LA VERDAD ÚLTIMA DE ROLDÁN❝TIRAR DE LA MANTA NO SIRVE PARA NADA❞LA VERDAD ÚLTIMA DE ROLDÁN “YO SÓLO TIRÉ DE LA SÁBANA...”
ROLDÁN: “ No he tirado de la manta porque me percaté de que sólo dejaba al aire a cuatro o cinco personas de segundo nivel, y los poderosos iban a seguir tan abrigados como siempre. Pasó antes y es lo que vuelve a pasar ahora en España. El ejemplo más directo es Bárcenas: él ha tirado, lo han achicharrado y los demás se han ido de rositas... Yo sólo tiré de la sábana, y dos o tres días”
SÁNCHEZ DRAGÓ : “ Roldán se ha reencontrado con Dios a través de las lecturas, de Aristóteles a nuestros días, y con su actual mujer, la rusa Natasha. Deja de ser un delincuente y tiene dos vías: el suicidio o la regeneración. Él se encuentra con Dios y se ha regenerado”
Las confesiones del ‘iluminado’ ex director de la Guardia Civil: de la ‘guerra sucia’ a los ‘sobres’ de Moncloa: “Cobraba todo dios”. Ahora, dice, vive arruinado con Natasha, su mujer rusa: “Mi palabra no sirve para nada, pero usted ha estado en mi casa y sabe cómo vivo”. El nuevo libro de Sánchez Dragó cuenta su historia
ANTONIO RUBIOLlora y llora, pero no tiene pañuelo para secar sus lágrimas. Me acerco hasta el cuarto de baño y le ofrezco un rollo de papel higiénico. Seca sus lágrimas y vuelvo a mis cámaras, una Canon New F-1 con un objetivo 24 mm y una Canon AE-1 con un 50 mm. Intento captar el momento, la situación de un fugado que se ha llevado cientos de millones de pesetas del erario (se calcula que unos 10 millones de euros). Es abril de 1994 y estamos en París, en la habitación 208 del hotel Marignan, junto a los Campos Elíseos. Han pasado 20 años y me lo vuelvo a encontrar, de frente, en Madrid y en la casa de un escritor. Ahora no llora y sus manos ya no juguetean con su gafas Christian Dior de lectura y plegables, ahora sostiene un libro, sus memorias o una «Novela de no ficción», como reza en la tapa. Es Luis Roldán, ex director de la Guardia Civil, la imagen de la corrupción de los años 90, junto con el difunto Jesús Gil.
NATASHA EN EL TEATRO DE GATOS
Uno de los primeros pasajes del libro relata cómo Sánchez Dragó conoció a Luis Roldán: fue en Moscú, cuando el escritor acudió a una representación del Teatro de los Gatos —una sala en la que los felinos ejercen de ‘actores’— junto al periodista Daniel Utrilla. Al acabar la función, la mujer de la fila de delante, una bella rubia llamada Natasha, se giró: «¿Son ustedes españoles? Yo soy rusa, pero mi marido es de su país», dijo mientras su acompañante guardaba un cohibido silencio.
Al final, los cuatro acabaron compartiendo una botella de vodka en una taberna, lo que permitió que al misterioso hombre se le soltara la lengua. «Te conocemos. Eres Dragó, ¿no?», le preguntó. El escritor asintió y le devolvió el interrogante: «¿Y tú? Me suenas. ¿Hemos coincidido en alguna parte?». Fue entonces cuando Utrilla decidió resolver el enigma: «Lo dudo, a no ser que alguna vez te haya detenido la Benemérita. Se llama, si no me equivoco, Luis Roldán».
Dice Dragó que Roldán admitió la evidencia con una sonrisa forzada. Luego, le confesó: «No tengo una peseta, Fernando, vivo de una pensión ridícula que no llega a los 800 euros». El escritor apostilla: «Y le creí».
Aquel día en París estaba acompañado del espía, mercenario y masón Francisco Paesa, hoy está junto a un filósofo y escritor, Fernando Sánchez Dragó, que ha sido quien le ha dado cuerpo y forma a esas memorias noveladas.
Crónica entrevista en primicia al autor de
La canción de Roldán y a su principal protagonista.
Entre abril de 1994 y febrero de 2015 han pasado muchos años y muchas cosas. Unas, verdad, y otras, medias mentiras. Y todas ellas investigadas y destapadas por este diario. Roldán es el pobrecito Patito feo que se llevó la «pasta» porque «los otros también lo hacían». Débil justificación. Y como dice el refrán: «Quien roba a un ladrón tiene 100 años de perdón». Ese otro ladrón, en palabras del ex director de la Guardia Civil, es su ex socio y compinche, Francisco Paesa Sánchez, Paco para los amigos. Un hombre que murió y fue incinerado, extraoficialmente, el 2 de julio de 1998 en Bangkok y que resucité, oficialmente, el 15 de noviembre de 2004 en Luxemburgo.
Recuerdo que Roldán, en París, amenazó con «tirar de la manta» —ese día EL MUNDO vendió 710.000 ejemplares y se acabó el papel— pero se quedó en la sábana. Hoy, después de tantos años, y tras leer esas «memorias-novela no ficción» con un añadido de
Crimen y castigo, aprecio que, una vez más, se queda a las puertas de la mina, de la alcantarilla, de las cloacas. No cuenta quiénes son los auténticos criminales, los autores materiales e intelectuales de algunos asesinatos de la
guerra sucia por esclarecer, como los de Mikel Zabalza (1985), conductor de autobuses de San Sebastián; Juan Carlos García Goena (1987), objetor de conciencia exiliado en Francia y el cartero José Antonio Cardosa (1989), al que le explotó un paquete que iba dirigido a un miembro de HB de Rentería.
En el último atentado de los GAL, el que ocasionó la muerte de Juan Carlos García Goena en julio de 1987, los autores materiales contaron con el apoyo e infraestructura de algunos miembros del cuartel de Intxaurrondo. Roldán fue nombrado director general de la Guardia Civil en octubre de 1986, nueve meses antes del crimen.
El maestro Fernando Sánchez Dragó reflexiona, analiza e incluso filosofa para intentar justificar, de alguna manera, por qué ha escrito este libro sobre Roldán: «Es un encargo del editor».
El escritor, después de muchas entrevistas y encuentros con el falso licenciado en Empresariales, intenta justificar, una y otra vez, eso que se conoce con el nombre de síndrome de Estocolmo: «Si a mí aquel día, en vez de ofrecerme unos cuantos billetes, pocos, pero suficientes para corromper mi virtud, me hubieran ofrecido los 10 millones de euros largos que robó Roldán, ¿los habría cogido? ¿Y usted, lector?».
SÍNDROME DE ESTOCOLMOY en esa discusión-reflexión filosófica Sánchez Dragó quiere argumentar por qué ha escrito un libro que otros muchos, periodistas, rechazaron y algún escritor comenzó, Juan José Millás (que también sufrió su propio síndrome de Estocolmo), y no acabó:
El síndrome de Estocolmo, en cualquiera de sus variantes, es dolencia letal para el historiador, pero forma parte del sistema inmune del escritor.
Sánchez Dragó va más lejos: «Yo no soy historiador, sino escritor, y no estoy escribiendo la historia de Roldán…».
Ahora, casi 21 años después de aquella exclusiva de París puedo decir: «Yo no soy historiador, ni escritor, soy periodista y docente y no tengo el síndrome de Estocolmo».
Comienza la sección a dos bandas. A mi derecha, el escritor y filósofo; a mi izquierda, el ex militante del PSOE, ex gobernador de Navarra y ex director general de la Guardia Civil.
PREGUNTA.- En París me dijo: «Tiro de la manta o me pego un tiro». Hasta ahora sólo ha tirado de la sábana, que no de la manta, y aún no se ha pegado un tiro. ¿Cuándo va a cumplir con aquellas promesas o amenazas?
RESPUESTA.- No he tirado de la manta porque cuando volví a España y comparecí en varios juzgados, incluida la Audiencia Nacional, me percaté enseguida que si tiraba de la manta sólo suponía dejar al aire libre a cuatro o cinco personas de segundo o tercer nivel y que los poderosos iban a seguir tan abrigados como siempre. Y eso es lo que pasó antes y lo que pasa ahora, en 2015.
P.- Entonces, ¿se limitó a tirar de la sábana?
R.- Ni eso. Tiré de la sábana durante dos o tres días, me di cuenta que no iba a nada y decidí: «A otra cosa mariposa».
P.- Y, ahora, con este libro, con esta «novela de no ficción», ¿nos vamos a enterar de quiénes eran los trincones y asesinos de aquella época?
R.- No. En este libro Fernando (se refiere a Sánchez Dragó, al novelista, al escritor) ha hablado con ocho o nueve personas de aquella época y de sus conversaciones se pueden deducir cosas. Los lectores inteligentes podrán deducir. Tirar de la manta no sirve para nada. El ejemplo más directo es el de Luis Bárcenas, él ha tirado, lo han achicharrado y los demás se han ido de rositas. En la corrupción, concretamente en el delito de cohecho, hay dos actores: el que paga y el que recibe. Yo no veo que pasen muchos corruptores por los juzgados y que luego sean condenados. En mi caso quedó acreditado que me pagaban, pero nadie se sentó en el banquillo de los acusados.
P.- Es decir, sus amenazas de París no se han cumplido.
R.- No, efectivamente, no se han cumplido.
P.- Y si no cuenta nada nuevo, tal como he leído, me pregunto: ¿Por qué tengo que comprar este libro?
R.- Si lo que busca es un tema de denuncia política le puedo decir que no lo va a encontrar. Aquí hay una trayectoria personal y la explicación de la expiación de mi condena y el carácter de excepcionalidad y aislamiento en el que me tuvieron durante esos años. Ahora intento vivir físicamente y psicológicamente.
Sánchez Dragó, el escritor, no aguanta más. No puede seguir callado. Lo ha intentado en varias ocasiones, pero no ha podido. Ahora, sí. Ahora ha decidido que es su tiempo y busca y explica el porqué de su colaboración, de su pluma junto a un personaje que fue condenado a 31 años de cárcel por malversación, cohecho, fraude fiscal y estafa.
«Cuando me embarco en esta aventura lo primero que digo es que yo no voy a escribir un libro informativo, de investigación, como lo ha hecho Antonio Rubio y otros. Ese libro ya está escrito. Yo soy escritor y a mí lo que me movía era describir la historia del conde de Montecristo, un individuo que se chupa esa condena y ese periodo de aislamiento y que, como ser humano, su personalidad, su identidad se va destruyendo. Y para llevar a cabo ese análisis he utilizado los diarios que fue escribiendo en la cárcel, en su periodo de aislamiento, y que han sido un documento estremecedor. Ahí está la demolición de una persona.
P.- Me quiere decir que el estafador, el defraudador y el malversador ha visto la luz, se ha transformado.
SÁNCHEZ DRAGÓ.- Luis Roldán se ha reencontrado con Dios a través de las lecturas, desde Aristóteles hasta nuestros días, y con su actual mujer, Natasha (EL MUNDO 19-3-2010). Esa persona, Luis, deja de ser un delincuente y cobra conciencia y tiene dos vías: el suicidio o la regeneración. Él se encuentra con Dios y se ha regenerado.
Roldán atiende, escucha, sigue las palabras y los gestos de su lazarillo intelectual y mientras tanto, en un acto de nerviosismo contenido, enrolla una y otra vez un pañuelo de papel. Ese mismo gesto, ese mismo tic ya lo manifestó en París, cuando le ofrecí el rollo de papel higiénico para que secara sus lágrimas.
P.- Expiación de los pecados, reencuentro con Dios, regeneración... La pregunta, señor Roldán, sería: ¿Le explicó a Dios o explicará a la Justicia por qué murieron tres inocentes como Mikel Zabalza (1985), Juan Carlos García Goena (1987) y José Antonio Cardosa (1989) cuando usted era gobernador de Navarra y director general de la Guardia Civil?
R.- No sé cómo murieron esas personas. No tengo nada que ver con esos muertos. Sé tanto como usted.
P.- Pero usted tenía cargos de responsabilidad cuando y donde se produjeron esos asesinatos.
R.- Mikel Zabalza (era conductor de autobuses en San Sebastián y fue detenido y torturado en el cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo) apareció en una presa de agua donde una de sus orillas era Navarra y la otra Guipúzcoa. No puedo decir más. Fue detenido en Guipúzcoa. Me arrepentí de no haber hecho más. Y me arrepiento de haber colaborado con el sistema que permitió esos asesinatos.
P.- El caso de García Goena, que fue asesinado en julio de 1987, cuando usted era director de la Guardia Civil, aún está abierto en la Audiencia Nacional. ¿Va a colaborar en su esclarecimiento?
R.- No sé. Sólo sé que en la época en la que era director montamos negocios-tapadera en el sur de Francia y en Navarra. En Bayona había un bar que controlaban dos guardias que tenían familia en Francia.
P.- ¿Dónde más montaron negocios-tapadera para recabar información de ETA?
R.- No me acuerdo.
P.- ¿Montaron una tienda de fotografía en Hendaya y a través de ella controlaban a los etarras cuando se hacían la foto para la renovación de sus permisos de residencia?
R.- No lo sé, no sé nada. Además, no quiero tener problemas, ni querellas. De eso usted sabe más que yo. No sé nada, no sé nada.
Hay que recordar que los autores materiales del atentado contra Juan Carlos García Goena utilizaron una foto familiar que el objetor militar se había hecho con su mujer, Laura Martín, y su hija, Maider, de cuatro años, en una tienda de fotografía de Hendaya dos años antes de que los GAL lo hicieran volar por los aires.
P.- ¿Conoce a un policía francés apodado Jean Louis que colaboraba con el cuartel de Intxaurrondo y dio cobertura al atentado de Juan Carlos García Goena?
R.- El director de la Guardia Civil no estaba en esas cosas, eso dependía de los servicios de información. No sé quién cobraba, ni lo que hacían. Nunca he tenido la relación de los confidentes o colaboradores.
Roldán no es capaz de salir solo del atolladero religioso místico, lapsus mental, donde se ha metido con su expiación de los pecados y reencuentro con el Divino y el escritor sale en su busca.
S.D.- Recuerdo que en tus diarios tú hablabas de que no merecía la pena tirar de la manta porque esto no es un Estado de Derecho y el sistema judicial español está montado de tal manera que cualquier cosa que dijeras no iba a servir para nada y que sólo te iba a traer problemas.
Y a continuación el ex director de la Guardia Civil echa mano a su situación personal, lastimosa, a su estado físico, aquejado de varios males, y a las dificultades económicas que pasa para llegar a final de mes. Además, ahora, tiene una nueva esposa, una ciudadana rusa de nombre Natasha que conoció a través de Internet. Los muertos y la guerra sucia son del pasado y Roldán ha decidido pasar página.
P.- ¿Qué pasó con los papeles de Laos, los que utilizó el ex ministro Juan Alberto Belloch para montar la pantomima de su detención?
R.- Los papeles de Laos, como ya publicó en su día EL MUNDO, fueron falsificados en el extranjero y fue la base para que yo decidiera entregarme en Bangkok. Cuando llegué a Madrid lo denuncié y el fiscal general de Estado dijo que no podía emprender acciones contra el ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch (actual alcalde de Zaragoza) porque no estaba acreditada la manipulación en el extranjero. Incierto, porque yo testifiqué que los había firmado en el extranjero. Y, finalmente, no pasó nada con los papeles de Laos.
P.- En el Ministerio del Interior de su época había reparto de sobres entre la cúpula. ¿Cuántos y quiénes trincaban de ese dinero destinado a luchar contra el narcotráfico y el terrorismo?
R.- Más de 200 personas y sólo hubo tres condenados.
EL SÍMBOLO DE LA CORRUPCIÓN
1. Luis Roldán fue director de la Guardia Civil entre 1986 y 1993 y llegó a sonar como ministro del Interior de Felipe González. Fue cesado tras publicarse datos sobre su fortuna.
2. Se le acusó de malversación, cohecho, fraude fiscal y estafa. También se descubrió que había engordado su currículo con títulos falsos como una licenciatura en Empresariales.
3. El 29 de abril de 1994 se fugó y fue localizado y entrevistado por EL MUNDO en París.
4. Tras 11 meses de huida, Roldán se entregó a las autoridades en Bangkok con la mediación del agente Paesa.
5. Fue condenado a 31 años de cárcel, de los que cumplió 15, gran parte en aislamiento.
P.- Qué puede decir hoy, en febrero de 2015, de Francisco Paesa, su socio y testaferro en el desfalco de más de 10 millones del erario.
R.- No sé nada de él. Pienso que vive. Así lo ha escrito y fotografiado usted. La última vez que lo vi fue en el aeropuerto de París, cuando me fui para Tailandia, antes de mi entrega pactada en Bangkok.
P.- ¿Y el dinero?
R.- Paesa testificó en la instrucción que el dinero —10 millones de euros— lo tenía él y yo pedí que viniera a testificar en la vista oral.
P.- ¿Por qué no asistió al juicio?
R.- Porque la Policía lo citó mal. Lo estaban encubriendo y lo citaron como Francisco Sánchez Paesa y no Francisco Paesa Sánchez. Además, lo citaron por un procedimiento que no correspondía y nunca apareció.
P.- ¿Quién tapa y da protección a su socio Paesa, la Policía o la Justicia?
R.- Creo que funcionarios policiales.
P.- ¿Por qué?
R.- No sé a qué pacto habrán llegado, pero a Paesa, según publicó usted, le pagaron 300 millones de pesetas por mi entrega (EL MUNDO, 10-XI-1998) y la inmunidad de no perseguir el dinero. Es curioso que en 1997 este señor tuviera una cuenta en Suiza, con mi dinero, y aparezca ahora en la lista Falciani. Eso significa que la Policía no hizo ninguna investigación sobre mi dinero.
P.- Ahora, ¿dónde están los millones?
R.- Los millones los tiene Paesa. Eso es evidente.
El escritor permanece atento a los comentarios del ex director general de la Guardia Civil y, además, se ha entrevistado con sus amigos y enemigos. Uno de ellos, Rafael Vera, ex secretario de Estado de Interior y quien tenía la llave de la caja de los fondos reservados, no está de acuerdo con su ex compañero de Ministerio y militancia.
P.- En La canción de Roldán, Sánchez Dragó entrevista a Vera y este dice textualmente: «Roldán tendrá una parte del botín en un paraíso fiscal y dudo de que Paesa y Sancristóbal se lo quedaran todo».
R.- Yo no lo tengo y usted ha estado en mi casa y sabe cómo vivo. Lo que ocurre es que ahora, diga lo que diga, mi palabra no tiene ningún valor. Cualquier cosa que yo diga no sirve para nada, pero cualquiera puede ver cómo vivo. Pero si Vera dice eso es porque él si está acostumbrado al tema de los paraísos fiscales y, además, habrá que preguntarle por los apartamentos de Miami y por sus visitas a un banco de Andorra en compañía del ex ministro José Luis Corcuera.
Sánchez Dragó, en el transcurso del libro, va dando lecciones de literatura, música, pintura, gastronomía y viajes a su discípulo, un «cateto baturro»— y utiliza a los amigos y enemigos de su protagonista para contar las diferentes caras del poliedro. Uno de ellos es Vera, con el que tuvo algunas diferencias a la hora de plasmar su entrevista, su encuentro. Primero dijo unas cosas y después exigió matizarlas porque consideró que eran muy fuertes.
P.- ¿Qué le dijo el guardián de la caja de los fondos reservados al escritor Sánchez Dragó?
S.D.- Sorprendentemente, Vera me recibió con los brazos abiertos. Llegó acompañado de un coronel de la Guardia Civil —me pidió que no revelara su nombre— y comenzó a contarme cosas que me fueron sorprendiendo y sobrecogiendo. Le pregunté si todo lo que me estaba contando lo podía publicar y me dijo que sí, que podía contar todo porque «yo tengo en mi casa todos los recibís de la gente que recibió dinero de los fondos reservados».
El periodista, escritor, filósofo y autor de
La canción de Roldán explica que las conversaciones que mantiene con sus interlocutores no las graba para no intimidar a los personajes y que prefiere reconstruirlas en base a las notas que va tomando. Y después, antes de publicar el libro, les deja leer la parte donde aparece cada uno de ellos.
P.- ¿Y qué pasó con Vera?
S.D.- Cuando le mandé el texto, tal como habíamos pactado, se me encampanó. No tanto por lo que decía sino por el tono mordaz, sarcástico, irónico y literario en el que estaba escrito. Pactamos una segunda reunión, encuentro para dirimir lo que había en el libro. Fue una especie de duelo en el OK Corral, con testigo, y Vera vino receloso, pero después se fue acercando y volví a redactar y retirar algunas de las cosas que me había dicho y que no revelaré porque así me comprometí.
Ese segundo encuentro entre Vera y el embaucador Sánchez Dragó está recogido entre las páginas 606 y 609 del libro y son dignas de leer. El escritor describe y narra la forma en que los dos pistoleros van acariciando el ordenador, como si fuera la culata de los revólveres, y corrigiendo, poniendo y quitando términos y frases, hasta que al final acaba el duelo sin cadáveres.
P.- Vera siempre ha amenazado con tirar de la manta y contar quiénes eran los periodistas que cobraron de los fondos reservados. ¿Contó, dio nombres?
S.D.- A mí no me dio ningún nombre. Julio Feo sí me dio nombres y luego me pidió que los quitara.
P.- ¿Y qué sabe el ex director de la Guardia Civil de este apartado?
R.- No, no, yo no sé nada (Luis Roldán emite una sonrisa cómplice, sigue jugando con su pañuelo de papel, busca la mirada de su lazarillo y dribla). Desde la Guardia Civil no se pagó nunca, desde Interior es otra cosa y eso lo saben ellos, Vera.
P.- ¿Y en Interior quién recibía los sobresueldos?
R.- Todos. Eso no era ningún secreto, todo el mundo lo sabía. En Interior, en Moncloa. Además, tengo la certeza intelectual, que no material, que cobraban hasta los de Comunicación. Cobraba todo Dios. Y recuerdo que había una agencia externa de comunicación, que se encargaba de las campañas del Ministerio y, curiosamente, siempre era la misma.
Han pasado tres horas desde que el escritor, su protagonista y un servidor se pusieron a hablar del ayer para saber cómo es el presente del ex director de la Guardia Civil. Son muchas las incógnitas, interrogantes y temas negros que quedan por esclarecer. Luis Roldán se ha reencontrado con Dios, dice que quiere expiar sus culpas pero los actos de contrición no aparecen. Y el dinero tampoco.
Antonio Rubio es director del Máster en Periodismo de Investigación, Datos y Visualización de la Universidad Rey Juan Carlos y la Escuela de Periodismo de Unidad Editorial
«La canción de Roldán», de Fernando Sánchez Dragó,
se publica el martes 3 de marzo
(Editorial Planeta)