MAVERICK
Hughes
Murió Antonio García-Trevijano y los informativos de la cadena pública no dijeron ni una palabra, lo que a nadie puede sorprender. El perfecto ostracismo aplicado a un titán como Trevijano enseña bien cómo orientarse en España, donde los rebeldes oficiales están hasta en la sopa jugando al enfant terrible y el demócrata revolucionario se tiene que pagar los artículos de su bolsillo.
Como de Franco a él no le podían decir ni media, los franquistas -franquistas celulares- e hijos de franquistas le hablaban de Guinea.
Trevijano explicó cómo la mentira había moldeado a una generación de oportunistas hasta crear una cultura de la impostura. Un falseamiento de las cosas y de uno mismo que puede llegar a ser enloquecedor, y donde las palabras llegan a ser "acústicamente repugnantes". Por eso me divirtió mucho, cuando tuve el privilegio de conocerle, enterarme por casualidad de cuánto le desagradaba el "Libertad, Libertad" de Jarcha, aquel espeluznante himno transitivo, primera sensibilidad infantil para lo horrísono.
La corrupción provoca imbecilidad, y Gustavo Bueno y Trevijano compartían ante ella una simpática forma de indignación, una manera parecida de llevarse las manos a la prodigiosa cabeza.
A Don Antonio le gustaba el "Bolero" de Ravel porque en la acumulación progresiva de instrumentos sobre un mismo motivo repetido ponía él las aspiraciones de su movimiento político; el advenimiento de su perfecta democracia quizás no pueda verse e España, convertida despues de la Guerra en "pueblo de traidores, de pícaros sin honor", sino en América, tan necesitada de una rebelión civilizada.
Melancólicamente pensé, viéndole clamar en el desierto, en la versión del "Bolero" que hizo Jorge Pardo, jazzman que lo toca solo con flauta y jaleo flamenco, lo que nos deja un hombre solo, entre lo consciente español y lo idealmente americano, repitiendo una y otra vez el motivo incansable de la libertad. Lo que más miedo nos da, lo que viene a por nosotros. La Libertad colectiva, con su genial naturalidad machadiana que había que encontrar; ni es mi libertad ni es tu libertad; hemos de ir juntos a buscarla.