Casa principesca de Monaco
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El Príncipe Alberto De Mónaco Lleva Una Vida Increíblemente Lujosa
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Entrevista a Charlotte Casiraghi: "Con un libro nunca estás sola"
Evento: La Semana Philo comienza el lunes
La chaine des Rencontres Philosophiques de Monaco
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Charlène de Mónaco impacta vestida de gala y con grandes joyas, pero sin el príncipe Alberto
La princesa monegasca ha asistido a la entrega de los premios Nymphes D’Or en la clausura del 62º Festival de Televisión de Montecarlo. La ausencia de Alberto tiene una razón de peso.
POR VANITY FAIR
21 DE JUNIO DE 2023
Charlène de Mónaco ha impresionado en la ceremonia de entrega de los premios Nymphes D’Or del 62º Festival de Televisión de Montecarlo. Por su vestido largo de color azul marino sin mangas, con solapas que dejan escote en ‘V’ y efecto de voluminosa sobrefalda, diseño de Akris, y las grandes joyas con las que lo ha lucido: un juego de collar terminado en pico que logra realzar el escote de su traje, pendientes largos y una pulsera con diamantes y gemas de factura irregular blancas y amarillas. Un conjunto que llama la atención especialmente en un estilismo oscuro —su nuevo color de pelo incluido— como el que ha escogido la princesa monegasca para pisar, en solitario, sin el príncipe Alberto, la alfombra roja de esta gala celebrada en el Fórum Grimaldi. Supone la clausura de un festival que comenzó el 16 de junio y en cuya inauguración estuvo Alberto de Mónaco, algo lógico teniendo en cuenta que es el presidente de honor de un festival que creó su padre, el príncipe Rainiero III, en 1961, cinco años después de su boda con Grace Kelly.
En esta ocasión, la exnadadora ha representado a su marido y aunque es posible que hubiera preferido hacerlo con él seguramente no le habrá importado la ausencia del príncipe. Alberto de Mónaco ha volado a Nueva York acompañado por la princesa Estefanía y Camille Gottlieb para participar en una reunión de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar en la que ha expresado la necesidad de fortalecer la protección de la biodiversidad marina en alta mar. Un viaje que tiene lugar cuando se cumple el 30 aniversario de la incorporación de Mónaco en la ONU en el marco de las conmemoraciones del centenario del nacimiento de Rainiero.
Han acompañado a Charlène, como hace unos días lo hicieron con Alberto, Louis Ducreut y su mujer Marie Chevallier, que recientemente han sido padres de una niña, Victoire, la primera nieta de la princesa Estefanía.
https://www.revistavanityfair.es/articu ... television
La princesa monegasca ha asistido a la entrega de los premios Nymphes D’Or en la clausura del 62º Festival de Televisión de Montecarlo. La ausencia de Alberto tiene una razón de peso.
POR VANITY FAIR
21 DE JUNIO DE 2023
Charlène de Mónaco ha impresionado en la ceremonia de entrega de los premios Nymphes D’Or del 62º Festival de Televisión de Montecarlo. Por su vestido largo de color azul marino sin mangas, con solapas que dejan escote en ‘V’ y efecto de voluminosa sobrefalda, diseño de Akris, y las grandes joyas con las que lo ha lucido: un juego de collar terminado en pico que logra realzar el escote de su traje, pendientes largos y una pulsera con diamantes y gemas de factura irregular blancas y amarillas. Un conjunto que llama la atención especialmente en un estilismo oscuro —su nuevo color de pelo incluido— como el que ha escogido la princesa monegasca para pisar, en solitario, sin el príncipe Alberto, la alfombra roja de esta gala celebrada en el Fórum Grimaldi. Supone la clausura de un festival que comenzó el 16 de junio y en cuya inauguración estuvo Alberto de Mónaco, algo lógico teniendo en cuenta que es el presidente de honor de un festival que creó su padre, el príncipe Rainiero III, en 1961, cinco años después de su boda con Grace Kelly.
En esta ocasión, la exnadadora ha representado a su marido y aunque es posible que hubiera preferido hacerlo con él seguramente no le habrá importado la ausencia del príncipe. Alberto de Mónaco ha volado a Nueva York acompañado por la princesa Estefanía y Camille Gottlieb para participar en una reunión de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar en la que ha expresado la necesidad de fortalecer la protección de la biodiversidad marina en alta mar. Un viaje que tiene lugar cuando se cumple el 30 aniversario de la incorporación de Mónaco en la ONU en el marco de las conmemoraciones del centenario del nacimiento de Rainiero.
Han acompañado a Charlène, como hace unos días lo hicieron con Alberto, Louis Ducreut y su mujer Marie Chevallier, que recientemente han sido padres de una niña, Victoire, la primera nieta de la princesa Estefanía.
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REALEZA
45 años de la boda de Carolina de Mónaco (vestida de Dior, como su madre) y Philippe Junot, el playboy sin título nobiliario coronado como el emperador de la noche
El padre de la novia, el príncipe Rainiero III, estaba radicalmente en contra del enlace y no se quitó las gafas de sol.
A pesar de la oposición paterna, el 28 de junio de 1978, cumplidos los 21 inviernos, Carolina de Mónaco se salió con la suya convirtiendo al playboy francés Philippe Junot, 17 años mayor que ella, en su esposo. Sin título nobiliario, como su suegra cuando llegó al principado, había sido coronado en la Costa Azul como el emperador de la noche. Cuentan que aquel día de fingida alegría, el príncipe Rainiero III, en los zapatos del padre de la novia, le confesó a Tessa de Baviera: “No me felicites, mejor dame el pésame”.
Aún conscientes de que aquel matrimonio no sobreviviría más de lo que duró (un par de años) los Grimaldi festejaron aquel primer casorio de su primogénita como si fuese a ser el único y para toda la vida. Si bien la tarde anterior los enamorados contrajeron matrimonio civil en una ceremonia íntima que la madre de la protagonista, Grace Kelly, se encargó de negociar como exclusiva con un colega fotógrafo, la mañana de la misa católica, celebrada en el patio del palacio principal, los tortolitos se dejaron ver por las calles de Mónaco para dicha de los más de 5.000 curiosos allí congregados.
Gracias a este paseo, los vecinos pudieron contemplar de cerca los bordados florares del vestido de novia, sin cola, firmado por Marc Bohan para Dior. Un sencillo modelo blanco de corte princesa con escote recto y tirantes espagueti cubierto por un tejido semitransparente que realmente dibujaba la silueta del cuerpo con cuello redondo y mangas mariposa. Carolina llevaba el pelo recogido en un moño bajo que permaneció oculto bajo un velo corto de tul naciente de un tocado confeccionado con flores de tela y detalles de cristal. Un adorno que a muchos les pareció que esbozaba, a su alteza serenísima, el mismo peinado de ensaimadas mallorquinas que caracteriza a la princesa Leia de la saga Star Wars. Como única joya eligió una cruz y como ramo uno de nardos. En 2019, cuando se casó su hija Carlota Casiraghi con Dimitri Rassam, algunos fieles de la princesa Carolina quisieron ver en el Giambattista Valli de inspiración romántica que lució la joven en la iglesia un homenaje al modelo nupcial de su madre de 1978.
El vaporoso atuendo elegido por Grace Kelly hace 45 años, con pamela a tono, no era muy distinto del de su hija; la cintura acentuada con un delgado cinturón dividía el cuerpo en dos partes. Una superior esculpida con un cuello redondo, oculto bajo un pañuelo colocado de tal manera que un extremo caía por el pecho y otro por la espalda, y mangas obispo, y una inferior tallada únicamente con un falda hasta casi tocar los tobillos esposados con unas sandalias níveas, como las medias. Tanto la pieza de arriba como la de abajo estaban atravesadas por unas jaretas horizontales. Sorprendió el color elegido por la exactriz, el amarillo, con fama de gafe en el mundillo de la interpretación. Tal vez no fue una decisión baladí. De su diseño se había ocupado también Bohan y de su confección los talleres de Dior. El parisino, que había trabajado para firmas como Robert Piguet, Edward Molyneux, Madeleine de Rauch o Jean Patou, entró en la división londinense de la maison pocos años antes de que le ofrecieran en 1961 sustituir como director creativo a Yves Saint Laurent, al que el Gobierno había llamado a filas.
Empleado durante 30 años, en 1989 fue, según la versión, invitado a salir con guante de seda o despedido con puño de hierro. La princesa Carolina de Mónaco no volvió a vestir la etiqueta de Christian Dior. Grace había fallecido siete años antes en un accidente de tráfico.
Sea como fuere, el creativo dejaba atrás tres décadas de elegantes diseños carentes de cualquier vocación provocadora aunque con un aire juvenil del que carecían el resto de modelos de alta costura. Hasta 1992 se distrajo en la firma Norman Hartnell, ligada a la familia real del Reino Unido desde que creó en los años treinta el estilo majestuoso de la reina madre, Isabel Bowes-Lyon, inspirándose en el de la reina Victoria y emperatriz de la India. Fuente a su vez de la que bebió Christian para concebir el New Look al que Dior debió su éxito.
https://www.revistavanityfair.es/articu ... ot-playboy
45 años de la boda de Carolina de Mónaco (vestida de Dior, como su madre) y Philippe Junot, el playboy sin título nobiliario coronado como el emperador de la noche
El padre de la novia, el príncipe Rainiero III, estaba radicalmente en contra del enlace y no se quitó las gafas de sol.
A pesar de la oposición paterna, el 28 de junio de 1978, cumplidos los 21 inviernos, Carolina de Mónaco se salió con la suya convirtiendo al playboy francés Philippe Junot, 17 años mayor que ella, en su esposo. Sin título nobiliario, como su suegra cuando llegó al principado, había sido coronado en la Costa Azul como el emperador de la noche. Cuentan que aquel día de fingida alegría, el príncipe Rainiero III, en los zapatos del padre de la novia, le confesó a Tessa de Baviera: “No me felicites, mejor dame el pésame”.
Aún conscientes de que aquel matrimonio no sobreviviría más de lo que duró (un par de años) los Grimaldi festejaron aquel primer casorio de su primogénita como si fuese a ser el único y para toda la vida. Si bien la tarde anterior los enamorados contrajeron matrimonio civil en una ceremonia íntima que la madre de la protagonista, Grace Kelly, se encargó de negociar como exclusiva con un colega fotógrafo, la mañana de la misa católica, celebrada en el patio del palacio principal, los tortolitos se dejaron ver por las calles de Mónaco para dicha de los más de 5.000 curiosos allí congregados.
Gracias a este paseo, los vecinos pudieron contemplar de cerca los bordados florares del vestido de novia, sin cola, firmado por Marc Bohan para Dior. Un sencillo modelo blanco de corte princesa con escote recto y tirantes espagueti cubierto por un tejido semitransparente que realmente dibujaba la silueta del cuerpo con cuello redondo y mangas mariposa. Carolina llevaba el pelo recogido en un moño bajo que permaneció oculto bajo un velo corto de tul naciente de un tocado confeccionado con flores de tela y detalles de cristal. Un adorno que a muchos les pareció que esbozaba, a su alteza serenísima, el mismo peinado de ensaimadas mallorquinas que caracteriza a la princesa Leia de la saga Star Wars. Como única joya eligió una cruz y como ramo uno de nardos. En 2019, cuando se casó su hija Carlota Casiraghi con Dimitri Rassam, algunos fieles de la princesa Carolina quisieron ver en el Giambattista Valli de inspiración romántica que lució la joven en la iglesia un homenaje al modelo nupcial de su madre de 1978.
El vaporoso atuendo elegido por Grace Kelly hace 45 años, con pamela a tono, no era muy distinto del de su hija; la cintura acentuada con un delgado cinturón dividía el cuerpo en dos partes. Una superior esculpida con un cuello redondo, oculto bajo un pañuelo colocado de tal manera que un extremo caía por el pecho y otro por la espalda, y mangas obispo, y una inferior tallada únicamente con un falda hasta casi tocar los tobillos esposados con unas sandalias níveas, como las medias. Tanto la pieza de arriba como la de abajo estaban atravesadas por unas jaretas horizontales. Sorprendió el color elegido por la exactriz, el amarillo, con fama de gafe en el mundillo de la interpretación. Tal vez no fue una decisión baladí. De su diseño se había ocupado también Bohan y de su confección los talleres de Dior. El parisino, que había trabajado para firmas como Robert Piguet, Edward Molyneux, Madeleine de Rauch o Jean Patou, entró en la división londinense de la maison pocos años antes de que le ofrecieran en 1961 sustituir como director creativo a Yves Saint Laurent, al que el Gobierno había llamado a filas.
Empleado durante 30 años, en 1989 fue, según la versión, invitado a salir con guante de seda o despedido con puño de hierro. La princesa Carolina de Mónaco no volvió a vestir la etiqueta de Christian Dior. Grace había fallecido siete años antes en un accidente de tráfico.
Sea como fuere, el creativo dejaba atrás tres décadas de elegantes diseños carentes de cualquier vocación provocadora aunque con un aire juvenil del que carecían el resto de modelos de alta costura. Hasta 1992 se distrajo en la firma Norman Hartnell, ligada a la familia real del Reino Unido desde que creó en los años treinta el estilo majestuoso de la reina madre, Isabel Bowes-Lyon, inspirándose en el de la reina Victoria y emperatriz de la India. Fuente a su vez de la que bebió Christian para concebir el New Look al que Dior debió su éxito.
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Charlene de Mónaco y Camille Gottlieb: protagonistas del baile De la Cruz Roja
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Señales De Que El Matrimonio Del Príncipe Alberto Y La Princesa Charlene Está En Crisis
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Mónaco, intimidad y poder
Establecido durante siglos por la dinastía Grimaldi, el Palacio del Príncipe de Mónaco es un lugar de leyenda. El estatus mítico de la residencia fue cimentado por la ilustre unión de un Príncipe y una estrella de Hollywood cuando Rainiero III se casó con Grace Kelly. Si bien la imagen de la pareja icónica continúa aquí, el futuro de la dinastía ha sido asegurado por su hijo, el Príncipe Alberto II.
A pesar de rechazar numerosas solicitudes a lo largo de los años, el Príncipe Alberto II ha accedido excepcionalmente a que nuestras cámaras lo sigan. Lo acompañamos durante varios meses en sus funciones oficiales y en la vida cotidiana. También perfilamos el trabajo del equipo detrás del escenario, que gestiona los diversos proyectos del Príncipe.
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Alberto y Charlene de Mónaco formaron parte del lanzamiento del canal ’TV Mónaco’
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Charlène de Mónaco, en su última entrevista: “Me siento en plena forma, feliz y serena”
La princesa se sincera sobre su salud y sus hijos al diario Monaco Matin, y habla sobre cómo ella y el príncipe Alberto educan a los mellizos.
POR VANITY FAIR
13 DE SEPTIEMBRE DE 2023
Charlène de Mónaco asegura sentirse “en plena forma, feliz y serena”, esperando incorporar a sus caminatas “pronto” la natación “para recuperar un poco más de energía y sentirme más fuerte”. Palabras que la princesa ha pronunciado durante la entrevista concedida al diario Monaco Matin con las que tranquiliza, al menos, sobre su estado de salud. Parece ya totalmente recuperada de la infección y las sucesivas intervenciones quirúrgicas que durante medio año, en 2021, la mantuvieron en Sudáfrica sin poder regresar —porque no podía volar— a Mónaco.
A pesar de los rumores sobre la persistente crisis de matrimonio entre la ex nadadora olímpica y el heredero monegasco que han llegado a apuntar en los últimos tiempos que la sudafricana vive en Suiza, ella, en este entrevista, no se ha pronunciado. Fue, de hecho, hace unos días el príncipe Alberto quien tomó riendas sobre el asunto y al Corriere della Sera le confesó su hartazgo al respecto negando cualquier tipo de alejamiento entre ellos. “Charlène está siempre a mi lado", aseguró. "No entiendo todos estos rumores que me hacen daño, sobre ella viviendo en otra parte, en Suiza, encuentros con cita previa para vernos. Falsedades", rechazó. Reconoció nuevamente los problemas de Charlène en el pasado reciente pero, apuntó, están superados: "Charlène tuvo dificultades hace ya muchos meses, pero ahora gracias a Dios ha terminado. Ella me apoya al frente del Principado, luego no estamos las 24 horas del día pegados el uno al otro, también somos una pareja de trabajo y el trabajo a veces sólo nos permite vernos al final de una larga jornada llena de eventos”, aclaró.
Charlène concede esta entrevista el día en que sus hijos, los mellizos Jacques y Gabriella, vuelven al colegio y habla fundamentalmente de ellos. Con sus nuevos pantalones estampados de Etro y un sencillo jersey negro de manga larga y escote en pico, la princesa, que ha estrenado septiembre con una ajetreada agenda junto al príncipe Alberto —desde la inauguración de una televisión al tradicional pícnic del final del verano o un partido de rugby en el que ganó Sudáfrica y fue, para ella “un momento maravilloso”—, cuenta que este es el primer curso que los niños no están en la misma clase, lo que supone “un gran paso para ellos”. Emocionados por la vuelta al cole —y esperando ya las próximas vacaciones—, a sus 9 años muestran personalidades diferentes. Dice que Gabriella es “bastante espontánea, tiene cierta confianza”, mientras que Jacques “es muy reservado, pero muy observador”, algo que achaca al desarrollo de niños y niñas a esa edad.
En cuanto a la educación de los niños y cómo trasladan ella y el príncipe su espíritu deportivo —los dos han sido olímpicos— a sus hijos, explica que siendo pequeños los enseñaron a nadar para que “no tuvieran miedo al agua”, pero no les empujan a una práctica intensiva de ningún deporte, “es una elección muy exigente que requiere una formación constante”. Les dan espacio y libertad para que elijan qué disciplina prefieren y cómo realizarla. “Gabriella siente pasión por el baile hip-hop. Jacques practica taekwondo”, detalla. Lo importante, considera “es darles una buena educación, confianza en sí mismos y una infancia feliz” a pesar del “escrutinio público” al que están sujetos ya en la actualidad y del que son conscientes a pesar de que Alberto y Charlène tratan de que lleven una vida lo más normal posible, “como cualquier niño de su edad”.
La princesa ha recordado su propia infancia en Zimbabwue y sus comienzos en el agua. Siempre le ha encantado nadar, “saltaba a la piscina con mi perro”, ha rememorado. Pero no solo desde una perspectiva lúdica: desde niña soñaba son ser “la mejor nadadora del mundo”, quizá influenciada por su madre, buceadora, que fue quien la enseñó a nadar y a quien siempre la escuchaba decir “lo mucho que le hubiera gustado participar en los Juegos Olímpicos. No pudo hacer realidad su sueño”, que “se convirtió en el mío durante mi infancia: el de participar en los Juegos Olímpicos, de ganar una medalla. Mis padres me apoyaron en este proyecto, que implicó grandes sacrificios para mí y para mi familia”.
Laureada nadadora —ganó varias medallas en los Juegos Africanos de 1999 en Johannesburgo y en los Juegos de la Commonwealth de 2004—, recaló en Mónaco en el año 2000 para participar en un campeonato en el que se llevó el oro de su categoría —200 metros espalda— y conoció al presidente del certamen: el príncipe con el que acabaría casándose en 2011, convirtiéndose en princesa y madre de los herederos. Antes de la boda ya se publicó que Charlène había querido irse de Mónaco. Tres veces. Pero, contaron, que le quitaron el pasaporte y pronunció, entre lágrimas, el ‘sí, quiero’ vestida de Giorgio Armani.
https://www.revistavanityfair.es/articu ... z-y-serena
La princesa se sincera sobre su salud y sus hijos al diario Monaco Matin, y habla sobre cómo ella y el príncipe Alberto educan a los mellizos.
POR VANITY FAIR
13 DE SEPTIEMBRE DE 2023
Charlène de Mónaco asegura sentirse “en plena forma, feliz y serena”, esperando incorporar a sus caminatas “pronto” la natación “para recuperar un poco más de energía y sentirme más fuerte”. Palabras que la princesa ha pronunciado durante la entrevista concedida al diario Monaco Matin con las que tranquiliza, al menos, sobre su estado de salud. Parece ya totalmente recuperada de la infección y las sucesivas intervenciones quirúrgicas que durante medio año, en 2021, la mantuvieron en Sudáfrica sin poder regresar —porque no podía volar— a Mónaco.
A pesar de los rumores sobre la persistente crisis de matrimonio entre la ex nadadora olímpica y el heredero monegasco que han llegado a apuntar en los últimos tiempos que la sudafricana vive en Suiza, ella, en este entrevista, no se ha pronunciado. Fue, de hecho, hace unos días el príncipe Alberto quien tomó riendas sobre el asunto y al Corriere della Sera le confesó su hartazgo al respecto negando cualquier tipo de alejamiento entre ellos. “Charlène está siempre a mi lado", aseguró. "No entiendo todos estos rumores que me hacen daño, sobre ella viviendo en otra parte, en Suiza, encuentros con cita previa para vernos. Falsedades", rechazó. Reconoció nuevamente los problemas de Charlène en el pasado reciente pero, apuntó, están superados: "Charlène tuvo dificultades hace ya muchos meses, pero ahora gracias a Dios ha terminado. Ella me apoya al frente del Principado, luego no estamos las 24 horas del día pegados el uno al otro, también somos una pareja de trabajo y el trabajo a veces sólo nos permite vernos al final de una larga jornada llena de eventos”, aclaró.
Charlène concede esta entrevista el día en que sus hijos, los mellizos Jacques y Gabriella, vuelven al colegio y habla fundamentalmente de ellos. Con sus nuevos pantalones estampados de Etro y un sencillo jersey negro de manga larga y escote en pico, la princesa, que ha estrenado septiembre con una ajetreada agenda junto al príncipe Alberto —desde la inauguración de una televisión al tradicional pícnic del final del verano o un partido de rugby en el que ganó Sudáfrica y fue, para ella “un momento maravilloso”—, cuenta que este es el primer curso que los niños no están en la misma clase, lo que supone “un gran paso para ellos”. Emocionados por la vuelta al cole —y esperando ya las próximas vacaciones—, a sus 9 años muestran personalidades diferentes. Dice que Gabriella es “bastante espontánea, tiene cierta confianza”, mientras que Jacques “es muy reservado, pero muy observador”, algo que achaca al desarrollo de niños y niñas a esa edad.
En cuanto a la educación de los niños y cómo trasladan ella y el príncipe su espíritu deportivo —los dos han sido olímpicos— a sus hijos, explica que siendo pequeños los enseñaron a nadar para que “no tuvieran miedo al agua”, pero no les empujan a una práctica intensiva de ningún deporte, “es una elección muy exigente que requiere una formación constante”. Les dan espacio y libertad para que elijan qué disciplina prefieren y cómo realizarla. “Gabriella siente pasión por el baile hip-hop. Jacques practica taekwondo”, detalla. Lo importante, considera “es darles una buena educación, confianza en sí mismos y una infancia feliz” a pesar del “escrutinio público” al que están sujetos ya en la actualidad y del que son conscientes a pesar de que Alberto y Charlène tratan de que lleven una vida lo más normal posible, “como cualquier niño de su edad”.
La princesa ha recordado su propia infancia en Zimbabwue y sus comienzos en el agua. Siempre le ha encantado nadar, “saltaba a la piscina con mi perro”, ha rememorado. Pero no solo desde una perspectiva lúdica: desde niña soñaba son ser “la mejor nadadora del mundo”, quizá influenciada por su madre, buceadora, que fue quien la enseñó a nadar y a quien siempre la escuchaba decir “lo mucho que le hubiera gustado participar en los Juegos Olímpicos. No pudo hacer realidad su sueño”, que “se convirtió en el mío durante mi infancia: el de participar en los Juegos Olímpicos, de ganar una medalla. Mis padres me apoyaron en este proyecto, que implicó grandes sacrificios para mí y para mi familia”.
Laureada nadadora —ganó varias medallas en los Juegos Africanos de 1999 en Johannesburgo y en los Juegos de la Commonwealth de 2004—, recaló en Mónaco en el año 2000 para participar en un campeonato en el que se llevó el oro de su categoría —200 metros espalda— y conoció al presidente del certamen: el príncipe con el que acabaría casándose en 2011, convirtiéndose en princesa y madre de los herederos. Antes de la boda ya se publicó que Charlène había querido irse de Mónaco. Tres veces. Pero, contaron, que le quitaron el pasaporte y pronunció, entre lágrimas, el ‘sí, quiero’ vestida de Giorgio Armani.
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Charlotte Casiraghi, Carolina de Mónaco y Carole Bouquet en la gala AMADE de Mónaco
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Por Qué Charlene Y El Príncipe Alberto De Mónaco Aún No Se Han Separado
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Alexandre Grimaldi explica la buena relación que tiene con su padre y Estefanía de Mónaco