Aguas turbulentas - Pilar Eyre
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Letizia: quince segundos de infarto.
Tenemos una reina que no sabe fingir.
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Felipe y Sofía juntos son la bomba. Ayer, los dos con la Roja.
Este es el Felipe que nos gusta. Divertido, animado, cómplice con su hija, empático con los jugadores.
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NO se si por lo que estaba ''feliz'' Felipe VI fue mas bien porque este ano cobrara de sueldo 258.927 euros, 5 mil euros mas que el ano pasado.
Como dijo el pequeno Nicolas, solo de sueldo para el rey. Mas los escoltas, el serviciio domestico y muchos personajes que trabajan en palacio y todos pagados por los espanoles. Supomgo que el ''APOLO'' de la Moncloa ha sido generoso con Felipe VI por su obedencia a Pedrto Sanchez.
Como dijo el pequeno Nicolas, solo de sueldo para el rey. Mas los escoltas, el serviciio domestico y muchos personajes que trabajan en palacio y todos pagados por los espanoles. Supomgo que el ''APOLO'' de la Moncloa ha sido generoso con Felipe VI por su obedencia a Pedrto Sanchez.
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El drama de Eugenia de Montijo: conoce a su verdadero amor. Fin.
Es emperatriz de los franceses, como siempre había deseado, pero le falta lo más importante: un hombre que la ame. Y no es su marido.
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Tot es mou - Pilar Eyre: "El matrimonio de Felipe y Letizia llevan vidas autónomas en el ámbito privado"
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La princesa ha podido desplegar su auténtica personalidad y su formación impecable. Nunca hasta este viaje le habíamos visto mostrar tanto aplomo.
A Leonor se le da bien viajar sola. El aplomo que ha mostrado en su visita a Portugal, combinado con su sonrisa juvenil y sus ojos alegres y chispeantes, no lo ha mostrado nunca en público hasta ahora. Sin las reprimendas de mamá, sin tener que esforzarse en mediar en situaciones incómodas, sin necesidad de apoyarse en su hermana que, al fin y al cabo, va a tener un futuro muy distinto al suyo, ha podido desplegar su auténtica personalidad y su formación impecable.
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Desde que llegó al aeropuerto y fue recibida por el presidente Rebelo de Sousa, al tomar ella la iniciativa de darle dos besos además de la mano, enamoró al presidente, que le dispensó el trato de abuelo cariñoso, y a todos los portugueses. Lucía un traje pantalón rojo, demasiado clásico según algunos –es de su madre– pero para mí muy apropiado, ya que Leonor no es una estudiante cualquiera haciendo Interrail, sino la futura reina de España y debe llevar ropa adecuada, no a su edad, sino a su cargo. Simplificando las cosas, sería como si un alto funcionario del estado se presentara en su trabajo vistiendo vaqueros y camiseta, por joven que fuera. El pelo más oscuro le aporta seriedad, y la ausencia de joyas, aparte de los pendientes, hace que el mensaje sea más directo: aquí estoy para lo esencial, pero aun así comprendo que la imagen es una muestra de respeto a los ciudadanos. La preparación del viaje fue impecable, excepto en un detalle: la primera visita de Felipe y Letizia como reyes no fue a Portugal, sino al Vaticano, algo que no tendría importancia si no nos lo hubieran remarcado varias veces, incluso en el discurso oficial de Leonor. Es un detalle fácil de comprobar y sorprende que se haya pasado por alto a las treinta personas que, según dicen, estuvieron planificando esta primera visita oficial de la heredera.
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La ofrenda floral a la tumba del poeta Luis de Camoes en los Jerónimos fue importante, más que por la visita en sí, por el protocolo diseñado para la princesa. No tuvo ningún gesto religioso, que hayan recogido las cámaras por lo menos, ni ante las imágenes que presidían los altares, ni ante la tumba. Se limitó a estar en posición de firmes mientras sonaban cornetas. En una iniciativa espontánea, que reveló su atención a los detalles, arregló las cintas de la corona y fue el único instante en las ocho horas que estuvo en Portugal que apeó muy oportunamente la sonrisa. La solemnidad del momento lo requería.
Después salió a la amplia explanada cuajada de sol frente al monasterio y supongo que su guía no le contó que, sobre ese suelo empedrado, los tunos venidos de Madrid extendieron sus capas hace 57 años para que una infanta de España las pisara el día de su boda. Su tía abuela Pilar se casó aquí con el apuesto Luís Gómez Acebo, una boda en la que hubo caídas, desmayos y en la que tuvo que intervenir incluso la policía, aunque esta ya es otra historia.
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Una historia a la que se prefirió no hacer alusión en ningún momento durante la visita de Leonor: La larga estancia en Portugal de sus bisabuelos, sus abuelos e incluso su padre, que iba a Villa Giralda en Navidades y verano con sus hermanas cuando eran pequeños. En realidad, aquí, en nuestro país, también se han intentado obviar aquellos treinta largos años que la familia pasó exiliada en Portugal para no restarle "españolidad" a don Juan Carlos. Y los pocos homenajes que existen a la persona de don Juan de Borbón han sido a iniciativa privada. Hay una calle en Estoril que en principio llevó el nombre de "avenida del conde de Barcelona". Pues manos anónimas añadieron con rotulador "y del la condesa de Barcelona" y se tuvo que modificar. La huella que dejaron en este país las mujeres Borbón fue tan profunda que aún ahora la infanta Margarita continúa teniendo un apartamento en Estoril y hasta hace poco se la veía nadando en la playa de Tamariz.
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En el palacio de Belém, el presidente le impuso a la princesa de Asturias la Gran Cruz de la Orden de Cristo. Y aquí se dio otro pequeño e inexplicable error: se ha dicho que dicha condecoración también la recibieron el padre y el abuelo. Pero se olvidan de la infanta Pilar, que también la obtuvo, y no por ser quien es, sino por méritos propios. El 27 de mayo de 1963 se hundió el techo de la estación de Cais do Sodré y Pilar, que era enfermera en el hospital de los Capuchos, pero estaba de vacaciones, se presentó voluntaria y estuvo ayudando a recoger heridos, consolar moribundos y transportar camillas durante dos días en los que no durmió. Su foto, con el uniforme manchado de sangre, apareció en portada de ABC, burlando a la censura franquista que prohibía que se diera relevancia a cualquier tema monárquico. La misma doña Pilar que, cuando intentó conquistar a su codiciado marido, empezó a maquillarse, se tiñó el pelo con mechas rubias y se puso "casi" minifalda. Cuando alguien le sugirió operarse su borbónica nariz, respondió indignada: "¿Cómo voy a hacer eso? ¡Se han necesitado siete generaciones para conseguirla!". Dicho con todos los respetos, bella Leonor, no olvidéis nunca esta frase. Como dijo el poeta, "no la toquéis ya más, que así es la rosa"
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Estefanía de Mónaco. Escandalosa e inestable. Serie Princesas Segundonas. (1)
Hoy empiezo la serie Princesas segundonas, en la que repasaré la vida de las hermanas de reyes, ninguna de las cuales ha conocido la felicidad.
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Kamala Harris y su extraordinaria historia de amor a los 50 años.
Nunca es otoño en el corazón.
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El marido de Leonor nunca será rey. Según la Constitución Española será tan solo Príncipe consorte y tendrá el tratamiento de Alteza Real. Teóricamente, tendrá que caminar detrás de la reina, ocupar siempre un lugar secundario y no tomar parte en ninguna de las funciones reales. Su padre ya descartó la obligación de casarse dentro del estrecho círculo de las familias reinantes, “son muy pocas, ¿no? Sería mucha casualidad que me enamorara de una de ellas”, razonaba el entonces príncipe de Asturias cuando se le reprochaba que ninguna de sus novias fuera noble. Pero una cosa es ser reina consorte y otra ser príncipe consorte y la pobre Leonor no lo va a tener fácil. Para ayudarla en este arduo camino, aquí lanzamos algunas ideas del perfil del marido ideal de la futura reina de España. Y es que la carga del cargo es que no solo le tiene que gustar a ella, sino a todos nosotros.
1. Ni un Alain Delon, ni un Quasimodo. El exceso de belleza resulta ofensivo y despierta envidia, pero el príncipe consorte va a ser uno de los hombres más fotografiados del mundo y solo un semblante agradable y una sonrisa cálida pueden evitar que acabemos hasta las narices de su rostro. Tiene que ser elegante, sin exhibicionismo. Que no sea un dandy como Marichalar, siempre pendiente de la última moda, pero que tampoco luzca el simpático desaliño indumentario de Javier Hidalgo.
2. Debe ser lo suficientemente adinerado como para que nadie lo tome por un arribista sin escrúpulos, pero tampoco queremos un multimillonario acostumbrado a lujos y excesos que contrasten con la línea austera de nuestra monarquía. Ni pobretones tipo novios de Estefanía de Mónaco, ni reyes del gas rusos que vacíen botellas de Magnum en las discotecas ibicencas.
3. No deben ser príncipes herederos por razones obvias, casarse con el rey de Dinamarca y unir los dos reinos sería imposible desde todos los puntos de vista. Tampoco queremos príncipes naftalínicos de monarquías extinguidas que nunca van a renacer, ni deseamos mantener a su arruinada parentela. Hay experiencia en estos asuntos.
4. Ya no es necesario que el marido de Leonor sea soltero, como es natural, después de que el futuro rey de España se haya casado con una divorciada y de que los tiempos hayan cambiado. Tengo que decir que a mí personalmente no me importaría que Leonor se casara con un divorciado canoso y experimentado, cosmopolita y elegante, que se tome con sentido del humor estar en segundo plano, porque sabe que en la intimidad siempre va a ser el primero. Lo que a un chico joven puede llegar a acomplejar (que el responsable de protocolo le diga, “alteza, póngase al fondo, detrás de su majestad”, por ejemplo), a ese hipotético hombre ideal solo le hará levantar una ceja con cierto escepticismo.
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5. El marido de la reina no debe tener ningún esqueleto en el armario. Quizás es el punto más complicado. Por pequeños que sean, los vamos a encontrar. Ni novias problemáticas, ni estafas, ni gamberradas, ni drogas, ni juergas. Ninguna detención, ni ningún amigote que vaya por los platós contando sus intimidades. Ningún acontecimiento que lo haga susceptible a ser chantajeado, como ha ocurrido en el pasado. Las huellas de sus pecados ahora están en internet y viven para siempre. Haber votado a Podemos en alguna ocasión no resta puntos.
6. Debe tener personalidad, pero no demasiada, para no opacar la de la reina. Un Íñigo Onieva puede resultar divertido en casa, pero en público el marido de la reina debe ser morigerado como un obispo. Aunque tampoco queremos un bobo sosainas incapaz de pronunciar dos frases seguidas. Su papel es tedioso y sin relieve, se comprende, como le decía Franco a don Juan de Borbón: “Alteza, si se aburre, deje de conspirar y aficiónese a la filatelia o la numismática”.
7. Que hable idiomas, que sea culto, pero no pedante, que tenga formación universitaria pero que esté dispuesto a sacrificar su profesión en aras del bien de la corona. El marido de la reina no puede ser notario o aparejador, aunque la carrera militar, según algunos, sí sería aceptable. Tampoco puede ser empresario. Como decía el presidente balear Matas, “¿cómo le voy a negar un favor a un familiar del rey?”. Dicen que el padre de la reina Isabel le aconsejó cuando se casó: “Tu marido necesitará una expansión para huir del protocolo y reafirmarse como hombre: buscará o mujeres o negocios. Es preferible que sean mujeres”.
8. Es un papel ingrato, lo reconozco. Si les damos un repaso a los últimos príncipes consortes, maridos de reinas, todos son un desastre. El príncipe Bernardo, marido de la reina Juliana de Holanda, fue apartado por un escándalo financiero, Klaus von Amsberg, marido de su hija la reina Beatriz, un exnazi detestado por los holandeses, terminó con problemas de demencia. De la misma forma acabó sus días Henri de Monpezat, consorte de la reina Margarita de Dinamarca, que le cogió tal odio a su mujer que exigió que no lo enterraran junto a ella. El ejemplo a seguir, según mi entender, ha sido el duque de Edimburgo. Si bien hubo rumores de amistades femeninas (siguiendo la recomendación de su suegro), la reina nunca se sintió humillada y lo amó hasta la muerte.
9. No es necesario que sea español. Aunque hay ciertos nobles que ya están arrimando el ascua a su sardina para colocar a sus hijos en el trono, hasta ahora los posibles novios que se han atribuido a Leonor, desde el hermano de una compañera de colegio, inglés, hasta un muchacho belga y otro brasileño, han sido extranjeros.
10. Y por último... Tampoco es necesario que sea un hombre.
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Ya estas bien de tonterias y de tapujos. '' El futuro marido de Leonor NO tiene que tener esqueletos en el armario'' Pero la madre de Leonor, ''SI tiene muchos esqueletos en el armario.'' HASTA UN ABORTO!! Tenias que haber dicho porque a Felipe VI, le autorizaron casarse con una mujer con muchos ''esqueletos en el armario'' y NO a Leonor.
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Marta Luisa de Noruega, la más estrafalaria de las Princesas Segundonas (2)
El próximo 31 de agosto Marta Luisa se casa con un chamán que dice que es la reencarnación de un farón egipcia y al mismo tiempo es mitad reptil mitad humano.
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Reina vs. reina.
¿Qué decía doña Pilar de su cuñada la reina Sofía? Os sorprenderá (o no).
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Un agosto de morbo, opio, sexo, sangre y aventura en la Costa Brava.
Los más ricos, famosos, sofisticados miembros de la jet set de los años treinta recalaron en Mas Juny en agosto de 1935. . Un suceso terrible los llevó a la primera página de los periódicos.
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Nos quejábamos de que no la veíamos y ahora la tenemos hasta en la sopa. Una sopa muy exquisita y deseada, eso sí. Me refiero a la familia real. Del ostracismo hemos pasado a la sobrexposición: no hay evento que se celebre aquí o allende nuestras fronteras que no cuente con la presencia de Letizia, Felipe o sus hijas Leonor y Sofía. Desde el día de la jura de la princesa heredera hasta esta semana en Palma o la anterior en París, pasando por viajes a Dinamarca, Holanda y Guatemala, todos los actos relacionados con el premio Princesa de Girona, sus visitas a Barcelona y los actos propios de la agenda, han contado con la familia al completo o con parte de ella. A vuelapluma me han salido cuarenta eventos, además de los posados para el aniversario de la proclamación de Felipe como rey y los relacionados con la cadete Borbón en Zaragoza.
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No hay día en que no se facilite a la prensa una foto con sus actividades, cuando antes eran los periodistas los que tenían que suplicar que se les diera alguna información. Los cuatro están de estreno. Leonor y Sofía porque han pasado de niñas a mujeres en cuestión de semanas y ahora lucen desenvueltas, guapas, aplomadas, brillan con la luz propia de su juventud y también de su sonrisa radiante, y esgrimen una serenidad envidiable incluso para una señora como yo que las triplica en años. Pienso que deben haber visto muchos vídeos de las princesas Isabel y Margarita de Inglaterra cuando tenían su edad, porque exhiben la misma sencillez y saludan con el mismo talante: cuando fueron a ver el partido de Alcaraz tuvieron que caminar como cincuenta metros solas, sin que nadie las reconociese, bajo los focos de las cámaras. Y no tropezaron ni apearon la sonrisa ni un momento. Eso es tener madera.
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Incluso diré que, a Alcaraz y Nadal, acostumbrados a tratar con los mandatarios más importantes, se les veía algo cohibidos ante la desenvoltura de las princesas. Pero los padres también están de estreno. Felipe se ha soltado y de ser un señor envarado, que, por no querer parecerse al campechano de su padre pecaba por lo contrario y resultaba antipático y estirado, se ha convertido en un padre tan devoto y entregado que más parece abuelo que padre. Cuando mira a sus hijas sus ojos se enternecen, aunque quiere reprimirse, no olvidemos que lleva la misma sangre prusiana que su madre, que nunca mostraba sus sentimientos en público. Pero no puede evitar que, como dice el pueblo llano, se le caiga la baba. Y qué decir de Letizia. Estos últimos meses han sido terribles, desde el mes de octubre arrastra una cadena al cuello que no la dejaba casi respirar. La veíamos con la mandíbula tan tensa en los actos que temíamos que le causara bruxismo y los miembros tan rígidos que estuve a punto de recomendarle mi fisioterapeuta. Pero, con el corazón destrozado, profundamente humillada, tenía que sacar todos los días fuerza de flaqueza para enfrentarse a sus obligaciones y a los ciudadanos. Ese río subterráneo de maldades que se esgrimían contra ella amenazaba con desbordarse, salir de las cloacas e inundarlo todo. La primera decisión que tuvo que tomar el nuevo jefe de la Casa fue "¿contestamos o no contestamos?". Al final la consigna "nosotros vamos a hacer nuestro trabajo, y lo vamos a hacer mejor que nunca" se ha revelado como la más acertada.
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Cuando busquemos a partir de ahora la definición de re-silencia en el diccionario saldrá solo una palabra: Letizia. Primero se notó en los actos a los que acudía sola. Redobló la preparación de los discursos dejando al margen la improvisación, ya que la reina tiene tablas. En esta dura lucha contó con unas aliadas inesperadas: las feministas. Todas se pusieron a su lado. Como me decía un viejo cronista "con ese apoyo, y el de los jóvenes y de gente de izquierda, tenemos monarquía para rato. Ha sido muy inteligente jugar esa carta". Y ahora ha tenido su explosión el los actos de París. Yo no creo haber visto más guapa a Letizia que con la capucha del impermeable que la organización facilitaba a todos los espectadores, reyes o carpinteros. Pasaba la cabeza cortada de María Antonieta y Letizia aplaudía como si fuera Robespierre. ¡Y después ese desbordamiento de emoción con los deportistas españoles! Al unísono con su marido. Pudimos darnos cuenta de que había dos equipos en representación de España, el olímpico y el de nuestros reyes, tan entrenado como el primero.
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Ya en Palma, el domingo, en la clausura del Festival Atlántida, la reina fue la Letizia de antaño, la de las grandes ocasiones. Su entrada en el centro Cultural la Misericordia fue impactante. Los ojos de Michael Douglas hacían chiribitas al ver a la reina de España convertida en una sirena plateada y sexy. El vestido lencero, escotado y de una sutil tela que todo lo marcaba, nos mostraba a una mujer empoderada, orgullosa de su cuerpo y, sobre todo, sin miedo. Ole por ella. Por la mañana Felipe se entrenaba en la bahía de Palma para la Copa del Rey de vela. Sus bermudas y su gorra descolorida por el sol debían tener por lo menos veinte años. Lo dicho, un gran equipo.
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Margarita de Inglaterra. Más vino que rosas. Princesas segundonas (3).
La trágica vida de la hermana de la reina Isabel de Inglaterra, que murió rodeada de gigolós a causa del alcohol y otras drogas.