La Memoria Histórica: verdades y mentiras

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Re: La Memoria Histórica: verdades y mentiras

Mensajepor Invitado » Mar 17 Jul, 2018 9:27 pm

BOIRA_A escribió:Quien mata a sangre fria, sin razón alguna y sin juicio que es? Un santo, no?


Segun la Pasionaria de Melbourne y el candombero podemita hay que beatificar al revolucionario Puig

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Re: La Memoria Histórica: verdades y mentiras

Mensajepor Assia » Mié 18 Jul, 2018 3:03 am

Sigue el lector de Umbral siguiendo a Assia en este foro. De verdad que hay dias que no siento ningun interes en contestar en este foro. Desde hace mas de veintitantos anos, soy miembro de 1 organizacion que lucha contra la pena de muerte. Estoy cansada de oir a espanoles que Franco no debio morir en 1 cama que nunca pago por tantos crimenes como cometio DESPUES de acabar la Guerra Cvil y siguio asesinando hasta poco antes demorir. Eres eso: lo que escribes a veces con seudonimos: ''orgullocabron'' en el Tema sobre Orwell:''melocoton'' Bien que te retratas, porque tu ceebro es eso: el hueso de 1 melocoton. Anda, vete a inflamer tu pecho preguntandole a 1 persona que te presentan: '' NOSOTROS LEEMOS A UMBRAL Y TU A QUIEN LEES..? '' NOSOTROS HABLAMOS EN ANDALUZ PERO ESCRIBIMOS EN CASTELLANO'' DIME DE LO QUE PRESUMES Y TE DIRE DE LO QUE CARECES.

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Mensajepor Invitado » Vie 20 Jul, 2018 5:07 pm

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Re: La Memoria Histórica: verdades y mentiras

Mensajepor Assia » Sab 21 Jul, 2018 1:09 am

No he leido Las Memorias de Azana, por tanto, no puedo opinar. pero estoy segura que esto viene del lector de Umbral. El mismisto lector de Umbral que manipulo la foto de la cubierta de la fabula de Orwell. Pobre ignorante y desquiciado este lector de Umbral que tan pronto me lo presentaron me dijo: '' NOSOTROS LEEMOS A UMBRAL Y TU A QUIEN LEES.?'' Muy callado esta este lector de Umbral cuando le demostre que Orwell era trotskista y fue en el partido politio de Andres Nin, donde peleo Orwell durante la Guerra Civil Espanola.
Azana y Besteiro quisieron quitar a Negrin de Presidente del gobierno de la II Republica. Y como ya he dicho, Besteiro intento negociar la paz con Franco. Supongo que ya habras leido todos los libros de Umbral, no creo que lo tuyo sea leer LAS MEMORIAS DE AZANA. Bueno, todos los libros de Umbral no los leyo porque cuando yo le conteste: Solo he leido de Umbral: '' LORCA,POETA MALDITO'' y no me gusto. Imagine que ese Lector de la revista PRONTO, perdon, lector de Umbral, no me respondio senal que no leyo ese libro de Umbral.

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Re: La Memoria Histórica: verdades y mentiras

Mensajepor BOIRA_A » Sab 21 Jul, 2018 9:06 am

Guste o no esa frase es de Manuel Azaña, esta en su biografia y se puede consultar en San Google

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Re: La Memoria Histórica: verdades y mentiras

Mensajepor BOIRA_A » Sab 21 Jul, 2018 9:09 am

En los cuadernos robados Diarios 1932-1933 de editorial Critica Es un libro que tengo yo

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Re: La Memoria Histórica: verdades y mentiras

Mensajepor Assia » Sab 21 Jul, 2018 10:32 am

Y quien te ha dicho a ti que a mi no me guste.? Mis unicos grandes admiradores de II Republica fueron: Julian Besteiro y Victoria Kent. Besteiro fue pesimista desde poco de coimenzar la Guerra Civil y quiso negociar la paz con Franco. Resultado: estalinistas y anarquistas con parcartas por las calles gritando: '' BESTEIRO NOS QUIERE VENDER A LOS FACISTAS'' Y EL FAMOSO ESLOGAN DE'' NO PASARAN'' Pero cuando pasaron, se dieron ''patas'' en el culo huyendo de Espana. Azana murio en Francia. Besteiro no quiso largarse de Espana y junto a 1 anarquista, espero tendido en 1 divan a que llegaran los franquistas. Creo que fue un grupo de fanlangistas los que arrestaron a Besteiro y le dijeron: '' LEVANTE EL BRAZO Y DIGA ARRIBA O VIVA ESPANA...?'' A lo que contesto Besteiro: '' YA SOY MUY VIEJO PARA APFRENDER'' Besteiro murio en 1 carcel franquista.

A Victoria Kent le pillo en Paris evacuando ninos espanoles trabajando en la Embajada espanola. Fue 1 llamada anonima la que le dijo a Victoria Kent: '' VICTORIA, NO DUERMAS ESTA NOCHE EN TU PISO, LA GESTAPO TE ARRESTARA PARA DEVOLVERTE A ESPANA'' Victoria corrio a su piso, recogio algunas prendas personales y se asilo en la EMBAJADA MEXICANA. CUATRO ANOS ESTUVO VICTORIA KENT ENCERRADA SIN PODER SALIR A LA CALLE. Cuando acabo la II Guerra Mundial, creo que fue LA CRUZ ROJA, la que proporciono a Victoria Kent la salida de Francia para 1 pais latino. Victoria Kent se exilio en Estados Unidos y tuvo y trabajo para las Naciones Unidas, trabajo que Victoria Kent dimitio como tambien dimitio de su cargo durante la II Republica con esta frase famosa: '' SNORES, YO NO HE SIDO ELECTA PARA ESTAR SENTADA EN UN DESPACHO SI NO SIGO CON MIS REFORMAS EN LAS PRISIONES, OS PRESENTO MI DIMISION'' Esa fue Victoria Kent y no la Clarita Campoamor que huyo de Espana en 1937 en plena Guerra Civil sangrienta.

Si es cierto que tu, BOIRA-A, has leido LAS MEMORIAS DE AZANA, habras leido lo que Azana escribio sobre Victoria Kent. Anda, ponlo en este foro y veremos si tu has leido o no has leido las Memorias de Azana.

Titulo del libro: '' VICTORIA KENT CUATRO ANOS EN PARIS 1940-1944 '' Editorial GADIR.

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Mensajepor Invitado » Sab 21 Jul, 2018 12:56 pm

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El Golpe de Estado del Frente Popular en las elecciones de 1936 (1º parte)

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El martes 14 de marzo de 2017 vio la luz 1936. Fraude y violencia de los historiadores Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García, que viene a demostrar, definitivamente, que las elecciones de febrero de 1936 fueron un fraude. Inmediatamente, los inquisidores al servicio del Régimen de lo Políticamente Correcto se ponen manos a la obra y arde Twitter. Han llegado muy lejos en su propaganda manipuladora de la Historia como para permitir que los datos y las investigaciones rigurosas den al traste con sus mitos. 1936 Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular. El Magacín.Para añadir más leña al fuego, la Ley de Memoria Histórica de Andalucía, que deja en pañales a la de Rodríguez Zapatero, institucionaliza la versión del régimen y la impone a los ciudadanos. Es muy simple: aquí había una república modélica, cuando los de la sotana, el sable y el tricornio, ayudados por los pérfidos nazis y fascistas, decidieron acabar con los sueños de democracia de un pueblo digno, dando lugar a una guerra brutal entre los demócratas y los fascistas, o lo que es lo mismo, entre los buenos y los malos. Pero ganaron los malos, y ahora que se tiene la sartén por el mango, hay que vengarse y tratar de ganar en la política lo que se perdió en los campos de batalla. Todo ello amparado en el muy legítimo deseo de localización y exhumación de fosas anónimas y de la adecuada compensación, digno entierro de los asesinados mediante, a lo que nadie sensato se opone.

Una República patrimonial

Pero los hechos son tozudos, y la magna sorpresa que provocó el artículo del historiador Javier Redondo en El Mundo demuestra hasta qué punto la defenestración histórica tiene éxito y el sistema educativo a la hora de enseñar fracasa. Varias obras fundamentales, entre las que cabe destacar Palabras como puños. La intransigencia política en la Segunda República Española dirigido por Fernando del Rey Reguillo, El gran miedo de 1936. Cómo España se precipitó en la Guerra Civil de Gabriele Ranzato, o El camino al 18 de julio. La erosión de la democracia en España (diciembre de 1935 – julio de 1936) de Stanley G. Payne han puesto encima lo que es una verdad a gritos: que la Segunda República fue una “democracia poco democrática”, y que ni el Frente Popular era democrático ni su gobierno tampoco.

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Pero hagamos lo que se debe y acudamos a la Historia. Empecemos por quienes han sido reivindicados como figuras democráticas paradigmáticas, con calles con cuyos nombres inundan el país como, por ejemplo, Manuel Azaña, ese para quien la República constituía nada más que un medio para un fin, concibiéndola como “suya” y de los que pensaban como él, pero ajena para el rival político y para el discrepante, como dejó claro en un debate parlamentario a la minoría agraria: “Ustedes no tienen legitimidad para venir a esta Cámara a decir si el Gobierno es o no un gobierno dictatorial; su grupo no sólo “no es republicano” sino que “no lo puede ser”, y no lo será nunca, aunque lo queráis.” Sus correligionarios no se quedaron atrás, como Marcelino Domingo: “Si se opone resistencia a la revolución social y no encuentra cauces jurídicos, los encontrará en las calles.” O Álvaro de Albornoz, del Partido Radical-socialista: “No consentiremos jamás que el Poder nos sea arrebatado por los monárquicos disfrazados de republicanos.” Este señor fue elegido el 13 de Julio de 1933 primer presidente del Tribunal de Garantías Constitucionales, precursor del Tribunal Constitucional que todos conocemos, y firmó la ley de regulación de este tribunal, la cual establecía que “la acción jurisdiccional derivada de la presente ley (…) no se extenderá, ni a las disposiciones promulgadas por las Cortes actuales antes de ser aprobada la misma, ni a los actos que el poder público haya realizado con anterioridad a su publicación”. En otras palabras, que no se podía recurrir ante dicho Tribunal las leyes de desarrollo de la Constitución aprobadas por el Parlamento, como hubiera sido de rigor en cualquier Estado de Derecho, con la idea de darle al régimen una orientación marcadamente ideológica desde el primer momento e impedir que los otros grupos parlamentarios pudieran modificarla. Muestra de ello, por si lo anteriormente expuesto no fuera suficiente, es el hecho de que no podían plantearse recursos contra las actos del Gobierno anteriores a la entrada en vigor de esta ley. Un blindaje completo.


Albornoz lo dejó muy claro al declarar a las claras que “nosotros queremos excluir (de la acción de este tribunal) toda obra realizada por estas Cortes y queremos excluirla por motivos políticos, franca y notablemente políticos, que no disimulamos un solo momento (…)” y que “por encima del Parlamento no puede haber nada que desconozca ni suprima ni cercene su soberanía.” El Radical-socialista constituyó el más numeroso de los grupos de la izquierda republicana, con una mayoría considerable y clara en las Cortes Constituyentes que elaboraron la Constitución de 1931. Jerónimo Gomáriz, diputado por esta formación remachó: “Estas Cortes no son un Parlamento cualquiera. Estamos aún (…) en una misión francamente revolucionaria y constituyente.” No era broma. Afiliados radical-socialistas en Madrid elaboraron un documento interno que avalaba la oposición a la “derecha” “con y todos los medios que fueran precisos”. Iban mucho más allá: “En caso de la conquista del poder por las izquierdas violentamente, como contestación a la violencia de las derechas, el Gobierno que se constituya gobernaría por Decretos durante el tiempo que fuera necesario, hasta llegar a la transformación del país en una profundidad y extensión tal que no pueda originarse en mucho tiempo una resurrección de los hombres de la monarquía.”

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Estos republicanos fueron los que impulsaron la muy autoritaria Ley de Defensa de la República, que establecía sanciones penales para la Apología de la Monarquía o la Crítica al Gobierno, junto con otras sanciones de carácter económico y penas de confinamiento o extrañamiento. Esta ley fue la que posibilitó que durante gran parte del período de vida de la Segunda República la censura y el recorte a la libertad de expresión fuese lo habitual, especialmente acentuado durante el gobierno del Frente Popular. La visión patrimonial que estos tenían de la República no dejó lugar a dudas cuando, tras la victoria de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) y la constitución de un gobierno de centro-derecha presidido por el republicano liberal y centrista Alejandro Lerroux del Partido Radical con apoyo parlamentario de la primera (aunque era la más numerosa en escaños), Manuel Azaña se entrevistó con Diego Martínez Barrios, a la sazón Presidente del Consejo de Ministros, con el objetivo de invalidar el resultado de las elecciones que habían perdido, como consta en las memorias del último. El PSOE no se quedó atrás, dado el carácter instrumental con el que concebía el régimen republicano. Juan Negrín, quien sería el último Presidente del Consejo de Ministros de la República durante la Guerra Civil, a instancias de la ejecutiva socialista se entrevistó con Alcalá-Zamora con la idea de convencerle de cancelar los resultados electorales, formar un gobierno liderado por republicanos de izquierda, preparar una nueva ley electoral que les beneficiase y, después, volver a celebrar elecciones. Incluso Fernando de los Ríos, Ministro de Estado en el primer gobierno de Azaña y miembro del PSOE, renegó de la República. Negrín, ya durante la guerra, mantuvo una conversación con el asesor soviético Marchenko en la que, según informó este a Vorosílov, uno de los acólitos de Stalin, “No cabe regreso al viejo parlamentarismo. Sería imposible consentir el “libre juego” de los partidos tal y como existía antes, ya que en ese caso la derecha podría conseguir nuevamente llegar al poder. Eso significa que resulta imperativa o una organización política unificada o una dictadura militar. No ve que sea posible otra salida.”



1934: Insurrección

No es de extrañar, pues, que el PSOE, junto con sectores de la CNT y del PCE, intentase derrocar por la fuerza al Gobierno en lo que se ha dado en llamar la Revolución de Octubre de 1934. Protagonistas de la misma fueron el bolchevizado Francisco Largo Caballero y el imprevisible Indalecio Prieto, con un programa revolucionario redactado por este último, que incluía:

Separación del Ejército de toda oficialidad y reorganización sobre sus bases “democráticas”, al igual que la Guardia Civil y demás institutos armados.

  • Milicia reclutada entre los afiliados.

  • Separación de la Administración Pública de los funcionarios desafectos al régimen.

  • Disolución de las órdenes religiosas e incautación de todos sus bienes.

  • Declaración de todas las tierras como propiedad del Estado.

Prieto se encargó además de los preparativos militares, la provisión de armas, el avituallamiento general y su distribución. Otros preparativos versaron sobre el adiestramiento militar de las milicias. ¿El objetivo? “(U)n movimiento de carácter nacional revolucionario para conquistar el poder político para la clase obrera”, en palabras de Largo Caballero. El documento emitido por los dirigentes bebía directamente de Técnica del Colpo di Stato, de 1931, escrito por Curzio Malaparte, miembro del Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini e integrante de la Marcha sobre Roma. Cuando la sublevación estalló, la Generalitat catalana aprovechó para llevar a cabo su propio levantamiento liderado por Lluís Companys, presidente de la misma, y declarar el “Estado Catalán” dentro de la República Federal Española. Incluso Azaña preparó su propio golpe de mano -fracasado- de, en palabras de Alcalá-Zamora, “constituir en Cataluña un Gobierno Provisional”, manteniendo contactos con los autores de la sublevación y negociando los objetivos de la misma escasas horas antes de que esta se produjera. El mayor Pérez Salas, azañista, escribió:

Para evitar el otorgamiento del poder a la CEDA (…) tenía en proyecto la formación de un gobierno republicano, compuesto por representantes de los partidos que tenían mayoría en las Cortes Constituyentes. Este gobierno habría de tener su sede en Barcelona (…) por estar en ella radicada la Generalidad Catalana y contar con que las fuerzas armadas de esta lo apoyarían. Tan pronto como se cometiera el acto, que era considerado como anticonstitucional, de dar entrada en el gobierno de la República a elementos no republicanos, se declararía, desde Barcelona, la disconformidad con ese acto y se daría a conocer al pueblo el nuevo gobierno formado. Simultáneamente en Madrid y en el resto de España habría de estallar una huelga general como adhesión al nuevo gobierno. Este plan tenía grandes probabilidades de éxito, pero aun fracasando habría dado un tremendo golpe al acto de entrega de la República (a sus enemigos), que habría hecho reflexionar al señor Alcalá-Zamora acerca del paso que iba a dar.

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En Asturias desembocó en una auténtica guerra civil que hizo precisa la intervención del Ejército. El resultado fue contundente. En su fracaso, claro. 1.300 muertos y 20.000 detenidos, entre ellos Azaña, Largo Caballero y Companys. La cosa no quedó ahí. Lo que los republicanos de izquierda y los revolucionarios no habían conseguido en 1934 lo conseguirían en febrero de 1936. Largo Caballero no se cortó ni un pelo: “Yo no estoy arrepentido de nada, absolutamente de nada. Declaro paladinamente que, antes de la República, nuestro deber era traer la República; pero establecido este régimen, nuestro deber es traer el socialismo. Y cuando hablamos de socialismo, no nos hemos de limitar a hablar de socialismo a secas. Hay que hablar de socialismo marxista, de socialismo revolucionario. Hay que ser marxista y serlo con todas las consecuencias. (…) Vamos a la lucha en coalición con los republicanos con un programa que no nos satisface. (…) Tenemos que evitar la implantación del fascio por todos los medios. Ahora, por el medio legal; en octubre lo hicimos de otra manera. (…)”. Más lejos aún fue al señalar: “Que nadie se llame a engaño (…). Las derechas en España, para nosotros, deben haberse terminado ya en lo que significa gobernar nuestro país. No piense nadie en darles el Poder, porque si eso intentan, el proletariado lo impedirá.


FEBRERO DE 1936: FRAUDE Y GOLPE

Pero el inicio de la toma de poder fraudulenta e ilegal del Frente Popular, y su avance hacia lo que los comunistas definieron como “república de nuevo tipo”, esto es, exclusivamente de izquierdas, como paso previo hacia la hegemonía de su propio partido, eliminación de las formaciones de izquierda republicana mediante, comenzó con las intervenciones caprichosas del Presidente de la República -que no del Gobierno- Niceto Alcalá-Zamora, un católico de centro, cuando sin motivación aparente y con el propósito de crear a través de Manuel Portela Valladares el llamado Partido Nacional Republicano para consolidar una mayoría centrista que frenase la creciente polarización social y a través del cual poder gobernar, disolvió unas cortes cuya vida se debería prolongar hasta 1937 y hundió, por razones de antipatía personal con Alejandro Lerroux y ambición de poder personal, al único partido moderado de centro que tenía base social en el país, el Partido Radical. La idea de Alcalá-Zamora era debilitar a la derecha, a la que creía fuerte, y favorecer a la izquierda, a la que veía débil, para “equilibrar la República” y conseguir la hegemonía para su partido de centro, para lo cual le pidió a Portela que, por medio de manipulaciones, favoreciera a la izquierda hasta el punto de ganar alrededor de 180 escaños. Los republicanos de izquierda, los socialistas, los comunistas y otras formaciones afines tenían claro cuál era el camino “(en) la insensata pretensión de que el Gobierno, cruzado de brazos, les facilite el empleo de la violencia aniquiladora de las derechas, pues lo que la izquierda desea y cree oportuno es la guerra civil. Portela se opuso enérgicamente, y yo le he alentado en su actitud, ya que el deber y la prudencia imponen proteger a todos estos delincuentes, sea cual fuere su actitud y programa contra los excesos de los de enfrente, y contra los suyos propios.

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La campaña fue violentísima, con 249 actos de violencia en toda España quince días antes de la celebración de las elecciones. El Gobierno recibió en esos últimos días multitud de informes de violencias y abusos por parte de “turbas izquierdistas”, imponiendo alteraciones en los votos, falseamiento en los escrutinios, invalidando de esa manera mayorías pertenecientes a las derechas. Huelga decir que para ellos, “fascista” era un término que se aplicaba alegremente a cualquiera que estuviera “más a la derecha” de la izquierda republicana. Tanto es así que Manuel Portela Valladares, Presidente del Consejo de Ministros en esos momentos, tuvo que declarar el Estado de Alarma y a punto estuvo de hacerlo con el Estado de Guerra. Recibió la confirmación de la lealtad y el apoyo del Ejército por parte del entonces Jefe de Estado Mayor, Francisco Franco. Pero ante la multiplicación y la gravedad de los desórdenes y de las irregularidades el Gobierno de Portela Valladares dimitió el 19 de febrero y Alcalá Zamora entregó el poder a Manuel Azaña, designado por el Frente Popular, algo insólito teniendo en cuenta que no había finalizado el recuento definitivo de los votos y que su coalición parecía ser la principal responsable de las irregularidades que se reportaban, pudiendo el nuevo Gobierno validar su propia victoria, administrándola convenientemente. En sus declaraciones al Journal Géneve en 1937, Alcalá-Zamora aseguró:

“A pesar de los esfuerzos sindicalistas, el Frente Popular obtenía solamente un poco más, muy poco, de 200 actas, en un Parlamento de 473 diputados. Resultó la minaría más importante, pero la mayoría absoluta se le escapaba. Sin embargo, logró conquistarla consumiendo dos etapas a toda velocidad, violando todos los escrúpulos de la legalidad y de la conciencia. Primer etapa: desde el 17 de febrero, incluso desde la noche del 16 de, el Frente Popular, sin esperar el fin del recuento del escrutinio y la proclamación de los resultados, lo que debería haber tenido lugar ante las juntas provinciales del censo en el jueves 20, desencadenó en la calle la ofensiva del desorden, reclamó el poder por vía de la violencia.


Crisis: algunos gobernadores civiles dimitieron. A instigación de dirigentes irresponsables, la muchedumbre se apoderó de los documentos electorales: en muchas localidades los resultados pudieron se falsificados. Segunda etapa: conquistada la mayoría de este modo, fue fácilmente hacerla aplastante, reforzada con una extraña alianza con los reaccionarios vascos, el Frente Popular eligió la Comisión de validez de las actas parlamentarias, la que procedió de manera arbitraria. Se anularon las actas de ciertas provincias donde la oposición resultó victoriosa, se proclamaron diputados a candidatos amigos vencidos. Se expulsaron de las cortes a varios diputados de las minorías. No se trataba solamente de una ciega pasión sectaria; hacer en la Cámara una Convención, aplastar a la oposición y sujetar al grupo menos exaltado del Frente Popular.


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Desde el momento en que la mayoría de izquierdas pudiera prescindir de él, este grupo no era sino un juguete de las peores locuras. Fue así como las Cortes prepararon dos golpes de estado parlamentarios. Con el primero, se declararon a sí mismas indisolubles durante la duración de mi mandato presidencial. Con el segundo, me revocaron. El último obstáculo estaba descartado en el camino de la anarquía y de todas las violencias de la guerra civil.”

En marzo se convocó la Comisión de Validación de Actas de las nuevas Cortes y esta procedió libremente a reasignar 11 escaños a las izquierdas, quedando canceladas además las elecciones en Cuenca y en Granada, donde las derechas habían predominado. Estas últimas se volvieron a celebrar, agenciándose el Frente Popular 17 actas, dejando 2 para las derechas, por medio de la violencia y la intimidación más descarada. En este clima de inseguridad, caos, miedo, sometimiento e inexistencia de respeto a la ley alguno, las autoridades provinciales afines al Frente Popular llevaron a cabo actos de coacción y de amenazas, tanto a votantes como candidatos. Borrones, tachaduras, raspaduras, votos fantasma… Por no hablar ya de los asaltos directos a los ayuntamientos, la expulsión de alcaldes y gobernadores civiles, incluso su detención, al más puro Scuadrismo del Fascismo Italiano. Pero esto no es lo más grave. Una vez el Frente Popular estuvo afianzado en el poder, implementó rápidamente las medidas necesarias para ir más allá de su programa inicial y avanzar hacia esa “república de nuevo tipo”. La primera de ellas fue la amnistía para los sublevados en 1934, reponiéndoles en sus cargos políticos, civiles y de seguridad. Luego vino la destitución de dudosa legalidad del Presidente Alcalá-Zamora y su sustitución por Azaña. En gran manipulador de la república había caído en su propia trampa y ahora estaba inmerso en un mutismo fantasioso, como en unos meses estaría el mismo Azaña. Resulta que la misma izquierda que había exigido la disolución de las Cortes anteriores y la realización de elecciones ahora declaraba que tal disolución era ilegal, que el Presidente había abusado de sus poderes (y lo había hecho, pero no en esos términos) y que esta constituía su segunda disolución de las dos que le permitía la Constitución, considerando falsamente la primera disolución, la de las Cortes Constituyentes, como una disolución regular, lo que, por su misma naturaleza, no podía ser así. En realidad, la segunda disolución que había dado lugar al Gobierno del Frente Popular era perfectamente legal, aunque caprichosa. Cuando tuvo lugar la votación al respecto, el resultado fue de 188 votos contra 88, con un porcentaje alto de abstención, de manera que la última disolución quedó como la segunda, siendo desde ese momento las Cortes indisolubles para Alcalá-Zamora. No podía desde ese momento arrebatarle el gobierno al Frente Popular disolviéndolas de nuevo y celebrando otras elecciones. La segunda votación se saldó con 238 votos a favor, 5 noes y la abstención del centro y la derecha. Alcalá-Zamora estaba fuera de juego. En esos momentos el coronel Valentín Galarza, el principal coordinador de la UME (Unión Militar Española), una asociación semi-secreta de oficiales militares (y de la que procederían gran parte de los integrantes de la sublevación militar de julio de ese mismo año) le visitó el día 8:

Hacia las once de hoy me visita un coronel de Estado Mayor. Viene de uniforme, a pedir en nombre del Ejército que en respuesta al golpe de Estado de la Cámara, o, sin el poder legislativo, firme un decreto destituyendo al Gobierno de Azaña y (dé) así más fuerza moral a su inevitable y decidida intervención, que salve al país de la anarquía.

El Presidente se negó y el Ejército, muy dividido, no hizo nada. El 10 de mayo, por 358 frente a 68 compromisarios electos para elegir a su vez al Presidente, Manuel Azaña ocupó el puesto de Alcalá-Zamora. Al salirle mal la jugada de colocar a Prieto como cabeza de Gobierno y consolidar definitivamente su hegemonía por el veto del ala caballerista del PSOE, hubo de nombrar a Santiago Casares Quiroga para el cargo y gobernar a través de él. Quiroga se declaró “beligerante contra el fascismo”, en un extraño discurso para un hombre de estado, teniendo en cuenta que lo más parecido al “fascismo” en España era Falange, que se había estrellado electoralmente consiguiendo tan sólo 44.000 votos en todo el país, el 0´7% del voto popular, quedando fuera del Parlamento, y que por “fascismo” se entendía al conjunto de todas las “derechas”. Tanto es así que el Frente Popular acometió sin dilación su tarea de eliminar a los rivales políticos por medio del nombramiento de militantes políticos como “delegados” especiales para la Policía, consagrando así la politización de las fuerzas del orden en un proceso muy similar, como ha señalado acertadamente Payne, a la política llevada a cabo por Hitler al nombrar a los miembros de las SA y las SS como miembros de la Policía Auxiliar, Hilfspolizei, y como tal actuaron durante las elecciones de marzo de 1933, las últimas que tuvieron lugar en Alemania hasta después de la Segunda Guerra Mundial. El Gobierno procedió a detenciones ilegales y arbitrarias de miembros de partidos no afines al Frente Popular, en una política que se incrementó durante la guerra pero que ya había comenzado desde antes. Fernando Bosque, gobernador civil de Oviedo, declaró:

He nombrado delegados del Frente Popular en toda Asturias, los cuales realizaron batidas antifascistas con buen resultado: meten en la cárcel al cura, médicos, secretarios de ayuntamiento y al que sea. Cumplen admirablemente su cometido. Algunos de los delegados son comunistas, e incluso como Fermín López, de Irún, condenados a muerte por su intervención en los sucesos de octubre (…). El de Teverga tiene en la cárcel al telegrafista y al secretario judicial; al primero le hace atender por el día el servicio telegráfico y por la noche lo encarcela. Entre los detenidos figuran dos canónigos de Covadonga.

Y no se quedarían ahí.

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Mensajepor Invitado » Sab 21 Jul, 2018 1:01 pm

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El Golpe de Estado del Frente Popular en las elecciones de 1936 (2º parte)

La dictadura del Frente Popular

El proceso de eliminación de las formaciones políticas de la derecha comenzó con la ilegalización de Falange en marzo y la detención de su cúpula dirigente. Aunque el Tribunal Supremo anuló la ilegalización en junio, el Gobierno directamente ignoró al Tribunal y procedió a más detenciones. De hecho, la anulación de la ilegalización ponía en teoría a los detenidos en la calle. Pero Casares Quiroga empleó sus prerrogativas para evitar que los encarcelados fueran puestos en libertad. En mayo se procedió de manera similar al disolver los sindicatos católicos, y ya en vísperas de la Guerra Civil existía la pretensión de hacer lo mismo con la formación monárquica Renovación Española. A mediados de junio se creó un Tribunal Especial para tratar las responsabilidades penales y civiles de los jueces. Se componía de 5 magistrados del Tribunal Supremo, 6 miembros designados por sorteo de entre las personas con una licenciatura universitaria cualquiera inscritos en una lista, y otros 6 miembros designados también por sorteo entre los presidentes de las asociaciones que estaban inscritas en los censos electorales sociales. Como tenía su sede en Madrid, la mayoría de estas asociaciones era de carácter revolucionario y/o afín al Frente Popular y sus políticas. De esta manera, se yuguló la independencia del Poder Judicial. Manuel Blasco Garzón, ministro de Justicia, explicó: “Prefiero el honrado juicio de los que no se han perturbado por disquisiciones de tipo jurídico, a la labor netamente técnica; porque en el fondo de todas las conciencias hay, como un manadero de agua viva, aquel sentimiento de la justicia inmanente que está por encima de los doctrinarismos”. Otras leyes completaron el trabajo, como rebajar a 65 años la edad de jubilación de los magistrados, en el entendimiento de que los de mayor antigüedad serían los más hostiles al Gobierno, y la prejubilación forzosa para los que “actúen o se produzcan con manifiesta hostilidad a las instituciones políticas que la Constitución consagra”. Por último, durante la segunda mitad de junio se comenzó a debatir una ley que establecía el cese de todos los magistrados municipales, quedando su sustitución o confirmación a discreción del ministro.


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La censura de la prensa y de la libertad de expresión y de reunión se aplicó de forma caprichosa, limitándola hasta el extremo con las formaciones opositoras y dando vía libre para las formaciones integrantes del Frente Popular o afines al mismo, entre otras cosas, bajo el paraguas del Estado de Alarma que, desde febrero, se fue renovando mes tras mes. Las milicias armadas de los partidos que constituían del Frente Popular, especialmente las del PSOE y las MAOC (Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas) del PCE gozaron de un estatus de semi-legalidad y de impunidad para perseguir a sus adversarios políticos, en muchos casos, ante la pasividad de las crecientemente politizadas fuerzas de orden público, que hacían caso omiso, cuando no cubrían a o colaboraban con las palizas, los cacheos, los controles de carreteras, los atentados, los arrestos, los robos y las persecuciones. La Iglesia y los católicos también se llevaron su parte cuando, junto con las agresiones, quema de iglesias y expolio del patrimonio que habitualmente sufrían, se añadió la disposición de Francisco Barnés, ministro de Instrucción, el 20 de mayo del cierre de las escuelas católicas independientemente de si podían ser sustituidas por escuelas públicas o no. De esta manera, gran parte de los niños del país quedaron sin escuela al no contar el Gobierno con los recursos suficientes para la creación de escuelas públicas que las sustituyeran.

La Persecución Religiosa no comenzó, pues, con el estallido de la Guerra Civil, sino que la precedió y fue una de las causas de la misma. En palabras de Ranzato: “(…) Se puede decir que, con la sola excepción de los homicidios, todo el repertorio de actos destructivos y profanadores ya habían sido experimentados, más o menos ampliamente, en el curso de los meses que precedieron al golpe militar, porque no hubo solo iglesias y conventos devastados por las llamas.” Se trataba de “una más generalizada voluntad de impedir las más esenciales prácticas de la religión católica”. No se trataba sólo de quema de iglesias y conventos, destrucción de imágenes y patrimonio histórico o cultural, sino que se llegó a la violación tanto de los tabernáculos como de las hostias consagradas. Por no hablar ya de la profanación de las tumbas. Pero quizá lo más grave de todo fue el deseo expreso de limitar el culto religioso hasta su eliminación, como se desprende de la prohibición de los funerales católicos en algunos lugares o su gravamen impositivo, como en Puebla de Almoradiel o Santa Cruz de Mudela; o la prohibición de la distinción de la cruz en las tumbas católicas por ejemplo en Gerona, y de la celebración de festividades religiosas como la Semana Santa, véase el caso de Albacete, Ávila, Cádiz, Ciudad Real, Granada, Jaén, Pontevedra, Zamora o Palma de Mallorca. Incluso se llegó a la detención del párroco y los directores de la Cofradía de Valenciana en Murcia por orden del alcalde.


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A esto debe añadirse la sucesión de huelgas salvajes protagonizadas principalmente por la UGT y la CNT en una estrategia revolucionaria planificada, muy lejos de la pura y justa reivindicación económica, que paralizaron la economía del país durante toda la “primavera trágica”. Las ocupaciones y asalto de propiedades no sólo no eran sancionados, sino que eran legalizados a posteriori por las autoridades. Gerald Brenan señaló que “toda aquella primavera y verano estuvo consagrada a una orgía de huelgas relámpagos. Los hombres abandonaban sus tareas sin previo aviso, pidiendo grandes aumentos de salarios o jornadas de trabajo disparatadamente cortas, así como importantes indemnizaciones por los días que habían pasado en las cárceles (…). El propósito de estas huelgas era por supuesto puramente político: amedrantar y desanimar a la clase media y alentar a los trabajadores con la esperanza de la victoria que se aproximaba. Todos los negocios empezaron a perder dinero. El colapso económico era inminente.” Con el sistema económico agrario al borde de la bancarrota, el Gobierno no tuvo mejor idea que llevar a Cortes a finales de junio una ley que anulaba los efectos de la desamortización civil que se había llevado a cabo durante el siglo XIX, de manera que tales bienes sería expropiados y “volverían” a manos de Estado. El ministro de Agricultura Ruiz Funes aseguró: “Aunque nosotros hayamos decretado la libertad del mercado del trigo, no quiere decir esto que tengamos una aspiración económica de tipo liberal, y mucho menos en lo que afecta a la economía agraria. En el momento actual toda ordenación de la economía agraria tiene que venir impuesta por una acción intervencionista del Estado”. Cuando los terratenientes comenzaron a huir, el ministro de Gobernación dijo a los gobernadores civiles el 22 de mayo que fueran restrictivos en los criterios que empleaban para emitir pasaportes, de forma que se evitase que la gente huyese al extranjero, en lo que un crítico en las Cortes señaló certeramente como “obligarles a permanecer en los respectivos pueblos, sentando la novísima teoría de Derecho de invertir los destierros y deportaciones, haciéndoles de fuera a dentro”. Más leña al fuego se añadió al aprobarse una nueva ley de Reforma Agraria mucho más radical que la anterior que permitía “la expropiación total de tierras por “utilidad social” sin ninguna excepción territorial, sin limitaciones de extensión y con independencia de si los propietarios participaban o no en el cultivo de la tierra.”


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La situación era tal que en vísperas de la sublevación militar del 17 de julio se habían producido un mínimo de 273 y un máximo de 454 víctimas mortales. Ante esto, incluso alguno de entre los propios republicanos concluyó que la única solución pasaba por una suerte de “dictadura legalitaria republicana”, entre ellos Sánchez Albornoz, Sánchez Román o Martínez Barrio. Maura exigió una “dictadura nacional republicana”:

La dictadura que España requiere hoy es una dictadura nacional, apoyada en zonas extensas de sus clases sociales, que llegue desde la obrera socialista no partidaria de la vía revolucionaria hasta la burguesía conservadora que haya llegado ya al convencimiento de que ha sonado la hora del sacrificio y del renunciamiento en aras de una justicia social efectiva que haga posible la paz entre los españoles.


Revolución y sublevación militar

Las fuerzas revolucionarias no tenían la misma idea, al menos, en cuanto al carácter de la “necesaria” dictadura. Desde el PSOE de la mano de Largo Caballero y Luis Araquistáin se perseguía la táctica leninista de la guerra civil abierta. Su propósito era empeorar la situación social para iniciar un proceso revolucionario -que, de hecho, ya se estaba produciendo- de manera tal que el gobierno de la “izquierda burguesa” diese paso a un gobierno socialista revolucionario, la Dictadura del Proletariado y, por medio de una corta guerra civil en la que sin duda ellos se alzarían con la victoria, eliminar violentamente a sus adversarios para consolidar un régimen de partido único. Fomentar, pues, una rebelión militar estaba entre sus prioridades fundamentales. El 15 de julio dijo Largo Caballero en el periódico Claridad: “¿No quieren este Gobierno? Pues que se sustituya por un Gobierno dictatorial de izquierdas. ¿No quieren el estado de alarma? Pues que haya guerra civil a fondo”. Araquistáin lo tenía claro cuando escribió a su mujer tras el asesinato de Calvo Sotelo “o viene nuestra dictadura o la otra”. Desde el PCE, la última fuerza política de la izquierda en aceptar la República y una de las más desleales a ella e instrumento de la política exterior de la Unión Soviética, el fin era el mismo. Su estrategia, en cambio, a la que le costó mucho adaptarse, venía dictada desde Moscú: participar en una alianza política con el poder del Estado “legal” y, a través de ella, eliminar a los rivales políticos, llegar a la “república de nuevo tipo”, paso previo a su dictadura de partido único. De esta forma, el PCE trabajó precisamente para evitar una guerra civil, al menos en ese momento, pues un acontecimiento de esa naturaleza habría dado al traste con sus planes. La idea era una toma de poder “incruenta” tal como los Nazis habían hecho en Alemania, para luego implantar su propio régimen. No en vano, el mismo 17 de julio, horas antes del estallido de la guerra civil, Dimitrov y Manuilski, agentes del Comintern, enviaron un telegrama al politburó del PCE insistiendo precisamente en esto. Unidad del Frente Popular, aceleración en la construcción del régimen, utilización de los poderes públicos para eliminar a los adversarios, creación de un “tribunal de urgencia” para acabar con “las derechas” y confiscar sus propiedades, y expandir la Alianza Obrera. Las MAOC serían el germen del futuro “Ejército Rojo”. Los anarquistas, encuadrados en la CNT y la FAI continuaron con la estrategia terrorista y subversiva que habían estado implementado desde los inicios mismos de la República. El Sindicalista tradujo adecuadamente esta visión al declarar que “una vez aniquilada la reacción” había que “derrocar por la subversión o la evolución el régimen capitalista”, o sea, la República. Había que defenderla transitoriamente contra la “reacción”, si se daba el caso, “como una mal menor”, una suerte de “punto de arranque”, preparándose para “la lucha definitiva”.


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En estas tuvo lugar el asesinato de José Calvo Sotelo. No es que los líderes de la Derecha, ya fuera la legalista de Gil Robles o la radical del propio Calvo Sotelo, no se oliesen que algo así podía acabar pasando. Había amenazas de muerte de por medio. El 15 de abril José Díaz Ramos, Secretario General del PCE, contestó a una intervención de Jose María Gil Robles, líder de la CEDA, que “no puedo asegurar cómo va a morir el señor Gil Robles, pero sí puedo afirmar que si se cumple la justicia del pueblo morirá con los zapatos puestos”. Ante las protestas que tal comentario generaron, la igualmente comunista Dolores Ibárruri apostilló: “Si os molesta eso, le quitaremos los zapatos y le pondremos las botas.” Más tarde, el 16 de junio, incluso el mismo Presidente del Consejo de Ministros llegó a contestar a Calvo Sotelo tras decir que si por “Estado Integral” se entendía un “Estado Fascista”, él se declaraba “fascista”, que “después de lo que ha dicho su señoría ante el Parlamento, de cualquier cosa que pudiera ocurrir, que no ocurrirá, haré responsable ante el país a su señoría”. Y así fue. Tras el asesinato el 12 de julio del oficial de la Guardia de Asalto José Castillo, sublevado en 1934, militante de la UMRA (Unión Militar Republicana Antifascista, equivalente de izquierdas de la UME), instructor de las MAOC comunistas y repuesto en sus cargos por del Gobierno, en la madrugada del 13 José Calvo Sotelo fue sacado de su domicilio en Madrid y asesinado por dos tiros en la nuca. Su cadáver apareció aquella mañana en el cementerio de La Almudena. Los responsables fueron Guardias de Asalto procedentes del Cuartel de Pontejos, donde aquella noche se hallaban allí guardias civiles de izquierda, miembros de otras unidades policiales también de izquierdas y militantes de los partidos socialista y comunista, en una muestra más de la politización de las fuerzas del orden.

La escuadra que asesinó la líder derechista estaba dirigida por el capitán de la Guardia Civil Fernando Condés (que había participado también en la insurrección de 1934) y compuesta por policías, guardias de asalto y activistas de izquierda. Tanto es así que quien descargó los dos tiros en la nuca, Luis Cuenca, era un militante socialista que había realizado funciones de policía auxiliar durante las elecciones fraudulentas de Cuenca y guardaespaldas de Indalecio Prieto, uno de los líderes del PSOE. Los socialistas prietistas fueron los principales implicados en el crimen, razón por la cual el propio Prieto y sus correligionarios fueron los primeros en ser informados, lo que viene a probar que la violencia política no era sólo cosa de los bolchevizados caballeristas, sino que fue ampliamente practicada también por los “moderados”. Ni estos ni el Gobierno castigaron a los responsables ni ofrecieron indicio alguno de querer acabar con la grave situación. Condés fue escondido en casa de Margarita Nelken, diputada socialista y después miembro del PCE, que además había exigido en las Cortes más desorden y violencia callejera. El Gobierno respondió con más detenciones de derechistas, y cuando el juez de instrucción Ursicino Gómez Carbajo inició una investigación y llevó a cabo interrogatorios de guardias de asalto, no se lo pensó dos veces y le apartó del caso. La investigación fue cerrada y todos los implicados puestos en libertad. Condés y Cuenca recibieron como premio puestos de rango superior en las nuevas milicias creadas.


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Esa misma mañana, el PCE, siguiendo instrucciones Mosú, aprovechó el suceso para avanzar hacia la “república de nuevo tipo” y sus diputados entregaron un borrador legislativo que merece la pena citarse:

  • Artículo 1.º: Serán disueltas todas las organizaciones de carácter reaccionario o fascista, tales como Falange Española, CEDA, Derecha Regional Valenciana y las que, por sus características, sean afines a estas, y confiscados los bienes muebles e inmuebles de tales organizaciones, de sus dirigentes e inspiradores.
  • Artículo 2.º: Serán encarceladas y procesadas sin fianza todas aquellas personas conocidas por sus actividades reaccionarias, fascistas y antirrepublicanas.
  • Artículo 3.º: Serán confiscados por el Gobierno los diarios El Debate, Ya, Informaciones y ABC, y toda la prensa reaccionaria de las provincias.

Pues bien, una vez entablada la guerra civil, esto es lo que se haría en la zona bajo control del Frente Popular. No fue, como se ha visto, una simple consecuencia de la sublevación militar, sino una política deliberada por parte de los partidos que componían y apoyaban al Frente Popular planificada y calculando los tiempos, que sólo dicha insurrección logró acelerar o, en todo caso, precipitar. Fue la gota que colmó el vaso. La conspiración militar dirigida por el republicano Mola que apenas si había avanzado y contaba con apoyos, dio un vuelco fundamental cuando numerosos sectores del Ejército y de la sociedad civil decidieron apoyarla ante lo que veían como un desastre inminente. Contrariamente a la versión extendida, esta conspiración no pretendía, al menos al inicio, traer un régimen revolucionario fascista o una reacción ultraderechista. En una reunión que tuvo lugar el 8 de marzo y en la que participó Franco, se acordó llevar adelante la rebelión sólo en tres casos: formación de un Gobierno de Largo Caballero, una situación de anarquía generalizada o el estallido de una insurrección revolucionaria. Y no, como sostiene el mito, el deseo de acabar con la democracia y las reformas. Basta echar un vistazo al memorándum de Mola del 5 de junio, titulado “El Directorio y su obra inicial” para percatarse de ello: EL DIRECTORIO se comprometería durante su gestión a no cambiar el régimen republicano, mantener en todo las reivindicaciones obreras legalmente logradas (…)”. Se trataba esencialmente de un programa “apolítico”, no escorado ni a izquierda ni a derecha, que contemplaba suspender la Constitución de 1931 aunque respetar la legislación previa a febrero de 1936, crear unas Cortes Constituyentes elegidas por un sufragio del que sólo quedarían excluidos los analfabetos y los delincuentes. Se mantendría separación entre Iglesia y Estado, el respeto a todas las religiones y la libertad de cultos. Planteaba incluso el establecimiento de comisiones regionales para solucionar la cuestión agraria, fomentando la pequeña propiedad y permitiendo la explotación colectiva donde esta fuese posible. Es más, en el bando proclamado en Melilla, declarando el Estado de Guerra en Marruecos, en la tarde del 17 de Julio, por el general Francisco Franco, se declaraba: “Se trata de restablecer el imperio del orden dentro de la República, no solamente en sus apariencias y signos exteriores, sino también en su misma esencia”.

Los más curioso de todo es que el principal ganador del Golpe de Estado del Frente Popular, Franco, que aprovechó la adulteración de la naturaleza inicial de la sublevación por las fuerzas conservadoras, radicales y reaccionarias que la apoyaron desde el primer momento y que daría lugar a una siniestra y cruel dictadura de 39 años, mantuvo su lealtad a la “legalidad” hasta casi el último momento. El día 12 de julio envió un mensaje cifrado a Mola, “geografía poco extensa”, que venía a significar que no estaba preparado para participar. Los sucesos del día 13 lo cambiaron todo para él. El 23 de junio había escrito, en un gesto insólito viniendo de quien venía, una carta a Casares Quiroga en la que advertía al Presidente del Consejo de Ministros de los peligros de la situación en ese momento y del ruido de sables en los cuarteles, instándole a modificar el curso de los acontecimientos cuanto antes. No era esta la actitud de un reaccionario empedernido deseoso de destruir la “democracia” a cualquier precio. Mola mismo no las tenía todas consigo en la víspera de la sublevación, y existen indicios de que intentó llegar a una solución de compromiso con el Gobierno, pese a que la idea que vertebraba la rebelión consistía en una breve contienda que se solucionaría en pocas semanas hasta llegar a Madrid. No se trataba de un “golpe de Estado” al uso, sino más bien de una sublevación militar generalizada con el propósito no sólo de derribar al Gobierno, sino de garantizar el control militar sobre todo el país. Cuando estallaron las hostilidades, no había vuelta atrás. La idea del Gobierno era similar, aunque a la inversa. Esperaba la sublevación y apenas hizo nada para evitarla, puesto que su intención era que esta tuviera lugar para poder aplastarla fácilmente y así acelerar la construcción de la “república de nuevo tipo”. Según las memorias de Largo Caballero, Casares Quiroga dijo: “Si se rebelan, les pasará igual que el 10 de agosto de 1932. ¡Si precisamente yo lo que quiero es que salgan a la calle para acabar con ellos! (…) ¿Pero ustedes le temen a Queipo de Llano…? ¿No saben que Queipo no es más que un imbécil? Además, ¿qué va a hacer? ¡Cómo no subleve a los carabineros, en la frontera! Lo único que tiene es el despecho porque le hemos destituido a su consuegro”. Ironías de la Historia, aunque los bombardeos sublevados son los que han pasado al imaginario colectivo, no está de más recordar que los primeros aviones en bombardear poblaciones civiles fueron los de Casares Quiroga, cuando lanzaron su carga sobre un cuartel en Dar Riffen y se trató de acertar en la Alta Comisaría de Tetuán.

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Para finalizar, volvemos al principio para recordar datos: La Coruña, Orense, Cáceres, Málaga, Jaén, Santa Cruz de Tenerife, Granada, Cuenca… El 10% del total de escaños, alrededor de 50, fueron manipulados. La Derecha y el Centro, que en numerosas ocasiones acudieron a la competencia electoral unidos, se impusieron por 700.000 votos. El motivo del apoyo que recibió la sublevación, más allá de los elementos más radicalizados, bien puede resumirse en las palabras que el jefe provincial de los agrarios en Valencia dirigió al exministro José María Cid el 13 de julio de 1936: “en el Frente Popular todos somos iguales: reaccionarios o fascistas. (Para esa gente) mis amigos y yo somos también fascistas y de nada sirve que a partido republicano perteneciera yo antes del advenimiento de la República ni que candidato una vez, y triunfante otra, las dos veces fuera a las elecciones a título declaradamente republicano: yo también soy fascista (…). En estas condiciones, ¿cree usted que es posible convivir con una gente que en cada momento y en cada acto niega el derecho a la convivencia a los demás? (…) Yo creo que no; creo que en el Parlamento no hay nada que hacer”.

Ha sido largo, lo sé. Pero entiendo que es preciso que esto se diga y se publique en medios independientes no sujetos a imperativos ideológicos o a manipulaciones del Poder. El PSOE, PODEMOS, Izquierda Unida y una rica multiplicidad de formaciones se identifican con el Frente Popular y sus aliados. Algo tan grave como identificarse con el Franquismo. Hay que hablar fuerte, alto y claro, con el rigor que los datos proporcionan y la seguridad que proporciona ese conocimiento. La Historia es la que es, y si está sujeta a alteraciones, es sólo a las que establezcan los historiadores en sus investigaciones, no los políticos en sus distorsiones y en la imposición de leyes totalitarias que lo que buscan es imponer una visión inquisitorial y obligar a los ciudadanos libres a asumir la versión de los hechos que convenga. La Guerra Civil terminó hace 78 años. Algunos parece que no se han dado cuenta. Cuidémonos de los partidos y lobbies revanchistas, especialmente de los que siguen hablando de bandos y divisiones. Porque nos llevarán al conflicto. Al desastre. A la Guerra.

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Re: La Memoria Histórica: verdades y mentiras

Mensajepor Invitado » Sab 21 Jul, 2018 1:16 pm

Assia escribió: Mis unicos grandes admiradores de II Republica fueron: Julian Besteiro y Victoria Kent.


La Kent como toda la izquierda solo aceptan la libertad que les es favorable. La Kent queria adoctrinar a las mujeres antes de que pudiesen votar, esa es la idea de democracia de la izquierda.

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Cuando Victoria Kent no quería el voto femenino

Se opuso por el temor de que fuese contrario a la República

Los debates sobre el derecho al sufragio, en el otoño de 1931, fueron de los más intensos y curiosos en la tramitación de la nueva Constitución que elaboraron las Cortes Constituyentes de la República. Sorprende por ejemplo que Victoria Kent, del Partido Republicano Radical Socialista, se opusiese al sufragio femenino. Y lo más sorprendente es que el argumento fue el siguiente, como contaba ABC en su crónica del 2 de octubre de 1931: «Es necesario que las mujeres que sentirnos el fervor democrático, liberal y republicano pidamos que se aplace el voto de la mujer. Como se ha comprometido a servir a la República durante toda su vida, pide a la Cámara que avive su conciencia liberal, aplazando el derecho pedido, porque entiende que no es cuestión de capacidad, sino de oportunidad. Entiende que para defender un ideal, la mujer necesita la convivencia con ese ideal. La mujer necesita ver que la República ha traído a España lo que no supo traer la Monarquía: escuelas, laboratorios, etc. Cuando dentro de algunos años funcionen esas 20.000 escuelas que han sido anunciadas, la mujer será la más ardiente defensora de la República. Afirma que no se puede medir a las mujeres españolas por el entusiasmo de algunas muchachas universitarias, tan entusiastas por la República. Si todas fueran así, yo me levantaría a pedir el voto femenino. (Aplausos de radicales y radicales-socialistas.)»

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Re: La Memoria Histórica: verdades y mentiras

Mensajepor Assia » Sab 21 Jul, 2018 2:10 pm

COMO DIJO UNA KOTORRA: '' HISTORIADORES HAY MUCHOS PERO HISTORIA SOLO HAY UNA'' Victoria Kent, solo quiso aplazar el voto de la mujer. Las espanolas NO LUCHARON POR CONSEGUIR EL VOTO. LAS SUIZAS QUE SE MANIFESTABAN Y SUFRIAN ABUSOS DE MACHISTAS, CONSIGUIERON ESTE DERECHO A VOTAR DESPUES QUE LAS ESPANOLAS. En Espana, no hubo manifestaciones de mujeres pidiendo el derecho de votar.

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Re: La Memoria Histórica: verdades y mentiras

Mensajepor BOIRA_A » Sab 21 Jul, 2018 10:50 pm

Assia escribió:Y quien te ha dicho a ti que a mi no me guste.? Mis unicos grandes admiradores de II Republica fueron: Julian Besteiro y Victoria Kent. Besteiro fue pesimista desde poco de coimenzar la Guerra Civil y quiso negociar la paz con Franco. Resultado: estalinistas y anarquistas con parcartas por las calles gritando: '' BESTEIRO NOS QUIERE VENDER A LOS FACISTAS'' Y EL FAMOSO ESLOGAN DE'' NO PASARAN'' Pero cuando pasaron, se dieron ''patas'' en el culo huyendo de Espana. Azana murio en Francia. Besteiro no quiso largarse de Espana y junto a 1 anarquista, espero tendido en 1 divan a que llegaran los franquistas. Creo que fue un grupo de fanlangistas los que arrestaron a Besteiro y le dijeron: '' LEVANTE EL BRAZO Y DIGA ARRIBA O VIVA ESPANA...?'' A lo que contesto Besteiro: '' YA SOY MUY VIEJO PARA APFRENDER'' Besteiro murio en 1 carcel franquista.

A Victoria Kent le pillo en Paris evacuando ninos espanoles trabajando en la Embajada espanola. Fue 1 llamada anonima la que le dijo a Victoria Kent: '' VICTORIA, NO DUERMAS ESTA NOCHE EN TU PISO, LA GESTAPO TE ARRESTARA PARA DEVOLVERTE A ESPANA'' Victoria corrio a su piso, recogio algunas prendas personales y se asilo en la EMBAJADA MEXICANA. CUATRO ANOS ESTUVO VICTORIA KENT ENCERRADA SIN PODER SALIR A LA CALLE. Cuando acabo la II Guerra Mundial, creo que fue LA CRUZ ROJA, la que proporciono a Victoria Kent la salida de Francia para 1 pais latino. Victoria Kent se exilio en Estados Unidos y tuvo y trabajo para las Naciones Unidas, trabajo que Victoria Kent dimitio como tambien dimitio de su cargo durante la II Republica con esta frase famosa: '' SNORES, YO NO HE SIDO ELECTA PARA ESTAR SENTADA EN UN DESPACHO SI NO SIGO CON MIS REFORMAS EN LAS PRISIONES, OS PRESENTO MI DIMISION'' Esa fue Victoria Kent y no la Clarita Campoamor que huyo de Espana en 1937 en plena Guerra Civil sangrienta.

Si es cierto que tu, BOIRA-A, has leido LAS MEMORIAS DE AZANA, habras leido lo que Azana escribio sobre Victoria Kent. Anda, ponlo en este foro y veremos si tu has leido o no has leido las Memorias de Azana.

Titulo del libro: '' VICTORIA KENT CUATRO ANOS EN PARIS 1940-1944 '' Editorial GADIR.


Assia, no tengo ese libro, ni pienso comprarlo no me interesa, tampoco tengo que demostrar nada, tengo una amplia biblioteca y no necesito mas Saludo

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La Memoria Histórica: verdades y mentiras

Mensajepor Invitado » Dom 22 Jul, 2018 12:08 am

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Re: La Memoria Histórica: verdades y mentiras

Mensajepor Assia » Dom 22 Jul, 2018 1:58 am

'' LA MEMORIA DE ESPANA,'' ESTAN ESCRITAS TAMBIEN POR RICARDO DE LA CIERVA, POR EL REVERENDO PASTOR CESAR VIDAL Y HASTA POR EL PIO, PIO, PIOOO, QUE LE PEGO UN MARTILLAZO A UN POLICIA SOBRE LA CABEZA. Por eso, yo solo he leido '' LA MEMORIA DE ESPANA'' O LA GUERRA CIVIL ESPANOLA POR AUTORES IMPARCIALES COMO ANTONY BEEVOR. En GOOGLE: podeis teclear articulos de criticas en EL PAIS sobre este autor britanico sobre ''LA MEMORIADE ESPANA''

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La Memoria Histórica: verdades y mentiras

Mensajepor Invitado » Vie 27 Jul, 2018 10:41 pm


El valle de los caidos.: la obsesión de Franco




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