Mentiras de la Transición

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tolo

Mentiras de la Transición

Mensajepor tolo » Mar 12 Jun, 2007 4:24 am


Mentiras de la Transición



A juzgar por lo que se viene avanzando –y en consonancia con lo que era de temer–, se nos avecina una semana entera de loor y gloria a «nuestra ejemplar Transición».

30 años de las primeras elecciones democráticas. 30 años capicúas: en las del 15 de junio de 1977 también hubo partidos a los que no se les permitió presentar abiertamente sus candidaturas, lo que les obligó a disfrazarse de lo que pudieron.

Es bien conocida la cínica afirmación de Paul Joseph Goebbels: «Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad». Buena parte de las supuestas verdades de la Transición española, que la mayoría de los españoles toma por evidencias, no son sino mentiras repetidas hasta la saciedad.

Me referiré hoy sólo a tres.

Primera mentira: se da por hecho que en España se instauró la democracia porque el pueblo español decidió poner fin a la dictadura. Lo cierto es que el paso del sistema franquista al régimen parlamentario fue una decisión largamente madurada por las potencias occidentales, que necesitaban integrar plenamente a España en sus estructuras políticas, económicas y militares, lo cual exigía la homologación de su sistema político. Estudiaron cómo hacerlo por una vía que excluyera cualquier veleidad izquierdista, y se emplearon a fondo para lograrlo. Se volcaron en el respaldo político y en el apoyo económico a quienes podían materializar sus designios, y lo lograron. Son hechos que hoy están ya sobradamente documentados. En todo caso, sólo una exigua minoría del pueblo español estaba por aquel entonces dispuesta a movilizarse en pro de la democracia.

Segunda mentira: se da por hecho que, si triunfó la reforma del régimen franquista y no la ruptura, fue porque no había condiciones para proceder a la instauración ex novo de un Estado genuinamente democrático. En realidad, la ruptura fue imposible, ya para empezar, porque quienes hubieran debido promoverla renunciaron a ello. Los dirigentes de las dos fuerzas principales de la oposición democrática (el PSOE, fuerte por sus apoyos internacionales, y el PCE, por su arraigo militante) pusieron todo su empeño en acceder cuanto antes a la legalidad, como condición para aspirar a integrarse en los ámbitos del poder. Para poder lo primero que se precisa es querer, y ellos ni lo intentaron.

Tercera mentira, no menos tópica: «el Rey fue el motor del cambio». Muy al contrario, el Rey fue una pieza clave para asegurar la continuidad reformada de buena parte de las estructuras del franquismo. En rigor, el Rey fue el freno del cambio. La Monarquía reinstaurada conforme a los planes de Franco ayudó a impedir que el cambio fuera más lejos de lo que convenía a las oligarquías locales y foráneas.

Pero da igual. Volverán a decir lo de siempre por enésima vez, con lo que las viejas mentiras se volverán todavía más verdad.


http://www.javierortiz.net/jor/apuntes/ ... transicion
http://kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=36770

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tela

se cuestiona la Transicion española

Mensajepor tela » Mar 12 Jun, 2007 4:27 am

En este artículo elaborado por Diagonal complementa bastante bien lo que faltaba por decir al respecto...

CONTRA EL SILENCIO // HISTORIADORES, PERIODISTAS Y ESCRITORES CUESTIONAN EL CONSENSO DE LA TRANSICIÓN

Siete mitos de la TransiciónM. D. L., redacción

De la tutela extranjera al golpe de mano de los partidos de izquierda, pasando por el papel del rey en el 23-F, numerosos libros ponen en cuestión la idea de un modélico cambio de régimen.

La mayoría de los analistas coinciden en que el consenso en torno a la figura del rey supone la pieza clave que preserva la idea de una Transición eficaz. No obstante, y pese al acuerdo de olvido y silencio sobre la que se formó la actual monarquía constitucional, los últimos años han dado una amplia bibliografía ‘maldita’ que llama a cuestionarse tanto este consenso como una serie de mitos que difícilmente resisten el contraste con los datos o las hemerotecas. Conscientes de que obras importantes se quedarán en el tintero, recordamos no obstante varios libros que derriban abundantes lugares comunes y simples mentiras sobre el cambio político.

UNA TRANSICIÓN PACÍFICA

Desde la muerte de Franco hasta la aprobación de la Constitución, decenas de manifestantes y miembros de organizaciones que reclamaban amnistía y libertad en las calles fueron asesinados por miembros de las fuerzas policiales y elementos de la extrema derecha. Alfredo Grimaldos recuerda estos casos en La sombra de Franco en la Transición (Oberón), donde se señala cómo estos crímenes no se investigaron desde el Ministerio del Interior, encabezado por Rodolfo Martín Villa o Juan José Rosón. En la misma época (finales de los ‘70 y principios de los ‘80), ETA vive uno de sus momentos de mayor actividad. A ello cabe sumar la existencia de otros grupos armados como los GRAPO y de grupos de ultraderecha como el Batallón Vasco Español (predecesor de los GAL).

UN ÉXITO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA

En Soberanos e intervenidos. Estrategias globales, americanos y españoles(Siglo XXI), a través de documentos desclasificados, Joan Garcés analiza la coordinación de EE UU, Francia y la República Federal Alemana para apoyar un proceso político que impidiese que, tras la muerte de Franco, se diera un ruptura del sistema que pudiera desembocar en el comunismo. La CIA en España (Debate), de Alfredo Grimaldos, documenta el tutelaje de la agencia de espionaje estadounidense en el proceso, del que también estaban al tanto importantes sectores del aparato franquista.

VOLVIÓ LA IZQUIERDA

Entre la izquierda expulsada de la vida política tras la Guerra Civil y la que regresa en la Transición hay diferencias sustanciales. De nuevo en Soberanos e intervenidos, Garcés detalla la financiación que comienza a recibir el PSOE para dar forma a una opción socialdemócrata, alejada del marxismo y de la tradición del partido, pero que pueda aprovechar unas siglas históricas. En literatura, con Los viejos amigos (Anagrama), Rafael Chirbes describe el desencanto de esta generación de izquierdas derrotada. Un desánimo al que contribuye el camino tomado por el Partido Comunista para cuya legalización se exigía una condición de partida: aceptar al monarca y no insistir con la República. La imagen del PCE legalizado con la bandera monárquica rojigualda fue la ilustración gráfica del pacto.

CAMBIOS SOCIALES EN EL PAÍS

Más allá del fin de una dictadura militar, la Transición no alteró la distribución de la riqueza heredada del Régimen. Los poderes económicos del Franquismo, (banca, grandes familias empresariales y personajes poderosos que hicieron su fortuna con el Franquismo) conservaron y aumentaron su poder. Los apellidos March, Koplowitz, Fenosa, Melià... siguen en la élite social. Mariano Sánchez Soler estudia el fenómeno en Ricos por la patria. Grandes magnates de la dictadura, altos financieros de la democracia (Plaza y Janés). Otros libros como El Testamento de la Liga Santa (Tesis), de Enriqueta de la Cruz, o Romanticismo (Alfaguara), de Manuel Longares, dan una visión crítica desde la ficción literaria.

AFECTÓ A TODOS LOS SECTORES

Algunas instituciones sencillamente no han vivido la transición. La impunidad penal que hizo no mirar a los crímenes de la dictadura llevó a que en el Ejército o los cuerpos de seguridad se mantuvieran en sus puestos las mismas autoridades de la dictadura. Algo similar sucede con el sistema judicial, donde se conservan estructuras y cargos obtenidos durante el período anterior. En 25 años sin Constitución, el juez Joaquín Navarro señala las causas de problemas como la escasa independencia del poder judicial.

23-F: EL DIA EJEMPLAR DEL REY

La relación de confianza entre algunos golpistas y la Casa Real, el largo tiempo que transcurre entre la intentona de Tejero y el mensaje televisado de Juan Carlos I (que se produce a la una de la madrugada), así como el conocimiento del 23-F por parte del Vaticano, el Gobierno de EE UU y la inteligencia española, y la consolidación que el 23-F acaba suponiendo para el reinado de Juan Carlos llevan, cuando menos, a recelar de la versión oficial. 23-F: El golpe que nunca existió, de Amadeo Martínez Inglés o El negocio de la libertad, de Jesús Cacho, dan algunas claves al respecto.

EL REY: BRILLANTE ESTADISTA

Aunque las aproximaciones críticas a la vida de Juan Carlos no son numerosas, en las antípodas de las adulaciones con las que se trata el tema se puede encontrar el clásico Un rey golpe a golpe, (Ardi beltza) con abundante recopilación de negocios oscuros e información silenciada del personaje. Más suave, en La soledad del Rey, José García Abad repasa varios de los episodios menos conocidos del monarca.

...Y el tabú económico

Más allá de la inexistencia de un debate sobre la partida anual de gastos para la Casa Real (se sabe que son más de ocho millones de euros, pero muy poco de cómo se reparten), el silencio sobre la fortuna la Corona choca con la escasa discreción de Juan Carlos I al buscar socios. Mario Conde, Javier de la Rosa, Manuel de Prado y José María Ruíz Mateos (todos ellos condenados por diferentes motivos) tuvieron negocios con el Rey, cuya inmunidad impide que se le pudiera procesar. Con esta ventaja competitiva, unido a los regalos recibidos, el monarca ha pasado de lo que se consideraba un tímido presupuesto para las casas reales a figurar entre las principales fortunas del país (1.790 millones de euros en 2003, según Forbes). [Para más información: Diagonal nº28. La fortuna silenciada de Juan Carlos de Borbón].

http://www.diagonalperiodico.net/article3584.html

traido de http://larepublica.foros.ws/viewtopic.php?t=271

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Toisón a Suárez

http://antoniogarciatrevijano.com

Mensajepor Toisón a Suárez » Jue 14 Jun, 2007 2:47 am



TOISON A SUÁREZ


Antonio García-Trevijano

    "Suárez incurrió en gravísima irresponsabilidad cuando dimitió, para que su gobierno no fuera un paréntesis entre dos dictaduras, sin denunciar ante la opinión pública, para abortarlo, el complot militar que se preparaba bajo los auspicios del Monarca y del PSOE..."

El actual Rey de España, que no procede de la Casa de Austria, ha concedido el vellocino de oro al Presidente de la Transición, Adolfo Suárez, que no cumple el requisito fundacional de “ser de presente fuerte y robusto”. La piel de ese carnero mitológico fue la divisa de la Orden del Toison de Oro, creada por el Duque de Borgoña (1429), en recuerdo de los Argonautas de Jason y en homenaje a su matrimonio con Isabel de Portugal. Incorporado el Ducado borgoñés a la Casa de Austria, Carlos V nombró a los 24 caballeros del Toison entre Príncipes y caudillos del Imperio.

El aspecto estético del asunto me toca de cerca, pues en casa puedo contemplar a placer la mitológica divisa, colgada al cuello del Príncipe Don Carlos, en el retrato que le hizo Sánchez Coello, poco después de haber sido trepanado, a causa de su caída por la escalera del castillo donde Felipe II lo tenía encerrado. El retrato en el Museo del Prado, con sombrero y pluma, es anterior.

Pero más de cerca toca a los gobernados, y a la sociedad civil, la actualidad política de la incorporación de Suárez a uno de los sitiales de los 24 caballeros de la Monarquía borbónica, al minuto de haberse suspendido la procesión de paz con los etarras, y de manera simultáneamente convergente con la procesión de los medios informativos que hoy portan bajo palio, sin olor de multitud, al hombre-símbolo de la Transición.

Los partidos estatales y los medios de comunicación rinden homenaje procesional, como en los funerales, al único “desestadista” que ha conocido la historia moderna de Europa; al gran perjuro falangista que inició la procesión desnacionalizadora del Estado y nacionalizadora de las nacionalidades o realidades nacionales; al analfabeto instaurador del primer Estado a-nacional europeo; al científico descubridor de la cafeína que exacerba los sentimientos de identidad nacionalista en lo pequeño y los mitiga en lo grande; al revolucionario lingüista que sustituyó la preposición de compañía, “con”, por la de distancia o perspectiva, “desde”, para dar solemnidad de Estado a su vulgar discurso.

Suárez incurrió en gravísima irresponsabilidad cuando dimitió, para que su gobierno no fuera un paréntesis entre dos dictaduras, sin denunciar ante la opinión pública, para abortarlo, el complot militar que se preparaba bajo los auspicios del Monarca y del PSOE, con la finalidad de imponer al Parlamento un gobierno de concentración nacional, y que se manifestó prematuramente, el 23 de febrero, con el asalto de opereta organizado por el coronel Tejero, para impedir la integración del socialista Múgica en el proyectado gobierno del general Armada.

Los repúblicos abstencionarios disentimos de la escala de valores sociales y culturales, verdaderos disvalores morales y estéticos, introducida con la inmoralidad y la fealdad de la Transición. Los principios y valores del MCRC son antagónicos de los que hoy imperan en la opinión vulgar y en la mayor parte de la informada.

Este artículo chocará, sin duda, a la sensibilidad de los espíritus educados en la hipocresía de la Transición. Pero era necesario escribirlo, precisamente ahora, para denunciar al instante la intoxicación procesionaria, contra la verdad, que comporta la concesión inoperante del Toison de Oro a Suárez. Una pura operación de propaganda que la Monarquía hace de sí misma.

La enfermedad que anuló hace tiempo la mente de este arribista provinciano, no es razón suficiente para silenciar la atrocidad de su obra política. La piedad nos callaría si los criterios que dieron vida a las instituciones del Estado de Partidos hubieran muerto con su mente. La delicadeza hacia su doliente familia también nos callaría, si enmudecer la verdad no fuera un brutal atentado a la conciencia de los que padecieron, y siguen padeciendo, las consecuencias dañinas de sus enormes disparates de gobierno. En fin, la tradición de cortesía hacia los muertos o incapacitados mentales, se refiere a los aspectos personales, que ellos ya no pueden contestar, pero no a las obras de su vida pública. De otro modo, la cortesía social habría impedido escribir la historia reciente y las biografías críticas de los personajes políticos.


La República Constitucional
Blog de Antonio García-Trevijano

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qué canalla

Mensajepor qué canalla » Jue 14 Jun, 2007 2:52 am

Este Trevijano es uno de los sinvergüenzas más preclaros de este país: la historia lo ha puesto en su sitio.

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de lo que se entera una

Mensajepor de lo que se entera una » Jue 14 Jun, 2007 2:55 am


Vaya vaya... esto es nuevo. No sabia yo que el PSOE también estaba detras del 23F. Ahora se explica lo sueltos que están estos sociatas para organizar GALes y 11Mes...

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es muy grave

Mensajepor es muy grave » Jue 14 Jun, 2007 3:08 am

Es gravísimo lo que Trevijano afirma pero debe tener constancia de algo porque él vivió la Transición desde dentro. De todas formas es una acusación de juzgado de guardia diría yo.

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qué canalla

Mensajepor qué canalla » Jue 14 Jun, 2007 3:15 am

Y estas fascistas que apoyan estas cosas limitan extraordinarimente el interés y la calidad del foro. Sus palabras sucias, las mismas de Franco durante 40 años, huelen a mierda, como huele a mierda el Trevijano y sus despreciables juicios, que nadie sano haría nunca.

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juanita

Mensajepor juanita » Jue 14 Jun, 2007 3:23 am


La complicidad del rey y el PSOE es evidente. Quiza porque tienen muchos secretitos que guardarse.

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lo que faltaba!

Mensajepor lo que faltaba! » Jue 14 Jun, 2007 9:59 pm

joder entonces el PSOE tambien estuvo detras del 23F? :shock: :shock: :shock: :shock:

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votoenblanco

Mensajepor votoenblanco » Sab 16 Jun, 2007 5:34 pm

España: la democracia ya no existe
Al cumplirse hoy 30 años desde las primeras elecciones libres, tras la muerte de Franco, es plenamente constatable que la democracia española ya no existe.




Treinta años después de las primeras elecciones libres, tras la muerte del general Franco, la llamada "democracia" española ya no existe, tras haber sido cuidadosamente prostituida por los grandes poderes y transformada en una oligocracia donde los partidos políticos ocupan la cúspide y controlan casi la totalidad del poder.

La Constitución, garantía del sistema, apenas tiene vigencia en regiones como el País Vasco y Cataluña, mientras flaquea en el resto de un Estado donde el "demos" (pueblo) ha sido suplantado por el "oligo" de las élites dominantes.

Casi la totalidad de los controles que la democracia establece para limitar los grandes poderes han dejado de existir, hasta el punto de que en España los poderosos son prácticamente impunes. Los partidos políticos han acabado con la separación de los poderes; la sociedad civil ha sido invadida por los partidos políticos y está al borde del coma; las elecciones son escasamente libres porque son los partidos políticos, con sus listas cerradas y bloqueadas, los que realmente eligen a los representantes, no los ciudadanos; los elegidos en las urnas no responden ante sus electores, sino ante las poderosas élites de sus respectivos partidos; la ley, máxima garantía del sistema, es interpretada y aplicada según convenga al gobierno; las fuerzas de seguridad, más que al servicio de la ley parecen estar al servicio del partido que gobierna.

La situación de la "democracia" española es tan angustiosa, que sólo las capas más desinformadas y menos ilustradas de la población siguen creyendo en ella.

El deterioro del sistema ha traído consigo un similar deterioro de las costumbres y de los valores: la violencia ha penetrado en la vida cotidiana generando inseguridad ciudadana y desconfianza; la igualdad, virtud esencial en democracia, no existe en una sociedad donde los ricos y poderosos viven un mundo y los pobres otro; la imagen de lo público está por los suelos, tras el avance incontenible de la corrupción y el enriquecimiento ilícito de los poderosos; las alianzas bastardas dominan la vida mercantil, con un gobierno que otorga concursos y concesiones a los amigos y que margina a los adversarios; los políticos no dan ejemplo a nadie y están enfrentados entre sí no por razones ideológicas o por defender un modelo concreto de sociedad, sino porque todos quieren alcanzar y y controlar el poder.

Instituciones ausentes, ciudadanos marginados y asustados, políticos y magnates arrogantes y divorciados del pueblo y, sobre todo, partidos políticos insaciables y sin control son la fauna dominante de esta democracia degenerada española que se ha hecho anciana e inservible en tan sólo treinta años.

El terrorismo, una lacra que causa menos víctimas que el tráfico o la gripe, ha sido magnificado por el poder político y convertido en la gran bestia a combatir sin otro objetivo que evitar que el ciudadano fije su atención en los verdaderos dramas de su existencia: la desigualdad, la indefensión ante la enfermedad y la muerte, la vivienda inaccesible, la inseguridad frente a las bandas de delincuentes, la parálisis de la Justicia, etc, etc.

De la democracia española apenas quedan el nombre y una libertad de expresión que, controlada, apenas hace daño al poder porque, dueño o aliado de los grandes medios de comunicación, tiene capacidad suficiente para confundir, desinformar y controlar a las masas.

Con la mayoría de los empresarios plegados a la subvención y a los contratos y concesiones públicas, con casi la totalidad de los periodistas lejos de la independencia y trabajando no para la verdad sino para un partido u otro y con gran parte de los intelectuales y docentes acobardados o "empotrados" en el poder, ocupando sillones bien pagados a cambio de silencio o fabricando ideas y argumentos para el poder, la esperanza de regeneración en España es una utopía difícilmente alcanzable en las presentes circunstancias de deterioro y cobardía.

Apenas un escuadrón de ciudadanos libres estamos en la lucha, casi todos en los casi clandestinos hilos de Internet, mientras que la mayoría de la gente de bien ha sucumbido al miedo y rumia su rencor y rechazo al poder encerrada en sus casas, abrazada a la soledad, detrás de puertas blindadas.
http://www.votoenblanco.com/index.php?a ... 3e282928ab

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cuéntame

Mensajepor cuéntame » Sab 16 Jun, 2007 9:25 pm

Cuéntame (otro cuento)

@Juan Carlos Escudier - 16/06/2007

Los aniversarios de la Transición, ya se conmemore las primeras elecciones, la victoria del PSOE, la legalización del PCE, la coronación del Rey, los Pactos de la Moncloa o la primera vez que Suárez miccionó en Zarzuela –que todo se andará- llevan indisociablemente aparejados un atracón de blanco y negro y una regresión al duralex, la formica y la naftalina. Además, contra todas las leyes de la física y en abierta demostración de que la omnipresencia es posible, el común denominador de estos homenajes es que siempre acabamos viendo y/o escuchando a Victoria Prego, ya sea enlatada o en su mismidad, que menudo chollo encontró esta mujer con nuestros novísimos Episodios Nacionales.

No acaba aquí la cosa. Invariablemente, junto a los merecidos reconocimientos públicos y en alpaca, todos los aniversarios incorporan el testimonio de unos señores que hablan de sí mismos y de lo bien que lo hicieron, porque la regla número uno es que no existen reportajes de la Transición críticos con sus protagonistas, de la misma manera que no existen películas del Oeste en la que ganen los indios, porque si ganan ya no son del Oeste sino de ciencia-ficción.

Como puede colegirse, rememorar lo divinamente que lo hicieron nuestros políticos hace 30 años conduce sin remedio a proclamar que los que ahora nos rodean son manifiestamente mejorables, cuando no prescindibles, en una versión actualizada a la democracia de aquel famoso ‘con Franco vivíamos mejor’. Sin descartar que así sea, resultaría temerario elevar por decreto a los altares a todos aquellos que participaron en aquel proceso, donde hubo santos, mártires y muchos demonios, a los que ahora se les ha ascendido a arcángeles como en el Ejército: por antigüedad.

Existe una coincidencia absoluta en el papel determinante del Rey, designado directamente por Franco, de cuyos labios no se escuchó jamás una sola crítica ni de su mentor ni de sus condenas a muerte, prueba –dirán- de su enorme inteligencia política. Al parecer, el heredero directo de la dictadura tenía ya siendo Príncipe un plan perfecto para implantar la democracia en España, como si hubiera sido posible la supervivencia de una monarquía similar a la de sus antepasados, muy cinegética, donde la Corte aspiraba rapé y sus pelucas bailaban al estornudar. Es verdad que persiste la afición a la caza, pero abatir osos no es inconstitucional que se sepa.

De Suárez todos los elogios son pocos, aunque sorprende que provengan en alud de las termitas que acabaron con UCD y que le obligaron a dimitir y a fundar un nuevo partido. Hoy ven como un genio a quien hace un cuarto de siglo trataron de aniquilar para repartirse el pastel. El tiempo todo lo endulza. Sorprende escuchar estos días las explicaciones de Óscar Alzaga sobre la descomposición de UCD, fenómeno que atribuye al escaso apego de sus dirigentes por el poder y la política, una vez resueltas las grandes cuestiones del país. Alzaga presume de memoria, pero olvida el chiste que circuló entonces a propósito de él y de sus correligionarios en el que Nerón, horrorizado al ver como un grupo de personas devoraba a los leones del circo, abronca al jefe de su guardia: “Os dije que echárais a la arena a los cristianos; no a los democratacristianos”.

Han tenido que pasar 30 años para que la Monarquía reconozca abiertamente los méritos de Suárez, al que se ha distinguido, cuando ya no puede enterarse, con el famoso Toisón de Oro. El Rey y su presidente nunca llegaron a ser grandes amigos. Al de Ávila no le hacía ninguna gracia que el monarca, como si fuera un niño, se escondiera tras las cortinas de Palacio para darle un susto en alguna de sus audiencias privadas y nunca perdonó que la Casa Real se despreocupara de su familia la noche del 23-F. Sabino Fernández Campo, que esa noche estaría liadísimo, recuerda ahora que Suárez fue desleal con la cúpula militar porque les dijo que no legalizaría el PCE y lo hizo. Su capitán general, es decir, el Rey, también debía estar atareadísimo para no advertirles.

Habrá que esperar otros veinte años para volver a conmemorar las primeras elecciones democráticas, porque el 31º aniversario o el 43º no se celebra. Quedémonos con que la Transición fue un bello período de exaltación del acuerdo y del consenso –que lo fue- y olvidemos que seguimos pagando alguno de los gravísimos errores que cometieron los padres de la patria, humanos al fin y al cabo. Obviemos, por ejemplo, que la Constitución y su posterior ‘café para todos’ fue un despropósito histórico en el que seguimos chapoteando. Claro que siempre es posible que algunos de sus ponentes nos digan un aniversario de éstos que sí, que en el año 1978 había una demanda autonomista en La Rioja, en Murcia, en Madrid o en Castilla-La Mancha, que, por cierto, ni siquiera sabía que se llamaba así.

Dejemos que el Senado siga siendo un club de críquet, perpetuemos la preferencia masculina en el acceso al Trono, porque un Rey mola más que una Reina, y dejemos que siga siendo inviolable porque la sangre azul del delito huye. La Constitución fue una obra maestra, aunque diga que Navarra puede decidir incorporarse al País Vasco si le place. Bueno, a lo mejor esto último conviene quitarlo al descuido por si España se rompe o por si alguien se rinde.

De vez en cuando, nos gusta convertirnos en personajes de Cuéntame y alabar el cocido de los lunes de la abuela. Pero ya está demostrado que el Un, dos tres no tiene mercado y que el 1500 o el Dodge Dart se aparcan fatal hoy en día. Este país, afortunadamente, no se parece en nada al del año 1977, gracias, posiblemente, a los políticos de entonces. Con los de ahora, que son muy malos, no nos va del todo mal.

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Invitado

Mensajepor Invitado » Mar 19 Jun, 2007 1:30 am

¿Existe algún motivo para celebrar el aniversario de las primeras elecciones democráticas?

Más que en una costumbre, lo de celebrar efemérides referidas a los distintos hitos que marcaron la llamada Transición se ha convertido en el cuento de nunca acabar, y nunca mejor dicho lo del “cuento”, como muy bien señalaba Juan Carlos Escudier en su sobresaliente artículo publicado este fin de semana en El Confidencial. Aquí nadie sabe si la cosa va de celebrar u olvidar, de reír o llorar, pero da lo mismo: se cumplen 30 años de las primeras elecciones democráticas y hay que tirar la casa de los ditirambos por la ventana, imprimir suplementos especiales, desempolvar programas de la cutrevisión de la época –en eso no sólo no hemos cambiado, es que hemos ido a peor-, y así sucesivamente.

La versión oficial es que aquello fue un prodigio histórico o algo parecido, y desde esa interpretación edulcorada cualquiera que tuviera algo que ver con el milagro se considera a sí mismo un maestro Ciruela con títulos suficientes para sentar cátedra. Mención especial, con Toisón de Oro, merecen los redactores de nuestra Carta Magna, la ley maestra en la que se concretó la salida del franquismo. Sin embargo, las desgarraduras territoriales que hoy lamentamos, la regresión de la democracia a medio cocinar que padecemos, son herencia directa de la famosa Transición y de los graves errores cometidos en su diseño por aquellos Padres de la Patria tan ávidos, ahora, de toda clase de honores.

Como ocurrió con la Constitución de la Segunda República, la de 1978 se vio obligada de nuevo a hincarle el diente al problema territorial, y lo hizo de forma apresurada y errónea, echando mano de aquel “café para todos” que repartió autogobiernos como se reparten muñecas en una tómbola, primando en exceso las tesis de un nacionalismo a quien se quiso aplacar a costa de dejar al Estado central casi vacío de sustancia. Lo que ha ocurrido en estos 30 años ha sido un fortalecimiento social y político de las minorías nacionalistas que gobiernan en Cataluña, País Vasco, Galicia y otras regiones, en paralelo con un desprecio de los valores del Estado como factor de unidad nacional e igualdad social.

En lugar de sentirse aplacados por tanta dádiva, los nacionalismos se han lanzado con saña contra las faldas de una Constitución cuyo espíritu han traicionado, dispuestos por la vía de los hechos consumados a aprovechar la debilidad en origen del Jefe del Estado como garante de su cumplimiento y la crisis de los dos grandes partidos nacionales, para conseguir de una vez por todas el sueño de la autodeterminación. La llegada al poder de un piernas como Rodríguez Zapatero, dispuesto a ponerse al frente del batallón de derribos del Sistema, ha hecho el resto.

Sólo una clase política de primer nivel, dispuesta a enmendar los errores (por ejemplo, la ley electoral) de la Transición, al servicio de unas instituciones potentes, hubiera podido poner coto a la voracidad de la casta nacionalista. Pero un González sumido de forma paulatina en la corrupción galopante, y un patético Aznar convencido de que el crecimiento económico lo arreglaba todo, nos han conducido al Zapatero remendón que amenaza con dejar a España en alpargatas. Los dos grandes partidos han sido complacientes con el fenómeno nacionalista, haciendo, en muchos casos, dejación de sus competencias. La consecuencia es que el poder central se encuentra hoy inerme para ejecutar la mayoría de las políticas que interesan a los ciudadanos: la educación –convertida, en manos del nacionalismo, en semillero de odios contra la idea de España-, la sanidad, la vivienda, las obras públicas, la fiscalidad; inerme incluso para actuar con eficacia en casos de desastres naturales o grandes pandemias.

El deterioro progresivo del Régimen salido de la Transición ha ido consolidando una gigantesca tela de araña de intereses, en los que se incluye una clase política profesionalizada, renuente a cualquier cambio de modelo. Con el Rey en el vértice de la pirámide, decidido a dar hilo a la cometa hasta donde le sea posible, el Sistema parece blindado a cualquier posibilidad de cambio, a cualquier intento serio de regeneración democrática. Las leyes electorales garantizan el disfrute, en alternancia ordenada, del poder público por parte de los protagonistas y guardianes de la Transición, con la eficaz ayuda del poder económico, los grandes capitales dispuestos a sostener el tinglado de corrupción en que vivimos a cambio de determinadas regalías, por ejemplo, una Justicia a la carta, es decir, a la medida de sus delitos. En medio, la masa silente de los ciudadanos, testigos mudos de una construcción jurídico-política que deja nulo espacio a sus iniciativas, salvo la de ir a depositar su voto cada cuatro años en la urnas.

La transición no fue un modelo de transigencia para cerrar las heridas del pasado y alumbrar un futuro en democracia, sino un reparto de las cuotas de poder entre los herederos del franquismo. Algunas de las manifestaciones más evidentes del fracaso del modelo las encontramos en la situación de la Justicia y en la corrupción galopante, con los grandes medios de comunicación en plan consentidor de lo que acontece, como partícipes del reparto de cuotas de poder citado.

Abordar el saneamiento del Sistema requeriría, en mi modesta opinión, una amplia reforma de la Constitución destinada a saldar, de una vez por todas, la estructura del poder territorial, estableciendo límites claros y precisos al derecho a la autonomía de las regiones, delimitando y cerrando su marco de competencias. La regulación de ese nuevo marco competencial habría de basarse en la idea de reforzamiento de los poderes del Estado, como garante de la libertad y la igualdad de los españoles, recuperando parte del poder perdido en no pocas disciplinas.

El único elemento de esperanza en un cuadro tan pesimista como el descrito reside en la capacidad de trabajo y las infinitas ansias de progreso de la sociedad española, que ha demostrado ser capaz de crecer y mirar hacia delante al margen de, o a pesar de, la escasa altura de miras de su clase política. La sociedad civil española va muy por delante de su clase política. Falta que esa sociedad civil, harta de los manejos de los amos del Sistema, se decida un día a pedir cuentas y a exigir una reforma de la Constitución dirigida a dotar a los españoles de una democracia digna de tal nombre
http://www.elconfidencial.com/cache/200 ... iones.html

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FACHAS FURIOSOS

Mensajepor FACHAS FURIOSOS » Mar 19 Jun, 2007 3:01 am

QUÉ ALEGRÍA SIENTO DE QUE LOS FASCISTAS ESTÉN TAN DISGUSTADOS CON LA DEMOCRACIA. ME LO IMAGINABA. SIENTO UN GRAN PLACER POR ELLO, Y SIENTO TAMBIÉN QUE NUSESTROS SACRFICIOS NO HAN SIDO INÚTILES. QUE SE VAYAN A LA MIERDA LOS FACHAS, SUS HIJOS, SUS NIETOS Y TODA SU PARENTELA.
VIVA LA LIBERTAD, VIVA LA DEMOCRACIA!!

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Mensajepor Invitado » Mar 19 Jun, 2007 3:34 am

QUÉ ALEGRÍA SIENTO DE QUE LOS FASCISTAS ESTÉN TAN DISGUSTADOS CON LA DEMOCRACIA


Nadie puede disgustarse de algo que no existe. Es más, estan supercontentos porque les toco un buen pedazo del pastel.

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Ramses
Pequeño saltamontes
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Mensajepor Ramses » Jue 21 Jun, 2007 11:13 pm

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30 años de partitocracia y control

Para celebrar el aniversario de la primera llamada a las urnas para elegir listas de partidos, era necesario una palabra: democracia, una fecha: 15 de junio, un acto: votar y una figura: Adolfo Suárez. Ha venido de perlas el doble drama el drama personal y familiar que padece, para intentar erigirlo en un mito.

Con el bombardeo publicitario y mediático de estos datos simbólicos, el éxito está asegurado.

Pero nadie quiere reconocer, ni dice, que la constitución se hizo de espaldas a los ciudadanos (se elaboró en secreto por los llamados padres de la constitución), que no hubo periodo constituyente de libertades públicas sino un proceso fuertemente controlado y calculado con la propagación de rumores de golpe de estado e inculcación del miedo a los extremismos y tampoco hubo alternativa a los principios del movimiento nacional franquista. No hubo Cortes Constituyentes, pues estas se dedicaron a refrendar lo que les presentaron los “padres” de la Constitución.

Tampoco hubo referéndum sobre la forma de estado que preferían los españoles (Monarquía o República), ni sobre la forma del sistema electoral (voto mayoritario o proporcional), ni sobre la forma de gobierno (presidencialismo, parlamentarismo o partitocracia).

Se impuso la trágala de la partitocracia, con un Constitución sin controles ciudadanos democráticos, sin garantía de derechos para las minorías, ni un poder judicial independiente (el Tribunal Constitucional está constituido desde el principio por cuotas proporcionales de los principales partidos políticos).

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Tampoco se decidió el modelo territorial, con unas autonomías inventadas teniendo que recurrir a topónimos, como La Rioja, La Mancha, Cantabria, etc., cuya territorialidad no coincide con las Comunidades Autónomas que dicen nombrar; muchos componentes de estas han sido desgajados de otras donde siempre estuvieron, por intereses de los barones políticos de los distintos partidos de la época. Este modelo de estado caciquil, ineficiente e irreal, reproduce el antiguo centralismo capitalino del anterior régimen, no acercando ni un ápice los organismos administrativos al ciudadano, como defendemos los demócratas y causando confusión e inseguridad jurídica cuando se trata de realizar cualquier gestión administrativa, ante la profusión de entes, sean del estado, de la autonomía o municipales.

Así llegamos a los 30 años, con el mismo Jefe de Estado que nombró el denostado dictador, con España al borde de la segregación territorial, con una engañosa bonanza económica, donde la competitividad de los trabajadores no hace nada mas que bajar y por tanto nos vemos en la obligación de importar productos extranjeros mas baratos, aumentando irremisiblemente el déficit de la balanza de pagos del comercio exterior y huyendo los empresarios del país hacia otros, en donde producen mas barato (deslocalización industrial).
La ciudadanía, como gusta decir a los oligarcas, está acomodada en este mundo consumista, donde no falta de nada…, de momento; como si la fiesta no fuese con ella y con la conciencia tranquila porque, al decir de la propaganda, vivimos un “periodo inigualable” de prosperidad y “estabilidad política”.

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Esta clase política, dueña absoluta de la libertad de los ciudadanos, tiene a su disposición todos los resortes de propaganda existentes, para apaciguar las conciencias de los ciudadanos con mensajes tranquilizadores de estabilidad económica y política, asegurando así su cómodo estatus en el poder del Estado y su tejemaneje a espaldas de la sociedad civil, que se cree políticamente libre solo porque puede votar cada 4 años y tiene, generalmente, todas las necesidades cubiertas.

Resulta curioso como con tanta efeméride, haya pasado de refilón un acontecimiento gravísimo para las libertades. Los guardaespaldas de Francisco Pizarro, presidente de ENDESA, han sorprendido vigilándolo, a agentes de las fuerzas de seguridad del estado, primero y del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), después. Se da la circunstancia que ENDESA es la eléctrica con mas capitalización del país, la cual se están disputando los independentistas catalanes, los alemanes y los italianos.

Sabemos todos que las grandes compañías capitalistas del estado no son hermanitas de la caridad y forman un grupo de presión (poderes fácticos) que precisa también de controles ciudadanos; pero aquí, precisamente, esto es lo que importa.

Las andanzas del CNI (antiguo CESID), no son nuevas. Todos recordamos las denuncias del agente Perote o el caso tristemente celebre de las escuchas telefónicas de las que no se libró ni el Jefe del Estado (dios, number one, en referencia al entonces Presidente del Gobierno) y que costaron el puesto al, a la sazón, Vicepresidente del Gobierno Narciso Serra.

Tampoco faltan ejemplos análogos a las actuaciones incontroladas del Estado. Los fondos reservados, usados para ajusticiar terroristas no juzgados, ciudadanos sospechosos, o simple y llanamente para enriquecerse, también forman parte del elenco de esta vanagloriada “democracia”.
Otro ejemplo es la razón de estado para adoptar decisiones al margen de la legalidad establecida.

En una democracia auténtica el Estado pertenece y está al servicio de la sociedad civil, es gestionado por la sociedad política elegida y controlada por aquella y esta gestión y sus consecuentes actuaciones tienen que ser claras y trasparentes.

Es justificable perseguir y espiar a terroristas y delincuentes pero es injustificable hacerlo con empresarios y ciudadanos.

Este ejemplo debería servir para hacer caer en la cuenta que en este país estamos lejos de la democracia que se pregona y que entre todos debemos movilizarnos y unirnos para exigir unas reglas de juego donde seamos nosotros los que controlemos la vida política. También hace falta una sociedad civil, formada, imaginativa, valiente con ideas nuevas para regenerar nuestras empresas e industrias y hacerlas competitivas. Y eso será difícil que se consiga con los proyectos de la actual clase política, solo preocupada por llevarse la mejor parte del pastel del poder del Estado y vender la “burra” de una estabilidad, que es pan para hoy pero hambre para mañana.
Está en juego la libertad de todos. Y sólo esta es la que nos llevará a la democracia.Es responsabilidad de todos intentar conseguirla.

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