Santiago Carrillo Solares (1915-2012)

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Re: Santiago Carrillo Solares (1915-2012)

Mensaje por Assia » Mar 18 Abr, 2017 12:34 pm

'' el eminente pensador'' Trevijano, no es quien para llamar ''traidor'' a Carrillo que si fue 1 traidor a sus ideales politico. '' El eminente pensador'' Trevijano tambien hubiera traicionado sus ideales republicanos si Don Juan, el Conde de Barcelona se hubiera dejado llevar por los consejos del ''eminente pensador'' Esto no lo invento yo, lo dijo ''el eminente pensador'' en este hilo TEMA: LA REPUBLICA CONSTITUCIONAL, donde hablo de sus conversaciones y sus encuentros con Don Juan. Fue Don Juan, el Conde de Barcelona el que se nego a seguir los consejos del ''eminente pensador'' porque segun conto Trevijano Don Juan le dijo que se habia quedado sin apoyo. Supongo que Don Juan se referia a Anson, a Ussia y a otros monarquicos que se pasaron al bando de su hijo Juan Carlos I.
Assia

Santiago Carrillo Solares (1915-2012)

Mensaje por Invitado » Lun 17 Abr, 2017 4:20 pm

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Federico Jiménez Losantos
Ni fue Santo, ni fue Rojo, pero fue Sábado

De Carrillo, financiado en el exterior por Ceaucescu y Kim Il Sung y dentro de España por Teodulfo Lagunero nadie se fiaba demasiado. Pero del PCE sí.


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Para los universitarios antifranquistas, que, casi en su totalidad, nos movíamos en la órbita del Partido -el Comunista; frente al Partido único legal, el Movimiento Nacional, no había otro mínimamente organizado- la legalización del PCE y, enseguida, la del PSUC, fue una sorpresa casi tan grande como para los franquistas que, dos años después de la muerte del dictador, sólo ganaban las batallas que llevaban inevitablemente, aunque en una atmósfera de incertidumbre, al desmantelamiento del Régimen.

La más importante había sido el Referéndum para la Ley de Reforma Política que defendió Fernando Suárez contra Blas Piñar y fue votada en las Cortes el 18 de noviembre de 1976 -faltaban dos días para el primer aniversario de la muerte de Franco-, para ser refrendada casi de inmediato en referéndum nacional el 15 de diciembre, con una participación del 77% del censo y el 94´17 % de votos a favor. Eso significaba que, quitando la abstención técnica, toda la oposición, unánime en el rechazo al referéndum, no logró que ni siquiera el 20% del cuerpo electoral se abstuviera. Y también que el bunker franquista carecía de apoyo popular en la antigua España Nacional.


"Reconciliación nacional" y oscuro panorama internacional

En aquellos turbios días que hoy queremos recordar luminosos, en la semiclandestinidad recelosa de la Oposición -que solía recibir respiración asistida y respiraba de vez en cuando en los periódicos-, la actividad esencial era el análisis de la relación de fuerzas, que por un absurdo latiguillo, dio en llamarse "correlación de fuerzas". Y para ello, el gran banco de datos, el primero políticamente importante tras la guerra Civil –el primero, de orden sociológico fue el informe FOESSA de Amando de Miguel, que apuntaba ya una predisposición popular favorable a la Transición a la democracia si era pacífica y no nos devolvía a la República y la Guerra Civil, refrendando la política de "reconciliación nacional" del PCE- era el de esos datos -sorprendentes para casi todos- del Referéndum de Diciembre de 1976.

Y lo que reflejaban era que, a efectos de una movilización electoral, la Oposición sólo existía en la Prensa, era irrelevante en la radio -desde 1972, gracias a la Ley Fraga, además del Parte de Radio Nacional, sólo cabía oír a las 11 Hora 25 de Martín Ferrand, luego de Miguel Ángel Gozalo, en la SER, "con las noticias que nos brinda Radio Nacional", después José María García y al final unos comentarios con más intención-, y rigurosamente inexistente en TVE, de la que, para más inri, había sido director general el propio Adolfo Suárez.

Esto quería decir que la sartén, el mango, el fuego y la cocina de cualquier cambio político estaban en manos de los franquistas "reformistas", que iban transitando un camino hasta entonces inimaginable. El nuevo PSOE de Willy Brandt y un tal Felipe González estaba dispuesto a ir a elecciones sin el PCE, fórmula que también favorecían los USA tras el susto de la Revolución de los Claveles en Portugal en 1974, que, amén de entregar a la URSS sus colonias africanas -Angola, Mozambique, Guinea- estuvo muy cerca de convertirse en una dictadura comunista bajo el gobierno de Vasco Gonçalves, con el respaldo militar del almirante rojo Rosa Coutinho y el autor técnico del golpe, Otelo Saraiva de Carvalho, -el político, pronto sacrificado, fue Spínola- y, detrás, el PC de Alvaro Cunhal, un estalinista irredento parecido a La Pasionaria pero en hirsuto portugués.

En el Partido, absolutamente despistado tras el Referéndum, se creía que, si el Ejército permitía elecciones, sólo podrían presentarse el PSOE y otros socialistas (PSP de Tierno), los reformistas Fraga y Suárez, el bunker (Girón y Blas Piñar), los carlistas, que se llevaban a tiros, y los cristianos, que además de los democristianos incluían a los nacionalistas vascos y catalanes, muy protegidos por la Iglesia. O sea, todos menos el PCE.


El PCE del Interior y el de Rumanía

La cuestión más importante que se derivaba de este análisis era si, en caso de legalización, la dirección histórica del Partido –La Pasionaria y Carrillo- iba a poder presentarse a las elecciones y si al Partido le convenía que lo hiciera. Había dos líderes, Ramón Tamames, joven economista del Plan de Desarrollo franquista, y Nicolás Sartorius, abogado de Comisiones Obreras pero aristócrata descendiente del Conde de San Luis -ambos muy apuestos y elocuentes, en especial Tamames- que parecían más indicados que dos líderes de la Guerra Civil para representar en las urnas –si las había- el mensaje del Eurocomunismo, que sólo un mes antes, en Marzo, habían presentado en Madrid Carrillo, el italiano Berlinguer y el francés Marchais, para presionar en favor de esa legalización del PCE y como un anuncio de programa electoral que quitara el miedo a votar comunista.

El proceso lógico y deseable desde el punto de vista interno era éste: 1/ legalización; 2/congreso extraordinario; y 3/ nueva dirección del Interior, tal y como había hecho el PSOE en Suresnes dos años antes, relevando a los viejos masones de Toulouse dirigidos por Rodolfo Llopis, cuyo sucesor por el Pacto del Betis -agrupaciones de Sevilla y Bilbao- debía ser Redondo Urbieta, líder de UGT, que cedió el liderazgo a un tal "Isidoro" -Felipe González- por considerarlo más adecuado para la futura liza electoral. Bien es cierto que el PSOE había contado en Suresnes -ida y vuelta- con la protección de los servicios de inteligencia franquistas (SECED), con la CIA y el SPD detrás, como cuenta en sus Memorias el coronel San Martín. De Carrillo, financiado en el exterior por Ceaucescu y Kim Il Sung y dentro de España por Teodulfo Lagunero, nadie se fiaba demasiado. Pero del PCE sí.

La clave de la legalización, según contó luego el propio Suárez, fue comprobar en muy trágicas circunstancias la disciplina interna del partido sólo dos meses antes. En un último intento para intentar que descarrilara la Reforma Política promovida por Suárez y respaldada por el Rey, un grupo de ultraderechistas había asesinado a cinco abogados laboralistas del PCE en su despacho de la calle de Atocha. Era una copia de la "estrategia de la tensión" de la extrema derecha italiana que llevó a masacres como la de Piazza Navona y al golpe fallido del neofascista Giorgio Almirante, que ante una posible victoria electoral - "il sorpasso" del PCI- creía contar con apoyo militar y de los servicios secretos, italianos y la CIA.

A la hora de la verdad, los golpistas italianos no tuvieron a nadie detrás. Y ello porque, tras el golpe de Chile y el susto de Portugal, el PCI de Berlinguer vio claro que ni los USA ni Europa admitirían jamás un país prosoviético en Europa. Así que, llevando mucho más allá de Toglatti en 1956 la doctrina del "policentrismo" comunista, aseguró que su Gobierno seguiría dentro de la OTAN, frente al Pacto de Varsovia, verdugo de Praga, y que sus reformas "socializantes" se harían dentro del Mercado Común Europeo. Esa evolución del PCI hacia Occidente y la economía de mercado es la que en las áreas ilustradas del PCE y el PSUC se veía como la más favorable para que los comunistas se insertaran en una democratización completa de España. La primera vez que yo oí defender a la OTAN como la garantía última de un socialismo democrático fue a gente del PSUC.

En el verano de 1976, al volver de China, estuve con los pintores de TRAMA en la Bienal de Venecia, junto a Tápies y otras patums del PSUC y el discurso dominante podía resumirse en "No a Moscú". Al mes siguiente, en Roma, tuvo lugar el Congreso del PCE, con La Pasionaria de estantigua, Carrillo mandando y Tamames brillando. Era lógico pensar que la deseada legalización del Partido supondría un cambio generacional en la dirección.


Carrillo se legaliza a sí mismo

Pero ahí es donde dos pícaros de la política, uno por lo civil y otro por lo criminal, se encontraron. Lo ha contado Luis Herrero, con Suárez como fuente. El Presidente está dispuesto a legalizar el PCE no a Carrillo. Y éste se niega. Los términos son no sólo verdaderos sino verosímiles.



- Si yo no me presento, las elecciones carecerán de legitimidad y su reforma hacia la democracia no será creíble.

- Y si yo no le legalizo, no tendrá presencia en las instituciones y no podrá influir en el proceso constituyente.

- Si no nos legaliza desacreditaremos las elecciones, aunque sea colocando urnas de cartón con nuestras candidaturas en los colegios electorales. Movilizaremos a todos nuestros apoyos para hacer fracasar el cambio.

- ¿Y aceptaría usted presentarse como independiente? Esa fórmula nos ahorraría muchos problemas a corto plazo.

- ¿Presentarme como independiente? Ni así, ni vestido de lagarterana. Aquí hemos venido a hablar de política con pe mayúscula.

- ¿Aceptarán la bandera nacional, la monarquía y la unidad de España?

- Nosotros somos republicanos, pero aceptaremos la monarquía siempre y cuando ésta apueste por la democracia. Lo importante ahora no es el debate entre monarquía o república, sino la elección entre dictadura o democracia, y nosotros estamos claramente con la segunda. Si el rey asume la monarquía parlamentaria y constitucional, nosotros le apoyaremos. Me consta que él ya lo sabe.



No sabemos lo que Juan Carlos, a través de Nicolás Franco-Pascual de Pobill o Manuel Prado (que se vieron con él en Rumanía) había hablado con Carrillo. Pero él no dice "si el Partido no se presenta" sino "si yo no me presento", ni como independiente "ni de lagarterana". Es que entonces el candidato se habría llamado Tamames. Y Carrillo, Santi Paracuellos. Pero Suárez tenía prisa y eso a Carillo le vino al pelo. Para el PCE fue letal.

Para mí, lo importante de la legalización del PCE era que podía ya declararme anticomunista, cosa que moralmente me vetaba la existencia de cientos de militantes en la cárcel a algunos de los cuales había conocido y apreciado. Por eso –no fui el único- acepté el carné del PSUC meses antes y lo devolví al día siguiente de su legalización. También por la convicción de que los comunistas y anticomunistas del Partido estaban más preparados que cualesquiera otros para ayudar a implantar la democracia en España.


El País, con la legalización y contra el comunismo

Al día siguiente de la legalización. El País publicó un editorial que resumía muy bien mi pensamiento de entonces, no en balde estaba escrito por el ex-comunista Javier Pradera. Era un apoyo crítico a la legalización y también una profesión de fe nítidamente anticomunista. Empezaba así:

El Partido Comunista Español es legal desde ayer tarde. Esta es una buena noticia, sobre todo para los no comunistas…


Aparentemente, el diario creado por Fraga, que luego respaldó a Areilza y entonces oscilaba entre Suárez y el PSOE, siempre dentro de una línea liberal y nacional, exageraba en exceso. Los 338 militantes del PCE que salieron de la cárcel tras la legalización eran más que los militantes de todos los partidos antifranquistas juntos en la clandestinidad. Y el alarde de organización tras la matanza de Atocha había convencido a la propia Policía de que el PCE era un partido capaz de autocontrol y disciplina. Sin embargo, Pradera decía en su editorial algo rigurosamente cierto:


La situación de ilegalidad del PCE, además de una injusticia, era una torpeza bien aprovechada por el propio partido, que supo sacar de ella una rentabilidad adicional. Desde ahora va a terminar la tregua tácita que grupos de la derecha democrática y del socialismo le habían concedido, en virtud de su especial situación.



Y a continuación abordaba el problema de fondo: ¿era creíble la aceptación de la democracia por el PCE y el eurocomunismo en general?:

¿Es la postura democrática de los comunistas meramente táctica, o realmente sentida? ¿0 es simplemente una imperiosa y forzada necesidad, asumida ante la imposibilidad práctica de convencer en las pugnas electorales a los europeos a que renuncien a una tradición liberal de casi dos siglos, jalonados de luchas y esfuerzos que dejaron huella indeleble?" (…) la libertad es un bien colectivo demasiado importante como para permitir su destrucción o su cercenamiento en un futuro democrático que parece estar a la vuelta de la esquina. La experiencia histórica resulta desfavorable para los comunistas. Allí donde detentan el poder, la libertad, entendida al modo occidental, no existe. (…) Por el contrario, han establecido sistemas totalitarios de Gobierno, que, más o menos suavizados, representan la única práctica comunista conocida experimentalmente. Europa occidental es, ciertamente, un ámbito muy diferente del Oriente Extremo. Y ello, en el análisis marxista, es o debe ser determinante a la hora de adoptar una estrategia política. De ahí, quizá, cabe deducir que en los países europeos los partidos comunistas habrán de comportarse democráticamente (…).



Sin embargo, una cosa era reconocer la necesidad de que el PCE fuera legalmente a las elecciones, que compartían casi todos los partidos –PRISA no ponía entonces en duda la voluntad democrática de la AP de Fraga y los 7 Magníficos ni del PP pre-democrático de Pío Cabanillas, que desembocó en UCD- y otra muy distinta legalizar el PCE de Carrillo y La Pasionaria:

También deben tener presente que son una de las muy pocas formaciones políticas que acuden a las urnas con líderes y cuadros protagonistas en la guerra civil, y que ello supone un rechazo adicional en algunos sectores de la población.


Y lo que empezaba como aprobación terminaba en censura:

Pero si esta deducción (la aceptación de la democracia en el PCE) es lícita, también lo es la duda de aquellos sectores de la población que no tienen que acudir al recuerdo de la guerra civil, pues les basta la experiencia del comportamiento reciente de los comunistas portugueses -por ejemplo- para alimentarla. Corresponde precisamente a los propios comunistas tratar de despejar esta duda sin dejar sombras de sospecha.



Cuarenta años después, este editorial parece absurdo de puro contradictorio. Pero así es muchas veces la realidad: tan contradictoria y enrevesada que parece absurda. Entre dos ilegitimidades podía alumbrarse una nueva legalidad que no rompiera pero cambiara la anterior. Y se hizo. El PCE prometió asumir públicamente la bandera nacional. Y lo cumplió. Había anticomunistas, sobre todo los ex-comunistas, que queríamos su legalización por una lealtad biográfica pero también porque lo creíamos más fiable democráticamente que los socialistas y nacionalistas. Si el PCE se arrepentía del eurocomunismo, sería más fácil combatirlo legalmente. Y hasta que el PSOE de Zapatero dinamitó la Transición en 2004, así fue.

En resumen, que aquel día que a todos nos cogió con el pie cambiado, ni fue todo lo santo que hubiera querido la Derecha, ni todo lo rojo que hubiera querido la Izquierda, pero fue Sábado. Y la historia de España, algo sobresaltada, continuó.

La traición de Santiago Carrillo

Mensaje por Invitado » Vie 14 Abr, 2017 8:39 pm


La traición de Santiago Carrillo
La muerte de Robespierre es muy parecida a lo que pasa a la muerte de Franco: el miedo de los franquistas a la revancha de los vencidos, sólo fue superado por la ambición de los vencidos de ocupar el lugar de los vencedores, sin cambiar nada. Eso es la transición, y la legalización del PCE es la consagración de esa traición.




Santiago Carrillo y el PCE traicionaron a la libertad y a la democracia.
El responsable de la traición a la libertad y a la democracia fue Santiago Carrillo y el Partido Comunista Español (PCE). El PCE, dirigido por Santiago Carrillo, asustado de tener que seguir en la clandestinidad luchando por la libertad si no seguía el ejemplo del PSOE, dice que sí a la reforma de Suárez y todos se embarcan en una Constitución del rey. El Partido Comunista se hace monárquico al igual que el PSOE. Es mentira que se llamen republicanos. No pueden llamarse así partidos que llevan apoyando la Monarquía más de 40 años y condenando a la oscuridad y al ostracismo a cualquier otra persona que sea de verdad republicana.

Santiago Carrillo Solares (1915-2012)

Mensaje por Invitado » Mar 05 Jul, 2016 7:35 pm

OCURRIÓ hace casi diez años. Por entonces yo preparaba un libro sobre la Transición y fui a entrevistar a Santiago Carrillo, eterno secretario general del PCE y uno de los arquitectos de la Transición. Hablamos durante horas, en su casa, mientras el viejo dirigente comunista fumaba un cigarrillo tras otro. En cierto momento le pregunté si él también pensaba, como tantos, que Adolfo Suárez había sido un político inculto. Carrillo se quedó mirándome; luego dio una calada a su cigarrillo. “¿Dice usted que ha sido profesor universitario?”, preguntó. Un poco perplejo, contesté que sí. Carrillo prosiguió: “Entonces habrá conocido usted a muchos tontos cultos, ¿verdad?”. Sonreí. Carrillo también sonrió. “Pues Suárez era todo lo contrario”, dijo.


http://elpaissemanal.elpais.com/columna ... teralidad/

Santiago Carrillo Solares (1915-2012)

Mensaje por Jarama » Dom 03 Jul, 2016 1:58 pm

Carpetazo

Extrema izquierda y franquistas critican el libro más riguroso sobre la matanza
de Paracuellos

Jorge M. Reverte 2 JUL 2016 - 00:00 CEST



Toda una vida. Y prolongada. Casi ochenta años para darle el carpetazo a una parte de nuestra historia, porque ya puede dormir el sueño de los justos esta enorme colección de historias desdichadas que conocemos con el nombre de Paracuellos.

El carpetazo se lo ha dado Julius Ruiz, nieto de un exiliado español nacido en Inglaterra hace poco más de cuarenta años. Ejerce de profesor y de investigador en la universidad de Edimburgo. Ruiz es hispanista, o sea, que ha conseguido el estatus con el que soñaba Mario Onaindía unos años antes de su muerte: “Yo quiero ser hispanista inglés”, decía con toda su ironía a quien le preguntaba por sus proyectos de futuro.

Los estudios de Ruiz, que ha publicado en los últimos meses el libro Paracuellos, una verdad incómoda (Espasa, 2015) han versado sobre la represión durante la Guerra Civil, la republicana y la franquista. Y, como es lógico, su espléndido y riguroso trabajo ha concitado muchas y devastadoras críticas de franquistas y extremistas de izquierdas.

Desde el franquismo todavía vivo, no solo Pío Moa, sino muchos otros publicistas le han dedicado montones de páginas, yo creo que sobre todo de muy mal humor porque ha hecho un trabajo que ellos no han sabido culminar, pese a que tenían de su parte la gigantesca inquisición llamada Causa General. Los publicistas franquistas llegaron a elaborar listas de muertos en Paracuellos, tan cuidadosas que algunos todavía vivos se vieron en ellas. Trataban, con tan siniestro conteo, de conseguir que la cifra superase lo más posible la de los muertos en Badajoz, atribuidos con mucha razón a Juan Yagüe.

Desde el otro lado, algunos historiadores con el marchamo de rigurosos despachaban a Julius Ruiz con un despectivo facha para no tener que discutir con él. El líder indiscutible de esta implacable campaña ha sido alguien tan importante para la historia contemporánea española como otro hispanista inglés mucho más conocido, Paul Preston, que ha utilizado su enorme prestigio para algo más que para polemizar con Ruiz: ha intentado hundirle, bajo toneladas de acusaciones sin fundamento; sobre todo, la socorrida de ser un franquista. En todas partes cuecen habas, y Preston mantiene un confortable estatus de capo en una gran parte de la izquierda universitaria española. Una izquierda que, apoyada en Preston y otros, se ha cebado con investigadores de primera fila como Fernando del Rey, entre otros, y por supuesto, por las mismas razones de no asumir acríticamente el diagnóstico antifranquista de la historia.

Ya nadie puede argumentar en falso sobre la atrocidad cometida por dirigentes republicanos

El asunto de Paracuellos ha resultado ser un tema crucial para la evolución de nuestra investigación histórica. La falta de documentación, o la corrupción de fuentes documentales por la acción de los auténticos –estos sí— franquistas, hizo que el avance sobre el asunto fuera un infierno, y se quedaba texto tras texto taponado por la obediencia ideológica de cada uno. Al final, la cuestión era si se creía o no la versión del PCE que, por supuesto, era la versión, quisiera él o no, de Santiago Carrillo. La aparición de las actas de una reunión de la noche del 7 de noviembre de 1936, a la que asistieron Santiago Carrillo, como representante de las JSU, y Amor Nuño, del Movimiento Libertario, eliminaron las barreras fundamentales para que se supiera la verdad, que siguieron negando los izquierdistas de la universidad española.

Ruiz nos ha regalado a todos un montón de tiempo, el que él ha consumido en su investigación implacable sobre los hechos. Y de las “historias” ha construido una historia, fuera de tanta memoria alterada por los deseos de universitarios indolentes o periodistas sin formación.

A Ruiz le debemos que hoy podamos decir que Paracuellos fue una atrocidad cometida por dirigentes republicanos, o mejor dicho, que estaban en el bando republicano, que quebrantaron la legalidad del régimen que defendían. Ya nadie puede argumentar en falso sobre aquellos hechos, y nadie podrá decir que aquello que pusieron en marcha Santiago Carrillo y Amor Nuño, o sea, el PCE y el Movimiento Libertario, fue para responder a otro asesino: Yagüe.

La participación de los asesores soviéticos en los hechos queda también demostrada. No solo porque consideraban que aquello había que hacerlo, sino en la propia literatura de la orden asesina.

Hoy podemos decir que Ruiz nos ha ayudado a dar un carpetazo. Es una buena noticia. Porque la universidad española es más libre ahora, y porque quedan muchas menos cosas por saber.

Mensaje por Invitado » Vie 05 Dic, 2014 1:41 am

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El misterio de la primera mujer de Carrillo

El histórico dirigente del PCE nunca aclaró la muerte de Asunción Sánchez, a la que conoció en la Revolución de Asturias de 1934 y con la que tuvo una hija que murió a los 2 años

Como muchos aspectos de la vida de Santiago Carrillo, la historia de Asunción Sánchez Tudela, su primera esposa, también ha quedado velada entre sombras. Sobre el destino de ella y de su hija Aurora, la forma en que se produjo la separación de ellas, el dirigente comunista ofreció versiones contradictorias. Otros personajes relacionados con Carrillo aseguraron que la mujer fue estrangulada y enterrada en el jardín de la casa en la que Dolores Ibárruri, 'La Pasionaria', vivía en Toulouse. Al final, todo sigue entre brumas

Entre los asuntos más oscuros de la trayectoria de Santiago Carrillo, el histórico líder comunista fallecido hace escasas fechas, está sin duda el de su primera esposa, Asunción Sánchez Tudela, a la que el gijonés llamaba por el diminutivo de Chon y que le dio una hija, Aurora (por el acorazado Aurora que bombardeó el Palacio de Invierno en octubre de 1917), que falleció a muy corta edad. Sobre el destino de Asunción y Aurora, la forma en que se produjo la separación de ellas, Carrillo ofreció versiones contradictorias. Y el final de Chon es también un misterio vidrioso.

Otro histórico comunista, el general gallego Enrique Líster, llegó a asegurar que la mujer había sido estrangulada y enterrada en el jardín de la casa en la que Dolores Ibárruri, La Pasionaria, vivía en Toulouse, en 1945. Hay quien pone serias objeciones a esta versión, lanzada en un momento en que Líster estaba enfrentado a muerte con Carrillo, y que el general republicano había tomado de otro dirigente del PCE purgado. Hay historiadores, como Ricardo de la Cierva, que dibujan otro final más prosaico para la relación entre Carrillo y Chon: esta conoció a un tal Muñoz y se marchó a Cuba. Allí murió, asegura otro historiador, en la época del dictador Batista.

De Asunción Sánchez dicen que era una joven morena muy hermosa, muy militante, pero también aquejada de una enfermedad grave, que la llevaría a la tumba. El propio Carrillo, en una entrevista televisiva, aseguró que su hija Aurora había nacido muy discapacitada debido a la enfermedad cardiaca que sufría Chon. A Asunción la conoció, según algunos, durante la Revolución de Octubre de 1934 en Asturias. Carrillo así lo reconoció. Aunque también dijo que la había conocido un poco antes. Se casaron en 1936, aunque esto tampoco está muy claro, porque el propio Carrillo se refirió a ella como su "primera compañera".

Pocos conocieron a Asunción Sánchez en esta época. Uno de ellos fue Fernando Claudín, el dirigente de la Juventud Comunista que llegó a un acuerdo con Carrillo para reunir éstas con las Juventudes Socialistas en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) en marzo de 1936. Un historiador asturiano recuerda haber estado en cierta ocasión en casa de Claudín, cuando éste ya había cortado con Carrillo. Un poco tomado, hizo algún comentario sobre Chon, que a quienes no conocían la historia de Asunción les sonó a chino. Otros amigos cercanos de Carrillo, como el poeta Marcos Ana, el exdirigente de Comisiones Obreras Julián Ariza o el empresario Teodulfo Lagunero jamás oyeron hablar de Chon ni de su hija Aurora.

Aurora, la primera hija de Carrillo, nació en 1938, en plena guerra, y murió dos años después. El lugar en el que se produjo este fallecimiento es otro misterio. Carrillo aseguró en una entrevista que, en 1940, él y Chon partieron de Moscú hacia América y la dejaron en un hospital de la capital soviética, a punto ya de morir. Eso según sus memorias.

En una entrevista para la televisión pública en 2005, Carrillo ofreció otra versión. La caída de la República le cogió a Carrillo en Barcelona, y a su mujer y su hija en Alicante. Allí las atraparon y las metieron en el campo de concentración de Albatera, en Alicante, y más tarde estuvieron en varios pueblos. Finalmente, el partido pudo sacarlas de España hacia Francia, donde los Carrillo permanecieron unos seis meses antes de partir a Moscú. La niña está "prácticamente muriéndose", reconocía Carrillo, y al parecer pudo fallecer en Francia.

Hay una tercera versión, esta de Ricardo de la Cierva, quien asegura que la niña murió durante el exilio americano de Carrillo, en Cuba. Y una cuarta variante de la salida de España y la muerte de la niña, a cargo esta vez de Enrique Líster. Según este "Héroe de la Unión Soviética", Carrillo, su mujer y su hija partieron de España el 8 de febrero de 1939, casi un mes antes del golpe de Casado (que fue apoyado por el padre del dirigente comunista, el socialista Wenceslao) y un mes y tres semanas antes del fin de la guerra. Líster añade que partieron a la Unión Soviética, donde Carrillo se sintió ignorado, y luego se trasladó a Japón, y de allí a Nueva York, para recalar en La Habana, donde murió Aurora. De Cuba, la pareja marchó a México, más tarde a la capital argentina, Buenos Aires (donde Carrillo pudo iniciar una nueva relación) y Montevideo, en Uruguay. Estamos en 1944 y Carrillo se marcha a Lisboa, y más tarde a Francia, pero deja orden al comunista vigués Luis Cabo Giorla de que impida a Asunción Sánchez que le siga a Francia.

En un capítulo de su biografía que fue eliminado por el editor José María Lara, Líster desarrollaba una historia que le había contado, en 1961, el comunista Vicente Uribe, purgado de los órganos de dirección del partido. Uribe le contó a Líster, y esto lo ratifica el propio hijo del general, Enrique Líster López, profesor jubilado de la Universidad de Poitiers, que Cabo Giorla dejó que Chon viajase finalmente a Toulouse, donde al parecer ocasionó un problema a Carrillo y al partido. Sostenía Uribe que decidieron eliminarla, que la estrangularon y la enterraron en el jardín de la casa donde vivía Pasionaria. Otros indican que se deshicieron del cadáver en una casa que tenía el PCE, también en Toulouse. De la versión escrita de esta historia no queda rastro. El hijo de Líster asegura que un miembro de la ejecutiva del PCE se llevó los papeles del general cuando este murió en Madrid a finales de 1994.

Ricardo de la Cierva sostiene que fue Chon quien inició otra relación con un tal Muñoz, después de que Carrillo iniciase otra relación, y terminó marchándose a Cuba. Una vez en Francia, Carrillo rompió la relación con la mujer que había conocido en Buenos Aires y terminó casándose, en 1949, con la compañera que estaría junto a él hasta el final de sus días y que le daría tres hijos, Carmen Menéndez Menéndez.

Entre los dirigentes comunistas corría el rumor de que Asunción Sánchez se había suicidado en Moscú, incapaz de superar la depresión por la muerte de su hija. Si esta versión es cierta, el final de Chon sería similar al que sufrió la segunda esposa de Stalin, Nadejda Aliluyeva, fallecida en 1932, aunque, en este caso, presentada oficialmente como una muerte por peritonitis, ha llegado a hablarse incluso de un homicidio.

Carrillo no expresó grandes sentimientos hacia su primera compañera cuando le preguntaron en el año 2005. "Era una simple muchacha como había muchas, no era ninguna persona conocida", aseguró, sin darle mucha importancia. Quienes han conocido más de aquella relación sostienen que, simplemente, la pareja siguió caminos diferentes cuando llegaron a América, una consecuencia quizá lógica de las experiencias que había vivido este matrimonio: una guerra fratricida y cruel, el estallido de una Guerra Mundial, el exilio, la pérdida de su única hija. Como tantos otros aspectos de la extensa y prolífica vida de Santiago Carrillo, la historia de Asunción Sánchez Tudela quedará velada entre sombras.

Mensaje por Invitado » Vie 05 Dic, 2014 1:32 am

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Se asegura en el libro 'Con la piel de cordero', la primera novela que se escribe sobre la vida personal y política del comunista

"Santiago Carrillo estranguló a su primera mujer y la enterró en la vivienda de La Pasionaria"

"Este hecho era conocido por José Manuel Lara, quien no lo publicó por presiones de la Casa Real"

Estas navidades llegará a las librerías 'Con la piel de cordero'. Se trata de la primera novela que se escribe sobre la vida personal y política del comunista.

En ella su autor, Josele Sánchez, afirma que Santiago Carrillo asesinó por estrangulamiento a su primera mujer y la enterró en la vivienda que Dolores Ibarruri 'Pasionaria' tenía en París, y que este hecho era conocido por José Manuel Lara, quien no lo publicó por presiones de la Casa Real.

Según informa 'Valencia opinión', Josele Sánchez afirma que

    "tal vez parezca una trama pero la realidad supera la ficción, pero no lo es. Todo es demostrable. Esta información estuvo en manos del el editor de Planeta a través del libro que publicó de Enrique Líster, titulado Así destruyó Carrillo el Partido Comunista".

El autor de Con la piel de cordero sostiene que "Santiago Carrillo llegó a un acuerdo con mediadores de Juan Carlos de Borbón, cuando todavía éste era príncipe, estableciéndose un pacto en virtud del cual, cundo muriese Franco, el Partido Comunista de España facilitaría una transición pacífica a la democracia a cambio de que se limpiara su nombre, su pasado y su expediente judicial.

    "Martín Villa, ministro del Interior bajo la presidencia de Adolfo Suárez, impidió a Serrano Poncela regresar a España".

Carrillo se aseguró de no ser juzgado por ningún motivo hasta el punto de que el único exiliado que no pudo volver a España fue Segundo Serrano Poncela, mano derecha del secretario general de los comunistas en las matanzas de Paracuellos". Según Josele Sánchez

Mensaje por Invitado » Mar 16 Abr, 2013 11:59 pm

Santiago Carrillo, el zorro rojo

Paul Preston traza la biografía del fallecido líder comunista, una de las figuras fundamentales de la Guerra Civil y la Transición

Santiago Carrillo murió el pasado 28 de octubre, tras 97 años en primera fila de la política. Hijo de un dirigente socialista, su primer recuerdo era visitar a su padre en la cárcel. Carrillo asumió desde muy joven un papel activo en la militancia, unifiando a las juventudes del PSOE y el PCE en vísperas de la Guerra Civil. Paul Preston retrata sus luces y sus sombras en 'El zorro rojo. La vida de Santiago Carrillo' (Debate), desde sus inicios en política hasta su exilio y su papel fundamental en la Transición, pasando por la matanza de Paracuellos, cuando era responsable de seguridad en Madrid, y el exilio, desde el cual mantuvo la dirección comunista con mano de hierro.


La creación de un revolucionario

1915-1934

Santiago Carrillo nació el 18 de enero de 1915 en Gijón, en el seno de una familia de clase trabajadora. Su abuelo, su padre, Wenceslao, y sus tíos se ganaban la vida como metalúrgicos en la fábrica Orueta. Antes de casarse, su madre, Rosalía Solares, era costurera. Wenceslao Carrillo era un destacado sindicalista y miembro del Partido Socialista que puso gran empeño en que su hijo siguiera sus pasos. Como secretario del sindicato metalúrgico asturiano, Wenceslao había sido encarcelado tras la huelga revolucionaria de agosto de 1917. De hecho, Santiago afirmaría más tarde que el recuerdo más temprano que guardaba de su padre era ver cómo la Guardia Civil se lo llevaba periódicamente de la casa familiar en Avilés. Fue allí, y después en Madrid, donde se crió en el seno de una familia cálida y afectuosa, impregnada también por un acusado sentido de la lucha de clases. Su infancia se desarrolló, según sus propias palabras, en una cálida familia numerosa. Ello explicaría la indestructible confianza en sí mismo que siempre habría de sustentar su carrera. En sus memorias asegura que la familia siempre fue tremendamente importante para él.1 Sin embargo, eso no explica la ferocidad con la que repudió a su padre en 1939. Por aquel entonces, como durante el resto de su vida, al menos hasta su retirada del Partido Comunista a mediados de los años ochenta, las lealtades y la ambición políticas contaban mucho más que la familia.

Santiago tenía seis hermanos, de los cuales dos murieron muy jóvenes. Su hermano Roberto falleció durante una epidemia de viruela en Gijón, de la cual Santiago salió indemne gracias a los desvelos de su abuela paterna, que dormía en la misma cama para impedir que se rascara las heridas. Su hermana menor, Margarita, murió de meningitis solo dos meses después de nacer. Al provenir de una familia de izquierdas, no escaseaban las tendencias rebeldes, que se vieron exacerbadas en una escuela primaria de signo católico. Para entonces, la familia se había trasladado a Avilés, veinte kilómetros al oeste de Gijón. Por una blasfemia involuntaria, fue obligado a pasarse una hora de rodillas y con los brazos en cruz mientras sostenía en cada mano un libro extremadamente pesado. Como respuesta al fanatismo de sus profesores, sus padres decidieron sacarlo del colegio.

Poco después, el Centro Obrero de Avilés inauguró en el desván de su sede central una pequeña escuela para hijos de sindicalistas. Encontrar un profesor no religioso resultó difícil, y la tarea recayó en un barrendero municipal jorobado, un tanto más cultivado que la mayoría de sus compañeros. Más tarde, Carrillo recordaría con arrepentimiento las crueles burlas a las que él y otros niños traviesos sometían al pobre hombre.

Poco después, a principios de 1924, Wenceslao ya era un alto cargo sindicalista empleado a tiempo completo en la Unión General de Trabajadores y colaborador de El Socialista, el periódico del PSOE, y la familia se trasladó a Madrid. Allí, con el exiguo salario que la UGT podía pagarle, pasaron por diversos barrios de clase trabajadora. Al principio se vieron obligados a vivir en condiciones atroces, y Santiago incluso recordaría más adelante haber sido testigo de suicidios y crímenes pasionales. En el barrio de Cuatro Caminos tuvo la fortuna de poder acceder a un colegio excelente, el Grupo Escolar Cervantes. Con el tiempo, atribuyó a sus comprometidos profesores y a sus jornadas lectivas de doce horas una enorme influencia en su desarrollo, sobre todo su indiscutible ética laboral. Entre las críticas que se pueden hacer a Carrillo no está la holgazanería. También lo curtieron las constantes peleas a puñetazos con varios matones del colegio.

A los catorce años, su ambición era ser ingeniero. Sin embargo, ni la escuela ni su familia podían costearle las pruebas de acceso para cada una de las seis asignaturas del bachillerato. Al no poder seguir adelante con los estudios, abandonó el colegio con una profunda sensación de injusticia social. No obstante, gracias a su padre, pronto emprendería una meteórica carrera en el movimiento socialista.

Wenceslao le consiguió un trabajo en la Gráfica Socialista, el taller de imprenta del periódico del PSOE. Ello requería que se afiliara a la UGT y a la Federación de Juventudes Socialistas (FJS). En noviembre de 1929, el ambicioso Santiago, que todavía no había cumplido los quince años, publicó sus primeros artículos en el semanario ovetense La Aurora Social, donde pedía la creación de una sección estudiantil en la FJS. Merced a la posición de su padre, ascendió increíblemente rápido en la Federación, y fue admitido por votación en el comité ejecutivo casi de inmediato. En este sentido, tuvo una importancia crucial el hecho de que Wenceslao Carrillo fuera amigo personal de Francisco Largo Caballero, un líder sindical de gran influencia, al que llamaban afectuosamente «Don Paco» en casa de los Carrillo. Cada semana, ambas familias solían celebrar comidas campestres en Dehesa de la Villa, a las afueras de Madrid. Al parecer, además de la comida y el vino, solían llevar un organillo, que utilizaban para acompañar a Don Paco y su esposa, Concha, cuando demostraban sus habilidades con el chotis, el baile madrileño típico. Este vínculo había de suponer un enorme espaldarazo para la carrera de Santiago en las filas del PSOE. De hecho, el veterano líder había dado a menudo el biberón al pequeño Santiago, con lo que se estableció una actitud de paternalismo hacia Santiago que duró hasta la Guerra Civil. Cuando tuvo edad suficiente para entender las cosas, Santiago escucharía con avidez las conversaciones que mantenían su padre y Largo Caballero acerca de las disputas internas de la UGT y el PSOE. No cabe duda de que la postura absolutamente pragmática de esos dos curtidos burócratas sindicalistas ejercería una gran influencia en el desarrollo político de Santiago. El modo en que los conflictos tendían a personalizarse también quedaría reflejado en su gestión de las polémicas tanto en el Partido Socialista como en el Comunista en estadios posteriores de su vida.

Pronto empezó a publicar con regularidad en Renovación, el semanario de la FJS. Gracias a ello mantenía frecuentes contactos con la célebre y prodigiosa intelectual Hildegart Rodríguez, que había nacido un año después que él y que de adolescente ya ofrecía conferencias y escribía artículos sobre política sexual y eugenesia. A los ocho años de edad, Rodríguez hablaba seis idiomas, y obtuvo una licenciatura en Derecho a los diecisiete. Justo cuando empezaba a cobrar protagonismo dentro de las Juventudes Socialistas, fue abatida a disparos por su madre, Aurora, celosa de su creciente independencia. A principios de 1930, el director de El Socialista, Andrés Saborit, brindó a Santiago la posibilidad de abandonar la maquinaria de la imprenta para trabajar a tiempo completo en la redacción del periódico. Un ascenso en el que parece que pudieron influir su padre y Don Paco. Empezó de manera bastante modesta, cortando y pegando artículos de agencia y redactando titulares para estos. No obstante, pronto se convirtió en periodista en prácticas y obtuvo el puesto de informador municipal.

A finales de enero de 1930 se produjo la salida de España del dictador Miguel Primo de Rivera. Entre este momento y la instauración de la Segunda República, el 14 de abril de 1931, hubo una considerable agitación en las filas del movimiento socialista. Desde luego, se apreciaban todavía pocos indicios de la radicalización que se desarrollaría a partir de 1933 y que catapultaría a Santiago Carrillo a una considerable prominencia en el movimiento izquierdista. Los problemas en aquellos días giraban en torno a la validez y el valor de la colaboración socialista con el Gobierno. A finales de los años veinte, justo cuando Santiago Carrillo empezaba a involucrarse en las Juventudes Socialistas, existían básicamente tres facciones dentro de la Unión General de Trabajadores y el PSOE. La más moderada de las tres, aunque en apariencia la más radical por su adhesión a la rígida teoría marxista, era la liderada por el presidente del partido y del sindicato, Julián Besteiro, catedrático de Lógica en la Universidad deMadrid. En el centro, aunque en aquel momento era la más realista y, paradójicamente, en el contexto de su época, la más radical, estaba el grupo asociado con Indalecio Prieto, propietario del influyente periódico bilbaíno El Liberal. La tercera facción, a la que estaba vinculado Wenceslao, el padre de Carrillo, era la de Largo Caballero, vicepresidente del PSOE y secretario general de la UGT.

Gracias a su puesto de aprendiz en la plantilla editorial de El Socialista, donde mantenía contacto diario con Andrés Saborit, el colaborador más próximo a Besteiro, y a los vínculos con Largo Caballero a través de su padre, a Santiago Carrillo le resultaba fácil seguir las polémicas internas, aunque, para proteger su trabajo, todavía no tomaba partido públicamente.

El movimiento socialista español era fundamentalmente reformista y, a excepción de Besteiro, carecía de una tradición de marxismo teórico. En ese sentido, era fiel a sus orígenes entre los impresores, la aristocracia de la clase trabajadora en el Madrid de finales del siglo xix. A su fundador, el austero Pablo Iglesias Posse, siempre le interesó más sanear la política que la lucha de clases. Julián Besteiro, su sucesor como líder del partido, también creía que un aislacionismo político marcadamente moral era la única opción viable en el corrupto sistema de la monarquía constitucional. Por el contrario, y en un tono en general más realista, Indalecio Prieto, una persona inusual, puesto que no tenía un sindicato detrás, creía que el movimiento socialista debía hacer cuanto fuera necesario para defender los intereses de los trabajadores. Sus experiencias en la política bilbaína lo habían convencido de la necesidad previa de instaurar la democracia liberal. Sus primeras alianzas con republicanos locales de clase media lo llevaron a defender una coalición republicano-socialista como un paso necesario para obtener el poder. Ello ocasionó conflictos con Largo Caballero, que desconfiaba de los políticos burgueses y creía que la actividad apropiada para el movimiento obrero era la acción huelguista. La hostilidad que mostró Largo Caballero hacia Prieto durante toda su vida sería asumida en parte por Santiago Carrillo y, desde 1934, formaría parte de su carácter político. No obstante, el conflicto subyacente entre Prieto y Largo Caballero tuvo escasas repercusiones antes de 1914. Esto obedecía en gran medida a que en las dos décadas previas al estallido de la Gran Guerra, los precios y los salarios habían sido relativamente estables en España, aunque los primeros figuraban entre los más elevados y los segundos entre los más bajos de Europa. De resultas de ello, apenas se mantuvieron debates relevantes sobre el ascenso al poder por medios electorales o a través de huelgas revolucionarias. En 1914, esas circunstancias empezaron a cambiar. Como país no beligerante, España podía suministrar comida, uniformes, material militar y transporte a ambos bandos. El auge industrial vertiginoso, acompañado de una temible inflación, alcanzó su punto álgido en 1916. En respuesta a un dramático deterioro de las condiciones sociales, el PSOE y la UGT participaron en una huelga general convocada en todo el país a mediados de agosto de 1917. Incluso entonces, los principales objetivos de los socialistas eran cualquier cosa menos revolucionarios, y no iban más allá de los llamamientos a la instauración de un Gobierno provisional, a unas elecciones a las Cortes Constituyentes y a unas medidas enérgicas para combatir la inflación. La huelga iniciada el 10 de agosto de 1917 fue fácilmente aplastada, y pese a su carácter pacífico desató una salvaje represión en Asturias y el País Vasco, dos de los principales bastiones socialistas, además de Madrid.

En Asturias, provincia natal de la familia Carrillo, el general Ricardo Burguete y Lana, gobernador militar de la región, declaró el estado de guerra el 13 de agosto, y acusó a los organizadores de la huelga de ser mercenarios al servicio de potencias extranjeras. Tras anunciar que daría caza a los huelguistas «como bestias salvajes», envió columnas de tropas regulares y guardias civiles a las cuencas mineras, en las que emprendieron una orgía de violaciones, saqueos, palizas y torturas. Con ochenta muertos, ciento cincuenta heridos y dos mil detenidos, el fracaso de la huelga estaba garantizado.9 Manuel Llaneza, líder moderado del sindicato de mineros de Asturias, escribió en aquel momento sobre el «odio africano» durante una acción en la que una de las columnas de Burguete se encontraba al mando del joven comandante Francisco Franco.10 Como veterano sindicalista que había experimentado la huelga y la severidad de la posterior represión en Asturias,Wenceslao Carrillo destacó en adelante por su cautela a la hora de tomar cualquier decisión que pudiera desencadenar un conflicto peligroso con el Estado.

Mensaje por Assia » Lun 08 Abr, 2013 12:47 pm

Paul Preston,no solo recibio el PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS. TAMBIEN FUE NOMBRADO COMENDADORN DE LA ORDEN DE MERITO CIVIL POR EL REY JUAN CARLOS POR SUS SERVICIOS A LA CULTURA EN ESPANA ( 1986.)

SOLO COMPRE 2 LIBROS DE PAUL PRESTO: FRANCO,BIOGRAFIA DE FRANCO EN INGLES Y , TE POLITICS OF REVENGE. DESPUES DE OIR A PRESTON EN 1 ENTREVISTA POR ABC.AU,QUEDE DECEPCIONADA,CUANDO DANDOSE GOLPE DE PECHOS COMENTO: "YO SOY JUANCARLISTA" PERO AUN,EL HISTORIADOR FUE MAS LEJOS EN SU HISTORIA CUANDO DIJO QUE EL REY JUANCALIS I,HABIA SALVADO POR SEGUNDA VEZ LA DEMOCRACIA EL 23F. YA NO ME INTERESA MAS LEER A ESTE,"GRAN HISTORIADOR"NI SACANDO SUS LIBROS DE LA BIBLIOTECA. LE DEBE MUCHOS FAVORES A JUAN CARLOS I.

POR FAVOR,iNVITADO O COLEGA, TECLEAR EN GOOGLE ESTO paul preston uk y alli os saldra que a Preston tambien le fue OTORGADO LA BANDA DE ISABEL LA CATOLICA.

LO QUE PRESTON PUEDA DECIR DE CARRILLO,LO SE ESO Y MAS. PERO PRESTON TAMIEN MIENTE CUANDO DICE EN ESA ENTREVISTA QUE A CARRILLO NO LE GUSTABA EL LUJO." SEGUN LA DUQUESA ROJA QUE SE REUNIA EN PARIS CON TODOS LOS ANTI-FRANQUISTAS, CARRILLO VIVIO EN 1 PALACETE EN LA AVENUE FOCH.Y LO DESCRIBE COMO EL FALSO MAS GRANDE DE TODOS Y 1 HIPOCRITA VIVIENDO A TANTO LUJO Y MIRANDO POR ENCIMA DEL HOMBRO A VER QUIEN LE QUITARIA EL PUESTO DE SECRETARIO DEL PARDIDO COMUNISTA ESPANOL..

NO ME INTERESA LO QUE ESCRIBA ESE QUE SE HACE LLAMAR REPUBLICANO Y MONARQUICO. LA PERSONA QUE ES REPUBLICANA NUNCA SERA 1 JUANCARLISTA "REPUBLICACO." PARA MI,ESTA DE MAS,LOS LIBROS DE ESTE CHUPACULETE JUANCARLISTA-"REPUBLICACO.: SE HA DESPRESTIGIADO COM HISTORIADOR HACER COMPRADO POR JUAN CARLOS I CON TANTOS PREMIOS.

Mensaje por Invitado » Lun 08 Abr, 2013 4:13 am

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Paul Preston: «Carrillo fue tan dictador como Franco»

El reputado hispanista británico publica «El zorro rojo», un ensayo profusamente documentado en el que desmonta la presunta leyenda heroica del líder comunista

Tras las biografías de Franco y Juan Carlos I, Paul Preston, premio Príncipe de Asturias por su trabajo como el historiador más importante del siglo XX español, vuelve a la carga con «El zorro rojo» (Debate), una obra dedicada a Santiago Carrillo, documentada hasta la última coma con archivos recopilados desde los 70. El retrato no puede ser más crítico con el político. Entre sus cualidades, el autor destaca las «falsedades, las medias verdades y la traición», que demuestran «inteligencia, ímpetu y osadía» y, ante todo, el motor de su vida, «la ambición».

-¿Tuvo Carrillo un trato de favor durante su exilio?

-El Carrillo que dejó España en el 39 no era políticamente tan importante como el de los 60. Está claro que las altas esferas vivían mejor que la bases, muchas de ellas en campos de concentración de Francia; con el paso del tiempo Carrillo vivió relativamente bien. Pero la vida lujosa no era lo suyo. Se le pueden criticar muchas cosas, pero no sería justo decir que estaba bebiendo champán mientras sus camaradas estaban en la guerra.

-¿Por qué no participó activamente en la Guerra Civil? ¿Querían evitar que matara a su propio padre, Wenceslao Carrillo?

-Lo del enfrentamiento con su padre no se sostiene. Carrillo salió de España mucho antes de que éste entrara a formar parte del Consejo Nacional de Defensa anticomunista. Supongo que a los líderes del PC les era más útil gestionando la formación desde Francia. El problema es que se inventó un pasado tan heroico que muchos le acusan de lo contrario.

-Aparte de a su padre, menciona una larga lista de las personas a las que fue traicionando: Largo Caballero, Jesús Monzón, Jorge Semprún... ¿Cuál fue la traición más despiadada?

-Hubo muchas y muy maquiavélicas. Creo que una de las más crueles fue la de Monzón. Carrillo mandó un equipo para matarle. La Policía le detuvo primero, pero en la cárcel los propios camaradas le hicieron la vida imposible a petición de Carrillo. La de Semprún fue muy sonada, pero éste estaba a punto de convertirse en escritor de éxito, así que pudo continuar con su vida. Los casos peores son los de Fernando Claudín, que era un pobre funcionario y al que Carrillo ordenó que le echaran de casa y le impidieran buscar trabajo. Les destrozó la vida.

-¿Fue especialmente despiadado durante la purgas del Partido Comunista en los 40?

-Sí. El endurecimiento de las condiciones en la Unión Soviética llevó a numerosos exiliados españoles a solicitar visados para reunirse con sus familias en México, Francia, Argentina y Chile. Carrillo lideró una serie de juicios políticos para saber los motivos de aquéllos que querían marcharse. Incluso los miembros más heroicos del partido podían ser acusados de agentes provocadores si cuestionaban su opinión.

-En definitiva, ¿pasó su vida luchando contra Franco cuando él era otro dictador?

-Indudablemente, si busca una persona emblemática que represente la oposición franquista, ése era Carrillo. La oposición a una dictadura siempre se ve influida por la propia dictadura. Pero sí, había muchas semejanzas entre ambos. Sobre todo, la frialdad con la que trataban a la gente y la capacidad de remodelar su pasado para quedar como héroes. Fernando Claudín llegó a señalar que no se habían adoptado ninguna resolución contraria a sus propuestas. A lo que otro camarada respondió: «Sí, cuando le impedimos que arriesgara la vida». Eso es signo inequívoco del autoritarismo y la adulación que tenía en el partido.

-¿Realmente fue clave en la Transición o bien, obsesionado con el poder, se limitó a cambiar de chaqueta para continuar en primera línea?

-España consiguió la mejor democracia que pudo teniendo en cuenta las circunstancias. Está claro que para continuar en el tablero de juego sacrificó muchas cosas para el partido. Pero no se puede obviar su ambición. ¿Que no lo hiciera por patriotismo y lo hiciera por propio interés? Desde luego que él siempre fue un pragmático y un cínico, y la teoría le importaba un bledo. Fue un gran optimista y no se puede diferenciar lo que era bueno para el partido y lo que era bueno para él. No tenía vida personal y no puede separar su figura de la del PC. Igual que el rey Luis XIV de Francia dijo que «L'État, c'est moi» (El estado soy yo), con Carrillo se podría decir «Le Parti c'est moi» (El partido soy yo). Con todo, aunque podamos discutir sus motivaciones, su papel en la Transición fue clave para que el resultado fuera positivo.

-Carrillo fue imprescindible para el PC,¿ pero fue también el responsable de su desaparición?

-Su egoísmo y hábitos estalinistas provocaron problemas internos, pero sería injusto decir que fue su culpa: paralelamente se produjo la segregación del PC italiano y el francés. El mundo estaba cambiando.


«Es imposible que fuera ajeno a lo que sucedía en Paracuellos»

-Permítame que le pregunte por la sombra que siempre acompaña a Carrillo, es decir, por la culpa que tuvo en Paracuellos. ¿Se limitó a mirar para otro lado o tenía las manos manchadas de sangre?

-Para hablar de Paracuellos tenemos que entender primero el contexto que se vivía en ese momento. Se trataba de un Madrid sitiado, de una situación de terror, miedo y caos. Las fuerzas rebeldes estaban a las puertas y se sabía que los presos se unirían a los sitiadores. Era necesaria una evacuación. Pero es importante destacar tres fases en aquellas ejecuciones. La primera fue la autorización, y aquí Carrillo, como joven que acaba de entrar en la Delegación de Orden Público, poco tenía que ver. Los responsables directos fueron José Miaja, presidente de la Junta de Defensa, Pedro Checo y Alexander Orlov, agente de la NKVD, Policía política y de seguridad soviética, antecedente del KGB, durante la Guerra Civil española. La segunda fase fue la de organización. Y aquí Carrillo fue clave. Las órdenes específicas de prisiones no fueron firmadas por él ni por ningún miembro de la Junta de Defensa, pero es imposible que fuera ajeno a lo que sucedía porque recibía informes diarios. Y, por último, está la fase de ejecución propia. ¿Quién apretó el gatillo? Anarquistas, comunistas... los nombres no se saben. Carrillo no apretó el gatillo, pero con esta explicación que cada uno decida si tiene las manos manchadas de sangre.

-Asegura que fue el propio Carrillo quien, con sus numerosas entrevistas y revelaciones en sus libros, se delató, a pesar de que durante toda su vida negó que tuviera algo que ver.

-Efectivamente, no hay una prueba única o clave. Pero si se juntan todos sus escritos, declaraciones y archivos –como las actas de la reunión de la Junta de Defensa de la noche del 11 de noviembre de 1936–, uno llega a esa conclusión. A pesar de sus continuas mentiras y contradicciones, fue él quien aportó las piezas del puzle. Mis libros te pueden gustar o no, pero no se puede decir que no aportan pruebas que respaldan mis interpretaciones.

-¿Qué novedad ofrece entonces a Paracuellos?

-Creo que mi principal aportación es el papel de los rusos. Su implicación fue fundamental para asesorar a la Junta para que actuaran sin contemplaciones. Ellos ya habían tenido el antecedente del asedio de San Petersburgo y sabían cómo actuar para impedir sublevaciones internas.


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REPUBLICANO... Y «JUANCARLISTA»

Paul Preston nunca se ha escondido. En más de una ocasión se ha declarado republicano de corazón y su posición en el conflicto que dividió a España entre 1936 y 1939 y, en la dictadura posterior, estuvo siempre del lado de la República. Sin embargo, este atípico y respetado historiador e hispanista británico (Liverpool, 1946) no ha dudado en defender la monarquía inglesa y la española, y la figura de Juan Carlos I en concreto, al que considera un caso único por haber estabilizado la democracia durante la Transición. Doctor en Historia por la Universidad de Oxford y director del centro Cañada Blanch de estudios españoles de la London School of Economics, ha escrito, entre otros títulos, «Las tres Españas del 36» (2003), la biografía de Juan Carlos I «El Rey de un pueblo» (Debate, 2003, actualizada en 2011), «La guerra civil española» (2003), «Idealistas bajo las balas», «Franco. Caudillo de España» (2005), «Franco, el gran manipulador» (2008) y «El holocausto español» (2011).

«Pasionaria»: de la adulación a la sospecha

La relación que Carrillo tuvo con la histórica dirigente del Partido Comunista Dolores Ibárruri, «Pasionaria», no fue, según Preston, todo lo buena que cabría esperar: «Al principio, él tenía un papel adulador hacia ella, pero, cuando comienza a adquirir poder en el PC, la veía como una rival. Sin embargo, sabía que no podía ir en su contra, así que públicamente le rendía admiración, y ella a él, cariño maternal, aunque como digo, sólo públicamente, porque Ibárruri sospechaba de Carrillo, quien, por su parte, acabó sospechando de todo el mundo. Jamás confió en nadie; su capacidad de abandonar a los que se cruzaban en su camino era impresionante. Él siempre se guió por sus propios intereses».

http://www.casadellibro.com/libro-el-zo ... 26/2085033

Mensaje por Assia » Mié 28 Nov, 2012 1:36 am

SIII, Carrillo fue 1 VIVIDOR, 1 CANALLA. 1 FALSO, 1 TRAIDOR QUE VIVIO A TODO LUJO A COSTA DE DECIR QUE "DEFENDIA A LA CLASE OBREARA."
MIENTRAS EL, CARRILLO SIEMPRE VIVIO COMO 1 REY,SIN IMPORTARLE 1 PEPINO LA CLASE OBRERA. FUE A COSTA DE DECIR QUE "LUCHABA POR LA CLASE OBRERA" LA QUE LO MANTUVO EN 1 TREN DE LUJO TODOS LOS ANOS QUE VIVIO.

Durante la Guerra Civil, NO PEGO NI 1 TIRO. No solo se ha llevado a la tumba todo lo que tu has colgado, Carrillo,tambien se ha llevado a la TUMBA LOS NOMBRES DE LOS RESPONSABLES DE LA DESAPARICION DE NIN. NUNCA NOMBRO A NIN,NI A LOS QUE LO TORTURARON Y ASESINARON A NIN. UN GRAN CANALLA ES LO QUE FUE CARRILLO.! Cuando le convino, INVENTO SU EUROCOMUNISMO PARA MANTENER SU ESCANO EN EL PARLAMENTO.

Santiago Carrillo y los Ceaucescu

Mensaje por silencio » Mar 27 Nov, 2012 4:48 pm

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Santiago Carrillo con los Ceaucescu

José María Lizundia Zamalloa

Cuando se vio por televisión a los militares que derrocaron a Nikolae Ceaucescu juzgándole en un simulacro de juicio tan execrable como todos sus protagonistas, yo no paraba de acordarme de Santiago Carrillo. Pediría clemencia para su querido amigo, lamentaría la muerte de un dirigente mundial del proletariado, condenaría (conceptualmente) la violencia sobre el adalid del socialismo rumano y guía de la clase obrera. Pero Carrillo volvió a callar, como se callaba en Moscú ante aquella factoría herrumbrosa de famélicos esclavizados, en nombre del concepto clase obrera, y como se callaba cuando sus propios compañeros caídos en desgracia eran fusilados. Carrillo se ha pasado toda la vida callado. Y aplaudiendo a Stalin, Beria, Ceacesucu o las odas a Stalin de Neruda, Alberti, Louis Aragon y quizá también las autoinculpaciones de sus camaradas en los famosos juicios de Moscú.

Me acuerdo como si fuera hoy cuando los comunistas españoles recién legalizados actuaban como libertarios de todas las libertades, como si hubieran derrotado al franquismo e inventado la libertad y la democracia con aires triunfales y jactanciosos, se conoció que el gran coche blindado de Carrillo era regalo de su amigo Ceaucescu. Ceaucescu invitaba a Carrillo a Rumanía, al Mar Negro a veranear. ¿De que hablaría Ceacescu, la bestia negra de la tiranía y del poder criminal sobre sus súbditos y Carrillo? Estamos ya a principios de los 80 y a Ceaucescu ya le queda poco tiempo de gobierno absoluto. ¿Discutirían al menos entre sí los amigos? ¿Le enseñaría las ineficientes obras faraónicas y la industrialización a ritmos estalinianos del país, la sobreexplotación de sus trabajadores y la absoluta degradación ecológica?

Tenían mucho de que hablar, de cuando eran los señoritos de Moscú y viajaban en limusinas negras, de gris, y vivían en los hoteles de lujo y en la escasez general ellos nadaban en la sobreabundancia de los burócratas príncipes con dacha en Crimea, qué buenos tiempos, cuántos silencios y brindis por los enemigos contrarrevolucionarios vencidos y muertos, por los reaccionarios enemigos de clase que purgaban en Siberia. Dúctiles, sinuosos, avezados en reconocer los mecanismos y maniobras del poder.

Carrillo hablaba de manera impersonal pero solemne como si siguiera siendo un instrumento de la voz irrebatible del comité central al que la Historia le designa como su fiel intérprete, para gozo embobado del periodismo hispano, que considera el comunismo español sinónimo de democracia y libertad. Con el humo de interposición, Carrillo les hacia ver que en él deshilachándose encontraba los anuncios de la verdad, epifanías indiscutibles, y los periodistas/as se ponían más cachondos si cabe.

Carrillo se lleva a la tumba unos cuanto asuntillos concernientes a las vidas de otros, nunca a la de él, en la guerra nuestra (en la RETAGUARDIA activa; no fue George Orwell precisamente), después de la guerra en relación a España (consultar a Jorge Semprun) y en la gran cloaca de la historia del SXX (junto al nazismo), que fue el estalinismo y posestalinismo.

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Ni pidió perdón por nada, ni se le llevó por las escuelas por culpa de los periodistas babeantes, para que hablara de los Procesos de Moscú, de Julián Grimau, Ceaucescu, de la vida en Moscú, de la clase obrera rusa, rumana, incluso de la libertad… sin olvidar Paracuellos/Sebrenica.

Es pronto para decir si tendrá un lugar, ciertamente digno, en la historia de la infamia del S XX, por mucho que los reyes visiten su capilla ardiente.

Mensaje por Assia » Vie 23 Nov, 2012 3:56 am

Carrillo,siempre fue 1 falso,traidor,embustero y lo creo porque la tambien fallecida duquesa roja,lo conocio en Paris cuando estaba exiliada. La duquesa roja, nos cuenta en su libro como vivia Carrillo en 1 LUJOSO PISO,en 1 de los barrios mas caros de Paris. EL DEFENSOR DE LOS POBRES
VIVIA COMO UN REY SIN DAR UN GOLPE.

Personalmente, SI CREO QUE CARRILLO FUE EL RESPONSABLE DE QUE FRANCO ASESINARA A GRIMAU. De lo que no estoy segura es de si Carrillo
temia que el partido comunista espanol en el exilio,pensaba distituir a Carrillo de secretario general y nombrar a Julian Grimau. 1 de las cosas que me enfurece es que Grimau NUNCA DEBIO VIAJAR A ESPANA DURANTE EL FRANQUISMO. Grimau estaba MUY fichado por la policia franquista desde el fin de la Guerra Civil Espanola.
Por que entonces,decidio el partido comunista enviar a Grimau a Espana.? Si Carrilo era el secretario general del partido comunista espanol en el exilio, NUNCA DEBERIA HABER PERMITIDO QUE SE ENVIARA A GRIMAU A ESPANA.

La memoria de un impostor

Mensaje por memorias » Jue 22 Nov, 2012 8:46 pm

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La memoria de un impostor

Julián Grimau murió convencido de que Santiago Carrillo le vendió a la policía franquista

Andreu García Ribera

En la última actualización de la de las “Memorias” de Santiago Carrillo, publicada por editorial Planeta, el autor dedica dos páginas escasas, de un total de 829, a lo que denomina “la detención y el martirilogio de Julián Grimau”. Carrillo dice que fue entregado a la policía, en una cita clandestina, por un traidor de apellido Lara, que después de la delación desapareció en el anonimato y del que no se volvió a tener noticia. Carrillo, que en otros hechos de menor relieve se extiende prolijamente, pasa como por ascuas por el fusilamiento de Grimau en 1963. Mucho se ha conjeturado sobre la irresponsabilidad de encargar el trabajo para el aparato del partido en el interior a un dirigente histórico tan conocido como Grimau. También siempre ha extrañado lo poco que investigó el PCE la figura del tal Lara, su procedencia, sus contactos dentro o fuera del partido. En fin siempre ha existido una nube de misterio en torno a las circunstancias que rodearon la detención y posterior ejecución de Grimau.

En este número de EL OTRO PAÍS vamos a ofrecer un testimonio de referencia, inédito, sobre estos hechos. Es el testimonio del hijo del militante comunista Rafael Verdú Pastor.

Rafael Verdú Pastor nació en la población alicantina de Mutxamel, en 1921. Después de un inicial acercamiento a la FAI, muy joven, ingresó en el PCE y se enroló en el cuerpo de Carabineros, luchando contra la sublevación fascista. Finalizada la guerra, vivió el dramático epílogo de la Segunda República en el puerto de Alicante, donde, ante la falta de apoyo internacional para garantizar el exilio de los miles de congregados, pudo burlar el cerco de los fascistas italianos de la División Litorio, mandada por el general Gambara, y regresar a su pueblo, Mutxamel, a siete kilómetros del puerto. Allí fue delatado por un vecino, detenido y encerrado con otros miles de republicanos en el castillo de Santa Bárbara y en la plaza de toros.

Como muchos jóvenes combatientes de la República, fue obligado a repetir el servicio militar en las filas del ejército fascista y enviado a un batallón de castigo en Fuerteventura. De regreso a casa, trabajó como labrador en la entonces rica huerta de la comarca de l’Alacantí y continuó militando en el PCE clandestino, siendo detenido y encarcelado por su actividad política en dos ocasiones, una en la década de los 50 y otra vez a finales de 1960, a los pocos meses de nacer su hijo. Condenado a ocho años de prisión, fue puesto en libertad en 1964, con motivo de un indulto otorgado por el dictador con ocasión de la muerte del Papa Juan XXIII. En el momento de la detención de Julián Grimau, Rafael Verdú Pastor se encontraba preso en la cárcel de Carabanchel, en cuya enfermería se conocieron ambos militantes comunistas. Grimau había sido brutalmente torturado y, ante la imposibilidad de arrancarle ninguna información, la policía simuló un suicidio arrojándolo por una ventana de la Dirección General de Seguridad. Pero Grimau sobrevivió a este intento de asesinato, con graves lesiones de las que no llegó a restablecerse. Tras una parodia de juicio, un Consejo de Guerra del ejército franquista condenó a muerte a Julián Grimau. Y esta vez, con un grotesco ropaje legal, se consumó su asesinato. Franco firmó el “enterado” de la condena del Consejo de Guerra sumarísimo sin recurso ulterior de ninguna clase y Manuel Fraga Iribarne, en su calidad de Ministro de Información y Turismo, anunció y justificó ante la opinión pública mundial el fusilamiento de Julián Grimau, el 20 de abril de 1963.


SUS SOSPECHAS LE COSTARON LA VIDA

Durante el corto periodo que coincidieron en la enfermería de la cárcel de Carabanchel, Julián y Rafael trabaron una estrecha relación. El hijo de Rafael Verdú Pastor, Rafael Verdú Sala, con el transcurso del tiempo, se decantó también por la militancia comunista en el PCE (m-l). Esta afinidad ideológica facilitó que el padre hiciera partícipe al hijo del contenido de las conversaciones mantenidas en prisión con Grimau.

Hoy, en enero de 2010, el hijo de aquel militante comunista ha desvelado a EL OTRO PAÍS que, siempre que hablaron de aquel episodio, su padre le dijo que Julián Grimau “murió convencido de que Santiago Carrillo le había vendido a la policía española”. Santiago Carrillo había llegado a la secretaría general del PCE en el VI Congreso, celebrado en Praga del 25 al 31 de diciembre de 1959, arrinconando a Dolores Ibarruri al honorífico papel de presidenta del Partido. Aparte de que, en este Congreso, Carrillo vio satisfecha su inmensa ansia de poder, se produjo un hecho verdaderamente inquietante, y fue que la casi totalidad de los delegados procedentes del interior del país fueron detenidos a su regreso. La dirección del PCE constituyó en París una comisión de investigación para esclarecer las extrañas circunstancias de estas detenciones. Nunca se conocieron las conclusiones de las pesquisas de esta comisión. En el actual archivo del PCE han desaparecido todos los documentos relativos a esta comisión, se los apropió Carrillo cuando abandono el Partido rumbo a las tertulias de la SER, los homenajes del PSOE, las farras institucionales sobre la Transición junto con Martín Villa y Fraga Iribarne y las amenas charlas con el Rey en la Zarzuela.

El caso es que las investigaciones sobre las causas de estas detenciones generalizadas de los delegados del interior fueron enterradas en un silencio cubierto de sospechas. Grimau no compartió esta política y empezó a sospechar que la policía franquista estaba incrustada en el aparato carrillista. Estas sospechas le costaron la vida.

Como disciplinado militante de un partido clandestino, Grimau no hizo pública la certeza de la traición sufrida, para no debilitar la lucha de los comunistas, pero a su camarada preso le hizo estas terribles confidencias.


EL “INFORME ABAD”

No es Grimau el único que sospechó de Carrillo y sus métodos, ya en 1948, Enrique Líster preparó un informe para el Buró Político en el que exponía su preocupación por las repetidas detenciones de camaradas, informe que provocó una airada reacción de Carrillo y Francisco Antón. Algo más tarde, Francisco Abad, responsable de comunicaciones por radio desde Francia con el interior del país, expresó su estupor ante las continuas detenciones que se producían en España de militantes comunistas que llegaban desde Francia, manifestando el temor de que la policía franquista estuviera infiltrada en el aparato del partido. Abad redactó un informe de 120 páginas que hizo llegar a Dolores Ibarruri y Fernando Claudín, quienes, en lugar de abrir una investigación, se dedicaron a aterrorizar a Abad para que lo retirara. El original de este informe se encuentra en los archivos del PCUS, en Moscú, donde los tentáculos de Carrillo no han podido hacerlo desaparecer.

Abad falleció al regresar de su exilio en Moscú, pero antes tuvo ocasión de entregarle a su hija Katya Abad, que vivía en España desde 1974 y fue secretaria de la Asociación de Amistad España-URSS, un resumen de 21 folios del citado documento. En estos papeles se expone el papel de Carrillo en el asesinato de varios jefes de la guerrilla antifranquista, dice Abad, “para depurar a los componentes del movimiento guerrillero que, más tarde o más temprano, tendrían que abandonar el monte para incorporarse a la lucha en las fábricas o regresar a Francia. Santiago montó un equipo de castigo compuesto por “Antonio” (José Gros), “Sebastián” (Félix Pérez) y “Partebocas” (Ricardo Navacerrada). Abad relata, entre las “hazañas” de este grupo de verdugos a las órdenes de Carrillo, el asesinato del que fue durante muchos años jefe del Estado Mayor de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón, “Pepito” o “El Gafas”. Nunca se dijo nada sobre el paradero final de “Pepito”. Sin explicaciones, ni acusaciones, fue asesinado, y cuando los guerrilleros preguntaban por su compañero la dirección, “contestaba siempre que se había quedado en Varsovia”.

Después, durante muchos años, José Gros fue guardaespaldas de Carrillo, y Félix Pérez, escolta de Dolores Ibarruri. Ambos ascendieeron al Comité Central del PCE.

En sus memorias de la desmemoria, nada dice Carrillo sobre este informe, ni siquiera menciona a Francisco Abad. Preguntado, en diciembre de 2008, por un periodista del diario madrileño “El Mundo”, acerca de Abad, Carrillo se limitó a decir que Francisco Abad era un hombre trastornado y que la KGB lo manipuló para liquidarlo políticamente, por mis diferencias con el PCUS. El informe de Abad fue redactado en 1955, ¿qué diferencias tenía Carillo con el PCUS en ese período?.

En junio de 1961, poco antes de su muerte, Luis Vicente Uribe, miembro del Secretariado del PCE y ex ministro de Agricultura durante el gobierno del Frente Popular, le confesó a Líster que el examen y la decisión sobre las eliminaciones físicas se hicieron siempre en el Secretariado, y el encargado de asegurar su ejecución era Carrillo, quien tenía los ejecutores en su aparato, y le comentó el llamado caso Comorera. Joan Comorera fue fundador y secretario general del PSUC, también fue conseller de la Generalitat Catalana con Lluis Companys. Divergencias de línea política llevaron a que Carrillo y Antón propusieran la liquidación física de Comorera y, a través de un chivato que tenía Carrillo infiltrado en el circulo de Comorera, conoció la decisión de éste de cruzar la frontera, lugar de paso y fecha, y allí envío Carrillo su equipo de verdugos, formado por seis ejecutores que estuvieron en la montaña esperando el paso de Comorera durante tres semanas. Espera que fue baldía, pues Comorera, desconfiando de Carrillo, cambió a última hora su itinerario, gracias a lo cual salvó la vida.

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CAMPAÑA CONTRA COMORERA

Ante la imposibilidad de la eliminación programada, Carillo, en el más puro estilo policíaco y provocador, desató, desde las publicaciones del partido y desde Radio España Independiente, una brutal campaña de denuncia contra Comorera. Entre otras felonías desde la prensa y radio del PCE, se puso en aviso a la policía sobre su entrada clandestina en Cataluña. Como extracto de una de estas infames diatribas, recogemos la siguiente, publicada en el Mundo Obrero de 30 de junio de 1954, titulada “El traidor y sus amos”: “..Habiendo sido denunciado por el Partido Socialista Unificado de Cataluña y por el Partido Comunista de España como traidor al movimiento obrero, encontrando la mayor repulsa de los comunistas y trabajadores revolucionarios, ahora la policía franquista monta esa tramoya de la detención para hacer desempeñar a Comorera el papel de resistente y así poder pretender engañar a trabajadores y otros antifranquistas. Los trabajadores y nuestro pueblo han podido comprobar la justeza de la medida tomada por el Partido Socialista Unificado de Cataluña al arrojar de sus filas al traidor Comorera, por ser un enemigo de los trabajadores un agente policíaco…”.

Comorera luchó clandestinamente durante cuatro años en Cataluña y, detenido por la Brigada Político Social franquista, pasó otros cuatro años en prisión. Murió dignamente en el penal de Burgos, el 8 de junio de 1958. Ninguna de las acusaciones contra Comorera fue probada. Después de su legalización, tras la muerte del dictador, el PSUC organizó un multitudinario homenaje a Joan Comorera, rehabilitándolo de cualquier sospecha. Como bien afirmaba Líster en su libro “Así destruyó Carillo el PCE”, ¿quienes fueron los delatores? ¿Comorera, que vivió y luchó en Cataluña, o los que lo acusaron falsamente desde fuera?

¿Qué dice Carrillo de Comorera en sus desmemorias? Se limita a señalar que Dimitrov le había advertido de la falta de firmeza política de Comorera, sin aportar ningún otro dato o especificación. También habla de un viaje de ambos, en 1940, aunque aparentando no conocerse por razones de seguridad, en el Transiberiano hasta Vladivostok, con objeto de pasar a América con documentación lógicamente falsa, y que también coincidieron en la cárcel de Carabanchel, después del fracaso de la insurrección de Asturias, en octubre del 34. Aquí, con su mala fe habitual, comenta que Comorera le pareció “poco simpático, en lo personal, y nada interesado por relacionarse con la izquierda socialista, al punto que su participación en la creación del PSU de Cataluña y su liderazgo en éste nos pilló de sorpresa a los que le habíamos conocido tras octubre. A partir de esos contactos, creo que se desarrollo en mí una reserva personal hacia Comorera que nunca llegué a superar totalmente”. Curioso este Santiago Carrillo que recuerda que, en 1934, Comorera no era un tío simpático, pero olvida que, 16 años después, intentó asesinarlo en un paso fronterizo o que orquestó contra él una brutal campaña de calumnias que la historia no sólo no ha confirmado, sino que ha desmentido sobradamente.


EL CASO QUIÑONES

En sus Memorias, Carrillo, 60 años después, destila un odio incomprensible hacia Heriberto Quiñones, quien trató heroicamente de reconstruir, en el interior del Estado español, un PCE abandonado por sus dirigentes en la primavera de 1939. Este honesto comunista condenado a muerte, tuvo que ser llevado por dos soldados al lugar de ejecución, pues debido a las torturas recibidas, no podía caminar siquiera un metro. Pues bien, de este hombre que se comportó valerosamente, tanto a lo largo de su vida como en el momento de ser detenido y fusilado, reconoce ahora Carrillo que “a estas alturas, la verdad es que no tengo datos para probar que Quiñones sea un agente franquista o del Intelligence Service. En el momento en que he podido acusarle de esto utilizaba juicios de quienes le habían tratado y obraba impulsado por la necesidad de combatir todo intento de ruptura del partido”. Parece una disculpa a toro pasado, pues ni eso, la soberbia de Carrillo no puede retroceder ni un milímetro y termina diciendo: “En las condiciones de la terrible persecución de los años 40, fuese Quiñones un agente o fuese simplemente un ambicioso aventurero, y a pesar de que terminase ante el pelotón de ejecución, lo suyo fue una tremenda provocación”.

[imageright][/imageright]http://www.elotropais.com/images/stories/n_50/quiones_2.jpg ¿En qué consistió la tremenda provocación de Heriberto Quiñones? Quizás en haber intentado reorganizar el Partido y la resistencia antifranquista, mientras Carillo había abandonado la lucha el 8 de febrero de 1939, tras la caída de Barcelona, y no regresó a España después, tal como era la orden del PCE, para continuar la guerra. Aquí, la mendacidad de Carrillo no tiene límites, si en sus hagiografías de los años 70 fue la sarna la que le impidió retornar al territorio republicano del Centro-Sur y del Levante, ahora escribe que se quedó esperando en Toulouse el embarque en un avión que hacía la ruta a Casablanca con escala en Alicante. Nueva falsedad, no regresó, al igual que otros dirigentes, porque prefirió quedarse en París a volver al Madrid de la resistencia. Tres días después de salir de Cataluña, Enrique Líster salió de Toulouse para la zona centro-sur de la península, la noche del 13 al 14 de febrero de 1939. En ese avión iban 13 pasajeros, a pesar de que el avión tenía 33 plazas. Es decir que quedaron 20 plazas vacías. Si Carrillo hubiera querido, podía haber regresado.

La saña con la que Carillo persiguió a los comunistas que, en el final de la guerra y después de ella, se quedaron a resistir a la dictadura fascista sólo se explica por su afán de escalar cotas de poder en el partido y la necesidad de eliminar testigos incómodos del abandono en que dejó a los militantes tras su deserción, compartida con otros dirigentes, de febrero de 1939.

Carrillo obvia, elimina, falsea o edulcora todos los hechos de su biografía que puedan perjudicar su imagen fabricada de lúcido creador de la política de reconciliación nacional y abanderado de la transición a la democracia. Pero hay otra historia, de comunistas asesinados, denigrados y expulsados, con el único fin de destruir un partido de clase y revolucionario y ofrecer a la burguesía, a cambio del acomodo institucional y sus retribuciones, un partido comunista obediente e inofensivo para el sistema capitalista. Pero la historia es tozuda y la verdadera historia de Carrillo está saliendo a la luz, con dificultades, pero abriéndose paso en el marasmo de mentiras interesadas que plagan la vida de este siniestro personaje que tiene como mérito indiscutible ante sus anfitriones de hoy haber liquidado la potencialidad revolucionaria del Partido Comunista de España.

Mensaje por Adios camarada » Dom 28 Oct, 2012 6:05 pm

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HOMENAJE | Fallecido en septiembre
Último adiós a Santiago Carrillo en su Gijón natal

Numerosas personalidades del ámbito de la política y la cultura, junto a familiares y amigos de Santiago Carrillo, se han reunido hoy en Gijón, su ciudad natal, para rendir un homenaje al histórico dirigente comunista, fallecido el pasado 18 de septiembre a los 97 años.

El Teatro Jovellanos ha sido el escenario del tributo en el que de forma unánime se ha destacado el papel que jugó el que fuera secretario general del Partido Comunista de España (PCE) entre 1960 y 1982 durante la Transición democrática.

El homenaje ha culminado con un acto simbólico en el que se han arrojado flores al mar Cantábrico desde el Rompeolas de Gijón, después de que a primera hora de esta mañana sus cenizas fueras esparcidas en alta mar frente a la costa asturiana, según su expreso deseo.

El coliseo gijonés llenó todo su aforo para dar el último adiós al que fuera Hijo Predilecto de la ciudad, donde la poesía y la música han sido protagonistas junto con las intervenciones de sus amigos y "camaradas".

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/10/2 ... 39910.html

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