Ya sabemos en qué consiste la refundacion del Capitalismo de ZP. Despues de la OPA de ENDESA llega el gran pelotazo de REPSOL.

REPSOL O LA CHAPUZA DEL CAPITALISMO DE AMIGUETES DE ZAPATERO
La probable entrada de Lukoil en Repsol ha sacado al descubierto la endeblez y las miserias de la política económica del Gobierno. Según revela hoy Casimiro García-Abadillo, La Moncloa paró en 2006 la venta de un 10% de la petrolera española a esta misma compañía rusa alegando, con buen criterio, su valor estratégico. ¿Cómo es posible que vender un 10% fuera inaceptable entonces y sólo dos años después el Gobierno dé por buena la venta del 30%? Es más, ¿cómo pueden el Ejecutivo y el PSOE decir por boca de De la Vega y de Pepiño Blanco que, al tratarse Lukoil y Repsol de dos empresas privadas, el Gobierno «no puede intervenir», cuando abortó una operación con los mismos actores en la legislatura pasada?
Antonio Brufau había negociado en 2006 la venta del 10% de Repsol a cambio de garantizarse el suministro de crudo, ya que la empresa pasaría a controlar parte de los pozos de Lukoil. Fue un amigo personal de Zapatero, Javier de Paz, quien comunicó a Brufau que el presidente no apoyaba la operación, extremo que le confirmó la Oficina Económica de La Moncloa, dirigida por el hoy ministro Miguel Sebastián.
Zapatero reivindicaba entonces su idea de los «campeones nacionales» en sectores estratégicos; sólo habían pasado unos meses desde que el Gobierno interviniera de forma decisiva en la OPA sobre Endesa. A la vista de los hechos, parece claro que a lo que en realidad aspiraba el presidente era a que el sector energético estuviera controlado por personas de su confianza.
Como caballero blanco para Repsol, Zapatero eligió a un ladrillero, el dueño de Sacyr, con el que La Moncloa ya había intentado un fracasado asalto al BBVA. Con un crédito sindicado de 5.200 millones de euros y aportando las acciones como única garantía -así cualquiera-, Luis del Rivero compró el 20% de Repsol. Ahora, cuando se ha visto al borde de la quiebra, Del Rivero ha intentado vender su participación en Repsol, pero no a cualquier precio, sino dando un pelotazo. Ha negociado con varias petroleras, pero sólo Lukoil le da más de lo que él pagó hace dos años, pese a que hoy aquellas acciones se han depreciado casi hasta la mitad. ¿No es éste un motivo más para que el Gobierno desconfíe de las intenciones de la compañía rusa?
Ni la oposición de la mayoría de los partidos a la venta de Repsol -del PP a IU, de UPyD al BNG-, ni las críticas que ha desatado dentro del PSOE y del propio Gobierno -como las expresadas por Felipe González y Miguel Sebastián- parece que vayan a hacer cambiar de opinión a Zapatero. Da la impresión de que la consigna es salvar a Del Rivero a toda costa y solventar el problema al Santander -su gran acreedor-, no vaya a ser que quiebre Sacyr y su dueño dé detalles sobre todo el tinglado, incluido el compromiso que -según ha llegado a decir en privado-, tenía del Gobierno de adjudicarle un gran volumen de obra pública por haber contribuido a solucionar «el lío del AVE a Barcelona». De aquellos polvos vienen estos lodos, porque en definitiva la llegada de Lukoil no servirá sino para tapar la chapuza de ese capitalismo de amiguetes que el Gobierno improvisó. Todo un escándalo que nos retrotrae a los tiempos de los pelotazos de los Albertos, con el agravante de la dimensión internacional que supone echarse en manos de los hombres de Putin.
En toda esta historia habrá llamado la atención que José María Aznar, que en su mitin del sábado ante los jóvenes del PP criticó con dureza al Gobierno -«no tiene principios»- y a Mariano Rajoy -«en política no se está para heredar ni para empatar»-, no dijera ni una palabra del gran asunto del momento. ¿Tendrá algo que ver con sus idas y venidas a Moscú?
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