UN LIBRO FIABLE SOBRE EL 23-F

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LIBRERO

UN LIBRO FIABLE SOBRE EL 23-F

Mensajepor LIBRERO » Mar 31 Ene, 2006 3:49 am

El helicóptero de Miláns, guardias “en La Moncloa”: anécdotas e incógnitas del 23-F en la presentación de un libro

Miláns del Bosch salió de prisión para un asunto familiar. El piloto del helicóptero militar que le trasladó fue elegido con mucho cuidado. Lo relató José Bono en la presentación del libro de Oneto sobre el 23-F.


El ministro de Defensa desveló lo que le había contado recientemente un general en activo. Estando Miláns del Bosch en prisión, cumpliendo condena por el intento golpista del 23 F, se le concedió un permiso por un asunto familiar. El traslado se realizó en helicóptero, y el piloto era el hoy general interlocutor de Bono, que le comentó: “El que me encomendó a mí el traslado, sabía bien que yo no le iba a llevar a Portugal”. O sea, que no iba a dejarlo en libertad.


Lo explicó el titular de Defensa para argumentar que el golpe fracasó también por los militares de entonces. Porque había miembros del Ejército que eran más sensatos y pacientes que quienes proponían otras actuaciones. El ruido —añadió- no hay que buscarlo en los cuarteles, sino en lo que llega de fuera a los cuarteles. Por cierto que Bono se salió del Consejo de Ministros, antes de terminar la reunión, para poder asistir al acto.


La presentación del libro de José Oneto “La historia no contada del 23-F” ofreció algunos perfiles novedosos y anécdotas interesantes.


-El acto se celebró en el Congreso de los Diputados, escenario de la acción protagonizada por Tejero, aunque no en el edificio viejo, sino en la nueva ampliación recién estrenada, el inmueble al otro lado de la calle. Y en un salón de actos habilitado allí. Todo con permiso de Manuel Marín.


-Los presentaron Antonio Morillo (diputado de UCD entonces y uno de los que pasaron la noche en el hemiciclo), Sabino Fernández Campo y José Bono. Entre los asistentes, Francisco Laína, que en aquellas horas presidió la comisión de secretarios de Estado y subsecretarios, convertida en “Gobierno provisional”; Santiago Carrillo, Fernando Gutiérrez (entonces, jefe de prensa de la Casa del Rey), Miguel Ángel Aguilar, Manuel Soriano... y bastantes personas del Ministerio de Defensa acompañando a Bono.


-Antonio Morillo, gaditano, de Vejer, amigo personal de Oneto, pensó la noche del golpe que -si las cosas empeoraban- su familia podría refugiarse en la casa de Oneto, en Cádiz, y el periodista a su vez había pensado que los suyos podrían esconderse en la de Morillo.


-Morillo, farmacéutico, tuvo que administrar “Cafinitrina” esa noche al diputado Sagaseta, que sufría palpitaciones. Y estuvo especialmente inquieto porque un cabo de la Guardia Civil no le quitaba ojo de encima. Cuando, además, se ofreció a acompañarle al servicio, se temió lo peor. Sin embargo, a solas el cabo le comento: “Don Antonio, le conozco de Vejer. Estuve destinado allí y usted me facilitó algunas medicinas cuando no podía pagarlas”. Morillo respiró tranquilo.


-Bono relató que, estando los de la Mesa tumbados en el suelo (él era secretario cuarto del Congreso), alguien comentó a los demás: “Hay que levantarse, porque Suárez y Carrillo están sentados”. Y otro replicó: “Sí, pero los últimos”.


-Se había acabado el tabaco a los miembros de la Mesa. Tanto, que Gómez Llorente llegó a fumar en su pipa tabaco “Celtas”. Como esa marca no era adecuada para el presidente, Landelino Lavilla (explicó que fumaba “Pall Mall” sin filtro), Bono se ofreció a ir a su despacho, donde guardaba un cartón de “Winston”. Logrado el permiso, se desplazó, con la compañía de un agente. Mientras buscaba en los cajones, el guardia civil, uno de los que ocupaba el Congreso, le pidió permiso: “¿Podría llamar por teléfono?”. Tras marcarle el número en el Satai, escuchó cómo hablaba con su mujer: “María, aquí estamos, en La Moncloa”.


-Esa noche se consumieron 207 botellas de licor en el Congreso, por los asaltantes.


-Lo contó también Bono. Un periódico sueco tituló así la noticia del 23-F: “Loco vestido de toreador asusta a los diputados”. Y mostró su perplejidad por una paradoja: según el libro, dos personas lo sabían todo sobre el golpe: Armada y el comandante Cortina. El primero fue condenado, el segundo quedó absuelto.


-Al día siguiente del golpe, cuando el Rey recibió en La Moncloa a la Mesa del Congreso, Bono le comentó: “Majestad, habéis hecho más por la Monarquía que todos vuestros antepasados juntos”.


-Contestó a una afirmación de Morillo, que habló de siglo y medio de la historia de España en los que los militares habían sojuzgado al pueblo, para responder que en numerosas ocasiones fueron militares quienes defendieron la libertad. Fue entonces cuando afirmó (recordando al New York Times) que los trogloditas no hay que buscarlos en los cuarteles.


-Sabino Fernández Campo, que confesó tener 88 años, explicó que ha leído todo lo que se ha publicado sobre el golpe pero sigue sin saber qué pasó. Es un rompecabezas —dijo- al que faltan muchas piezas y donde hay extremos sin aclarar.


-Afirmó que se sigue sintiendo militar, y destacó el principio de la disciplina que debe regir esa profesión. El 23-F fue una fecha funesta. Las Fuerzas Armadas salieron perjudicadas, pero más aún después, con el espectáculo del Consejo de Guerra, en el que hubo comportamientos “poco ejemplares”. Por contraste, recordó que en la intentona de Sanjurjo, éste se hizo responsable de todo, con gallardía.


-El Rey, que puso fin al golpe, hizo para ello uso de su autoridad moral. Fue un gran acierto evitar que se convirtiera en un conflicto militar, al mantener operativa a la autoridad civil, a través de los secretarios de Estado y subsecretarios.


-Acertó también el Rey cuando “paró” una declaración que había preparado en esas horas la Junta de Jefes de Estado Mayor anunciando que se hacía cargo de todos los poderes. Les convenció, y la declaración no se difundió.


-Reconoció que la famosa frase sobre Armada y la Zarzuela, “ni está ni se le espera”, la dijo sin especial trasfondo, y que se dio cuenta de que lo tenía cuando el general Juste, jefe de la División Acorazada, respondió: “¡Ah! Eso cambia mucho las cosas”.


-Fernández Campo destacó que le gusta hablar de la unidad y grandeza de la patria, palabras que hoy no se usan demasiado.


-Pepe Oneto recordó la famosa frase, “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”, para elogiar a personas como Francisco Laína, el general Gómez de Salazar (acababa de fallecer, presidió el Consejo de Guerra del 23-F), y a Adolfo Suárez, que “dimitió para evitar lo que no pudo evitar, y que ahora, al borde de la demencia, no se acuerda de nada, ni de que fue presidente del Gobierno”.




Martes, 31 de Enero de 2006

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el bueno

Mensajepor el bueno » Mar 31 Ene, 2006 4:17 am

Éste es el bueno:

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QUÉ VA

Mensajepor QUÉ VA » Mié 01 Feb, 2006 3:53 am

Ese es un conjunto de in fundios subjetivistas escritos por un enfemro mental, hay que decirlo así de claro. El de Oneto es bueno, informativo.

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punto

Mensajepor punto » Mié 01 Feb, 2006 7:29 am

La transición política española fue una transición excluyente. No es verdad que a todos los que habían estado en la resistencia la transición les pareciera bien. Ciertamente, la mayor parte de la resistencia al franquismo se acomodó rápidamente (excepto en Euskadi) a la nueva situación. Otros, los menos, quedaron fuera. Por ejemplo, entre quienes se habían jugado la vida entrando en la Unión Militar Democrática, algunos acabaron de diputados socialistas, otros fueron olvidados y dejados de lado. Por ejemplo, quienes intentaron reconstruir la CNT en Catalunya tuvieron inicialmente un cierto eco en su oposición al Pacto de la Moncloa (contra el que despotricamos en los Cuadernos de la última época). Pero la CNT casi desapareció tras el atentado a Scala en enero de 1978, en el que participó un agente provocador llamado Gambín, cuando Martín Villa (demócrata de toda la vida) era ministro del Interior.

El ninguneo social y político que recibió Pepe Martínez era esperado pero le dolió mucho, él había estado exilado treinta años, no tenía ya su vida profesional por delante. El había hecho algo notable por la cultura española y contra el franquismo. No se le reconoció en vida, no fuera que al salir en los diarios o en la tele dijera algo inconveniente. Ahora han pasado muchos años más desde su muerte y más aún desde que la editorial Ruedo Ibérico desapareció. Treinta años de retraso son ya muchos para que nadie se atreviera a recoger en nombre de Ruedo Ibérico premios de las autoridades estatales ni elogios de los monopolistas de la cultura. Premios o elogios que les laven la mala conciencia, si la tienen. Fraga (que como ministro de cultura franquista se molestaba mucho con Ruedo Ibérico) ganó su puesto en la transición política democrática española, nada menos que como fundador del PP, partido de gobierno. Ruedo Ibérico quedó fuera, excluidos de la transición. El caso Ruedo Ibérico es uno más tan sólo. Así fue. No tiene ya remedio.

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Joan Martínez Alier es catedrático de Economía e Historia Económica de la Universitat Autònoma de Barcelona. Miembro del Comité Científico de la Agencia Europea de Medio Ambiente y Presidente de la International Society for Ecological Economics

http://www.nodo50.org/reformaenserio/ar ... berico.htm

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punto

Mensajepor punto » Mié 01 Feb, 2006 7:31 am


27 de abril del 2004


Sociedades interpuestas, paraisos fiscales, empresas fraudulentas...

José García Abad

El Siglo

Manuel Prado y Colón de Carvajal, administrador privado de su Majestad el Rey de las Españas, ingresa en prisión



Manuel Prado y Colón de Carvajal, administrador privado del Rey durante dos décadas y su mejor amigo durante los tres últimos decenios, podría evitar la prisión muy fácilmente: simplemente devolviendo el dinero que cobró impropiamente de KIO, el complejo inversor del gobierno kuwaití.

En efecto, Prado tiene a su favor tres hechos importantes: 1º) Que la sentencia es relativamente leve: dos años de prisión. 2º) Su provecta edad, 73 años, y delicada salud y 3º) Que no tiene antecedentes penales.Pero para la Sala Primera de lo Penal que preside Siro García y para la jurisprudencia y la ejemplaridad social hay un imperativo insalvable: la devolución del dinero defraudado.

Prado parece dispuesto a todo antes de soltar los cerca de 5.000 millones de pesetas -unos 30 millones de euros- que debe pagar en esta primera pieza del macroproceso de KIO: 2.000 millones (unos 12 millones de euros) más los intereses que corren desde 1992. Su última argucia ha sido la de decirle al tribunal: cóbrenselo de los bienes que me han embargado que, según ustedes, son de mi propiedad.

La oferta tiene 'truco' y la sala de la Audiencia Nacional que tuvo que decidir sobre la ejecución de la sentencia del Tribunal Supremo, que está harta de tanta trapacería, no ha mordido el anzuelo; todos los bienes de Prado están encubiertos por una tela espesa, prácticamente impenetrable de sociedades interpuestas; tales sociedades están sometidas a un embargo precautorio en pieza aparte de responsabilidad civil cuya documentación abarca 15 tomos repletos y densos. Para hacerse con el patrimonio de Prado habría que desembarcar en cada una de las sociedades y proceder a una investigación minuciosa en un procedimiento largo y complicado a lo largo de muchos años, quizá más de los que alcanza la esperanza de vida de Prado. Los agentes judiciales se toparían con sociedades fantasma que intermedian a otras sociedades vaporosas cuyo origen se pierde en paraísos fiscales; chocarían con astutos administradores que no son empresarios sino avezados juristas aplicados a trabar la investigación.

Agotados todos sus cartuchos judiciales, Prado se ha valido del que le quedaba en la recámara: presentar un recurso de súplica. Pero la sala, harta de tan torticero proceder, ha citado al personaje aun antes de contestar a esta última petición suplicatoria que no impide el cumplimiento de la sentencia.

Culminado el 'caso Wardbase', sigue avanzando, sin prisa pero sin pausa, el caso Pincinco también inserto en el proceso KIO, pero que tiene mayor entidad, pues reclaman al administrador del Rey los 8.000 millones de pesetas defraudadas más otros 5.000 millones en concepto de intereses. La suma de ambos casos, Pincinco y Wardbase, cifra el dinero obtenido ilegalmente por Prado de la agencia kuwaití: 18.000 millones de pesetas -unos 108 millones de euros-.

Todo este asunto resulta muy enojoso para el Rey Juan Carlos, que ha mantenido con su administrador una estrecha amistad desde 1974. «Un amigo muy íntimo [...], el único en que podía depositar mi confianza» cuenta el Monarca a José Luis de Vilallonga al referirse a la misión que le confió para enviar un mensaje tranquilizador a Santiago Carrillo en vida o moribundia de Franco. Y la Reina le incluye entre las personas de la casa, con minúscula, según relata Doña Sofía a Pilar Urbano comentando los sucesos del 23-F: «Nos juntamos la familia, las personas de la casa, Mondéjar, Valenzuela, Sabino, Manolo Prado y algún otro amigo de mi marido».

Manuel Prado compartirá cárcel con otros dos amigos del Monarca que también se ocuparon de los intereses de éste: Mario Conde y Javier de la Rosa. La nómina de perseguidos por la Justicia incluye también a un personaje tan huidizo como Prado: el supuesto príncipe Tchokotoua. El Monarca, que dispone de tan privilegiada nariz, no parece aplicarla a la selección de sus amigos.

El otro jefe de la casa

Pero el caso Prado es mucho más embarazoso para el Monarca por su dilatada relación mercantil como administrador privado y socio en diversas iniciativas económicas, porque prácticamente vivía en palacio, donde zascandileaba como Pedro por su casa hasta el punto de que los funcionarios se referían a él como «el jefe de la Casa Bis». Prado sin embargo se califica a sí mismo como 'el perro del Rey'.

Estas circunstancias de amistad, entrega y sumisión total ante el Rey hacen muy turbadora la acusación de Javier de la Rosa, el hombre de KIO en España, de que los cien millones de dólares entregados al administrador privado del Rey estaban destinados al administrado para generar un buen ambiente para los intereses de la familia real kuwaití. ¿Utilizó Prado, su cercanía al Rey para embolsarse el dinero? Sea cuál fuera la respuesta correcta, lo cierto es que se ha generado una apariencia sumamente molesta para el Jefe del Estado.

Prado fue eliminado, por consideración del emir kuwaití hacia el Rey de España, de la lista de los que persigue la Corte Comercial de Londres en busca del dinero desaparecido, pero no ha podido evitar que Javier de la Rosa se defendiera de la acusación formulada por la agencia gubernamental del emirato de haberse apropiado de 100.000 millones de pesetas y de acumular unas pérdidas de 500.000 millones acusando al Monarca. JR asegura que parte de ese dinero fue utilizado para pagar servicios políticos a favor de la causa kuwaití. Argumenta Prado que los cien millones de dólares los cobró en concepto de asesoramiento, dictámenes, protocolos, gastos de comunicación etcétera, una justificación que recuerda las cuentas del Gran Capitán, cuando fue requerido a explicar sus gastos en la campaña de Flandes.

Prado se salvó de la Corte Comercial londinense a costa de implicar involuntaria pero imprudentemente a Juan Carlos I de España. No es que acusara al Monarca -en eso Prado es una tumba- sino que el Rey aparece en sus conversaciones telefónicas con importantes personalidades del emirato. Casualmente tales cintas aparecieron en el despacho de Javier de la Rosa, quien las utilizó para justificar la evaporación del dinero kuwaití.

Generoso JR

El 18 de diciembre de 2002 la Sección Primera de lo Penal de la Audiencia Nacional notificó la condena de cinco años y medio de prisión para Javier de la Rosa y dos años de cárcel para Manuel Prado y Colón de Carvajal por los delitos de apropiación indebida y falsedad documental por el abono a Wardbase, empresa fantasma de Prado, de cerca de 2.000 millones de pesetas procedentes de KIO, que posteriormente fueron a parar a una cuenta suiza del embajador. Se condenaba al sevillano de Quito a devolver dicha cantidad -12 millones de euros- al Grupo Torras, cabeza de KIO en España. Casi la totalidad de ese dinero, 1.900 millones de pesetas, tuvo como destino, según se prueba en la sentencia, una cuenta de Manuel Prado en Suiza. La sentencia fue confirmada por el Tribunal Supremo el pasado mes de febrero.

Todo empezó cuando Prado convence en 1987 al Monarca para que le releve de una misión comprometida: viajar a Kuwait para convencer al emir de que Javier de la Rosa no era la persona adecuada para representar a KIO en España, tal como Felipe González le había pedido al Rey. Semejante negativa, inédita en un personaje que nunca discutía los encargos de Don Juan Carlos, le reporta al sevillano de adopción el más profundo agradecimiento por parte del catalán, que le da participación en casi todos los negocios que emprende.

En octubre de 1990, cuando Kuwait es ocupado por Sadam Husein, Javier de la Rosa remite a Prado 80 millones de dólares a su cuenta en la Societé Generale de Banque (Sonegal) en Ginebra.Posteriormente De la Rosa le enviará 20 millones de dólares que completarían los 100 millones en cuestión.

El administrador del Rey se ve obligado a cumplir con la generosidad del catalán, que no sólo le ha asociado en sus pelotazos sino que se había tomado las mayores molestias para intimar con el san Pedro de la Zarzuela, el amo de todas las llaves de palacio: intentó hacerse con una finca en Huelva lindante con la suya y compró una caseta en la Feria de Sevilla para alternar con el jefe de la Casa bis de Su Majestad.

Cuando en 1991, tras la Guerra del Golfo se desencadena el escándalo, JR trata de cobrarse los servicios que asegura haber hecho al Rey. El intrépido catalán necesita más que nunca la respetabilidad que irradia el Monarca.

En junio de 1992, Manuel Prado le organiza un pequeño refrigerio con la Familia Real al completo. JR saca pecho. Quiere demostrar que está bien protegido. De vuelta a Barcelona se encuentra en el aeropuerto con Miguel Roca, a quien invita a hacer el viaje en su avión privado. Tenía prisa en que se supiera en la Ciudad Condal y en el mundo entero con quién había comido y lo cordialmente que habían conversado.

Cuando, a finales de 1993, Prado intenta desmarcarse saliendo de las empresas en las que estaba asociado con el catalán, ya es demasiado tarde. De la Rosa, que intenta retenerle sin éxito, le arrastra en la caída. Ya sólo se verán para enfrentarse en el banquillo de los acusados.

Si la prensa, sumamente protectora con Don Juan Carlos, no investigó a fondo las acusaciones vertidas contra él, muchas de ellas meras calumnias, como 10 años antes había ocurrido con las de Ruiz Mateos, la Justicia hizo lo mismo.

Advertencias de De la Rosa

Las denuncias de Javier de la Rosa exigían que el poder judicial excitara el celo de la Justicia contra quien podía estar calumniando al Jefe del Estado: aseguró que disponía de cartas con membrete de la Casa Real; que guardaba grabaciones en el hotel Claridge de Londres en las que Don Juan Carlos agradecía las aportaciones hechas a Prado; que podía presentar cartas de éste, quien en nombre del Rey agradecía el envío de 429 millones de dólares.

El fiscal general del Estado, Carlos Granados, trató de abortar un escándalo en ciernes asegurando que el Rey era «totalmente ajeno» a los negocios entre De la Rosa y Prado, pero no estimó conveniente instar el procesamiento del supuesto calumniador. Una faena para el Monarca, pues un juicio por calumnias podría haberle dejado libre de polvo y paja para hoy y para la Historia.

Como en otros episodios relacionados con el Monarca se optó por movilizar al CESID, nuestro servicio de espionaje, que había realizado grabaciones al Rey y a su entorno pícaro y que presionó para que Manuel Prado huyera de España. Como también hicieron el jefe de la Casa del Rey, Fernando Almansa, y el periodista Luis María Anson, que temían el efecto que tales hechos podrían tener sobre la institución. No hay jefe de Estado europeo que hubiera salido indemne de tamañas apariencias comprometedoras, pero el Rey disfruta de la sobreprotección de la prensa, del agradecimiento general por los servicios prestados al país en la tripulación del proceso democrático y de la simpatía general.

Prado es el secretario de todos los secretos del Rey. Ha sido durante muchos años su «embajador permanente», el socio, el administrador y el amigo del alma. Es un personaje que combina características de pícaro y de héroe. Ha hecho fortuna a la sombra del Monarca, pero también éste se ha beneficiado de sus buenos oficios. Manolo, como le llaman los reyes, un buscavidas de resonante apellido a quien se le supone descendiente de Cristóbal Colón por parte de madre, nació en Quito en 1931 -tiene ahora 73 años- hijo de un diplomático chileno que luchó como voluntario franquista en la Guerra Civil. Conoció a Don Juan Carlos cuando éste era príncipe en una cena organizada por su primo el infante don Carlos de Borbón Dos Sicilias, duque de Calabria. Y congeniaron a primera vista, «una relación intensa en la frecuencia y honda en la afectividad», según lo ha expresado Prado.

Pronto vio la oportunidad de enriquecerse cultivando a determinados aventureros, como el supuesto príncipe georgiano Zourab Tchokotoua, de confusa andadura, casado con Marieta de Salas, una de las amigas de la Reina, con la que ésta solía salir de compras, también amigo de JR, quien le señaló en su declaración judicial como mediador de un dinero supuestamente entregado al Rey, y juzgado por una estafa inmobiliaria en Palma de Mallorca.

Misión secreta

Manolo, que inició su aventura empresarial con Simeón de Bulgaria, intermediaba todo lo intermediable y lo no intermediable, como el buen nombre de Su Majestad. Empezó a ser requerido en los 70 por distintas multinacionales como la Ford o la General Electric por su cercanía al Monarca. Tuvo su momento épico cuando, en 1975, unos meses antes de la muerte de Franco, Don Juan Carlos le envió a una misión secreta a Rumanía para entregar un mensaje a Carrillo por medio de Ceaucescu, y dos días después de la muerte del caudillo le encarga una misión en Washington: explicar sus intenciones democráticas.

El Rey premió los servicios de su hombre de confianza: la presidencia de Iberia en septiembre de 1976 y la del Centro Iberoamericano de Cooperación. A Manolo no se la ha regateado ningún honor, como el de ser designado senador real en junio de 1977 y presidente de la Comisión del V Centenario en 1981. Es miembro fundador de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción que preside la Reina, ha sido presidente de Adena, es caballero de la Orden Militar de Santiago, caballero de Honor y Devoción de la Soberana Orden Militar de Malta, caballero del Real Cuerpo colegiado de Hijosdalgos de la Nobleza de Madrid, Gran Cruz al Mérito Aeronáutico, Gran Cruz al Mérito Naval, Comendador de la Legión de Honor de Francia, Real Orden de Abdul Asís de Arabia Saudí, etcétera.

Sus negocios han sido variopintos, casi siempre en el terreno de la intermediación: desde gestiones para exportar barcos hasta la actividad inmobiliaria. Los Prado, Manuel y Diego, fueron los promotores del Banco de Descuento, que presidía este último cuando, con un agujero de 20.000 millones de pesetas, fue intervenido por el Banco de España en 1981.

El administrador privado del Rey se ha metido en muchos charcos. Su declinar comienza con la caída de su socio De la Rosa y el ascenso en palacio de Mario Conde, una operación que culmina en enero de 1993 cuando el banquero coloca de jefe de la Casa de Su Majestad a Fernando Almansa en sustitución de Sabino Fernández Campo. Caído Conde, el sevillano de Quito vuelve a tener una posición fuerte cerca del Monarca, con quien mantiene una amistad a toda prueba.

Este hombre singular, un seductor de los más altos personajes, tiene una cita mañana a las 10 de la mañana. Si no se presenta con 30 millones de euros, ingresará en la cárcel. La sala, harta de tantas estratagemas ha decidido que ya está bien de argucias dilatorias.

* José García Abad. Director de "El Siglo", autor de "La soledad del Rey" (Ed. La Esfera de los Libros).

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Gabi-Chi

Mensajepor Gabi-Chi » Vie 03 Feb, 2006 2:32 am

No he leido ninguno de esos libros, pero he pensado muchas veces en ese rumor tan extendido de que el 23-F fué una patraña para favorecer al Rey. ¿Pero qué ganaba con eso? Juan Carlos mantenía contactos clandestinos con políticos de izquierdas antes incluso de la muerte de Franco. Su idea era cambiar España desde los cimientos, por lo tanto no entiendo acusarle de haber cooperado con los que pretendían derrocar a una joven y débil democracia española que prometía beneficiosos cambios, y volver a instaurar un régimen dictatorial.

Creo que el rey se ha ganado el respeto y apoyo de los ciudadanos por todo lo que ha hecho durante su reinado, no exclusívamente por su intervención en el 23-F. De hecho hay muchos republicanos a los que no les importa ser gobernados por un Rey que transformó la monarquía tradicional y compañera de la Iglesia en una monarquía liberal y tolerante.

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láncara

Mensajepor láncara » Vie 03 Feb, 2006 3:02 am

Ese fue el infundio que difundió la extrema derecha, que pensaba que JC iba a colaborar en el golpe. Se quedaron muy frustrados. Hasta hoy. Lo siguen intentando. JC nunca fue muy querido por ellos ("traidor")

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bah

Mensajepor bah » Vie 03 Feb, 2006 3:16 am

y que mas da si fue un montaje o no?? lo que sabemos es que el rey salvaguarda la union de españa y que compinchado o no freno un golpe de estado que con su permiso pudiera haber sido

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A saber

Mensajepor A saber » Vie 03 Feb, 2006 3:21 am

Que el rey y toda su prole sean una cruel sanguijuela para España está lejos de tener relación con su papel jugado en el 23-F. Hasta donde yo sé, puso a los fachas en su sitio y evitó un golpe de estado.

Claro que tampoco sé muy bien qué pensar. Después de toda la censura informativa que rodea a la familia real y de ver todas las que han hecho los monarcas a lo largo de la historia... váyanse ustedes a saber. En fin, supongo que quedará como leyenda urbana para la posteridad.

Pero, antes que rey, ¡república!

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FIABLE 100%

Jesús Palacios - 23-F, el Rey y su secreto

Mensajepor FIABLE 100% » Mié 23 Feb, 2011 10:50 pm



23-F, el Rey y su secreto

El escritor y periodista Jesús Palacios ofrece una renovada visión del golpe de Estado en la que aparecen el Rey, los partidos políticos (especialmente el PSOE) como principales ejecutores de aquel hecho que, sin embargo, fracasó en su punto clave que era formalizar un gobierno de concentración para la corrección del sistema con Armada como presidente y Felipe González en la vicepresidencia.




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El enorme lapso de tiempo entre la entrada del teniente coronel Tejero en el Congreso y la emisión por TVE del vídeo del Rey ha sido siempre una de las grandes incógnitas de aquella tarde-noche.

OPERACIÓN DE GAULLE
El secreto del Rey mientras hablaba a cámara el 23-F, desvelado

La verdad sobre el golpe de Estado había permanecido hasta ahora entre brumas, marginada por una versión oficial que todos los partidos e instituciones estaban muy interesados en apuntalar.

Ya es clásica la intervención del teniente coronel Antonio Tejero durante el juicio del 23-F, expresando su deseo de entender alguna vez qué pasó realmente aquella tarde-noche de hace pronto treinta años.

Y la respuesta, a tenor de cuanto puede leerse en esta obra de Jesús Palacios, 23-F, el Rey y su secreto (LibrosLibres-Grupo Intereconomía), es que fue él, al mando de los guardias civiles que entraron en el Congreso de los Diputados, quien hizo fracasar el golpe, al negarse a seguir el protocolo establecido. Ni el general Alfonso Armada ni el general Jaime Milans del Bosch consiguieron que obedeciese sus órdenes de facilitar la formación del nuevo Gobierno, consensuado anteriormente por los verdaderos muñidores de la operación. De la Operación De Gaulle.

El golpe de timón o autogolpe

En 1958, Charles de Gaulle maniobró con la sublevación militar de Argelia (aunque acabaría dando la espalda a sus compañeros de armas) para convertirse en jefe del Estado y reconducir el camino del país mediante una reforma constitucional, que dio lugar a un régimen todavía vigente, la Quinta República.

Esto es exactamente, según Palacios, lo que se diseñó para España. Habían saltado todas las alarmas ante las cesiones de Adolfo Suárez a los nacionalistas y se decidió el famoso "golpe de timón" reclamado por Josep Tarradellas, orientado a arreglar lo que habían desarreglado la Constitución de 1978 y los estatutos vasco y catalán.

¿Y quiénes lo diseñaron? Los argumentos del autor, que incluyen el testimonio con nombres y apellidos de agentes del CESID (Diego Camacho, Juan Alberto Perote, Juan Rando Parra) y la atribución de responsabilidad a políticos entonces en activo, apuntan a toda la clase política, con un PSOE impaciente por pisar la moqueta de La Moncloa. Esa clase política, debidamente impulsada por quien podía hacerlo, se puso manos a la obra. Estaban hechas incluso, dice Palacios, las gestiones pertinentes ante la Casa Blanca y ante el Vaticano para que ambos influyentes Estados guardasen silencio hasta la consolidación del autogolpe.

Nada de involucionismo, pues, nada de tramas civiles de ultraderecha, nada de militares díscolos, nada de actuaciones autónomas de servicios secretos, nada de papeles heroicos salvadores de la democracia frente a golpistas nostálgicos del franquismo: nadie nunca había señalado con tanta claridad como en este libro que era "el sistema" en bloque quien estaba imprimiendo aquella jornada a la historia de España un nuevo rumbo que se iniciaría bajo la dirección del general Alfonso Armada como presidente, y de Felipe González como vicepresidente de un Gobierno del que sólo quedaban excluidos los nacionalistas, y al que se consideraba posible encontrar un encaje constitucional... como había hecho De Gaulle.

Sabino, Armada y el momento decisivo

Palacios explica que la historia del 23-F es básicamente oral, y para ella ha contado con testimonios decisivos, exclusivos y con constancia documental, del mismo Armada o el del general Sabino Fernández Campo, fallecido hace poco más de un año y la persona que tenía en su cabeza todas las claves de lo que pasó.

Es en relación a ambos militares donde Palacios hace la principal aportación y desvela el verdadero "secreto" del Rey aquella tarde-noche, un "secreto" que da la vuelta por completo a la versión oficial. No lo desvelaremos aquí, obviamente, pero el autor insiste mucho en que ninguno de los capitanes generales con los que habló el monarca tras la toma del Congreso planteó otra cosa que acatar sus órdenes, en que la actitud de Sabino no tuvo nada que ver con la que se le ha solido asignar, y en que la irritación del monarca con Armada tuvo más que ver con la reacción de Tejero que con sentirse traicionado por quien había sido secretario general de la Casa del Rey y su hombre más leal.

Hay un antes y un después de este libro en cuanto a la conciencia colectiva de lo que fue el 23-F. La narración de los hechos es electrizante, y abrumador el conocimiento de Palacios de todos los entresijos de la operación. La contextualización de los hechos en el entorno político de la Transición es, además, vívida y veraz.

Ya no hay secretos sobre el golpe. Quedaba uno, el momento decisivo del Rey, y está en estas páginas. Y otra vez, como sucede en prácticamente todos los acontecimientos dramáticos de nuestra historia, el PSOE está por medio y con un papel poco airoso que sabe ocultar para la posteridad con mano maestra.


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Jesús Palacios. 23-F, el Rey y su secreto. LibrosLibres-Grupo Intereconomía. Madrid, 2010. 254 pp. 20 €




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