UNA BODA DEMASIADO CAMPECHANA. La boda del alcalde de Madrid y Teresa Urquijo ocupa total o parcialmente todas las portadas del corazón. Pero si hay que destacar una imagen de las muchas para comentar cómo iba de bien Mengana y de mal Zutana, que es la salsa rosa de la vida, es la doble página en ¡Hola!, páginas 60 y 61, con la mirada de amorrrr de los contrayentes, en especial de la novia, que nunca ha estado mejor. Lástima que la foto de agencia, que contrataron los novios, se diera sólo a una revista. En un cargo público, mal. Peor fue el blanqueo de Campechano y Cristina, uno ocultando su fortuna, y otra sin devolver el dinero público. La nostalgia de una Corte, aunque de los Milagros Fiscales, flotaba en el aire. Y Juan Carlos I lo aprovechó, con más fotos que el novio. Eso subrayó la ausencia de los Reyes de verdad, que no son Campechano ni Isabel II. Un gran libro de Ricardo de la Cierva: La derecha sin remedio.
LA REINA SOFÍA, EN LA RUBER Y FELIPE VI, CON LA PRENSA. Aunque tenga una salud de hierro, el trajín de estos días, con la asistencia al convite –no a la iglesia, ojo, de los Almeida-Urquijo– más el funeral de Fernando Gómez-Acebo y la comida posterior de todo el familión, han llevado a la Reina Sofía y sus 86 años a la Ruber Internacional, víctima de una infección urinaria. Todo evoluciona bien. Pero la noticia, por contraste con la pésima gestión informativa de las enfermedades de la familia real británica, fue que Felipe VI, que estuvo casi una hora con su madre, paró el coche, bajó la ventanilla y dijo a los periodistas cómo iba la enfermedad y que estaban esperanzados en que le dieran pronto el alta. Justo al revés que Carlos III, el príncipe de Gales y la pobre Kate Middelton, cuyo trato con la prensa ha oscilado entre el silencio hosco y la estafa visual. La naturalidad no es tan difícil.
LAS CAMPOS Y SUS REGADÍOS FAMILIARES. Para no hablar de la madre, como en un lapsus incomprensible dijo Terelu, las Campos y sus acequias y regadíos adyacentes están levantando todo un ferial dinástico, a cuenta de algo tan aparentemente marginal como es la separación de un hijo con el que no se hablaba, de una nuera con la que no se podía ni ver. Digo aparentemente, porque Semana vuelve en portada con restos de la entrevista de la terapia de ruptura, en un cuadradito, y a toda página, con la mismísima Carmen: “Estoy dolida, pero no hundida”. ¡Pero si no se trataron durante años! ¡Si su hijo denuncia que la exclusiva del bautizo la forzó ella, pese a que le imploraron que no lo hiciera! Es cuestión de tiempo –y dinero– que el hijo vaya a la tele a decir pestes de la madre, ésta, del hijo y la nuera, Terelu del sobrino, y Alejandra del primo. Total, que tenemos Campos, huertas y reyertas, para los próximos años.
BERTÍN, PRESCRIPTOR DE SALUD SEXUAL. La clínica The Test –en realidad, una cadena de establecimientos de salud, de la que dio cuenta LOC– ha contratado a Bertín Osborne como imagen de salud sexual mantenida en el tiempo. A orillas de los 70, Bertín ha grabado un vídeo hablando, o sea, presumiendo, de su vida sexual. Dice que juega cuatro veces por semana al pádel y no se arredra ante una “maratón sexual” porque “cuanto más se entrena mejor sale” y repite que solo ha tenido un gatillazo, con una mujer que le gustaba horrores, pero que, a la mañana siguiente, lo enmendó. También insiste en que nunca ha estado enamorado, algo que otra vez negó lacrimoso. Se anuncia otro vídeo. Y mientras, al Broncano, solo por preguntar cuántas veces lo hacen otros, le van a dar en TVE 28 millones de euros, salidos de nuestros pobres bolsillos. Qué injusticia.