El Terror Rojo en España

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jano

El Terror Rojo en España

Mensajepor jano » Vie 28 Sep, 2007 3:46 pm

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Título: "El Terror Rojo en España. Epílogo: El terror Blanco"
Autor:José Javier Esparza
Prólogo: Stanley G. Payne

      "Matar... matar, seguir matando hasta que el cansancio impida matar más... Después... Después construir el socialismo "(Enrique Castro Delgado, comunista, fundador del Quinto Regimiento).

Sinopsis:
He aquí una narración completa sobre el Terror rojo en nuestra guerra civil; la más completa hasta el momento, señala Stanley Payne en su prólogo.

Entre julio de 1936 y abril de 1939, alrededor de 60.000 españoles fueron asesinados por las fuerzas políticas y sindicales del Frente Popular. La guerra civil española fue un baño de sangre en los dos bandos: España conoció un Terror rojo y un Terror blanco. Los crímenes de unos no pueden paliar ni justificar los crímenes de otros: si se quiere revisar la historia, que se revise toda a la vez.

En una narración tan ágil y vertiginosa como objetiva e implacable comparecen aquí todos los grandes hitos: el armamento de las milicias, la caza del hombre, la brutal persecución religiosa, las torturas en las “checas”, las ejecuciones multitudinarias, la intervención soviética, el expolio generalizado, los campos de trabajo forzado, la extensión del Terror al interior del propio campo republicano…

La gran pregunta: el del Frente Popular, ¿fue un Terror incontrolado o, por el contrario, obedeció a una decisión política consciente? El bando vencedor juzgó esta cuestión a través de la llamada Causa General. Fue un juicio de parte. La información recopilada, sin embargo, posee un valor excepcional. También aquí se examina la Causa General, sometiéndola a revisión crítica. Las conclusiones de Esparza permiten entender con gran claridad un episodio especialmente siniestro de la historia de España.


El Terror Rojo en España. Epílogo: El terror Blanco

J. J. Esparza, Pío Moa y Cristina L. Schlichting comentan el libro en este vídeo:


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jano

El terror rojo en España - Pio Moa

Mensajepor jano » Vie 28 Sep, 2007 3:47 pm


El terror rojo en España


28 de Septiembre de 2007 - 13:35:38 - Pío Moa

Es extraordinario cómo la izquierda y los separatistas persisten incansables en sus versiones, perfectamente ficticias, sobre la guerra civil. En los años 70, diversos autores, en especial los hermanos Salas Larrazábal y Ricardo de la Cierva, desmontaron gran parte de su tinglado de argucias propagandísticas, pero a base de repetir las mismas como si nadie las hubiera rebatido, y de satanizar a los críticos, al estilo stalinista, con ayuda de los fondos públicos y medios manejados por la izquierda y la vergonzosa inhibición de la derecha, consiguieron imponer en la sociedad sus puntos de vista. Claro que desde entonces, la crítica creciente les ha obligado a retroceder un tanto. Su último baluarte era la represión, en torno a la cual han construido una serie de mitos que volvían inatacable el comportamiento de la izquierda, y doblemente culpable el de la derecha. Por algo el montaje de la “memoria histórica” reposa, precisamente, sobre esa pretensión: las víctimas del franquismo, supuestamente caídas en defensa de la libertad.

Sobre esa falsedad se elevaba una argucia: no podía dejar se reconocerse el terror masivo llevado a cabo por las izquierdas, que manchaba un tanto el “buen nombre” humanista y democrático de las mismas. Pero, claro, debíamos tener en cuenta que, por una parte, fue un terror causado por la sublevación fascista o franquista, una reacción defensiva al golpe militar; y que, por otra parte, se ejerció al margen de los deseos e intenciones del gobierno, los dirigentes y los partidos del Frente Popular, fue un terror popular, espontáneo y desordenado, nacido de una “opresión de siglos”. El terror derechista, en cambio tenía los rasgos contrarios: antipopular, sistemático, organizado de arriba abajo por una oligarquía ferozmente reaccionaria.

Hacía falta un libro que dejara las cosas en claro y documentara la doble falsificación. De hecho han salido un buen número de ellos tratando aspectos parciales, como la persecución religiosa, los crímenes en determinadas provincias, el caso de Paracuellos, etc. Pero este de Javier Esparza El terror rojo en España. Epílogo: el terror blanco, es, como señala su prologuista Stanley Payne, el más completo y ordenado publicado hasta hoy. Esparza ha realizado un trabajo brillante, intelectualmente bien organizado, que demuele toda la fantasía propagandística creada al respecto. No fue “el pueblo” descontrolado, sino los partidos y sus dirigentes, el mismo gobierno, quienes organizaron el terror. Un terror preparado de largo tiempo atrás por una propaganda de odio, de una tosquedad brutal, en especial la antirreligiosa, pero efectiva. Otra cosa es que entre los diversos partidos del Frente Popular menudearan las rivalidades que les impedían un pleno control, y que terminaron en otro terror típico y olvidado, pero recordado por Esparza: el aplicado entre las propias fuerzas del Frente Popular.

El autor realiza una serie de aportaciones de gran interés, como un documento de Dimitrof sobre la responsabilidad de Carrillo en la matanza de Paracuellos, que corrobora lo que en realidad es evidente, salvo para algunos interesados de izquierda y unos pocos bobalicones de derecha. También aclara el proceso de creación del terror comunista, a menudo bajo el control del NKVD, por inspiración del cual creó Prieto el tenebroso SIM. Obsérvese: el socialista "moderado" Prieto lo crea, aunque aproveche sobre todo a los comunistas. El papel del PSOE en el terror –aunque sufriera también alguno por parte de sus aliados del PCE– y en el desencadenamiento de la guerra, es expuesto inapelablemente en el libro.

¿Qué decir del terror “blanco? Tuvo grandes semejanzas con el rojo en un primer período, el más sangriento en los dos bandos, caracterizado por el hundimiento radical de la legalidad republicana. Después, conforme la guerra se iba decantando a favor de los franquistas, su persecución atendió sobre todo a la necesidad de asegurar la retaguardia. La represión de posguerra tuvo otro carácter, el de hacer justicia tal como la entendían los vencedores, castigando los crímenes del enemigo (no los propios, claro, pero esto ha ocurrido siempre).

A mi juicio, la cuestión clave en torno a estos tristes episodios gira en torno a cómo y por qué se destruyó la república. Hoy, después del fracaso de los historiadores de izquierda y separatistas en su intento de refutar la documentación y testimonios contrarios, no puede caber duda de que fueron unas izquierdas revolucionarias o jacobinas las que destruyeron una legalidad que ellas mismas impusieron al principio; una legalidad solo parcialmente democrática, pero con decisivos elementos de libertad susceptibles de desarrollo y asentamiento mediante las reformas que enseguida impuso la experiencia. Aquellos mismos destruyeron la ley, unos porque creyeron llegada la ocasión histórica de pasar de la “democracia burguesa” a la “revolución proletaria”; y otros porque, al no admitir la posibilidad de que la derecha gobernase, intentaron transformar el régimen en algo similar al PRI mejicano, seudodemocrático y muy masonizado. Contaron finalmente con la ayuda de Alcalá-Zamora, un derechista acomplejado y resentido que con su insensatez desató un proceso hasta entonces evitable.

Sin duda es una paradoja, impuesta por la propaganda, que a los destructores de la república –stalinistas, marxistas, separatistas, racistas, jacobinos, anarquistas– se les siga conociendo en todas partes como “los republicanos”. Esta paradoja define una mentira esencial.

En fin, un libro serio y sólido, muy bien escrito, y un golpe demoledor a la “memoria histórica” de los falsarios.


http://libertaddigital.com/bitacora/piomoa/

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El terror fascista: Dios?

Mensajepor El terror fascista: Dios? » Vie 28 Sep, 2007 4:16 pm

Fíjate, si todo terror es horrible y nada lo justifica, las cifras cantan:

Asesinados en la retaguardia republicana: 20.000

Asesinados en la retaguardia fascista: 50.000

Asesinados DESPUÉS de la guerra por los fascistas: aproximadamente (quizá más) 200.000 personas


Pide perdón a Dios, por si aún puedes evitar el Infireno defendiendo a esos criminales.

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el sangriento terror rojo

Mensajepor el sangriento terror rojo » Vie 28 Sep, 2007 4:22 pm

Asesinados en la retaguardia republicana: 60.000
:smoke2

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inútil que mientas, facha

Mensajepor inútil que mientas, facha » Vie 28 Sep, 2007 4:25 pm

Un testimonio heterodoxo desde el corazón del terror franquista
Gumersindo de Estella: cordero entre lobos

Los ecos de los pasos de los reos hacia la muerte se apagaban de madrugada, en los pasillos y patios de las prisiones franquistas, sólo para ser acallados al alba por el incivil estruendo de los fusiles, trizando las carnes y las conciencias. Desde el epicentro de esta vorágine de horror, atrapada por la repetición cotidiana de la injusticia, las súplicas, la desesperación y el tiro de gracia, nos llega la voz de Gumersindo de Estella. Este sacerdote capuchino asistió voluntariamente a más de trescientos reos de muerte de la zaragozana cárcel de Torrero, tan sólo entre julio de 1938 y mayo de 1940, describiendo muchas de sus experiencias y conversaciones con ellos en su diario personal. Este diario le serviría, en 1945, para redactar Mis memorias sobre "Tres años de asistencia espiritual a los reos", documento de próxima aparición (Fusilamientos en Zaragoza, 1936-1940, Mira editores) que Gumersindo de Estella (Martín Zubeldía Inda, Estella, 1880-Pamplona, 1974) mantuvo oculto por miedo a las represalias, pero que redactó con una clara vocación de testimonio para generaciones futuras.

Iván Ramos Fernández. Historiador

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informate tarugo

Mentiras y mitos sobre la Guerra Civil

Mensajepor informate tarugo » Vie 28 Sep, 2007 4:29 pm


Mentiras y mitos sobre la Guerra Civil











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El terror fascista:horror

Mensajepor El terror fascista:horror » Vie 28 Sep, 2007 4:34 pm

Con el propósito de legitimar al movimiento Nacional tras la matanza de Badajoz, Luis Bollín, un periodista monárquico (corresponsal de ABC en Londres) que trabajaba a las ordenes de los servicios de propaganda franquista, ideó la elaboración de unos informes para documentar "los asesinatos, violaciones, incendios y demás depravaciones y violencias cometidas por las hordas marxistas". Finalmente se llevaron a cabo dos - uno sobre Sevilla, Córdoba Huelva y Granada, y otro dedicado exclusivamente a Badajoz - que fueron traducidos a numerosos idiomas pero que, según Francisco Espinosa, no lograban contrarrestar los datos que evidenciaban la acusada diferencia proporcional entre las víctimas de la represión fascista y las causadas por el bando republicano. "¿Qué podían representar 40 ó 100 víctimas frente a los ocho mil desaparecidos en una provincia como Huelva?", se preguntó Francisco Espinosa.

Ante la disparidad en el número de víctimas, desde muy pronto la propagada Nacional comenzó a evitar dar cifras concretas de muertes para centrarse más en otros "efectos del terror rojo", como los destrozos de Iglesias. Le interesaba eludir el número de muertos reales y a cambio crear leyendas sobre la ferocidad de las hordas marxistas que, según ellos, se reflejaba en el estado ruinoso en el que habían quedado las Iglesias.

"De esta forma, explicó Francisco Espinosa, las imágenes de templos ruinosos, hierros retorcidos, santos descabezados, y vírgenes cuarteadas pasaron a ocupar el lugar de los mártires de carne y hueso que nunca existieron". Los que estuvieron implicados en este tipo de actos, en la mayoría de los casos gente procedente de ambientes marginales (y casi nunca dirigentes de la República), fueron tratados como criminales, incluso quienes sólo habían cometidos acciones iconoclastas no violentas como vestirse con ropajes de sacerdote. Además la propaganda hizo creer que no hicieron a las personas lo que le habían hecho a las imágenes por falta de tiempo. Francisco Espinosa aseguró que los curas, que desde la proclamación de la República estaban resentidos porque se sentían cada vez más alejados de los centros de decisión social, desempeñaron un papel crucial (muchas veces como delatores) en la demonización de las acciones de los izquierdistas.

Un sevillano llamado Antonio Bahamonde Sánchez de Castro publicó un libro titulado Un año con Queipo en el que desenmascaraba las técnicas de manipulación (algunas tan burdas como poner un pie de foto falso) utilizadas por la propaganda de los Nacionales para criminalizar a los "rojos". Para Francisco Espinosa, coautor del libro Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la Dictadura de Franco, algunos de los efectos de esta manipulación permanecen vigentes en la actualidad. "Por ejemplo, indicó Espinosa, se sigue hablando de alzamiento cuando en realidad fue un golpe de Estado, se sigue presentando a los muertos de derecha como asesinados y a los de izquierda como fusilados..., incluso la expresión Guerra Civil encubre de algún modo lo que realmente ocurrió: una rebelión militar contra un gobierno legítimo cuyos partidarios en muchas zonas ni siquiera tuvieron posibilidad de defenderse".

La propaganda franquista ha quedado grabada en el imaginario colectivo de los españoles a través de textos e imágenes que han mantenido y ampliado una versión tendenciosa ("descarada" en palabras de Espinosa) de la historia. Se han olvidado los muertos del fascismo, muchos de ellos enterrados en fosas colectivas que permanecen sin remover, mientras en casi todos los pueblos, se han podido ver durante décadas la lista de los supuestos caídos por el bando Nacional.

"Sus mentiras, subrayó Francisco Espinosa, se han convertido en memoria histórica". Por eso cree necesario apoyar y destacar la labor de gente que ha luchado y lucha para consolidar una "memoria histórica de la izquierda". Personajes casi anónimos como el citado Antonio Bahamonde o Arturo Carrasco, un funcionario de los Juzgados de Valverde del Camino (Huelva) que impidió que desapareciera la documentación oficial de los años de la Guerra Civil (que incluía los procesos por iconoclastia), al ocultarlos y conservarlos personalmente.

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Fachas: criminales natos

Mensajepor Fachas: criminales natos » Vie 28 Sep, 2007 4:36 pm


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El Terror Blanco

En Pamplona, el 15 de agosto, mientras se desarrollaba la procesión de la Virgen del Sagrario, falangistas y requetés sacaron de la cárcel a un grupo de 50 o 60 presos, incluidos algunos curas sospechosos de separatismo. Antes de asesinarlos los requetés querían darles ocasión de


confesarse, pero los falangistas, no. En la confusión algunos echaron a correr y fueron abatidos como animales. «Para arreglar la situación, los sacerdotes dieron la absolución en masa a los restantes, las ejecuciones se llevaron a cabo y los camiones volvieron a Pamplona, a tiempo para que los requetés se incorporaran a la procesión que estaba entrando en la catedral.»11 La Asociación de Familiares de Asesinados de Navarra ha identificado a 2.789 personas ejecutadas en dicha provincia.12

Pero, como es lógico, en términos generales la represión fue mucho más abundante y sistemática allí donde se habían consolidado los sindicatos anarcosindicalistas o socialistas, sobre todo en las localidades donde había triunfado el Frente Popular en las elecciones de febrero. En La Rioja, por ejemplo, donde el 61,75 por 100 de las víctimas se produjo en los partidos judiciales en que había triunfado el Frente Popular, fueron asesinadas y enterradas en grandes fosas comunes a las afueras de Logroño más de 2.000 personas.13 Prácticamente no hay pueblo en La Rioja que no tenga a alguno de sus vecinos enterrado en la fosa de La Barranca.14 Algo parecido sucedió en Navarra y Aragón, donde, por ejemplo, en Uncastillo casi la mitad de los 118 detenidos en el pueblo por los disturbios de octubre del 34 fueron «paseados» en los primeros meses de la sublevación militar.15 Son célebres en Teruel los llamados pozos de Caudé, de unos 84 metros de profundidad, que se llenaron a rebosar con los cadáveres de los fusilados. Mil cinco tiros de gracia contó y apuntó en una vieja libreta un campesino del lugar.16

En Sevilla, donde las añagazas de Queipo y de Cuesta habían engañado a los desconcertados soldados, se dijo que las muertes iniciales formaban parte de una operación militar. Pero cuando llegó el comandante Castejón con sus regulares y legionarios, la «operación militar» se convirtió en una horrible masacre en la que los supervivientes fueron rematados a cuchillo. Inmediatamente después, nombrado delegado de Orden Público el coronel Díaz Criado, fueron detenidos el alcalde de Sevilla, Horacio Hermoso Rendueles, el gobernador civil José María Várela, el jefe de la Guardia Municipal, el presidente de la Diputación, el delegado de Trabajo y varios concejales. Todos, menos dos, serían asesinados.

Como la cárcel no daba abasto, se utilizó el cine Jáuregui como prisión, donde llegó a haber más de 2.000 personas detenidas, y tam-


bien el cabaret Variedades, la sede de Falange del Jesús del Gran Poder y hasta dos barcos anclados junto a la Torre del Oro. Francisca Díaz hermana del secretario general del PCE, que entonces tenía dieciocho años, fue interrogada durante toda una noche. Vio sacar a muchas obreras de la fábrica de aceite en cordada de presos. Las llevaban a fusilar.17 La represión nacional se cobró, en la provincia de Sevilla, unas 8.000 vidas durante 1936, entre ellas la de Fermín de Zagos, por masón, la del socialista Manuel Barrios y la del notario andalucista Blas Infante, asesinados el 10 de agosto a la altura del kilómetro 4 de la carretera de Carmona.

Córdoba había sido tomada el 18 de julio en pocas horas y casi sin ofrecer resistencia. Queipo de Llano, furioso porque no se habían producido represalias, envió a la ciudad al comandante de la Guardia Civil Bruno Ibáñez, quien arrestó de inmediato a 109 personas a partir de las listas que le presentaban terratenientes y eclesiásticos. A los pocos días empezaron a aparecer jornaleros fusilados en los caminos y entre los olivos. «El sótano del cuartel general de la Falange en el que encerraban a la gente era como un globo que se hinchase por la tarde y volviera a estar vacío a la mañana siguiente. A diario había ejecuciones en el cementerio y en las demás carreteras que salían de la ciudad.»18 Se calcula que en total murieron asesinadas en Córdoba durante la guerra casi 10.000 personas, el 10 por 100 de la población total. «Don Bruno hubiese podido fusilar a Córdoba entera: lo enviaron a la ciudad con carta blanca», nos dice un abogado falangista.19

En Huelva, ciudad que los militares sublevados no ocuparon enteramente hasta mediados de septiembre, fueron asesinadas más de
2.000 personas, entre ellas el gobernador civil Diego Jiménez Castellano y los jefes de la Guardia Civil y de Carabineros que se habían mantenido leales al gobierno de la República. Se calculan en unos
2.500 más los onubenses desaparecidos.20

Cuando la "columna de la muerte" llegó a Zafra, camino de Badajoz, el comandante Castejón, que la mandaba, exigió a las autoridades que él mismo acababa de nombrar una lista con los nombres de 60 personas, el 1 por 100 de la población, para ser fusiladas. El texto que sigue a continuación es un buen ejemplo del tipo de macabras negociaciones que llegaron a establecerse:


Poco a poco los nominados van siendo encerrados en una habitación de las Casas Consistoriales. A algunos que entran en esos momentos en la Alcaldía se les permite borrar de la lista, que poco a poco va engrosándose, tres nombres a condición de que escriban otros tres. El tira y afloja entre los militares y las nuevas autoridades, poniendo y quitando nombres de la lista, acaba según alguna fuente con 48 personas cuyos nombres han sido escritos y no borrados en la lista fatídica. A mediodía Castejón y parte de su columna salen de Zafra y se llevan atadas detrás al casi medio centenar de personas que no han encontrado valedor. Cada cierto trecho va sacando a siete personas y ordena que sean fusiladas.21

Uno de los grandes lieux de mémoire de la guerra civil española es Badajoz.22 La matanza perpetrada allí por las tropas del teniente coronel Yagüe durante la toma y represión consiguiente fue tan estremecedora que los mismos triunfadores de la guerra civil tuvieron que manipular los datos para tratar de establecer algún tipo de «equilibrio» entre las dos violencias.23 Lo hicieron en dos direcciones; primero, exagerando las cifras de las bajas habidas entre sus tropas durante el asalto a la ciudad amurallada; y en segundo lugar, aprovechando la propaganda del bando republicano para dar cuerpo a la «leyenda» de la represión y, en consecuencia, descalificarla. En efecto, frente a los centenares de bajas de las fuerzas rebeldes de que se habló en un principio y de las
285 a que las redujeron más tarde los estudios de los historiadores franquistas, hoy sabemos que el número total de bajas nacionales durante el asalto a Badajoz fue de 44 muertos y 141 heridos.24

En total, y por los estudios de que disponemos hasta hoy, la represión nacional en la provincia de Badajoz debió rondar las 12.000 personas,25 mientras que los derechistas asesinados por la izquierda antes de la llegada de la «columna de la muerte» y que se conocen perfectamente a través de la Causa general ascienden a 243.

El continuo avance hacia Madrid siguió más o menos el mismo patrón represivo, pero, tras la experiencia de Badajoz relatada a todo el mundo por los periodistas franceses y portugueses que fueron testigos directos de las atrocidades, hubo un mayor control de la información por parte de los nacionales. No se permitió a ningún periodista que entrara en una ciudad hasta 48 horas después de haber sido tomada. Por ejemplo, a los corresponsales de guerra se les impidió en-



trar en Toledo para que no fueran testigos de que, tras la liberación del Alcázar, 200 milicianos heridos que se encontraban en el hospital fueron degollados. Un testigo de las matanzas de milicianos del 30 de septiembre nos dice: «En Toledo la represión franquista fue horrible. Las calles estaban llenas de cadáveres», y recuerda el caso de un vecino suyo fusilado por leer El Socialista.26

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la Izquierda falsaria

Mensajepor la Izquierda falsaria » Vie 28 Sep, 2007 4:47 pm



Pío Moa y Javier Esparza hablan sobre el Terror rojo


30.03.07 @ 00:49:45. Archivado en Memoria histórica

Preparaba un post sobre otro asunto cuando he topado con este teletipo en el que se describe una de las mayores vergüenzas realizadas hasta la fecha al amparo de la memoria histórica.

En un homenaje de diputados del PSOE, Esquerra Republicana e Izquierda Unida celebrado en el Congreso al último secretario general del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), Wilebaldo Solano, el comunista Gaspar Llamazares


    destacó que en la militancia de su formación siguen vivos el "espíritu y la lucha" de los militantes del POUM y elogió la trayectoria de sus líderes, Joaquín Maurín y Andreu Nin.

Oír a un comunista elogios a Andreu Nin es como oír elogios a José Calvo Sotelo de boca de Indalecio Prieto, el socialista cuyos escoltas formaron parte del comando terrorista que secuestro y asesinó al diputado monárquico.

Mientras en la España nacional las diferencias políticas se orillaban, en la España roja (así se llamaban a sí mismos, que no me lo invento yo) cada partido y bando trataba de sacar los ojos a los rivales. Una vez que los republicanos burgueses fueron barridos en los primeros meses de la guerra, en mayo y junio de 1937, el PSOE, el PCE y la Esquerra se unieron para aplastar al POUM y a la CNT; unos lo hicieron para eliminar competidores y otros porque lo mandaba Moscú. Los primeros choques ocurrieron en Barcelona, donde gobernaba el golpista Lluis Companys (ERC).

La Policía de Barcelona, a cuyo mando estaba Ricardo Burillo, el jefe de los guardias de asalto que mataron a Calvo Sotelo y que luego ingresó en el PCE, detuvo a Nin por orden del chequista Orlov. Al español lo torturaron de manera horrible (las mismas animaladas que estaban perpetrando las izquierdas sobre miles de españoles en las checas): se le desolló vivo. Fue asesinado en Alcalá de Henares el 20 de junio de 1937, y su cuerpo, desmembrado. Es uno de esos desaparecidos cuyos restos no buscan los desenterradores subvencionados por ZP.

La versión oficial del Gobierno del Frente Popular, sostenida por el socialista Juan Negrín (responsable del envío del oro del Banco de España a la URSS) y el comunista Santiago Carrillo (responsable de las matanzas de Paracuellos), era que Nin fue liberado de la checa "por sus amigos de la Gestapo". Al asesinato, los socialistas –el presidente del Gobierno bajo el que ocurrió la desaparición era un socialista procomunista, Negrín- y los comunistas añadieron la difamación: se le acusó de colaborar con los nacionales. Los poumistas supervivientes pintaban en los muros "Gobierno Negrín, ¿dónde está Nin?"; y los esbirros rojos añadían "En Salamanca o en Berlín". ¡Qué graciosos!

¿Han pedido perdón el PSOE, el PCE y al Esquerra por esta desaparición? ¿Ha explicado algo Carrillo en la última edición de sus memorias?

Comparemos el destino de Nin con el de su camarada Joaquín Maurín, secretario general del POUM. Fue capturado por los nacionales al principio de la guerra y Franco le indultó en 1946 y le permitió abandonar España. ¿Adónde fue el marxista Maurín? ¿a alguna patria del proletariado? No: a Nueva York. Se sentía allí más seguro y libre que en la URSS, China o Albania.


http://blogs.periodistadigital.com/boka ... nistas_elo

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paracuellos

Mensajepor paracuellos » Vie 28 Sep, 2007 4:51 pm

Nadie se cree ya las mentiras de los herederos del Frente Popular

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El horror facha: PP?

Mensajepor El horror facha: PP? » Vie 28 Sep, 2007 4:53 pm

no lograban contrarrestar los datos que evidenciaban la acusada diferencia proporcional entre las víctimas de la represión fascista y las causadas por el bando republicano. "¿Qué podían representar 40 ó 100 víctimas frente a los ocho mil desaparecidos en una provincia como Huelva?", se preguntó Francisco Espinosa.

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Democracia

Mensajepor Democracia » Vie 28 Sep, 2007 4:55 pm

Al margen de la polémicade cifras (en todo caso es muy claro para todos los historiadores serios y académicoa que la represión fascista fue infinitamente mayor que la republicana) lo importante es el tema central: la democracia. Mientras gentes como Lorca, Azaña, Negrín,..etc, luchaban por la libertad, los fascistas, hijos de Hitler, luchaban por imponer el horror nazi. Lo hicieron.

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cinismo de la izquierda

Mensajepor cinismo de la izquierda » Vie 28 Sep, 2007 4:59 pm


En España no hubo nazis, pero en Francia sí, y precisamente allí el partido comunista frances colaboró con la invasion nazi los dos primeros años. Por qué? por el pacto de no agresión entre Hitler y Stalin. Los extremos fascistas se tocan, esa es la realidad del socialismo marxista

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Lena

Mensajepor Lena » Vie 28 Sep, 2007 5:00 pm

Es una vergüenza tener que soportar en este foro (y en cualquier ámbito) la basura revisionista. Para el que la haya traido aquí: ojalá embauques a la gente que merece tu compañía.

No pasarán.

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Fachas: No pasarán!

Mensajepor Fachas: No pasarán! » Vie 28 Sep, 2007 5:05 pm

Es que la verdad parece que el PP apoya a aquellos criminales, a Franco y todo aquello. la facha del foro es fascista total, y es del PP.




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