LA NOCHE TEMÁTICA
"¿Una historia de amor?"
El amor es un concepto universal, un sentimiento complejo que nos acompaña desde siempre. A lo largo de la Historia el significado de la pareja ha evolucionado según las distintas épocas y culturas, muchas veces sin nada que ver con el amor. La Noche Temática se adentra en los entresijos de las relaciones
La gran historia de la pareja
Un recorrido por la historia de la pareja desde la Prehistoria hasta nuestros días explicando cómo ha evolucionado de acuerdo a las distintas sociedades y épocas. Hoy en día, un tercio de las parejas casadas se divorcian y el número de familias monoparentales está aumentando. ¿De dónde viene nuestra concepción de una vida en común basada en el amor, la satisfacción y la lealtad? ¿Cómo se impuso?
Si uno mira hacia atrás, descubrirá que la pareja moderna es muy reciente. Inicialmente los humanos éramos polígamos, durante miles de años hemos vivido con una pareja sólo por el hecho de procrear.
Tierra de mujeres
Documental sobre la cultura sexual y única del pueblo Mosuo, una pequeña minoría china, y una de las sociedades matriarcales últimas en el mundo. Sin un contrato de matrimonio, los Mosuo tradicionalmente construyen relaciones basadas en el amor libre y la satisfacción sexual.
Antropología... etnografía, etnología, etc.
El documental - Korubo: Morir matando
El documental - Korubo: Morir matando
En las remotas tierras inundadas del valle del río Javari, en la zona amazónica formada por tres países fronterizos: Perú, Colombia y Brasil; viven los indígenas más temidos de Brasil, los indios Korubo, denominados por los colonos blancos 'aplasta cabezas', famosos por su destreza manejando grandes palos, de los que no se separan jamás los hombres de la tribu. Los utilizan tanto para defenderse como para atacar.
Guillermo Antonio Farini posa junto a un grupo de pigmeos que formaban parte del espectáculo que llevó al Royal Aquarium de Londres.
LOS ORÍGENES DEL RACISMO
El Museo Quai Branly de París muestra el vergonzoso pasado colonial de una Europa en la que los indígenas se exponían como animales en ‘zoos humanos’
JUAN MANUEL BELLVER / París
Corresponsal
el futbolista Lilian Thuram
La lucha de Thuram
«Nadie nace racista, los prejuicios son fruto de un condicionamiento. A los nueve años, cuando desembarqué en París, procedente de Guadalupe, descubrí que era negro en la mirada de mis compañeros de escuela», recuerda Lilian Thuram. A punto de cumplir 40 años, este ex futbolista se ha reciclado en activista a través de su Fundación para la Educación contra el Racismo. Él, que fue campeón del mundo (1998) y de Europa (2000) con aquella selección multirracial que lideraba Zinedine Zidane, aún conserva el récord de ser el jugador que más veces ha vestido la camiseta azul (142).
Defensa central del Mónaco, Parma, Juventus y FC Barcelona, durante toda su carrera recibió insultos racistas de los seguidores del equipo contrario. De ahí que al colgar las botas adoptase esta nueva lucha. En 2008 creó la fundación y en 2011 publicó el libro Mis estrellas negras: De Lucy a Barack Obama, donde enumera a la gente de color que más ha admirado en la Historia reciente. Comisario de la muestra La invención del salvaje, recuerda que la primera vez que oyó hablar de los zoos humanos fue en Hamburgo (Alemania): «En la puerta del zoológico local, un cartel explicaba que allí se exhibieron, hasta los años 30, personas encerradas en jaulas, al lado de animales». «El racismo», señala, «sólo se combate con educación».
[/table]Se llamaba Saartjie Baartman, aunque ha pasado a la historia como la Venus Hotentote. Era una mujer de la tribu khoi surafricana que fue traída a Europa a comienzos del XIX para ser exhibida como una especie humana exótica en el parisino Jardin des Plantes, engrosando el catálogo de animales feroces y flores raras. A su muerte, su cuerpo fue estudiado por los mejores anatomistas y semantuvo custodiado como un tesoro colonial, durante 180 años, en el Museo de la Humanidad de la capital gala. En 1994, Mitterrand prometió aMandela que devolverían los restos a su país. Sólo en 2002, Francia permitió el traslado. La historia de Saartjie, recuperada este año para el cine por Abdellatif Kechiche en el filme Venus negra, es una más de lasmiles que inundan La invención del salvaje, una exposición con la que el Museo del Quai Branly rompe con su habitual dinámica de muestras etnográficas para tratar el espinoso tema de los zoos humanos y el origen del racismo. ¿Qué es un salvaje? ¿Hay razas superiores y otras inferiores? ¿Es el indígena ese individuo cercano a la naturaleza, virtuoso y confiado, que propugnaban Locke o Rousseau?
Tales eran las cuestiones que preocupaban a los ciudadanos europeos cuando, en plena expansión imperialista, observaban a los habitantes de otros continentes con una mezcla de miedo y fascinación. Esa curiosidad popular malsana provocó que, durante siglos, hombres, mujeres y niños de África, América, Asia y Oceanía fueran exhibidos en París, Londres y otras capitales como atracciones de circo, teatros de variedades, aulas o incluso zoológicos.
«Todo empezó en 1492 con Colón, que se trajo delNuevo Mundo varios indígenas para presentarlos en la corte como prueba de su descubrimiento », explica el ex futbolista Lillian Thuram, cuya Fundación para la Educación contra el Racismo promueve la muestra de Branly.
- Los indígenas se veían con una mezcla de miedo y fascinación
Allí se exhibían camellos y avestruces, bailarinas del vientre y encantadores de serpientes, pero también «especímenes de sociedades exóticas», como proclamaba la publicidad de la época. Era el caso de Guillermo Antonio Farini, que recorría el mundo mostrando a un grupo de pigmeos africanos.Tras el cartel de feria didáctica se escondía el morbo voyeurista de estudiar a la tribu sometida escudriñando en sus aldeas burdamente reconstruidas y en sus rituales ejecutados fuera de contexto. En semejante contemplación del otro, no se buscaba la similitud, sino que se exageraba hasta la caricatura la diferencia. El Branly nos lo descubre ahora a través de 600 cuadros, fotos, filmes, maquetas, máscaras, trajes, afiches, recortes de prensa y documentos, que hasta el 3 de junio de 2012 ilustran a orillas del Sena, en toda su fascinante crudeza, el cómo y el porqué de la invención del mito del salvaje.
«En el siglo XIX, la antropología trató de establecer jerarquías entre razas. Eso alimentó el fantasma de la dominación blanca», comenta la especialista en Historia Colonial del museo, Nanette Jacomijn. «Sin embargo, la genética ha demostrado que no existen diferentes razas y sólo hay una especie de seres humanos », apunta Thuram.
Hace dos años, el ex futbolista y el escritor Pascal Blanchard propusieron al afamado museo una exposición «para hacer reflexionar sobre el racismo». Hoy la muestra que han comisariado junto a Jacojmin recupera la historia de la Venus y de tantos otros figurantes que recorrieron Occidente comomonstruos de feria. Sus retratos se alternan, a lo largo del recorrido, con un sinfín de espejos cóncavos y convexos que devuelven al visitante su imagen irreconocible, como invitándole a verse con la mirada deformada del otro, y nos recuerdan que la incorrección política ha subsistido hasta hace bien poco en determinados ambientes museísticos.
Aunque la última exhibición étnica de seres humanos celebrada en Bruselas, en 1958, se suspendió por las protestas ciudadanas, el llamado Negro de Bañolas (Gerona) se expuso disecado en el Museo Darder hasta el año 2000, fecha en que fue devuelto a Bostwana tras largas negociaciones. El cadáver de aquel bosquimano había sido robado en África en 1930 por taxidermistas franceses, luego embalsamado y enviado a Europa para ser vendido. De regreso a África, fue enterrado como un héroe nacional. Para ellos, no era ningún salvaje.
Modelos de cabezas de indígenas que se exhibían en el siglo XIX como especímenes de sociedades exóticas.
El ‘negro de Bañolas’. Un poster del ‘Jardín Zoológico de Aclimatación’ de París
EL MUNDO. MARTES 6 DE DICIEMBRE DE 2011
El estado de ansiedad
Documental de 50 minutos de duración basado en el libro Status Anxiety escrito por el joven filósofo suizo Alain de Boltton, donde se analizan cuestiones como el dinero, el poder de los bienes materiales, el éxito profesional y en definitiva, el estatus social que se posee o se ansía, en relación con el grado de felicidad supuestamente obtenido.
Ascender en la escala social es hoy en día una obsesión y por ello es uno de los factores que más ansiedad genera en la actualidad en la población. El documental analiza esa ansiedad crónica como signo de las sociedades democráticas.
Los bosquimanos, el pueblo vivo más antiguo de la Tierra
Se separaron de otras poblaciones hace aproximadamente 100.000 años
Los pueblos de bosquimanos del sur de África encierran los secretos mejor guardados sobre el origen del hombre. Un nuevo estudio sobre la variación genética en la África sub-sahariana, donde se cree que se originó el 'Homo sapiens' moderno, resalta la importancia de la enorme riqueza de la historia genética de los que son los pueblos vivos más antiguos de la Tierra.
La investigadora de la Universidad de Uppsala (Suecia) Carina Schlebusch y sus colegas examinaron las variantes genéticas de 220 individuos de 11 poblaciones diferentes del sur de África para explorar sus relaciones y sus puntos en común. Los resultados indican que las poblaciones de bosquimanos, cuya divergencia de otros grupos africanos está considerada como una de las primeras en la historia de los humanos modernos, se separaron de otras poblaciones hace aproximadamente 100.000 años.
El dato ya se conocía en la comunidad científica, pero el trabajo de Schlebusch contribuye en gran medida a ampiar el conjunto de datos genómicos disponibles de los humanos más antiguos del árbol de la evolución humana.
Los investigadores, además, detectaron genes que estuvieron probablemente seleccionados en el momento en el que los bosquimanos se separaron de otros grupos de población de África. Estos incluyen genes relacionados con el desarrollo esquelético, como el crecimiento del cartílago y los huesos, o el sistema inmune o las funciones neurológicas.
El estudio revela cómo surgieron las poblaciones de humanos modernos alrededor del mundo a partir de una compleja historia evolutiva en África. Además, los resultados sugieren que otros estudios genómicos similares en el futuro pueden desentrañar alguno de los secretos que envuelven los orígenes de los humanos modernos.
Antropología / Datado en 100.000 años
El ADN de los hijos de ‘Adán’
El análisis genético de los bosquimanos confirma que son el pueblo vivo más cercano al origen del hombre moderno
MIGUEL G. CORRAL / Madrid
Los secretos del origen del hombre moderno permanecen ocultos en algún rincón del sur de África. Las pruebas genéticas, antropológicas y arqueológicas no dejan espacio para dudar de que todas las poblaciones actuales provienen de algunos grupos que habitaron cerca de lo que hoy es el desierto de Kalahari (Botswana, Namibia y Sudáfrica). Pero el proceso por el cual surgieron los primeros seres humanos actuales continúa siendo objeto de debate en la comunidad científica.
Por ese motivo, una serie de investigaciones publicadas en revistas científicas en los últimos meses está tratando de definir con más precisión la variabilidad genética ancestral del África subsahariana como clave de la variabilidad humana actual. Ahora, un nuevo estudio suma sus resultados a este puzzle que, poco a poco, está ayudando a comprender cómo surgió el Homo sapiens.
Las conclusiones del trabajo, publicado hoy en la revista Science, resaltan la importancia de la enorme riqueza de la historia genética de los pueblos vivos más antiguos de la Tierra. Los investigadores examinaron las variaciones genéticas de 220 individuos provenientes de 11 poblaciones diferentes del sur de África para explorar sus relaciones y sus puntos en común. Lo que supone el conjunto de variantes genéticas de estas poblaciones más completo que se tiene hasta la fecha.
Los bosquimanos (también denominados Khoisán) son el grupo humano vivo cuya divergencia de otros grupos africanos está considerada como una de las primeras en la historia de los humanos modernos. «Cuando comenzamos a bucear en estos datos, quizá el resultado más rompedor fue la profundísima estructura de población que encontramos, la más antigua que hemos hallado hasta la fecha», explicó en una teleconferencia con periodistas el director de la investigación Mattias Jakobsson, del Departamento de biología Evolutiva de la Universidad de Uppsala (Suecia).
«Así que cuando datamos esa separación vimos que se produjo hace al menos 100.000 años, el doble que la segunda separación más antigua », explicó Jakobsson. El dato ya se conocía en la comunidad científica, pero el trabajo de los investigadores procedentes de Suecia y Sudáfrica aporta información nueva sobre genes clave en la evolución de los humanos más antiguos del árbol genealógico humano.
Los científicos detectaron genes relacionados con el desarrollo esquelético, como el crecimiento del cartílago y los huesos, o con el sistema inmune y las funciones neurológicas. Sin embargo, algunos colegas ponen en cuarentena algunas de las conclusiones del nuevo trabajo. «La interpretación de que el origen de la morfología moderna pueda estar asociada con cambios en pocos genes me parece arriesgada», asegura a ELMUNDO Carles Lalueza, investigador del Centro de Biología Evolutiva del CSIC. «Cada vez creo que es mas importante la regulación de un genoma que los cambios funcionales que haya en este».
Las conclusiones del estudio ayudan a comprender cómo las poblaciones de humanos modernos alrededor del mundo surgieron a partir de una compleja historia evolutiva en África. «Lo más positivo de este trabajo es que devuelve la importancia histórica de una gente que ha sido marginada por el resto del mundo», dijo Himla Soodyall, de la Universidad deWitwatersrand (Sudáfrica) y una de las autoras de la investigación.
EL MUNDO. VIERNES 21 DE SEPTIEMBRE DE 2012
En busca del primer europeo
El documental presenta junto con Eudald Carbonell el proceso que nos llevó durante la evolución a ser humanos.Un cambio climático empujó a nuestros antecesores desde la sabana africana hasta el Cáucaso. Luego vendría Atapuerca, pero una nueva especie el Homo Sapiens estaba esperando.
Se busca madre para bebé neandertal
Un científico de Harvard propone la posibilidad de resucitar al hombre de neandertal a partir de su genoma y con la ayuda de una madre humana de alquiler ante las críticas de sus colegas
A George Church, prestigioso investigador de la Universidad de Harvard (EEUU), no parece importarle demasiado el dilema ético que pueda plantear la resurrección y clonación de un hombre de neandertal. Y aunque pueda parecer un debate insustancial porque no es algo que la ciencia sea capaz de lograr hoy en día, no lo es. Church asegura en su nuevo libro, Regénesis: Cómo la Biología Sintética reinventará la naturaleza y a nosotros mismos, que dispone en su laboratorio de la tecnología para hacerlo y que sólo se precisa de una «hembra humana extremadamente intrépida».
Cuando se le sugiere que se trata de una técnica que implica la clonación humana y que eso está prohibido su respuesta es rotunda: «Eso puede ser cierto en Alemania, pero no está prohibido en todo el mundo. Y las leyes pueden cambiar», asegura el investigador en una entrevista reciente con la web del semanario alemán Der Spiegel. No obstante, añade que el «prerrequisito para hacerlo sería que la clonación humana sea aceptable para la sociedad».
Sus colegas no salen de su asombro ante las tesis de Church y más teniendo en cuenta que se trata del padre de la llamada biología sintética -que se ocupa del diseño de sistemas biológicos que no existen en la naturaleza- y de uno de los científicos más reputados de la genómica mundial. «La sola idea de sugerir que es posible hacerlo en países donde no esté prohibido me parece éticamente reprobable», asegura a EL MUNDO Carles Lalueza-Fox, investigador del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona UPF-CSIC y uno de los autores de la descodificación del genoma del neandertal en mayo de 2010.
- GEORGE CHURCH «Podrían ser más inteligentes que nosotros. Su forma de pensar podría ser beneficiosa»
Dejando al margen los posibles problemas éticos, los expertos opinan que no es cierto que la ciencia disponga de las técnicas necesarias para lograrlo. «Técnicamente nos faltan herramientas: en la actualidad no podemos sintetizar su ADN y, si lo quisiéramos hacer modificando uno humano mediante líneas celulares, nunca se ha alterado una para introducirle tantos cambios. Si es capaz de hacerlo, que lo publique», dice Lalueza-Fox. «Además, hoy en día, la secuencia de neandertal que tenemos tiene una calidad muy baja lo que hace imposible la posibilidad de reproducirlo», sentencia el investigador español.
- PROBLEMAS TÉCNICOS Los genetistas dicen que la resurrección del neandertal es técnicamente imposible hoy en día
Sin embargo, en el libro que acaba de publicar, George Church predice que pronto ocurrirá la clonación de un neandertal. «¿Verá usted mismo el nacimiento de un bebé neandertal?», pregunta DerSpiegel durante la entrevista. «Eso depende de un montón de cosas, pero creo que sí», responde Church. Y va más allá, porque se atreve a sugerir que, para comprender realmente cómo piensan sería necesario «crear un séquito, de forma que tuvieran sensación de identidad. Podrían incluso crear una cultura neoneandertal y llegar a ser una fuerza política», según asegura Church.
Pero, dejando de un lado las, hoy por hoy, insalvables barreras técnicas, ¿qué interés podría tener la ciencia en devolver a la vida a nuestro pariente más cercano en el árbol evolutivo? George Church se apoya en su argumentación en el hecho demostrado de que los neandertales tenían un volumen craneal mayor que el de Homo sapiens y eso, según dice, podría hacer que pensaran diferente.
«Podrían ser más inteligentes que nosotros. Si llega un momento en el que una epidemia pone en apuros a la humanidad o tenemos que salir de este planeta o lo que sea, es concebible que su manera de pensar puede ser beneficiosa», asegura Church. La clave podría ser incluir en humanos sólo algunas mutaciones beneficiosas de los neandertales. Si eso nos diera ventajas evolutivas, «dudo mucho que nos preocupásemos por su morfología facial», dice Church entre risas.
La noche temática
El código de la Amazonia (La gramática de la felicidad)
Documental que muestra cómo vive un pueblo en el interior de la selva tropical amazónica. En el lenguaje de los Pirahãs se puede hablar, tatarear, cantar e incluso silbar. Los Pirahãs no tienen palabras para expresar los colores, ni tiempo verbal pasado ni futuro, y no conocen los números.
El lingüista Daniel Everett ha estudiado esta tribu, de unos 300 miembros, durante 30 años. La gramática del Pirahã rompe una de las reglas fundamentales de todo lenguaje: no tiene recursividad, es decir, la capacidad de combinar un número ilimitado de ideas en una sola frase. Lo que pone contra las cuerdas el paradigma de la gramática universal de Noam Chomsky.
Los gallegos y sus 70 palabras para designar la lluvia
Dice la -en este caso- equivocada cultura popular que un ejemplo de la adaptación de la lengua al medio en el que vive es que los esquimales tienen multitud de palabras para designar la nieve. El origen de este error se sitúa en el antropólogo Frank Boas, que en 1911, explicaba esto con cuatro palabras de diferente lexema para otros tantos tipos de nieve.
Aunque, como señala el programa de conservación de lenguas Sorosoro, el propio Boas explicaba que lo que sería expresado por una sola palabra en inuktitut puede serlo por un grupo de palabras en otra lengua, el daño estaba hecho y diferentes publicaciones científicas espolvorearon esta idea por el saber popular aumentado de manera exponencial el número de palabras que los esquimales utilizaban.
Pero que no cunda el pánico. Hay una muestra con más palabras y mucho más cercana: El idioma gallego contempla más de 70 vocablos para su nieve particular: la lluvia.
Elvira Hidalgo, profesora de Filología Románica en la Universidad de Santiago, hizo su tesis sobre la formación de las palabras gallegas para lluvia. “Los términos de Galicia”, explica, “como en la mayor parte de las lenguas romances, parten del pluvia latino, que era el elemento específico que caía cuando llovía”. Está acción, la del “agua de lluvia que cae”, era inver, de donde deriva el nombre de la estación más fría del año. Los hablantes de las lenguas románicas fueron poco a poco inventando nuevos nombres para el mismo concepto y variaciones del mismo, “entrando en cuestión cosas como el aspecto del día, el ruido que hace el agua al caer o las metáforas”.
Un ejemplo de esta variación metafórica en gallego sería el froallo, que según la Real Academia Galega es “una lluvia muy pequeña”. El término nace del latín floccum, que significaba una brizna de lana. Cuando antes se esquilaba a las ovejas y se aireaba la lana, esta soltaba un polvillo que se mecía blanco entre la brisa. “Esa imagen del polvo moviéndose”, dice Hidalgo, “ se trasladó a una lluvia que se pone a caer cuando hay rayos de sol y parece medio blanca”.
El origen onomatopéyico se ve en el lexema bab-, origen en palabras como babuña (“lluvia débil”) y que “refleja el sonido que hacen los bebes cuando todavía no hablan y por la baba en sí”, que se traslada a “una lluvia muy finita, pegajosa pero no desagradable”. Otros ejemplos serían patiñeira o lapiñeira, en las que pat- y lap- imitan el sonido al caminar entre charcos.
Pero la forma más común para la formación de palabras en las lenguas latinas es la derivación. Así, tanto barrallo y barrufa como zarzalo y zarracina vienen respectivamente de boreas y circius, palabra griega y latina para nombrar el viento del norte que traía las nubes de lluvia débil. Más ejemplos serían ballón (“Golpe de lluvia fuerte, abundante y de corta duración que se repite a lo largo de varios días) y su sinónimo lucense balloada, pero que en su caso están derivadas del bullar latino (ebullición) y relacionadas con el también latino battuere, de la que nace batega, (“lluvia intensa y de corta duración”).
Un lector avispado se habrá fijado en que la mayoría de los vocablos referidos hablan de lluvias débiles. Desde Meteogalicia explican que “aunque en Galicia hay todos los tipos de lluvia, los más comunes son los persistentes y de carácter débil”. La gran cantidad de precipitaciones en Galicia es debida a su situación como primer frente de defensa contra las borrascas que llegan del océano Atlántico cargadas de humedad y que la van perdiendo por la Comunidad Autónoma debido a la orografía. La pendiente que hay desde el océano a las montañas hace que las masas de aire asciendan, ayudando a formar las nubes de lluvia. La filóloga Hidalgo ve esta explicación razonable, pero también supone un componente afectivo al razonar que “con la lluvia débil es mucho más fácil convivir que con la fuerte”.
Pero la lluvia con más carga también tiene su sitio en el gallego. Así, arroiada, bátega, chaparrada, cebrina o cifra, entre otras, son precipitaciones con fuerza. Treboada, troboada, torbón y trebón hablan de rayos y truenos. Cuando la nieve y el hielo acompañan se da el auganeve, cebrina, escarabana, nevarada o la sarabiada. Si la neblina está presente, aparecen la borraxeira, brétema, cegoña, fuscallo y la néboa… Por fortuna, el gallego también contempla amizar, delampar, escambrar o estear. Son para cuando escampa.
- Actualización:
Condensación de Auga:
- Borraxeira, Borraxoia, Brétema, Cegoña, Fuscallo, Néboa, Neboeiro, Nebra, Zarrazina…
Chuvia Feble:
- Babuña, Babuxa, Barbaña, Barbuza, Barrallo, Barrufa, Barruñeira, Barruzo, Borralla, Breca, Chuvisca, Chuviscada, Chuviñada, Froallo, Lapiñeira, Marmaña, Orballo, Parruma, Parrumada, Patiñeira, Patumeira, Poalla, Poallada, Poalleira, Poallo, Zarzallo…
Chuvia Forte:
- Arroiada, Ballón, Basto, Bátega, Bategada, Cebra, Cebrina, Chaparrada, Chuvascada, Chuvasco, Chuvieira, Cifra, Ciobra, Dioivo, Treixada, Xistra, Zarracina…
Con raios e tronos:
- Treboada, Torboada, Torbón, Trebón…
Con Neve e Xeo:
- Auganeve, Cebrina, Cebrisca, Escarabana, Nevada, Nevarada, Nevareira, Nevarío, Nevisca, Nevarisca, Pedrazo, Salabreada, Sarabiada, Torba…
E logo, cando remata, está a:
- Amizar, Delampar, Escambrar, Escampar, Estear, Estiñar, Estrelampar…
Etnografía, Historia, Historia de América, indigenismo
La usanza, el abuso contraproducente
Uno de los temas que más dolores de cabeza produjo a los dirigentes del entramado administrativo de la Corona Hispánica durante la Edad Moderna fue cómo manejar la esclavitud en la recién descubierta América y su proceso de población por parte de la metrópoli.
La esclavitud supuso bastantes problemas que podríamos resumir en un “si vamos con permiso para evangelizar, a lo mejor esclavizarlos no está del todo bien”. Teniendo esta reflexión de base, que se convierte en uno de los “diálogos” más encarnizados entre legisladores que no terminan de saber a quién pueden y a quién no pueden esclavizar, estamos ante un proceso bastante más engorroso.
España (permitan que hable de España para ahorrarme pulsaciones en el teclado) no mantenía un sistema esclavista; había esclavos, por supuesto, pero en una proporción ínfima, que ni de lejos podría considerarse una sociedad esclavista. Una de las referencias para esto es que la esclavitud aún se regulaba según las Partidas y el Fuero Juzgo. De hecho, las Partidas y el Fuero Juzgo son las referencias al principio de la conquista, pero claro, la América después de la conquista sí que era, o necesitaba ser, o la evolución convirtió (elija el proceso que más le guste que no se equivocará) en una sociedad esclavista.
Pero claro, acababan de llegar a América, y en América había mucho terruño, muchas minas y mucho arduo trabajo, y eso de currar duro en el campo o en la mina para soldados y huestes, pues como que no les iba mucho. Resulta que en América también había gente y civilizaciones: civilizaciones con esclavos, blanco y en botella, esclavos. Así que volvemos al inicio, que a América no se iba a por esclavos, o no en el papel, por lo que la esclavitud de los indígenas fue uno de los temas más debatidos desde el mismísimo momento en que Colón pisó el Caribe hasta que allá por 1824 las independencias se habían conseguido casi todas.
Total, que me enrollo. Así, básicamente, se prohíbe toda la esclavitud indígena en 1530, después se prohíbe salvo para algunos, después que no, después que sí, y así todo el siglo XVI. Así que se inventan muchas cosas, que si guerras justas, que si indígenas rebeldes, que si los requerimientos, que si la servidumbre temporal, que si ahora puedo herrar (marcar la cara u otras partes del cuerpo) a mis esclavos, que si ahora no y qué hago si se van… en fin, un lío de dos pares de narices.
Llegamos entonces a Chile, para los despistados, el país ese tan largo y tan estrechito de abajo a la izquierda. En Chile se encuentran con muchos indígenas y con una recomendación del Consejo de Indias de 1607, que instaba a hacerle la guerra a los “indígenas rebeldes de Chile”. Esto provoca una oleada de auténtica recolección de esclavos por toda la zona chilena. También provocó una oleada de normativas para intentar regular la locura que habían provocado.
En esa gran caza de esclavos por Chile, los soldados, que tontos no eran y que peleaban cuerpo a cuerpo, encuentran una solución. Los indígenas chilenos tenían una costumbre, que se llamó “la usanza”. Desde tiempos prehispánicos, durante épocas de hambrunas o de pobreza, se tenía por costumbre vender a algún miembro de la familia, generalmente hijos, a cambio de dinero. Los soldados españoles aprovechan esto y utilizan constantemente la usanza para la apropiación de esclavos legalmente, lo que pasa es que lo solían hacer a cambio de armas.
El 22 de mayo de 1651 la Audiencia de Santiago escribe al rey Felipe IV: “los indios nuevamente reducidos, vendían sus hijos, mujeres y parientes a los españoles por pagas que ellos reciben, de que los cabos del ejército dan certificaciones para que los compradores se sirvan de ellos, sin que ninguna persona se los pueda quitar, los cuales los vuelven a vender y tratan de la misma manera que a esclavos“. La Audiencia de Santiago en este caso cuestionaba que esos esclavos “de usanza” fueran legales según la normativa vigente. El Consejo de Indias, como se hacía en estos casos, estudiaba el caso acudiendo a la figura del Protector de Indios, cargo que en ese momento ocupaba Antonio Ramírez de Laguna, y fue él quien alertó a las autoridades que los soldados utilizaban este viejo sistema a cambio de armas y que así volvían repetidamente a la esclavitud indios que él mismo había decretado libres.
El Consejo de Indias dictamina que la usanza va en contra del decreto de libertad de indios y el rey envió el 18 de abril de 1656 una cédula al Gobernador y Capitán de las provincias de Chile, Antonio de Acuña y Cabrera, que también era Presidente de la Audiencia, en la que, entre otras cosas, le recriminaba que no hubiera actuado antes contra este abuso, y muy preocupado por la presencia de armas en manos de los indígenas. Le ordena atajar esa costumbre y, para que fuera más efectivo, la misiva se dirigió también al Conde de Alba y Aliste, que era en ese momento Virrey del Perú, que contestó que efectivamente era una costumbre muy perjudicial que en su reino ya se había eliminado por su predecesor el Conde de Salvatierra y que efectivamente en Chile se estaban rebelando muchos indígenas con las armas intercambiadas con los soldados. El inquisidor del Tribunal de Lima, Alvaro de Ibarra -añadía el conde de Alba en su respuesta- le había comunicado que ya la Audiencia de Santiago había prohibido la usanza bajo pena de muerte. El Consejo reiteró todo esto en 1663.
Este intercambio de cédulas e informes hace que se otorgue la libertad a todos los indios chilenos vendidos fuera del reino y que se devolvieran a su lugar de origen. A su vez el gobernador de Chile, Pedro Porter Casante, pedía que se llevaran más levas desde Perú para atajar el problema, pero a cargo de la Real Hacienda, que si no volverían a lo mismo, mientras el Consejo de Indias y el Consejo de Guerra decidían que el sistema de esclavitud indígena funcionaba regular. En 1662, por ejemplo, se envió al Virrey del Perú, ahora el Conde de Santisteban, una nueva cédula obligándole a devolver a unos indios que habían sido enviados a su reino con el pretexto de ser esclavos.
Total, que teniendo en cuenta que una petición más para informar al rey y la contestación de éste tardaban más o menos dos años en llegar a la administración, más lo que tardara en hacerse efectivo, hablamos de un mantenimiento en el tiempo de este tipo de esclavitud ilegal. El dialogo entre administraciones llegará a una década después casi sin resolución de por medio. La esclavitud indígena era un negocio bastante importante, mientras que la administración real pretendía que sólo fueran esclavos los indígenas rebeldes (y los menos posibles) y los traídos de los mercados esclavistas legales; en América se producen un sinfín de argucias para hacer pasar por legales a los esclavizados y durante toda la ocupación se produce una lucha sin remedio contra ello. Que si bien en este caso se utiliza esa usanza para ello, en otros lugares son otras fórmulas que alargaban sin remedio un mercado ilegal muy voluminoso.
La usanza, el abuso contraproducente
Uno de los temas que más dolores de cabeza produjo a los dirigentes del entramado administrativo de la Corona Hispánica durante la Edad Moderna fue cómo manejar la esclavitud en la recién descubierta América y su proceso de población por parte de la metrópoli.
La esclavitud supuso bastantes problemas que podríamos resumir en un “si vamos con permiso para evangelizar, a lo mejor esclavizarlos no está del todo bien”. Teniendo esta reflexión de base, que se convierte en uno de los “diálogos” más encarnizados entre legisladores que no terminan de saber a quién pueden y a quién no pueden esclavizar, estamos ante un proceso bastante más engorroso.
España (permitan que hable de España para ahorrarme pulsaciones en el teclado) no mantenía un sistema esclavista; había esclavos, por supuesto, pero en una proporción ínfima, que ni de lejos podría considerarse una sociedad esclavista. Una de las referencias para esto es que la esclavitud aún se regulaba según las Partidas y el Fuero Juzgo. De hecho, las Partidas y el Fuero Juzgo son las referencias al principio de la conquista, pero claro, la América después de la conquista sí que era, o necesitaba ser, o la evolución convirtió (elija el proceso que más le guste que no se equivocará) en una sociedad esclavista.
Pero claro, acababan de llegar a América, y en América había mucho terruño, muchas minas y mucho arduo trabajo, y eso de currar duro en el campo o en la mina para soldados y huestes, pues como que no les iba mucho. Resulta que en América también había gente y civilizaciones: civilizaciones con esclavos, blanco y en botella, esclavos. Así que volvemos al inicio, que a América no se iba a por esclavos, o no en el papel, por lo que la esclavitud de los indígenas fue uno de los temas más debatidos desde el mismísimo momento en que Colón pisó el Caribe hasta que allá por 1824 las independencias se habían conseguido casi todas.
Total, que me enrollo. Así, básicamente, se prohíbe toda la esclavitud indígena en 1530, después se prohíbe salvo para algunos, después que no, después que sí, y así todo el siglo XVI. Así que se inventan muchas cosas, que si guerras justas, que si indígenas rebeldes, que si los requerimientos, que si la servidumbre temporal, que si ahora puedo herrar (marcar la cara u otras partes del cuerpo) a mis esclavos, que si ahora no y qué hago si se van… en fin, un lío de dos pares de narices.
Llegamos entonces a Chile, para los despistados, el país ese tan largo y tan estrechito de abajo a la izquierda. En Chile se encuentran con muchos indígenas y con una recomendación del Consejo de Indias de 1607, que instaba a hacerle la guerra a los “indígenas rebeldes de Chile”. Esto provoca una oleada de auténtica recolección de esclavos por toda la zona chilena. También provocó una oleada de normativas para intentar regular la locura que habían provocado.
En esa gran caza de esclavos por Chile, los soldados, que tontos no eran y que peleaban cuerpo a cuerpo, encuentran una solución. Los indígenas chilenos tenían una costumbre, que se llamó “la usanza”. Desde tiempos prehispánicos, durante épocas de hambrunas o de pobreza, se tenía por costumbre vender a algún miembro de la familia, generalmente hijos, a cambio de dinero. Los soldados españoles aprovechan esto y utilizan constantemente la usanza para la apropiación de esclavos legalmente, lo que pasa es que lo solían hacer a cambio de armas.
El 22 de mayo de 1651 la Audiencia de Santiago escribe al rey Felipe IV: “los indios nuevamente reducidos, vendían sus hijos, mujeres y parientes a los españoles por pagas que ellos reciben, de que los cabos del ejército dan certificaciones para que los compradores se sirvan de ellos, sin que ninguna persona se los pueda quitar, los cuales los vuelven a vender y tratan de la misma manera que a esclavos“. La Audiencia de Santiago en este caso cuestionaba que esos esclavos “de usanza” fueran legales según la normativa vigente. El Consejo de Indias, como se hacía en estos casos, estudiaba el caso acudiendo a la figura del Protector de Indios, cargo que en ese momento ocupaba Antonio Ramírez de Laguna, y fue él quien alertó a las autoridades que los soldados utilizaban este viejo sistema a cambio de armas y que así volvían repetidamente a la esclavitud indios que él mismo había decretado libres.
El Consejo de Indias dictamina que la usanza va en contra del decreto de libertad de indios y el rey envió el 18 de abril de 1656 una cédula al Gobernador y Capitán de las provincias de Chile, Antonio de Acuña y Cabrera, que también era Presidente de la Audiencia, en la que, entre otras cosas, le recriminaba que no hubiera actuado antes contra este abuso, y muy preocupado por la presencia de armas en manos de los indígenas. Le ordena atajar esa costumbre y, para que fuera más efectivo, la misiva se dirigió también al Conde de Alba y Aliste, que era en ese momento Virrey del Perú, que contestó que efectivamente era una costumbre muy perjudicial que en su reino ya se había eliminado por su predecesor el Conde de Salvatierra y que efectivamente en Chile se estaban rebelando muchos indígenas con las armas intercambiadas con los soldados. El inquisidor del Tribunal de Lima, Alvaro de Ibarra -añadía el conde de Alba en su respuesta- le había comunicado que ya la Audiencia de Santiago había prohibido la usanza bajo pena de muerte. El Consejo reiteró todo esto en 1663.
Este intercambio de cédulas e informes hace que se otorgue la libertad a todos los indios chilenos vendidos fuera del reino y que se devolvieran a su lugar de origen. A su vez el gobernador de Chile, Pedro Porter Casante, pedía que se llevaran más levas desde Perú para atajar el problema, pero a cargo de la Real Hacienda, que si no volverían a lo mismo, mientras el Consejo de Indias y el Consejo de Guerra decidían que el sistema de esclavitud indígena funcionaba regular. En 1662, por ejemplo, se envió al Virrey del Perú, ahora el Conde de Santisteban, una nueva cédula obligándole a devolver a unos indios que habían sido enviados a su reino con el pretexto de ser esclavos.
Total, que teniendo en cuenta que una petición más para informar al rey y la contestación de éste tardaban más o menos dos años en llegar a la administración, más lo que tardara en hacerse efectivo, hablamos de un mantenimiento en el tiempo de este tipo de esclavitud ilegal. El dialogo entre administraciones llegará a una década después casi sin resolución de por medio. La esclavitud indígena era un negocio bastante importante, mientras que la administración real pretendía que sólo fueran esclavos los indígenas rebeldes (y los menos posibles) y los traídos de los mercados esclavistas legales; en América se producen un sinfín de argucias para hacer pasar por legales a los esclavizados y durante toda la ocupación se produce una lucha sin remedio contra ello. Que si bien en este caso se utiliza esa usanza para ello, en otros lugares son otras fórmulas que alargaban sin remedio un mercado ilegal muy voluminoso.
Vista general de los frescos de la Cripta del Pecado Original (Matera, Italia), con la escena de Adán y Eva expulsados del Paraíso en el ángulo superior derecho. Fuente: http://www.artezeta.it
¿Adaptación o transformación? Shakespeare, la manzana, y la traducción intercultural.
Hace poco Matera, la ciudad de piedra, ha sido elegida Capital Europea de la Cultura para 2019. Seguramente nadie lo hubiera dicho hace 70 años, cuando en Italia se hablaba de este burgo encaramado trabajosamente sobre los Apeninos de un modo parecido al que usábamos en España para hablar de las Urdes: como de un desolador ejemplo de retraso y pobreza. El primer ministro De Gasperi se refería a ella en 1950 como “la vergüenza de Italia” y aunque el retraso y la pobreza, evidentemente, no se explicaban por la presencia en Matera de ciertas formas de vida relacionadas con su cultura material e inmaterial (la guerra y otros males casi crónicos la habían azotado con fuerza), sin duda ofuscaban –hasta denostaban- esa cultura por completo.
Vista de Matera. Foto: Alessio Romeo
Quizás las cosas empezaron a cambiar para Matera cuando Pasolini -siempre adelantado a su tiempo- la escogió para ambientar su Evangelio según Mateo, película en la que el genial director lograba captar la belleza imponente y austera de este lugar. Luego, ya en 1993, vino la declaración como Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO, mientras que en paralelo el turismo contribuía a volver a llenar las calles y transformaba los sassi (las casas y establos excavados en la roca) en apetecibles alojamientos.
Los que ya hayáis leído alguno de mis posts en Aquí fue Troya sabréis que me interesan estas curiosas transformaciones, explicadas en parte por la Metamorfosis de la cultura a la que hemos asistido en las últimas décadas. Pero hoy Matera y su cambio de “estatus” me servirán de punto de partida para referirme a ciertos cambios, o transformaciones, o traducciones: aquellos que se producen al intentar que un elemento propio de determinada cultura sea comprensible también para quienes no están familiarizados con la cultura en cuestión. Estos cambios constituyen, a fin de cuentas, uno de los problemas centrales que traen de cabeza a los antropólogos, y podríamos sintetizarlo en una pregunta, aunque bastante densa: ¿es posible la comprensión intercultural?
Da la casualidad de que en las inmediaciones de Matera se encuentra un enclave arqueológico que ejemplifica a la perfección las dificultades -a veces insalvables sin que haya que incurrir en cambios significativos-que encuentran quienes tratan de hacer efectiva la comunicación entre culturas diferentes. Como veremos, es un problema que va mucho más allá de la traducción lingüística. El enclave al que me refiero se conoce como la Cripta del Pecado Original1, y fue descubierto hace sólo 50 años, en 1963. Gracias a complejos trabajos de recuperación que es necesario llevar a cabo periódicamente, se pueden admirar hoy unos bellísimos frescos paleocristianos que representan (junto a las imágenes de la Virgen, de algunos arcángeles y apóstoles) varios pasajes de la Creación, entre ellos la escena en la que Adán y Eva son expulsados del Paraíso tras haber comido el fruto del árbol prohibido. Y aquí está la clave de la cuestión: “¿y cuál era el fruto prohibido?” – “¡Una manzana!”-, respondería sin dudarlo cualquiera de nosotros, enculturados como estamos en la tradición cristiana occidental. Pues no, no era una manzana… Veamos lo que nos dicen al respecto las fuentes, que en este caso son nada más y nada menos que las Sagradas Escrituras…
- La serpiente, que era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvé Dios había hecho, dijo a la mujer: “¿Cómo es que Dios ha mandado: No comáis de ningún árbol del jardín?” Respondió la mujer a la serpiente: “Podemos comer del fruto de los árboles del jardín, más del fruto del árbol que está en el medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, no lo toquéis, no sea que muráis” Replicó la serpiente a la mujer: “De ninguna manera moriréis, pues bien sabe Dios que el día que comierais de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”.
Y como viese la mujer que el árbol era bueno para la comida y una delicia para los ojos, y que el árbol era apetecible para alcanzar sabiduría, tomó del fruto y comió, y dio también a su marido (que estaba con ella), y él comió también. Efectivamente, se les abrieron a entreambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos, por lo cual cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales.
Pues bien, el fresco de la Cripta del Pecado Original es uno de los pocos que aún se conservan en el mundo que verifican lo que esa pista nos indica, es decir, que el fruto prohibido era en realidad… un higo! La higuera tiene, de hecho, una fuerte tradición simbólica en todo el mundo mediterráneo: los antiguos griegos, por ejemplo, cuando se hacían a la mar en busca de nuevos territorios en los que establecerse, entendían que aquellos lugares donde el olivo y la higuera crecían entrelazados eran de buen auspicio para fundar la colonia. También en Roma fue árbol sagrado, y dio cobijo a la loba que amamantaba a Rómulo y Remo. ¿Qué pasó entonces?, ¿de dónde sale la manzana?
Resulta que la higuera es un árbol del que existen evidencias arqueológicas en el Valle del Jordán nada menos que ya alrededor del 9400-9200 a.C., pero que los habitantes de las zonas septentrionales de Europa, hasta donde el cristianismo se iba extendiendo, no conocían. Aquella representación pictográfica que tan eficazmente había de educar a la multitud analfabeta en la necesidad de vencer el pecado y observar los mandamientos de Dios no era reconocible –no era culturalmente válida- para los que iban a ser los nuevos fieles. Así que durante la Edad Media hubo que traducirla, que cambiarla, aunque ese cambio supusiera una transformación en toda regla: y el fruto prohibido se convirtió en manzana. Que la manzana fuera la elegida entre todas las opciones posibles se explica, seguramente, por lo fácil que se lo puso el latín: en esta lengua el término “malum” se refiere tanto al fruto en cuestión, como a sustantivos como “mal”, “calamidad” o “desastre”, tan apropiados para la tarea de dar a entender que un solo mordisco les valió a los pobres Adán y Eva la expulsión del paraíso.
Lo curioso es que la manzana acabó sustituyendo por completo y relegando al olvido para muchos al auténtico fruto del pecado original, pero ya hemos hablado en otro sitio de cómo hasta las tradiciones más arraigadas son también invenciones, convencionalismos, que surgen en un determinado momento y en un determinado lugar.
Sin abandonar esta línea de reflexión, dejamos ahora el sur de Italia del s.IX d.C. y nos trasladamos a África occidental, allá por los primeros años 60 del s. XX. Fue entonces cuando la antropóloga Laura Bohannan escribió su famoso artículo Shakespeare en la Selva1, en el que dio cuenta de forma magistral y divertidísima de este problema de la inconmensurabilidad de la cultura al que nos estamos refiriendo. Mientras hacía trabajo de campo entre los Tiv (en el sudeste de Nigeria), estos le pidieron que les hablara de la lectura con la que a menudo la habían visto entretenerse, que no era otra que el Hamlet de Shakespeare. Bohannan no daba crédito a las innumerables dificultades de traducción cultural con las que iba tropezando su intento de hacer inteligible para la cultura Tiv esta obra de la que ella misma dice en su texto que “estaba segura de que tenía una sola interpretación y de que ésta era universalmente válida”. Y es que caer en el error de pensar que el mundo se limita a nuestro mundo, a nuestra visión del mismo, es más fácil de lo que parece….
Sigue contándonos la autora que para poder traducir las vicisitudes del príncipe de Dinamarca a patrones culturales que tuvieran sentido para los Tiv, tuvo que hacer tantas concesiones en la narración que probablemente a Shakespeare le hubiera dado algo… La historia de Hamlet había sido transformada por completo, y en el intento de comunicación entre Bohannan y los Tiv, como en el camino de difusión del cristianismo, el higo se había convertido en manzana. Pero lo más interesante es que los Tiv estaban convencidos de que su interpretación era la buena. Esta fue, de hecho, la aplastante declaración por parte del jefe de la tribu a la antropóloga: “Alguna vez haz de contarnos más historias de tu país. Nosotros, que somos ya ancianos, te instruiremos sobre su verdadero significado, de modo que cuando vuelvas a tu tierra tus mayores vean que no has estado sentada en medio de la selva, sino entre gente que sabe cosas y que te ha enseñado sabiduría”. Bohannan tuvo que quedarse de piedra ante esta muestra aplastante y sencilla de etnocentrismo, especialmente instructiva quizás por venir del otro lado, de una de esas culturas minoritarias que desde Occidente solemos considerar inferiores.
Pero, ¿significa todo esto que entre culturas diferentes estamos condenamos a la incomprensión? No, el mensaje es otro, y nos habla principalmente de la necesidad de mantenernos lúcidos sobre la relatividad de nuestras visiones y formas de estar en el mundo (que incluyen nuestras creencias sobre lo que es símbolo de retraso o un tesoro para la Humanidad: en menos de 50 años, Matera ha sido interpretada como ambas cosas). Esas creencias, por tanto, no son universales, sino que tienen sentido en momentos y lugares concretos. Claro que la cosa no es tan simple: como cuestiones de fondo están también nada menos que la ética, los derechos humanos… y detrás está asimismo el difícil debate que enfrenta a universalistas y relativistas y que implica a diferentes disciplinas (la antropología, la filosofía, las ciencias políticas…). Pero esto ya, si me atrevo, lo dejo para otro día.
- 1 Visitarla es una maravilla, por los frescos, por supuesto, y por cómo te los muestra y te los explica la Cooperativa Artezeta (http://www.artezeta.it)
1 Shakespeare in the Bush, 1961.
Fotografía: Javier Pais (CC)
Mitología y tradición oral en un pueblo perdido de Galicia
Rafa Cabeleira
A don Aquilino le gustan las castañas cocidas con una rama de laurel recién cortado y una pizca de sal. Cuenta Dorita, su mujer, que agradece acompañarlas con un trozo de pan de maíz, algo de unto cocido y un poco de vino tinto de la cosecha familiar, nada excesivo, servido en aquella taza tan vieja que le regaló un militar valenciano del que nadie recuerda ya el nombre, bien agradecido el hombre por haberlo rescatado nuestro vecino de una muerte segura durante un naufragio frente a la isla de Sálvora, a principios de los setenta. Para aposentar el estómago y templar el ánimo, don Aquilino remata la ingesta con media copa de aguardiente tostado que su mujer compra cada otoño a un vecino con fama de maestro alquimista del bagazo y el alambique. Que el antiguo patrón del Anduriña muriese allá por el año 83 no tiene la mayor importancia y, cada víspera del día de Todos los Santos, sin darse la menor importancia, la familia al completo se esfuerza para que cada cosa esté en el lugar correcto y a su completo gusto: «Siempre fue un cabrón de mucho carallo; mejor no enfadarlo», asegura uno de los hijos.
Galicia sigue siendo un país de profundas creencias pagano-cristianas pese a la evidente mejora de las carreteras, el tendido eléctrico, los tres aeropuertos, las nuevas tecnologías y la segunda temporada de True Detective, razones más que suficientes para socavar cualquier tipo de fe antigua en otros lugares del planeta. La presencia de lo sagrado se descubre todavía hoy en centenares de piedras, ríos, fuentes, puentes, plazas, caminos e incluso modernos jardines de casas particulares, que es donde han terminado un buen número de los cruceiros levantados por la iglesia, en esta tierra, desde los tiempos del Concilio de Trento. Resulta incontable el número de gallegos que siguen creyendo en la capacidad de vírgenes y santiños para intervenir en los asuntos más cotidianos del día a día, como una legión de especialistas terapéuticos a los que acudir, sin cita previa, según el tipo de mal que aqueje al interesado, también aquellos de índole más espiritual que física. ¡Y qué mejores aliados para luchar contra las malas artes y la legión de criaturas diabólicas que pueblan nuestra tierra! Aquí, aun por encima de Dios, se sigue creyendo en el demonio, una cultura popular asentada sobre una educación centenaria de «púlpitos y lareiras», que decía Vicente Risco, y que ha sobrevivido al paso del tiempo y las imposiciones de la modernidad gracias a la tradición oral, la escasa concentración urbana y una imaginación desbordante que ha impedido el suicidio en masa de sus gentes frente a la estúpida y concreta realidad que nos rodea.
Fotografía: Javier Pais (CC)
Santa Compaña
«A Compaña era “a Cita”. Citaban a los difuntos cuando iba a morir una persona. En nuestra casa, contaban los mayores antes de marchar yo a la mili, que una vez miraron a la Compaña y uno de los difuntos era mi abuelo», asegura don Enrique, al que todos apodan el Cantamañanas. Tiene una barriga enorme, el pelo blanco, muy repeinado, y en el brazo luce tatuada una sirena con la cara grotesca, casi deforme, pero unas tetas perfectas y apetitosas. «Ahí arriba, en la aldea de O Sartal, una mujer salió una noche a buscar al cura pues su hermano estaba enfermo. Al pasar junto a la carballeira se encontró con una procesión de sábanas blancas con faroles y echó a correr, asustada. Al llegar a casa, su hermano ya había muerto. Eso sí fue verdad».
«Mi abuela contaba que al poco tiempo de casarse, en Combarro, allá por los años veinte, una noche escuchó una música roma en la calle de A Chousa, y un viento frío que la empujaba y terminó por tirarla al suelo, donde perdió el conocimiento». Lo cuenta Estela, la camarera. Todavía no ha cumplido los treinta años y mientras habla aprovecha para pasar una bayeta a la mesa que ocupan los viejos. «Al despertarse, ya por la mañana, regresó a casa y se encontró con su hijo pequeño muerto».
«La Compaña existió en su día pero ahora ya no se ve nunca, sobre todo porque se instaló luz en los caminos y, además, ahora se dicen muchas misas», zanja el asunto don Manuel antes de repasarse los labios con la lengua y pedir otra cerveza. Recordar todas estas historias de muertos y vivos le ha dado sed.
Fotografía: Dani Vázquez (CC)
Bruxas e Meigas
«Aquí no había meigas e bruxas, fillo: son la misma cosa», recuerda Fina mientras friega un Levi’s 501 de etiqueta sospechosa sobre la piedra del lavadero comunal. Está construido sobre una antigua fuente a cuyas aguas se otorgaban, en otro tiempo, increíbles propiedades curativas y en especial se recomendaban para tratar infecciones de los ojos y otros males relacionados con la visión. Hoy cuelga sobre ella un cartel que advierte de que su agua no es potable. «Antes la llamaban A Fonte do Limoeiro, pero ahora todo el mundo la llama A Fontiña, no sé por qué». Cuando le pregunto si es cierto que el lugar se conocía antes como el Outeiro das Bruxas, Fina tuerce el gesto y comenta que a los vecinos no les gusta recordar esas cosas pero, mientras remoja el pantalón y vuelve a enjabonarlo con una pastilla de jabón Lagarto, reconoce que sí, que antiguamente se reunían allí las bruxas del pueblo, las cuales acumularon fama de ser las mejores y más poderosas de toda la Ría. «En la noche de San Juan se reunían todas aquí y decidían a qué casas iban a mandar plagas de piojos y a cuales darían protección y buena suerte».
A la conversación se une la tía Mercedes, que pasa por allí con su oveja Amalia amarrada por una cuerda medio roída, y tras plantarme dos besos húmedos y desagradables, apartarme los pelos de la cara con una mueca de desaprobación y preguntar por la familia, enseguida comienza a relatar lo que ella recuerda de aquellos tiempos y reuniones nocturnas. «Siempre venían acompañadas por un hombre muy alto, con cara de cabestro, todo vestido de negro. No dejaban que se acercara nadie y recitaban conxuros y oraciones extrañas para desearle el mal a la gente». A la tía Mercedes le huele el aliento a coñac pero su memoria resulta envidiable, sin duda. «Ahí había unos tres o cuatro salgueiros, muy altos, y ellas se subían a sus ramas y gritaban como lobas y se reían con escándalo, así hasta que amanecía el día».
«La difunta de mamá contaba que no eran tan malas», la interpela Fina. «Siempre hablaba de una rapaza de Lourido que estaba enamorada de un chaval de As Laxes. Él se iba a casar con otra mujer, que era una bicha, y las bruxas la ayudaron a conquistarlo. Le dieron una harina para que cociera un pan y se lo regalara a su enemiga, y esta empezó a adelgazar tanto que en pocas semanas ya no valía nada, de tan flaca que estaba, así que el chaval se enamoró enseguida de la de Lourido y se casaron al poco tiempo».
«Puede ser, no digo que no, pero las había muy envidiosas, unas verdaderas puercas, hijas de mala madre… Y echaban el mal de ojo al primero que pasaba por delante», contesta la tía Mercedes sin mirar a la otra. «A la difunta de la tía Rosa la miraron tan mal, un día que estaba dando de comer a la Marela que, al llegar a casa y querer ordeñarla, del teto de la vaca comenzó a salir sangre», dice abriendo tanto los ojos que consigue provocarme cierto miedo, así que decido cerrar la libreta y despedirme de ambas, no sin antes darles las gracias. «Ya me dijo tu abuela que ahora eras periodista, ya… ¡Ay, qué pena!».
Fotografía: Alexander Boden (CC)
Mouros
Lola, que viste de luto cerrado y es un poco bizca, asegura que en la mámoa del Monte de O Castro estaba la entrada a sus guaridas. «Allí guardaban todo el oro, eran gente muy rica, no le hagas caso a esta lianta… ¿Qué sabrá, si es parva de todo?». Las dos se miran con cierto desprecio, pero luego continúan desgranando espigas y Lola se lanza a contar una leyenda que escuchó de pequeña: «Tres hermanas mouras fueron desterradas de su país tras la muerte de su padre, el rey. Vinieron a parar a un lugar llamado Outeiro do Peixe, aquí al lado, en Samieira. Cada una de ellas traía un tesoro grandísimo: calderos llenos de monedas de oro, brazaletes y collares decorados con diamantes, perlas… Además de un caballito de mazapán cada una. Un día apareció un mago, amigo del rey, y mediante un conjuro convirtió los mazapanes en caballos voladores para llevarlas de vuelta a su tierra. Birbiana, la pequeña, comiera parte del suyo una noche de hambre, a escondidas de las hermanas, así que su caballo no pudo volar y la pobre se quedó allí sola hasta que murió de pena. Entre las piedras del Outeiro do Peixe sigue escondido su tesoro».
«Eso es un cuento, no hagas caso», contesta Saldina. «Os mouros eran pobres de solemnidad y trabajaron como esclavos para construir el convento de Poio antes de que llegaran los mercedarios, que los mataron a cientos; eso lo sabe todo el mundo. Los enterraron a todos en camino que pasa por detrás del mismo convento, junto a la Ponte do Demo, por eso nadie quiere pasar por allí de noche: aún se puede escuchar a las ánimas de tanto mouro que enterraron vivos. Eran más salvajes los curas que ellos».
Lola se persigna y reza un avemaría casi murmurado. Luego empieza a cantar una vieja cantiga que dice algo así como: «Entre Torre Liberia e o Monte Cabalo, hay una mouriña con sete reinados». Después continúa con sus historias de tesoros. «En el camino de A Renda, por donde discurría la procesión de los devotos de la Virgen, había un boi de ouro (buey de oro), que los mouros enterraran allí. Había otro en el Pereiro, en un lugar que se llama A Sividá… Y en Ríomouro, cerca de A Escusa, estaba el tercero; todos enterrados por los mouros para que no se los robaran los vecinos».
«Tu cabeza sí que es un boi de ouro… ¡Arre Demo!».
Fotografía: Simon Bleasdale (CC)
Trasnos
Yo creo que se lo inventa pero papá dice que Fachendoso tenía un agujero en la mano, cara de viejo y un pantalón de tirantes muy sucio, ello vio. «Nunca se lavaba pero olía muy bien, a flores y hierba fresca, y cuando se ponía muy rebelde había que amenazar con mearle encima, que era la única manera de asustarlo».
Mientras desfonda un barril, en la bodega del bar, recuerda alguna de las historias que escuchó tantas veces, como aquella de doña María, una mujer de O Muíño. «Un día encontró un cerdo pequeño en un camino del monte, así que se lo llevó a casa y comenzó a cebarlo con maíz y pan mojado en leche. A la mañana, cuando fue a llevarle agua, el animal desapareciera. Extrañada, le contó lo sucedido a un vecino y este le dijo que, seguramente, era un trasno de monte que tenía hambre y la había engañado».
Al preguntar a doña María por aquel incidente del cerdo me mira extrañada, como si no se creyese que un rapaz tan joven se interese por sus cuentos de vieja. «Pero fue el día que estaba acostada en la cama y sentía un animal respirándome en la espalda», me cuenta cambiando el paso a mi pregunta. «Severino no estaba en casa, andaba de marea por Bueu, y al girarme vi la cabeza de un animal que se parecía a un porco bravo. Salí corriendo de la cama, fui a la cocina a coger un cuchillo pero al volver al cuarto ya no estaba: era o trasno». Según me cuenta María, a otros vecinos se le aparecía en forma de caballo blanco, de cabrito, de cuervo, de rata… «Pero nunca hacía nada, solo asustaba, sobre todo de noche».
A Pastoriña
¿Campelo o True Detective? Fotografía: Nacho Pintos (CC)
O Urco
Adolfo, que está junto al Patrón comprobando el aparejo de pesca, me suelta de repente uno de esos dichos populares que yo había escuchado alguna vez de pequeño pero que apenas sí recordaba: «O Urco, o Urco… de cada berro un difunto». Luego se quita el pitillo de la boca, lo tira al mar y sigue con su faena, sin dar mayor importancia al asunto.
En Campelo, como ven, el pueblo que me vio nacer y me verá morir si el todopoderoso Cebrián no lo impide, todavía se conserva una importante tradición de costumbres, creencias y leyendas que parecen sacadas de algún manuscrito perdido de H.P. Lovecraft, uno de esos gallegos que asombraron al mundo, a pesar de haber nacido él en Providence, la capital del estado norteamericano de Rhode Island. Son historias escritas en la memoria de los más viejos del lugar, rescatadas de bocas silbantes y sin apenas dientes de padres, abuelos y otros vecinos con alma de libros andantes, deformadas por el paso del tiempo y adornadas con las experiencias personales de cada uno de sus nuevos dueños. Son cuentos con protagonistas reconocibles, a menudo el propio narrador, y en los que la vida y la muerte, el bien y el mal, comparten el mismo plano de la realidad cotidiana que confiere a Galicia ese carácter tan especial, reservado y a veces confuso… Quizás porque en algunos lugares de esta tierra la única verdad reside en la propia duda y los temores no son más que la consecuencia de las grandes certezas que nos envuelven y, todavía hoy, nos acunan.