando la jota por el yeísmo, también es un legado de ellos.

Es por esto que lo primero que pensé, cuando llegué a Barcelona, es que los catalanes eran esnobs. Que se querían diferenciar, que se sospechaban privilegiados respecto del resto, que lo que tenían no era tirria sobre lo madrileño, sino una obsesión oculta. Tenía la intuición de que su amor por la lengua era sobreprotección. Que cuidaban a su idioma como los padres cuidan a un chico débil que no se puede defender; que no lo dejaban vivir en paz, que no le abrían el portón para que jugara con otras lenguas en la plaza. Que encerraban a su idioma en casa y entornaban las ventanas. Que le tomaban la temperatura cada hora y media, creyendo que se iba a morir si no lo abrazaban fuerte. Creí, en esos años, que un día se iban a dar cuenta, tarde y sin remedio, que de tanto cuidar la lengua se la habían mordido.

Le contaba a mi mujer que, cuando somos criaturas, a los chicos argentinos nos meten en un sistema escolar en el que nos enseñan a decir «yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos» durante doce años, y que después salimos a la calle y no decimos ni «tú» ni «vosotros» nunca más. Le decía que no se preocupara tanto, que se relajara. «¡Pero qué dices! ¡Lo vuestro es una jerga, no puedes comparar!», me contestaba ella. En esas discusiones descubrí que no hay ofensa mejor para enojar a un nativo que llamar dialecto a su idioma, folclore a su hábito y dulce de leche tonto a su crema catalana. Y a mí me encanta meter cizaña y levantar el dedito, incluso sin comprender el problema (un argentino que cierra la boca cuando no entiende es un uruguayo).

Y fue entonces que España entera, con Cataluña incluida, me empezó a dar risa y muchas ganas hacerle burla. Hacer burla, en Argentina, se dice sacar la lengua. ¿Cómo era posible que una extensión geográfica del tamaño de Buenos Aires se tomara en serio la esquizofrenia de tantos idiomas y culturas? Era como si de repente los nacidos en Mar del Plata quisieran hablar en marplatense, como si los nacidos en Chascomús dejaran de creer en Papá Noel y empezaran a cagar a palos a un tronco en Navidad, como si los de Bahía Blanca pretendieran participar del próximo mundial de fútbol con bandera propia. No tenía sentido.

En medio de todas las risas que me provocaba el conflicto catalán, nació mi hija Nina y empecé a hacer lo posible para que no fuera ni catalana ni española, sino argentina. Tenía en contra el contexto (sus dos abuelos, su madre, el sistema educativo, la programación de TV3), pero me creí fuerte. Puse todos los relojes de mi casa con un retraso de cinco horas, conecté parabólicas para que viera Canal 13 y Telefé por la mañana, le inoculé Charly García y dulce de leche por la tarde, le enseñé que los lunes se podía faltar a la escuela si el domingo jugaba Racing de madrugada. Y ella entendió todo. Mi hija sabe decir «yo, vos, él, nosotros, ustedes, eyos», sabe decir yuvia, sabe conversar en abstracto y la enloquecen los alfajores triples y la pascualina. Pero cuando llegan los 11 de septiembre se manifiesta en la calle y sabe por qué se manifiesta, y en verano conversa en voz baja con su madre sobre lo que le pasaba a su abuela en los tiempos de Franco. Y sobre todo esto: cuando habla dormida usa su lengua materna.

De repente pasó algo: me dejé de reír. Ya no me burlé. Me empezó a provocar orgullo que mi hija tenga una patria que defender. Porque yo también tengo una, sin importar donde viva. Lo repito ahora y me parece un siglo: en diciembre cumplo quince años en un país que no es el mío. Y no hay un momento del día en que no piense, al menos una vez, qué hora es ahí.

Cuando me fui de casa pensé que esta otra casa se llamaba España, pero ahora sé que tiene otro nombre. No lo supe cuando me lo explicaron. No lo supe cuando me quisieron mostrar mapas. Lo supe cuando empecé a sentir amor por la palabra que la nombra.

Ahora me descubro fantaseando con que mi hija, que nació en la Clínica del Pilar -donde nace media Barcelona-, tenga un día el nombre completo de esa patria en el documento de identidad, como yo tengo el nombre completo de la mía. Y aunque nací por casualidad a 340 kilómetros de Uruguay (y me encantaría ser uruguayo, porque son como nosotros pero sin los errores) soy irremediablemente argentino: mis defectos son los míos y quiero vivir con ellos. Fue mi error creer que la canción Pare, de Serrat, era un casete trabado en el walkman, una cinta del reverso. Y me encanta ese error. Nunca hubiera sospechado, esa tarde de mis doce años, que un día iba a tener una hija de la misma edad y que ella, al nombrarme frente a sus amigas, me llamaría el meu pare.

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-El meu pare...

Cuando Nina me dice así (todavía no lo sabe, pero ya lo sabrá) yo me convierto en una canción de cuna que ella me canta al revés, y que me deja dormir tranquilo




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