Las últimas 24 horas de Gallito: "¿Que no tenía percha literaria? Su historia fue una ópera de Puccini"Este sábado se cumplen 100 años de su muerte en Talavera. un día antes la afición de Madrid lo despidió con una bronca. Entre las dos tardes transcurre este relato que desnuda de tópicos su figura a través de una nueva obra reveladora: 'Dos temporadas y media'ZABALA DE LA SERNA
«Impresionadísimo y con verdadero sentimiento te envío mi más sentido pésame. Se acabaron los toros». El telegrama de Guerrita a Rafael el Gallo por la muerte de su hermano Gallito, rey de los toreros, el amo del toreo, el más sabio y completo, reflejaba la convulsión que sacudía España. Que lloraba incrédula la muerte del ídolo caído. Como lo hacía Corrochano en su crónica de despedida: «¿Qué es torear? Yo no lo sé. Creí que lo sabía Joselito y vi cómo le mató un toro».
Bailaor, el toro del regicidio, de la viuda de Ortega, había reventado la vida en plenitud -25 años, (Gelves, 1895)- de José Gómez Ortega en Talavera. Aquel fatídico 16 de mayo de 1920 vistió a la Macarena de luto, echó a Sevilla entera a las calles en un sepelio desbordado y dejó abiertas incógnitas y preguntas a través de un siglo. Realidades y leyendas, certezas y bulos novelados se entremezclan.
¿Qué hacía José en una plaza como la Talavera con una ganadería de segunda fila que no pertenecía a la Unión de Criadores de Toros de Lidia? ¿Se anunció forzado y viajó triste tras el naufragio de la tarde anterior en Madrid, un 15 de mayo como hoy de hace un siglo? ¿Toreaba deprimido desde la muerte su madre, la santa
señá Gabriela Ortega, en 1919? ¿Se había abandonado físicamente? ¿Tanto sufrió por la pugna con la Maestranza por haber levantado la Monumental de Sevilla? ¿El amor prohibido de Guadalupe de Pablo Romero le consumía? ¿La historia se contó como fue? ¿Y la Historia con mayúsculas?
A todo da respuesta
Dos temporadas y media. El triunfo de Joselito, la obra que continúa el trabajo desplegado en Monumental de Sevilla, la dignidad de un proyecto. Julio y Fidel Carrasco y Carmen del Castillo ponen luz donde nunca la hubo y contravienen todas las lecturas belmontistas con las que crecimos. «Estoy con el fondo musical de Tosca y me va a dar algo. ¿Qué Joselito no tenía percha literaria?... ¡Venga ya! ¡Y operística! Menuda ópera prepararía Puccini con esta historia», dice Julio Carrasco como portavoz de los tres autores. La percha literaria siempre colgó de la figura de Belmonte, de la novela de Chaves Nogales, de la revolución belmontina y sus exégetas.Y se impuso a la filosofía y evolución gallistas, a sus aportaciones, a su visionaria concepción de plazas monumentales y la fiesta brava, al toro moderno y el toreo en redondo. ¿Qué hubiera sucedido si Bailaor no se hubiera atravesado en su camino?
Gallito pasó sus últimas 48 horas de vida entre Madrid y Talavera. Entre la aciaga tarde de San Isidro y la fatídica cita con el hierro de la viuda de Ortega. Decían los textos de referencia hasta la fecha que la bronca de la afición de la vieja plaza de la carretera de Aragón [hoy Wizink Center] barrenó su estado anímico. Pero en
Dos temporadas y media se proyecta otra idea: «El abogado y periodista taurino José María del Rey Caballero 'Selipe', amigo del torero, cuenta en un artículo publicado en ABC de Sevilla el 18 de mayo de 1956, que en la mañana del 15 de mayo estuvo en el piso de Joselito en la calle de Arrieta. También cuenta que volvió por la tarde, después de la corrida: "Los presentimientos de los que suele hablarse siempre que ocurre una tragedia del toreo, no pude advertirlos; en la tarde del día de San Isidro, Joselito se hallaba disgustado, pero debido a su inacabable amor propio contrariado». José María de Cossío, Juan Manuel Urquijo, Darío López y Leandro Villar también le acompañaron en la última cena.
El pésame de Guerrita en la muerte de JoselitoBRONCA MAYÚSCULALa bronca había sido mayúscula, de esas de Madrid. Que si los toros chicos, el ambiente predispuesto por el cambio de ganadería, las máximas figuras como Gallito y Belmonte en el cartel. Hay cosas que no cambian. A José y Juan ya les acusaban de escoger los toros. Chaves Nogales incluso cuenta que Juan agarró por la pechera a un aficionado que lo increpaba a la entrada a la plaza: «Y dice que Joselito rompió disgustado el contrato de Madrid al día siguiente y se fue a Talavera. Esto no fue así. Y tampoco lo del patio de caballos. La obra de Chaves es deliciosa, pero es una novela...».
Al día siguiente espera Talavera. Compromiso que había adquirido con Gregorio Corrochano, cronista del ABC, a quien el menor de los Gallo quería agradar después de la campaña desplegada en su contra por el diario de los Luca de Tena a raíz de la polémica de la Monumental sevillana. Y se entrevistaron en la cafetería madrileña de
La Estrecha como un acercamiento. La corrida de Talavera la organiza la familia del crítico, los toros también le vinculan: la viuda de Ortega es Venancia Corrochano, su prima.
Bailaor es suyo. El gallismo lo consideró una encerrona. La paradoja es que Corrochano había sido siempre gallista. Hasta que construyó a Monumental que los maestrantes vieron como una afrenta y una amenaza: «Suponemos que influiría el hecho de ser el cronista del periódico monárquico ABC, lo que le hizo inclinar la balanza hacia la Maestranza, utilizando los elogios a Belmonte como arma arrojadiza. En la corrida celebrada en Bilbao el 20 de agosto de 1919,
Guadalupe de Pablo Romero asistió a una barrera. Y Corrochano tituló su crónica
Joselito está triste. ¿Qué tendrá Joselito? Su tono ácido e irrespetuoso se burlaba de José por el supuesto amor imposible con la hija del ganadero. La crítica no tiene desperdicio, y Corrochano pone mal a José» frente a otras piezas que lo elevan a los altares. Allí donde Gallito quería conducir a Guadalupe, pese a la oposición paterna por su ascendencia calé. En esto, la obra de los Carrasco/Castillo aporta una nueva visión. Sin la mortal tarde de Talavera hubiera podido darse el casamiento, «iba a ser su mujer» decía el clérigo Múñoz y Pabón en una carta publicada el 23 de mayo de 1920 en
El Correo de Andalucía. Ella vivió soltera hasta el fin de sus días, ya octogenaria. En el mausoleo de José nunca faltaron flores.
NI TRISTEZA NI ABANDONOEl relato de la tristeza y el bajón fisíco persiguió a Joselito y se sostuvo en el tiempo. Pero los autores niegan la mayor: «Tanto la campaña española como la americana fueron exitosas, por lo que difícilmente podía estar en malas condiciones físicas o anímicas. Las entrevistas de la prensa de la época, publicadas antes y después de partir a América, nos lo revelan feliz, con el dolor superado».
Las temporadas de 1918 y 1919 habían sido tan intensas como gloriosas. Sumó el Coloso de Gelves 80 y 91 corridas en cada una de ellas, cifras impensables a día de hoy. Y alcanza 1920 con sus recentales 25 años. Y llega la tarde de Talavera. Y sale Bailaor a reventarlo todo: «Parrita, primo y secretario de Joselito, que le acompañó desde sus inicios con Limeño, aporta el relato más fiable sobre la cogida y los hechos que acontecieron en la plaza aquella tarde-noche. Cuenta Parrita en su biografía publicada en 1921
Joselito, su vida y su muerte que
Bailaor salió "bronco, con poder, algo burriciego, pero muy certero", matando cinco caballos. En el momento de la cogida, José se dirigió a Cuco y a Blanquet, ordenándoles que se retiraran del toro. Luego vino la cornada. Y la expresión de Joselito como un grito de terror "¡ay, madre mía, tengo fuera los intestinos!"»
La siguiente imagen es la Ignacio Sánchez Mejías. Que entra a la carrera en la enfermería tras matar al sexto toro, «cuando aún le quedaba el último soplo de vida». Y se «arroja sobre su cuerpo, presa de fuerte congoja, llorando abrazado a Joselito (...). A pesar de los esfuerzos de los médicos no pudieron separarle del cadáver, dominado por un acceso nervioso».
A las siete y ocho minutos expiró Gallito.