TESTIGO IMPERTINENTE - CARMEN RIGALT

Las últimas noticias de la Realeza. Monarquía vs. República
¿Cuánto reinarán Felipe VI y Letizia?


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LOC

TESTIGO IMPERTINENTE - CARMEN RIGALT

Mensajepor LOC » Dom 16 Dic, 2012 1:23 am

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    La Reina Sofía, con el viceministro saudí Jaled bin Sultan en el estreno del musical ‘El último jinete


    TESTIGO IMPERTINENTE / CARMEN RIGALT

    De compras, con doncella y peluquera



Cuando la Reina va de compras, debe coger el avión en vez del metro. Cosas de la seguridad. Doña Letizia tiene buen ojo para elegir fotos de Leonor y Sofía en estado ‘comestible’. Cuando la Princesa desaparece, siempre circula la comidilla de que está operándose.
[cajad]Las caras que nos suenan

‘BOTOXMANÍA’. La Princesa de Asturias está pagando caro su exceso de celo. Algunos paparazzi la sorprendieron días atrás en viaje privado a Estados Unidos. Según he leído en LOC, que tiene a sus peones desplegados por todo el mapamundi, se imponen dos versiones: o era un viaje a Miami para hacerse unos retoques (otros) o era un viaje a Nueva York para estar con la pandilla de amigas que le arropa. A falta de confirmarse la versión definitiva, la Princesa calla. Así se queda más a gusto. El derecho a explicarse o a callar le asiste por igual, pero no produce los mismos resultados. Doña Letizia no debería favorecer que se especulara tanto con su afición a la cirugía estética y a la botoxmanía. Hay razones objetivas para suponer que se retoca continuamente, pero entre todos estamos llegando al despropósito. Mariví Fernández Palacios, en su blog Corazón de melón, pone un título que hoy le tomo prestado por su elocuencia. «Tu cara me suena», dice. Tiene razón. En el panorama de las teles hay ahora unas cuantas chicas guapas con fisonomías casi iguales a la de la Princesa. No se sabe quién imita a quién, pero tampoco importa. El caso es que la Princesa está entre ellas y nos suena. Siendo eso preocupante, lo es más que, cuando desaparece, siempre circule la comidilla de que está operándose. Llegado este punto, ella no sólo se opera cuando se opera sino también cuando no se opera. La gente acabará creyendo que no hace otra cosa.
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PParece que me persigue la Familia Real. Es una manía. Todos los sábados, cuando llega la hora de escribir esta página, sólo se me ocurren chascarrillos de los suegros de Letizia, o de las cuñadas de Letizia, o de Letizia mismamente. Del marido, no. Por suerte, el marido de Letizia hace tiempo que dejó de generar chascarrillos.

El Rey suele elegir los sábados para operarse. Mientras Don Juan Carlos yace en el quirófano, todo lo demás (los pitones de Wert, las mareas blancas, los desahucios, Cataluña) pasa a segundo plano, como si fuera un paisaje mudo. Los Borbones siempre refuerzan su protagonismo al sur de la semana. No digo que lo hagan a propósito, aunque a mí me lo parece. En fin de semana los tertulianos no dan la vara y la Casa del Rey tiene más capacidad de maniobra mediática. Hay que atarse los machos de cara al lunes. Así las cosas, puede decirse que la Familia Real emerge cuando la vida se recluye en sus aposentos.

Novedad: Zarzuela acaba de desearnos felices pascuas sin recurrir a los servicios de mensajería. Los españoles que quieran darse por felicitados, que se asomen a la web de la Casa Real, donde aparecen dos felicitaciones emparejadas, la de los Reyes y la de los Príncipes (el núcleo duro, como le llaman ahora).

Los Reyes han optado por una solución fácil: nada de culto a la personalidad (o sea, fotos fuera) y nada de nietos, aunque ellos son muy fotogénicos y en estos últimos años han supuesto un excelente recurso para evitar la pose en soledad del Rey y la Reina con sus hologramas enfrentados. Este año, los Reyes han elegido el grabado de Martin van Heemskerck La adoración de los pastores, perteneciente a la colección de grabados de la Biblioteca del Monasterio de El Escorial.

Se trata de una estampa tirando a gótica, con unos pastores de hechuras algo diabólicas y un buey y una mula que parece que de un momento a otro van a salir desbocados. No imagino yo a Doña Sofía, tan sensible, prefiriendo ese grabado a La adoración de Velázquez. Y si no imagino a la Reina, mucho menos al Rey, aunque Don Juan Carlos, por mantener la fiesta en paz, aceptaría incluso un christmas con angelitos de Ferrándiz. Lo normal es suponer que fue Rafael Spottorno quien decidió el grabado, pero las cosas que son normales en todas partes no lo son en Zarzuela. Quién sabe: a lo mejor la elección fue obra de la tita Irene o de un ordenanza que pasaba por allí.

Respecto a la felicitación de los Príncipes, nada que objetar. En este caso la decisión seguramente corrió a carga de mamá Letizia, por aquello de que ella tiene más ojo para elegir fotos de las niñas en estado comestible. Es una foto de cosecha veraniega y tanto la Infanta Leonor como la Infanta Sofía lucen con buen color. Los Príncipes, siguiendo la idea de los Reyes, no aparecen en la fotografía. Tampoco la Infanta Elena y la Infanta Cristina, que no forman parte del núcleo duro en la nueva estrategia institucional.

Esta semana se ha hablado también de la Reina en Londres. Dijo que se iba de compras y todos la creyeron. A ella le gusta mucho trasegar por los grandes almacenes, pero cuando quiere hacerlo tiene que coger el avión en vez del metro. Cosas de la seguridad. El viernes pasado, Doña Sofía tomó un avión a Barcelona, hizo parada y fonda en el cumpleaños de Pablo Nicolás y luego continuó viaje a Londres.

Contra lo que es habitual en los viajes privados de la Reina, está vez llevó consigo a una doncella y una peluquera. ¿Será porque en Londres llueve mucho y los peinados duran un cuarto de hora? Pues será. En Londres, Doña Sofía pernoctó en el Meliá, compró todo lo que quiso comprar y el viernes regresó a Madrid para que no la echaran en falta de cara al finde.


EL MUNDO / DOMINGO 16 DE DICIEMBRE DE 2012

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turbo

Mensajepor turbo » Dom 23 Dic, 2012 4:42 am

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    Melendi ha visto dispararse su popularidad debido a su participación en el popular programa ‘La voz’.


    TESTIGO IMPERTINENTE / CARMEN RIGALT

    Vicios públicos, razones privadas



Tres revistas del corazón elevan a su portada al cantante reconvertido en estrella mediática. A la hora de emitirse su mensaje, el Rey puede estar compartiendo capón con Urdangarin. Hay varias empresas que están como buitres a la espera del bocado de la sanidad madrileña.


[cajad]Los ‘halcones’ de la sanidad

BUITRES. La marea blanca toma Madrid y amenaza con seguir haciéndolo cada vez que Ignacio González coja un micrófono y diga que su gobierno no tiene intención de privatizar la Sanidad pese a hacer continuos méritos para ello. Muchos son los que claman al cielo ante la paulatina destrucción de un sistema que ha sido la envidia de otros países. Hay varias empresas (conocidas con sus nombres y con los nombres y apellidos de quienes las respaldan) que están como buitres a la espera de recibir el bocado. En la película de la privatización, dos protagonistas: Lasquetty y Burgueño, consejero de Sanidad y director general de Hospitales respectivamente. Lasquetty es alérgico a los funcionarios. Quiere desburocratizar la sanidad (eso está bien) y lucha en teoría contra el adocenamiento, aunque sigue convocando oposiciones. La bestia negra, sin embargo, es Burgueño, intocable desde tiempos de Aguirre, que lo buscó en la sanidad privada para que aplicara sus teorías en Madrid. Lasquetty sustituyó a Güemes, que está ahora en Unilabs, grupo de laboratorios de diagnóstico médico (en su momento, él privatizó los análisis médicos), y Güemes, a Lamela, hoy dedicado a sacar tajada del turismo sanitario (tiene el mismo éxito que en otros países el turismo sexual). Aquí se habla mucho de Estados Unidos como ejemplo de todo. Lo que nadie dice es que en la sanidad americana no existe afán de lucro. Todo se reinvierte en beneficio del hospital o sus trabajadores.

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He sobrevivido al fin del mundo. Me acosté entre nahuales y desperté rociada en villancicos. ¿Dónde estoy?, pregunté con voz espesa y atontolinada de paciente quirúrgica saliendo de las brumas de la anestesia. Como nadie respondía hice acopio de fuerzas y grité: ¿hay alguien ahí...? Por toda respuesta obtuve silencio. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que me había dormido mientras esperaba el Apocalipsis.

Estamos a día 23 y el mundo sigue, o eso me parece después de recobrar cierto grado de conciencia (con la que está cayendo, el grado entero no procede). El primer signo del nuevo mundo es el estado de mis cuentas: no me ha tocado la lotería. El segundo, la marea blanca, que no es la nieve del belén sino el grito de los sanitarios en la chepa de Lasquetty.

Digo, pues, que la vida sigue (igual), con algunos (pocos) síntomas de cambio. El primero es que Urdangarin volverá mañana al redil en fase de tentativa privada. Lo dicen los periódicos. Yo estoy en la tercera dimensión y no acabo de aterrizar, pero me cuesta creer que en el mismo sitio y a la misma hora del mensaje navideño 2012 (de momento, sigue vigente el de 2011, cuando el Monarca hizo un canto a la ejemplaridad), Don Juan Carlos esté compartiendo un capón con Urdangarin.

El Rey puede decir lo que quiera y Urdangarin puede cenar donde le inviten, pero en caso de juntarse las consecuencias no se harán esperar, al menos en cuestión de imagen. La credibilidad del Rey está en juego, por mucho que su Casa invoque razones privadas para justificar ciertas actitudes.

Pero no deseo adelantarme, que la vida nos da sorpresas, sorpresas nos da la vida. De lo único que estoy segura (por los pelos) es de que no habrá palabras del duque de Palma alusivas a la felicidad que le embarga. Todo será de tapadillo, aunque vistas las nuevas estrategias en la hoja de ruta de los Urdangarin Borbón, podría tratarse de una celebración apañada para salir del paso sin generar demasiados chascarrillos.

La Casa del Rey no suelta prenda ni da por buena ninguna de las especulaciones en danza: a) familia unida jamás será vencida, y b) cada oveja con su pareja. Más allá de los hechos, cuentan las interpretaciones. Si finalmente se confirma que la Familia Real ha cenado unida (cena íntima, poco numerosa) no deduciremos que lo haya hecho animada por un potente espíritu navideño. Muchas incógnitas seguirán suspendidas en el aire.

Por no saber, ni siquiera sabremos si este año habrá amigo invisible durante la cena. En muchos hogares españoles se ha prescindido de él por falta de presupuesto. En Zarzuela, el Rey siempre ha sido partidario de la visibilidad (y no es metáfora: él gusta de hacer su regalo a las claras, sin olvidar a nadie), así que este año obsequiará a su yerno con un manual de buenas costumbres para que todos tomen nota.

En cuanto a la Reina, ella tal vez haga valer sus gustos en la elección del menú de Nochebuena. Algún protagonismo tiene que arrogarse Doña Sofía. En ese sentido no sería de extrañar que sustituya el asado por un plato de algas. La penitencia siempre ha tenido nombre de verdura.

Último signo del nuevo mundo. No es ni rey ni príncipe, pero su estrella se ha afianzado en el firmamento mediático con una fuerza poco común. Se llama Melendi y tres revistas del corazón lo elevan esta semana a sus portadas. La primera vez que supimos de él era un rockero que se anunciaba con rastas y acababa de montar un pollo en un avión. Tras el incidente, el chico se esfumó y no volvió a dar la cara hasta que lo ficharon para participar en el programa La voz. Se había convertido en un ángel con los brazos tatuados.


EL MUNDO / DOMINGO 23 DE DICIEMBRE DE 2012

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turbo

Mensajepor turbo » Dom 06 Ene, 2013 3:47 am

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    El Rey y Hermida conversan antes de la entrevista en presencia de Julio Somoano, director de informativos de TVE.


    TESTIGO IMPERTINENTE / CARMEN RIGALT

    Dos hombres en la Luna



Jesús Hermida, el hombre que pisó la Luna, preguntaba una cosa y el Rey respondía otra. Iñaki Urdangarin y la cacería de Botsuana no fueron los únicos temas que quedaron aparcados. Podía haber hablado de las infantas, pero las sombras de los cónyuges le habrían sido molestas.

[cajad]La pesadilla del tupé

IMANOL. El fin del mundo estuvo a punto de ocurrir en fin de año. Si no intervinieron los mayas fue una conjunción astral, pero algo pasó. Algo extraño. No solo pienso en Rafael y Sylvie Van der Vaart, que a raíz de una discusión mantenida en Nochevieja dejarán de compartir apellido, o en la actriz Sofía Vergara, cuyo vestido inspiró una pelea de machos en un bebedero de Miami. No necesito ir tan lejos. Aquí al lado, en la misma tele donde el otro día Hermida entrevistó al Rey , Imanol Arias protagonizaba la pesadilla del tupé. Eso sí que es un presagio de Apocalipsis. A diferencia de los Van der Vaart o de Sofía Vergara y su novio, a Imanol Arias se le suponía sobrio, lo cual hace más difícil comprenderlo. Yo no pude apartar mis ojos del tupé, que no se caía ni con la humedad reinante, así que opté por refugiarme en Antena 3, donde lo que se caía era el tirante del vestido de Paula Vazquez . Mientras Paula hacía equilibrios con el tirante, a su lado, Carlos Sobera salvaba los muebles con su sonrisa. Sobera iba enfundado en un traje negro que por su negritud no se sabía si era esmoquin, pero tampoco voy a ponerme estrecha: qué más da.

Como en el caso de Imanol e Igartiburu , el actor tampoco alcanzaba en altura a su partenaire. No entiendo bien estas preocupaciones formales. Con lo fácil que habría sido subir a los chicos a un cajón, como hacían con Alan Ladd en las tomas cortas, o bajar a las chicas de sus tacones. Total, en la tele no se ven los pies.

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El viernes por la noche corrimos a la llamada de la tele para ver al Rey entrevistado por Jesús Hermida. No se sabe quien de los dos suscitaba más curiosidad, si el Monarca o el periodista. Al Rey le tenemos muy visto, y además nos habían adelantado que en la entrevista no se hablaría de Urdangarin ni de Botsuana (metonimia: léase Corina). Visto el reportaje, holgaba la advertencia. Seguramente nunca se pretendió incluir esos temas en el cuestionario, de modo que no procede sembrar sospechas de censura en la Casa del Rey. Era una entrevista de cumpleaños y había que servirla en formato tarta.

La ortodoxia a veces aplasta al periodista. Hermida, el hombre que casi pisó la Luna, preguntaba una cosa y el Rey respondía otra. Hermida volvía a preguntar la misma cosa y el Rey saltaba al estribillo. Eran respuestas tipo, pertenecientes a una lección largamente aprendida por el Monarca, que no necesitó hacer esfuerzos para recordarla. Le bastaba con poner el piloto automático y dejarse llevar. No hubo novedades en los contenidos de las respuestas. Todas se las habíamos oído alguna vez a través de los años. El Rey es Rey y en las grandes cuestiones no cambia de opinión.

Urdangarin y Botsuana no fueron los únicos temas que quedaron aparcados. Tampoco se mencionó a la Reina (gran profesional, como el propio Rey ha reconocido) ni a la Princesa Letizia, de la que nunca habla porque no tiene con ella ninguna afinidad. Podía haber hablado de las infantas, pero las sombras de los cónyuges le habrían resultado molestas, así que la cámara se limitó a constatar que esposa e hijos asistían a la entrevista como figurantes de atrezzo desde los portarretratos colocados en la librería. Sí hubo una pregunta dedicada al heredero. Don Juan Carlos, que es el primer interesado en proteger al Príncipe para facilitarle la sucesión, ensalzó su figura y su preparación con calificativos que resultaban creíbles.

El formato de una entrevista televisada es el que es, y admite pocas variantes. A lo largo de 40 años, el Rey se ha dejado entrevistar en pocas ocasiones. Esta es la segunda, sin contar la entrevista veraniega que le concedió a Selina Scott, quien utilizó la mediación del cuñado Constantino para puentear los canales habituales y acceder al Rey como si fuera un actor de Hollywood. Menuda se armó en Mallorca, con los periodistas reales derrotados en los pantalanes mientras Selina Scott navegaba junto al Rey en aguas de Palma. El trabajo de Scott lo veríamos luego en España. Era una entrevista de ocio, con un Rey en su apogeo físico, dando continuas muestras de su sentido del humor.

Esta vez ha sido distinto. La frescura natural del Rey, su famosa campechanía, resultó pulverizada en el minuto uno. La rigidez del protocolo, y en especial, el afán ceremonioso de Hermida por dirigirse a don Juan Carlos llamándole Vuestra Majestad, bloquearon cualquier posibilidad de fluidez. Siendo el tratamiento indicado, no parece lo más recomendable para una entrevista televisiva. Eso le baja la libido hasta al mismísimo Rey de España.

Hermida es un pre-clásico de la televisión convertido en hito del periodismo por su personal manera de narrar los hechos. Poseedor de un cuerpo nudoso y movedizo, y dotado de una forma de hablar que ha inspirado a cientos de imitadores, en la entrevista con el Rey fue más fiel que nunca a su imagen. Mientras Don Juan Carlos hablaba en tono pausado, con la espalda recostada en su sillón, Hermida se venía hacia adelante y fijando la mirada en el entrevistado, vocalizaba exageradamente sus palabras. Ni que el Monarca fuera tonto o sordo. Ahora que caigo, un poco sordo sí lo es, pero gasta el mejor audífono del reino.


EL MUNDO / DOMINGO 6 DE ENERO DE 2013

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Assia
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Mensajepor Assia » Dom 06 Ene, 2013 11:29 am

Si Hermida entrevista a personajes publicos como entrevisto a Juan Carlos,
pues Hermida es 1 MAL ENTREVISTADOR. 1 buen reportero debe de insistir en conseguir que el entrevistado conteste a sus preguntas. Ya,en este hilo,en otro tema,le di a Hermida un 0 y a Juan Carlos otro 0.

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turbo

Mensajepor turbo » Dom 03 Feb, 2013 6:46 pm

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    Boris Izaguirre y Artur Mas, durante la inauguración de la pasarela 080 Barcelona Fashion


    TESTIGO IMPERTINENTE / CARMEN RIGALT

    Barcelona es ‘bona’



Artur Mas ha hecho una inmersión acelerada en el método Stanislavski para disimular el cabreo. Puig ha salido ganando, se le ve más cómodo entre «top models» que entre mossos d’esquadra. Durante los desfiles, los tuiteros se dedicaron a difundir noticias del lodazal de la corrupción

[cajad]La tía Henar y sus líos

MARINA CASTAÑO. Menos mal que la vida acierta a compensar los malos momentos con detalles risueños o incluso cómicos. El dolor causado por las informaciones procedentes de Génova (pobre Mato : las huellas de un mal matrimonio no las borra un buen divorcio) ha sido recompensado con una foto que Hola ofrece a toda pastilla: la de Marina Castaño luciendo minifalda inguinal. La viuda número dos de España (la número uno es Pantoja) aprovecha el posado para recordarnos que está loca por Enrique Puras , su novio, a quien ella llama cariñosamente el doctor Puras Mallagray (no Quique) con la misma arrogancia con que antes se llamaba a sí misma marquesa de Iría Flavia.

Si lo de Marina es el cuento (de hadas) de nunca acabar, lo de tía Henar es el culebrón de las sobremesas. Las sospechas señalan a la tía paterna de Letizia en el epicentro de una trama urdida para vender las fotos de la primera boda de la Princesa de Asturias. Henar Ortiz da que hablar nuevamente. Días atrás arremetió en Twitter contra la Monarquía sin venir a cuento (o viniendo a cuento, pero no en su situación) y se quedó tan fresca. Peor aún. Existen testimonios gráficos en los que aparece la tía en compañía de un amigo (apellidado Saavedra ) que casualmente fue quien negoció la venta de las fotos por 600.000 euros. Venta frustrada. No están los tiempos para pagar semejantes cifras, ni por la Princesa de Asturias ni por Paquirrín . Cuando la tía Henar salga de su escondite tendrá que dar explicaciones.



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De las muchas escenas que esta semana nos ha deparado el 080 (véase Barcelona fashion week, antes pasarela Gaudí) una de las más llamativas fue la de Jaime de Marichalar (ex duque de Lujo) coqueteando airadamente con Artur Mas, que a su vez coqueteaba airadamente con todos los que le salían al paso. Para mí que Mas estaba ensayando la interpretación que dos días más tarde representaría en Zarzuela, cuando tuvo que vérselas con el Rey de España en presencia de los fotógrafos. Y si el Rey es hombre de mundo y lo mismo pide perdón que cuenta un chiste sin que se le mueva un pelo del bigote, Mas no podía ser menos.

El president seguramente ha hecho una inmersión acelerada en el método Stanislavski para disimular el cabreo, pero a fuerza de apretar los músculos faciales se le ha quedado una expresión de estreñimiento que ríete tu de Xiao Pang, el chino más famoso de Internet, después de un atracón de arroz. Tal vez fue eso lo que mosqueaba a Marichalar: El caso es que Artur Mas se acercó a él y, cuando parecía que iba a arrancarse por els segadors, quedó petrificado a la altura de sus tetillas. No hubo feeling.

Cerca andaba el conseller Felip Puig, que ha salido ganando en su nueva singladura: se le ve más cómodo entre top models que entre mossos d´esquadra. Y Helena Rakosnik, la esposa polaca de Mas (¿O era checa? mejor lo dejamos en catalana), el alcalde Trías y Nuria de Gispert, presidenta del Parlament. Todos rodeando a Isak Andic, que abría la Pasarela 080 (para los despistados: el título ha sido tomado del código postal de Barcelona) con el desfile de Mango.

Andic es el Amancio Ortega catalán. Hombre emprendedor, rebosante de poderío, desempeña un importante papel en la sociedad catalana y pone su avión privado al servicio del famoseo de Madrid. Generoso y además judio, o generoso y sin embargo judío (me tiembla el pulso mientras tecleo la palabra: Judah Binstock me llevó a los tribunales porque lo llamé «el judio que vino del frío» y creyó ver animus injuriandi donde solo había definición), Andic es un hombre de mundo. Magro, apuesto, risueño y buen conversador. Y no sigo porque jamás he intercambiado una palabra con él y corro el riesgo de desdecirme cuando lo haga.

Arropando a las huestes de Andic, un surtido de famosas. Ana Obregón, que optó por un look Gilda para deslumbrar en el photocall, Carla Royo-Villanova, María García de la Rasilla, Boris Izaguirre, Ana García Siñeriz, Almudena Cid y, ojo al parche: un tal Jan Gui Urdangarin, a la sazón sobrino del imputado, que prestaba sus servicios de azafato, modalidad en la que se estrenó tiempo atrás llevando y trayendo sobres del instituto Noos.

Jan Gui (Urdangarín) compartió protagonismo con Paris (Hilton). Pegada a un móvil rosa, la caprichosa heredera permanecía atenta a su novio, un modelo que hilvanaba la pasarela con porte marchoso. Atiende por River Viiperi y pese a la eufonía del nombre, es producto nacional bruto. Concretamente, ibicenco. Se trata de un pipiolo que une a sus cualidades estéticas (Carmen Duerto alcanzó a tocarle un brazo y quedó impresionada por la textura de sus biceps) un mérito incuestionable: ha iniciado a su chica en el jamón de bellota.

La pasarela 080, celebrada en el edificio DHUB (por nombres raros que no quede), ocupó la semana con desfiles que apuntan a una recuperación de la moda catalana, tan disminuida en estos últimos años. La expectación se centró en Custo, Desigual, TCN, Mango y Miriam Ponsa, premiada esta vez como la mejor colección. Durante los desfiles, los tuiteros se dedicaban a difundir noticias recién llegadas del lodazal de la corrupción. Ni la maciza Bar Refaeli conseguía distraernos de Bárcenas.


EL MUNDO / DOMINGO 3 DE FEBRERO DE 2013

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turbo

Mensajepor turbo » Dom 10 Feb, 2013 12:34 am

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    La Infanta Cristina espera ante el colegio de sus hijos, en Barcelona el pasado diciembre


    TESTIGO IMPERTINENTE / CARMEN RIGALT

    Misterios de dolor en un rostro real



Ver a un miembro de la realeza camino de la cárcel sería como verlo camino del cadalso. No era casual que a su vuelta a Barcelona la Infanta Cristina circulara en un viejo Golf verde. Torres quizá pretende demostrar no ya que el Rey estaba informado sino que él era el negocio.

[cajad]Nada es casual

URDANGARIN. La Casa Real insiste en que todo sigue igual, pero algunas conductas despistan lo suyo. No era casual que a su vuelta deWashington la Infanta circulara por Barcelona con un viejo Golf verde. Realmente no estaba para el desguace, pero Doña Cristina y su marido querían dar impresión de normalidad y cambiaron sus coches de alta gama por aquel utilitario que se ajustaba más a la idea de un matrimonio en crisis (económica). El Golf era la metáfora, y como metáfora funcionó. Ahora, en su interpretación del misterio de dolor, los Urdangarin Borbón han querido darse un respiro. Justo cuando ella está más desmejorada, la pareja ha sorprendido con movimientos y actitudes que contrastan con los de la parejita que había decidido parecer. Tampoco eso es casual. Como no lo es su salida al restaurante más caro de Barcelona. Cada vez que abandonan el domicilio, lo hacen con prisas, rodeados de gran movimiento de escoltas y a bordo de esos bólidos engullidos por la Diagonal en un suspiro. Para entender esos cambios habría que conocer la letra pequeña de una situación expuesta y cambiante. Cualquier detalle (un viejo e-mail entre Torres y Urdangarin, por ejemplo) puede ocasionar una tempestad. Ésa es otra: avanzan los días y aumentan las posibilidades de que esos correos en lista de espera tengan más carga de trilita. Seguramente, Torres pretende demostrar que el Rey estaba informado del negocio o, peor aún, que el Rey era el negocio.

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Algo se mueve en el planeta real. Algo indefinido, confuso, a veces sordo. Las prospecciones no cesan y por todas partes surgen expertos en interpretación de los signos. Antes, el periodista especializado en casas reales solía ser una mezcla de gacetillero ilustre y estudioso del protocolo, aunque para ir tirando también servía un simple artesano de la adulación. Ahora, en cambio, es un perito en videncia. Sabe si los miembros de la familia vienen o van, y hasta si se aman o se odian. Para eso basta con estudiar las líneas del rostro. Cuando el periodista no tiene acceso a los protagonistas es como un zahorí que da palos de ciego. Unas veces acierta y otras no. El rostro de la noticia está cruzado de corrientes subterráneas: ni los más duchos en maniobras de autocontrol (reyes y así) disimulan siempre sus emociones. En todo caso: casi siempre.

La calma es un estado inquietante por naturaleza. Precede al huracán y, aunque no se trata de una ciencia exacta, da muchas pistas. «No news, good news», ha debido de murmurar estos días Spottorno al comprobar, por las mañanas, que su móvil no había emitido un pip en toda la noche. Siendo eso una buena señal, la clase periodística lo toma como un mal presagio. Y es que los periodistas sólo queremos barruntar carnaza.

Las últimas alarmas mediáticas podrían obedecer a una pretensión: que el caso Urdangarin siga en primer plano y demos vueltas a la imputación de la Infanta Cristina. Es la cuarta vez que se intenta poner el foco en ella y en su situación judicial. El juez y el fiscal no han hallado hasta ahora motivos para incriminarla, pero son muchas las voces que claman al cielo en esta recta final de la instrucción. La opinión pública está sensibilizada y no se anda con rodeos. Aunque la Justicia tiene la última palabra, ver a un miembro de la realeza haciendo el camino de la cárcel sería tan bochornoso como verlo hacer el camino del cadalso.

En este sentido, los últimos rumores tienen toda la pinta de haberse cocinado en círculos próximos a los despachos de los letrados (González Peteers, el hábil defensor de Diego Torres, es el más señalado). Semejantes movidas encuentran su mejor correa de transmisión en la clase periodística, así que la divulgación está asegurada. De momento ya han conseguido que perdamos el miedo a la palabra imputación. De paso, se ha hablado también del divorcio y la renuncia a los derechos dinásticos, pero por ahora sólo han sido alharacas, ruido gratuito.

No sólo la Infanta ha tenido ración doble de foco. También el juez Castro, quien está siendo cuestionado desde diversos frentes, uno de ellos el de Mario Pascual. Ya ha advertido el singular portavoz que en su momento podría pedirse la nulidad por defectos de forma. Las opiniones respecto a este juez del cuarto turno no son mesuradas. Unos califican su instrucción de impecable y otros la ponen a parir. Castro, dicen los que le quieren poco, es un remedo de Garzón y tiene ínfulas de juez estrella. A saber.

La Infanta no es dueña de sus palabras porque ella no habla nunca, pero sus silencios son una fuente de inspiración. Ciertamente, no estamos dentro de su cabeza para conocer las dudas que nos martillean (¿sabía o no sabía?, ¿controlaba o no controlaba?), pero esas fotos, ese rostro devastado por el insomnio, esas ojeras, esos hombros vencidos, resultan demasiado elocuentes.

La foto de la semana no es su rostro en versión dolorosa, sino la instantánea de la sustitución, en Palma de Mallorca, de la placa Rambla de los Duques de Palma. Todo un símbolo. Es una foto tan humillante para los protagonistas como lo fue la de Marichalar en carretilla cuando lo desterraron a los sótanos del Museo de Cera.


EL MUNDO / DOMINGO 10 DE FEBRERO DE 2013

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Assia
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Mensajepor Assia » Dom 10 Feb, 2013 2:09 am

Ni en suenos,he pensado que Cristina vaya a la carcel. Creo lo que se dijo en este foro que el Juez Castro no habia imputado a Cristina para que no le quitaran el caso y fuera juzgado el caso NOOS por la Audiencia Nacional.
Vamos,ya no creo ni que Urdangarin vaya a la carcel.

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turbo

Mensajepor turbo » Jue 21 Feb, 2013 1:14 am

Tal para cual

CARMEN RIGALT



EL CASO Urdangarin es un barómetro estupendo para medir los sentimientos de la gente. Sobre todo, los sentimientos respecto a la familia real (sin Urdangarin dentro: por muy empalmado que esté, el yerno no pertenece a ella). Con el devenir de los meses, esos sentimientos han sido cambiantes y han atravesado diferentes fases. Todavía quedan españoles que defienden a la primera familia del país, pero no hay que interpretarlo como un acto de fe monárquica. Precisamente los monárquicos de toda la vida son los que menos están dando la cara. Prefieren mantenerse en silencio sin apartar los ojos de la salida de emergencia, pues lo mismo les sorprende la República y tienen que salir zumbando. En estos momentos, los únicos defensores de la familia real son media docena de españoles benevolentes que, llevados por el instinto y la inercia, se resisten a aceptar la realidad.

Digo «familia real» por no decir el Rey, que es el meollo de este asunto. Respecto a la situación de la infanta Cristina todo el mundo lo tiene claro: por una cuestión de simetría matrimonial (o sea, de estética), la infanta debería ser imputada, aunque bastantes celebrarían que no apareciera ninguna prueba incriminatoria.

Como en todos los debates públicos, el caso Urdangarin ha proyectado en la ciudadanía la clásica división de opiniones. A priori, el yerno tenía muchas papeletas para gozar de ventajas judiciales. Digamos que en el maniqueo reparto de papeles, Urdangarin partía como el bueno de la película (un bueno pervertido, pero bueno al fin) mientras que Diego Torres aparecía como el mismísimo Lucifer, con el tridente en una mano y el rabo entre las piernas. A Torres, en ningún momento se le ha concedido (ni de boquilla) la presunción de inocencia. Es el traidor y se debe a las felonías. Nadie espera otra cosa de él.

Pero aparte está el Rey, ya digo. El Rey contaba con el afecto popular, y seguiría contando si no fuera porque los hechos se empeñan en llevarle una y otra vez contra las cuerdas. A España le duele el Rey, pero no está tan claro que al Rey le duela España. Él ha sido el principal consentidor. Los dos ángeles exterminadores de la Monarquía no son Torres y González-Peeters sino Corinna y Urdangarin, dos buitres en la corte del Rey Juan Carlos. Tal para cual.


EL MUNDO. MIÉRCOLES 20 DE FEBRERO DE 2013

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Mensajepor turbo » Dom 24 Feb, 2013 2:47 am

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    Iñaki Urdangarin, ayer a la salida de los juzgados de Palma de Mallorca, donde prestó declaración.


    TESTIGO IMPERTINENTE / CARMEN RIGALT

    Vía crucis: segunda estación



Iñaki Urdangarin le echó un cable a su suegro (a buenas horas) y exculpó a la Infanta. La opinión pública no acepta que Doña Cristina ni siquiera haya sido llamada a declarar. Galliusi lucía una camiseta de homenaje a Israel. ¿Acto de valentía o ‘efecto Galliano’?

[cajad]Los chicos con los chicos

NORMAN FOSTER. La noche ofrece estampas que, de puro avanzadas, resultan anacrónicas. Esta semana he vuelto a la fiesta de AD (Architectural Digest), donde las chicas van por un lado y los chicos por otro, como en la España de los 50. A lo mejor exagero, pero no del todo. Eso sí: ellos son más y se divierten mejor. Cuando llego a la fiesta veo a un par de mujeres perdidas entre un enjambre de hombres que se saludan frenéticamente intercambiando besos (nosotras somos más ásperas: buenas noches y fuera). Al primero que encuentro es a Luis Galliusi, que se abre la americana con el mismo morbo que un exhibicionista se abre la gabardina a la puerta de un colegio. Lanzo un alarido de asombro: Galliusi luce, bajo la americana, una camiseta de homenaje al Estado de Israel. ¿Acto de valentía o consecuencia del efecto Galliano? Cuando quiero averiguarlo, el decorador ya se ha zambullido en la multitud, sediento de emociones. Dentro, la bruñida calva de sir Norman Foster emerge entre el resto de las cabezas. Seguro que le ha sacado lustre lady Elena. Foster recibe esta noche el Premio AD junto a la decoradora Ilse Crawford, el arquitecto Nacho Vicens y el interiorista Lázaro Rosa Violán. Entre los invitados, tres Lorenzos: Lorenzo Caprile, Lorenzo Castillo y Soledad Lorenzo. También Mar Flores, Tomás Alía, Stuart Vevers, Carlos Urroz, Amalia ex Bono (hasta en la sopa, oye), Luis García Fraile y el experto en marketing Joaquín Torres.
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En el principio fue el hombre (Urdangarin). Luego se escenificó un entremés que alimentó chanzas y dio letrilla a las canciones. Así empieza esta historia.

Urdangarin venía de hacer un máster que le permitió afianzar las matemáticas de la ESO y entrar en contacto con el mercado de los pícaros. Consciente de las posibilidades que tenía el negocio deportivo, fijó sus aspiraciones en los grandes fichajes. El primer nombre que se le cruzó en el camino fue el de Rivaldo. No sabemos qué ocurrió pero Urdangarin movió tantos hilos como le permitió su condición de yernísimo. Hasta que llegó a Florentino Pérez.

El resto lo hemos ido conociendo poco a poco: los institutos sin afán de lucro, la euforia del dinero público y el advenimiento de segundos atraídos por el magnetismo del botín. Todo muy zafio, sí. Pero Urdangarin fue el primero en atacar la línea de flotación de la Jefatura del Estado. Años más tarde, el pastel está a la vista del público y las cábalas corren por las cancillerías. El Papa y la reina Beatriz, tan oportunos ellos, han contribuido a crear ambientillo. La palabra abdicación deja de ser tabú y salta de titular en titular.

Aunque la tradición española nos recuerda que los reyes sólo abdican en el ataúd, la prensa ha decidido orear la palabra y quitarle naftalina. Jubilarse ante la Historia es algo que deberían considerar tanto papas como monarcas. Sin embargo, la Casa del Rey parece contemplar la abdicación sólo como motivo de estudio (le doy la razón a Zarzalejos: ¿de estudio?, ¿para qué?), dado el vacío constitucional que existe en torno a ella. Abdicar puede parecer contraindicado en estos momentos difíciles. Sería una muestra de debilidad institucional (una más) y le pasaría factura al Príncipe. Pero no lo descartemos.

Ayer Urdangarin volvió a prestar declaración ante el juez Castro, convertido ahora en diana de ciertos sectores que cuestionan su instrucción. Una hora y quince minutos después de entrar en la sala, se producía la primera filtración. El yerno acababa de echarle un cable a su suegro (a buenas horas) al confesar que la Casa del Rey no avaló ni autorizó sus actividades en Nóos. Luego exculpó a la Infanta y se mantuvo firme negando poseer cuentas en el extranjero. O sea: del juzgado a los altares.

Las estrategias procesales dan tumbos, pero la opinión pública no traga. Ésa es la razón de que ayer los congregados a las puertas del juzgado gritaran al unísono: «¡Falta la Infanta!, ¡falta la Infanta! ». El personal no acepta que Cristina de Borbón ni siquiera haya sido llamada a declarar. Por razones de simetría matrimonial, se la echa de menos. El juez y el fiscal persisten en la tesis de que Doña Cristina figuraba en Nóos pero no influía (o al menos no se ha demostrado que así fuera). Sorprendente. Si a un ciudadano normal se le exige cumplir la ley aunque la desconozca, con mayor motivo debe exigírsele al directivo de una empresa.

Los abogados, conocedores de los flecos de la ley, utilizan a veces argumentos que en boca de sus defendidos no suenan sino que chirrían. Es el caso de la declaración que ayer leyó el príncipe de Beckelar, según la cual la Casa del Rey le había recomendado dejar sus actividades porque no las consideraba adecuadas para su estatus. Tócate la peineta.


EL MUNDO / DOMINGO 24 DE FEBRERO DE 2013

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Assia
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Mensajepor Assia » Dom 24 Feb, 2013 3:12 am

Podria haber 1 careo entre Torres y Urdangarin.? Ignoro,si en el sistema juridico espanol,la fiscalia podria pedir 1 careo entre los 2 supuestos corruptos. No olvedemos que segun la prensa,Urdangarin ha negado tener dinero en paraisos fiscales. Como tambien ha negado que ni la Infanta Cristina ni su secretario,ni el mismo rey, sabia nada. Seria interesante que en el sistema juridico espanol aceptara 1 careo entre los 2 supuestos delicuentes. De ese careo podria salir la luz. Es muy normal,de que 1 presunto delicuente declare esas 2 palabras: "no recuerdo."

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turbo

Mensajepor turbo » Dom 03 Mar, 2013 2:19 am

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    El Rey conversa con el Príncipe en presencia de la Reina durante una recepción oficial en la Zarzuela


    TESTIGO IMPERTINENTE / CARMEN RIGALT

    El Rey y la gran bulla mediática



En otro tiempo la Monarquía era protegida por un muro edificado por los periodistas tras el 23-F. Algunas voces han señalado a Prado como el antecedente de Corinna, la princesa restaurada. El Rey ha bajado la guardia más de lo prudente y su vida se ha poblado de negritas sospechosas

[cajad]El español menos quejica

LLAMADAS DE ATENCIÓN. A lo largo de los años, la figura del Rey se ha convertido en la de un hombre próximo asistido por gran afecto popular. Hasta el español menos entusiasta sabe que es un tipo expresivo (campechano), dotado de memoria prodigiosa y sentido del humor, amén de puntualísimo y ordenado. Ahora procede añadir que también es sufrido. Desde que comenzó su rosario de operaciones (hoy le practican la última), el dolor le ha doblado con frecuencia, pero nadie en su entorno le ha oído quejarse. Ni mientras anduvo con la cadera averiada, ni cuando hizo la rehabilitación del tendón de Aquiles y tampoco ahora que la hernia le atiza zurriagazos en la espalda. Algunos papanatas sostienen que estamos asistiendo a una causa general contra la Monarquía. Si fuera así no tendría nada de particular, pero no es el caso. La gente ataca al Rey porque se siente decepcionada. Hay en esa decepción un rapto de ira proporcional al afecto que siempre le ha profesado. El Rey pidió perdón cuando lo de Botsuana y nadie rechistó, como si en vez de pedir perdón hubiera pronunciado una palabra mágica. Ahora, los españoles vuelven a esperar algo, tal vez la confirmación de que Corinna ya se ha ido, y además, con los bolsillos vacíos. Ella y Urdangarin han atacado la línea de flotación del Monarca y por eso hace aguas. Pero las críticas a la Jefatura del Estado no son sino provocaciones, llamadas de atención para que el Monarca reaccione.
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De todos los problemas que nos acucian, no sabría decir cuál es el más grave. Si la crisis o el espionaje, el caso Bárcenas o la gresca entre el PSOE y el PSC, los desahucios o la privatización de la Sanidad, Urdangarin o la Urdangarina (caliente caliente: nos vamos acercando). Aunque podría improvisar una lista con criterios de gravedad objetivables, me basta una observación: la Familia Real es la que produce más bulla mediática. Y no sólo porque el gol del escándalo roza continuamente el larguero. También porque genera mucha ansiedad informativa.

Mientras el Rey se dejó llevar por la inercia franquista todo fue bien. Tanto, que el propio Monarca se relajó, favoreciendo que a los 10 años de reinado saltaran las primeras alarmas. Comparado con lo de ahora, aquello no era nada. Un par de cotilleos de baja intensidad y media docena de nombres ligados a la empresa y a las finanzas: los Albertos, Mario Conde. Juanito Perdigón (Juan Abelló) y Manuel Prado y Colón de Carvajal.

Eran tiempos de euforia. El Rey, contagiado seguramente por el efecto de una beautiful people que no reparaba en gastos, estrechó relaciones con sus nuevos amigos y la alegría económica llegó por fin a palacio, cuya economía doméstica se había caracterizado hasta entonces por algunas estrecheces. Dijeron que al Rey lo estaban haciendo rico los amigotes. Ya disponía de liquidez y podía meter mano al bolso sin que un asistente tuviera que socorrerle con calderilla. El foco se centró en Manuel Prado y Colón de Carvajal, también conocido como «el manco con la mano más larga de España », que se encargó de prepararle al Monarca un colchón de seguridad para encarar el futuro sin sobresaltos. La primera en la frente.

Manolo Prado, el hidalgo que velaba por la economía de Don Juan Carlos, era un monárquico leal, silencioso y sufridor. Estos días, algunas voces han señalado a Prado como el antecedente de Corinna Larsen, la princesa restaurada. La comparación es hiperbólica, además de odiosa. Manolo Prado nunca lo habría hecho así, con portadas en ¡Hola! y revuelo de estereofonía. Además, él seguramente nos salió gratis total.

Claro que eran otros tiempos. La Monarquía estaba entonces protegida por un muro defensivo a cuya edificación habíamos contribuido los periodistas tras el 23–F. El Rey tenía el entusiasmo asegurado. Siendo cierto que la autocensura funcionaba, lo que se imponía era la convicción de que al Rey teníamos que estarle siempre agradecidos porque había colaborado en el asentamiento de la democracia.

Ahora la prensa ha sacado los pies del tiesto y a todas horas invoca la ley de transparencia. Por intentarlo que no quede, pero Monarquía y transparencia tienen difícil encaje. El Rey, por su parte, ha bajado la guardia más de lo que aconseja la prudencia y su vida se ha poblado de negritas sospechosas.

Es el caso de Corinna Larsen, que juega sus últimos cartuchos en beneficio propio. Larsen ha iniciado una campaña de promoción personal (y profesional) en la que no piensa escatimar esfuerzos. Siete días después de la publicación de la primera entrevista en EL MUNDO, Corinna ha perdido el misterio. Todo en ella es evidente, hasta la casual exhibición de una pulsera que al parecer cuesta un congo. El reportaje de ¡Hola! habría podido titularse «princesa con pulsera» (o «pulsera con princesa »), por el juego que ha dado la joya.

En la Casa del Rey nadie suelta prenda. Dejan claro, eso sí, que no fueron consultados antes de la publicación de las entrevistas. Un portavoz va más allá y lo dice así: «No existió conocimiento previo y por tanto, no se pudo dar consentimiento».


EL MUNDO / DOMINGO 3 DE MARZO DE 2013

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turbo

Mensajepor turbo » Dom 10 Mar, 2013 5:33 am

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    Carlos García Revenga acude esta semana a visitar al Rey en una clínica de Madrid.


    TESTIGO IMPERTINENTE / CARMEN RIGALT

    Revenga se cobija en el ‘glamour’



El secretario o va de provocador o estaba buscando un conjunto veraniego para la Infanta. Maribel Verdú, que fue maja desnuda para Saura, ahora ha sido maja vestida de Dior. Mar Flores luce sus propios trajes y como no es friolera llega siempre a cuerpo, como Lady Di

[cajad]Nosotras, las transversales

LOMANA. Las famosas sirven para elevar el listón de las galas. La famosa no repite vestido (imperativos del photocall) y va de prestado, con lo que la variedad en el atuendo siempre está garantizada: un día le prestan Chanel y otro Armani. Dada la penumbra reinante, en el Palacio Fernán Nuñez no se apreció mucha vistosidad. De riguroso negro distinguí a Mar Flores, propietaria de un esqueleto con empaque presencial. Mar Flores no es una famosa al uso. Ella puede permitirse el lujo de lucir trajes de su propio ropero y además no es friolera y llega siempre a cuerpo, como Lady Di, que te contagiaba la tiritona sólo de verla. Las demás famosas tampoco destacaron o destacaron por su guapura, que no es poco. Es el caso de Vicky Martín Berrocal y Jose Toledo, dos bellezones meridionales. Pisándoles los talones estaban Cecilia Gómez, Carmen Lomana y por ahí, todas igualmente de negro. Aquello parecía una fiesta de los años 50. Lomana me contó sus experiencias en los saltos de trampolín. A ella le encantan todas las actividades que le ha deparado la fama. Lejos de agobiarse, se chuta. Ella adoooora el cuchipandeo y aguanta lo que le echen. Su frenesí es transversal, lo mismo está en la tele que en la moda, los viajes o la natación: le pasa lo contrario que a mí. Yo voy del supermercado a la tecla y de la tecla al tinte, del tinte a la farmacia y de la farmacia al evento. A mí la transversalidad me mata.
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Jueves, ocho de la tarde, barrio de Salamanca. No acababa de escampar, pero en la calle Lagasca, a la altura de Juan Bravo, parecía que eran las once de la mañana de un día cualquiera de junio. Lo digo por la calidad de la luz. Se inauguraba el espacio de Josep Font, director creativo de la firma Del Pozo, que despega briosamente tras el duelo por Jesús del Pozo, el que fuera creador y alma de la firma. JosepFont (catalán casi universal, aunque el Word me lo rectifica una vez sí y otra también llamándolo Joseph Font, como en su día hizo con Joseph Borrell) pone una pica en Madrid tras haberla puesto en NYC, donde las pijas de la Gran Manzana se lo rifan a golpes de tarjeta platino.

En Lagasca andaba precisamente una Rockefeller que ha comprado toda la colección de Font, y no para ponérsela, como haría yo si descendiera del hombre más rico de la historia, sino para venderla y sacar tajada. Hay ricos que no aprenden. La susodicha Rockefeller nos fue presentada con toda la parafernalia que requiere el caso, incluida la cómica repetición de su nombre de pila, que en inglés masticado sonó como Ginger ale. ¿Ginger qué?, preguntamos, incrédulas, las personas que la rodeábamos. «Ginger ale», respondió ella forzando la sonrisa, como si estuviera dirigiéndose a unos pánfilos.

Aturdida, volví la cabeza para disimular el bochorno y entonces descubrí a Nuria González, que es una versión nacional de la señorita Rockefeller. Para entendernos: Nuria González de Fefé, mujer postinera y risueña. No lejos de ella estaban Pilar de Gregorio (me gustaba más cuando le decíamos la Fernandina); Ana ex Bono y su hija (a fuerza de ir siempre juntitas acabarán pareciendo las Segrelles) y la exuberante Marta Robles, sirena de asfalto que un poco más tarde se reuniría con Luis Bustamante, ese marido heterosexual que tanto me gusta. También Fernando Martínez de Irujo, Xandra Falcó, Olivia de Borbón, Miguel Mas, Rosa Belmonte, etc. Y él.

O sea: Él. Carlos García Revenga. Le sacaba la cabeza a todo el mundo y estaba elevado sobre los demás como una Virgen de Fátima respecto a sus pastorcillos. Me pregunté qué demonios hacía allí, dedicado al alterne como un vulgar mortal, con la que hay liada. Su presencia en el espacio Del Pozo (yo lo llamo tienda, pero Él, más internacional, seguro que dice flagship). Pensé: una de dos, o va de provocador o está buscando un conjuntito veraniego para la Infanta Elena, que lo puede pagar.

No le puse en el compromiso de tener que despejar mi duda. Nos saludamos, Él me echó una bronca socarrona (siempre ha tenido fama de campechano, será que la marca Borbón contagia) y yo le deseé suerte, que es lo mínimo que una puede desear sin mojarse mucho. A continuación me zambullí entre las obras de Josep Font (naturaleza viva), le di la vuelta a la etiqueta que colgaba de una chaquetilla blanca y por un momentome vino al recuerdo Audrey Hepburn, que se levantaría de la tumba si la viera. Como no me interesó el precio, desaparecí echando virutas cual Cenicienta.

La noche continuó en el Palacio Fernán Núñez, donde Carrera y Carrera concedía el premio a la Maja de los Goya, que en su última edición ha recaído en Maribel Verdú. Con este galardón se pretende homenajear a la actriz mejor vestida de la gala del cine español. Maribel, que fue en su día maja desnuda para Saura, en esta ocasión ha sido maja vestida de Dior.

El jurado valoró el chasis de la actriz y el vestido que lo arropó. Para mí que hubo algo más. Verdú debe parte de su actual protagonismo a las torpes críticas que algunos ultramontanos le dedicaron tras su intervención la noche de los Goya. El movimiento suscitado en su favor la elevó a la estratosfera. Mira qué bien.


EL MUNDO / DOMINGO 10 DE MARZO DE 2013

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Barilo

Saludos

Mensajepor Barilo » Dom 10 Mar, 2013 4:29 pm

Gracias por colgar los articulos!

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Invitado

Mensajepor Invitado » Mié 13 Mar, 2013 1:14 am

Comisionistas

CARMEN RIGALT



LOS PREDICADORES no me darán la razón, porque los predicadores nunca tienen razón, se limitan a rellenar un hueco con palabras que se les ocurren sobre la marcha. Primero las escriben y luego las piensan. Escribir con razón es exponerse a las contradicciones, y esto lo digo por experiencia, pues soy hija de mis contradicciones y las asumo antes de que lleguen otros y me las restrieguen por la cara. Hoy sostengo una cosa y mañana la contraria, dependiendo de mi estado de ánimo. Digo esto para justificar la frase con la que ahora empiezo este artículo: me gusta el dinero.

Me gusta el dinero, sí. Como a todo el mundo, por otra parte. No sé de nadie que aspire a estar tieso. A lo mejor existe, pero no me consta. Hay personas, eso sí, que apenas piensan en el dinero. Son gente de naturaleza austera cuya existencia es una sucesión de rutinas sin precio. Gente que vive siempre en la misma casa y que cuando se compra ropa, le cuesta estrenarla porque está encariñada con las prendas usadas, que se amoldan más al cuerpo.

Entre los amantes del dinero, los que peor me caen son los comisionistas. No usé esa palabra hasta que no conocí al primer comisionista. Era un hombre chulángano y verborreico, de conocimientos justitos pero malabarista con los números. Allí donde olía a pasta, allí iba él, siempre dispuesto a reclamar "su parte". Le gustaba enredar en todos los fregaos, y su entrometida presencia le llevó a ser testigo de numerosos cambalaches, que en la época del ladrillo estaban muy de moda. Su parte siempre era una miseria, pero tampoco merecía más. Por estrechar manos y hacer presentaciones, ya era suficiente.

Cobrar una comisión no es delito, aunque a mí siempre me ha parecido una actividad apestosa. Claro que también me lo parece la Bolsa y jamás me he atrevido a decirlo. La comisión existe como alternativa al trabajo. No es más apestoso el que más cobra, porque la codicia no está sujeta a proporciones. La misma ansiedad tiene el que le soba el lomo a un 'malayo' que quien asiste de pajarita a una cena donde se juega la adjudicación del tren de alta velocidad. Ahora, en el comisionismo de nivel, triunfan las mujeres. Muchas mujeres están aprendiendo árabe, ruso y chino. Pero antes ya sabían latín. Y francés.

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turbo

Mensajepor turbo » Dom 24 Mar, 2013 6:28 pm

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    Los Príncipes de Asturias, acompañados de Mariano Rajoy, durante la ceremonia del pasado martes en el Vaticano.


    TESTIGO IMPERTINENTE / CARMEN RIGALT

    La princesa revirada



Un día escribí que la princesa tenía hechuras anoréxicas y todavía me parece oír los truenosLa estancia de la consorte en la entronización del Papa ha levantado innecesarios murmullosUnas monjitas quisieron contarle que rezaban por su suegro, pero se quedaron con las ganas

[cajad]La famila Aznar y los idiomas

ANA BOTELLA. Se fueron los examinadores del COI con la música a otra parte. Poco ha trascendido de su estancia en Madrid, más allá de su ir y venir y sus sonrisas protocolarias. Aquí ha dejado escrito Jabois que el paso de los observadores del COI se está convirtiendo en una tradición. A lo mejor con el tiempo terminamos instituyendo una romería en su honor, algo así como la procesión del Cristo de Medinaceli o la ruta de Max Estrella (unos van detrás del Cristo y otros, de la memoria literaria de Luces de Bohemia).

Cuando los señores del COI nos examinaron por primera vez me embargó una pereza enorme. De la Caja Mágica a La Peineta y de los atascos a las manifas . Vaya palo, pensé. Supongo que este año, para compensar, Ana Botella habrá alternado los recorridos perezosos con detalles vibrantes. Madrid tiene capacidad para sorprender y conviene explotar ese potencial. Con objeto de no pillarse los dedos, el Ayuntamiento contrató a unos asesores para que hicieran de sparrings y ayudaran a perfeccionar la presentación del proyecto 2020 ante el COI. En el ensayo general, Botella pronunció su discurso en inglés (ella no va a ser menos que Esperanza Aguirre ), pero a la vista del resultado, los consultores le aconsejaron hacerlo en castellano. La alcaldesa, sin embargo, no estaba dispuesta a renunciar a su proeza y quiso conservar algún párrafo. Ha sido muy comentada estos días la osadía de la familia Aznar con los idiomas. Todo se pega. Y se paga, sobre todo en política.



[/cajad]

Recibo cartas, emails, wasaps y señales de humo recordándome que últimamente no hablo de Letizia. Más que un recuerdo es un reproche. A los lectores le gusta que la cronista (en este caso, yo) sea meticona, pero si afilo demasiado el adjetivo, entonces protestan. Y es que nunca acierto. Un día escribí que la princesa tenía hechuras anoréxicas y todavía me parece estar oyendo los truenos que Zarzuela envió contra mí. Sucedió con el anterior equipo de la Casa del Rey. Entonces la palabra anorexia era la más grave que se podía pronunciar. Ahora, por desgracia, las hay peores.

Los escándalos han ido a más. Alberto Aza, que hoy está apaciblemente refugiado en el Consejo de Estado (como ZP), sufrió las primeras zozobras de «la amiga entrañable» cuando su nombre aún no tenía carta de naturaleza en los cenáculos. Aza recordará seguramente una llamada de la embajada rusa interesándose por un almuerzo que habría de celebrarse en Madrid y reuniría al Rey con el estado mayor de la petrolera Lukoil. La embajada rusa deseaba confirmar algunos extremos ante la inminencia de la cita y telefoneó a Zarzuela, sorprendiendo al Jefe de la Casa en su ignorancia. Aza había sido puenteado por Corinna Larsen, que ya entonces mandaba lo suyo. La conversación entre el entonces jefe de la Casa y el Monarca sólo la conocen sus protagonistas, pero el almuerzo con los rusos fue anulado y Alberto Aza recobró la autoridad.

Volviendo a Letizia: se la juega. Cierto es que no merece muchas de las críticas que recibe, producto sin duda del resentimiento y la sinrazón (hay en ese constante machaque a la Princesa una ira profunda de marcado carácter ideológico) pero ella debería controlar esas actitudes esquivas que la adornan. Letizia es la esposa del Heredero y cualquier gesto desdeñoso por su parte no hace sino lesionar la razón que ambos representan.

La estancia de la consorte en Roma con motivo de la entronización del Papa Francisco ha levantado innecesarios murmullos. Y no tanto por la mantilla blanca o la mantilla azul (tonterías) como por el comportamiento del que hizo gala en la recepción de la Embajada de España ante la Santa Sede, donde los Príncipes de Asturias, junto al embajador, recibieron a monseñores y políticos, monjas, periodistas y demás personal. Hablando con propiedad, algunos todavía se hacen cruces de la actitud de Letizia. Nada que objetar respecto al Príncipe. «Se deshizo en atenciones con todos y estuvo impecable», afirma un señor de sayones. La Princesa, en cambio, se mostró revirada, no participó en los corrillos y parecía obsesivamente pendiente del móvil. Sólo dio charleta al periodista Pablo Ordaz, con el que se mostró muy interesada. A los demás, ni agua. Unas monjitas devotas del Papa y de la Monarquía española trataron de abordarla para contarle que rezaban mucho por su suegro, pero se quedaron con las ganas.

En un momento determinado, cansada ya de dar vueltas y poner cara larga, se acercó al grupo donde su marido charlaba con el cardenal primado de Toledo y monseñor Amigo, y echando mano de una fórmula recurrente, le espetó: «Vámonos, que nos están echando». De la literalidad de la fórmula pueden dar fe Adolfo Nicolás (el Papa negro) y Paloma Gómez Borrero (la paloma blanca). Fueron momentos de estupor. Gómez Borrero intentó diluir la tensión creada haciendo partícipes a sus interlocutores de la próxima salida de su libro: De Benedicto a Francisco: razones de un Cónclave. Un libro exprés, escrito en tiempo récord, para el que la periodista habrá contado con la inestimable ayuda del Espíritu Santo. Pero eso ya no lo escuchó Letizia. Ella ya había salido, con paso resuelto, camino de sus cosas.


EL MUNDO / DOMINGO 24 DE MARZO DE 2013




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