BELFAST / LA COMPAÑÍA DE LOS TAXISTAS TERRORISTASLa felicidad del asesinoAsí funciona la red de taxis de Belfast en la que De Juana quería tener licencia para... conducir. Al menos 15 ex terroristas del IRA están empleados en una compañía que financia al Sinn Fein y ofrece visitas por 50 euros por los «santos lugares» de la violencia independentista. Irati, la mujer del etarra, ya está empleadaEl tipo llega puntual a la cita en uno de los hoteles de Belfast y recita sonriente el apellido del cliente. Ni su fisonomía ni sus formas difieren de las de cualquier otro varón norirlandés. Pelo rapado, tripa reventona y mofletes sonrosados por el alcohol.
Se llama John y es taxista. Y sería colega de De Juana si no fuera por el fallo de un juez norirlandés, que esta semana denegó al etarra una licencia por mentir «descaradamente» sobre su pasado: no mencionó en su solicitud ni sus años en ETA ni su currículo de asesino en serie.
A De Juana Chaos la oferta de trabajo no le llueve del cielo. Se la hace la Asociación de Taxistas del Oeste de Belfast, compañía en cuyas oficinas trabaja su esposa Irati Aranzábal. Es una empresa en la órbita republicana que da cobijo al menos a 15 ex terroristas del IRA y que, durante años, fue uno de los pulmones financieros de la banda. «Un nido de terroristas», según zanja Willie Frazer, responsable de FAIR, la asociación de víctimas más numerosa del Ulster. «Hay muchas empresas de taxis en Belfast pero ésa es la única que no examina el historial de sus empleados. ¿Que por qué? Porque tendrían que deshacerse de casi toda la plantilla. ¡Perderían su razón de ser!».
De Juana sería taxista si no fuera por las víctimas del Ulster, que recibieron el chivatazo de que había mentido en su solicitud. «La oficina de licencias nunca comprueba nada», explica Frazer, «pero nosotros le hicimos saber sus circunstancias y no pudieron hacer otra cosa que actuar».
Por ahora, De Juana tendrá que conformarse con seguir viviendo del sueldo de su esposa y del subsidio de 300 euros mensuales que le da el Gobierno norirlandés. Un dinero suficiente si tenemos en cuenta que el toque de queda al que está sujeto le restringe las pintas y que su casa corre a cuenta de una inmobiliaria del Sinn Fein.
De Juana se proponía ejercer de taxista. Pero «sólo en algunas rutas concretas», según explicó su abogado Sean Devine. Una acotación lógica para quien desconoce el callejero de Belfast y sigue las vistas judiciales con intérprete, incapaz como es de comprender las palabras del juez.
Así las cosas, es probable que el etarra hiciera lo que la empresa define como «rutas políticas». Es decir, recorridos por los santuarios de la violencia terrorista. Una hora y media que incluye el cementerio de Milltown, los escenarios de las masacres lealistas y una selección de los murales más truculentos de la localidad. El precio son 45 libras: unos 50 euros al cambio actual. Y pueden compartirlo hasta seis personas: las que caben en un taxi como el del barrigudo John.
¿FINANCIACIÓN ILEGAL?Uno diría que las rutas valen lo que cuestan. Y no sólo por el carácter afable del conductor, dispuesto a hacerle fotos al pasajero y extenderse en detalles históricos de la localidad. También porque introducen al visitante en los recovecos menos fotogénicos de la paz. En el Ulster se respira el mismo rencor entre católicos y protestantes y sigue viva la convicción de que los asesinos no tienen nada de lo que arrepentirse y nada por lo que pedir perdón.
Es una constante que sirve para los unionistas y republicanos pero que es especialmente cierta en los ojos de taxistas como John, que se resisten a hablar de su pasado y se refieren como mártires a terroristas que murieron matando y a los que se dejaron morir como Bobby Sands.
En Belfast siempre hubo una cierta vinculación entre taxi y terrorismo. En el bando unionista y en el republicano. Y no sólo por la necesidad de reciclar a los pistoleros sin estudios, sino porque el taxímetro le ofrece a una banda terrorista un activo muy valioso: dinero en efectivo. Es decir, dinero susceptible de estirar, esconder y convertir en negro.
Es el caso de la empresa que ahora quiere contratar a De Juana, que según las asociaciones de víctimas ha financiado bajo cuerda al IRA durante años. Y lo ha hecho por medio de una especie de impuesto revolucionario: un dinero que todos los conductores están obligados a entregar cada semana a la empresa.
Durante los años de plomo, ese dinero iba a parar a las arcas del IRA. No está tan claro qué ocurre con él desde la llegada de la paz. La versión oficial es que se dedica a actividades benéficas. La oficiosa, que es una de las vías de financiación ilegal del Sinn Fein.
Para un taxista como John la tasa está fijada en 15 libras semanales: unos 80 euros al mes. Una cifra que parece modesta pero que no lo es. Sobre todo si se hacen cuentas y se multiplica por los 400 miembros de la asociación, lo que reúne un bote anual que ronda los 330.000 euros.
«EX SOLDADOS» EMPLEADOSPero para el republicanismo de Belfast el taxímetro no sólo era una fuente de dinero. También era una forma de estrechar los lazos en el seno de la comunidad. Clausurada la vía de la violencia, los terroristas con estudios se abrieron camino en la política. Pero las cosas fueron más difíciles para la soldadesca, que enterró sus mejores años poniendo bombas o entre los muros de una prisión. Para muchos, el taxi fue la única forma de esquivar una vida improductiva acodado en la barra de un pub o una muerte prematura por cirrosis o soledad.
Y sin embargo la paz ha hecho resquebrajarse la cohesión de los taxistas republicanos. El fenómeno se reflejó hace sólo unos días en una asamblea de conductores a la que también asistió John. Varios taxistas dijeron que querían afiliarse a Unite: el sindicato mayoritario laborista. La UGT del Reino Unido. Sus aspiraciones las frenó en seco una intervención. Y no una intervención cualquiera: la de Bobby Storey, mamporrero número uno de Gerry Adams, que dijo que los taxistas no debían sindicarse, temeroso quizá de que el anuncio desencadenara el final del pago semanal.
Y sin embargo no se puede decir que la empresa que quiere acoger a De Juana no sea una empresa próspera. Sobre todo teniendo en cuenta el entorno que la circunda: una región golpeada por la recesión y donde dos tercios de la economía dependen de los subsidios del Estado.
Así las cosas, cabe decir que a De Juana no le hubieran ofrecido trabajo si no fuera De Juana. Entre otras cosas, porque los estatutos de la empresa exponen un catálogo de requisitos que el etarra ni cumple ahora ni puede llegar a cumplir. Al aspirante a taxista, la asociación le exige tener los papeles en regla, un pasaporte que certifique una edad entre los 25 y los 65 años y una licencia de taxista que lleve al menos dos años en vigor. También dos personas capaces de dar buenas referencias del candidato y de probar, de paso, que el hombre que llevará un volante de la Asociación de Taxistas del Oeste de Belfast tiene «buen carácter» y no dará problemas a la institución.
Hasta aquí las condiciones que se le deberían haber exigido al etarra en el seno de la empresa. Pero De Juana debía cumplir además las que impone el Gobierno norirlandés. La más importante, la relativa a sus antecedentes penales, que debió declarar en su solicitud. Si no lo hizo fue porque sus abogados conocen el reglamento y saben que su historial hubiera dejado fuera de su alcance la licencia.
Básicamente porque al aspirante se le exigen 12 meses sin delinquir si tiene antecedentes por delitos menores y tres años si viene de prisión por delitos graves. «Se podría exigir un periodo más largo», explican fuentes gubernamentales, «si hay de por medio delitos más graves». Y es difícil imaginar delitos más graves que los de De Juana. Incluso en un lugar como Belfast.
En la oficina de licencias no quieren hacer comentarios sobre el caso del ex etarra pero justifican el reglamento con un argumento inapelable: «Los antecedentes pueden indicar una tendencia a la violencia, comportamiento deshonesto o cualquier otra conducta inaceptable y esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de examinar la actitud del aspirante porque de un taxista se espera que sea una persona responsable».
En el Ulster abundan ejemplos de lo contrario. Aunque ninguno tan sangrante como el de Noel Thompson, un taxista republicano que recogió en el aeropuerto, en 1991, a un soldado londinense y lo llevó hasta el domicilio de su novia en una calle del Este de Belfast. Apenas le dejó allí, le pasó el chivatazo a unos pistoleros del Irish Republican Army (IRA), que le descerrajaron cinco disparos ante los ojos espantados de su novia.
La historia se antoja remota en las calles comerciales del centro de Belfast, capital de Irlanda del Norte, en cuyas tiendas promiscuas se mezclan las dos comunidades. Pero no en las barriadas obreras del extrarradio, donde aún hoy proliferan las venganzas, los disparos en las piernas y los ataques sectarios a pedradas o a punta de pistola.
Sin taxi y sin licencia, De Juana podría optar por seguir los pasos de Arturo Villanueva: un militante de Jarrai que, al igual que él, espera la decisión sobre su extradición. Villanueva lleva años en Belfast, opera con nombre falso -Beñat Hiribarri- y presenta un programa proetarra en una radio financiada con dinero público. Incluso ha montado su propia empresa turística: Irlandanet. Un negocio que ofrece rutas políticas por los lugares santos de la violencia, algo así como los tours en taxi que pretendía conducir Iñaki de Juana Chaos.
En la web de Irlandanet se ofrecen recorridos en castellano, euskera y catalán. Algunos a pie y otros en bus por distintos enclaves de la isla. En los primeros también podría reciclarse De Juana, a falta de taxi. En los segundos no: su libertad condicional le impide salir del territorio de Irlanda del Norte.
Aun así, no es difícil imaginar que en el futuro reciba la ayuda de Villanueva: un tipo que ha tejido una valiosa red de contactos en el entorno del IRA y que se mueve con soltura en bares y clubes clandestinos de la comunidad republicana, como el Maddens o el B-Ex. Mientras, Iñaki de Juana seguirá aguardando una decisión sobre su extradición. Y espantando con las carantoñas de Irati la depresión que le atribuye su psiquiatra. Lo que es el amor.
SONRISA DE ASESINOLa felicidad. Tras la huelga de hambre en España, su casi vuelta a prisión por enaltecimiento del terrorismo y unos difíciles comienzos en Irlanda del Norte, la pareja Iñaki De Juana Chaos/ Irati Aranzábal ha encontrado la felicidad en Belfast, acunados con cariño por el entorno de ex terroristas del IRA. Ella ha encontrado trabajo en la misma compañía de taxis en la que el ex etarra no podrá emplearse por ocultar su pasado terrorista. Ambos tienen casa, coche y amigos.
El «posado» de la pareja. Esta foto pertenece al único posado que se conoce de la singular pareja. Fue una serie de instantáneas concedidas a la agencia Pacemaker Press en el despacho de su abogado, en marzo de 2009. De Juana tenía que posar, solo, para unas fotos que aparecieron en el Irish Times. Ella se coló inesperadamente en la escena y el fotógrafo tomó varias imágenes de la pareja que permanecían sin ser publicadas.
¿Dirección España? De Juana Chaos está en Irlanda del Norte, en libertad vigilada, desde noviembre de 2008, mientras un tribunal tramita la orden de extradición emitida por la Justicia española.
Otra huelga. El abogado del sanguinario ex terrorista ha dicho que su cliente está dispuesto a entablar una nueva huelga de hambre y sería capaz de «morir antes que regresar a España».