¿QUIÉN ES LA MUJER
a la que más teme
SILVIO BERLUSCONI?
Berlusconi es el jefe de Dios», dijo en una ocasión el genial Roberto Benigni para definir al primer ministro italiano. Unas palabras cargadas de verdad:
Il Cavaliere es un hombre que se siente por encima de lo divino y lo humano, y que no teme a nada ni a nadie. Bueno, a casi nadie… Hay una señora de 61 años, de origen napolitano, un poco miope y famosa por su tenacidad, que es capaz de hacer temblar a Silvio Berlusconi. Se llama Ilda Boccassini y muchos en Italia la conocen como
Ilda la Roja, un apodo que alude tanto a sus cabellos rojizos, como al hecho de que se ha convertido en la más acérrima enemiga del mandatario quien, para desacreditarla, en numerosas ocasiones no ha dudado en calificarla de roja comunista (el peor de los insultos a juicio de
Il Cavaliere).
Boccassini es la fiscal adjunta de Milán, y la más destacada de los tres representantes del ministerio público que ahora acusan al primer ministro italiano, de 74 años, de haber mantenido relaciones sexuales a cambio de dinero con la joven de origen marroquí
Ruby Robacorazones cuando esta era menor de edad (el único caso en el que la legislación italiana contempla penas para el cliente de una meretriz) y de haber abusado de su cargo cuando, el pasado mes de mayo
Il Cavaliere en persona llamó a la comisaría central de Milán para presionar a los agentes a fin de que dejaran a la chica, detenida por robo, en manos de Nicole Minetti, consejera regional de Lombardía y supuestamente la encargada de gestionar el harén de Berlusconi. Dos delitos por los que al primer ministro italiano le podrían caer hasta 15 años de cárcel…
Ilda Boccassini es, probablemente, la única persona capaz de aterrorizar al siempre radiante Berlusconi y provocarle pesadillas. No hay más que ver los sudores fríos que recorrían al mandatario italiano cuando, allá por junio de 2003, se tuvo que sentar frente a ella para responder de la acusación de haber sobornado a un juez, un delito por el que
Ilda la Roja pidió que fuera condenado a nueve años de cárcel. Con la implacable firmeza que le caracteriza, la Boccassini logró atar todos los cabos de aquel intrincado caso y conseguir que el abogado –y amigo íntimo de
Il Cavaliere–, Cesare Previti, fuera condenado a cinco años de cárcel por haber corrompido a un magistrado por encargo de Berlusconi. El propio primer ministro italiano fue considerado culpable, aunque se libró gracias a que consiguió alargar el juicio para que el delito prescribiera. Desde entonces, Boccassini se convirtió en su peor enemigo. Y, ahora, vuelve a darse de bruces con ella.
CONCITADE GREGORIO
“En Italia tenemos el burka de la silicona”
LA DIRECTORA DEL PERIÓDICO ITALIANO ‘L’UNITA’ HA LANZADO UNA CAMPAÑA DE RECOGIDA DE FIRMAS PARA PEDIR LA DIMISIÓN DE BERLUSCONI. MÁS DE CIEN MIL ITALIANOS SE HAN ADHERIDO Y LAS MANIFESTACIONES MULTITUDINARIAS SE SUCEDEN. por IRENE HDEZ. VELASCO«¡Basta!» Las italianas, que durante años han aguantado estoicamente la devaluada imagen femenina que impone la cultura
berlusconiana, se están rebelando. Por toda Italia se suceden las sentadas, las manifestaciones y las concentraciones de protesta. Pero si alguien se distingue por su feroz empeño en demostrar que las italianas no son todas
velinas y prostitutas, esa es Concita De Gregorio, directora de
L’Unita, el histórico rotativo fundado en 1924 por Antonio Gramsci. Desde sus páginas lleva tres años combatiendo la imagen ofensiva e indigna de la mujer que impera en Italia. Ahora, con una campaña de recogida de firmas para pedir la dimisión de Berlusconi que ya han suscrito más de 100.000 personas.
YO DONA:
¿Cuál es la imagen de lamujer en Italia? CONCITA DE GREGORIO: Hay que distinguir entre la realidad y lo que transmiten los medios de comunicación, sobre todo la televisión. Estos sólo muestran chicas que se adaptan a un determinado estándar estético, como le gustan al señor que tenemos como primer ministro. El
burka es algo espantoso, una forma de esclavitud de la mujer. Pero nosotras en Italia tenemos el
burka de la silicona, de un modelo estético y político. Sin embargo, la mayoría de las italianas no son así: son mujeres con cuatro trabajos, que se ocupan de los hijos, de los ancianos, de la casa y que cuando tienen un trabajo fuera suele ser precario y peor pagado que el de los hombres.
¿Qué está haciendo que las italianas se rebelen? Berlusconi siempre ha dicho que lo suyo son debilidades, y la gente estaba dispuesta a creerlo y a perdonarlo. Pero mucha gente se está dando cuenta de que no se trata de un asunto privado, sino de un problema público, de democracia. El sistema para reclutar chicas para
el sultán es el mismo que para reclutar personal político. Las chicas de
Il Cavaliere luego se convierten en diputadas, europarlamentarias, ministras, presidentas de bancos… Berlusconi hace un uso privado del Estado, como si el país fuera suyo. Y recompensa a las chicas de cuyos favores goza con cargos públicos. Es algo tan grave que se ha convertido en un espectáculo insoportable.
¿Y se resolverá el problema cuando deje de ser primer ministro? No, porque el problema no es Berlusconi, sino los italianos. Para recuperar la dignidad del país no es suficiente con que caiga Berlusconi. Llevamos 20 años sufriendo un genocidio cultural… Hay que cambiar el sistema, poner en marcha un programa educativo para recuperara las nuevas generaciones, reeducar a los niños y a las mujeres. A los adultos es muy difícil hacerles cambiar. Pero con los niños hay esperanza, y las mujeres son una gran fuerza de cambio.
¿Podría dimitir Berlusconi? No, resistirá hasta el final. Y todos los que le rodean y que dependen de él –porque los ha nombrado, comprado y pagado– lo defenderán contra toda lógica y contra toda evidencia, con gran violencia. Creo que el
berlusconismo tendrá un final muy peligroso.
La verdad es que
Il Cavaliere tiene motivos de sobra para echarse a temblar. Y no sólo por la gravedad de los delitos que se le imputan o por las 782 páginas de pruebas que los fiscales ya han reunido contra él, hasta el punto de llevarles a solicitar que sea procesado inmediatamente por la vía rápida y sin fase preliminar. Además, la Boccassini –sin duda alguna la fiscal más prestigiosa de tiene fama de ser una investigadora concienzuda y rigurosa, que una vez que le echa el diente a un caso, no lo suelta. También es famosa por su discreción, como lo prueba el que sus entrevistas se puedan contar con los dedos de una mano. Su currículo habla por sí solo. Comenzó a ejercer como fiscal en Brescia y, con sólo 30 años, entró en el prestigioso equipo de acusadores públicos de Milán. Allí llevó a cabo su primera investigación importante, bautizada como
Duomo Connection, que sacó a la luz cómo un grupo de mafiosos sicilianos había logrado meter sus garras en varias empresas constructoras de Milán y en la administración local, consiguiendo que les fueran adjudicados numerosos proyectos públicos. Muchos sospechan que ya entonces las pesquisas llevadas a cabo por la Boccassini hicieron saltar las alarmas de Silvio Berlusconi. Al fin y al cabo, siempre se ha rumoreado que Milano 2, la urbanización de lujo a las afueras de Milán que
Il Cavaliere edificó en los años 70 y sobre la que levantó su imperio, pudo haber sido financiada con dinero de la Cosa Nostra…
Fue durante esas investigaciones cuando Ilda Boccassini entró en contacto con el juez Giovanni Falcone, el magistrado siciliano responsable del primer maxi-proceso en Italia contra la mafia. Se hicieron rápidamente amigos. Y cuando, en 1992, Falcone fue asesinado por encargo del temible Totò Riina, el gran capo de todos los capos de la Cosa Nostra,
Ilda la Roja no lo dudó: pidió el traslado a Sicilia, decidida a llevar ante la Justicia al responsable del atentado. Y la muy cabezota lo logró: junto con otros magistrados y con el capitán Ultimo –
un carabinieri con el que ya había trabajado durante la investigación de
Duomo Connection– consiguió echar el guante, en 1993, a Toto Riina, el sanguinario jefe supremo de la Cosa Nostra, un tipo con decenas de asesinatos a sus espaldas y al que las fuerzas de seguridad buscaban desde hacía 24 años. De Sicilia, Boccassini volvió a Milán. Y, de nuevo, cayó en sus manos un caso importante: sustituir al fiscal Antonio di Pietro al frente de
Manos Limpias, el proceso que reveló las enormes comisiones ilegales que se embolsaban los partidos italianos y que dio al traste con numerosos políticos y empresarios. Y de ahí pasó directamente a ocuparse de Silvio Berlusconi, consiguiendo probar que había tenido en nómina a un señor juez, aunque al final eludiera ser condenado. Por cierto, que
Ilda la Roja tampoco ha tenido nunca problemas en denunciar con voz alta y clara los tejemanejes del jefe Ejecutivo italiano para burlar a la justicia.
Con esos antecedentes, no es de extrañar que el por tercera vez primer ministro italiano sienta escalofríos ante la mera mención de su nombre. Aunque la prueba absoluta de lo mucho que
Il Cavaliere teme a la fiscal es la brutal campaña de descrédito que ha puesto en marcha contra ella a raíz de que estallara el
caso Ruby, en el que Berlusconi está acusado de pagar a menores de edad a cambio de sexo. No se trata sólo de los brutales ataques que casi a diario Berlusconi dedica a la Boccassini y al resto de fiscales milaneses, a los que tacha de «subversivos», de pretender dar un golpe de Estado judicial, de utilizar métodos dignos de la vieja Alemania comunista para dar al traste con la voluntad del pueblo soberano, de tratar de imponer una república puritana y moralista… Por si todo eso fuera poco,
Il Giornale, el periódico propiedad de la familia del primer ministro, se dedica a desempolvar viejas historias, en un sucio intento por enfangar la imagen de la acusadora pública.
Verdades ocultas. Los amores privados de la Boccassini, titulaba hace unos días el rotativo con gran revuelo. El escándalo, a juicio de
Il Giornale, es que hace 30 años,
Ilda la Roja fue sorprendida en la fiscalía de Milán mientras mantenía «comportamientos amorosos» con un periodista de Lucha Continua, el grupo terrorista de extrema izquierda responsable de varios atentados en Italia a principios de los años 70. El entonces fiscal jefe de Milán, Mauro Gresti, se mostró preocupado y llegó a preguntarse si era oportuno que la Boccassini continuara ejerciendo como acusadora pública. Incluso llevó el caso al Consejo Superior de la Magistratura, donde lo archivaron al considerar que «el comportamiento de la señora Boccassini no ha determinado ninguna consecuencia negativa, ni dentro de las oficinas judiciales ni fuera». De hecho, y por si cupiera alguna duda, hace tres años la fiscal llevó las riendas de la operación que dio al traste con los intentos de resucitar al grupo terrorista Brigadas Rojas, en la que fueron detenidos 17 jóvenes. Implacable, la Boccassini pidió para ellos un total de 200 años de cárcel. Sin embargo, y siempre dentro de la campaña de linchamiento público contra ella,
Il Giornale volvía de nuevo a la carga hace unos días, asegurando que la fiscal se habría aprovechado de su cargo para echar una mano a su hijo Antonio cuando, en 1997, el joven se vio implicado en una bronca a las puertas de una discoteca. «¿Presionó la fiscal Boccassini cuando su hijo fue detenido en una pelea en Ischia?», se preguntaba el diario. Nada nuevo, Ilda soporta con estoica resignación los ataques de la maquinaria mediática berlusconiana desde que a mediados de los años 90 decidiera investigar a
Il Cavaliere. La pintan como una loca comunista obsesionada desde hace 15 años con echarle el guante al primer ministro. Pero lo peor se descubrió en 2006, cuando salió a la luz que algunos agentes de los servicios secretos militares italianos se dedicaban a espiar a magistrados y a llevar a cabo operaciones dirigidas a desacreditar a políticos del centro izquierda y a ciertos fiscales. La Boccassini era señalada como uno de los principales objetivos a
desarticular. «Incluso con acciones traumáticas », se leía en un informe.
El mero hecho de que hace unos días el escritor Roberto Saviano decidiera dedicarle a ella y a los otros dos fiscales del
caso Ruby el
doctorado honoris causa con que fue investido en la Universidad de Génova, ha hecho que sea crucificado por los leales de
Il Cavaliere. «Se lo dedico a Ilda Boccassini, Pietro Forno y Antonio Sangermano, que están viviendo momentos difíciles sólo por haber cumplido con su obligación con la justicia», decía el autor de
Gomorra durante la ceremonia. «Me produce literalmente horror que personas como Roberto Saviano, que siempre han declarado querer dedicar toda su energía a la batalla por el respeto de la libertad, la dignidad de las personas y la legalidad, estén renegando de todo aquello por lo que siempre han proclamado luchar», contraatacaba amenazadora la primogénita de Berlusconi, Marina, al frente de la editorial Mondadori, la que publica los libros de Saviano.
La Boccassini, sin embargo, no se deja distraer por esas cuestiones. Dicen los que la conocen que no quería verse de nuevo enfrentada a Berlusconi, consciente de que eso pondría de nuevo en marcha la máquina de guerra de
Il Cavaliere. Pero su amigo Edmondo Bruti Liberati, el jefe de los fiscales de Milán y ex presidente de la Asociación Nacional de Magistrados, consiguió convencerla. Así que, ahora la fiscal no hace declaraciones, no concede entrevistas, no permite que se filtren las pruebas que ha reunido contra Berlusconi por prostitución de menores. Calla y trabaja, como ha hecho siempre.
19 DE FEBRERO DE 2011. Nº 303. YO DONA