Mensaje por turbo » Mar 09 Oct, 2012 12:58 am
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SOCIEDAD EL PESO DE UN APELLIDO[row]
EL ESTIGMA [row]
MARICHALAR[/table]
Expatriado en Rusia por amor, el hidalgo de los mares vuelve para celebrar el décimo aniversario de la travesía atlántica que le dio el espaldarazo deportivo definitivo y bregar en las procelosas aguas de la política, mientras intenta librarse al fin de la alargada sombra de su hermano Jaime. “Su boda con la Infanta Elena me arrasó”. Palabra de Álvaro de Marichalar.por Rafa Rodríguez fotografía de Rosa MuñozAVISO PARA NAVEGANTES: no digan moto de agua, digan embarcación. Cierto que apenas tiene el tamaño de un delfín (2,5 metros de eslora), pero hay quien ha visto en ella el “transatlántico más pequeño del mundo”. Referido a la
Numancia no puede ser más verdad. La
cacharra disfruta hoy de un merecido retiro varada en San Sebastián, pero de repente ha irrumpido en medio del caótico tráfico madrileño de nuevo desafiante, empapada de orgullo, como ejemplo de esa resistencia que hizo legendaria a la localidad soriana que invoca su nombre.“ Es que es un barco en toda regla”, esgrime su muy ufano capitán. “Eso es una moto de agua, ¿verdad?”, inquiere una incrédula vecina del barrio de Salamanca ante el espectáculo marítimo de secano. Suerte que no la ha oído Álvaro de Marichalar.
La
Numancia está en Madrid gracias a la marca Harmont & Blaine (en cuya tienda se quedará durante dos meses) para celebrar el décimo aniversario de la travesía Roma-Nueva York que, en 2002, le ganó los galones transatlánticos y, a su propietario, el espaldarazo deportivo definitivo: 65 días de navegación (a 12 horas de media de singladura), 800 horas calado hasta el tuétano, “18.000 kilómetros de emoción, 10.000 millas náuticas de soledad, de mucho peligro, de comunicación con Dios, un Dios no interpretado, el que uno encuentra en la naturaleza salvaje, en las puestas de sol, navegando entre delfines”, completa el aventurero navarro. “Una de las travesías más duras de la historiade la navegación”, sentenció el Salón Náutico de Londres. También fue récord del mundo. Hasta la fecha, Marichalar sigue siendo el único marino que ha logrado cruzar el Atlántico en tan minúscula nave.
“Siento una ligera tristeza de no estar en la mar. En la mar soy más feliz que en tierra”, concede el deportista. Nótese el uso del género femenino para llamar al piélago, prerrogativa del poeta del mar. O del loco del mar, porque ya hay que estarlo para emprender tamaña chaladura (
marichaladura): “Me alejaba hasta 50 kilométros del barco que me seguía, un velero que solo podía utilizarse para la logística, no como medio de rescate. De las 38 expediciones que he hecho en toda mi vida, solo en tres he llevado un barco de apoyo”. Y, a continuación, relata los periplos en soledad: de Sevilla a Génova, de Ceuta a Mallorca, de Canarias a Bilbao, de París a Londres, de Moscú a San Petersburgo, de Hong Kong a Tokio, de Formentera a Odessa…
Si se le piden, Álvaro de Marichalar es capaz de dar mil y una explicaciones para comprender qué puede llevar a un hombre a arriesgar su vida entre olas de nueve metros, vientos de 100 kilómetros a la hora y mar blanca (demostración de que los sueños se hacen realidad, promoción de la vida sana entre los jóvenes frente al consumo de drogas y alcohol, transmisión de los valores de la lucha y la resistencia…), pero quédense con esta copla: “Cuando uno quiere conocerse a sí mismo y a su realidad, tiene que saber dominar el miedo. Y yo paso mucho miedo en la mar. Esa sensación la utilizo para intentar ser más valiente en mi vida, en mi trabajo, en mis decisiones como empresario, en mis relaciones familiares. Y me enseña a vivir una experiencia única que luego puedo comunicar dando conferencias de motivación en las
ikastolas, en las universidades, en las cofradías de pescadores, en los hospitales, en la cárcel… Es jugarse el cuello por un ideal”.
Dice Marichalar que después de cada expedición escribe un libro (
Rumbo al horizonte azul, por ejemplo, es el que narra su hazaña transatlántica), produce un documental (en colaboración con National Geographic, generalmente para denunciar actividades ilegales y barrabasadas medioambientales) y hace donaciones a diferentes ONG(especialmente, vinculadas a la infancia). “Solo por ayudar a la gente que lo necesita ya haría estas travesías”, afirma. Luego, claro, están su ansia por conseguir récords deportivos para España (lleva 11), su ímpetu patriota que le lleva a ondear la bandera rojigualda a la mínima de cambio (ya sea ante la estatua de la Libertad neoyorquina tras alcanzar su meta o en plena calle Velázquez madrileña para las fotos que lucen en estas páginas) y su empeño por ligar cada uno de sus periplos al aniversario de una efeméride histórica patria (verbigracia, el quinto centenario del nacimiento de San Francisco Javier, patrón de Navarra y ancestro directo por vía paterna, en la expedición HongKong-Tokio de 2006). Así es desde hace 30 años. Hoy, Marichalar tiene unos muy inverosímiles 51 ( sí, el
californiano capilar ayuda, pero incluso con sus canas al viento haría uno de los mejores ejemplares de
grey fox a la española).
Para el caso, y ante semejante currículo deportivo a las espaldas, la pregunta del millón es: ¿Se siente reconocido? “Me siento reconocido por las personas que saben, las que leen el
Marca, las que me escuchan en Punto Radio, la Cope o en
El larguero cuando me llama José Ramón de la Morena y estoy intentando dormir en mitad del Atlántico. Nadie es profeta en su tierra, y menos en España. Yo tengo mucha repercusión en Italia, en Estados Unidos, en Rusia, en Alemania sobre todo. El 80% de mis conferencias son en el extranjero y lo primero que hago al llegar es desplegar la bandera de España. Es importante llevar tu patria por el mundo adelante, aunque un sector de la población te critique. Da igual. Además, no estamos aquí para que se nos reconozca, la vida es un soplo y Dios te la quita cuando menos te lo esperas. Estamos en precario total, pero buscamos los momentos de calma, como yo en la mar”, concede. Vale, metamos un poco más el dedo en la llaga:
–¿Cómo se explica entonces que, con lo mucho que los españoles adoran a sus deportistas, usted nunca asome siquiera en las listas de los más queridos?
–Por la envidia, claro. España es un país difícil, aquí hay un componente de intentar desvirtuarlo todo, ya sea en política, en economía… Hay que odiar lo que sobresale, es algo muy español que tenemos que comprender y admitir con humildad. Por otro lado, a mí me ha eclipsado, me ha hecho mucho daño y ha sido una verdadera losa en mi vida la boda de un hermano pequeño mío con una infanta de España.
TSUNAMI REAL. Tercero de los seis hijos del octavo conde de Ripalda (el comandante Amalio de Marichalar y Bruguera, fallecidoen 1979) y de Concepción Sáenz de Tejada y Fernández de Bobadilla (del Ilustre Solar de Tejada, la institución nobiliaria en vigencia más antigua de nuestro país, por la que todos sus descendientes son hijosdalgo), Álvaro de Marichalar y Sáenz de Tejada iba para piloto de aviones de combate, pero un fatídico accidente –de secuelas aún visibles en una mano– poco antes de licenciarse tras dos años de servicio militar voluntario en el ejército del aire truncó la vocación que compartía con su padre. Entonces dio un golpe de timón a su vida: se fue a Estados Unidos a estudiar Economía y Administración de Empresas en la Universidad de Florida y, a su vuelta, abrió la veda de la venta e instalación de antenas parabólicas en España. Luego llegarían la empresa de telefonía móvil (la primera en comercializar celulares aquí y en Francia) y los negocios inmobiliarios. Hasta que, en 1995, todo su mundo se evaporó.
“Me llamaban
el otro Indurain, el
Indurain del mar,
Neptuno contra la droga”, recuerda Marichalar, pez con memoria de elefante, desgranando fechas, titulares y cabeceras. “Y de repenté pasé de ser el joven empresario al
hermano de, al
cuñado de. Para mi autestima y para mi currículo fue un verdadero horror. Yo curro desde que estudiaba, me pagué la universidad trabajando en una cafetería, cuando pude vender algo de mi patrimonio, que nunca haré porque es sagrado. Hago mis travesías una vez al año, los otros 11 meses trabajo para vivir y para pagarme esas expediciones, soy el único deportista del mundo que supedita el apoyo del patrocinador al éxito, yo tomo el riesgo financiero, solo me pagan si consigo llegar a la meta”.
Los Borbones entraron en la vida de Álvaro de Marichalar como una ola (un
tsunami, vaya) y la “arrasaron”. “Eso lo sabe todo el mundo, no hace falta hablarlo. Toda la familia, mis amigos, mi entorno me han dicho que soy el más perjudicado. Antes de esa boda, Jaime era el hermano de Álvaro, el joven empresario, el que ya tenía cuatro récords del mundo a lomos de su moto de agua. Pero no quiero que se hable de mi hermano...”, dice. De su vinculación con la Casa Real, al deportista le quedan “el servicio, el respeto y la lealtad absoluta a la monarquía como institución. Es algo que sucede en mi familia desde la Edad Media. Lo demás es un tema social, un circunstancia familiar y privada que no tiene mayor importancia, aunque ese matrimonio haya eclipsado mi realidad”, insiste.
Hace unos meses, Pilar Rahola le llamó “adosado intelectual”, desatando una contienda mediática que aún colea. Lo cierto es que Álvaro de Marichalar habla y sube el pan: cuando se refiere a los políticos (”casta de mafiosos, una clase vendida, sin personalidad, sin ideas, sin valor, sin patriotismo, son cobardes, no tienen dignidad alguna”), cuando habla de los independentistas (”están manipulando al electorado, lo único que saben hacer es comerle el tarro a la gente, inventarse quimeras ridículas y manipular la realidad social y económica de nuestra patria”), cuando ataca al PP (”un partido acomplejado, pusilánime, que no tiene valor para aplicar las politicas que le han mandando los españoles porque quiere quedar bien y solo piensa en lo que le espera dentro de cuatroaños”), cuando le escribe una carta al Príncipe Eduardo de Inglaterra de visita en Gibraltar (“tenían que haberlo hecho el presidente del Gobierno o el ministro de Exteriores, pero no tienen... Este es un tema que se resuelve en un tribunal internacional”), cuando sentencia sobre el país (”un Estado fallido”). Por todo eso, desde hace cinco años milita en las filas de Unión, Progreso y Democracia (UPyD): “Estoy en el consejo político y soy portavoz por Soria. Es el único partido con las ideas claras, dice lo mismo y se llama igual en cada esquina de nuestro país. Cree en España, en lo que une a los españoles, que son 500 años de Historia común. Hay que desmontar esta bazofia, este espanto, hay que poner al descubierto todas las deslealtades e informar”.
Desde hace un año, Marichalar vive en Moscú con su esposa, la ucraniana Ekhateryna Anikieva por expreso deseo de la joven (”no aguanta estar aquí, no le gusta cómo me tratan”, aclara), pero eso no le impide seguir involucrado en la política nacional. En septiembre de 2013 quiere llegar a Panamá desde China en su embarcación para conmemorar el quinto centenario del descubrimiento del Pacífico por Vasco Núñez de Balboa. El que no resiste, no gana.
RANCIO ABOLENGO. Descendientes por parte de padre (el fallecido octavo conde de Ripalda) de San Luis de Francia, Diego López V de Haro (fundador de Bilbao) y San Francico Javier, y del Señorío del Antiguo e Ilustre Solar de Tejada por parte de madre, los Marichalar y Sáenz de Tejada son uno de los linajes nobiliarios más antiguos de España. Esta imagen es una de las pocas en las que puede verse a todos los hermanos juntos en público: fue el día del anuncio del compromiso entre Jaime de Marichalar y la Infanta Elena, en noviembre de 1994.
Marinero en tierra. Álvaro de Marichalar surca la madrileña calle Velázquez sobre la legendaria Numancia, “el transatlántico más pequeño del mundo” con el que realizó en solitario la travesía Roma-Nueva York en 2002. Un paparazzi captó la sesión fotográfica para MAGAZINE a finales de la semana pasada, que se filtró a las agencias provocando el consiguiente revuelo mediático.
M A G A Z I N E
[s][img]http://img856.imageshack.us/img856/9243/001eaq.jpg[/img][/s][table][row][size=150][color=#E30000]SOCIEDAD[/color] [color=#777777]EL PESO DE UN APELLIDO[/color][/size][row][size=100][font=Verdana][color=#777777][s]EL ESTIGMA[/s][/color][/font][/size] [row][size=200][color=#777777][s]MARICHALAR[/s][/color][/size][/table]
[color=#777777][size=150]Expatriado en Rusia por amor, el hidalgo de los mares vuelve para celebrar el décimo aniversario de la travesía atlántica que le dio el espaldarazo deportivo definitivo y bregar en las procelosas aguas de la política, mientras intenta librarse al fin de la alargada sombra de su hermano Jaime. “Su boda con la Infanta Elena me arrasó”. Palabra de Álvaro de Marichalar.[/size][/color]
[size=92][i][color=#777777]por[/color] [color=#E30000]Rafa Rodríguez[/color] [color=#777777]fotografía de[/color] [color=#E30000]Rosa Muñoz[/color][/i][/size]
[size=142][color=#777777]AVISO PARA NAVEGANTES:[/color][/size] no digan moto de agua, digan embarcación. Cierto que apenas tiene el tamaño de un delfín (2,5 metros de eslora), pero hay quien ha visto en ella el “transatlántico más pequeño del mundo”. Referido a la [i]Numancia[/i] no puede ser más verdad. La [i]cacharra[/i] disfruta hoy de un merecido retiro varada en San Sebastián, pero de repente ha irrumpido en medio del caótico tráfico madrileño de nuevo desafiante, empapada de orgullo, como ejemplo de esa resistencia que hizo legendaria a la localidad soriana que invoca su nombre.“ Es que es un barco en toda regla”, esgrime su muy ufano capitán. “Eso es una moto de agua, ¿verdad?”, inquiere una incrédula vecina del barrio de Salamanca ante el espectáculo marítimo de secano. Suerte que no la ha oído Álvaro de Marichalar.
La [i]Numancia[/i] está en Madrid gracias a la marca Harmont & Blaine (en cuya tienda se quedará durante dos meses) para celebrar el décimo aniversario de la travesía Roma-Nueva York que, en 2002, le ganó los galones transatlánticos y, a su propietario, el espaldarazo deportivo definitivo: 65 días de navegación (a 12 horas de media de singladura), 800 horas calado hasta el tuétano, “18.000 kilómetros de emoción, 10.000 millas náuticas de soledad, de mucho peligro, de comunicación con Dios, un Dios no interpretado, el que uno encuentra en la naturaleza salvaje, en las puestas de sol, navegando entre delfines”, completa el aventurero navarro. “Una de las travesías más duras de la historiade la navegación”, sentenció el Salón Náutico de Londres. También fue récord del mundo. Hasta la fecha, Marichalar sigue siendo el único marino que ha logrado cruzar el Atlántico en tan minúscula nave.
“Siento una ligera tristeza de no estar en la mar. En la mar soy más feliz que en tierra”, concede el deportista. Nótese el uso del género femenino para llamar al piélago, prerrogativa del poeta del mar. O del loco del mar, porque ya hay que estarlo para emprender tamaña chaladura ([i]marichaladura[/i]): “Me alejaba hasta 50 kilométros del barco que me seguía, un velero que solo podía utilizarse para la logística, no como medio de rescate. De las 38 expediciones que he hecho en toda mi vida, solo en tres he llevado un barco de apoyo”. Y, a continuación, relata los periplos en soledad: de Sevilla a Génova, de Ceuta a Mallorca, de Canarias a Bilbao, de París a Londres, de Moscú a San Petersburgo, de Hong Kong a Tokio, de Formentera a Odessa…
Si se le piden, Álvaro de Marichalar es capaz de dar mil y una explicaciones para comprender qué puede llevar a un hombre a arriesgar su vida entre olas de nueve metros, vientos de 100 kilómetros a la hora y mar blanca (demostración de que los sueños se hacen realidad, promoción de la vida sana entre los jóvenes frente al consumo de drogas y alcohol, transmisión de los valores de la lucha y la resistencia…), pero quédense con esta copla: “Cuando uno quiere conocerse a sí mismo y a su realidad, tiene que saber dominar el miedo. Y yo paso mucho miedo en la mar. Esa sensación la utilizo para intentar ser más valiente en mi vida, en mi trabajo, en mis decisiones como empresario, en mis relaciones familiares. Y me enseña a vivir una experiencia única que luego puedo comunicar dando conferencias de motivación en las [i]ikastolas[/i], en las universidades, en las cofradías de pescadores, en los hospitales, en la cárcel… Es jugarse el cuello por un ideal”.
Dice Marichalar que después de cada expedición escribe un libro ([i]Rumbo al horizonte azul[/i], por ejemplo, es el que narra su hazaña transatlántica), produce un documental (en colaboración con National Geographic, generalmente para denunciar actividades ilegales y barrabasadas medioambientales) y hace donaciones a diferentes ONG(especialmente, vinculadas a la infancia). “Solo por ayudar a la gente que lo necesita ya haría estas travesías”, afirma. Luego, claro, están su ansia por conseguir récords deportivos para España (lleva 11), su ímpetu patriota que le lleva a ondear la bandera rojigualda a la mínima de cambio (ya sea ante la estatua de la Libertad neoyorquina tras alcanzar su meta o en plena calle Velázquez madrileña para las fotos que lucen en estas páginas) y su empeño por ligar cada uno de sus periplos al aniversario de una efeméride histórica patria (verbigracia, el quinto centenario del nacimiento de San Francisco Javier, patrón de Navarra y ancestro directo por vía paterna, en la expedición HongKong-Tokio de 2006). Así es desde hace 30 años. Hoy, Marichalar tiene unos muy inverosímiles 51 ( sí, el [i]californiano[/i] capilar ayuda, pero incluso con sus canas al viento haría uno de los mejores ejemplares de [i]grey fox[/i] a la española).
Para el caso, y ante semejante currículo deportivo a las espaldas, la pregunta del millón es: ¿Se siente reconocido? “Me siento reconocido por las personas que saben, las que leen el [i]Marca[/i], las que me escuchan en Punto Radio, la Cope o en [i]El larguero[/i] cuando me llama José Ramón de la Morena y estoy intentando dormir en mitad del Atlántico. Nadie es profeta en su tierra, y menos en España. Yo tengo mucha repercusión en Italia, en Estados Unidos, en Rusia, en Alemania sobre todo. El 80% de mis conferencias son en el extranjero y lo primero que hago al llegar es desplegar la bandera de España. Es importante llevar tu patria por el mundo adelante, aunque un sector de la población te critique. Da igual. Además, no estamos aquí para que se nos reconozca, la vida es un soplo y Dios te la quita cuando menos te lo esperas. Estamos en precario total, pero buscamos los momentos de calma, como yo en la mar”, concede. Vale, metamos un poco más el dedo en la llaga:
–¿Cómo se explica entonces que, con lo mucho que los españoles adoran a sus deportistas, usted nunca asome siquiera en las listas de los más queridos?
–Por la envidia, claro. España es un país difícil, aquí hay un componente de intentar desvirtuarlo todo, ya sea en política, en economía… Hay que odiar lo que sobresale, es algo muy español que tenemos que comprender y admitir con humildad. Por otro lado, a mí me ha eclipsado, me ha hecho mucho daño y ha sido una verdadera losa en mi vida la boda de un hermano pequeño mío con una infanta de España.
[color=#777777][size=142][i]TSUNAMI[/i] REAL.[/size][/color] Tercero de los seis hijos del octavo conde de Ripalda (el comandante Amalio de Marichalar y Bruguera, fallecidoen 1979) y de Concepción Sáenz de Tejada y Fernández de Bobadilla (del Ilustre Solar de Tejada, la institución nobiliaria en vigencia más antigua de nuestro país, por la que todos sus descendientes son hijosdalgo), Álvaro de Marichalar y Sáenz de Tejada iba para piloto de aviones de combate, pero un fatídico accidente –de secuelas aún visibles en una mano– poco antes de licenciarse tras dos años de servicio militar voluntario en el ejército del aire truncó la vocación que compartía con su padre. Entonces dio un golpe de timón a su vida: se fue a Estados Unidos a estudiar Economía y Administración de Empresas en la Universidad de Florida y, a su vuelta, abrió la veda de la venta e instalación de antenas parabólicas en España. Luego llegarían la empresa de telefonía móvil (la primera en comercializar celulares aquí y en Francia) y los negocios inmobiliarios. Hasta que, en 1995, todo su mundo se evaporó.
“Me llamaban [i]el otro Indurain[/i], el [i]Indurain del mar[/i], [i]Neptuno contra la droga[/i]”, recuerda Marichalar, pez con memoria de elefante, desgranando fechas, titulares y cabeceras. “Y de repenté pasé de ser el joven empresario al [i]hermano de[/i], al [i]cuñado de[/i]. Para mi autestima y para mi currículo fue un verdadero horror. Yo curro desde que estudiaba, me pagué la universidad trabajando en una cafetería, cuando pude vender algo de mi patrimonio, que nunca haré porque es sagrado. Hago mis travesías una vez al año, los otros 11 meses trabajo para vivir y para pagarme esas expediciones, soy el único deportista del mundo que supedita el apoyo del patrocinador al éxito, yo tomo el riesgo financiero, solo me pagan si consigo llegar a la meta”.
Los Borbones entraron en la vida de Álvaro de Marichalar como una ola (un [i]tsunami[/i], vaya) y la “arrasaron”. “Eso lo sabe todo el mundo, no hace falta hablarlo. Toda la familia, mis amigos, mi entorno me han dicho que soy el más perjudicado. Antes de esa boda, Jaime era el hermano de Álvaro, el joven empresario, el que ya tenía cuatro récords del mundo a lomos de su moto de agua. Pero no quiero que se hable de mi hermano...”, dice. De su vinculación con la Casa Real, al deportista le quedan “el servicio, el respeto y la lealtad absoluta a la monarquía como institución. Es algo que sucede en mi familia desde la Edad Media. Lo demás es un tema social, un circunstancia familiar y privada que no tiene mayor importancia, aunque ese matrimonio haya eclipsado mi realidad”, insiste.
Hace unos meses, Pilar Rahola le llamó “adosado intelectual”, desatando una contienda mediática que aún colea. Lo cierto es que Álvaro de Marichalar habla y sube el pan: cuando se refiere a los políticos (”casta de mafiosos, una clase vendida, sin personalidad, sin ideas, sin valor, sin patriotismo, son cobardes, no tienen dignidad alguna”), cuando habla de los independentistas (”están manipulando al electorado, lo único que saben hacer es comerle el tarro a la gente, inventarse quimeras ridículas y manipular la realidad social y económica de nuestra patria”), cuando ataca al PP (”un partido acomplejado, pusilánime, que no tiene valor para aplicar las politicas que le han mandando los españoles porque quiere quedar bien y solo piensa en lo que le espera dentro de cuatroaños”), cuando le escribe una carta al Príncipe Eduardo de Inglaterra de visita en Gibraltar (“tenían que haberlo hecho el presidente del Gobierno o el ministro de Exteriores, pero no tienen... Este es un tema que se resuelve en un tribunal internacional”), cuando sentencia sobre el país (”un Estado fallido”). Por todo eso, desde hace cinco años milita en las filas de Unión, Progreso y Democracia (UPyD): “Estoy en el consejo político y soy portavoz por Soria. Es el único partido con las ideas claras, dice lo mismo y se llama igual en cada esquina de nuestro país. Cree en España, en lo que une a los españoles, que son 500 años de Historia común. Hay que desmontar esta bazofia, este espanto, hay que poner al descubierto todas las deslealtades e informar”.
Desde hace un año, Marichalar vive en Moscú con su esposa, la ucraniana Ekhateryna Anikieva por expreso deseo de la joven (”no aguanta estar aquí, no le gusta cómo me tratan”, aclara), pero eso no le impide seguir involucrado en la política nacional. En septiembre de 2013 quiere llegar a Panamá desde China en su embarcación para conmemorar el quinto centenario del descubrimiento del Pacífico por Vasco Núñez de Balboa. El que no resiste, no gana.
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