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Mensajepor Invitado » Mar 05 Nov, 2013 5:10 am

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De pirámides, científicos y la divina proporción

Javier S. Burgos



Hace unos días Josep M. Casacuberta publicaba un artículo en Materia titulado «Por la ciencia, contra la excelencia». En dicho artículo reflexionaba sobre el uso del factor de impacto de las revistas como método de valoración de los científicos. Indicaba el autor que la excelencia y la calidad no son sinónimos, y que con la excusa de primar la excelencia, se está recortando la ciencia española de calidad, y que deberían existir «muchos científicos que trabajen con objetivos más amplios que los de competir para publicar en las revistas de más impacto; científicos que consideren que su trabajo es colaborar para difundir este conocimiento a la sociedad».

Por tanto, ¿cómo se valora a los científicos y qué es el factor de impacto?


El factor de impacto

El factor de impacto intenta medir la repercusión que ha obtenido una revista en la comunidad científica y, teóricamente, refleja la importancia de una publicación a nivel mundial. Este es un instrumento que se utiliza para comparar revistas y evaluar la importancia relativa de una revista concreta dentro de un mismo campo científico.

El problema llega cuando se trata de calcular dicho parámetro, ya que, aunque existe un método de cálculo del factor de impacto, la medida parece no ser lo suficientemente transparente ya que está condicionada a una serie de parámetros, algunos de ellos poco claros. Según rezan las webs de referencia, el factor de impacto de una revista se calcula de la siguiente forma:

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Es decir, imposible de calcular de una forma evidente. Para obtener este parámetro, deberíamos hacer un seguimiento de todos y cada uno de los artículos publicados en una revista, estudiando el número de veces que han sido citados en los dos años anteriores, y que a su vez deberíamos dividir por el número total de artículos publicados en esa revista durante esos dos años. Si en cada revista se publican al menos cientos de artículos por año, entonces la tarea empieza a ser ciclópea. Y esto lo tendríamos que hacer para cada revista de la que quisiésemos averiguar el factor de impacto. Materialmente imposible, por lo tanto. Así que existen webs que nos dicen directamente el factor de impacto de cada revista. Eso sí, nos tenemos que fiar.


El índice h

Otra forma de medir la contribución de los científicos es el índice h. Dicho índice, que fue propuesto por Jorge Hirsch de la Universidad de California, mide la calidad de los científicos, que no de la revista en la que publican, determinando la cantidad de citas que han recibido sus artículos científicos. Un científico tiene índice h si ha publicado h trabajos con al menos h citas cada uno. Es decir, un científico con una publicación citada una vez tendría un h=1, pero para tener un h=2 el investigador debería haber publicado al menos dos artículos que al menos hubieran sido citados dos veces cada uno. Es decir, llegados a un cierto valor, aumentar el índice h resulta altamente complicado.

Con este índice no se premia el gran hallazgo científico (digamos el «eureka»), sino que se valora la carrera del investigador de una forma más continua. El impacto real que produce un nuevo descubrimiento se refleja con mayor claridad en el número de veces que se referencia el artículo, antes que en el índice de impacto de la revista donde haya sido publicado.


El número de oro

Sea como fuere, los índices anteriores no son más que meros indicadores de la calidad de una revista o de la carrera profesional de un científico. Pero creo que esta no es la cuestión clave en esta discusión. El punto a evaluar para alcanzar una determinada meta científica o técnica, o para generar suficiente ecosistema investigador en una determinada sociedad o en una región concreta, debería acercarse más a las proporciones relativas del número de oro antes que a los indicadores anteriormente mencionados. Me explico. El número aúreo, también conocido como la divina proporción y representado por la letra griega Φ, es un número crítico, y tal vez mágico, en el diseño de la naturaleza, en la arquitectura desde los tiempos primigenios, y ha sido intencionadamente escondido en cuadros crípticos a lo largo de la historia, como en Las Meninas de Velázquez o en La Gioconda de da Vinci.

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Los sacerdotes egipcios utilizaron el número de oro para el diseño de sus pirámides hace más de tres mil años. Curiosamente, la apotema lateral de una pirámide (la altura de una de sus caras) dividido por la mitad de la cara de la base es Φ. Además, el cociente entre el área total y el área lateral de una pirámide es 1,618. No acaba aquí la cosa. El cociente entre el área lateral y el área de la base es el número aúreo.

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Pirámides y científicos

En resumen, y haciendo una asunción de lo más banal, pero a la vez de lo más cierta: cuanto más grande es la base de una pirámide cuadrangular más altura alcanza. ¿Y adónde nos lleva este hecho en el tema que nos ocupa? Pues muy sencillo, las grandes cotas se alcanzan a partir de un amplio asentamiento que soporte dicha altura. Puro cálculo de estructuras. Y en ciencia las cosas son exactamente así. Para tener grandes descubrimientos (es decir, publicaciones en revistas con altos factores de impacto) o grandes científicos (investigadores con altos índices h) necesitamos una gran base que se asiente sobre muchos obreros de la ciencia, con la mayor capacidad productiva posible y, por supuesto, con la mayor de las calidades en sus desarrollos. Matemos pues desde ahora mismo el refrán de la cabeza de ratón y de la cola de león que tanto daño ha hecho a la ciencia española en la última década. No pueden existir leones si no hay ratones a los que se puedan comer. El ecosistema científico debe sustentarse en el equilibrio natural de muchos pequeños animales y de algún león, tal vez blanco.


Epílogo

El área de la base de la pirámide no puede considerarse de igual forma que su vértice: su altura tiende a cero, mientras que la carga que soporta tiende a infinito. La base de la ciencia debe sustentarse en grupos de investigación más competitivos y con cierta orientación a servicios, en una fuerte divulgación de la ciencia y de la tecnología orientada al gran público (tanto de investigadores especializados como de profesionales de la comunicación específicamente formados), en estrechas relaciones con otros actores del sistema de I+D (por ejemplo asistenciales), en una cultura de valorización de tecnologías y de su evolución a patentes y licencias, y en la creación de spin-offs y empresas de valor. Sólo de esta forma tendremos grandes científicos y brillantes descubrimientos y, tal vez, algún día otro premio Nobel.

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Mensajepor Invitado » Lun 16 Dic, 2013 12:15 am



Suzana Herculano-Houzel: ¿Qué tiene de especial el cerebro humano?
El cerebro humano es desconcertante. Es curiosamente grande dado el tamaño de nuestro cuerpo, utiliza una cantidad tremenda de energía para su peso y tiene una corteza cerebral singularmente densa. Pero, ¿por qué? La neurocientífica Suzana Herculano-Houzel se pone su gorra de detective y nos guía en este misterio. Al hacer "sopa de cerebro", llega a una conclusión sorprendente.

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Mensajepor Invitado » Lun 23 Dic, 2013 2:13 am




Trasplantan con éxito en Francia el primer corazón artificial con tecnología espacial
El primer corazón artificial, compuesto por tejidos biológicos y por componentes espaciales miniaturizados, se ha trasplantado este miércoles en el Hospital Georges Pompidou de París (Francia). Así lo ha informado en un comunicado la empresa encargada de su fabricación, quien ha instado a ser cautos y esperar la evolución del paciente.



Alain Carpentier es un cirujano francés que lleva décadas estudiando y desarrollando algunos de los dispositivos artificiales más utilizados en cardiología de todo el mundo. Su empresa CARMAT lleva quince años colaborando con Astrium, una multinacional de tecnología espacial, para diseñar y construir el corazón artificial más preciso y duradero posible, y a principios de este año 2013 lo presentó públicamente por primera vez.

Carpentier debía desarrollar un dispositivo que funcionara a la perfección, incluso en las peores condiciones, y que fuera capaz de bombear la sangre latiendo 35 millones de veces al año durante al menos cinco años sin ninguna clase de interrupción.

Los ingenieros aeroespaciales encargados de los satélites de telecomunicación saben bien lo que es construir artefactos diseñados para funcionar por sí mismos en el espacio sin fallar durante años y años. Esos mismos conocimientos adquiridos al desarrollar satélites, miniaturizados hasta 100 veces, han sido la base para diseñar un dispositivo que no debe fallar ni un solo minuto… el corazón de un ser humano.

Así pues, está bien… olvida tu ordenador, olvida tu teléfono móvil, el GPS o las telecomunicaciones de todo el mundo… No tengas en cuenta la inmensa lista de inventos que se suelen poner de ejemplo, como el láser, el teflón, el velcro, la pasta de dientes, los detectores de humo y otros cientos y cientos de avances de nuestra vida cotidiana… No importa, olvídalos si quieres, pero la próxima vez que pienses que la investigación y el desarrollo de tecnología aeroespacial no ayudan en nada a los habitantes de este planeta, piensa por un segundo que quizá, algún día, el conocimiento desarrollado en el espacio puede darte la vida latiendo dentro de tu pecho…

http://es.noticias.yahoo.com/blogs/astr ... 31234.html

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Mensajepor Invitado » Vie 31 Ene, 2014 12:40 am

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Aubrey de Grey: “La gente que ha nacido ahora podrá evitar los problemas de envejecer”

● El famoso gurú del envejecimiento está convencido de que viviremos mil años.
● Su fundación busca estrategias para alcanzar una esperanza de vida indefinida.



Aubrey de Grey habla como un profeta, tiene pinta de profeta y no se enfada si le llaman profeta. Desde hace 15 años, la misión de este gerontólogo biomédico de la Universidad de Cambridge es recaudar dinero para conseguir acabar con los problemas que causa el envejecimiento. Una idea bonita que le ha hecho mundialmente conocido a él y a la fundación SENS, una organización sin ánimo de lucro que investiga para combatir el proceso de envejecimiento. Su mensaje ha calado tan alto que ha conseguido convencer a Google para que ponga dinero y ayude a evitar la “masacre” que, según De Grey, supone que millones de personas mueran cada año de viejas. Charlamos con él en un céntrico hotel de Madrid, donde se aloja estos días para dar una de sus charlas para la empresa de diseño Fjord.

    Pregunta: Mi hija me pregunta por qué tenemos que morir, ¿qué debo decirle?

    Respuesta: Puedes decirle que el cuerpo humano es una máquina, una máquina muy complicada, pero no debe sorprendernos que deje de funcionar, porque eso les pasa a todas las máquinas, como los coches. La buena noticia es que los coches pueden durar mucho más que lo que estaba previsto si se les da un mantenimiento realmente bueno y completo. Es por eso que hay coches que tienen cien años aunque fueran diseñados para durar diez o veinte. Debería ser lo mismo para el cuerpo humano y la única razón para que no suceda es que nuestro cuerpo es tan complicado que no hemos comprendido aún cómo hacer ese mantenimiento. Pero estamos en ello, y de eso va mi trabajo.


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Mensajepor Invitado » Mar 11 Feb, 2014 11:28 pm


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forever young

Mensajepor Invitado » Mié 12 Feb, 2014 12:07 am

Aubrey de Grey: “La gente que ha nacido ahora podrá evitar los problemas de envejecer”


Pero no volverse una completos gilipollas.

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Mensajepor Invitado » Mié 12 Mar, 2014 10:25 pm

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¿Cambia la lengua nuestra manera de ver y recordar el mundo?


La investigadora Aneta Pavlenko está convencida de que sí. Según ella, el nombre que ponemos a las cosas o los matices de acción de los verbos pueden influir en cómo nuestro cerebro ve el mundo, hasta el punto de que una persona bilingüe puede cambiar su perspectiva en función de qué lengua utilice. En la web de NPR, Pavlenko recuerda lo que le sucedió al famoso escritor Vladimir Nabokov, con sus memorias. El autor de "Lolita", que hablaba perfectamente ruso, francés e inglés, publicó el libro primero en inglés y cuando le pidieron la edición en ruso, descubrió que recordaba otras cosas:

"Cuando Nabokov empezó a traducirlas al ruso, recordó un montón de cosas que no tenía en la memoria cuando estaba escribiendo en inglés, así que en esencia se convirtió en un libro diferente", dice Pavlenko. "Se publicó en ruso y se dio cuenta de que, para presentar su infancia de manera adecuada a los lectores en lengua inglesa, debía hacer una nueva versión. Así que la versión de la autobiografía de Nabokov que conocemos ahora es en realidad la tercera versión, la que escribió tras recordar más cosas en ruso y volverlas a traducirlas al inglés".

Pavlenko es profesora de lingüística aplicada de la Universidad de Temple y estudia la manera en que el cerebro de las personas bilingües se conecta con la realidad en función del idioma empleado. En inglés, por ejemplo, se distingue entre "cups" (copas) y "glasses" (vasos) en función del material, mientras que en ruso se habla de "chashka" (copa) y "stakan" (vaso) en función de la forma, no de lo que está hecho el recipiente. Si nombras el mundo de forma diferente, insiste Pavlenko, tu visión de él es diferente.

Lera Boroditsky es profesora de ciencias cognitivas en la Universidad de California, San Diego, y ha realizado distintos experimentos en torno al mismo supuesto. En uno de ellos pidió a varios sujetos que señalaran el sudeste y solo una niña de 5 años acertó exactamente el lugar. La niña era aborigen australiana, y en su idioma la orientación espacial no está basada en términos como izquierda o derecha, sino en los puntos cardinales. Esto les convierte en una especie de brújulas andantes, pues se expresan en términos del tipo: "Esa chica que está a tu oeste es mi hermana" (no "a tu lado").

Como explican en NPR, otros investigadores, como el lingüista de la Universidad de Columbia John McWhorter, tienen un punto de vista diametralmente opuesto. "Nada ha demostrado nunca que tu idioma te haga procesar la vida de una manera diferente", asegura. "Eso no funciona". Para él, aprender un idioma es como es un programa de entrenamiento, pero no cambia las categorías mentales del sujeto. "No hay nada exótico respecto a los efectos que tiene el lenguaje en la cognición", asegura. "Tiene el mismo efecto que aprender cualquier cosa".

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Mensajepor Invitado » Vie 30 May, 2014 12:05 am

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La vida privada de las neuronas: la sinapsis como nunca la habías visto

Una nueva técnica permite reconstruir en 3D uno de los procesos clave en el funcionamiento del cerebro: el intercambio de neurotransmisores y señales eléctricas durante la sinapsis, la conexión entre los axones de las neuronas que forman nuestros pensamientos y recuerdos. El proceso se ha observado por primera vez al máximo detalle.


El viaje que vamos a iniciar continuación da un poco de mareo. Para empezar, nos vamos a subir en una nave microscópica imaginaria (como si fuéramos el mismísimo Carl Sagan o su digno sucesor Neil Tyson) y nos vamos a meter en el encéfalo de una rata. Su cerebro tiene unos 200 millones de neuronas (una insignificancia al lado de nuestros 85.000 millones), pero nos sirve para nuestro propósito. A medida que nos acercamos a una sola de estas neuronas encontraremos que tiene un cuerpo celular y una serie de ramificaciones, llamadas dendritas. Desde ahí podemos observar unas ramificaciones un poco más largas que conocemos como axones y que son las terminaciones que permiten a la neurona conectarse con sus vecinas. La manera en que se conectan entre sí es lo que denominamos sinapsis y es donde nos vamos a adentrar con nuestra nave.




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Mensajepor Invitado » Lun 22 Sep, 2014 4:48 am




'No hay ningún dios. Soy ateo'

■ El astrofísico británico explica a EL MUNDO su postura ante las creencia religiosas

■ Esta semana presentará su visión del Cosmos en el Festival Starmus de Tenerife


PABLO JÁUREGUI


Stephen Hawking (Oxford, 1942) ya no puede mover ni un dedo. La devastadora enfermedad que empezó a corroer su sistema nervioso, cuando sólo tenía 21 años, ni siquiera le permite manejar el ratón que usaba antes para seleccionar palabras en su ordenador y transmitirlas a través de un sintetizador de voz. Los músculos de su rostro se han convertido en las últimas herramientas corporales que le quedan para comunicarse, activando con la mejilla derecha un sensor acoplado sobre sus gafas.

Gracias a esta impresionante tecnología diseñada especialmente para él, Hawking logra mover un cursor en una pantalla y activar así la legendaria voz robótica que habla en su nombre con acento americano. Pero pese al esfuerzo titánico que debe afrontar para compartir sus ideas, ha concedido una entrevista exclusiva para los lectores de EL MUNDO.

Cuando aparece sobre su silla de ruedas en el hotel de Tenerife donde tiene lugar nuestro encuentro, nos conquista nada más llegar, esbozando una entrañable sonrisa con esos pocos músculos de la cara que todavía le sirven para expresar pensamientos y emociones. Como los médicos ya no le permiten volar, Hawking ha viajado hasta la isla canaria en un crucero de seis días para presentar esta semana su visión del cosmos en el Festival Starmus, un congreso concebido para divulgar los hallazgos de la astronomía a toda la sociedad.

De repente, me encuentro ante uno de los cerebros más brillantes del último siglo, a punto de realizar la entrevista con la que siempre he soñado. Pero cuando llega el momento de la verdad, me quedo tan impactado que no sé muy bien ni cómo debo saludarle. Una de sus cinco enfermeras, Nikky O'Brien, se da cuenta de mis titubeos y resuelve mis dudas de inmediato, cogiendo la mano de Hawking y acercándola a la mía, para que pueda estrechársela.


Un 'gourmet' en Canarias

Tras agradecerle al científico más famoso y admirado del planeta el inmenso privilegio de habernos concedido una entrevista exclusiva, le enseño el maravilloso retrato de Ricardo Martínez que le hemos traído como regalo, y también el espectacular set que hemos preparado para hacerle fotos, ante un lienzo de constelaciones y galaxias pintado por otro de nuestros dibujantes, Ulises Culebro.

«Espero que le guste. Si le parece bien, nos gustaría en primer lugar fotografiarle con este fondo cósmico», le explico. Su respuesta afirmativa, que tarda aproximadamente medio minuto llegar, es la primera palabra que nos transmite a través de los movimientos de sus mejillas: «Yes». La enfermera O'Brien, permanentemente pendiente de cada mínimo gesto de Hawking, empieza a peinarle con ímpetu y nos confirma la aprobación del astrofísico: «Adelante, no hay problema, le ha gustado mucho todo lo que habéis montado».

Mientras Hawking posa como un profesional para la sesión de fotos, levantando los ojos para mirar a la cámara y regalándonos sus mejores sonrisas, le pregunto a Nikky O' Brien si el profesor está disfrutando de su visita a Canarias. «¡Desde luego! Incluso ya ha probado las papas con mojo picón y le encantan», me asegura. A pesar de que su movilidad es cada vez más reducida, Hawking todavía puede masticar bien la comida y es un auténtico gourmet.

Teniendo en cuenta la importancia crucial del sofisticado sistema informático que utiliza el astrofísico para comunicarse, le pregunto a la enfermera de Hawking si entre su equipo de cuidadores hay alguien con conocimientos de informática, por si surge algún problema con su ordenador o el sintetizador de voz. «Pues la verdad es que no, y el ordenador se queda colgado de vez en cuando», me confiesa O'Brien. Sin embargo, si se produce una incidencia importante, la enfermera nos explica que un informático de Cambridge siempre puede entrar en el ordenador de Hawking mediante una conexión remota y resolver cualquier problema.





Tres palabras por minuto

Con el sofisticado mecanismo que activa mediante el movimiento de sus mejillas, Hawking logra escribir una media de tres palabras por minuto. Por eso, para entrevistar al astrofísico británico, es una condición imprescindible enviarle las preguntas con antelación. De lo contrario, el diálogo se extendería durante muchas horas, e incluso días. En nuestro caso, le enviamos por correo electrónico un cuestionario de 10 preguntas a finales de agosto, tres semanas antes de que nos reuniéramos con él en Tenerife el pasado jueves.

Cuando termina la sesión de fotos, que Hawking ha soportado sin una sola queja, me acerco a él y le pregunto si podemos empezar nuestro diálogo. De inmediato, empieza a mover el cursor en la pantalla de su ordenador a través del sensor acoplado a sus gafas, y veo que lo coloca sobre un documento de Word en su escritorio que ha llamado «EL MONDO». Me hace gracia la pequeña errata en el nombre de nuestro periódico, y sobre todo me emociona la idea de que el infatigable explorador del cosmos haya dedicado unas cuantas horas de su tiempo a contestar a las preguntas que le hicimos llegar por e-mail.

Le pregunto en primer lugar si sigue creyendo, como dijo en el libro que le hizo mundialmente famoso, Historia del Tiempo, que algún día lograremos una «Teoría del Todo» para comprender las leyes que gobiernan el Universo, o si hay aspectos de la realidad en las que nunca podrá penetrar la mente humana. Su respuesta refleja una inquebrantable fe en el poder de la ciencia para desentrañar los misterios del cosmos: «Creo que sí conseguiremos entender el origen y la estructura del Universo. De hecho, ahora mismo ya estamos cerca de lograr este objetivo. En mi opinión, no hay ningún aspecto de la realidad fuera del alcance de la mente humana».


Ciencia 'versus' religión

En mi segunda pregunta, le pido que me aclare su postura sobre Dios y la religión, que ha generado un intenso debate entre sus lectores. Por un lado, al final de Historia del Tiempo, escribió que si algún día lográramos esa «Teoría del Todo», conoceríamos «la mente de Dios». Pero posteriormente en su polémico libro El gran diseño, afirmó que el Universo puede crearse «de la nada, por generación espontánea», y que la idea de de Dios «no es necesaria» para explicar su origen. Le pregunto, ante esta aparente contradicción, si cambió su opinión en este terreno, y si se considera agnóstico o ateo.

Su rotunda respuesta deja muy claro que aunque muchos han llegado a calificar como «un milagro» el hecho de que Hawking siga vivo, medio siglo después de que se le diagnosticara una enfermedad cuya esperanza de vida suele ser de un par de años, el astrofísico rechaza de plano todas las creencias religiosas: «En el pasado, antes de que entendiéramos la ciencia, era lógico creer que Dios creó el Universo. Pero ahora la ciencia ofrece una explicación más convincente. Lo que quise decir cuando dije que conoceríamos 'la mente de Dios' era que comprenderíamos todo lo que Dios sería capaz de comprender si acaso existiera. Pero no hay ningún Dios. Soy ateo. La religión cree en los milagros, pero éstos no son compatibles con la ciencia».

Antes de poder responder a cada pregunta, Hawking va seleccionando frases del archivo donde ha dejado preparadas sus respuestas y las vuelca en un programa llamado Speaker, que convierte textos escritos en frases que emite su sintetizador. El software que produce la famosa voz de Hawking es de los años 80, la época de la traqueotomía a la que tuvo que someterse le dejó definitivamente sin habla. En realidad, hoy existen programas más avanzados que suenan mucho menos robóticos, pero Hawking lleva ya tantos años utilizando esta voz, que se identifica plenamente con ella y no tiene ninguna intención de cambiarla.

En una ocasión incluso le preguntaron si no preferiría instalarse un sintetizador con un acento british, que se parecería mucho más a la voz original de un nativo de Oxford como él. Pero Hawking respondió con su inconfundible sentido del humor, que sin duda le ha ayudado a soportar tantos años una enfermedad tan cruel: «con el acento americano, tengo mucho más éxito con las mujeres».


La conquista de otros planetas

Tras dialogar sobre la religión, pasamos de lo divino a lo humano y le pregunto si cree que sigue mereciendo la pena invertir millones en enviar misiones con astronautas al espacio, o si le parece un despilfarro, como opinan muchos de sus colegas científicos. El astrofísico tiene muy claro que la conquista del cosmos debe continuar, no sólo porque «la exploración espacial ha impulsado y continuará impulsando grandes avances científicos y tecnológicos», sino porque puede representar un seguro de vida para la futura supervivencia de nuestra especie: «Podría evitar la desaparición de la Humanidad gracias a la colonización de otros planetas».

Tampoco puedo desaprovechar la incomparable oportunidad de poder dialogar en España con Hawking, para preguntarle sobre los recortes que ha sufrido el campo de la investigación científica en nuestro país en los últimos años. «¿Qué mensaje le mandaría al presidente del Gobierno español si le tuviera delante, sobre la importancia de invertir en ciencia?». El astrofísico, una vez más, demuestra que no se anda con medias tintas. Éste es su recado para Mariano Rajoy y toda la clase política de nuestro país: «España necesita licenciados con formación científica para garantizar su desarrollo económico. No se puede animar a los jóvenes a estudiar carreras científicas con recortes en el campo de la investigación».

El tiempo se nos acaba y la enfermera O'Brien empieza a hacerme la señal de la guillotina, pero veo en la pantalla de Hawking que aún tiene una respuesta más a una pregunta que le hice sobre cómo le gustaría que le recordaran las futuras generaciones. «Espero que se me recuerde por mi trabajo en el campo de la cosmología y los agujeros negros», me contesta antes de que empiecen a llevárselo sus enfermeras.

Me llama la atención que no dice absolutamente nada sobre el extraordinario ejemplo que ha dado con su vida, al demostrar hasta dónde puede llegar la capacidad de superación del ser humano ante la adversidad más cruel. Y mientras desaparece por los pasillos del hotel, me acuerdo de una de sus sentencias más inolvidables: «La Humanidad es tan insignificante si la comparamos con el Universo, que el hecho de ser un minusválido no tiene mucha importancia cósmica».




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escolapios

Mensajepor escolapios » Lun 22 Sep, 2014 4:54 am




MAÑANA arranca en Tenerife el Festival Starmus, donde los astrofísicos más importantes del planeta debatirán con afán divulgativo sobre los más avanzados descubrimientos y teorías relativos al origen del Universo. Los últimos estudios sobre las ondas gravitacionales y el bosón de Higgs o partícula de Dios -que explica cómo se forma la materia- han extendido entre muchos investigadores la certidumbre de que la ciencia está a un paso de poder comprender el inicio y la estructura del cosmos.

Ante esta perspectiva, la asistencia y participación en el certamen de Stephen Hawking ha generado una enorme y merecida expectación. El sucesor de Isaac Newton en la Cátedra de Matemáticas de Cambridge provocó un revuelo mundial hace cuatro años al afirmar que la materia podía "crearse de la nada por generación espontánea", de tal modo que no sería necesario invocar a Dios para comprender el origen del Universo (El gran diseño, 2010). Hawking tomaba postura en el viejo debate entre ciencia y religión con una afirmación categórica que no dejó indiferente a nadie.

Sobre todo, porque partía del mismo investigador que 12 años antes, en Historia del tiempo (1988), hacía suyo el anhelo de Einstein de encontrar una "teoría del todo" cuya formulación sería "como conocer la mente de Dios". El científico más famoso y admirado del planeta había pasado de ponderar la existencia de Dios en el marco de la indagación y divulgación científicas a prescindir de él. Lo que no podía afirmarse -hasta ahora- es a qué se debía este cambio en su idea de Dios.

Pues bien, en una entrevista concedida en exclusiva a EL MUNDO, el astrofísico británico explica esta evolución personal con una declaración de principios concluyente: "En el pasado, antes de que entendiéramos la ciencia, lo lógico era creer que Dios creó el universo. Pero ahora la ciencia ofrece una explicación más convincente. Lo que quise decir cuando afirmé que conoceríamos la mente de Dios era que comprenderíamos todo lo que Dios sería capaz de comprender si acaso existiera. Pero no hay ningún Dios. Soy ateo.

La religión cree en los milagros, pero éstos no son compatibles con la ciencia". Hawking también se reafirma en que la ciencia logrará elaborar una "teoría del todo": "Creo que sí conseguiremos entender el origen y la estructura del Universo. De hecho, ahora mismo ya estamos cerca de lograr ese objetivo. No hay ningún aspecto de la realidad fuera de la mente humana". No resulta sorprendente que un luchador infatigable como Hawking, enfermo de ELA desde hace 50 años -su supervivencia es extraordinaria- muestre una confianza absoluta en la capacidad humana.

Pero sí resulta significativo que una de las mentes más brillantes del último siglo relacione su ateísmo con el avance de la ciencia y con su mayor comprensión y conocimiento de las leyes de la física. El ateísmo explícito de Hawking da un nuevo motivo para debatir sobre la relación entre la ciencia y la fe. Ni se puede comprobar empíricamente que Dios no existe, ni desde la lógica se puede probar su existencia. Es verdad que los milagros son incompatibles con la ciencia, pero no estrictamente con el sentimiento religioso. Sobran los ejemplos de grandes científicos con profundas convicciones religiosas. Y basta reparar en Stephen Hawking para afirmar que un magnífico científico puede ser un perfecto ateo. Se trata de cuestiones distintas, no excluyentes, que responden a ámbitos diferentes de la persona.

Mientras la ciencia obedece al raciocinio y el empirismo, la religión parte de las creencias y de la fe. Desde el punto de la biología puede que Dios no sea necesario para explicar el origen de la vida, pero aun así se puede creer en él ya que la ciencia no puede responder a todas las preguntas sobre la existencia. Stephen Hawking es probablemente el mejor científico de este siglo y sus afirmaciones despiertan y merecen especial interés. Sin embargo, sería un error aprovechar su fama y su relevancia como investigador para intentar convertir sus opiniones sobre Dios y la religión en axiomas operativos en otros campos del saber como la teología o la filosofía.

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Mensajepor Invitado » Lun 22 Sep, 2014 5:01 am

La mente y sus fronteras

PEDRO G. CUARTANGO



HAWKING concluía en su último libro, El gran diseño, que la materia posee suficiente potencialidad para crearse a sí misma sin necesidad de recurrir a una causa externa. Hoy nos dice que Dios no existe y que el Universo se explica por leyes físicas que el cerebro humano puede comprender. Incluso asevera que la mente carece de límites.

No puedo discutir el extraordinario trabajo en el campo de la física de este científico, pero creo que sus conclusiones filosóficas sí son rebatibles. No es cierto que la mente carezca de fronteras por dos sencillas razones. La primera es que las neuronas del cerebro son limitadas. Y la segunda es que la estructura de nuestra mente condiciona la percepción. Kant sostenía que el espacio y el tiempo son categorías de la sensibilidad, no realidades.

La tesis de Hawking se asemeja en el fondo a la del obispo anglicano Berkeley, que pensaba que el entendimiento era el reflejo de la sabiduría divina y, que por ello, se podía conocer la realidad última de todo lo existente. Estoy convencido de que eso no es así y de que la razón humana es imperfecta, aunque sea el mejor instrumento del que disponemos para guiarnos.

Sobrepasando las posiciones del agnosticismo, Hawking se reconoce ateo porque Dios es una hipótesis innecesaria. Aún admitiendo esta proposición, quedarían sin respuesta las preguntas de cómo ha surgido la materia. ¿Se ha creado a sí misma? ¿Es posible que pueda surgir algo de la nada?

Lo que quiero decir es que el materialismo de Hawking resulta tan metafísico como las Cinco Vías de Santo Tomás que explican lo existente como una creación de Dios, causa última de todas las cosas. Podemos comprender el desarrollo del Universo a partir del 'big bang', somos capaces de describir las leyes de la física que operan a gran y pequeña escala, llegaremos a saber lo que es la materia oscura e incluso podremos simular en un laboratorio el funcionamiento de un agujero negro. Pero dudo que en un futuro lejano, dentro de muchos siglos, estemos en condiciones de determinar si Dios existe.

Hay preguntas que seguramente no tienen respuesta, por la sencilla razón de que el hombre forma parte de la Naturaleza y no puede mirarse fuera de ella. Somos literalmente polvo de estrellas, lo cual es compatible son el sentimiento de admiración por los grandes logros de mentes privilegiadas como la de Hawking, que vuela casi tan alto como la de los dioses.

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Mensajepor Invitado » Mié 29 Oct, 2014 2:39 am

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El papa Francisco: "El Big Bang no contradice a Dios, lo exige"

Bergoglio rechaza que el origen del mundo sea "obra del caos", sino de "un poder supremo creador del amor"

Hace tres años, el papa Benedicto XVI advirtió de que, al contrario de lo que sostenía el físico Stephen Hawking en su último libro, El gran diseño, Dios sigue siendo necesario para explicar el origen del universo. “No debemos dejar que nos limiten la mente”, dijo entonces Joseph Ratzinger, “con teorías que siempre llegan solo hasta cierto punto y que, si nos fijamos bien, no están en competencia con la fe, pero no pueden explicar el sentido último de la realidad”. Y ahora ha sido su sucesor, el papa Francisco, quien ha vuelto a insistir sobre aquella tesis: “El Big-Bang –la teoría científica que explica el origen del universo—no se contradice con la intervención creadora divina, al contrario, la exige”.

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Mensajepor Invitado » Lun 03 Nov, 2014 12:23 am


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Mensajepor Invitado » Dom 16 Nov, 2014 10:33 pm

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Joaquín Fuster: «Gran parte de nuestras decisiones siguen influencias inconscientes»

El catedrático de Psiquiatría acaba de publicar «Cerebro y libertad», sobre los cimientos cerebrales del libre albedrío


El apellido Fuster se asocia al corazón, pero también está ligado al cerebro en la persona del profesor Joaquín Fuster (Barcelona, 1930), un prestigioso neurocientífico de la Universidad de Los Ángeles que se ha dedicado al estudio de la corteza prefrontal, en la que es todo un referente. Ha visitado Madrid para asistir a la presentación del Plan de Apoyo a la Neurociencia, una iniciativa financiada con fondos privados, de cuyo comité científico forma parte. Acaba de presentar también su libro «Cerebro y libertad», un tema controvertido entre los científicos.

    —¿Existe el libre albedrío?

    —Sí. Es la capacidad de elegir entre formas de acción, incluyendo el no hacer nada, en el mundo que nos rodea. Esta capacidad tiene raíces profundísimas, algunas vienen de la evolución, otras de partes de la corteza cerebral, el órgano que más finamente nos ajusta al mundo que nos rodea y que contienen lo que Ortega llamaba la «circunstancia».


    —Elegir no siempre es fácil...

    —Es muy difícil y está determinado por factores genéticos, impulsos primarios, la historia personal, el ambiente en el que vivimos. Y todo esto no es necesariamente consciente. Muchas de nuestras decisiones están dictadas por influencias talmente inconscientes. Obramos por intuición y la corazonada es un razonamiento inconsciente.


    -Entonces, ¿hasta qué punto somos dueños de lo que hacemos?

    -Es posible argüir que nuestras neuronas son las que mandan. Pero esas neuronas, con su educación, porque están muy bien educadas, constituyen en realidad el yo, sobre todo las de la corteza cerebral. Y las decisiones y selecciones de conducta surgen de esta relación del yo con mi circunstancia, mucha de la cuál está dentro de nosotros. Y estas relaciones y su expresión final no son necesariamente conscientes, sino inconscientes.


    —Hay quien sostiene que gran parte de lo que somos está determinado ¿Está de acuerdo?

    —Es verdad que mucho de lo que hacemos está predeterminado. Y también se puede argüir que en los últimos pasos hacia la decisión, la cosa ya está determinada. A mi me interesa sobre todo, la corteza prefrontal, que es la última en desarrollarse en la escala evolutiva y durante el desarrollo [entre los 20 y 30 años]. Esta es la corteza que nos abre a lo futuro y contribuye muchísimo a las decisiones y elecciones que tienen importancia existencial. Es además el órgano de la creatividad. En esto hay que corregir a Ortega un poco. Porque él imaginaba que la circunstancia determina cómo somos y lo que hacemos, en una lucha constante entre el destino y la libertad individual. Y yo veo una dimensión más positiva: debido sobre todo al desarrollo de la corteza prefrontal somos capaces de inventar el futuro. Ahí está la raíz de nuestra imaginación y del lenguaje, que es algo privativo de nuestra especie.


    -Los chimpancés pueden aprender el lenguaje de signos...

    -Es sólo lenguaje simbólico.


    -Qué diferencia hay con el nuestro, porque a veces son capaces de transmitir signos de una generación a otra...

    -Signos, sí. Existen reflejos condicionados a ciertos sonidos, relacionados con ciertos impulsos vitales, con los que se pueden comunicar entre sí. Pero lo que no existe es el lenguaje proposicional o propositivo: la capacidad de crear estructuras nuevas de lenguaje que permitan dar sustancia a nuevos tipos de acción y formar, por ejemplo, leyes o reglas, no solo para nosotros sino para el futuro. Esto no lo tienen ningún animal. Tampoco los chimpancés.


    —¿En el libre albedrío, las emociones donde quedan?

    —Aunque no se quiera interviene en todas nuestras decisiones. Viene de las zonas profundas del cerebro, el llamado reptiliano. Una de las influencias más importantes que llega de estos terrenos bajos es un fondo e alerta de estar despierto, que se pone al servicio de todo.


    —¿De ahí surgen las buenas o malas vibraciones?

    —Sí, es una manera de decir, no sé por qué, pero tengo la intuición de que ha de ser así.


    —La corteza prefrontal es como el director de orquesta del cerebro. ¿Que papel juega la educación recibida en el aprendizaje de esa "labor de dirección"?

    —Una educación por así decirlo pasiva, sin guía, que no tiene hitos, no tiene señales, no permite al individuo aprender por sí mismo las ventajas de la demora de las recompensas. Esto es erróneo porque el niño no sólo ha de aprender a esperar sino que tiene que estar al tanto de cómo los otros también lo hacen. Y en el momento adecuado, de la forma adecuada, tiene que estar bajo la influencia del adulto. En la educación del niño es más importante el ejemplo que los discursos.


    —¿Por qué algunas personas pueden resistir la atracción de los placeres inmediatos y perseguir objetivos a largo plazo, mientras que otras sucumben fácilmente y se apartan de sus expectativas?

    —En algunas personas la corteza prefrontal se ha ejercitado intensamente en los años de la infancia y adolescencia. No se desarrolla físicamente en su totalidad hasta la tercera década de la vida. Mientras que en otras los impulsos biológicos, las hormonas o los instintos prevalecen porque tienen más poder, más intensidad, más potencia, más ejercicio en el curso de la vida.


    —La semana pasada se publicó una investigación con monos en la que
    lograron cambiar sus decisiones mediante estimulación cerebral profunda. ¿Será posible en un futuro manipular nuestras decisiones mediante técnicas menos invasivas, como la estimulación magnética transcraneal?

    —No. Por muchos motivos. Primero porque la estimulación magnética está focalizada en ciertas zonas del cerebro. Y nuestro libre albedrío está distribuido por todo el cerebro, sobre todo la corteza cerebral. Pero es posible con estas estimulaciones influir y sesgar nuestro juicio y nuestras decisiones. Pero el control de la mente en sentido amplio es inconcebible.


    —En alguna entrevista he leído que usted cree en la intuición femenina...

    —¿Yo he dicho eso? [ríe]. La mente intuitiva actúa tanto en hombres como mujeres en casi todo lo que hacemos. El 90% de nuestra percepción es intuitiva, no consciente. Y tengo la impresión de que las mujeres tenéis una intuición extraordinaria con respecto a las relaciones sociales.

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Mensajepor Invitado » Mié 24 Dic, 2014 1:22 am

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El extraño experimento del perro de dos cabezas de Vladimir Demikhov


Vladimir Demikhov era un científico ruso que fue un pionero en la ciencia del trasplante de órganos, pero todos lo recuerdan por el extraño caso de su perro de dos cabezas. Realizó muchos experimentos de trasplante de órganos, la mayoría de ellos en perros, realizando otros experimentos como separar sus cuerpos y transpartarlos en el cuerpo de otro perro.


Los principios del trasplante de órganos

Demikhov se hizo famoso entre los años treinta y cincuenta debido a sus trabajos en hospitales durante la Segunda Guerra Mundial, tiempo en el que se le ocurrió que tal vez era posible trasplantar corazones y pulmones humanos.

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Hasta le fecha muchos consideran el trasplante de órganos como algo malo o extraño, así que imagina cómo fue para Vladimir Demikhov convencer que esto era posible. Tuvo la fortuna de vivir en los tiempos de Stalin, el cual proporcionó hospitales secretos para experimentar con el trasplante de órganos y la prolongación de la vida.

En 1960 publicó su primer trabajo científico en la trasplantología, siendo uno de los trabajos más importantes de la medicina en el campo del trasplante de órganos que conocemos hoy en día.




El perro de dos cabezas de Demikov


El extraño experimento del perro de dos cabezas de Vladimir Demikhov

El-extrano-experimento-del-perro-de-dos-cabezas-de-Demikhov-1.jpg sophiecravenisalie/tumblr

Vladimir Demikhov era un científico ruso que fue un pionero en la ciencia del trasplante de órganos, pero todos lo recuerdan por el extraño caso de su perro de dos cabezas. Realizó muchos experimentos de trasplante de órganos, la mayoría de ellos en perros, realizando otros experimentos como separar sus cuerpos y transpartarlos en el cuerpo de otro perro.
Los principios del trasplante de órganos

Demikhov se hizo famoso entre los años treinta y cincuenta debido a sus trabajos en hospitales durante la Segunda Guerra Mundial, tiempo en el que se le ocurrió que tal vez era posible trasplantar corazones y pulmones humanos.

El-extrano-experimento-del-perro-de-dos-cabezas-de-Demikhov-3.jpg nekro-haze/tumblr

Hasta le fecha muchos consideran el trasplante de órganos como algo malo o extraño, así que imagina cómo fue para Vladimir Demikhov convencer que esto era posible. Tuvo la fortuna de vivir en los tiempos de Stalin, el cual proporcionó hospitales secretos para experimentar con el trasplante de órganos y la prolongación de la vida.

En 1960 publicó su primer trabajo científico en la trasplantología, siendo uno de los trabajos más importantes de la medicina en el campo del trasplante de órganos que conocemos hoy en día.

Ver también: ¿Los trasplantes de cabeza son posibles?
El perro de dos cabezas de Demikov

Sus experimentos lo condujeron a crear al famoso "perro de dos cabezas", el cual era un perro completo con la cabeza y las patas frontales de otro perro adheridos a su lomo.

El resultado fue algo que parece salido de una película de terror, un perro con dos cabezas que se pueden mover independientemente, aunque sólo sobrevivían por días y máximo por meses.

A un perro pequeño se le hacía una incisión en la base del cuello, exponiendo la arteria yugular, la aorta y una parte de la columna espinal para ser juntadas con las venas principales del perro más grande, compartiendo así varios vasos sanguíneos y el mismo corazón.

El experimento se realizó muchas veces durante varios años, perfeccionado su técnica y mejorando cada vez más, lo que sirvió de inspiración para los experimentos con monos y una carrera más durante la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia.

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El legado de Demikhov

El doctor Robert White, famoso por el trasplante de cabezas en monos, se inspiró en los experimentos de Vladimir Demikhov para realizar el trasplante de cabeza en un mono hacia otro. Aunque estos monos estaban paralizados del cuello para abajo, los monos podían escuchar, ver, oler, comer y seguir objetos con sus ojos, pero estos murieron después de nueve días.

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Además, los trabajos de Demikhov sirvieron para mejorar los procedimientos de trasplante de órganos que se usan hoy en día para salvar millones de vidas, cosa que no se le reconoce del todo, ya que los procedimientos son considerados barbáricos y muy extraños.

Muchas veces esta clase de experimentos descabellados es lo que se ocupa para ser un pionera en la ciencia, ya que por más extraños que se consideren, sería aún peor que se hubieran realizado en humanos por primera vez.




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