SOBRE MODA
LA ANTERIOR ERA DE "PARA TI" ARGENTINA, ESTA ES DE " YO DOÑA del GRUPO EL MUNDO" ESPAÑA.Azzaro 'revisited'
Vanessa Seward, directora creativa de Azzaro FOTO: Franck Courtès.
19/06/2007.- La picante diseñadora Vanessa Seward ('Paris Match' dixit) pertenece a esa estirpe de argentinas y casi argentinas internacionales que periódicamente arrasan en las grandes capitales del mundo. Mujeres como Victoire de Ganay (de Montal en la actualidad), Inés de La Fressange, Inés Rivero, Brooke de Ocampo o nuestra Cayetana Álvarez de Toledo.
Es, además, lo que se conoce por un 'anglo porteño', híbridos que después de varias generaciones en el Río de la Plata siguen conservando sus idiosincrasias británicas. Les conozco muy bien, ya que estuve con muchos en ese histórico colegio para anglos porteños, Saint George's. Allí coincidí con el padre de Vanessa un año: yo llegaba de España y entraba en el 'prep-school'; él, que era Capitán del colegio, se iría al año siguiente. Es en la actualidad el embajador argentino en Suiza.
Me apresuré a aclarar la diferencia de edad cuando me presentaron a Vanessa cuando fui a conocerla al 'showroom' de Azzaro en el Faubourg Saint-Honoré, casa de la que es Directora Creativa, para que no pensase que yo era un vejestorio. Iba con Carlos Enseñat, del Reig Capital Group, 'holding' propietario de Azzaro, y Alberto Palatchi, de Pronovias.
Los credenciales de la diseñadora son impecables: estuvo nueve años 'chez' Chanel, y luego dos a las órdenes de Tom Ford en Yves Saint Laurent Rive Gauche. Además, hizo sus pinitos como modelo, y una de las casas para las que desfiló fue Azzaro.
Su primera colección parece destinada a las grandes galas con 'photocall', ya que es exclusivamente lo que los publicitarios llaman 'vestidos-joya', en otras palabras, trajes de noche helenizantes cargados de pedrería como los de Versace o Marchesa. De ahí que los lleven Nicole Kidman, Sharon Stone, Mischa Barton o Penélope Cruz sobre varias alfombras rojas.
Seward es una perfeccionista y gran defensora del 'total look'. De ahí que cada una de sus creaciones tenga sus accesorios a juego, zapatos, bolsito y hasta tocado. Están arrasando en puntos de venta que van desde Bergdorf Goodman en Nueva York a Harvey Nichols en Londres, pasando por la tienda de mi amiga María Luisa Pouimaillou ('née' Ybarra y ex Ruiz Jiménez) en la rue Cambon. Y, por supuesto, en la tienda del Faubourg Saint-Honoré, frente al reformado hotel Bristol. Pronto los tendremos en España.
Vanessa Seward, directora creativa de Azzaro FOTO: Franck Courtès.
19/06/2007.- La picante diseñadora Vanessa Seward ('Paris Match' dixit) pertenece a esa estirpe de argentinas y casi argentinas internacionales que periódicamente arrasan en las grandes capitales del mundo. Mujeres como Victoire de Ganay (de Montal en la actualidad), Inés de La Fressange, Inés Rivero, Brooke de Ocampo o nuestra Cayetana Álvarez de Toledo.
Es, además, lo que se conoce por un 'anglo porteño', híbridos que después de varias generaciones en el Río de la Plata siguen conservando sus idiosincrasias británicas. Les conozco muy bien, ya que estuve con muchos en ese histórico colegio para anglos porteños, Saint George's. Allí coincidí con el padre de Vanessa un año: yo llegaba de España y entraba en el 'prep-school'; él, que era Capitán del colegio, se iría al año siguiente. Es en la actualidad el embajador argentino en Suiza.
Me apresuré a aclarar la diferencia de edad cuando me presentaron a Vanessa cuando fui a conocerla al 'showroom' de Azzaro en el Faubourg Saint-Honoré, casa de la que es Directora Creativa, para que no pensase que yo era un vejestorio. Iba con Carlos Enseñat, del Reig Capital Group, 'holding' propietario de Azzaro, y Alberto Palatchi, de Pronovias.
Los credenciales de la diseñadora son impecables: estuvo nueve años 'chez' Chanel, y luego dos a las órdenes de Tom Ford en Yves Saint Laurent Rive Gauche. Además, hizo sus pinitos como modelo, y una de las casas para las que desfiló fue Azzaro.
Su primera colección parece destinada a las grandes galas con 'photocall', ya que es exclusivamente lo que los publicitarios llaman 'vestidos-joya', en otras palabras, trajes de noche helenizantes cargados de pedrería como los de Versace o Marchesa. De ahí que los lleven Nicole Kidman, Sharon Stone, Mischa Barton o Penélope Cruz sobre varias alfombras rojas.
Seward es una perfeccionista y gran defensora del 'total look'. De ahí que cada una de sus creaciones tenga sus accesorios a juego, zapatos, bolsito y hasta tocado. Están arrasando en puntos de venta que van desde Bergdorf Goodman en Nueva York a Harvey Nichols en Londres, pasando por la tienda de mi amiga María Luisa Pouimaillou ('née' Ybarra y ex Ruiz Jiménez) en la rue Cambon. Y, por supuesto, en la tienda del Faubourg Saint-Honoré, frente al reformado hotel Bristol. Pronto los tendremos en España.
¿Primavera? Sound
Angela lleva top de H&M, chaqueta de Stradivarius, botines de Zara, gafas de Asos y mochila de Tamara Bombardelli.
Elena viene de Rusia. Lleva jersey de American Apparel, ha improvisado una falda con una manta de la compañía Air Berlin, los zapatos son de Vagabond.
Buki, estilista, lleva camiseta de Costume National, jersey de American Apparel, chaqueta de Pull & Bear, leggins de Topshop, zapatillas Adidas y bolso de Chanel.
Briana Capote, periodista, lleva total look vintage.
Meryen viene de Estambul. Lleva chaqueta de Kotton, camiseta de Kikiriki, bolso de Mango.
Omar, periodista y músico, lleva chaqueta de Maguen 11:11, camisa de Uniqlo, pantalón Levi's y zapatillas New Balance.
Pedro, responsable del festival dedicado a las bicicletas 'Con B de Bici', lleva sudadera de Bevels & Boss, pantalón vintage de Le Swing, gafas vintage y bolsa del festival celebrado anualmente en El Matadero.
Daniel Entonado, diseñador gráfico textil, lleva sudadera-poncho de Bless, pantalón de Perks & Mini, zapatillas de Alife y gorra de de Huf 5 Panel.
Ania, viene de Alemania, lleva chaqueta estampada vintage, de su abuela y vestido de segunda mano.
Amaia, trabaja en marketing de cosmética, lleva vestido vintage, zapatos de Zara y gafas de un mercadillo.
Stef, londinense, lleva botines y shorts de Topshop, top y bolso vintage.
Talya, viene de Israel, lleva total look vintage.
Detalle del top y chaqueta de Talya.
Diana Aller, periodista y responsable del blog 'Lo dice Diana Aller', lleva chaqueta y camiseta "encontradas en la basura", falda de Primark, zapatos Dr. Martens, bolso militar del Rastro customizado con apliques de H&M, la gorra es de H&M.
Ariadna, responsable de la marca de clazado About Arianne, lleva mono de american Apparel, mochila de Kanken, chaqueta bomber de Wood Wood y zapatos de About Arianne.
Anabel Luna, fotógrafa, lleva top de Pull & Bear, camisa de Zara, chaqueta de Lefties, falda vintage de Oh La La, mochila comprada en Londres, gafas y zapatos de H&M y pendientes de Aristocrazy.
Bibiana, trabaja en producción de televisión, lleva chaqueta de Zadig & Voltaire, camiseta vintage, pantalón de Blanco y zapatillas de Saucony.
María (izda.) lleva chaqueta bomber del Rastro, top de Shallowww. A su derecha también María lleva sudadera de Shallowww, pantalón de American Apparel y zapatillas Nike, pantalón de American Apparel, zapatillas.
Angela lleva top de H&M, chaqueta de Stradivarius, botines de Zara, gafas de Asos y mochila de Tamara Bombardelli.
Elena viene de Rusia. Lleva jersey de American Apparel, ha improvisado una falda con una manta de la compañía Air Berlin, los zapatos son de Vagabond.
Buki, estilista, lleva camiseta de Costume National, jersey de American Apparel, chaqueta de Pull & Bear, leggins de Topshop, zapatillas Adidas y bolso de Chanel.
Briana Capote, periodista, lleva total look vintage.
Meryen viene de Estambul. Lleva chaqueta de Kotton, camiseta de Kikiriki, bolso de Mango.
Omar, periodista y músico, lleva chaqueta de Maguen 11:11, camisa de Uniqlo, pantalón Levi's y zapatillas New Balance.
Pedro, responsable del festival dedicado a las bicicletas 'Con B de Bici', lleva sudadera de Bevels & Boss, pantalón vintage de Le Swing, gafas vintage y bolsa del festival celebrado anualmente en El Matadero.
Daniel Entonado, diseñador gráfico textil, lleva sudadera-poncho de Bless, pantalón de Perks & Mini, zapatillas de Alife y gorra de de Huf 5 Panel.
Ania, viene de Alemania, lleva chaqueta estampada vintage, de su abuela y vestido de segunda mano.
Amaia, trabaja en marketing de cosmética, lleva vestido vintage, zapatos de Zara y gafas de un mercadillo.
Stef, londinense, lleva botines y shorts de Topshop, top y bolso vintage.
Talya, viene de Israel, lleva total look vintage.
Detalle del top y chaqueta de Talya.
Diana Aller, periodista y responsable del blog 'Lo dice Diana Aller', lleva chaqueta y camiseta "encontradas en la basura", falda de Primark, zapatos Dr. Martens, bolso militar del Rastro customizado con apliques de H&M, la gorra es de H&M.
Ariadna, responsable de la marca de clazado About Arianne, lleva mono de american Apparel, mochila de Kanken, chaqueta bomber de Wood Wood y zapatos de About Arianne.
Anabel Luna, fotógrafa, lleva top de Pull & Bear, camisa de Zara, chaqueta de Lefties, falda vintage de Oh La La, mochila comprada en Londres, gafas y zapatos de H&M y pendientes de Aristocrazy.
Bibiana, trabaja en producción de televisión, lleva chaqueta de Zadig & Voltaire, camiseta vintage, pantalón de Blanco y zapatillas de Saucony.
María (izda.) lleva chaqueta bomber del Rastro, top de Shallowww. A su derecha también María lleva sudadera de Shallowww, pantalón de American Apparel y zapatillas Nike, pantalón de American Apparel, zapatillas.
esa lenceria
José Mari Manzanares y Blanca Padilla, los españoles que se colaron en el verano de Dolce & Gabbana
Colección primavera/verano 2015 Dolce&Gabbana de aires taurinos y con J.M. Manzanares de protagonista
http://www.dolcegabbana.com/fashion-sho ... alk-video/
El arte de vestir bien
Vicente Verdú 31 ENE 2015 - 00:01 CET
Decía Balenciaga: “Un buen modista tiene que ser arquitecto para la forma, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo para la medida”. En pocos días he tenido la suerte de leer dos libros sobre la moda, el estilo, la elegancia y todo eso de lo que sabe todo el mundo y nadie es capaz de definir. Uno de los libros es nada menos que de Adolf Loos (Por qué un hombre debería ir bien vestido. Metroverlag, en inglés) y el otro es nada menos que de Lorenzo Caprile, sin cuyo vestido rojo de presentación en la realeza, la reina Letizia no sería ni la mitad de lo que es.
Naturalmente, el texto de Loos publicado a comienzos del siglo XX no se parece al de Caprile un siglo después, pero la mezcla sirve para desmentir el postulado de ambos. Caprile proclama que la moda no es arte, mientras Loos hace de la moda un universo donde cabe, como para Balenciaga, todas las artes del mundo.
Los consejos del gran Loos y los de Caprile se juntan, sin embargo, para exaltar la importancia de ir bien vestido. Cada cual no es nada claro sin esa distinción, o peor: es aquello en lo que no sabe distinguirse. Hoy, como predice Loos (1870-1933), los mendigos tenderían ya a vestirse igual que los señores, y los hijos de los señores, puede añadirse tras el estilo grunge, tomarían la inspiración de los mendigos.
Pero, efectivamente, tanto para Loos como para Caprile, no todos pueden ni deben vestirse igual en los tejidos y en las formas. La moda vintage, por ejemplo. Eso le queda bien a una jovencita delgada pero arruina la imagen de una señora mayor. El juego con el patronaje es capital y, por ejemplo, es importante cómo los cuerpos femeninos aguantan o no el bies. Sólo las muy proporcionadas serán capaces de hacer frente al bies. Balenciaga enseñó que cuantos menos cortes y costuras, mejor que mejor, pero hay clientas que, en manos de un mal modista, tratan de resolver con pinzas una anatomía sin proporción.
Nada de pinzas, nada de superposiciones ni de pliegues. La máxima de Loos. “El ornamento es crimen” (título de su escrito principal). Vale cien años después. No se trata de reproducir por completo la pureza del international style, pero sí de no conjuntar forzosamente la proporción del cuerpo con la función de la ropa.
Ser delgada puede ser igual a ser rellenita si se mantiene la proporción. El secreto está en la masa; y en su atractiva distribución. Porque si los grandes estampados se encuentran desaconsejados para las menos estilizadas, tanto Grace Kelly como Sofía Loren le sacaron partido a los expresos motivos florales y geométricos de Emilio Pucci (1914-1992). Incluso Marilyn Monroe con unos kilos de más fue incinerada con un vestido del mismo autor.
Y no todo, desde luego, es relativo. La ley de la belleza, las normas del estilo y la elegancia actúan severamente bajo una apariencia natural. El libro de Adolf Loos es un catecismo para introducir en el gusto por vestir bien, el libro de Caprile (Estilo. Planeta, 2015) es, hoy por hoy, la biblia de la moda en español. Sería una lástima que hombres y mujeres no aprovecharan su contenido. Caprile no sólo conoce la historia del vestido hasta el punto de hacer los vestuarios para las obras clásicas de los teatros nacionales españoles, sino que si alguien que desee lucir en una boda, una condecoración o un gran funeral, Lorenzo Caprile es la luminaria estética de la oportunidad.
Vicente Verdú 31 ENE 2015 - 00:01 CET
Decía Balenciaga: “Un buen modista tiene que ser arquitecto para la forma, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo para la medida”. En pocos días he tenido la suerte de leer dos libros sobre la moda, el estilo, la elegancia y todo eso de lo que sabe todo el mundo y nadie es capaz de definir. Uno de los libros es nada menos que de Adolf Loos (Por qué un hombre debería ir bien vestido. Metroverlag, en inglés) y el otro es nada menos que de Lorenzo Caprile, sin cuyo vestido rojo de presentación en la realeza, la reina Letizia no sería ni la mitad de lo que es.
Naturalmente, el texto de Loos publicado a comienzos del siglo XX no se parece al de Caprile un siglo después, pero la mezcla sirve para desmentir el postulado de ambos. Caprile proclama que la moda no es arte, mientras Loos hace de la moda un universo donde cabe, como para Balenciaga, todas las artes del mundo.
Los consejos del gran Loos y los de Caprile se juntan, sin embargo, para exaltar la importancia de ir bien vestido. Cada cual no es nada claro sin esa distinción, o peor: es aquello en lo que no sabe distinguirse. Hoy, como predice Loos (1870-1933), los mendigos tenderían ya a vestirse igual que los señores, y los hijos de los señores, puede añadirse tras el estilo grunge, tomarían la inspiración de los mendigos.
Pero, efectivamente, tanto para Loos como para Caprile, no todos pueden ni deben vestirse igual en los tejidos y en las formas. La moda vintage, por ejemplo. Eso le queda bien a una jovencita delgada pero arruina la imagen de una señora mayor. El juego con el patronaje es capital y, por ejemplo, es importante cómo los cuerpos femeninos aguantan o no el bies. Sólo las muy proporcionadas serán capaces de hacer frente al bies. Balenciaga enseñó que cuantos menos cortes y costuras, mejor que mejor, pero hay clientas que, en manos de un mal modista, tratan de resolver con pinzas una anatomía sin proporción.
Nada de pinzas, nada de superposiciones ni de pliegues. La máxima de Loos. “El ornamento es crimen” (título de su escrito principal). Vale cien años después. No se trata de reproducir por completo la pureza del international style, pero sí de no conjuntar forzosamente la proporción del cuerpo con la función de la ropa.
Ser delgada puede ser igual a ser rellenita si se mantiene la proporción. El secreto está en la masa; y en su atractiva distribución. Porque si los grandes estampados se encuentran desaconsejados para las menos estilizadas, tanto Grace Kelly como Sofía Loren le sacaron partido a los expresos motivos florales y geométricos de Emilio Pucci (1914-1992). Incluso Marilyn Monroe con unos kilos de más fue incinerada con un vestido del mismo autor.
Y no todo, desde luego, es relativo. La ley de la belleza, las normas del estilo y la elegancia actúan severamente bajo una apariencia natural. El libro de Adolf Loos es un catecismo para introducir en el gusto por vestir bien, el libro de Caprile (Estilo. Planeta, 2015) es, hoy por hoy, la biblia de la moda en español. Sería una lástima que hombres y mujeres no aprovecharan su contenido. Caprile no sólo conoce la historia del vestido hasta el punto de hacer los vestuarios para las obras clásicas de los teatros nacionales españoles, sino que si alguien que desee lucir en una boda, una condecoración o un gran funeral, Lorenzo Caprile es la luminaria estética de la oportunidad.
SOBRE MODA
Gracia
María Porcel 22 ENE 2016 - 00:05 CET
En español no hay Guillermo Shakespeare ni Juan Lennon. Solo las familias reales parecen dignos del ¿honor? de la traducción: no hay William y Catherine, sino Guillermo y Catalina, como Grace fue Gracia de Mónaco. Pero si alguien merecía pasar de Grace a Gracia no es la de Mónaco, ni por royal: Grace Coddington es la gracia en sí. Para quienes no la conozcan, quizá sea más fácil reflejar su caché refiriéndose a su hasta ahora jefa: Anna Wintour. Porque si la Wintour es desde hace casi tres décadas la directora de la publicación de moda con más fama, pasta y poder del universo conocido, Vogueen su edición estadounidense, la Coddington es su directora creativa: su auténtica tejedora, la pintora de los cuadros que son sus portadas, la fuerza que hace de esos tochos ansiadas biblias. Anna es la mano de hierro, Grace el guante de seda.
No debatiremos (pesadez…) si la moda es negocio o no, arte o no. Wintour ha apuntalado lo primero, vendiendo personajes y temáticas impensables, creando un gigante para el que el papel es la base y que avanza firme, al fin, en Internet. Coddington ha cerrado el debate en lo segundo: la moda es arte y se puede mostrar, vender y desear consumir.
Tras ser fiel a Wintour durante 28 años, la dulce pelirroja prerrafaelita, la excéntrica exmodelo, la silenciosa británica que boceta en los desfiles, la robaplanos en The September Issue vuela sola. Deja Vogue (formalmente) para aplicar su universo a perfumes, marcas de moda o, quién sabe, más publicaciones. Ella es la creación y la belleza en el caos, ese caos que la Wintour domina. Nadie la sustituirá: nadie podría. Porque Grace es arte, Gracia. Gracias.
María Porcel 22 ENE 2016 - 00:05 CET
En español no hay Guillermo Shakespeare ni Juan Lennon. Solo las familias reales parecen dignos del ¿honor? de la traducción: no hay William y Catherine, sino Guillermo y Catalina, como Grace fue Gracia de Mónaco. Pero si alguien merecía pasar de Grace a Gracia no es la de Mónaco, ni por royal: Grace Coddington es la gracia en sí. Para quienes no la conozcan, quizá sea más fácil reflejar su caché refiriéndose a su hasta ahora jefa: Anna Wintour. Porque si la Wintour es desde hace casi tres décadas la directora de la publicación de moda con más fama, pasta y poder del universo conocido, Vogueen su edición estadounidense, la Coddington es su directora creativa: su auténtica tejedora, la pintora de los cuadros que son sus portadas, la fuerza que hace de esos tochos ansiadas biblias. Anna es la mano de hierro, Grace el guante de seda.
No debatiremos (pesadez…) si la moda es negocio o no, arte o no. Wintour ha apuntalado lo primero, vendiendo personajes y temáticas impensables, creando un gigante para el que el papel es la base y que avanza firme, al fin, en Internet. Coddington ha cerrado el debate en lo segundo: la moda es arte y se puede mostrar, vender y desear consumir.
Tras ser fiel a Wintour durante 28 años, la dulce pelirroja prerrafaelita, la excéntrica exmodelo, la silenciosa británica que boceta en los desfiles, la robaplanos en The September Issue vuela sola. Deja Vogue (formalmente) para aplicar su universo a perfumes, marcas de moda o, quién sabe, más publicaciones. Ella es la creación y la belleza en el caos, ese caos que la Wintour domina. Nadie la sustituirá: nadie podría. Porque Grace es arte, Gracia. Gracias.
SOBRE MODA
Qué divertido, gracias por traerlo.
Pues es que nos pasa a todos, ves fotos del pasado y te admiras de haberte puesto cosas horrorosas, aunque en aquél entonces era lo más de lo más.... por eso la discreción es lo mejor, si una se decanta por prendas intemporales y discretas sólo te vas a espantar de cosas como hombreras o cortes de prendas un poco raros.
Pues es que nos pasa a todos, ves fotos del pasado y te admiras de haberte puesto cosas horrorosas, aunque en aquél entonces era lo más de lo más.... por eso la discreción es lo mejor, si una se decanta por prendas intemporales y discretas sólo te vas a espantar de cosas como hombreras o cortes de prendas un poco raros.