DE LA VEGA, GUERRA, JIMÉNEZ, ZP...
LA JUBILACIÓN OS SIENTA TAN BIEN...
Dejaron el Gobierno y abrazaron la buena vida. Los ex líderes socialistas disfrutan del retiro político y se muestran, tres décadas después de que Felipe González llegara al poder, más lozanos, jóvenes, elegantes, sanos, descansados y ricos
BEATRIZ MIRANDAEstá demostrado. Llenar las estanterías del Palacio de La Moncloa de biografías de Karl Marx y Pablo Iglesias adelgaza, favorece las ojeras y propicia el insomnio. Sin embargo, dejar de cantar
La Internacional por sus pasillos, léase, deshabitarla, instiga a hacer deporte, a degustar con calma un chuletón con patatitas a lo pobre y a apagar el despertador cuando suena.
Aunque ésta no es la única evidencia política socialista: ejercer la vicepresidencia del Gobierno produce patas de gallo y acentúa el código de barras. Por contra, abandonar este cargo en pro de la clase obrera estira la piel y anima a vestir más juvenil. Sin olvidar otras ciencias ciertas del puño y la rosa roja: dirigir el ministerio de Sanidad engorda y dejar de hacerlo estiliza.
Fuera bromas, el homenaje que el PSOE le rindió a Felipe González este domingo 30 años después de su ascenso al poder parecía un congreso
antiaging. Hubo quien pensó que ese encuentro iba a convertirse en un
cementerio de elefantes, pero nada más lejos. Los personajes históricos del partido allí congregados, en su mayoría ya fuera de la primera línea como el propio González, María Teresa Fernández de la Vega, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfonso Guerra y Trinidad Jiménez presumieron de una forma física fantástica. A ellos la jubilación política les sienta bien. Y sus razones tienen para ello. Sueldos vitalicios propios de alto ejecutivo en la cima de su carrera les empujan a tirarse de cabeza al
estanque dorado.
La Otra Crónica ha analizado al detalle la imagen de varios de los
clásicos-básicos del PSOE un año después de que su formación abandonara el Gobierno. No cabe duda: quien hereda la crisis, hereda las preocupaciones. Mientras los socialistas se ven cada vez más lozanos, los populares se peinan más canas. Aunque también hay casos de miembros de este partido que han dejado el poder y también han mejorado. Tema para otro gran reportaje de LOC.
EX FUMADORAEl caso más ilustrativo de esta norma es María Teresa Fernández de la Vega. Desde que recogió sus cosas del ministerio de la Presidencia, la valenciana, de 63 años, se ha puesto encima siete favorecedores kilos que, según sus palabras, le han borrado las arrugas del rostro. Algo que no sostienen varios expertos consultados por LOC, ya que evidencian un espectacular paso por el quirófano del doctor Enrique Monereo que la hoy consejera de Estado ha podido pulir últimamente aún más si cabe. El cirujano plástico Federico Mayo lo corrobora: «El cambio de María Teresa Fernández de la Vega es impresionante.
Lifting, blefaroplastia,
resurfacing de labio y mentón y quizás un
lipofilling facial. Dejar de fumar ayuda mucho. También el maquillaje y la peluquería».
Menos estético en su opinión sobre la ex
vice es el experto en comunicación política Antoni Gutiérrez-Rubí, que apunta: «Su apuesta es la de la autoafirmación y la libertad. Se ha reinvindicado como persona y como mujer. Un desafío al convencionalismo y al prejuicio. No es cambio ni evolución, es transformación. Un combate total contra la inercia vital. María Teresa es muy valiente». Valiente y rica, ya que percibe al año en total 142.000 euros, por un lado del consejo de Estado y, por otro, del Gobierno en calidad de ex vicepresidenta.
Con un pelo más ahuecado para disimular las cicatrices del
lifting que suelen quedar en el nacimiento del cabello, De la Vegaestá «espléndida», asegura Pilar Sánchez-Cano, especialista en Protocolo e Imagen y directora de la Escuela Protocolo Empresarial. «Tiene que estar muy agradecida a la cirugía, parece un milagro. Aunque creo que le sienta mejor su anterior estilo clásico que este último juvenil, nada elegante. Le favorece la media melena».
Felipe González, el homenajeado, también ha abrazado la buena vida después de su retiro político a tenor de su perímetro abdominal. La evolución del
homo socialistus a lo largo de estos 30 años ha sido prácticamente darwinista. Si el hombre se adapta al medio, él se ha acomodado, cumplidos los 70, a su sueldo: 80.000 euros al año como ex presidente y otros 200.000 como miembro del consejo de administración de Gas Natural. Pasó de la pana al ante, del ante al cuero y del cuero a la lana fría de los trajes a medida que hacen los sastres del barrio de Salamanca de Madrid, donde ahora reside con su última esposa, Mar García-Vaquero. En la milla de Oro se mueve como pez en el agua: luce zapatos
castellanos, camisas de ese color azul
gaviota que popularizó Aznar y come en un día tan señero como el de la Huelga General en el restaurante Goizeko Wellington, a 50 euros mínimo el cubierto. Las penas, con pan de olivas negras, son menos.
Gutiérrez-Rubí disecciona al político más carismático: «Felipe ha experimentado un triple cambio: el de la sociedad española, el del socialismo de su partido y el suyo personal. Largo y complejo. Sigue teniendo una sonrisa atractiva y seductora. Es el presidente del nombre propio. El resto, de apellidos».
Acomplejado por la magnífica figura que lucen otros ex presidentes como Aznar y Zapatero, Felipe necesita mejorar y no decantarse sólo por el método Dukan. «Le recomendaría una dieta hipocalórica y media hora diaria de ejercicio aeróbico. También le realizaría un estiramiento de cuello, ya que tiene papada. Es posible que se haya realizado una cirugía de las bolsas oculares, pues las tenía más marcadas cuando llegó a presidente», sostiene el doctor Mayo. «Las canas, al menos, le dulcifican las facciones», puntualiza Sánchez-Cano.
Con respecto a Zapatero, a sus 52 años y, después de culminar su etapa como líder del Gobierno ojeroso y muy demacrado, ahora presume, al igual que González, de la curva de la felicidad que le dan los más de 140.000 euros al año que se embolsa por ex presidente y miembro del consejo de Estado. Participa en maratones populares, ha engordado pero prosigue con su «problema con las chaquetas: mangas demasiado cortas o talle demasiado ceñido. Una metáfora de su política. Ha ganado peso, pero no densidad. Es el que menos ha cambiado pero el que más lo necesita», arguye Gutiérrez-Rubí, a lo que añade el doctor Mayo. «Tiene una cara más descansada. Tener la conciencia tranquila relaja».
EMPATÍATrinidad Jiménez, en cambio es la única que ha refinado su silueta desde que abandonó las carteras de Asuntos Exteriores y Sanidad. Cogió kilos quizás por estrés, pero ahora está más tipazo que nunca. «Se cuida más que cuando desempeñaba responsabilidades ministeriales. Conoce el valor de la empatía y la comunicación no verbal. Poderosa melena y sonrisa natural, inspira confianza. Es afable, simpática y atenta. Muy profesional», dice Gutiérrez Rubí, mientras que Pilar Sánchez-Cano anima a la actual secretaria de política social del PSOE, de 50 años, a que use más falda y menos pantalones. Motivos tiene
Trini para sonreír y ponerse a plan con ayuda de un profesional: aparte de su sueldo en el partido, gana al año más de 70.000 euros como ex ministra y ex secretaria de Estado.
Tampoco tiene nada que ver el Alfonso Guerra actual, parecido a un bróker de Wall Street, con aquel barbudo universitario que parecía Camilo Cienfuegos. Guerra fue el único protagonista del PSOE que se puso corbata (de seda) en el tributo a Felipe González del domingo. También camisa azul del pantoneAznar.
«El pelo largo de la barba y el cabello y las gafas [ahora de montura invisible y no de pasta] no impiden describir unos perspicaces y penetrantes ojos. El rostro ha cambiado, pero su mirada, que analiza y sentencia, sigue siendo intensa y directa», piensa Gutiérrez-Rubí del ex vicepresidente. A sus 73 años, Guerra es un mirlo de pelo blanco que se embolsa al menos 74.000 euros al año por sus glorias pasadas. «Guerra es el que mejor se mantiene en estos 30 años. No creo que se haya operado, pero seguro que controla su alimentación y hace ejercicio, las mejores medicinas antienvejecimiento».
Pues eso, un congreso
antiaging.
QUIÉN LES HA VISTO Y QUIÉN LES VE
MENOS DEMACRADO.
ZP, arriba en la actualidad, reposa sus brazos sobre la curva de la felicidad que luce hoy y una cara menos demacrada.
DE LA PANA AL AZUL ‘AZNAR.
Ha engordado, vive en el barrio de Salamanca, se calza zapatos castellanos, come en el Wellington... Felipe vive bien.
DE ‘PROGRE’ A ‘BRÓKER’.
Ya no hay rastro de aquel barbudo universitario, ahora Guerra es un señor burgués que jamás abandona la corbata.
SIN CURVAS DE LA INFELICIDAD.
Trinidad Jiménez pudo engordar por estrés en los ministerios de Sanidad y Asuntos Exteriores. Ahora tiene un tipazo.
EL MUNDO / LA OTRA CRÓNICA / SÁBADO 8 DICIEMBRE 2012