CARTA A MI MADRE, LA "DUQUESA ROJA"

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CARTA A MI MADRE, LA "DUQUESA ROJA"

Mensajepor magazine » Mié 31 Dic, 2008 4:19 pm

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    Duquesa de Medina Sidonia, 71 años. Conocida como la "duquesa roja" por su rechazo su rechazo al régimen, Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura pertenecía a una de las familias españolas con más linaje. Se enfrentó a la díctadura y fue condenada en varias ocasiones. Nació en Estoril (portugal) y publicó, entre otras novelas, "La huelga" (1968) y presidíó la Fundación Casa Medina Sidonia. Con sus hijos sólo hablaba en los juzgados. Un día antes de morir se casó con su secretaria, actual presidenta de la fundación. La duquesa de Medina-Sidonia falleció el 7 de marzo de 2008.



    Carta a mi madre, la "duquesa roja"


    por Gabriel González de Gregorio

Madre, te fuiste. Pensé que sin despedirte hasta que te vi por la tele (en el programa Epílogo, emitido por Canal+ el 11 de marzo). Nada de pergaminos en tu despedida. Un pro­grama para ti sola. ¡Buena eras tú para marcharte sin alec­cionar a tu público!

A nosotros te referiste con el desdén habitual. "¡Qué apren­dan a trabajar!". No acierto a imaginar los trabajos a los que hubiéramos tenido acceso si de tu ayuda hubiera dependido. No sólo nos aban­donaste, también nos quitaste lo que tu abuela Julia nos dejó para cobijamos.

Por lo demás, estuviste soberbia ¡como siempre! A más de uno se le heló la sangre en las venas cuando dijiste aquello de que lamentabas haber sido incapaz de ejercer el terrorismo.

Tu confesión no me sorprendió. Hace mucho presenti que pertenecías a ese género. Es más, como terroris­ta-madre centraste el terror en noso­tros, tus hijos. No sólo arruinaste nuestras propiedades, y en gran medida nuestra formación y futuro, preten­diste arruinamos el alma. A mí, me aterrorizaste. Pero no me llevaste al lí­mite de la indecencia. Conservé la dignidad suficiente para enfrentarrne a tu terror y para no volverme contra los que habían sufrido conmigo.

Ahí estabas en la tele, viva y colean­do, confesando que habrías querido ser terrorista. Heroína sin causa, ni ra­zón. Entonces recordé la expresión de tu cara, ya cadáver. Rememoré lo sucedido, en tu duelo y en el de mi padre.

Soria. Pocos días antes que tú, murió nuestro padre. En la morgue, la cara de mi padre era la de un hombre que intuía haber sido injusto. En el fére­tro, su expresión era de solemne preocupación por su eternidad. No pude evitar retratarle y compadecerle. ¿Qué os había unido? ¿La muerte? ¿Unos hijos a los que destruir?

Sanlúcar. Quince días más tarde te retraté ya cadáver. Inmediatamente después, tu guardia pretoriana me echó del velatorio. Mi hermano me persiguió para que destru­yera tu fotografia. Me persiguió por tu foto, en vez de per­seguir al forense para que hiciera tu autopsia, que era lo que tendría que haber hecho.

La cara que retraté y que presidía tu cadáver podía corresponderse con la de una terrorista de cierta clase. La de la per­sona que no reconoce ley divina, ni humana, por encima de su voluntad y capricho. La de quien piensa que el fin justifica los medios. Con gente como tú no se podía razonar.

Desde el féretro tu boca sonreía. Sorna, sarcasmo y cruel­dad. Ni rastro de remordimiento. Por lo visto, de nada habían servido las sentencias del Supremo. Tu verdad no era tal, pues siempre te importó la opinión pública. Para ganártela, engañaste. Nunca quisiste debatir. Para tu verdad te serviste de propaganda y maledicencia. Bien supiste silenciarme.

Mentiste hasta morir. Para entonces debías ser ya íntima de Lucifer, que seguro es un señor muy ocurrente. Tu rostro era la viva imagen de la maldad satisfecha. Me alarmé. ¿Hijos de la maldad? ¿Seríamos, tus hijos, monstruos?

Miré a mis hermanos, a los otros medinasidonias. Por ahí pululaban. Parecían normales. Incapaces del mal, como tantos seres humanos que se creen buenos simplemente por­que nadie les ha llevado más allá de Orión. Me planté delante de la enorme chimenea del salón de columnas y re­flexioné sobre lo que nos había pasado.

La culpa la tenían los puñalitos. Las armas las carga el diablo. Regresé a mi niñez. En ese mismo sitio, Guzmán el Bueno nos arrojaba su cuchillo desde lo alto de la torre que corona el escudo. Tú nos relatabas solemnemente la hazaña fundacional de la Casa de Me­dina Sidonia. Percibí que tenías un pu­ñal reservado para cada uno de noso­tros, tus hijos, y supe del miedo.

Lo peor de los puñales fue que ni si­quiera nos apuñalaste tú. Te serviste de nuestros defectos, fallas y vicios para perdemos, confundimos y destruimos. Una madre conoce esas cosas de sus hijos. Conseguiste que nos apuñalá­ramos entre nosotros. Todo empezó cuando descubrimos que nos habías robado. La primera vez que nos robaste teníamos 11, 12 y 13 años, ¿te acuerdas?

Por cierto, la congregación que go­bierna tu fundación, esa fundación que hiciste para desheredamos a todos por igual, vive encomendada a tu espíri­tu. Su esperanza es que insistamos en esta mala costumbre familiar del puñal. Mientras, y a la manera de una película de Buñuel, se reúnen en el comedor del palacio para brindar por la República, la caída de la monarquía y la muerte de la nobleza. O sea, que si resucitas no te pases por allí, que lo mismo te degüellan.

Hasta siempre. Gracias, madre, por haberme llevado has­ta las mismas puertas de Tannháuser, donde se atisba la cara oculta de la Humanidad, donde habita el diablo con sus monstruos y tú. Allí donde, para entendemos, todo transcurre al revés; los padres empujan a los hijos al deli­to, los hermanos despojan a hermanos y sobrinos. Ha sido un magnífico tour por las regiones abyectas del alma hu­mana. ¿Crees que alguien querrá acompañamos? Espero que allí seas feliz, madre.


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Luisa Isabel Alvarez de Toledo Duquesa de Medina Sidonia

Mensajepor duquesa » Mié 31 Dic, 2008 5:15 pm


"La Señora de Sanlucar" (2003)


Entrevista a Luisa Isabel Alvarez de Toledo, XXI Duquesa de Medina Sidonia.

Breve reportaje inicial(gallego), seguido de entrevista(castellano).

El Pazo de Medina Sidonia, en realidad, debería de llamarse de los Señores de Sanlucar de Barrameda, porque este fue el último título por el cual Fernando VI concedió la villa en Señorío a Alonso Pérez de Guzman, llamado "El Bueno".

La XXI Duquesa de Medina Sidonia, Luisa Isabel Alvarez de Toledo, procuró restablecer en lo posible, el primitivo aspecto del Palacio e instaló allí el Archivo de la Casa de Medina Sidonia al amparo de la Fundación del mismo nombre y puesto,en su dia, a la disposición de los estudiosos gracias al Convenio firmado con la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

La UNED se instaló en esta Casa Ducal, que tiene por lema "prefiero Patria libre,a la vida de los parientes", y llevó a cabo como Institución Educativa, numerosas actividades de caracter formativo y cultural bajo su auspicio.



La Señora de Sanlucar (2003) - 1



La Señora de Sanlucar (2003) - 2



La Señora de Sanlucar (2003) - 3

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Mensajepor Assia » Mié 31 Dic, 2008 6:51 pm

Pese a que tengo el libro de Inigo Ramirez De Haro: "EL CASO MEDINA SIDONIA," es una historia muy compleja y depende de entrevistas a los hijos,a la difunta duquesa roja, a gente que la trataron en vida. Tambien entrevista al encargado de la fundacion Maura y a academicos espanoles que fueron invitados por algun tiempo al palacio de Sanlucar para revisar el archivo mas importante de esa dinastia. Y otras personas mas fueron los entrevistad@s por el autor. Que como era la duquesa roja? Cada cual da 1 opinion diferente. Pero el problema consiste, que su hijo menor,Gabriel, es el mas resentido de todos. Ultimamente queria (junto con I.R. De Haro) escribir 1 comedia o esta ya escrita esperando 1 productor? (lo publico ABC digital) satirica sobre la vida de su madre.

Tanto Gabriel como su hermano mayor Leoncio,actualmente duque de Medina Sidonia,fueron desheredados por su padre. La herencia del padre fue para su hermana Pilar. La duquesa roja desheredo a
su hija Pilar y a Gabriel, a Leoncio, 1 tercera parte,lo demas todo para la fundacion. Actualmente,los hermanos estan en pleitos y tirandose los platos a la cabeza porque el hijo mayor de Leoncio quiere el titulo que su abuela le regalo a su tia Pilar. El tribunal de Cadiz dio la razon a Leoncio e hijo, el titulo de duquesa Fenandina? de Pilar no le pertenece mas que al duque de medina sidonia. Pilar ha recurrido a la sentencia a 1 tribunal mas competente.
Gabriel,tambien esta peleados con su hermana y hermano porque sin el permiso de ellos se puso a reparar 1 mansion con su dinero y sus hermanos se niegan a pagar por la restauracion. Es mas, Pilar quiere venderla y repartirse el dinero entre los 3 hermanos.
Como dijo el encargado de la fundacion Maura al autor del libro,para aguantar a Gabriel se necesita mucha paciencia,no necesita intimar con el,al rato de conocer a 1 persona ya le cuenta la clase de madre y padre que tuvo. No es extrano que ahoraa Gabriel le de por escribir cartas publicas a la prensa que quiera publicarsela,supongo que ya no tendra mas amig@s para contarle la clase de padres que tuvo.

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una despota infumable

Mensajepor una despota infumable » Mié 31 Dic, 2008 7:40 pm

Creo que esta señora fue muy cruel con sus hijos. Destrozó una herencia familiar que no era suya y abandono a su familia que sufrio su despotismo cruel justificado por un radicalismo de izquierdas que en realidad tapaba una personalidad "extraña" por no decir anormal. Es un ejemplo personificado de la capacidad destructiva del extremismo de izquierdas . Leer esta carta de su propio hijo no deja dudas sobre quien fue en realidad la duquesa roja.

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Mensajepor Assia » Mié 31 Dic, 2008 11:55 pm

Si,si,"una despota infumable" para la derecha todo@s l@s de izquierdas somos "despotas infumable." Primero de hablar,me tomo la libertad de rogarte que leas el libro de Inigo Ramirez De Haro y despues juzgue. La duquesa roja,como alguien dijo, no ERA MAS QUE 1 DUQUESA QUE LLAMABA POR TELEFONO Y ORDENABA.
Pero no voy a entrar en polemica con mi opinion sobre la duquesa roja que no es nada favorable para la que fuera tan "agusta dama." Dicho esto, te recuerdo que el ex-marido de la duquesa roja,tambien DESHEREDO A LOS HIJOS,Excepto a su unica hija Pilar. Porque el padre desheredo a sus 2 hijos, Leoncio y Gabriel,Gabriel dijo que su hermana Pilar era "1 pelotera que cuando supo que su padre estaba enfermo no se despego de su lado simulando 1 carino que nunca ninguno de los 3 hermanos sintieron por el facista de su padre. No niego que esos 3 hijos tuvieron padres que nunca debieron ejendrar hijos,pero los 3 hijos, (2 hijos y 1 hija) tampoco fueron hij@s ejemplares,solo les movia la codicia por la fortuna de los de Medina Sidonia junta con la de los Maura que se evaporo mucho en las fundaciones que respectivamente dejaron.Y aunque la fortuna de los Maura era mucho mas grande que la de Medina Sidonia,se vio muy mermada con la llegada de Fidel Castro a Cuba. Al parecer,los Maura o mejor dicho, la gran fortuna de Julia,la esposa del historiador Gabriel Maura,tenia 1 gran fortuna en Cuba que se mermo considerablemente con el triunfo de la revolucion cubana.

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La Duquesa al hoyo y la viuda al bollo

Mensajepor Gabi » Mié 25 Nov, 2009 4:37 pm



Entrevista a Gabriel Gonzalez de Gregorio y Álvarez de Toledo, hijo de la Duquesa de Medina Sidonia,
comentando sobre la obra de teatro de la que es coproductor, "La Duquesa al hoyo y la viuda al bollo"

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Mensajepor Assia » Jue 26 Nov, 2009 4:21 am

Gracias por la entrevista de Gabriel. Cuanto odio a su madre.! Lo que Gabriel no dice es que su hermano mayor,el actual duque de Medina Sidonia,FUE EL UNICO QUE SE NEGO A PONER EN PLEITO A SU MADRE. El pleito se lo puso su hermana Pilar y Gabriel. Tampoco dice Gabriel en esa entrevista porque su padre lo desheredo a el y a su hermano mayor.Solo habla que fue su madre la que desheredo a el y a su hermana Pilar. Gabriel como su hermana solo querian el dinero y solo recibieron lo que estrictamente da la ley espanola a los hijos desheredados.

1 familia como la duquesa de Medina Sidonia,descendientes de Guzman el Bueno,era inprescindible que la duquesa dejara esa fundacion bien atada. La "viuda" de la duquesa solo es presidenta de esa fundacion porque el unico beneficiaro de esa fundacion es el pueblo gaditano de Sanlucar de Barrameda. Si la duquesa no hubiera dejado esa fundacion,los hijos ya hubieran vendido hasta el palacio y eso es lo que NO QUERIA LA DUQUESA.

Jamas he oido que a la duquesa de Medina Sidonia,la llamaban duquesa roja por donar la herencia de su abuela Julia a la revolucion cubana. Otra cosa es que esa gran herencia de su abuela Julia fue muy mermada con la llegada de Castro al poder.

El mote de la duquesa roja fue puesto por 1 demostracion que encabezo en Palomares en defensa de los campesinos. La duquesa fue encarcelada,despues se exilio en Paris y desde Francia no tuvo nada que ver con el dinero que al parecer desaparecio mientras ella estaba exiliada,los administradores de esa foruna,no la administraron bien.

Gabriel es el hijo que mas resentido esta de su madre,pero Gabriel miente descaradamente, Gabriel como su hermano Leoncio,el actual duque de Medina Sidonia,estan sin dinero.

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LA BATALLA POR EL LEGADO DE LA DUQUESA ROJA

Mensajepor Invitado » Sab 14 Ene, 2012 8:45 pm

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REPORTAJE: LA BATALLA POR EL LEGADO DE LA DUQUESA ROJA
"Mi madre era una mala persona"

Gabriel, el hijo menor de La duquesa roja, critica con dureza la decisión de su madre de dejar el legado familiar en manos de su viuda. Sus hermanos, aunque más prudentes, preparan una agria batalla judicial por la herencia


Luisa Isabel Álvarez de Toledo, fotografiada en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en octubre de 2000. Su boda con Liliane Dahlmann, 11 horas antes de morir, convirtió a esta en duquesa viuda de Medina Sidonia. El fallecimiento de la duquesa la dejaba también como presidenta vitalicia de la institución.

En el palacio de los Guzmanes, en Sanlúcar de Barrameda, residencia histórica de los Medina Sidonia, no vive el heredero de la dinastía, Leoncio Alonso González de Gregorio, de 56 años, 22º duque de Medina Sidonia, conde de Niebla, marqués de los Vélez y marqués de Villafranca del Bierzo. Entre estas cuatro paredes forradas de tapices y recuerdos del ducado hereditario más antiguo de España, concedido en 1445, reina una mujer de su misma edad, Liliane Dahlmann, nacida en Alemania y criada en Barcelona, que compartió con la anterior señora de la casa, Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura (Estoril, 1936; Sanlúcar, 2008), los últimos años de su vida. La Duquesa Roja, como era conocida por su juventud tumultuosa de luchadora antifranquista, se casó con ella in articulo mortis 11 horas antes de expirar. Un matrimonio celebrado en secreto, que sellaba una relación enigmática y aseguraba de cara a los hijos de Isabel la posición de Dahlmann como duquesa viuda de Medina Sidonia y nueva presidenta de la Fundación Casa de Medina Sidonia, creada en 1990.

La Duquesa historiadora y su gran amor

La Duquesa Roja tuvo muchas 'vidas'. La última, desde finales de los años setenta hasta su muerte, en 2008, la vivió entregada a su gran pasión: la historia. Y más concretamente, al archivo familiar. Se convirtió en una historiadora autodidacta capaz de defender las teorías más sorprendentes basándose, decía, en lo que contaban los papeles. Así llegó a la conclusión de que Colón no había descubierto América, un territorio al que los escritores de la época seguían llamando África, y dio rienda suelta a una serie de revolucionarias interpretaciones que plasmó en una larga decena de libros. En esta última etapa vivió también su relación más intensa: la que la unió a Liliane Dahlmann, nacida en Heidelberg (Alemania) el 31 de enero de 1956 y criada en Barcelona. La duquesa encontró en ella, 20 años más joven, la devoción que no había encontrado en sus hijos. Y a juzgar por sus declaraciones, Liliane vio en la duquesa a una especie de Albert Camus. Atrás quedaban los tiempos en que Luisa Isabel, hija de Joaquín Álvarez de Toledo y Caro, 20º duque de Medina Sidonia, y de Carmen Maura Herrera, nieta del estadista Antonio Maura, vivía como una aristócrata más. Y los años de luchadora antifranquista, de defensora de campesinos y obreros, que la llevaron a pasar ocho meses en la cárcel de Alcalá de Henares y al exilio. Vivió en París y en el País Vasco francés antes de regresar a España tras la muerte de Franco y dar comienzo a su tercera 'vida'.



La Duquesa Roja había ideado antes de morir de un fulminante cáncer de pulmón, a los 71 años, la arquitectura legal necesaria para dejar fuera del alcance de sus tres hijos los bienes transmitidos de generación en generación desde los tiempos de su antepasado Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, héroe de la defensa de Tarifa, en el siglo XIII. Empezando por el palacio de Sanlúcar, declarado monumento histórico artístico en 1978. Y siguiendo con todo su contenido: el mobiliario, tapices, colecciones de arte, algunas de valor incalculable, y, sobre todo, el fabuloso archivo de la casa ducal, integrado por seis millones de documentos, el más antiguo de 1228. Uno de los archivos más importantes de Europa. Luisa Isabel lo donó todo a la fundación, creada en noviembre de 1990, que se convertía así en su legado al mundo, una especie de monumento personal. Pero la fundación, de la que el nuevo duque forma parte como simple vocal del patronato, se ha convertido en un campo de batalla. Los hijos reclaman una parte de ella, la que les corresponde como herencia legítima, aseguran (en total, más del 50%, porque el hijo mayor fue mejorado), y están dispuestos a dar una batalla legal que se anuncia larga y costosa.

A la Duquesa Roja no le habría asustado la pelea. Menuda de cuerpo, de aspecto masculino y frágil, Luisa Isabel era todo un carácter. Y su vida tuvo muchos capítulos. Pasó por una fase de aristócrata al uso, en la que se casó, ya embarazada, con un guapo jinete, Leoncio González de Gregorio y Martí, de la nobleza castellana. El matrimonio duró poco. La boda se celebró en 1955 y para cuando nació el tercer hijo, Gabriel, en 1958, ya estaban separados. La duquesa se lanzó entonces a la lucha antifranquista. Y probó la cárcel y el exilio. A su regreso, gracias a varias amnistías, tras la muerte de Franco, encontró una nueva pasión: el archivo histórico de Medina Sidonia, arrumbado en un guardamuebles de Madrid. Ella lo trasladó al palacio de los Guzmanes, lo catalogó y se convirtió en su guardiana.

En aquella época, la relación con sus tres hijos, Leoncio, Pilar y Gabriel, era todavía buena, aunque distante. La duquesa no tenía instinto maternal, y los años de exilio habían terminado por alejarlos. Aun así, la boda del primogénito con una joven de la aristocracia catalana se celebró en Sanlúcar en diciembre de 1982. Allí se conocieron la duquesa y Liliane Dahlmann, testigo de la novia. Allí surgió una relación que había de tener consecuencias devastadoras para los hijos de Isabel.

  • La boda, celebrada horas antes de morir, aseguraba la posición de Liliane
  • En 2011, El Ministerio de Cultura subvencionó con 165.000 euros a la fundación
  • Las instituciones se inclinan por la continuidad de la viuda al frente del archivo

Liliane pasó a ser la nueva presidenta, gracias al cambio de estatutos de la fundación, en 2005. Para entonces, la institución recibía ya ayuda pública para subsistir. Ayudas que sigue recibiendo. Consciente de la importancia del archivo, la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas otorgó el año pasado 165.000 euros "para la conservación y difusión del patrimonio documental del archivo". La Junta de Andalucía le concederá este año 120.000 euros. En el patronato figuran también el Ayuntamiento de Sanlúcar y la Diputación de Cádiz.

Las instituciones públicas ven con distancia la batalla judicial que se acerca. Después de todo, el archivo de Medina Sidonia es testigo de miles de peleas históricas similares. Padres contra hijos, hermanos contra hermanos, en la batalla por un título, un territorio, un cargo. Pero desde el principio se han alineado, comprensiblemente, del lado de Liliane Dahlmann. Prefieren continuidad a la incertidumbre de un cambio de mando. "Estamos muy satisfechos con el funcionamiento del archivo, que es de enorme importancia. Está gestionado con esmero casi profesional aunque Liliane Dahlmann no es archivera", dice Julio Neira, director general del Libro, Archivos y Bibliotecas de la Consejería de Cultura del Gobierno andaluz, institución a la que representa en la fundación.

Acuerdos fraternales...

Leoncio Alonso, Pilar y Gabriel, los tres hijos de la Duquesa Roja y de Leoncio González de Gregorio y Martí (fallecido dos semanas antes que ella, y de la misma enfermedad), mantienen relaciones civilizadas entre ellos. Los tres están de acuerdo en la defensa de sus intereses hereditarios por la vía judicial. Aunque cada uno prepara acciones legales por separado.

... y peleas

Los tres hermanos (que aparecen en la fotografía superior, tomada en los años ochenta, en una finca castellana del padre, junto a este y a su abuela materna) han pleiteado también entre ellos. Leoncio reclamó el título de duquesa de Fernandina, que su hermana Pilar rehabilitó en 1993. El caso lo ha ganado su hijo mayor, Alonso, en el Tribunal Supremo, con lo que la duquesa podría perderlo. Ella y su hermano Gabriel bloquearon también la concesión a su hermano mayor de dos de los títulos de la duquesa, los marquesados de Villafranca del Bierzo y de los Vélez. Perdieron la batalla.



Pese a las muchas diferencias que mantienen, los tres herederos de la Casa de Medina Sidonia están de acuerdo en el agravio que representa para ellos la herencia materna. Y aunque el Código Civil no especifica plazos máximos para reclamar lo que técnicamente se conoce como la reducción de las donaciones inoficiosas hechas por su madre en vida que lesionan sus intereses de herederos, expertos en la materia consultados por este periódico consideran arriesgado superar los cuatro años desde el fallecimiento de la persona testante, que en el caso de la duquesa de Medina Sidonia se cumplen en marzo.

Los hijos no revelan cuál será su estrategia, aunque Gabriel, el que peores relaciones mantenía con su madre, no se engaña sobre las dificultades del caso. "Mi madre era una mala persona", dice al teléfono. "Es un pleito que debería ganarse, pero es muy costoso", explica después por correo electrónico. "Además, una cosa es ganar un derecho y otra es ejecutarlo. Es decir, puede que no podamos ejecutarlo. Pero desde luego que el pleito se pondrá", razona, escarmentado por su experiencia personal. Gabriel González de Gregorio, ingeniero de montes, de 53 años, es el único de los hermanos que no tiene título nobiliario. Toda una anomalía en la Casa de Medina Sidonia. De melena rizada y rasgos que recuerdan a su madre, Gabriel habla como un torrente y es difícil hacer luz en la catarata de quejas que salen de su boca cuando habla de su familia. Por ejemplo, de la herencia escamoteada de su bisabuela, Julia Herrera, condesa de Mortera, descendiente de una acaudalada familia cántabra. La dama había criado a la propia duquesa, huérfana de madre a los 10 años, a la que había dejado en usufructo su herencia con la condición de que entregara a sus tres hijos la mitad al cumplir la mayoría de edad. Gabriel y su hermana Pilar, duquesa de Fernandina, llevaron a su madre a los tribunales y, tras un largo proceso, ganaron la causa.

En el testamento de la duquesa, Gabriel figura como heredero y acreedor. "Como heredero, la testamentaría me asigna unos 130.000 euros, sin contar el impuesto de sucesiones". Migajas comparadas con los bienes de la casa ducal incorporados a la fundación. Aunque el nuevo duque de Medina Sidonia no ha respondido a las preguntas de este diario, en una carta que envió en mayo de 2010 dejaba claro que los hijos exigían una reformulación de la fundación, para que el apellido de la familia figurara vinculado inequívocamente a ella, y hablaba también de una "compensación". Gabriel, más explícito, ha comentado en alguna ocasión que el porcentaje para cada hijo sería de un 11,3%, que en el caso del mayor alcanzaría el 33,9%. Pero ¿cómo disgregar una fundación cuyos estatutos prohíben taxativamente las particiones? "Lo que los hijos quieren es dinero. Nada más", apunta una fuente próxima a Dahlmann. Y los interesados no lo ocultan. "No quieren despedazar ese legado. Lo que quieren es que se les compense económicamente por él", explican fuentes próximas a la duquesa de Fernandina.

Y razones les asisten. Ana y Urquiola de Palacio, albaceas de Luisa Isabel Álvarez de Toledo, reconocen en el cuaderno particional que la herencia dejada a los hijos es muy inferior a la legítima que les correspondería si su madre no hubiera hecho donación de la mayor parte de sus bienes a la fundación.

En estos años se han hecho algunos intentos de llegar a un acuerdo amistoso, que hasta el momento no han fructificado. ¿Por qué? Liliane Dahlmann no responde. Desde el principio ha optado por mantener un hermetismo total sobre la polémica con los hijos de su fallecida esposa. Vive refugiada en el palacio de Sanlúcar, rodeada por un reducido grupo de colaboradoras que mantienen a raya a los periodistas. "Liliane no tiene ni un euro. Mantener la fundación cuesta mucho dinero. Si los hijos quieren reclamar, que vayan a los tribunales", dice una persona próxima a Dahlmann.
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La viuda de la duquesa, Liliane Dahlmann, posa en los
archivos de la Fundación Casa de Medina Sidonia, dos
semanas después de su fallecimiento


Gabriel siempre ha pensado que su madre dilapidó su herencia. El testamento dejó claro que no había huella de sus fincas cerca de Madrid, ni en Hasparren, en el País Vasco francés. "Los bienes que mi madre tenía fuera de la fundación desaparecieron durante sus últimos años, mediante ventas (en algunos casos simuladas) y mediante otorgamiento de créditos a personas jurídicas insolventes. Esa es la ingeniería financiera de la que presumió mi madre", dice. Sería el caso de unas parcelas en Atlanterra, cerca de Tarifa, la plaza que defendió su antepasado Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, a la que estaba muy ligada. Hasta el punto de plantearse ceder su archivo a ese municipio. La idea no cuajó. La duquesa lo dejó en su palacio, que había abierto a visitas turísticas. También acondicionó un sector como hospedería con nueve habitaciones. Firmó además acuerdos de colaboración con un par de universidades, hasta que encontró el apoyo definitivo del Ministerio de Cultura y la Junta de Andalucía.

Una colaboración que está a punto de dar nuevos frutos. Las instituciones presentes en la fundación y su presidenta han firmado un protocolo de acuerdo para crear un consorcio que gestione el archivo de Medina Sidonia profesionalmente. Una forma de descargar a la viuda de la enorme responsabilidad que representan esos papeles. Aunque la fundación quedaría tal cual, custodiando el palacio y las joyas que atesora.

Algo que indigna a los descendientes de la duquesa, convencidos de que lo que su madre donó no le pertenecía del todo. "Si hubiera sido una fortuna que ella misma hubiera creado, la cosa no sería tan grave, pero es que el legado viene de los antepasados de la casa", sostienen. Aunque la Duquesa Roja nunca lo vio así. El archivo era su criatura. Ella lo había rescatado del olvido. Y solo ella tenía derecho a decidir sobre su futuro. En cuanto a sus hijos, que se conformaran con visitarlo.

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Assia
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Mensajepor Assia » Dom 15 Ene, 2012 3:24 am

Este Gabriel si otra vez se mete en pleitos,confio que los pierda. Su madre dejo todo muy bien atado legalmente hablando. El pobre Gabriel quiso ser escritor y no encontro ningun editor para que publicara sus libros. Despues escribio 1 comedia que el mismo costeo de su bolsillo y FUE 1 FRASCASO TOTAL DE PUBLICO Y DE DINERO CUANDO SE ESTRENO LA COMEDIA BURLANDOSE DE SU MADRE MUERTA.

Gabriel,el mas resentido de los hermanos,solo quiere parte del archivo para venderlo al mejor postor que ya sabemos que es 1 norteamericano anonimo que ofrecio millones y millones de $$$$S por el archivo mas importante de Europa. El archivo de la Duquesa Medina de Sidonia,NO ES NEGOCIABLE PORQUE PARA ESO SU MADRE HIZO 1 FUNDACION.

Segun las leyes espanolas como las leyes australianas,LOS PADRES TIENEN DERECHO A DESHEREDAR A LOS HIJO Y ESO ES LO QUE HIZO LA DUQUESA ROJA, DESHEREDAR A SU HIJA PILAR Y A GABRIEL,no obstante le dio de herencia lo que las leyes espanolas otorgan a los hijos desheredados.

Por que Gabriel quiere la fortuna de su madre y NO RECLAMA LA FORTUNA DE SU PADRE. El ex-marido de la duquesa roja desheredo a sus 2 hijos,Leoncio,actual Duque de Medina Sidonia y a Gabriel,la unica heredera universal del padre fue: la unica hija, Pillar Medina de Sidonia.

Que las leyes espanolas sean justa y que esa loco de Gabriel no pueda tocar ni heredar ningun papel de ese IMPORTANTISIMO ARCHIVO. Tan pronto tuviera Gabriel algo del archivo,LO VENDERIA.

Estoy segura que su madre lo dejo todo muy bien atado pero ya sabemos que algunas veces las leyes tienen algun "agujerito" donde se pueda argumentar en los tribunales. Ponte a trabajar Gabriel y deja el archivo completo donde esta que nunca podra ser vendido.

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El escándalo de testamento de la Duquesa Roja

Mensajepor Invitado » Sab 21 Ene, 2012 3:43 am

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El escándalo de testamento de la Duquesa Roja

Falleció en 2008 y, hasta hoy, no se ha conocido el reparto de la herencia de Luisa Isabel Álvarez de Toledo, XXI duquesa de Medina Sidonia. Vanity Fair ha tenido acceso en exclusiva al testamento de la duquesa roja y desvela todos los detalles de un legado que ha mantenido en pie de guerra a los hijos de la Duquesa Roja y a su viuda, la alemana Liliane Dahlmann.

El testamento reconocía a su hijo primogénito, Leoncio Alonso, como heredero universal, a sus hijos Pilar y Gabriel el mínimo que por ley les correspondía, y a Liliane el tercio de libre disposición, que comprendía los derechos de autor de la duquesa, dos fincas en el término municipal de Tarifa (Cádiz), acciones y participaciones y dinero en metálico en cuentas o fondos de inversión. Sin embargo, lo único que han heredado han sido deudas. Ni la viuda ni ninguno de los tres hijos han sido beneficiarios aún del patrimonio, puesto que la duquesa lo donó todo en vida a la Fundación Casa Medina Sidonia, que creó en 1990 y cuya presidenta vitalicia ahora es su viuda, Liliane Dahlmann.

    Mi madre le tenía mucho miedo al sufrimiento. Se comenta que debió de cambiar la eutanasia por el matrimonio. O dicen que Liliane se lo cambió"

El palacio ducal, muebles y enseres, archivos, documentos y hasta un convento fueron los bienes que la duquesa donó en favor de la fundación. Bienes por valor de casi 57 millones de euros. El dinero que quedaba fuera de la fundación sumaba poco más de un millón y medio, y las deudas contraídas eran superiores a esta cifra. Nadie heredaba nada y, además, las donaciones que hizo la duquesa se declararían no válidas, puesto que eran superiores a la cantidad que marcaba la ley y que han dejado a los herederos sin la legítima correspondiente.

Por otro lado, la testamentaría recoge varias cuentas bancarias a nombre de Liliane que, a la muerte de la duquesa, alcanzaban casi el medio millón de euros. Gabriel González de Gregorio, el último hijo de la duquesa, asegura que "Liliane se ha quedado con el dinero de Inglaterra, Suiza y las dos parcelas de Atlanterra. Además de la pensión de viudedad, porque sabía que la fundación iba a saltar por los aires. Hay indicios de alzamiento de bienes y apro- piación indebida con reiteración".

    ¿Muerte natural o eutanasia?
Antes de conocer esta testamentaría, se había librado otra guerra aún más delicada: el casamiento in articulo mortis de la Duquesa Roja con Liliane Dahlmann. Luisa Isabel falleció 11 horas después de la celebración de la boda, algo que hizo saltar las alarmas en la familia. Gabriel apunta a que hubo muchos misterios en torno a la muerte y que incluso se firmaron dos partes distintos de defunción. Además, asegura que "hay personas cercanas que corroboran que esas incoherencias en los partes de defunción podrían estar causadas por una simulación de matrimonio. Que nuestra madre estaba en un estado físico peor del que dicen las actas en el momento del casamiento”. Gabriel apunta una nueva teoría: "Mi madre le tenía mucho miedo al sufrimiento. Se comenta que debió de cambiar la eutanasia por el matrimonio. O dicen que Liliane se lo cambió".

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Assia
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Mensajepor Assia » Dom 22 Ene, 2012 1:52 am

No creo nada de lo que diga el hijo menor (Gabriel) de su madre. El unico que esta hablando a la prensa es El,Gabrel) no su hermana Pilar ni su hermano Leoncio, actual Duque de Medina Sidonia. Por cierto,la hermana,Pilar Medina de Sidonia y el hermano Leoncio,duque de Medina Sidonia, se llevan muy mal con su hermano pequeno Gabriel. Segun G

No creo eso del "suicidio" Ell doctor que atendia a la duquesa no hubiera firmado la defuncion de la duquesa. De Gabriel NO CREO NADA DE LO QUE DICE. A ver si hay otras declaraciones a la prensa del hijo e hija de la duquesa roja. Gabriel es muy resentido y muy vengativo.

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Meaghan Greyson

Despues de la muerte de la Duquesa de Medina Sidonia

Mensajepor Meaghan Greyson » Jue 15 Mar, 2012 1:27 am

Desde America (USA) estoy de acuerdo con los hijos de la Duquesa de Medina Sidonia contra la senora Dalhmann. Ellos son los legitimos herederos y deben por lo menos recibir el dinero de Dona Julia de Herrera, prima de mi abuela Dona Dolores de Herrera.

Aunque lejanos somos parientes ya que nuestras abuelas eran primas.

Espero que se haga justicia y ganen el pleito

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CONTESTACION A MEAGH GREYSON DE USA.

Mensajepor Assia » Jue 15 Mar, 2012 3:52 am

MENSAJE.

Tu, Meagh Greyson, dices ser familia de Julia Herrera, no lo pongo en duda. Lo que no comprendo es que tu no sepas que en Espana como en Australia,1 madre o padre, tiene derecho a desheredar a los hijos. Por cierto, tambien el ex-marido de la Duquesa de Medina Sidonia, desheredo a los 2 hijos varones y ninguno de estos 2 hijos reclaman la fortuna de su padre que fue la heredera su hermana Pilar.

La Duquesa hizo 1 fundacion que se beneficia el pueblo de Sanlucar de Barrameda,no la viuda de la duquesa. Como sabras,1 fundacion no se puede formar si no se deja 1 capital,lo mismo hizo el historiador Maura,esposo de Julia Herrera,dejo 1 fundacion que tambien se llevo 1 buen pico de la fortuna de Julia Herrera que dicho sea de paso, esa fortuna de Julia Herrera mermo mucho con la llegada al poder de Fidel Castro.

Tu sabras como yo que la nieta preferida de Julia Herrera era la duquesa de Medina Sidonia y tengo entendido que la herencia fue para la nieta: Luisa Isabel Medina de Sidonia.

Si la duquesa de Medina Sidonia hubiera dejado el palacio de Sanlucar de Barrameda a sus hijos,estos lo hubieran vendido para hacer pisos y eso es lo que NO QUISO HACER LA DUQUESA DE MEDINA SIDONIA,que se vendiera el palacio.

El actual Duque de Medina Sidonia,como su hermano Gabriel,solo quieren PARNE,les importan 1 comino el antiguo Palacio y el valioso archivo que guarda ese palacio. Gabriel es 1 embustero, su hermano Leoncio tanto como su hermana Pilar son mas prudentes. Es mas,Leoncio se nego a llevar a su madre a los tribunales. El que puso a su madre en los tribunales fue Gabriel y le costo mucho trabajo convencer a su hermana Pilar para que junto con el,denunciara a su madre en los tribunales.

La Duquesa de Medina Sidonia,dejo 1 gran mansion,creo que en Santander para los 3 hijos. El estupido de Gabriel sin consultar con su hermano y hermana hizo unas obras muy grandes en esa mansion y que paso? Que tanto su hermano como su hermana se niegan a pagar la parte que les corresponde de la obra que Gabriel hizo en esa mansion.
Tanto Leoncio como Pilar,lo que querian era vender esa mansion y no repararla. Los 3 hermanos se llevan a tiros y Gabriel no solo habla mal de su madre,habla muy mal de sus hermanos que no le pagan la reparacion que Gabriel hizo en esa mansion. Menudo pajaros de cuentas son los 3 hijos de la Duquesa de Medina Sidonia.

Esperemos a ver lo que dice la justicia espanola,pero me temo que los que van a ganar mucho parne, van a ser los abogados,la duquesa dejo todo muy bien atado antes de morir y cuando digo muy bien atado,me refiero al sistema legal. Pilar tiene dinero, pero Leoncio y Gabriel estan sin 1 euro,segun dijo el encargado de la Fundacion Maura.

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Invitado

Mensajepor Invitado » Jue 15 Mar, 2012 3:55 am

Imagen

Gabriel Ernesto González de Gregorio y Álvarez de Toledo posajunto a una cabeza de escayola con sobrero de copa.

El legado oculto de la Duquesa Roja

Gabriel, el hijo menor de la aristócrata, traza un crudo y sórdido retrato de su madre. De fondo, una disputa millonaria por la herencia


ELuisa Isabel tenía por entonces fama de borracha y broncas. Eso le aseguraba condenas suculentas en todos los frentes. Dos periodistas norteamericanas le aconsejaron que se mostrara como madre amantísima. Con sus hijos al lado, ganaría público y ablandaría a los jueces. Como madre amantísima, calmaría los temores de la abuela y heredaría otra porción de su suculenta fortuna". Los amargos recuerdos de Gabriel González de Gregorio, uno de los tres hijos de la duquesa de Medina-Sidonia, conocida como la Duquesa Roja, podrían constituir la columna vertebral de una novela de Charles Dickens o de Benito Pérez Galdós.

Sin embargo, forman parte de la vida de un ingeniero de montes nacido en 1958, que estudió con los maristas y al que le gustan mucho los libros (suele regalar a la gente que aprecia Historia de un alemán, de Sebastian Haffner). Gabriel es el más pequeño de los tres hijos de la aristócrata: los otros dos son Leoncio y Pilar.

Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura (Estoril, Portugal, 1936-Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 2008) era duquesa de Medina-Sidonia, duquesa de Fernandina, princesa de Montalbán, marquesa de Villafranca del Bierzo, marquesa de Los Vélez y tres veces Grande de España. Gabriel tiene muchos recuerdos de su madre. El hecho de ser hijo de alguien como la Duquesa Roja no garantiza unos recuerdos llenos de boato. Porque la memoria de Gabriel está repleta de episodios que mucha gente podría considerar dignos de una vida espantosa.

La Duquesa Roja dejó un tesoro tras su muerte: la Fundación Casa de Medina-Sidonia, situada en el palacio del mismo nombre en Sanlúcar de Barrameda. La fundación guarda uno de los grandes archivos históricos del mundo. Son seis millones de documentos (el más antiguo data de 1228), una auténtica mina de oro para los que quieran conocer la Edad Media y los reinados de Carlos I de España y V de Alemania y el propio Papa temblaban; y Felipe II.

La viuda de la Duquesa Roja, Liliana Dahlmann, es presidenta de la fundación, en cuyo patronato están representados el Ministerio de Cultura, la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda y la Diputación de Cádiz. La fundación, propietaria del palacio y de sus tesoros documentales, se creó en 1990. Los hijos de la duquesa y la Fundación Casa de Medina-Sidonia se disputan el legado de la aristócrata. Un archivo fundamental para los historiadores y los defensores del patrimonio andaluz se encuentra en el centro de un conflicto jurídico en torno al cual se mueven millones de euros. El gran valor económico del archivo y del palacio ha ocasionado que las dos partes afinen sus estrategias jurídicas y las espadas están en alto.

"Luisa Isabel, mi madre, nació el 18 de agosto de 1936 en Estoril. Desde niña, Luisa Isabel conoció el exilio. Fue un exilio trágico por el telón de la Guerra Civil. Terminada la contienda, la familia Medina-Sidonia volvió a Sanlúcar de Barrameda. Allí el matrimonio (los padres de la Duquesa Roja) llevó una vida bastante perra. Luisa Isabel fue testigo", evoca Gabriel.

En la historia de la familia de Gabriel abundan los episodios sórdidos. "Al parecer, el duque de Medina-Sidonia (padre de la Duquesa Roja) se casó por dinero y para refrescar la sangre, pues era hijo y nieto de primos hermanos. Carmen Maura Herrera, la madre de la Duquesa Roja, era una de las herederas de la fabulosa fortuna Herrera", relata Gabriel. Y recalca: "La relación de Luisa Isabel con esta efímera fortuna marcó su vida".

Los Herrera hicieron su riqueza en La Habana a partir de 1830. La cerveza, el ron y los inmuebles están en el origen de aquel patrimonio. Gabriel hace hincapié en que ese dinero no procede de "haciendas, azúcar o esclavos". "Aproximadamente un 50% de la fortuna cubana fue expatriada en la primera mitad del siglo XX e invertida en Reino Unido, Suiza, Estados Unidos y España. Aun así, quedó mucho en Cuba. Sólo las rentas de alquileres de inmuebles en La Habana a nombre de Julia Herrera ascendieron a un millón de dólares en 1959", asevera el benjamín de la Duquesa Roja.

Los recuerdos de Gabriel, hijo menor de la aristócrata, podrían conformar el argumento de una novela de Dickens

Cuando la Duquesa Roja daba ¡vivas! al Rey, en presencia de Franco, los gobernadores civiles se santiguaban

Luisa Isabel vivió más de un año en Bayona (Francia) en un piso franco en el que vivían varios miembros de ETA

"Luisa Isabel estaba por encima de todo el mundo. De su padre, de los Maura, porque ella descendía de la pata del Cid"


Los recuerdos infantiles de la aristócrata tampoco debieron ser dulces. "Los padres de Luisa Isabel se llevaban mal. Económicamente dependían de los Maura", continúa Gabriel, quien precisa que el padre de la Duquesa Roja "era bebedor y jugador".

"Carmen (madre de la Duquesa Roja), como buena Maura, rebosaba capacidades e inquietudes. Pintaba, escribía, esculpía. Cuando llegó a Sanlúcar de Barrameda, Carmen añadió a estos talentos el de curandera. Fue esa su manera de aliviar el dolor de los humildes. En el palacio de su marido montó un pequeño dispensario y se ganó la veneración de las gentes". Pero en la historia de estos personajes pertenecientes a la más alta aristocracia no falta cierta admiración hacia el criminal que sembró el mundo de millones de cadáveres. Muchos indicios apuntan a que Hitler no era mal visto por algunos miembros de la familia. "Se dice que Carmen llegó a cartearse con él", afirma Gabriel.

"Luisa Isabel era, pues, hija de alcohólico y de santera filonazi. El alcohólico era falangista, lo que no debía ser muy del agrado de sus monárquicos suegros", resume el hijo de la Duquesa Roja. "Luisa Isabel era hija única, caprichosa y consentida de su madre, pero menospreciada por su padre, que no veía en ella a la futura duquesa de Medina-Sidonia. La masculinidad estaba muy arraigada en la familia. Nunca había habido una duquesa de Medina-Sidonia", agrega Gabriel.

"Luisa Isabel no debía sentirse a gusto en Sanlúcar de Barrameda. Era la casa de su padre, que maltrataba a su madre y a ella no la apreciaba", comenta. Gabriel evoca algunos episodios de la infancia de su madre. "Los abuelos Maura le regalaron un caballo. Luisa Isabel montaba por la playa y echaba carreras a los niños desharrapados. Ellos a pie y ella a caballo".

Gabriel dice que la duquesa sentía cariño por su familia materna. "Los Maura acabaron siendo su familia y se identificó con ellos. Aun así, los criticaba con crudeza. En el palacio de Mortera (Cantabria) aparecieron escritos en los que se mofaba de una de sus primas con síndrome de Down. Otras críticas fueron merecidas. Luisa Isabel siempre estaba por encima de todo el mundo. Por encima de su padre porque era un muerto de hambre. Por encima de los Maura porque ella descendía de la pata del Cid".

Llegó el momento en que la aristócrata fue presentada en sociedad. "Con ese objeto y para hacerla más atractiva a los ojos de las grandes fortunas, su padre le cedió el título de marquesa de los Vélez. Luisa Isabel tenía 15 años. Pero los Vélez no es el condado de Niebla, que es lo que llevan por tradición los primogénitos de Medina-Sidonia", añade.

"Se le conocen pocos novios. Sus primas Maura no recuerdan ni novios ni flirteos. En las fiestas de sociedad de la época aparece desarreglada y entristecida. No era fea, pero debía tener complejo de serlo", relata Gabriel, una de cuyas novelas favoritas es La feria de las vanidades, de William Thackeray.

La joven proclamaba su fervor monárquico delante del general Franco. Algunos miembros de la familia Maura eran devotos de la monarquía. La Duquesa Roja compartía ese credo. "Y alardeaba de ello ante las mismas barbas de Franco. En los concursos hípicos en los que coincidían, Luisa Isabel daba ¡vivas! al Rey. Los gobernadores civiles se santiguaban. Algunos militares de alta graduación sonreían", relata el hijo.

La duquesa quedó prendada de uno de los grandes jinetes de su época. "En el mundo de la hípica española había un adonis por el que todas las chicas suspiraban. Además era el campeón de España". Se llamaba José Leoncio González de Gregorio y Martí. Se casó con él en 1955, "embarazada de varios meses, creo que cinco", puntualiza Gabriel. "Se vistió de negro, por la reciente muerte de su padre y para no ir de blanco por lo que significaba. Ella era coherente en ciertos detalles".

"Para cuando nací yo, el matrimonio ya se había roto. Al parecer, el caballista quería tener sólo dos hijos y ya se llevaba mal con Luisa Isabel, que estaba harta de sus infidelidades. Los adonis son así". Luisa Isabel perdió el pleito de separación y la tutela. Entregó sus hijos a su abuela Julia Herrera. Sus tribulaciones no quedaron ahí. "Sus problemas con la Justicia empeoraron. Fue procesada por manifestación ilegal a causa de Palomares (el accidente nuclear ocurrido en aquella localidad almeriense en 1966) y por injurias a la Guardia Civil. Los procesos se le acumulaban y los abogados costaban mucho dinero", recuerda Gabriel.

Fue en esa época cuando se acercó a sus hijos. "Con nosotros era maravillosa pero... las amigas de Luisa Isabel de por entonces cuentan las depresiones que le sobrevenían cada vez que le tocaba recibir nuestra visita. Leoncio, Pilar y yo nos hicimos devotos de nuestra madre y, con el tiempo, nos fue cogiendo cariño".

La duquesa vivía exiliada en Francia, lejos de las garras de los esbirros de Franco. "La vida de Luisa Isabel en Francia fue su periodo más killer. Está por documentar. Se empieza a hablar de él. A nadie le interesa hablar porque es comprometido", siempre según Gabriel González de Gregorio.

"Luisa Isabel vivió durante más de un año en Bayona (Francia) en un piso franco en el que vivían también varios miembros de ETA. Alternaba con etarras y con aristócratas como la marquesa de Portago", evoca. Franco estaba vivo y Bayona era un enclave donde se movían como peces en el agua etarras y antifranquistas de todos los colores políticos. "Cuentan que los sábados iba a una cabina de teléfono a llamarnos a Leoncio, a Pilar y a mí mismo. Y no le pasaban las llamadas. La pobre mujer se quedaba destrozada. También cuentan que sufrió tres atentados de la extrema derecha".

La lucha contra el dictador le pasó factura. Su defensa de la libertad le ocasionó graves quebrantos económicos. "A España volvió en la ruina", resume Gabriel, quien señala que la duquesa entregó a sus dos hijos varones "lo poco que había quedado de aquello que les tenía que haber dado al cumplir 21 años". Y les dejó un apartamento de 60 metros cuadrados en Madrid. Gabriel recuerda que dos tíos de su padre les prestaron apoyo económico a él y a Leoncio. La aristócrata confiaba, en que el marido de su hija "mantuviera" a Pilar.

El hijo pequeño de la Duquesa Roja habla de la falsificación del testamento de Julia Herrera, su bisabuela, en 1968. "También por aquellos tiempos los hijos conocimos la falsificación de la testamentaría de Julia. Tardamos en caer en que nuestro padre era también responsable. En lo que enseguida caímos fue en que nuestra santa, justiciera y ejemplar madre nos había vendido por dinero", relata.

"Los tres nos juramentamos. Leoncio tomó las riendas. Pidió tregua para casarse. El nacimiento de su primer hijo y la influencia de su mujer lo cambiaron todo", concluye Gabriel. Las cosas ya no fueron como antes. La unión de los tres hermanos para defender lo suyo se debilitó.

La Duquesa Roja falleció hace dos años. Gabriel la acusa de morir "estafando una vez más a sus hijos". "Antes de morir había vendido todos los bienes inmuebles que le quedaban y el dinero había desaparecido. ¿Se lo quedó la viuda? ¿la fundación?", se pregunta Gabriel. La Duquesa Roja pasó a la leyenda por su valentía y su amor a la democracia. Su hijo Gabriel quiere añadir algunos matices a un mito que es muy posible que no se desvanezca en el olvido.

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Biografia

Biografia de Isabel Álvarez de Toledo

Mensajepor Biografia » Jue 15 Mar, 2012 4:17 am

ImagenIOGRAFÍA.

Isabel fue ante todo, una persona comprometida con la sociedad que la rodeaba, un ser al que debemos aplicar formas esenciales del pensar y vivir, que huyó de las etiquetas despertando recelos en un mundo de apariencias, por la sencilla razón que “vino a romper clichés en el contexto intelectual de los antagonistas de uno y otro bando”.

Que jamás se instaló en las comodidades del pensamiento único, buscando la libertad en la voluntariedad, en el buen uso de la misma, pues siempre respetó los derechos y las libertades del otro, con lo que dio dimensión a una ética y estética propia, arraigada en lo más profundo de su Ser.

Se podría decir que todo comenzó cuando siendo niña sus padres, hasta entonces exiliados en Portugal a causa de la contienda civil, decidieron volver a su patria, instalándose en octubre de 1936 en el viejo caserón palacio de sus antepasados en Sanlúcar de Barrameda. En esta atmósfera de los años de la posguerra, la niña Isabel fue modelando sus vivencias y ahondando en los interrogantes de una realidad tremendamente contradictoria. En Sanlúcar conocería un espacio y un tiempo que iría interiorizando, y la marcarían como persona de por vida.

De la mano de su querida madre, Carmen Maura, fue descubriendo el pulso de la vida y el de una realidad que lentamente lograría fusionarse con su propia personalidad, siempre curiosa y sensible hacia todo aquello que la rodeaba.

En esta Sanlúcar de los años 36, desde la ventana de su habitación, descubriría las bellas puestas de sol, la levedad del paso de las horas que iban fluyendo, mientras su madre pintaba o le leía capítulos de uno de sus libros favoritos: “El Mundo en mis Manos”, relatos etnográficos y históricos de países lejanos, que ella escuchaba atentamente mientras aprendía la relación dialéctica del transcurrir de los hechos.

Pero también sería en Sanlúcar, en sus calles y rincones, donde a través de los juegos con los niños del pueblo, la enfermería de su madre, la relación con los enfermos y pobres (1), que transitaban por la casa, donde conocería el arte de la supervivencia que algunos hombres convierten en su lucha vital a la hora de su quehacer cotidiano.

En este ambiente contradictorio, donde una burguesía vivía a espaldas de los conflictos sociales, y con una masa poblacional que hacía de la necesidad virtud, Luisa Isabel Álvarezde Toledo, no pudo menos, dado su carácter, que relacionar de modo implícito la injusticia, dolorosa e inquietante, con los desajustes estructurales de aquella sociedad.

Realidad que no dejaría de obsesionarle hasta el último momento de su vida. Por ello siempre buscó el antídotoen el conocimiento, lo que le haría decir en unos de sus escritos: “La constante de la Historia es el fracaso. Y la causa que acompaña es la de la ignorancia. El remedio será la cultura y la adquisición de conocimientos”. “El bienestar no se conquista sin esfuerzo, ni de la noche a la mañana”.

De Sanlúcar partiría en el año 1946, tras fallecer su madre, circunstancia que la sumaría en un profundo dolor y abatimiento, encontrando consuelo en el cariño de sus abuelos, que de ahora en adelante se harían cargo de ella. Previamente y estando su madre aún con vida, prometió que cuando fuese mayor se ocuparía de la casa palacio y del archivo familiar, que por aquel entonces descansaba en un guarda mueble de Madrid. Así lo hizo diez años después, siendo ya una mujer casada y con un hijo en el mundo.En esta etapa madrileña su experiencia y formación intelectual han de ir unidas a las enseñanzas de su abuelo materno, Gabriel Maura Gamazo, historiador y miembro de la Academia de la Historia. Y será en este ambiente de estudio, donde la joven se iría construyendo como persona, dejándonos constancia escrita de la vocación que sintió desde los inicios por el quehacer de la ciencia histórica, abordando en esta fase de su vida los primeros compromisos literarios y trabajos de historia. Siempre de la mano de su amado y venerado abuelo, que no dudaba en aleccionar a su nieta en todos los temas por los que ésta mostraba interés, los años fueron transcurriendo en un continuo diálogo entre maestro y alumna. En el contexto de estas relaciones se fue formando su constitución moral y ética que, a nuestro modo de ver, fueron decisivas a la hora de entender sus compromisos ideológicos posteriores.


Spoiler:
Años más tarde nos diría en una entrevista que le hicieron que: “cabalgando con mi caballo por el campo, hablando con la gente que encontraba, y por la noche retirándome con mis libros a mi habitación, aprendí de la vida de personajes como Jefferson, Abraham Lincoln. Hombres que se hicieron a sí mismos, influyeron en mi carácter, aprendiendo directamente de la vida, de las gentes y de la historia”.

Partiendo de estas enseñanzas y desde la interiorización de su propia soledad --no olvidemosque a pesar del cariño de sus abuelos, era hija única que creció en un mundo de adultos--, Luisa Isabel A. de Toledo se fue abriendo a la experiencia de la vida, adquiriendo una precisa autonomía de su propia voluntad de querer ser y estar.

Tras casarse con don Leoncio González de Gregorio, matrimonio del que nacieron tres hijos -- Leoncio, Pilar y Gabriel --, se haría cargo en 1956, a la muerte de su padre, Joaquín Álvarez de Toledo, del archivo histórico y de la casa familiar de Sanlúcar de Barrameda.

A partir de este momento comienza un periodo que podemos llamar de depuración de ideas nuevas, que irá aplicando a su quehacer cotidiano, donde observamos unas prácticas en el orden de las convenciones culturales que irá aplicando a la reconstrucción de este entorno material, que décadas después sería la Fundación Casa de Medina Sidonia. En este punto se hace necesario señalar que,
desde el primer instante, este patrimonio no tuvo otra ubicación en el espacio material y cultural que en los de sus fundamentos de su conciencia social. Su discurso, acompañado de la acción, será el reflejo de este asumir responsable que conllevó la conservación y difusión del archivo de Medina Sidonia, para legarlo a las generaciones venideras, como instrumento del saber.

La evolución personal de Luisa I. A. de Toledo se sucede entre la organización de este patrimonio cultural y la de sus propias ideas políticas, constituyéndose por aquel entonces en sujeto activo de las luchas obreras que estaban naciendo, colaborando activamente en las primeras huelgas conocidas en el Marco de Jerez. Al mismo tiempo, en esta actitud crítica al no sometimiento de todo aquello que consideraba “abuso del poder”, hallamos la esencia misma de su no subordinación a ningún dogma, fuese este de índole religiosa o política: “porque mi natural no me permite someterme a ninguna forma de disciplina externa en lo intelectual”.

En esta línea de pensamiento hemos de encuadrar su novela La Huelga, donde se revive el problema del campo andaluz de los años 60 y la relación que éste mantiene con el campesinado, que nos es presentado como sujeto que vive en permanente situación de sometimiento y arbitrariedad. Enfrentado a sus estructuras cuasi feudales se erige en sujeto pasivo de su tiempo, desvalorizando la
conciencia de sí mismo. A partir de esta lección fundamental, el derecho, la injusticia, la caridad mal entendida, una clase acomodada que se olvida de su entorno, no dejarán de señalarnos la reivindicación permanente que mantiene en su discurso la desubicación de los individuos que son recluidos en su “célula” material e ideológica, sin que se les permita vislumbrar que el cambio es posible.

Años más tarde confesaría, que esta primera obra la escribió por la necesidad instintiva que sentía de denunciar, mediante la palabra, la subordinación material y ideológica de los más desfavorecidos, conduciéndolos a la desesperanza, pues entendía que el deber del intelectual era llamar la atención, haciendo oír su voz hasta en el último rincón del planeta. Por mucho que le pesase al poder. Verdad que se convierte para Luisa Isabel Álvarez de Toledo, en la clave para conseguir el desarrollo económico y cultural de los pueblos, que privados de estas voces críticas están abocados a sucumbir bajo los sistemas del poder.

A raíz de esta novela, junto con los artículos que aparecieron en la revista Sábado Gráfico, denunciando la situación que se vivía en las cárceles españolas, concretamente en Ventas y Alcalá, le acarrearían una serie de procesos condenatorios que la condujeron camino del exilio, pasando la frontera a las 5 de la mañana un 5 de abril de 1970.

Pero antes de ello, concretamente el 17 de enero de 1966, sucedió el accidente nuclear de Palomares, hecho que cambiaría el rumbo de muchas vidas. También el de la suya. Todo ocurrió cuando dos aviones militares norteamericanos, un B-52 y el avión nodriza, abastecedor del combustible del primero, en pleno vuelo chocaron entre sí, estrellándose a tierra, junto a las cuatro bombas de hidrógeno que llevaba el B-52. Dos de ellas se rompieron, esparciendo en el medioambiente uranio y plutonio, elementos que contaminarían la zona y a sus habitantes, sufriéndose sus consecuencias adversos todavía varias décadas después.

Luisa Isabel Álvarez de Toledo acababa de terminar su libro La Base, que precisamente trataba de los efectos que tuvo el establecimiento de la Base Militar de Rota, sobre la conducta material y psicológica de la población.

Dos años antes ocurrió un accidente de parecidas características en el Coto de Doñana. Incidente que fue silenciado por los medios oficiales. Todo ello fue el detonante que la animó a averiguar lo qué había ocurrido en Palomares, donde encontró, según sus palabras: “a unos ciudadanos empobrecidos, a los que habían retirado sus tierras, pertenencias y trabajo, sin indemnizarles, alarmados porque les hacían reconocimientos, negándoles información sobre el resultado. Me pidieron que publicase lo que estaba pasando y así lo hice”.

Nuevamente en este punto la persona comprometida y consecuente con sus ideas, nos mostrará hasta qué punto la ética y el compromiso van de la mano, haciendo valer la praxis real, que no teórica, del intelectual que se plantea desde el marco de su propia existencia cómo han y deben ser la suma de las relaciones que mantiene con su entorno. Esta actitud la llevarán, concretamente el 17 de enero de 1967, a organizar y encabezar la manifestación, donde por primera vez saltaría a los medios de comunicación como la Duquesa Roja. Se pretendía llamar la atención fronteras afuera y concienciar al gobierno español, que hasta esta fecha parecía estar ausente. Gracias a que se logró crear un estado de opinión favorable a la causa, llegó el contador de cuerpo entero a la Junta de Energía Nuclear, se obtuvieron los resultados de los reconocimientos médicos y la gente comenzó a recibir sus tratamientos, que algunos todavía hoy los siguen pasando. Ello también le valió el proceso en el T.O.P. que la condenaría a 1 año de cárcel y a 10.000 pts. de multa. De esta experiencia carcelaria diría en una de sus cartas escritas desde su celda a su hijo mayor: “Recapacitando me ha venido muy bien esta temporadita a la sombra. He aprendido lo que nunca me podría haber enseñado la calle. Es como un compendio de los problemas del país. Una síntesis que no puedes encontrar en otra parte, y que te permite llegar al fondo de las cosas, oculto en el mundo de fuera. Tienes una madre que sabe mucho más que el año pasado. Como verás, siempre andamos a tiempo de aprender (recuerda siempre que, aprender es conocer)”.

Como ya queda señalado con anterioridad, tras su liberación, nuevamente sería procesada y condenada por La Huelga y los artículos aparecidos en Sábado Gráfico. En total fueron 4 autos de procesamiento: dos del año 1970; concretamente por el auto 1056 el fiscal pidió 10 años de prisión; el abierto en el TOP lo completa el sumario 1078 del año 1971, por el que se le piden 7 años y por el sumario 749/70 otros tantos. Todos los procesos fueron consecuencia de “haber usado una libertad de expresión que se respeta en cualquier país libre, y que espero se respete en el futuro por parte del estado Español”. Esta postura la condujo al exilio. Punto de inflexión en su vida.

A través de este largo y no menos doloroso exilio de aquella mujer que había cumplido los 35 años, podemos asomarnos a una realidad que no hará más que ahondar en sus presupuestos ideológicos y que la llevarían a afirmar, en relación a sus posturas sociales: “yo tenía conciencia y derecho y me presentaba en contra de un sistema virtualmente injusto y corrupto. Y era joven y creía que en este país se podía erradicar la corrupción. Por una serie de hechos, tuve que ir a la cárcel y después al exilio. Quien defiende sus ideas, algo le cuesta”. En esta aceptación de los hechos se instaló en París, en una buhardilla de 15 metros cuadrados, cuyo único espacio de luz sería una ventana que daba a la Politécnique, pero por donde pasarían muchos de los que luego serían los primeros políticos democráticos de este país. Al mismo tiempo supuso una ruptura extrema con el mundo de los afectos y su bienestar material, lo que contribuyó a que orientara toda su energía hacia el trabajo de la creación, de manera que en el transcurrir del día a día se fueron consolidando más y más sus saberes, sujetos a su propia experiencia.

Fue un periodo que nos anticipa a la Luisa Isabel Álvarez de Toledo crítica hasta la infinitud, que no cesaba de reclamar el derecho de los hombres a poder expresarse libremente, sin cortapisas ni imposiciones; es la Luisa Isabel de los años de esperanza, donde sintió la necesidad de acometer nuevos compromisos literarios que la llevarían a viajar por gran parte de los países del continente europeo. En este ambiente creativo y de marcado carácter político, sus análisis sobre la España contemporánea, sobre el devenir del mundo, necesitados de hombres con capacidad para dirigirlo, fueron acogidos en los foros democráticos de países como Inglaterra, Suecia, Bélgica, Suiza, Alemania, o Canadá. Actuaba en función a las exigencias propias de aquel momento. Había que denunciar la dictadura de Franco, para ello no dudó en aliarse con ideólogos tanto de signo marxista como liberales o independientes, pero jamás militó, como a ella gustaba decir, en ningún partido político.

Fue una Ilustrada en un medio que a la larga también le sería hostil, precisamente por su independencia y representación de un modelo ideológico que sólo puede ser hallado en las máximas de una ética de la verdad. En los últimos tiempos de este exilio, que a muchos de sus detractores, le gusta calificarlo como de “dorado”, empezó a ser considerada una desclasada. A este respecto solía decir: “todo ello no son más que prejuicios de aquéllos que consideran que el ser humano responde a una etiqueta, sea de índole económica o política. Y yo, lo que soy y he sido siempre ante todo es persona, dotada de un cerebro que me ha permitido pensar, analizar y observar. Por tanto, que cada uno piense lo que quiera, sea lo que sea, ello no me ha de impedir actuar según la conciencia y la razón me dicte”. Desde esta marcada diferencia del yo con respecto a otros exiliados que la rodeaban, sorprendió y fascinó a unos, y a otros tantos mal enquistó contra su persona, que la consideraron incompatible con el futuro político que se estaba proyectando una vez desaparecido Franco.

Esta filosofía del Ser nace de lo más profundo de su alma y confluye en paralelo con la experiencia de vida que le tocó en suerte. En esta mirada “del otro”, Isabel Álvarez de Toledo, supo que lo bueno y lo malo está encadenado a la línea de la vida de uno, y que el hombre en su libre albedrio puede elegir permanecer en la desesperanza, en la aceptación de los hechos negativos, o bien, por el contario,
puede esforzarse por cambiarlos, más allá de las diferencias ideológicas o de opinión que podía tener con sus semejantes.

En estos años de duro combate ideológico con la oposición española, su preocupación básica consistía en lograr que en España, una vez muerto el dictador, se lograse implantar la Democracia, pero para ello se hacía necesario crear nuevas libertades, necesarias para combatir nuevas formas de dominación, impuestas por los llamados epígonos del franquismo. Ello le valió enemistarse con la clase política naciente, convencidos de que había que pactar, aunque fuese renunciando a muchos de los presupuestos éticos esgrimidos años antes. De este modo, y una vez más, rompía con el pensamiento oficial, enfrentándose desde la soledad a los principios políticos de un colectivo que no estaba dispuesto a cambiar sus proyectos personales, ni a renunciar a una vida pública que presagiaba ser prometedora.

Por aquellas fechas ya nadie pensaba que las revoluciones harían cambiar al mundo, que los totalitarismos serían una lacra del pasado y que los imperios basados en la fuerza desaparecerían. En este cambio y transformación de las ideologías, Luisa Isabel Álvarez de Toledo escribió un ensayo que surgió de una pregunta: ¿por qué las sociedades son incapaces de defenderse de las agresiones, tanto de índole económica o política, a las que son sometidas? Las respuestas las escribiría en “Sin Intermediarios”, donde se analiza el pensamiento histórico, económico y social del conjunto humano europeo, invitando al lector a pensar de un modo diferente a cómo nos han enseñado. A lo largo de esta búsqueda constante de respuestas, su libertad en el análisis, su crítica al sistema capitalista, no puede concebirse desligado de su pensar ético, fundado en el modelo de las certezas y existencia de la verdad objetiva.

Por fin, lo anhelado. En octubre del año 1976, gracias a los últimos decretos de amnistía concedidos en España pudo volver a su país. Tampoco en esta ocasión fueron fáciles los comienzos, sobre todo teniendo en cuenta las contradicciones que encontró en el sistema de aquel momento, que distaba de responder a su ideal político. En otra vertiente, estaba su casa de Sanlúcar y el archivo, que había
quedado protegido durante su ausencia, pero que ahora se hacía necesario volver a retomar la catalogación, iniciada antes de partir hacia el exilio. El dinero enviado para ir manteniendo el palacio se había diluido en otras cuestiones, que nada tenía que ver con la pretendida conservación. Todo ello, unido a conflictos personales y familiares, hizo que la “nueva vida” soñada y deseada se rompiese en mil pedazos. Esto hizo que durante bastante tiempo se alejase de la vida pública, encerrándose días y noches en su despacho, personalizando en exceso, a nuestro modo de ver, todo cuanto ocurría de puertas afuera, lo que le impidió aproximarse a los demás, ganándose la fama de mujer excéntrica e intratable.

Qué decir al respecto, sino que las diferencias, los matices y la complejidad de las relaciones humanas, en multitud de ocasiones son concebidas como elementos de dispersión que introducen factores, tanto sociales como psicológicos, siendo finalmente observados por el espectador con ojos que sólo ven lo aparente. Desde la experiencia personal de los que la conocimos, podemos decir que
fue un ser excepcionalmente sensible y frágil, con un sentido extremo de la honestidad e integridad personal, esperando en el de enfrente idéntica capacidad. En este concebir del “otro” gastó energías y también, por qué no decirlo, relaciones que probablemente en el ámbito de lo institucional le hubieran sido provechosas para muchos de sus proyectos. Los que tuvimos la suerte de tratarla y compartir el día a día, así como la gente que venía a casa para conocerla o hablar con ella, guardamos un profundo cariño y respeto hacia lo que representó. Todos aquéllos que se acercaron a su persona desde la sinceridad pudieron comprobar su grandiosa bondad y su sabiduría, que supo transmitir con sencillez y humildad. Algo que le caracterizó toda su vida.

En este encierro voluntario emprendería de nuevo la catalogación del fondo documental conservado en el Archivo de la Fundación y daría a luz nuevas publicaciones, centrando cada vez más su atención en el análisis histórico. De este periodo son sus libros Historia de una Conjura, Don Alonso Pérez de Guzmán, General de la Invencible, así como numerosos artículos para revistas de divulgación y universitarias. En todos estos trabajos hallamos un pensamiento riguroso y personal que se abre al lector creando la necesidad de ver más allá de las apariencias visibles. Será una constante a lo largo de toda su labor creativa, encontrar el equilibrio entre el plano conceptual de los referentes históricos y las estructuras de poder que conforman el mundo de un pasado que nos ha de servir para “encarar” el presente. En este universo múltiple, el sujeto siempre en conflicto con sus propias aspiraciones, será señalado en referencia a sus propias contradicciones, que permanecen como constantes vitales, dando lugar a giros existenciales que habrán de enlazarse con toda su trayectoria humana. Siempre presente cuestiones como la dominación, el abuso del poder o la conflictividad social, la autora contesta así a sus propios interrogantes y refleja en su modelo de escritura su crítica mordaz a todo lo que consideraba injusticias del sistema.

A lo largo de los años 90 comienza a perfilarse un nuevo horizonte en el ámbito de la materialización de su proyecto vital, como fue la conservación del patrimonio cultural y material de Sanlúcar. En este esfuerzo permanente de alcanzar el equilibrio entre lo público y lo privado, creará la Fundación Casa de Medina Sidonia, pasando el Palacio con todo lo que contiene y el Archivo a ser propiedad de la misma. De este modo se aseguraba, aún más, desde el punto de vista institucional y jurídico, el monumento, que ya estaba protegido desde 1978 en que, a instancias suyas, fue declarado Bien de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura.

La Fundación representó y representa la normalización entre la vinculación que debe existir entre lo público y lo privado, además de contemplar que los bienes que contiene son sumas de valores culturales que fijan las raíces de una sociedad, de un pueblo que se ve representado, vinculándose moral y afectivamente con el lugar. Con ello se da contestación a la dimensión social que debe tener este tipo de patrimonio, que Luisa Isabel Álvarez de Toledo siempre consideró que era de todos y como tal debía ser mantenido y conservado.

Esta premisa hace que debamos prestar especial atención a que se cumplan cada uno de los fines establecidos en la Carta Fundacional, considerando la relación existente entre conservación y buen uso del bien, recayendo la responsabilidad de este cumplimiento en el Patronato de la Fundación, las Instituciones Públicas y en la Sociedad Civil como garantes últimos.

Hemos querido voluntariamente resaltar en esta somera aproximación a la figura de Luisa


Isabel Álvarez de Toledo, una imagen desligada de vivencias personales o familiares, pues al volver la mirada al pasado, la observamos delante de su ordenador, dando formas a ideas y proyectos, que siempre tuvieron que ver con asuntos colectivos, enfocados a mejorar el mundo y alejados siempre del concepto dominante del Yo. Eligió la escritura como medio para llegar a los demás y se mantuvo hasta el final de sus días en la creencia de que el hombre es capaz de cambiar, de alejarse del imperio de dinero y de la ostentación. Quizá algún día ello sea una realidad, pero lo que sí es seguro que enseñanzas como las suyas harán que estemos algo más cerca de alcanzar este sueño.

María del Carmen Maura, XX duquesa de Medina Sidonia, fue hija de Gabriel Maura Gamazo y de Julia Herrera Herrera, se casó con Joaquín Álvarez de Toledo en Biarritz en 1931. A lo largo de la guerra ejercicio de enfermera militar, experiencia que aplicó a todos aquéllos que acudían a su casa de Sanlúcar en busca de alivio. En un ala del palacio instaló una pequeña enfermería, que hoy todavía existe.






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