Juan Carlos y Sofía. Retrato de un matrimonio
Juan Carlos y Sofía. Retrato de un matrimonio
La Reina Sofía, derroche de elegancia en una noche musical con su hermana Irene de Grecia
Juan Carlos y Sofía. Retrato de un matrimonio
La Reina Sofía da una nueva lección de elegancia
Juan Carlos y Sofía. Retrato de un matrimonio
El Rey Felipe, cariñoso y pendiente de don Juan Carlos en su reencuentro en Londres
Juan Carlos y Sofía. Retrato de un matrimonio
La princesa Sofía junto a sus padres, los reyes Pablo y Federica.
PABLO DE GRECIA
EL HOMBRE POR EL QUE LA REINA SOFÍA DEJÓ DE COMER CARNE
Su padre es el hombre que más influencia ha ejercido sobre la Reina Sofía. Su fallecimiento, hace seis décadas a los 46 años, dejó devastada a su primogénita, que se hizo vegetariana en su lecho de muerte. Gracias a él tuvo una idílica infancia que aún recuerda.
CONSUELO FONT
SEGURAMENTE, EN EL desmedido amor que siente la Reina Sofía por Don Felipe tenga mucho que ver que le recuerda a su padre, el rey Pablo de Grecia, el hombre que más influencia ha ejercido sobre la Emérita. Aunque el monarca nació cuatro años después de la muerte de su abuelo, dicen que ha heredado de él su carácter apacible y mesurado, su austeridad y su afán por lograr formar una familia unida.
Pablo de Grecia compartía con su primogénita su amor por la cultura y la música, especialmente por su pieza favorita, La pasión según San Mateo, de Bach, que Doña Sofía es capaz de escuchar hasta cinco veces seguidas. Su padre la definía como “lo más grande que se ha escrito”, por lo que pidió oírla mientras se despedía de este mundo el 6 de marzo de 1964, con solo 46 años.
Padecía un cáncer de estómago del que había sido operado de urgencia días antes y, a pesar de los dolores que sufría, se negó a que los médicos le administraran tranquilizantes porque quería estar consciente hasta el final. En su lecho de muerte su hija Sofía, destrozada de dolor, hizo la promesa de no volver a comer carne, adoptando a partir de entonces la dieta ovolactovegetariana
Nacido el 1 de diciembre de 1901, Palo, como le apodaban en familia, no parecía tener opción de reinar, pues era el tercero de los varones del rey Constantino de Grecia y la princesa Sofía de Prusia, hermana del kaiser, y por delante iban sus hermanos Alejandro y Jorge. Eso hizo que se marchara a Alemania para alistarse en la Marina imperial y posteriormente lograra un empleo en Inglaterra como mecánico de motores en la firma Armstrong, bajo el seudónimo de Paul Beck.
Los avatares que en el siglo XX sufrió la dinastía griega, con las dos guerras mundiales, en que sucesivamente perdieron y recuperaron el trono e incluso estuvieron exiliados en Egipto y Sudáfrica, unidos a las inesperadas muertes de sus hermanos mayores, Alejandro y Jorge, llevaron al trono griego a Pablo tras la II Guerra mundial.
El flamante monarca se había casado en enero de 1938 con Federica de Hannover, 20 años más joven y todo un carácter, a la que todas las primaveras regalaba la primera orquídea salvaje que brotaba en el campo. De origen alemán e hija del duque de Brunswik, de su unión nacieron Sofía, Constantino, que sería el último monarca griego, e Irene. Durante la II Guerra Mundial, Alemania e Italia invadieron Grecia y los miembros de la familia real tuvieron que escapar a Sudáfrica. Pronto Pablo tuvo que abandonar a su mujer e hijos en el país africano para liderar desde Inglaterra al Ejército griego junto a su hermano, el rey Jorge II, que fallecería inesperadamente de un ataque al corazón en 1947. Cuando Pablo ascendió al trono tuvo que enfrentarse a la reconstrucción de un país asolado por la contienda y a la amenaza de caer en la órbita del bloque soviético, del que ya formaban parte las repúblicas limítrofes.
Los reyes Pablo y Federica con sus tres hijos en Tatoi.
ARMONÍA FAMILIAR
Pese a ello, siempre trató de evitar que los graves problemas de su reinado repercutieran en su armonía familiar. Excelente padre, nunca perdió la costumbre de reunir cada velada a sus tres hijos alrededor de la chimenea de su residencia de Tatoi para leerles leyendas mitológicas griegas. También escuchaban música clásica, pues había ideado una especie de hilo musical para que sonara en todas las habitaciones de Tatoi, que más que un palacio, era una enorme finca rodeada de bosque en las afueras de Atenas. De ahí los bonitos recuerdos que Doña Sofía tiene de su infancia, donde creció en una familia bien avenida, y su gran frustración por no haber logrado esa armonía en su matrimonio con el Rey Juan Carlos.
Muy culto, ademas de gran melómano y virtuoso del piano, Pablo de Grecia era un profundo conocedor de la filosofía de Platón, del que llegó a escribir un tratado. Pese a la afición por las joyas de su mujer, la reina Federica, mucho más explosiva de carácter que su marido y a quien el socialista Karamanlis reprochaba su afición por el lujo, el monarca era un hombre austero que viajaba por el Mediterráneo en un buque de guerra, pues decidió prescindir del yate real.
Su temprana muerte fue una tragedia para sus tres hijos, especialmente para Doña Sofía, casada desde 1962 con Don Juan Carlos y reina de España. Su recuerdo ha estado siempre presente hasta el punto de que cada año, por su aniversario, sus hijos y nietos acuden al mausoleo real de Tatoi, ubicado a los pies del monte Parnés, donde, entre otros monarcas griegos, están enterrados el rey Pablo, la reina Federica, y ahora también Constantino, fallecido en enero de 2023.
EL MUNDO / SÁBADO 2 DE MARZO DE 2024
Juan Carlos y Sofía. Retrato de un matrimonio
S.M. la Reina Doña Sofía recibe la Medalla de Oro de la Comunidad Autónoma de las Illes Balears
Doña Sofía, ha recibido de manos de la presidenta de las Illes Balears, Marga Prohens, la Medalla de Oro, máxima distinción de la Comunidad Autónoma, por su estrecha vinculación y su compromiso y colaboración con diferentes entidades del ámbito social de las Illes Balears.
Juan Carlos y Sofía. Retrato de un matrimonio
50 años lleva la tía en España y de hablar español ni papa
Juan Carlos y Sofía. Retrato de un matrimonio
Ya hay fecha prevista de vuelta del Emérito a Sanxenxo
Juan Carlos y Sofía. Retrato de un matrimonio
Doña Sofía agradece la Medalla de las Islas Baleares.
DOÑA SOFÍA
UNA INJUSTA CRÍTICA QUE LE DUELE A LA REINA EMÉRITA
Las dificultades de la madre de Felipe VI para leer su último discurso avivan viejas polémicas sobre su conocimiento del español y su interés por este país.
EDUARDO ÁLVAREZ
"ES UNA SOLEDAD del alma tan terrible no entender una lengua, estar sola en un país sin comprender su idioma”. Esta declaración de pesar se le atribuye a la reina Victoria Eugenia de Battenberg, esposa de Alfonso XIII. La inglesa llegó a nuestro país en 1906 sin saber ni papa de español. Tardaría su tiempo en ser capaz de enterarse de lo que la Corte decía sobre ella en la lengua de Cervantes, casi todas cosas que no serían precisamente del agrado de sus oídos.
Otro tanto se podría decir le sucedió a la princesa Sofía de Grecia cuando se casó con el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, el hijo de los Barcelona, en 1962. Tampoco sabía ella una palabra de español en el momento en el que se anunció el enlace. Pero la hija de los reyes helenos tuvo bien claro desde el principio que debía esforzarse al máximo, y en el menor tiempo posible, por familiarizarse con el idioma de la que iba a convertirse en su nueva patria.
Viene todo esto a cuento por las críticas bastante injustas que Doña Sofía recibía días atrás por el discurso que pronunció con motivo del recibimiento de la Medalla de Oro de las Islas Baleares. A la madre de Felipe VI probablemente no le afectaron los dardos en general de los tuiteros, consciente de que hoy las redes son ese inmenso patio de vecinos donde disfrutamos despellejándonos a gusto. Pero a la Reina Sofía sí le habría dolido, como ha podido saber LOC, que algunos destacados generadores de opinión hayan aprovechado la polémica para insinuar que su mal castellano confirmaría su escaso interés por el país del que ha sido Consorte durante casi cuatro décadas.
“Quiero agradecer la honra que supone para mí este galardón”, empezó diciendo una Doña Sofía a la que se le notó muy incómoda ante el atril en el que leyó un breve discurso frente a las autoridades autonómicas. Se tropezó con varias palabras y tuvo verdaderas dificultades para seguir lo que ponía en el folio. Y ello hizo que de inmediato muchos salieran en tromba para decir categóricos que “la persona que fue Reina de España 40 años no sabe español”.
La Reina Letizia en su intervención por el Día de las Enfermedades Raras.
MIEDO ESCÉNICO
Pero no es esa la realidad. La esposa de Juan Carlos I, a pesar del papel institucional que ha asumido a lo largo de su vida, siempre ha tenido bastante miedo escénico, esto es, se ha caracterizado por ponerse muy nerviosa cuando le tocaba hablar en público. Sus alocuciones han sido bastante escasas, de hecho, a lo largo del tiempo. Y la nula fluidez en su oratoria, la incapacidad para improvisar y la tensión al tener que enfrentarse a un auditorio lógicamente se ven agudizados por su avanzada edad. Cómo no recordar, en este contexto, la agónica lectura del discurso de Don Juan Carlos en la Pascua Militar de 2014, pocos meses antes de su abdicación, en la que él sufrió tanto con sus titubeos como quienes le escuchaban sin saber dónde mirar.
Doña Sofía creció hablando fundamentalmente inglés y alemán, que eran las lenguas en las que se comunicaba la familia de puertas adentro. Son sus idiomas naturales, y no es ningún secreto que sus conversaciones más habituales sean en la jerga de Shakespeare. Incluso el aprendizaje del griego llegaría más tarde. Pero por supuesto que conoce el español, aunque nunca haya sido capaz de expresarse sin un fuerte acento extranjero. Y para su satisfacción personal se preocupó de dominar la ortografía.
Lo que nunca cultivó la hoy Emérita fue la oratoria, la expresividad, la naturalidad al hablar en público. Entre otras razones porque éstas son cualidades que hasta tiempos bien próximos no se ponían en valor entre los miembros de la realeza, por considerarse innecesarios, máxime cuando se trataba no del titular de la Corona, sino de su consorte. No es ninguna excepción en este sentido Doña Sofía entre los miembros de la realeza de su generación.
Nada que ver con la exigencia en este terreno que hoy tienen todos los integrantes de las familias reales. Y si todas las comparaciones son odiosas, en este caso cualquier paralelismo entre las habilidades comunicativas de Doña Sofía y su nuera la Reina Letizia resulta tan injusto como absurdo. La esposa de Felipe VI es una profesional del periodismo, y en concreto de los medios audiovisuales. Y bueno es que su capacidad de oratoria se explote justamente para reforzar su rol e incrementar su proyección como Consorte. Su brillante discurso sobre las enfermedades raras, una de las causas con las que más comprometida está, recibió una catarata de elogios. Algo similar a lo que ocurrió con su intervención para felicitar al programa de TVE Informe Semanal por sus 50 años de emisión. En realidad, Doña Letizia lleva ya mucho tiempo soltándose en actos públicos en los que puede ejercer sin disimulo de Reina periodista.
EL MUNDO / SÁBADO 9 DE MARZO DE 2024
Juan Carlos y Sofía. Retrato de un matrimonio
El rey Juan Carlos I aterriza en Vigo y llega a casa de su íntimo amigo Pedro Campos
Juan Carlos y Sofía. Retrato de un matrimonio
El Rey Juan Carlos, su anécdota con un perrito ante la divertida mirada de la infanta Elena
Juan Carlos y Sofía. Retrato de un matrimonio
El Rey Juan Carlos junto a Inés Muiños y la Infanta Elena ayer, en el puerto de Sanxenxo.
JUAN CARLOS I
CADA VEZ MÁS CERCA DE GINEBRA Y MENOS EN EMIRATOS
El Emérito pasa cada vez más tiempo en la ciudad suiza donde vivió parte de su infancia. Se ha cansado de Abu Dhabi y piensa que ese destino es más operativo.
MARINA PINA
JUAN CARLOS I VOLVIÓ A la mar, como patrón del Bribón, tras unos meses parado por la suspensión de las regatas en invierno. El padre de Felipe VI llegó a Sanxenxo el pasado miércoles y ayer se lanzó al Atlántico. El Emérito llegó al pantalán del Real Club Náutico acompañado por su amigo Pedro Campos, por la Infanta Doña Elena y por Inés Muiños, esposa del armador catalán José Cusí, uno de los amigos más queridos por Don Juan Carlos y quien ha financiado todos los Bribón en los que ha navegado el Emérito. Incluido este último, de la categoría 6 metros, con el que este sábado comenzará la primera de las regatas preparatorias para el Campeonato Mundial de Vela InterRías que se celebrará en Sanxenxo entre agosto y septiembre.
Es la octava visita del padre de Felipe VI a España desde que abandonó el país en agosto de 2020. Entonces, Don Juan Carlos es instaló en Abu Dhabi. Allí, el Rey Emérito goza de la hospitalidad de los Al Nahayan y de un clima benigno en invierno. No sólo eso, sino que en el Golfo puede escapar de los problemas que le obligaron a abandonar España: el Fisco. Allí, con unas condiciones fiscales mucho más ventajosas, Don Juan Carlos debe, además, dar menos explicaciones que en el país en el que reinó durante 38 años.
Sin embargo, en los últimos meses Juan Carlos I se ha cansado del reino árabe. El Emérito considera que vive en una jaula de oro, con todo tipo de lujos y despligues, pero poco operativa para la vida internacional que le gusta llevar. Porque el núcleo duro de sus amistades sigue residiendo en Europa y, vivir en Abu Dhabi le separa un mínimo de cinco horas de planes por el Viejo Continente.
Son vuelos en avión privado, pero largos y que ya a su edad le cansan. Es por ello que desde hace tiempo Don Juan Carlos pasa cada vez más semanas en Ginebra. Un lugar que cubre como Abu Dhabi sus necesidades fiscales, pero que está a una hora de avión de la Península Ibérica. Además, es un lugar familiar para el padre de Felipe VI.
El Emérito conoce la ciudad suiza desde su primera infancia. Allí se marcharon los Condes de Barcelona cuando estalló la II Guerra Mundial. En Vielle Fontaine, la residencia de su abuela, la reina Victoria Eugenia, se forjaron los primeros recuerdos del Rey Padre. Que también residió un año allí en su adolescencia, cuando se quedó con la mujer de Alfonso XIII mientras el resto de su familia permanecía en Estoril. En la actualidad, Don Juan Carlos tiene todavía grandes vínculos familiares y de amistad.
El padre del Jefe del Estado mantiene su trato de confidente con el Aga Khan, líder espiritual de los ismaelitas y una de las principales fortunas de Suiza. Él fue quien buscó trabajo a la Infanta Cristina en la ciudad y quien le mantiene a sueldo.
De hecho, Don Juan Carlos pasó la Navidad con su hija Cristina y con Doña Elena en Ginebra este año. Allí también se reunió con sus sobrinas Torlonia, antes de la celebración en Roma del 80 cumpleaños de Olimpia, a la que Juan Carlos I no acudió. En Ginebra, el Emérito también se puede reunir con Marta Gayá, quien pasa la mayor parte del tiempo en la casa que tiene en la estación de esquí de Gstaad. Juan Carlos I conoce esa vivienda y ha estado en numerosas ocasiones en ella.
Juan Carlos I llega a Vigo desde Vitoria.
COMODIDAD
La prueba de que Juan Carlos I pasa cada vez más tiempo en Ginebra se deduce analizando sus visitas a España. Si en las primeras siempre tomaba un avión desde Abu Dhabi para venir, desde otoño los viajes siempre parten desde Suiza. Desde allí voló para asisitir el pasado 31 de octubre al cumpleaños por la mayoría de edad de la Princesa Leonor. Una vez celebrada la fiesta, tomó otro vuelo rumbo a Londres. También para acudir al 60 cumpleaños de la Infanta Elena, el pasado 20 de diciembre, llegó desde Ginebra, a donde regresó después junto a la Infanta Cristina. Lo mismo pasó en febrero para acudir al funeral en memoria de Constantino de los helenos en Windsor y, por último, este miércoles, cuando voló de Ginebra a Vitoria en apenas una hora y diez minutos.
Estar en el centro de Europa le permite, en definitiva, ganar en libertad para visitar a sus amigos repartidos por Europa. Las fuentes consultadas por LOC aseguran que será desde Ginebra desde donde partirán los aviones de Vistajet en sus próximas visitas a España. Don Juan Carlos, además de la practicidad, busca alejarse en primavera y verano de las altas temperaturas de Abu Dhabi, y Ginebra parece el lugar oportuno. Sin embargo, mientras no lo comunique oficialmente, para Zarzuela siguen vigentes las condiciones de la última carta que envió a Felipe VI. En ella, el Emérito le comunicaba que fijaba su residencia fiscal en Abu Dhabi y que visitaría con frecuencia España. También, que viviría los últimos años con privacidad y discreción.
EL MUNDO / SÁBADO 16 DE MARZO DE 2024
Juan Carlos y Sofía. Retrato de un matrimonio
El rey Juan Carlos exprime su viaje a Sanxenxo y sale a cenar con amigos y la infanta Elena
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El Rey Juan Carlos I: la cara de felicidad al salir a navegar a bordo del 'Bribón'
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La reina Sofía, en el desembarco del Cristo de la Buena Muerte, saluda cariñosa a Antonio Banderas