Fotomontaje en el que se recrea la posición en que Felipe llevaba el arma, acompañado por su padre y hermana
FELIPE DE MARICHALAR
TENÍA MIEDO DE MIRARSE EL PIE
PIDIÓ A SUS PADRES QUE LE REGALARAN UNA ESCOPETA. Todos los detalles del accidente que pudo costarle el pie derecho. «Hubo que hacerle una foto con el móvil de los dedos porque temía haberlos perdido», dice un médico. Su hermana le atendió hasta el hospital. El rey, «paralizado» al conocer el suceso. Froilán admira su colección de armas
M ª E. YAGÜE / E. LANDALUCE
Lunes 9 de abril. En Garray, Soria, el cielo está cubierto de nubes grises, casi negras, premonición de una jornada desgraciada, aunque no trágica dado que parece que finalmente el desenlace será feliz. Son alrededor de las 16:30 de la tarde. Un ruido seco rompe el silencio castellano que se respira en El Garrejo, la finca de 600 hectáreas que los seis hermanos Marichalar Sáenz de Tejada poseen en la localidad castellanoleonesa. Es el disparo de una escopeta pequeña, del calibre 36 (más conocida como 410), que ha taladrado el pie derecho del niño. En ese instante, Felipe de Marichalar, Froilán para el pueblo y Pipe para sus amigos y familiares, se desploma en el suelo más asustado que dolorido mientras su padre Jaime de Marichalar y su hermana Victoria Federica (11 años) se precipitan sobre él.
¿Qué ha pasado? Fuentes del entorno del ex marido de la infanta Elena, a la sazón madre del ya casi adolescente, sostienen que la familia salía de la explanada de la casa del Garrejo para tirar al blanco (unas piedras, alguna lata) cuando al niño se le disparó la escopeta en el pie. «Desde luego no estaban cazando porque en la finca no hay ni rabo. Además estamos en veda», dice a LOC un cazador que conoce bien la zona.
La casa de El Garrejo es muy sencilla, lo propio de una finca agrícola. «De hecho nunca duermen allí sino en el palacio de San Clemente, la casa de la familia en Soria, a apenas a siete kilómetros de la finca». El sábado 7 de abril, la familia celebró el 49 cumpleaños del ex duque de Lugo. Al día siguiente, asistieron a misa. «La verdad es que en Soria se divierten muchísimo porque se reúnen con sus primos [ y cuidan de los burritos que les regaló su padre]. Además les encanta el campo. Pero a Pipe especialmente».
El niño disfrutaba de su último día de vacaciones antes de retornar al colegio Santa María del Pilar en Madrid. Los que le conocen dicen que es muy travieso y algo descarado. «Pero tiene muy buen fondo pese a que, como todos a esa edad, está en un periodo difícil».
- «Mamá», le dijo Froilán a la infanta cuando llegó al hospital, «papá no ha tenido la culpa. El error es mío»
- ARMA CARGADA
Felipe debía llevar la culata en la axila, sujetándola con la mano mientras apuntaba con el arma hacia el suelo. Entonces, llegó el paso fatal. El niño adelantaría el pie derecho justo cuando detonó por accidente el cartucho.
El hijo de la infanta tenía en ese instante el pinrelazo adolescente bajo la boca del cañon. «Normalmente cuando se camina el arma tiene que ir abierta o, bien, descargada. Marichalar y su hija estaban fuera de tiro lo que demuestra que de alguna manera el niño tenía alguna noción de seguridad en el uso de las armas. Ha habido accidentes así siempre. No siempre se trata de una imprudencia sino de mala suerte».
- El rey estaba muy preocupado. «El martes estaba como ausente, mirando al infinito»
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EL ‘SUSTO’ DEL PRÍNCIPE FELIPE
El príncipe Felipe (44 años) también ha tenido algún que otro incidente con las armas. Al parecer, cuando era pequeño, se las arreglaba para andar siempre con una escopeta aunque constantemente vigilado de cerca por el teniente coronel de Infantería de Marina, José Antonio Alsina, a quien el rey Juan Carlos nombró preceptor del heredero en 1982 con el cometido especial de que no dejase que el niño accediera sin control a la armería de palacio.
La obsesión era comprensible. Don Juan Carlos no quería que hubiera riesgo alguno de que se repitiese un accidente como el que le costó la vida a su hermano Alfonso. Según Pilar Urbano en El Precio del Trono, don Juan Carlos apuntó a su hermano con la pistola, extendió el brazo y, «por dar más verismo al juego, apretó el gatillo. Esperaba que el disparador cediese blando al estar vacía la recámara. Pero no. Notó que su índice combado vencía la resistencia del muelle… ¡Había una bala!
¡Y el proyectil se desplazaba ya por el ánima del cañón! (…) Alfonsito se desplomó fulminado. (…) La bala le perforó la frente entre ceja y ceja. (…) Al instante, borbotones de sangre le anegaron la frente, los ojos, las mejillas, el pelo lacio y rubísimo, la camisa…». Dicen que el rey nunca se recuperó de la muerte de su hermano y que desde entonces, siempre fue sumamente cuidadoso con el manejo de las armas. Por eso, rogó encarecidamente al preceptor de su hijo que tuviese cuidado con las incursiones del niño en el armero. Pero la misión encomendada a Alsina no era fácil, según recuerdan algunas personas que entonces frecuentaban Zarzuela. «El príncipe le solía decir: "Jose Antonio, ¿crees que puedo dar a esa farola?". Alsina entonces, le respondía: "Señor, no haga eso que las bombillas son muy caras".
Pero el príncipe le decía que seguro que no le daba porque estaba lejos. Y claro, rompía la bombilla con la consecuente reprimenda», recuerda un trabajador de Zarzuela. Sin embargo, hubo un incidente que cambió para siempre el escaso respeto que don Felipe profesaba a las armas.
«Un día llegaron los Bulgaria y otros amigos a tirar en la galería de Zarzuela. Uno de los chicos apuntó en broma al príncipe, que entonces tenía 14 años, con una escopeta cargada. Alsina se interpuso y dio un manotazo al arma que salió volando casi 10 metros». Dicen que don Felipe quedó muy impresionado. Poco a poco se fue desapasionando de las armas. Tanto que ahora apenas caza «salvo algunos ojeos de perdices». / CONSUELO FONT
[/table]Los médicos de urgencia constataron que el orificio de entrada estaba en el dorso del pie derecho, trayectoria recta y salida por la planta del pie.
Afortunadamente se trataba de una herida limpia, lo que demuestra que el disparo se había producido a escasa distancia, casi a bocajarro. «Una suerte porque si llega a estar a dos metros se le hubiera llenado el pie de plomos y se lo hubiera destrozado», dice una persona que trabaja en la clínica Quirón, el hospital madrileño donde el niño fue trasladado para, como informó casa real, realizar la limpieza quirúrgica de la herida.
En la familia Marichalar comentan que Victoria se reveló en la trágica circunstancia como una niña valiente y protectora con su hermano mayor. «Durante todo el viaje estuvo atendiendo a Pipe con mucha entereza y un cariño enorme. Victoria es una fuera de serie».
Su madre acudió enseguida al hospital donde se encontró con su ex marido en la habitación donde convalecía el pequeño.
«No te preocupes, Jaime, ha sido un accidente, le podría haber pasado a cualquiera. Ha sido mala suerte», dijo. Su tono era amable, conciliador y sereno ante la angustia del padre de su hijo, muy afectado por el accidente del niño, que intercedía sabedora del fuerte carácter de la primogénita del rey. «El error ha sido mío, mamá, papá no tiene la culpa de nada», asumió con humildad el muchacho todavía muy asustado por las heridas.
Según el relato de los médicos, «Felipe de Marichalar llegó angustiado. Decía que su padre no tenía responsabilidad alguna en el percance y que el abuelo [el rey] no debía enterarse porque se iba a enfadar muchísimo». Tampoco, dice uno de los médicos que le atendió, «quería mirarse el pie porque tenía miedo de haber perdido todos los dedos del pie». Entonces, uno de los miembros del equipo multidisciplinar que le trató en la clínica Quirón le hizo una foto de la extremidad con el móvil y se la enseñó. «Se quedó entonces mucho más tranquilo».
Ayer estaba previsto que Felipe recibiera el alta, sin embargo, no pudo ser tal y como informó casa real ya que pese a que su evolución es «favorable», debía ser sometido a «una nueva revisión quirúrgica». Fuentes médicas revelan que la herida podría habérsele «complicado un poco» y que requería intibioterapia intravenosa. «Le van a suministrar antibióticos muy fuertes que no puede tomar por vía oral».
Don Jaime y doña Elena apenas se han movido desde lunes de la habitación de su hijo.
Los antaño cónyuges «se han alternado para estar continuamente junto al niño, uno de los dos siempre ha dormido con Felipe en el hospital y juntos han sabido por los médicos que al pie derecho no le quedará ninguna secuela», revela un miembro de la familia Marichalar.
«Afortunadamente, al estar tan cerca los plomos se concentraron y no le han dañado los huesos. Eso sí, le ha afectado a un tendón y tiene por lo menos para tres semanas de reposo en casa», dice una persona que frecuenta el círculo de la infanta Elena. Tampoco perderá ningún dedo: el orificio «se produjo a la altura del segundo metatarsiano y sigue recibiendo con normalidad el flujo sanguíneo».
Pero pese a que ayer la herida sufrió un leve empeoramiento que no estaba previsto, la infanta Elena y su marido siguen siendo optimistas, especialmente por el buen ánimo y disposición del menor, que ya desde el martes había retornado a sus humoradas habituales: «Menudo enfado tiene mi padre», le oyó bromear un miembro del personal de la clínica.
- LA REACCIÓN DEL REY
«Nunca se ha recuperado del todo de ese golpe», dicen los amigos del monarca. «De joven, siempre decía lo mucho que echaba de menos a su hermano». El monarca fue el único miembro de la familia -además de los Urdangarin- que no acudió a la clínica.
La reina en cambio sí que acompañó a su hija a visitar al niño. Doña Sofía profesa un sincero cariño por su ex yerno. «Él siempre le enseña las fotos más recientes de sus hijos que lleva en su teléfono móvil», dice una persona que conoce bien los entresijos familiares de los Borbón. Lo cierto es que la actitud comprensiva de la infanta y de su madre demuestra que el ex matrimonio se ha unido ante la adversidad y, sobre todo, ante el linchamiento mediático al que se ha sometido al ex duque que tendrá que declarar a la Guardia Civil por el incidente y pagar una multa que oscilaría entre 300 y 3.000 euros ya que la legislación prohibe el uso de escopetas a menores de 14 años. Doña Elena sabe que hasta el tirador más experimentado puede tener un accidente. «Pese a que se ha hablado de denuncias, es una falacia que la infanta fuera a pedir que retirara la custodia de los niños a Marichalar. Ella es consciente de que pese a que sabe más de caza que don Jaime, a ella le hubiera podido pasar lo mismo», dice una persona que ha compartido monterías con la primogénita del rey.
Eso opina también Elena Cué, campeona de España de tiro de pichón durante años: «Con las armas siempre hay que tener muchísimo cuidado pero estas cosas ocurren, son accidentes imprevisibles. Hay cazadores muy experimentados que se han volado una mano y es difícil explicar por qué». Con respecto a la pertinencia de dejar a un menor usar armas, otros tiradores llegan a afirmar que la edad de iniciación a veces es inferior a los 10 años. «Casualmente, la mayoría empieza con una escopetita como la que causó las heridas al nieto del rey y después se pasan a calibres mayores como el 20, el 16 o el 12».
Pipe tiene ganas de ser mayor para cazar. De momento, tendrá que esperar y sobre todo recuperarse. Alguno de sus compañeros de 2º de la ESO en el Pilar tendrán que llevarle los deberes a casa. «No es buen estudiante, es travieso, a veces es agotador pero tiene buen corazón».
Dicen que precisamente la escopeta era uno de los regalos que había pedido Froilán por su 14 cumpleaños que celebrará el próximo 17 de julio. «Tiene mucha afición a la caza porque ha acompañado varias veces a su madre y a su abuelo al puesto. La verdad es que como a todos los chicos de su entorno, le encanta todo lo relacionado con ese mundo, pero a él le gusta especialmente, porque desde pequeñito, le pedía al rey que le enseñara las escopetas y rifles que guarda en Zarzuela. Y él, claro, feliz porque es el nieto con el que más sintonía siente».
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Con información de Consuelo Font, Marta Brañosera y Ángela Torres.
EL MUNDO LA OTRA CRÓNICA SÁBADO 14 ABRIL 2012
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